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Capítulo / Día 2. Stalking. "Asecho".

Caminar nunca le había requerido tanta concentración.

Le daba miedo caerse de rodillas en plena calle. Perder el control.

¿Cuánto había tardado en levantarse la última vez?

Ginny había dejado de esperar a Draco hacía un tiempo. Al inicio la vida se le iba en prepararse para su regreso, en lo que le diría, en cómo se perdonarían y todo estaría bien…

Poco a poco, había ido dejando de llorar y esperar.

Incluso había salido con otros hombres. Lo había intentado, claro, pero no había conseguido entrar en otra relación después de Draco.

Nada, nunca podía salir como lo pensaban ellos.

Era devastador. Siempre lo había sido.

Ni siquiera podían tener un encuentro normal en la calle. Omitirse como los ex deberían hacer, decirse "hola y adiós", seguir con sus vidas.

No. Tenían que temblar como idiotas, hacer todo raro como si hubiesen terminado apenas el día anterior y se vieran a unos ojos llorosos todavía, como si se hubiesen averiado mutuamente o maldecido… como si a pesar de sus estables trabajos y vidas de adulto, ninguno pudiera seguir realmente adelante sin el otro.

Cuando decidió dejar de esperarlo, Ginny necesitó decirse a sí misma que Draco no sentía lo mismo, no estaba detenido como ella, seguro que pronto sabría de él, que estaba con alguien, que volvía donde los Malfoy y hacía lo que sus padres querían. Por eso, porque algún día lo vería lejano y recuperado de ella, necesitaba ponerse de pie también.

Y en cambio, el tipo iba por ahí con la nariz rota, diciéndole que había querido ir a buscarla. Que todavía quería hacerlo.

Y la sensación era muy parecida a los días de colegio. Cuando se sentía idiota por sentir lo que sentía, por estar pendiente de él, porque él se adueñaba de sus sonrisas y pensaba que Draco Malfoy no iba a distraerse de lo que fuera que estuviese haciendo, cursando un octavo año en Hogwarts…

¿Por qué ese hombre siempre lograba sorprenderla?

Ginny se tambaleó al bajar una acera cuyo final no había notado y se recordó la importancia de no divagar y ver por dónde iba.

Si hubiera dedicado el tiempo suficiente a mirar alrededor y cuidarse, habría notado que la gente de Lucius Malfoy ya estaba al asecho.

Informarían de su encuentro, seguro. De su rechazo a seguir hablando, pero también de las intenciones de Draco de buscarle.

Todo volvería a comenzar.