Intentaré con todas mis fuerzas no atrasarme más. Gracias por seguir aquí.
Capítulo / Día 4. Dragón (Alternative Universe).
Cuando la propia Ginny Weasley lo destruyó y le obligó a obedecer a su padre, marcharse de su lado y dejar que ella también volviera a comenzar, Draco tenía 20 años.
Ninguno tenía muchas pertenencias, así que las habitaciones fueron fáciles de vaciar.
Lucius y Narcisa se deshicieron de casi todo lo que Draco llevo de vuelta a la mansión, le prepararon un baúl, una escolta y arreglaron toda una nueva vida para él.
Ginny se había rendido.
Y si ella se rendía, él no podía hacer más que dejarla marchar también de vuelta con su familia.
Era por el bien de los dos. O por su cobardía, según cada uno quisiera verlo.
Draco le había suplicado que conservara el anillo de compromiso, Ginny no había querido ni arriesgarse a que el mismísimo Lucius Malfoy se materializara en su casa buscándolo. Lo dejo en la mesita de noche antes de marcharse ella también.
La pequeña casa en el corazón de Hogsmade pronto volvió a ser ocupada y para entonces, ya nadie recordaba que alguna vez, unos chicos muy jóvenes y recién graduados habían intentado desafiar todo estándar dejado por la guerra.
Lucius jamás se había enterado de que el anillo existía, no iba a presentarse en la madriguera a buscarlo, pero Draco no había alcanzado a explicarlo. Luego del ataque, Ginny no lo había querido escuchar demasiado.
Draco lo guardó en Gringotts antes de marcharse.
Llovía copiosamente y las calles estaban volviéndose fangosas mientras contemplaba la vieja casita.
La habían pintado de color crema, no le quedaba para nada y se veía un poco más destartalada que cuando ellos vivían ahí.
Sentía un amor tremendo por ese lugar.
El universo alternativo en que el dragón y la leona habían construido felicidad.
Los Malfoy les daban la espalda y los Weasley los omitían, eran terriblemente pobres y tenían que trabajar todos los días, ella ayudando en los cafés y él preparando pociones complicadas para vender. Con el tiempo les habría ido mejor, si sus familias realmente les hubieran abandonado, lo habrían logrado.
Pero en realidad habían puesto empeño en separarlos.
Y aquel mundo alternativo que habían construido no había podido salvarse.
En esos años, Draco siguió con las pociones, mejoró mucho en prepararlas, perfeccionó algunas fórmulas y registró su propia creación que ayudaba a seguir el rastro de desapariciones. Su fortuna no era ni la décima parte que la que sus padres le habrían heredado, pero no la necesitaba. Ya no.
Había fingido ser un buen hijo mientras trabajaba para poder volver un día. Sólo eso. Trabajar hasta tener los recursos para recuperarla, rezar para que ella no lo olvidara, esperar que no decidiera casarse o enamorarse de otro.
Y mientras, Ginny había ido a cada visoria y prueba de las ligas de quidditch a su alcance. Ahora era profesional.
Sí volvían a intentarlo ella ya no limpiaría mesas ni él tendría que ir de puerta en puerta.
El amor de los adultos que habían trabajado duro tendría que ser un poco más fácil que el de los niños sin familia. Al menos eso quería creer Draco.
Que Ginny seguiría jugando Quidditch profesional y triunfando en la liga y que él podría acompañarla sin descuidar su propio negocio.
¿Qué más daban los Malfoy o los Weasley?
Su Universo alternativo esperaba por ellos.
