Vuelve
Estaban todos reunidos en la madriguera, en ocasión de una cena que Molly había decidido hacer para reunir a su familia y unos cuantos amigos. Era una lástima que Harry no pudiera asistir en esta ocasión, ya que se encontraba fuera de Londres en una misión con el cuerpo de aurores.
Llevaban cuatro meses fuera intentando capturar a los criminales y no pasaba un día en el que todos se preocuparan, especialmente Hermione, ya que desde que habían empezado a trabajar en el plan de captura, Harry no se había podido comunicar con nadie durante todo ese tiempo.
No era un secreto para nadie que Harry y Hermione estaban enamorados, pero ellos no querían admitirlo por miedo a arruinar la amistad que tenían. Seguían siendo los mejores amigos de siempre, aunque algunas veces se les escapaban sus mimos en público y sus amigos bromeaban descaradamente con ellos, algunas veces haciéndolos sentir incómodos.
En esta ocasión estaban casi todos presentes en la madriguera para la cena, excepto Hermione, que se había retrasado en su trabajo en el ministerio y le había informado a Molly que llegaría un poco retrasada. Se encontraban platicando y bromeando en la sala, cuando se escuchó un estallido de aparición y todos voltearon para encontrar que Harry había regresado y caminaba hacia la madriguera.
Se veía agotado, su uniforme de auror estaba sucio y roto en varios lugares, su camisa blanca, de manga larga apenas era visible, ya que estaba manchada de tierra, y lodo seco, tenía algunos rasguños, signo de que estaba herido, sus ojos estaban hinchados, se notaba el cansancio y desvelo, su cara mostraba delgadez, su barba lucia descuidada, y su cabello indomable hacia honor a su aspecto, pero a pesar de todo, nadie se fijó tanto en como llegaba, sino en lo más importante. Había regresado vivo.
Al ver al azabache, todos los Weasley gritaron emocionados y recibieron en un abrazo conjunto al ojiverde.
Tenían rodeado a Harry dentro del circulo Weasley, entre bromas, gritos de emoción y abrazos de bienvenida, que no escucharon el otro estallido de aparición, hasta que la voz de una chica se escuchó y todos voltearon a ver.
Hermione había llegado, pero no se había percatado de que Harry había vuelto.
Ginny había invitado a Hermione a dormir en casa con ella para hacerle un poco de compañía, ya que era obvio que su amiga no estaba durmiendo mucho desde que Harry había pasado más de un par de días de lo que duraba la misión a cuatro meses sin señal alguna de vida.
Hermione casi no dormía y lloraba constantemente extrañando a Harry.
— ¡Ginny! — exclamó Hermione entrando a la casa, y cuando levantó su cabeza al dejar de escuchar el alboroto que se tenían se encontró con la mirada de Harry y el bolso que cargaba cayó estrepitosamente, vaciando todo su contenido en el suelo.
Hermione se había quedado boquiabierta cuando miró los ojos verdes de Harry posarse en ella y en ese momento sus lágrimas se deslizaron por sus mejillas al verlo de regreso. Él estaba ahí, había regresado después de meses sin saber nada de él, por fin estaba frente a ella.
Durante un breve instante pensó que aquello era su imaginación, y si se despertaba y resultaba ser un sueño, maldeceria lo que tuviera enfrente por haber jugado con sus sentimientos y anhelos.
El ojiverde sintió su corazón bombear con fuerza, sus pies anclados al piso, sus manos frías pidiendo contancto con la persona que más había extrañado por meses.
El silencio se instaló cortando el aire y haciéndose tenso, la expectación de la pareja era innegable.
Para Hermione fueron horas las que pasó congelada en la entrada de la madriguera viendo a Harry sin poder creer que había regresado. Sin pensar en quedarse ahí otro segundo más, caminó rápidamente hacia él, mientras Harry sabiendo lo que venía, se preparó para la embestida que no tardó en llegar cuando la castaña tiró sus brazos alrededor de él y enterró su rostro en su cuello, sintiendo como él hacía lo mismo y a la vez la rodeaba por la cintura fuertemente.
Harry enterró su rostro en el cuello de ella, exhalando su olor, ese olor que había extrañado tanto durante sus cuatro meses fuera. La tenía abrazada fuerte y protectoramente y al parecer ninguno de los dos tenía la intención de soltarse.
Harry comenzó a sentir las lágrimas de Hermione caer en su cuello y esto lo llevó a levantar su cabeza y depositar suaves besos sobre su cabello castaño, mientras seguía rodeándola por la cintura con un brazo y con el otro sujetó suavemente su cabeza.
Al separarse, Harry pudo ver que por las mejillas de Hermione aún corrían las lágrimas que había sentido en su cuello y las limpió con sus dedos.
— Hola — dijo Harry en un susurro, dándole una sonrisa ladeada.
— Hola — contestó Hermione con una sonrisa y entre lágrimas de felicidad, acariciando la mejilla de Harry con su mano.
Apenas la castaña contestó el saludo y sus labios se encontraron en un beso explosivo. Hermione lo rodeó por el cuello con sus brazos y luego enredó sus dedos en el negro cabello rebelde de Harry, mientras el la rodeó por la cintura, el agarre era natural, y tras unos segundos ambos profundizaron más el beso sin importarles tener a toda la familia Weasley como espectadores.
Sin saber cuanto tiempo pasó, por estar sumidos en su beso, a lo lejos escucharon gritos de emoción y a sus amigos aullando, por lo que a regañadientes tuvieron que separarse, aunque aún con sonrisas radiantes en sus rostros.
Al separarse juntaron sus frentes y ambos sonrieron sin dejar de abrazarse.
Harry luego sujetó el rostro de Hermione con sus manos y le dio varios pequeños besos en los labios, mientras en el fondo los Weasley seguían vitoreando a sus amigos.
— Te amo. Te extrañé tanto … — susurró Hermione contra los labios de Harry.
— Yo también te amo, y también te extrañé — respondió Harry depositando un par besos más ahora en la frente de la castaña.
— Como que se tardaron eh… — dijo Ron sonriente al ver a sus amigos sonrojarse cuando volvieron a la realidad.
— ¡Ya era hora tortolitos! — dijo George dándole a Harry un toque en el hombro y a Hermione una sonrisa pícara.
Es noche no hubo nada ni nadie que pudiera borrar las radiantes sonrisas en los rostros de Harry y Hermione. Se amaban y ese amor era para toda la vida. Simplemente lo sabían.
