No cabía duda que necesitaba ir a una revisión. Todas las niñas en el mundo tenían que hacerlo por lo menos una vez en la vida, al menos para asegurarse de que todo estuviera bien. El ginecólogo.

Athena se alarmó un poco cuando pensó que algo andaba mal con ella. Jamás pensó llegar a ese extremo pero como dicen por ahí, las cosas pasan por algo. Cuando le contó a su mejor amiga esta le dio su apoyo total y decidió acompañarla a la revisión, bueno, al menos a esperarla no piensen mal.

Es tarde Yuki pasó por ella en su carro y cuando estuvieron listas la joven ídol se notaba enrojecida de vergüenza. La castaña sonrió comprensivamente y le colocó su mano en el hombro.

-No es nada del otro mundo. A muchas de nosotras nos pasa. – le dijo.

Su amiga tan solo se limitó a asentir sin mirarla a la cara. Sin más Yuki arrancó conduciendo con cuidado, era una experta en respetar las normas de tránsito. Pero para Athena no encontraba la hora de terminar con esa tortura infalible, el camino se le hacía eterno. Después de pasar por unas donas para que calmaran un poco el estado de animo de la psíquica llegaron hasta su destino. Las chicas pasaron y llegaron a recepción.

-Hola, disculpe vengo a mi consulta agendada hace 3 días. – habló la ídol.

-Ah, señortia Asamiya, Athena Asamiya, es un honor tenerla aquí. – dijo la recepcionista, acción que sonrojó mucho más a la chica ya que bajo ninguna circunstancia quería que se enteraran de que una celebridad como ella estaba en un lugar como ese. – Disculpe mi inoportunidad es que se me hace raro verla aquí.

Yuki la tomó bruscamente de la camisa y la retó.

-Ya cállese bruja y atienda a mi amiga ¿Qué no ve que la pobre se muere de vergüenza?

-Ah, mejor no me ayudes, Yuki. – lloró un poco.

-Claro, claro. Asamiya Athena. Mmmmm… chizzzz lo lamento tanto pero la doctora Genkawa no pudo venir esta mañana.

-¡¿Qué?! ¿Y me lo dice apenas? – gritó la ídol con un tono molesto.

-Calma… pero en su lugar vino un doctor igual de experto que ella. Ammm… no recuerdo bien su apellido pero sé por referencias que ha ayudado a muchas mujeres con sus 'problemas' personales.

-¿Un doctor? – mascullaron las amigas con un rubor al pronunciar esas palabras.

-Bien. Por favor, segundo piso puerta numero 76. – sonrió la recepcionista al indicarle con una mano.

Luego de agradecer las chicas subieron al segundo piso, se tenía que atravesar un pasillo no muy largo antes de que la sala de espera terminara. Yuki se quedó atrás no sin antes alentar a su amiga y convencerla de que todo iba a salir más que bien. La psíquica tragó en seco aún más nerviosa al saber que su doctora había sido reemplazada por un varón pero que más daba si había escuchado buenas referencias de su trabajo profesional. Lo curioso es o era que por lo general se tenían que cumplir ciertos requisitos extraños para ser un ginecólogo varón y entre uno de los más personales era ser profesional con su trabajo y el otro más personal era que tenía que cumplir con ciertas características físicas para no incomodar a sus pacientes, claro estaba que se referían a cumplir con ciertos atributos físicos atractivos pero solo para no incomodar a las jovencitas y señoras.

Cuando Athena estuvo enfrente de la puerta tocó y una voz poderosa y profunda de "pase" se escucha desde el otro lado. Athena tragó en seco y al pasar notó como el doctor le daba la espada con su silla giratoria.

-Hola, doc buenos días.

Al girar la silla la chica se quedó helada al ver quien era. Por supuesto que lo había visto antes y lo reconocía por algunos eventos de música en los cuales habían coincidido pero ¿Qué carajo estaba haciendo ahí? ¿él un doctor? Después de varios segundos petrificada se talló los ojos y sintió un palpitar indescriptible.

-¿Y-Yagami-san? – pronunció con un nudo en la garganta.

Obviamente su rubor se agravó demasiado al mirarlo… una bata de doctor blanca e impecable, un aroma delicioso y bien peinado con esa mirada juzgadora pero relajada y esos ojos entrecerrados que detonaban profesionalismo.

-Oye quita esa cara de estúpida. – comentó levantándose de su lugar.

-L-l-lo siento tanto pero jamás en algún universo pensé que usted…

-¿Ejerciera una profesión? Niña. Por si no lo sabías obtuve mi doctorado hace un tiempo en la mejor universidad de Tokio. Que estúpido de tu parte pensar que solo me dedicaba a golpear gente. – cerró sus ojos con una cara de presumido.

-Pe-pero cómo es posible. No me malinterprete Yagami-san es que nunca me imaginé que alguien como usted fuera del tipo de persona que necesitara trabajar para tener lo que tiene. – coloca sus manos detrás de la espalda y mira hacia abajo. Le daba pena verlo a la cara.

-Es algo que no te importa. Ahora podemos seguir hablando sobre cosas que a ninguno de los dos nos interesa o podemos empezar terminar con esto de una jodida vez – comentó con suma frialdad colocándose los guantes de latex.

La psíquica sintió un hormigueo en su feminidad cuando el pelirrojo se aproximó en un impulsó repentino colocó ambas manos en su pecho en un inexplicable intento de hacerle entender que sí pero que fuera más despacio cosa curiosa ya que apenas había dado un par de pasos hacia ella y de echo la que se acercó más a él había sido ella.

-¿Qué?

-Perdón, fue un impulso. – desvió su rostro sonrojado evitando verlo.

Sintió la necesidad de que le acariciaran la espalda como si de una gatita se tratara sin embargo esa reacción cambió cuando sintió algo de picazón ahí abajo. En ese insntante trato de mantenerse lo más seria posible pero no podían culparla ella solo había visto a Iori en acción rompiendo narices y haciendo bramar de dolor a sus rivales en el campo de batalla, era una experiencia totalmente nueva para ambos bueno al menos para ella ya que Iori hasta tenía un doctorado en esa profesión.

Tras unos incómodos segundos más empezaron manos a la obra.

Habían trascurrido ya por los menos 45 minutos desde qe Yuki se quedó en la sala de espera distrayéndose con la hermosa pecera y los peces de varios colores. Mirando también por algunos momentos las historietas que también había ahí. Cuando notó que su amiga salió del consultorio esperó pacientemente pero observó cómo a Athena le temblaban un poco las rodillas, tenía el cabello un poco alborotado, los primeros dos botones de su blusa estaban desabotonados pero eso sí tenía una curiosa sonrisa en el rostro. Al llegar a con su amiga se recargó en la pared con una mana y miró a Yuki.

-¿Hace calor no? – dijo la ídol.

-Athena ¿Qué te pasó? ¿Está todo bien? – comenta la castaña curiosa por el estado en que se encontraba.

-Si, si todo bien amiga, de hecho todo de maravilla. Ese doctor en verdad en muy bueno en lo que hace. - habló mientras se abotonaba su blusa. – Oye ¿Qué tal si vamos por algo de beber? Realmente lo necesito yo invito. - comentó con ánimos.

Paso de largo y Yuki la siguió de cerca. Ella la miraba con esa cara curiosa necesitaba saber lo que había pasado ahí dentro.

-Vamos amiga dime que fue lo que pasó, dime dime dime… - le picó las costillas un par de veces.

Athena sonrió al recordarlo sin decir ni una sola palabra mientras subían al carro y Yuki seguía insistiendo. Fue genial pero era algo que no podía decir a la ligera, quizás en un futuro, sí un futuro muy lejano considera contarle a su mejor amiga Yuki lo que había pasado.