DISCLAIMER: Los derechos de la trama de la película "La reina de los condenados" no me pertenecen, son propiedad de la maravillosa Anne Rice, autora de las Crónicas Vampíricas, y de la productora Warner Bros., quien llevó la historia adaptada a la pantalla grande (la cual es de por sí también como un fanfic de la trama original). Yo solo he tomado prestados a los personajes en esencia para traducir un hermoso fic ya publicado hace varios años, que encontré sobre ellos.
PARTE IV
Lestat no la soltaba y Jesse estaba preguntándose cuánto más iban a permanecer así, hasta que sin previo aviso él estampó sus labios contra los suyos. Besándola de una manera en que nunca antes lo habían hecho… Literalmente dejándola sin aliento. Tanto que tuvo que gemir en su boca.
Encontró que sus labios eran suaves y fríos, pero en el acto los sintió tornarse cálidos con el calor de su propia boca… No parecía ser aquello el beso de un vampiro. Aunque por supuesto, podía percibir sus colmillos, más se sentía tan bien.
Él bromeó para esto, aparentando mordisquear su labio inferior con el borde de sus dientes, pero enseguida reemplazó su intención por la suavidad de su lengua, solo parando de besarla un breve momento para permitirle tomar el aire suficiente que necesitaba antes de reclamarla una vez más.
Jesse en respuesta le envolvió el cuello con los brazos, aferrándosele con ansias como si no consiguiera tenerlo lo suficientemente cerca. Fue una tortura, y el hecho de que él moviera luego su atención desde su boca a la base de su cuello, no ayudó mucho.
Sus besos entonces ya no fueron más gentiles y se volvieron hambrientos. Pareciendo él querer devorar su piel de la misma manera en que la mayoría de la gente toma una primera bocanada de helado.
Lestat escuchó y sintió su pulso acelerado debajo de sus labios. Fue como un tambor retumbando en su mente. Usualmente llegado a ese punto, hubiera actuado drenando la vida de su víctima, tomando lo que quería. El cuello de Jesse estaba justo allí, tentándolo, invitándolo…
Ella sin embargo, de repente escuchó un gruñido de baja vibración cerca de su garganta y antes de que pudiera siquiera reparar de lleno en ello, en un abrir y cerrar de ojos él había volado lejos de su lado, situándose al otro lado de la cama.
-¿Lestat?- preguntó por lo tanto de inmediato, preocupada -¿Ocurre algo malo?- Él evitó mirarla, más desde el ángulo donde se encontraba, Jesse pudo ver bien sus manos, notando que se había enterrado las uñas en las palmas hasta hacer que la sangre brotara libremente de ellas -¡Lestat!- exclamó de nuevo, impresionada. Él no respondió.
Pensando así en un montón de diferentes salidas para la presente situación, tomó una decisión, y deslizándose fuera de la cama, caminó hasta situársele enfrente. Lestat había dejado para esas alturas de lastimarse las manos pero tenía una triste mirada en su rostro. Una expresión que en un segundo le dio a entender lo que casi acababa de suceder…
Había estado a punto de alimentarse de ella.
La realidad la golpeó de lleno haciéndole retroceder, trastabillar y caer al piso. Pocas horas antes ella misma libremente le había ofrecido su sangre, porque quería estar con él, porque quería saberlo todo, pero la verdad era que no sabía nada de nada. Por supuesto que había leído libros sobre vampiros, realizado investigaciones y tomado algunas fotografías a las víctimas (a las que se habían salvado de morir y a los cuerpos de las que no), no obstante, lo real, se daba cuenta, iba más allá del estudio. Tenía que ser experimentado. Para un humano la sangre era solo sangre, una colección de células con sabor raro, pero para un vampiro significaba "vida".
Obligándose a alejarse de esos pensamientos, volvió a examinarle la cara que ahora parecía esculpida en piedra y por tercera vez mencionó su nombre
-¿Lestat?...- Y por tercera vez no obtuvo respuesta.
Lestat estaba consciente de lo que casi había acontecido. Nunca antes se había negado a sí mismo algo que quería. Esa noche había sido la primera vez.
Levantando los ojos vio entonces a Jesse incorporarse de su posición de sentada en el suelo para volver a avanzar hacia él.
Continuará…
