DISCLAIMER: Los derechos de la trama de la película "La reina de los condenados" no me pertenecen, son propiedad de la maravillosa Anne Rice, autora de las Crónicas Vampíricas, y de la productora Warner Bros., quien llevó la historia adaptada a la pantalla grande (la cual es de por sí también como un fanfic de la trama original). Yo solo he tomado prestados a los personajes en esencia para traducir un hermoso fic ya publicado hace varios años, que encontré sobre ellos.
PARTE V
Jesse no tenía idea de lo que estaba haciendo. Simplemente no quiso seguir observando el rostro de sufrimiento de él por más tiempo. Así no le contestara y no supiera como en realidad proceder.
Lestat por su lado había estado en otro lugar y tiempo. Había estado tratando de darle sentido otra vez a viejas cosas dentro de su memoria, hasta que percibió algo en su mano y no tardó en darse cuenta que era la mano de Jesse apretándosela para reanimarlo. Ella lo había traído de regreso.
Sus ojos volvieron a conectarse por un momento y entonces él devolvió su atención a sus manos ahora unidas. La piel de ella era suave y apretaba su palma contra la suya regalándole un sentimiento de confort, en especial en los lugares donde por sí mismo con sus uñas se había lastimado.
Jesse le vio de tal forma cerrar los ojos. El hecho de que estaba disfrutando de su toque le hizo sonreír y aceptó por lo tanto, feliz, la indirecta invitación a seguir mimándolo. Todo lo que hacía era simplemente estrechar su mano, deslizando su pulgar arriba abajo sobre sus dedos tratando de hacerlo sentir mejor. Por alguna razón que no alcanzaba a explicar, necesitaba alejar su pesar y sus traumas (aunque fuera por unos momentos), por lo que llevó al final su mano hasta su boca, donde terminó por colocar un casto beso en la mitad de su palma.
Lestat tragó en seco cuando sintió sus tibios labios sobre esa parte de su mano, y la emoción fue tal que no pudo evitar que su nombre se le escapara en un contenido suspiro
-…Jesse-
Ella en tanto levantó la vista de su unión y le contestó
-Lestat, mírame-
Y no tuvo que pedírselo en esta ocasión de nuevo tres veces, porque él de inmediato reaccionó a su requerimiento. Conmovida, Jesse entonces tomó su cara entre sus manos.
-No me herirás- previó con su fe puesta en él y no tardó en verle empezar a querer decir algo, no obstante, antes de que profiriera alguna palabra se atrevió a interrumpirle colocándole un dedo sobre los labios –Escúchame, no me herirás- le reiteró -¿Recuerdas cuando me preguntaste si confiaba en ti?- añadió. Él no tuvo que responder, ella solo necesitó mirarlo a los ojos, a su mirada fija para comprobar que lo hacía –Te dije que confío y eso no ha cambiado- y después de confesarle aquella última frase, con sus manos todavía acunando su cara, se inclinó hacia él y suavemente lo besó.
Al principio Lestat no respondió pero al cabo de algunos segundos lentamente comenzó a besarla en respuesta. De forma delicada primero y después con creciente pasión.
Las manos de Jesse por su parte encontraron el camino hacia la solapa de su largo abrigo, la cual recorrió primero con sus dedos al tiempo que la boca de él se volvía más y más demandante, requiriendo que le correspondiera con igual vehemencia, lo que le hizo terminar apretando la tela de la cuellera, asiéndola de los costados para atraerlo más hacia ella.
Él se permitió perderse también en el beso, encontrando que sus labios eran tan suaves y le traían calor a los gélidos suyos, y no solo a esa parte de su cuerpo sino a donde quiera que ella le tocara, subiéndole la temperatura. Pronto así, sintió ese hambre familiar retornar, porque después de todo había asesinado solo a una víctima esa noche y aquello no le había saciado. Más alimentarse de Jesse estaba fuera de la cuestión, y no queriendo tampoco dejarla, determinó que tenían que tomar las cosas con calma… Aunque eso, se daba cuenta, era más fácil decirlo que realizarlo.
Tan intensos como sus besos eran las manos de ella, que cansada para entonces de estrujar su solapa, empezó a tratar de quitarle de una vez el abrigo. Razón por la que tuvo que separarse un momento reteniéndola de los brazos.
-Despacio- le susurró como consejo
Jesse entendió al instante qué y por qué se lo decía y moderó sus movimientos. Procedió de tal manera a removerle el gabán con mayor cuidado, tomándose su tiempo, deslizándolo lentamente bajo sus hombros fornidos hasta hacerlo caer por su espalda, y allí se tomó su tiempo de admirarlo.
Lestat entonces tomándola por la cintura, prefirió arrodillarse con ella en el suelo, donde terminó de quitarse la prenda él mismo quedando solo en jean y camiseta, y aún bañado por las sombras, sus penetrantes ojos parecieron brillar. La observó también, ocupada contemplándole maravillada su recio pecho. Aunque no le dio importancia, acostumbrado después de todo a ese tipo de atenciones.
Jesse atreviéndose a acariciarlo así, movió sus manos desde sus hombros hasta su nuca, a su sedoso cabello, y luego abrazándolo, las descendió por su espalda disfrutando notoriamente del camino que recorrían.
Lestat mientras tanto, la rodeó con premura con sus brazos y como suave caricia trazó una línea vertical con sus dedos por su columna vertebral. Luego recorrió sus delicados brazos en toda su longitud hasta reunir sus manos con las suyas a sus espaldas, las cuales entrelazó y llevó hasta sus labios, e imitando su anterior accionar, colocó un sutil beso en cada una de ellas.
Continuará…
