Disclaimer: Shingeki no Kyojin y todos sus personajes no me pertenecen, solo los tomo prestados para este especial de halloween, todo de Hajime Isayama.

Notas de la autora: Este fue un pedido especial de Nikola. Feliz Halloween.

El fantasma en mi casa

El señor Levi Ackerman terminaba de poner las últimas maletas en la cajuela de su coche. Por fin podía mudarse.

Había ahorrado durante la mitad de su vida para por fin poder irse de aquel sector nada confortable. Los vecinos no eran en especial agradables y tampoco los mocosos que se dedicaban a tocar a su puerta para luego salir corriendo. Los ladridos de los perros a medianoche no lo dejaban dormir en paz y ni hablar de los testigos de Jehová que cada domingo se empeñaban en tratar de llevarlo por "el buen camino".

¿No era suficiente con ser una buena persona? Si, admitía que era un amargado que prefería pasar sus tardes en soledad y en lo posible, que no hubiera nadie a su alrededor para alterar su calma, pero esto no precisamente significaba que fuera una mala persona, de hecho, podía jactarse de que en toda su vida, había hecho un par de buenas acciones.

Miró hacia la puerta de su ex departamento y no pudo evitar soltar una pequeña risilla en cuanto vio a las dos mujeres cubiertas por anchísimas faldas y blusas floreadas, cargando con su maletín donde guardaban panfletos sobre "La verdad" o "El camino hacia el señor". ¿Les darían algún tipo de comisión por cada incauto que lograran enlistar a su causa? A Levi le parecía ridículo creer en cualquier tipo de Dios, pero en definitiva, no podía sentir más que pena por esas pobres gentes que se partían el lomo cada fin de semana.

Cerró la puerta trasera del coche y se dispuso a ir hacia el asiento del conductor para liderar la caravana de camiones encargados de llevar sus cosas a su nuevo hogar.

Tras haber conducido poco menos de una hora, por fin llegaron a las afueras de la ciudad. Había decidido mudarse a ese lugar debido a que las casas eran amplias y más importante aún, estaban lo suficientemente alejadas unas de las otras para evitar sonidos molestos, además, y a riesgo de que lo tacharan de clasista, tenía el pensamiento de que allí vivirían personas más educadas. No tenía que preocuparse demasiado por vecinos molestos.

El aire puro era otro factor que lo habían hecho decidirse por el sector. El bosque que circundaba los condominios era lo bastante extenso para purificar el aire y como no había muchas cosas interesantes que hacer por los alrededores, además del lago, no había demasiados vehículos circulando.

Si, todo apuntaba a que podría estar mucho más a gusto en ese lugar. Podía imaginarse a sí mismo dando paseos por el bosque, leyendo un buen libro en el patio techado de la parte de atrás de su casa, disfrutando de un buen té cargado o simplemente meditando en el silencio de su hogar.

No pasaban de las tres de la tarde y todas sus cosas ya se encontraban dentro de la casa. Levi, precavido como él solo, había planificado la mudanza hasta el último detalle, de tal forma que no tuviera que esperar ni un solo día para poder hacer su hogar habitable. Los señores encargados de los camiones habían trabajado a un ritmo constante, y con la precisa dirección del nuevo dueño de casa, lograron terminar sus labores antes de lo previsto.

A pesar del cansancio, Levi se sentía feliz. Recorrió la casa con un sentido orgullo, por fin podía ver el resultado de tantos años de esfuerzo y sacrificio. Los pasillos eran extensos y las habitaciones lo suficientemente grandes como para albergar cómodamente a una familia de cinco integrantes, sin embargo, ese no era el objetivo del hombre. Lo cierto era que le gustaban mucho los libros y una de sus más grandes ambiciones era lograr tener una biblioteca con un sin fin de libros en diversos idiomas, así que la casa era perfecta para ese propósito. Solo debería hacer algunas remodelaciones en el futuro, pero de eso podría preocuparse después.

Subió las escaleras acariciando el pasamanos y una sensación de satisfacción le recorrió el cuerpo ante el tacto de la madera limpia. Tenía que reconocer que la casa, a pesar de su antigüedad, era muy elegante y refinada, las personas que vivieron allí antes que él debían tener un muy buen gusto, aunque no podría saberlo de primera mano, ya que todo el papeleo había sido hecho mediante una empresa inmobiliaria. Entró a la habitación máster, la más grande de todas y la que desde ese entonces sería su recámara. La cama había sido ya armada por el equipo de mudanza y sobre ella estaba el colchón, tenía aún muchas cosas por hacer antes de poder relajarse.

Después de un buen baño de burbujas y agua caliente, Levi se disponía a descansar. Se recostó sobre la cama y prendió la lámpara de mesa para poder leer. Había escogido un libro de tácticas de guerra que podían aplicarse a la vida diaria tanto para los negocios como para la convivencia con los demás. A medida que avanzaba en el libro, podía sentir que la temperatura del ambiente bajaba. Era como si el viento helado del sector estuviera acariciándole la piel, pero era imposible, pues en más de una ocasión había detenido su lectura para cerciorarse de que las ventanas estuvieran cerradas, quizás solamente se tratara de una pequeña fuga en los marcos de las ventanas. Al cabo de una hora, el sueño se hizo presente. Levi empezaba a cabecear y ya no podía prestar demasiada atención al libro, así que se prometió a sí mismo terminar el capítulo antes de apagar la lámpara, pero el cansancio fue más fuerte y se rindió al sueño.

"Esta casa es mía"

Levi despertó sobresaltado y el corazón le latía rápidamente ¿Qué había sido eso? Por un momento le pareció escuchar una voz débil, casi como un susurro.

Movió la cabeza a manera de negación y no tuvo opción más que reírse de sí mismo, seguramente los ruidos serían por las maderas viejas de la vivienda. Era hora de dejar de lado el libro y dormir, de todas formas, tenía planeado despertarse temprano en la mañana para familiarizarse con el sector y hacer las compras para el mes, pues su refrigerador y despensa estaban casi vacías.

Cerró las puertas y ventanas, revisó que el gas estuviera apagado, se cercioró de que todos los grifos estuvieran cerrados y apagó las luces.

Levi trotaba a un ritmo constante por el sendero que conectaba la parte trasera de su patio con el lago. Era mediados de Octubre y el clima eventualmente empezaría a descender, pero ese no era en realidad un problema, a Levi le encantaba el frío. Sentía que su mente llena de pensamientos podía enfriarse y descansar.

Siguió corriendo mientras su concentración se iba enfocando en su propia respiración y el movimiento de sus músculos. Debía inhalar por la nariz y exhalar por la boca para evitar que su propio aliento le jugara una mala pasada. Sus piernas pronto entraron en calor, ese calor que empezaba a exigirle que fuera un poco más allá de sus límites así que aceleró el paso. La adrenalina y el calor provocaron que sus mejillas se tiñeran de un carmín ligero y que algunas gotas de sudor empezaran a bajar por su rostro.

"Solo un poco más"

Se dijo en voz alta mientras presionaba a su cuerpo a seguir. Continuó a ese ritmo durante algunos minutos más hasta que sintió que ya no podía más. Se detuvo junto a un árbol y sacó de su mochila una botella de agua. El placer del líquido helado resbalando por su garganta lo llenó de vitalidad y en cuanto pudo recuperar un poco de sus energías decidió que era hora de volver a su hogar. Buscó con su mirada el sendero, pero descubrió que se había desviado. No podía encontrar el camino de regreso.

Levi hizo una mueca de desagrado. Estaba seguro de que estaba siguiendo el sendero, ¿Quizás se había confundido? Negó con la cabeza. Quizás la emoción de estar en un nuevo lugar le había jugado en contra y simplemente perdió el camino. Regresó sobre sus pasos tratando de mirar en todas las direcciones para encontrar algún vestigio de sendero, pero no lograba encontrar nada y al cabo de media hora, decidió que lo mejor sería llamar al 911 para informar que se encontraba perdido en el bosque. No le agradaba la idea de hacer el ridículo en el primer día de su estancia, pero no tenía otra alternativa. Lo más inteligente sería llamar antes de que su celular perdiera señal, así que sacó el aparato de la mochila sólo para descubrir que ya era demasiado tarde.

No recordaba haberse adentrado demasiado en el bosque, así que era algo absurdo el hecho de que su teléfono celular no tuviera señal, lo más lógico era pensar que le habían mentido y que la señal en el pueblo no era tan buena como anunciaban los de la agencia inmobiliaria. ¿Debería quejarse? bueno, no serviría de mucho, la transacción estaba hecha y no por la queja de un recién llegado iba a cambiar algo la situación. Levi estaba analizando las posibilidades ¿Cómo podría salir de allí sin tener el riesgo de perderse por siempre en el extenso bosque?

Un sonido a sus espaldas llamó su atención.

—¿Hay alguien allí? —preguntó en voz alta, pero no recibió una respuesta. —Debo estar alucinando. —dijo al ver que nadie respondía.

Empezaría a caminar para ver si lograba encontrar el camino, pero un nuevo sonido se hizo presente.

—Ya basta de bromas. —dijo con enfado, no estaba de humor para niñerías o travesuras. —Ya sé que están ahí, los escucho.

A pesar de la seguridad que quería transmitir, en realidad sentía un poco de miedo. Había escuchado más de una vez sobre desapariciones misteriosas en los bosques, no precisamente en ese, pero uno nunca sabía qué clase de locos pudieran albergar en una comunidad.

Levi se dispuso a caminar para crear distancia con el desconocido, pero con cada minuto que pasaba, una sensación asfixiante empezaba a alojarse en su garganta. Era como si alguna especie de sexto sentido estuviera alertándole de algo, aunque Levi no creyera en esos asuntos.

En realidad, Levi no creía en nada paranormal. Para él no existían dioses ni demonios ni fantasmas ni paraísos ni infiernos. Lo único que existía era lo que él podía ver, pero en esos momentos, el miedo era más grande que su lógica, así que decidió rendirse ante sus instintos. Lo que en un inicio fue una caminata acelerada, se convirtió rápidamente en una carrera por salvar su vida. Por cada árbol que esquivaba, podía sentir que el peligro estaba más y más cerca. Casi podía sentir un cuchillo atravesando su espalda, o la mano de algún desconocido cubriéndole la boca y la nariz con un pañuelo lleno de formol, aunque claro, el formol no actuaba de inmediato como las películas querían hacerle creer a uno, pero Levi había dejado de pensar de manera racional.

Estuvo a punto de perder la compostura y ponerse a gritar en busca de ayuda, de alguien que pudiera salvarlo de la inminente muerte que podía sentir a sus espaldas, pero por fin pudo salir del bosque hacia un terreno extenso en donde el gran lago lo recibió con sus maravillosas vistas.

Levi se quedó pasmado al ver el bonito paisaje que se extendía frente a él y todo rastro de temor desapareció como si nunca hubiese existido.

—Buenos días. —Una voz masculina resonó a su lado.

—Buenos días. —respondió casi en automático y dirigió su mirada hacia la persona que lo había saludado.

Era un joven rubio de quizás dieciocho o diecinueve años, de piel blanca y unos ojos de un azul precioso.

—Casi nadie viene tan temprano en la mañana, y menos en estas fechas. Hace demasiado frío.

—Bueno, me gusta el frío. Por cierto, soy Levi Ackerman, me mudé ayer. —Levi no era de las personas que buscaban conversación, pero en esa ocasión necesitaba volver a la realidad, si bien el miedo no estaba presente, sí que se sentía un tanto extraño.

—Mucho gusto señor Ackerman, yo soy Armin Arlert y soy su vecino. Lo vi llegar ayer. —El muchacho extendió la mano y Levi aceptó el gesto.

—No me digas señor Ackerman, por favor, solo Levi. —Sonrió. El chico le había dado una muy buena primera impresión, no parecía alguna especie de maleante y tampoco un asesino, aunque claro, las apariencias muchas veces eran engañosas.

—Está bien, Levi, ¿Qué lo trae por aquí tan temprano? —El muchacho devolvió la sonrisa mientras demostraba un genuino interés en el nuevo vecino.

—Me gusta correr. —Fue lo que atinó a decir, y a pesar de ser en parte cierto, no quería admitir que se había perdido. —¿Sabes si por aquí hay lobos o animales de ese tipo?

—Deberían existir, pero nunca han sido un problema para el vecindario, quizás estén más adentro del bosque, yendo hacia las montañas.

—Ya veo…

—Fue un gusto señor Ack… Quiero decir, fue un gusto conocerlo. Quizás más tarde pase por su casa con un pie de manzana, claro, si usted quiere.

—Hace mucho no como uno de esos, Muchas gracias.

Armin sonrió nuevamente antes de adentrarse al bosque por una pequeña puerta de madera. Levi miró al muchacho hasta que desapareció siguiendo el sendero que Levi había perdido minutos atrás.

—No estaba del todo perdido. —dijo mientras caminaba a la orilla del lago. Ya que estaba en ese lugar, aprovecharía para tomar algunas fotos.

Levi llegó a su hogar cargando algunas bolsas con compras que dejó sobre el mesón de la cocina y a pesar del cansancio, quería dejar todo en su lugar. Si de algo se sentía orgulloso, era de lo estrictamente ordenado que era, gracias a eso, había logrado, entre otras cosas, ganar el dinero necesario para poder llevar una vida cómoda, de hecho, su mismo hogar era prueba de ello, así que recurriendo a sus costumbres, empezó a guardar las compras en sus respectivos cajones. Entre frutas, cereales y pastas, se encontró con una cajita de té de arándanos y recordó a su mejor amigo, Erwin. Se le formó un nudo en el estómago al caer en cuenta de que no habían hablado desde hace varios días con el pretexto de la mudanza y creyó necesario llamarlo para contarle acerca del vecindario.

Buscó su teléfono entre sus bolsillos para recordar que lo había dejado en el auto, se había prometido regresar por él, pero lo había olvidado por estar poniendo en orden su cocina. Si, debía admitir que esa mañana se encontraba un poco distraído. Fue hacia el automóvil antes de olvidar nuevamente que tenía que llamar a Erwin.

—¿Cómo va la vida en el convento? —dijo a manera de saludo.

—Va bien, ¿Qué hay de ti? ¿Ya empezaste con tu manía de limpiar hasta la chimenea?

—No hay chimenea en esta casa, pero debo decir que sí… Estuve limpiando y arreglando la casa todo este tiempo. Olvidé que debía llamarte ayer.

—Si, me lo suponía. ¿Hay algo interesante por ahí?

—Tengo acceso a un bosque desde el patio trasero y pues, el camino lleva a un lago muy bonito, te voy a enviar las fotos.

—¿Y los vecinos?

—Solo he conocido a uno, y es muy amable, Dijo que después me traería un pie de manzanas ¿o eran calabazas?

—Bueno, tiene sentido que sean de calabazas, en esta temporada se dan muy bien.

Un silencio incómodo se hizo presente.

—Bueno… Si tienes tiempo, podrías venir a visitarme. No te he visto desde hace meses y… Bueno, estoy aprovechando mis vacaciones para todo esto de la mudanza, así que tengo tiempo libre.

—Prometo que iré, pero primero debo arreglar algunos asuntos del convento. —La voz de Erwin sonó afligida. —. Lo lamento, sé que no te interesan estas cosas, no quiero aburrirte con estos temas.

—No me aburres Erwin, nunca podrías aburrirme.

El corazón de Levi empezó a agitarse. Aún le dolía el pasado y a pesar de haberse resignado a perder a Erwin, aún guardaba un poco de esperanza. Iba a decir algo más, cuando el timbre de su puerta empezó a sonar.

—Lo siento, hay alguien en la puerta, ¿Te llamo luego?

—Claro… Siempre y cuando no me llames a la hora de la misa, voy a responder el teléfono. Ve rápido, quizás sea tu nuevo vecino. —dijo en tono sugerente.

—No empieces, apenas es un muchacho, ¿Quién querría estar con un viejo como yo? quizás es hasta ilegal. Te llamo luego.

Levi entró a la casa por una pequeña puerta que conectaba el estacionamiento con la sala y se dirigió a la puerta principal.

—Bienvenido al vecindario. —Allí estaba el joven Arlert, extendiendo una pequeña cajita de la cual emanaba un aroma dulce a manzanas.

—Pues muchas gracias. —Recibió el paquete con una sonrisa. — ¿Quieres pasar? Aún estoy poniendo en orden mis cosas, así que lamento si está desordenado.

Armin rió bajito.

—No me parece que esté desordenado, de hecho, la casa se ve bastante bien.

—¿Conocías ya la casa?

—Si, aquí vivía mi mejor amigo. —Armin calló por un momento. —. Hace mucho tiempo no entro a este lugar, es bueno volver a ver la casa.

Levi pasó por alto el comentario del menor y se dirigió a la cocina para preparar un par de tazas de té para acompañar el pie, pero en cuanto entró, se quedó petrificado en el marco de la puerta.

—Bueno, ahora veo el desorden. —dijo Armin a sus espaldas.

En efecto. Todas las compras estaban desperdigadas por el suelo y los cajones de la alacena estaban abiertos. Levi no podía pronunciar una sola palabra. ¿Qué había sucedido? No recordaba haber dejado en ese estado la cocina.

—Le ayudaré a ordenar. —Armin entró a la cocina con bastante confianza y se dispuso a recoger las compras.

—No, no tienes que hacerlo. —dijo tratando de simular calma.

—No es ninguna molestia.

Armin se despidió alrededor del mediodía y Levi por fin pudo sentarse a pensar en los acontecimientos de la mañana. Primero la paranoia en el bosque y luego el desorden de su cocina. Pensó, tal vez, que algún vecino malintencionado deseaba hacerle daño, pero no tenía sentido, después de todo, nadie lo conocía… A excepción de Armin.

Levi tuvo que repetir el último pensamiento en su cabeza y de pronto todo sonó absurdo.

No tenía sentido pensar demasiado en las cosas, quizás todo se debiera al cansancio de los últimos días. No solamente había estado ocupado con la mudanza, sino también tratando de poner en orden los asuntos en la oficina y lo más importante, dejar de lado sus sentimientos hacia Erwin.

Las noches en el vecindario eran tranquilas, tal y como Levi había previsto. Los perros de las otras viviendas no eran un problema, porque a pesar de que los escuchaba ladrar a lo lejos, no se comparaba en nada al bullicio al que se exponía al vivir en ese conjunto de casuchas amontonadas.

Lavó un solo juego de cubiertos y vajilla que había utilizado para la cena y conectó su teléfono celular a los parlantes, Buscó su lista de reproducción favorita, un compendio de música instrumental que utilizaba para sus meditaciones nocturnas. Apagó las luces de la sala de estar y prendió una lámpara de piso con iluminación regulable. Puso la intensidad baja para crear un mejor ambiente y prendió un humidificador con esencia de lavanda.

Levi se sentó en el sillón y cerró los ojos. Solo debía relajarse y poner la mente en blanco, cosa que lograba centrando toda su concentración en su propia respiración y en los latidos de su corazón. La clave no era desconectarse del todo, sino todo lo contrario, la meta era lograr una mejor visión de sí mismo, de su entorno, sin la contaminación de prejuicios o pensamientos aleatorios que quisieran perturbar su calma. Incluso estaba dispuesto a ignorar alguna ligera comezón o malestar corporal con tal de mantener la meditación.

Estaba logrando conectar con su propia mente y cuerpo cuando nuevamente ese viento helado se hizo presente. Un escalofrío intenso le recorrió desde la nuca hasta las extremidades y Levi se estremeció. A pesar de eso, no rompió su concentración y siguió adelante con la contemplación, pero en cuanto logró estabilizar de nuevo sus pensamientos, una especie de interferencia afectó al parlante. Un sonido robótico y artificial salió de las bocinas opacando por completo la música clásica.

Levi hizo una mueca de desagrado. Sabía que era imposible seguir con la meditación en esas circunstancias. Aún tenía los ojos cerrados cuando el sonido se intensificó por apenas un segundo, y en ese cortísimo lapso, pudo sentir como una mano diminuta se aferraba a su brazo.

A partir de esa noche, Levi no pudo volver a tener paz. Las temperaturas en la noche cada vez eran más bajas, incluso para Levi era demasiado. No importaba lo que hiciese, ya había tapado las posibles fugas, también había comprado un pequeño calefactor, sin embargo, siempre terminaba despertando en las madrugadas tratando de buscar un poco más de calor para luego escuchar el crujir de las maderas, como si algo o alguien estuviera rondando su hogar.

Levi nuevamente salía a trotar por el sendero que lo llevaría al lago. Miraba siempre hacia abajo para cerciorarse de que estuviera siguiendo el camino. No quería perderse de nuevo. La verdad es que dicho lugar se encontraba muy cerca de su casa, le había tomado menos de diez minutos llegar hacia el lugar.

Eran apenas las seis de la mañana y el sol todavía no llegaba a alumbrar todo el horizonte y. aún así, las vistas de ese lugar eran maravillosas. Levi contempló el paisaje y respiró profundo tratando de encontrar una respuesta a todo lo que estaba ocurriendo en su nuevo hogar. En un principio, todas las respuestas a las que había llegado eran las más lógicas, como que la casa era vieja y por ende debía tener fugas de aire y maderas sueltas, también podía culpar al cableado de la vivienda por causar interferencia con sus dispositivos. Ni siquiera podía mirar algún programa en la televisión porque la señal se iba cada tanto.

Si, eran razones muy lógicas y muy válidas, pero lo que no se explicaba del todo, era esa pequeña vocecilla que lo atormentaba, ni hablar de los roces de unos dedos diminutos. Aunque claro, siempre podrían ser ratas.

Lo cierto es que había pasado un poco más de una semana en esa casa, pero no lograba sentirse a gusto en el lugar, así que había optado por estar lo más lejos posible todo el tiempo que pudiera.

Quizás solo debía adaptarse.

¿Estaría sufriendo del síndrome del impostor? Quizás todo era demasiado bueno que su mente le estaba provocando algún tipo de crisis. Decidió caminar por la orilla del lago para despejar la mente. Miraba al cielo, al horizonte, a las montañas que poco a poco se iban tiñendo de un vibrante verde gracias a los primeros rayos del sol, a la tierra negra del terreno y a un ramo de flores que dormía a la orilla. ¿Qué era eso? Levi se inclinó para verlas de cerca. Si… era un ramo de esos que uno compraba en las florerías.

—Esto es… extraño. —dijo Levi para sí mismo. —. Aunque claro, quizás alguien se ahogó aquí…

Decidió dejar de lado el suceso y siguió con su caminata.

Regresó al hogar aproximadamente a las ocho de la mañana. Había pasado por el supermercado para comprar un poco de fruta y vegetales frescos, pero en cuanto ingresó a la cocina, el estómago le dio un vuelco.

Las puertas de la alacena estaban abiertas de par en par, y no solamente eso, las ollas, los enlatados y varios cubiertos se encontraban desperdigados por todo el suelo. Definitivamente algo estaba sucediendo, pero no lograba explicar a ciencia cierta lo que ocurría. Salió del hogar por la puerta trasera tratando de despejar la mente para encontrar una explicación lógica y de pronto, todas las piezas del rompecabezas cobraban sentido. Armin salía de su propiedad con calma aunque mirando hacia los lados, como si temiera que alguien lo descubriese.

Ahora que lo pensaba, Armin había sido el único vecino que lo había recibido, también el único que al parecer tenía conocimiento sobre la casa… Quizás fuese un psicópata o algo por el estilo. Levi estuvo tentado a llamar a la policía, pero una sensación e venganza se alojó en su corazón.

Estaba decidido, le haría pasar el mismo infierno que le había hecho pasar antes de denunciarlo por acoso, de todas maneras, necesitaba reunir pruebas. Con esto en mente, Levi decidió armar un plan.

Era 31 de octubre. Pronto sus vacaciones terminarían y no podría tener el tiempo necesario para atrapar a Armin con las manos en la masa.

Instaló cámaras en cada rincón de su casa y comprobó que el audio pudiera ser captado con claridad. Interrogaría a Armin hasta quebrarlo y luego presentaría las pruebas a la policía quienes podrían encerrarlo por acoso e invasión a la propiedad privada.

El timbre de la casa sonó y Levi sonrió.

—Me alegra que hayas aceptado mi invitación. —dijo Levi en cuanto abrió la puerta.

—No podría negarme, señor Ackerman.

—¿Cuántas veces tengo que pedirte que me llames por mi nombre? pero pasa, no te quedes en la puerta.

Armin entró al hogar y Levi cerró la puerta.

—Lo siento, fui educado de maneras tradicionales, por eso se me dificulta tratarlo de manera más íntima.

—Lo que me sorprende es que un jovencito como tú no suela ir con los de su edad a fiestas, después de todo, es halloween, apuesto a que ahora mismo estarán celebrando.

—Bueno… para mí, estas fechas nunca han sido alegres, todo lo contrario. —Armin acarició el pasamanos con cierta nostalgia.

—¿Qué quieres decir?

—Le comenté que en esta casa vivía un muy buen amigo mío… de hecho, era mi mejor amigo.

—Si, ¿Qué hay con eso?

—En primer lugar, quiero pedirle perdón. He estado escabulléndome en su hogar durante estas semanas.

Levi sonrió, ya tenía la primera confesión grabada en video.

—Si, creo que he podido notar que sueles estar en mi patio trasero. ¿Tienes algo más que decir?

—No piense mal de mí, pero…

Armin no pudo terminar la oración, pues el teléfono de Levi empezó a sonar.

—Disculpa. Nadie me llama a menos que sea una verdadera emergencia, debo contestar, pero te advierto, si te atreves a dar un solo paso, llamaré a la policía. Hay cámaras monitoreando tus movimientos.

Armin asintió y decidió que lo mejor sería sentarse para darle más seguridad al adulto.

—¿Hola? Estoy en un asunto importante ahora mismo.

—Estuve toda la semana en un retiro espiritual. Ya sabes cómo son estas cosas, así que hoy pude por fin ver las fotos del lago.

—¿Me llamas sólo para decirme eso? Erwin, estoy ocupado.

—Bueno, si, te llamo para hablarte de las fotos, pero antes de que cuelgues debo preguntarte algo.

—Pues dime.

—¿Viste las fotos?

—¿Para qué querría verlas?

—Hay algo muy interesante en ellas y por favor, antes de que salgas con tus escepticismos, te pido que las revises a fondo.

—Espera un momento. —Levi puso el altavoz para poder seguir hablando con Erwin en lo que entraba a la galería de imágenes. —Ok, estoy viendo la foto, ¿qué quieres que mire?

—Hay un niño cubierto con una sábana blanca, está a orillas del lago. A primera vista no se puede distinguir bien, pero allí está.

Levi tuvo que subir el brillo de la pantalla, pues no lograba ver nada.

—Erwin, me estás empezando a molestar, no veo nada.

—Ahí está, junto a las piedras.

Levi tuvo que hacer zoom y de repente, lo vio.

Si, Erwin tenía razón, se podía ver a un niño pequeño, quizás de tres o cuatro años.

—¿Eren? —La voz de Armin resonó de pronto desde la espalda de Levi. ¿A qué hora se había acercado tanto?

—¿Hay alguien contigo? —preguntó Erwin un poco asombrado.

—Si, el vecino del que te conté la otra vez, pero… ¿Sabes? te llamo luego.

—Si, si… como digas —Erwin rió bajito. —, sólo prométeme que no dejarás pasar un mes entero antes de llamarme.

—Lo prometo.

Levi colgó el teléfono y encaró a su vecino.

—¿Quién carajos es Eren?

—Si… a eso iba. Eren fue mi mejor amigo, el que le conté que vivía en esta casa… Hoy se cumplen quince años desde su fallecimiento y, al parecer, logró captarlo en cámara.

Levi tuvo que respirar profundo y hacer uso de todo el entrenamiento en meditación que tenía para poder calmarse. ¿Qué tipo de mala broma era esa?

—Ok, según tú, el fantasma de tu amigo sigue por estos lares, ¿Cómo explicas eso?

—Bueno, yo tampoco lo sabía, así que… No lo sé, quizás sea por el aniversario de su muerte. No me pida más, señor Ackerman, tampoco sé lo que está sucediendo.

—No, no me lo creo. Seguro eres algún conocido de Erwin y entre los dos me están jugando algún tipo de broma. Ya basta, ya los descubrí, sus sucios juegos ya no funcionarán conmigo.

Las luces se apagaron de repente apenas Levi terminó de pronunciar la última frase.

"Esta es mi casa".

En esta ocasión, las palabras llegaron tan puras y claras a los oídos de Levi.

—¿Quién está ahí? —Fue lo único que el adulto pudo decir.

—¿Eren?, ¿eres tú? —La voz de Armin sonó alegre y al mismo tiempo temerosa.

—Tengo miedo… Todo está oscuro y hay alguien viviendo aquí. —Una voz infantil resonó en toda la casa. —¿Armin? Tengo miedo, mucho miedo. Hace frío, tengo frío. Abrázame Armin, por favor.

Un maullido intenso llenó la casa y de pronto, todo volvió a la normalidad, Las luces volvieron a prenderse.

—Ok, ok. Les voy a dar todo el reconocimiento, en verdad se lucieron con esta broma, pero ya es tiempo de… —Levi tuvo que callarse en cuanto vio que Armin estaba derramando gruesas lágrimas. —Oye, ¿No te parece que la broma fue demasiado lejos?

—Usted dijo que tiene todo grabado en video ¿Podemos ver la grabación? por favor.

Y fue en ese momento en el que Levi sintió que quizás no todo se tratara de una broma.

Con temor, Levi sacó la tarjeta SD que guardaba la cámara y la insertó en el puerto de su laptop. Dio click en la carpeta de almacenamiento externo e ingresó a los archivos más recientes.

Abrió el último video.

Pudo ver cómo Armin y él entraban a la sala de estar, también presenció una especie de niebla que danzaba junto al joven para luego ir tomando una forma cada vez más humana. Levi nunca pensó que una simple grabación podría echar abajo todas sus creencias ¿o sus no creencias?

No podía negar lo que sus ojos veían, en efecto, un niño de no más de cinco años aparecía en la grabación. Vestía el típico disfraz de fantasma y llevaba en sus manos una pequeña calabaza. Un gato negro espectral danzaba a su alrededor, como si quisiera protegerlo.

—¿Es tu amigo? —Se atrevió a preguntar.

La respuesta no fue verbal. A Levi le bastó ver las lágrimas que derramaba el joven para saber que todo era verdad.

Armin pasaba cada vez más tiempo en casa de Levi. Según el muchacho, se sentía bien compartir espacio con el espíritu de su amigo fallecido.

A Levi le parecía algo un tanto enfermizo, pero con el tiempo pudo ver que Armin se abría cada vez más.

El cambio también podía sentirlo él. Su mente cerrada poco a poco se fue abriendo. Ahora sabía que los espíritus existían, y no solamente en un plano astral, sino que tenían la capacidad de convivir con los vivos. De alguna forma, todo el evento paranormal le había traído felicidad a su vida. Ya no se preocupaba demasiado por cosas banales y el dolor en su pecho cada vez disminuía.

Las charlas con Armin eran cada vez más amenas y el fantasmita del pequeño Eren se dejaba ver de vez en cuando. Con el tiempo, Levi había descubierto que el pequeño se había ahogado en la noche de halloween mientras vestía su disfraz de fantasma y que Armin, al tener tan solo cuatro años, no había podido actuar a tiempo para rescatar a su amigo.

—¡Levi! vamos a jugar con Eren.

—Déjame preparar el té e iré con ustedes. —dijo Levi mientras vertía el contenido de la olla en dos tazas.

La verdad es que Levi no podía explicar el cambio que había sufrido en esas semanas, pero si estaba seguro de que se sentía más feliz. El aroma a manzanas y canela que desprendía el agua hirviendo lo reconfortaba de alguna manera y la hermosa visión de Armin corriendo alrededor de una pequeña sombra casi invisible le hacía sentir como si hubiera encontrado su lugar en el mundo. Estaba tan absorto en su burbuja de felicidad hasta que el timbre de su puerta sonó.

Levi suspiró, no le gustaba ser molestado y mucho menos sin un aviso previo. Fue a abrir la puerta y su sonrisa repentinamente se apagó.

—¿Qué haces aquí? —dijo molesto.

—¿Qué esperabas? Llevas semanas sin responder a mis mensajes. Temía que algo malo te hubiera sucedido-

Levi no pudo contestar ante los reclamos de su amigo.

—Vuelvo a preguntar ¿qué haces aquí?

—Vengo a exorcizar tu casa, sé que no crees en nada de esto, pero mi deber es…

—No lo hagas. —Levi miró inconscientemente hacia la puerta trasera. —No quiero que se vayan… Soy feliz, Erwin… Como nunca antes.

Erwin miró a su amigo con tristeza. Era verdad, nunca antes había visto a Levi de esa manera. Se sentía tan relajado y liviano, incluso le dio pena.

—¿Puedo conocerlo?

Levi asintió y Erwin se dirigió al patio trasero. El sacerdote habló con Armin quien le contó lo que había sucedido esa noche y, a pesar de que podía ver que el pequeño no era una amenaza, debía hacer lo que tenía que hacer.

Ya era diciembre y habían transcurrido apenas un par de semanas desde que se habían despedido del pequeño espíritu, pero desde entonces, las cosas habían cambiado demasiado.

La cercanía entre Armin y Levi habría crecido considerablemente, y no solamente por el asunto del pequeño Eren, sino que con el tiempo habían descubierto que tenían más de una cosa en común y empezarían a frecuentarse cada fin de semana.

Armin, por su lado, había empezado a tratar a Levi de manera más casual, sin tanta formalidad.

Sea como sea, la intervención de ese pequeño ente sobrenatural habría cambiado la vida de ambos y los había dado un empujón para dejar de vivir en el pasado.

FIN

Muchas gracias por llegar hasta el final de este fic, espero que les haya gustado mucho, Yo disfruté mucho trayendo a la vida esta idea.

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