Comando#10: HP bajo

Ya estaba anocheciendo cuando vio la mansión a lo lejos y pudo darse cuenta de varias cosas. La primera, es que se olvidó en darles el dinero a los huéspedes para comprar las cosas que faltaban para la despensa.

La idea de que tengan que comprar las cosas que le encargaron para que no se meta en problemas paso por su cabeza. Si eso sucediera en verdad, solo lo harían sentir culpable por su descuido, después de todo tenía el deber de proporcionarles un entorno limpio y las tres comidas diarias a cambio de que pagaran a tiempo el alquiler.

Suspiro con pesadez mientras subía las escaleras de la entrada.

Solo lo había arruinado para todos.

La segunda y última cosa que se dio cuenta, fue que no pudo darles los mochis que preparo hoy en la mañana.

No había un refrigerador en la mansión, ni sabía si existían en este mundo, por lo que tuvo que levantarse temprano en la mañana para cocinar el arroz para la masa del mochi y picar algo de fruta para el relleno.

Estuvo preocupado que la fruta se fermentará y arruinará el sabor si no prestaba atención al clima, pero al final, resulto que su preocupación fue en vano.

Se detuvo enfrente de la puerta, quiso entrar para guardar sus cosas, sin embargo, temía la reacción de esa anciana si lo viera sin la compañía de los huéspedes. No sabía si estaría en su habitación como los días anteriores o ella aprovecharía la ausencia de todos para pasear por la mansión.

¿Debería entrar o volver a la colina a esperar a los demás?

- …. –

No fue eso lo que se preguntó cuando se rindió en seguir intentando avanzar.

Se fue con la idea de hacer la cena temprano y así disculparse con todos por su inesperado cambio de comportamiento.

Sobre todo, con Yashiro-san.

La joven solo lo vio en problemas y fue grosero con ella.

Si Tsukasa viniera para arrancarle una oreja, no se defendería.

Estiro su mano hacia la mejilla y con vacilación la gira para abrir la puerta, lo hizo lo más lento y silencioso que pudo para no hacer un solo ruido y alertar a su abuela.

Abrió un poco la puerta silenciosamente y entró arrastrando los pies, intentando no hacer ningún ruido, toda la casa estaba a oscuras y no parecía que hubiera nadie en la recepción por lo que abrió aún más la puerta para entrar.

Y ahí permaneció, rígido al ver a la persona que lo esperaba detrás de esta.

- Llegaste más temprano de lo que imaginaba –

Dijo su abuela parada en medio de la sala mientras que lo miraba con seriedad.

Podía jurar que toda su respiración se detuvo cuando la vio.

- ¿No le dirás nada a tu abuela? –

La vieja dio unos pasos adelante para terminar parada enfrente de él y coloco sus manos en su cadera. Su arrugado frente se distorsionó cuando frunció el ceño al mirarlo.

Tembló ligeramente a pesar de que solo le estaba mirando.

Que horrible era este cuerpo.

No paraba de temblar cada vez que se encontraba a solas con esta mujer.

Que tanto era el miedo que sentía el Akane original para que reaccionara de esta manera.

- No responderás pequeño cabrón –

- L-lo siento, abuela –

Se obligo a responder por temor de enojarla, aunque ya había notado que no traía su bastón con ella, no quería arriesgarse en salir lastimado más tarde.

Ante su tartamudeo, su abuela hizo una mueca.

- No has comido nada desde el desayuno – Hablo la anciana, cambiando repentinamente el tema. – Anda a la cocina a cenar, quedo algo de lo que hice –

¿Qué?

- No te hagas la tonta ilusión que compartir la mesa contigo, ya estas lo suficiente grande para comer solo -

Y sin más se fue sin darse la vuelta para no mirarlo.

La habitación se inundó en silencio después de que se fuera en dirección al pasillo que conectaba las habitaciones de ambos.

Akane se quedó en su lugar sin saber cómo reaccionar.

Esperaba que le gritaran por venir temprano o que le regañaron al momento que se diera cuenta de que vino sin las cosas que se le pidió.

Sin embargo, lo primero que hizo su abuela fue decirle que había comida de sobra para que cenara temprano.

Eso fue… extraño.

Puede que no suene extraño, pero desde que entro en este cuerpo no había compartido una comida con su único familiar.

Comía sus tres comidas diarias con los huéspedes.

Los siete comían en el comedor que conectaba la sala y entre la comida todos, a excepción de él, compartían anécdotas de su pasado o charlaban los lugares que ya han visitado.

En el pasado, a la hora de comer, siempre comía solo en el trabajo, excepto cuando tenía que estar atrapado en reuniones. Incluso si de casualidad llegaba temprano a su casa, no solía unirse con su familia a la hora de la cena por estar ocupado en otras cosas.

Estaba acostumbrado a comer solo hasta que llego a este mundo.

Levanto su mirada fija del suelo y miro en dirección a la cocina.

Podría echar un vistazo para ver que había preparado y decidir si valía la pena comer lo que sea que le hayan dejado.

Camino para dirigirse al comedor y de ahí a la cocina.

Lo primero que noto fue una cazuela encima de un trapo y una tetera azul de té. El aroma que desprendían era una mezcla de dulce que provenía de la tetera y el olor salado de una salsa de tomate.

¿Sera algún tipo de estofado que llevara salsa de tomate?

Se acerca a la encimera y abrió la tapa de la olla para ver más de cerca el contenido, la mezcla roja con trozos de carne de res y papa parecía tener un buen aspecto.

Giro su cabeza hasta la alacena, donde guardaba los platos.

Quizás… debería probar un poco antes de tomar una decisión.


- Ah, estoy lleno – Dijo Akane dejando escapar un suspiro satisfecho.

Se llevo las manos a su estómago para masajear sus costados.

Él podía sentir como su estómago se quejaba por estar lleno, inesperadamente la comida de la abuela se encontraba deliciosa que no le importo repetir.

Akane bajo la mirada hacia el plato y frunció el ceño.

Todavía quedaba un poco de estofado de res en el plato.

Aunque él comió un poco más de tres cuencos de estofado, el contenido parecía no haber disminuido ni un poco, era realmente una pena que todo esto se vaya a desperdiciar por la falta de un refrigerador.

Se levanto de la silla para empezar a acomodar los platos que uso y llevarlos al fregadero para ponerlos a remojar.

Tenía flojera de lavar los platos, por lo que mañana lo haría.

El peli naranja estiro su brazo para agarrar la taza que estaba utilizando y bebió su dulce liquido con una leve sonrisa.

El sabor le recordaba a la manzanilla, pero con un toque ligeramente ácido.

No era experto en té, no obstante, él pensaba que este podía ser uno de sus favoritos.

Le resultaba extrañamente familiar.

Cerro los ojos un momento mientras intentaba recordar de donde podía haber probado tal sabor antes, le era tan conocido que parecía que su cerebro quería reprenderlo por no acordarse.

Tal vez era… ¿matcha?

Parpadeo un poco por esa comparación.

Bajo la mirada para mirar la taza y observo que la infusión era de un tono amarillo.

No se parecía al matcha, pero él se hallaba seguro de que el té no era de manzanilla.

Dejo la taza sobre el mostrador de la cocina.

Estaba perdiendo el tiempo al tratar de recordar algo tan trivial como una infusión en lugar de pensar que haría ahora que su plan de ir al pueblo fracaso por culpa de este cuerpo. Akane dejo escapar un suspiro cansado y tomo los mangos de la olla para colocarlo en algún lugar de la cocina.

Se dio la vuelta para llevar la olla al lavabo de la cocina cuando sin querer su codo golpeo la tetera de porcelana que se hallaba al borde de la encimera. De inmediato el silencio de la cocina fue interrumpido por el sonido de un cristal estrellarse contra el piso.

- ¡Hick! – Exclamo de sorpresa al escuchar el ruido.

Giro su cabeza hacia atrás y vio un líquido amarillento esparcido en el suelo junto con varios pedazos de vidrio blanco.

Había roto sin querer el hervidor.

Si su abuela no lo mato al llegar sin la despensa para esta semana, ahora tenía un motivo mucho mayor para hacerlo. Un escalofrío recorrió su columna vertebral al recordar su primer día en este hotel, esa anciana lo asesinaría sin dudarlo si le daba cualquier pretexto para hacerlo.

Y sin nadie para evitar su muerte, lo único en lo que podía pensar era en esconder los cristales en algún lugar en el patio.

- Mierda, mierda, mierda –

El peli naranja mascullo entre dientes al mismo tiempo que dejaba la olla encima de la estufa y se arrodillaba para recoger los fragmentos lo más rápido que podía.

Con prisa busca en los bolsillos traseros de su pantalón algún pañuelo que le pudiese servir para recolectar los pedazos más grandes de porcelana, ya vería como lo haría para limpiar las astillas más tarde.

Sin embargo, paro de inmediato al darse cuenta de algo inesperado.

Ante lo que veía en el piso, su rostro se puso pálido al instante.

Entre los fragmentos de porcelana se podía ver restos de pétalos de tonos cafés en la parte de la base de la tetera. Akane movió con las puntas de los dedos un pedazo de cristal para agarrar el corola marchito y mirarlo más de cerca.

A pesar de que ahora estaba deshidratado por ser usado para una infusión, él podía reconocer esta pequeña hoja.

Los pétalos que se usaron para hacer el té son de las flores que fue a buscar en el bosque ayer como anteayer, solo fue en el cuarto día de su estadía en el hotel que no salió a buscar los racimos por su promesa de ir al pueblo.

Sus manos temblorosas recogieron todos los cristales rotos y fue sacando las hojas marchitas de la flor entre la porcelana.

Tenía el siniestro presentimiento de que acaba de descubrir algo importante.

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Curiosidad que juego#10

Si les es confuso, este capítulo se sitúa en el cuarto día de la semana, lo que significa que a Akane le queda como tres días para que la semana se acabe y llegue al final del juego.

Otra cosa por aclarar es que la chica que fue la esposa de Akane en su primera vida, ella convenció a sus padres de ayudarla para que él crea que el niño en su vientre era su hijo cuando en realidad ni siquiera tuvo alguna interacción con Akane hasta que se presentó a su casa llorando.

Los padres aceptaron ya que ellos sabían de sus planes de mudarse a la ciudad y cortar toda interacción con ellos, por lo que accedieron al plan de engañarlo para que se quedara y siguiese manteniéndolos, porque sí, era Akane quien mantenía a su familia con las becas que conseguía.