GUERRA
La tenía delante suya angustiada. Lloraba sin control y el peli rojo solamente la miraba con tristeza. Siempre era lo mismo desde que su cercanía era más evidente.
Zenitsu e Inoske lo esperaban con un poco de impaciencia pero él no quería irse con la tsuyuru llorándole con tanto ahínco. Tocó sus hombros y los empezó a acariciar con ternura, no sin antes acercarle una servilleta a sus ojos limpiándole las lágrimas.
Se escuchó cómo Kanao intentaba calmar su acelerada respiración, lo miró cuando las lágrimas dejaron de caer, encontrándose con la hermosa sonrisa del chico. El chico que amaba pero que no sabía cómo decírselo.
- "¿Ya estás bien Kanao?" –sabía que se ponía triste porque se iba, y de hecho él también se entristecía al alejarse de ella, pero era la primera vez que lloraba por su partida-
- "Si Tanjiro" –dijo como pudo, quería confesarse, no sabía si volvería a verlo una vez cruce la puerta, pero no sabía cómo-
- "Me alegra oírlo, ahora debo irme los chicos me esperan Kanao"
- "Espera…" –frenó nuevamente la chica, tomándolo de su haori. Él volvió a mirarla con una triste sonrisa- "yo… Tanjiro… yo te…"
- "Volveré pronto, tranquila" –tomó su mano para transmitirle confianza. Aunque él tampoco sabía si eso sería verdad, odiaba verla triste-
- "¿Y si eso no ocurre?" –sus miedos salieron a la luz, había aprendido muy bien a seguir su corazón ese último tiempo-
- "Estoy convencido de ello Kanao, solo espérame"
Kanao, ante esto, rodeó su cuello en un abrazo temeroso y Tanjiro le respondió rodeando su cintura con posesión. Aunque no lo digan sabían ambos que su relación era distinta a la de los demás.
Los segundos pasaron y el abrazo se rompió, pero en el éxtasis de ese ínfimo toque, Tanjiro tomó la barbilla de la chica para acercar sus labios a los de él en un efímero rose. Kanao no pudo evitar sonrojarse ante este atrevimiento. Fue el inicio de una guerra, una guerra que le declaraban a los demonios que no dejaban que ese amor fuera libre de ser experimentado.
Desde ese día ninguno de los dos entristecían al irse a una misión, porque sabían que al regresar estaba cada vez más cerca de vivir el amor que ambos sabían que se tenían.
Fin
