Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

~I. Pacto infernal.~

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— ¿Saldrás de nuevo Kohaku? —una dulce y débil voz derribó el silencio ensordecedor en esa oscura noche.

Sin embargo Kohaku se negó a volver la mirada hacia la intrusa en su habitación, no podía, al menos no cuando su cuerpo se encontraba prácticamente petrificado al saberse descubierta por su hermana.

—Quédate por favor.

Ella no respondió, pero reconoció en el tono de Ruri la sinceridad absoluta que guardaba su casi inaudible petición. Entonces fue inevitable que Kohaku desistiera de su huida momentáneamente, nunca podría negarle nada a su hermana.

—Vuelve a la cama Ruri, hace frío. —se volvió hacia ella, tratando de mantener cierta compostura.

Ruri la miró, su pequeña hermana tenía esa mirada extraña tan común en ella últimamente, una nota de aflicción que luchaba por no ir más allá de la superficie de su semblante, como si encontrara en la vista de Ruri algo tan infinitamente tranquilizador y trágico, todo al mismo tiempo.

La vaguedad de una ironía perpetuada en sus ojos aguamarina.

—¿Qué haces levantada? El médico dijo que guardaras reposo. —el tono de Kohaku así como su mirada fueron ligeramente aprensivos pero sin una pizca de brusquedad.

—Escuché ruidos y no podía dormir sabiendo que probablemente saldrías de nuevo esta noche —contrarrestó Ruri con cautela—. ¿A dónde vas Kohaku? Puedes decirme, te prometo que no le diré nada a papá, pero por favor ya deja de hacerlo… sé lo insoportable que es la presión que hay sobre ti pero no puedes seguir haciendo esto.

No, ella no sabía lo insoportable y doloroso que era la presión que sentía cada día en esas cuatro paredes debido a la expectativa de la muerte anunciada de la única persona que había sido un pilar en su vida y la única que parecía apoyarla. Ruri moriría pronto y eso era algo que Kohaku no podía evitar e ignorar tan fácilmente.

Kohaku contempló el rostro demacrado de Ruri a través de la penosa oscuridad de la habitación, notando lo pálida y sudorosa que estaba; sin embargo lo que más la perturbó fue esa falta de aliento en sus palabras debido a su agitada respiración, a la manera en la que Ruri se esforzaba con cada aliento para aferrarse a esa poca vitalidad, opacada solamente por su mirada cargada de resignación.

La visión fue dolorosa en sí y Kohaku casi sintió arrepentimiento y culpa por ser la causante de que su hermana se tomara la molestia de perturbar su requerido reposo.

¿Por qué tenía que ser de esa manera? Kohaku estaría más que dispuesta a cambiar de lugar con su hermana y ser ella quién estuviera postrada en esa cama con los días contados.

Pero la verdad es que Ruri no tenía la culpa por nacer con esa rara enfermedad que día a día iba consumiendo su vida y Kohaku tampoco la tuvo por nacer con una vitalidad y fortaleza casi inquebrantables.

—No me lo dirás ¿Verdad? —Ruri supo que la respuesta era más que obvia, sin embargo no pudo evitar sentir la preocupación surgir desde el fondo de su corazón ante la extraña y repentina actitud de su hermanita, y ella tomó el silencio como una afirmación—. Lamento ser una carga…

—Nadie ha dicho que lo seas así que nunca vuelvas a pensar eso siquiera Ruri —Kohaku compuso una mirada de molestia ante semejante comentario—. Y sólo necesito salir, eso es todo. No quiero que papá arme un escándalo por esto.

Por una fracción de segundo Ruri observó con perplejidad a Kohaku, pero tan pronto como ésta entendió la mirada suplicante en su hermanita, el asombro se disipó dejando en su lugar resignación.

Sin embargo…

—No seas imprudente Kohaku, si quieres convencer a papá sobre algo, adelante hazlo, ve con él y da la cara —Ruri replicó con convicción—. Pero no lo desafíes de esta manera a costa de tu seguridad y tu vida, eres joven no invulnerable. Las salidas nocturnas a quién sabe dónde son peligrosas en más de una manera. —el tono de Ruri se tiñó de ligera aflicción.

Kohaku volvió la cabeza a un lado para evadir la poderosa mirada de advertencia explícita de su hermana, a regañadientes aceptó su lógica y en lo profundo de su corazón la respetó. Ella era imprudente, tal vez más de lo medianamente permitido para alguien de dieciocho años y lejos de la verdad, Kohaku no estaba tratando de probar nada a nadie.

—Esto no se trata de papá, Ruri —masculló sintiendo su corazón hundirse en la oscuridad del vacío—. Sé que nunca podré llenar sus expectativas y estoy harta de fingir que estoy bien con eso, pero esto no es sobre él.

—Lo entiendo, sé que esto es incluso difícil para ti, pero sé que papá nos ama a su manera. No le hagas las cosas más difíciles.

Sí, en eso tenía razón, Ruri podía comprender aquel sentimiento a la perfección. Y Kohaku sabía a lo que se refería y a lo que quería llegar con aquel comentario, ella pudo notar perfectamente en su padre el sentimiento de decepción y frustración después de cada tratamiento infructuoso en su hermana.

La presión y la devastación estaban causando estragos en su padre.

—Por favor Kohaku no le causes más preocupaciones de las que ya tiene. —Su respiración era lenta y deliberada, como si intentara filtrar el dolor con cada exhalación.

Kohaku tuvo la intención de decir algo, cualquier cosa para ofrecerle algo de calma a su hermana, sin embargo no pudo, no sin abrir aún más la herida que todavía supuraba por la expectativa de un adiós.

Al igual que Kohaku, Ruri experimentó el sentimiento de insuficiencia y culpa al considerarse una carga para su padre e incluso para su pequeña hermana.

—Ruri…

—Es sólo que… —Ruri sonrió, pero el gesto no alcanzó sus ojos como de antaño, en aquella época lejana donde no había aflicción alguna—. No quiero que te lastimes. Eres joven, tienes una vida por delante. —su tono advirtió ligera tristeza.

"La vida que yo no podré vivir"

Los expresivos ojos de Ruri denotaron el significado en sus palabras y Kohaku fue capaz de leer entre líneas. Se sintió culpable por preocupar así a su hermana a pesar de su estado, esa enfermedad estaba consumiéndole la vida al único miembro de su familia que de verdad la ha querido y apreciado en todo momento… incluso en este cuando se niega a permanecer un segundo más encerrada en esas cuatro paredes.

El miedo que refleja la mirada de Ruri es el mismo que vio cuando el médico diagnosticó esa extraña e incurable enfermedad. Los medicamentos no hacían más que mantener bajo cierto control los síntomas y ambas sabían que era cuestión de tiempo para que la fortaleza de Ruri se agotara.

Los ojos de Kohaku se apretaron con dolor.

— ¿Podemos dormir juntas Ruri? Como cuando éramos niñas y me pedías quedarme a tu lado en las noches de tormenta. —Kohaku cerró la ventana y se acercó a Ruri con una sonrisa conciliadora, su mejor intención de quitar peso al momento y erradicar la pesadumbre en su hermana.

Apartó las mantas a un lado e instó a Ruri a acurrucarse en el lado derecho, junto a la pared.

—Sólo prométeme que no te vas a escabullir apenas me quede dormida, Kohaku. —Ruri le disparó a su hermanita una mirada suspicaz y acusatoria.

—No lo haré, ahora duerme. —mintió.

Ruri no tardó en caer en la inconsciencia y Kohaku aprovechó aquello para lograr su cometido inicial.

Sus salidas nocturnas no se trataban de un simple acto de rebeldía adolescente, Kohaku haría lo que fuese con tal de salvar la vida de su hermana.

Incluso lo imposible.

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—¡Ven aquí Senku! —la mueca en el rostro de Kohaku se patentó cuando el filo del cuchillo abrió la piel de la palma de su mano para verter la sangre sobre las runas colocadas minuciosamente en el circulo de invocación.

Y ella esperó…pero nada sucedió.

El ritual no surtió efecto alguno, la supuesta invocación fueron simples palabras susurradas al aire perdiéndose en la inmensidad de la noche, sólo eso. ¿Por qué demonios le creyó a aquel sujeto extraño de cabellera bicolor cuando le entregó ese absurdo libro esotérico? ¡Eso no era más que una farsa!

Y ella había caído, qué ingenua.

Pero ¿Qué podría esperar? La desesperación por salvar a Ruri la cegó y jugó en su contra. Esto sólo era una fantasía creada por el colectivo en su afán por adjudicar la maldad de sus corazones y acciones a fuerzas ajenas a ellos.

¡Absurdo!

Sin poder hacer nada al respecto, Kohaku se resignó a emprender el camino de regreso a casa, aunque la idea de volver a ese confinamiento sin el resultado que esperaba no le hizo la menor gracia.

Enfocó la vista nuevamente en el desgastado libro que yacía olvidado en el suelo, abierto específicamente en una de las amarillentas páginas marcadas y frunció el ceño. Kohaku miró con desdén la imagen del supuesto demonio plasmado en la hoja, y apartando la imperiosa necesidad de patear el ejemplar lo más lejos posible se inclinó para tomarlo entre sus manos y observar mejor.

¿Un ser como éste podría existir? A pesar de ser tan sólo una ilustración ella apreció la riqueza de los detalles en la imagen del supuesto demonio; extraña cabellera en punta que ocultaba un par de pequeños cuernos apenas escondidos en esa mata tan peculiar, orejas ligeramente puntiagudas, una penetrante mirada que caló en la profundidad del alma de Kohaku haciéndola estremecerse sin entender por qué, un par de alas apenas desplegadas en su espalda y lo más sorprendente de todo (al menos para Kohaku) la belleza de aquel demonio a pesar de su estoica expresión.

—Sen…ku… —susurró ensimismada en la apreciación de aquella imagen.

Sin ser del todo consciente de sus acciones, Kohaku deslizó la palma de su mano aun ensangrentada sobre la hoja, manchando la imagen de la criatura con el espeso líquido carmín que aún seguía manando de la herida.

Entonces sucedió en apenas una fracción de segundo, las sombras creadas por las llamas ardientes de las velas parecieron cobrar vida y el sonido de palabras susurrantes inteligibles para ella azoraron sus oídos.

Kohaku soltó el libro para cubrirse los oídos, cerrando los ojos con fuerza debido al aturdimiento que estaba experimentando, sus piernas flaquearon haciéndola caer inevitablemente al suelo de rodillas. El sonido sobrenatural de los susurros creció exponencialmente y luego se detuvo abruptamente muriendo en el silencio de la noche, una brisa inusual y fría sopló y apagó casi todas las velas a excepción de una.

Aún en el suelo la chica se cuestionó ¿Qué estaba sucediendo? Pero la única respuesta que obtuvo por el momento fue la tenue oscuridad y un desconcertante silencio.

No obstante tras un par de minutos de interminable silencio un sonido llenó el aire. Un gruñido casi gutural de evidente molestia.

Entonces Kohaku contempló más allá, hacia una figura borrosa difuminada en una sombra negra que poco a poco comenzaba a adquirir forma frente a sus ojos.

— ¿Quién demonios te dijo que podías invocarme? —la criatura que se había manifestado siseó mortalmente hacia la chica.

Kohaku levantó la mirada encontrándose con la imagen materializada del antiguo libro, unos ojos carmín le devolvieron el gesto con evidente enfado.

—Guarda silencio, la cabeza está a punto de estallarme —la convicción en las palabras de Kohaku fue realmente impresionante a pesar del estado de aturdimiento en el que aún se encontraba, por ahora eso no importaba, como pudo se levantó para enfrentar a esa criatura—. Y respondiendo a tu pregunta, demonio, iré directamente al grano… quiero hacer un pacto contigo, te daré mi alma o lo que quieras a cambio de un favor.

Una risa gutural, tan llena de falso humor y casi diabólica estalló estruendosamente.

— ¿Un pacto? "Entregarme tu alma o lo que sea" —Senku se rió de nuevo—. Te lo diré sólo una vez y no lo repetiré de nuevo, yo no soy el tipo de demonio que hace pactos con humanos. —él la miró con el ceño fruncido y con mortal seriedad para dejarle en claro su punto.

Senku no pudo catalogar la actitud de esta estúpida criatura más que como absurda y denigrante. Todos los humanos lo eran y por ese motivo él los despreciaba y esta chiquilla humana parecía el epítome de esa absurda condición.

— ¡Ja! ¿Qué clase de demonio se supone que eres entonces? —quiso saber ella con genuina curiosidad, a pesar de la actitud de mierda de esa criatura no pudo evitar querer saber de qué estaba hablando.

—De los que asesinan humanos. —los ojos carmín del demonio destellaron con diversión ante su declaración.

Kohaku se echó ligeramente hacia atrás sólo por precaución sintiendo cómo su corazón se apretaba en su pecho y su determinación se balanceaba por la cuerda floja, la mirada de esa criatura, jactándose silenciosamente de ella por el pánico que comenzaba a crecer en su interior la hizo dudar por una fracción de segundo.

La imagen de Ruri vino a su mente y su tácita advertencia sobre los peligros que se ocultaban en las sombras de la noche, sí, ella tenía razón y Kohaku lo sabía, sin embargo nunca imaginó un peligro de esta clase… de algo tan surreal.

Ruri…

Una leve mueca de aflicción tiró de los labios de Kohaku al recordar a su moribunda hermana y sólo eso bastó para renovar su determinación y afrontar esta situación al recordar su objetivo principal… Kohaku haría cualquier cosa con tal de salvar a su hermana del injusto destino que le esperaba.

—Te daré lo que quieras, mi alma será tuya si es necesario —Kohaku encontró la mirada del demonio y la sostuvo con renovada determinación, siendo totalmente consciente de lo que estaba a punto de proponer—. Incluso… —ella titubeó, tratando de escoger sus siguientes palabras—. Mi cuerpo, soy virgen. Puedes tomarme a cambio de ese favor.

Senku frunció el ceño mientras ladeaba la cabeza.

—¿Qué demonios estás diciendo?

—A los demonios les interesan las mujeres vírgenes, eso es lo que se supone que…

—Los humanos son unos idiotas sin remedio —Senku le interrumpió al encontrar semejante declaración como algo absurdamente hilarante—. Déjate de absurdas idioteces, no haría un contrato contigo y mucho menos por algo como eso, jamás tomaría a una humana… el infierno se congelaría primero antes de que me cogiera a una criatura como tú. —él le dedicó una divertida pero estricta mirada, a pesar de todo, el comentario tenía la intención de ser totalmente despectivo con esa mujer.

Fue el turno de Kohaku de fruncir el ceño ante semejante declaración y por sobre todo, ante el semblante arrogante de esa vil criatura, ella intuyó sin temor a equivocarse que la expresión en su rostro fue totalmente gratificante para él.

—¡Maldita sea, pide lo que quieras estúpido demonio! ¡Haré lo que sea pero sólo cumple la petición que te haré! —espetó furiosa ante las burlescas palabras de la criatura, fue la gota que derramó el vaso y su paciencia estaba al borde.

Todo lo que quería era un estúpido pacto ¿Por qué estaba negándose siquiera? ¿Qué no era esa parte de su naturaleza demoníaca? Engañar a humanos para sacar provecho de ellos y quedarse con sus almas por toda la eternidad, Kohaku estaba ofreciéndose en bandeja de plata ¿Cuál era su jodido problema?

Sacando fuerza de voluntad quizá del enojo que estaba sintiendo hacia él en ese momento, ella se acercó y lo tomó de la solapa del elegante traje que portaba, estrujando sin piedad esa refinada tela.

El instinto más fuerte que el autocontrol.

Senku la miró con una breve expresión de sorpresa e indignación por su repentino actuar, ella era una simple humana… una presa fácil… una criatura inferior a él ¿Cómo se atrevía a retarlo de esta manera? Y honestamente estaba harto de su insistente actitud.

Mataría a quién le dio ese libro a la mortal, encontraría a ese pobre infeliz y lo haría pagar por semejante error.

—Haré lo que sea, sólo salva la vida de mi hermana… te ofrezco la mía a cambio de la suya si es necesario.

Oh… entonces se trataba de "esa clase de petición". Senku entendió parcialmente por qué él. No habían muchos demonios con el poder de otorgar ese tipo de favor, sólo algunos cuyo nivel fuese considerablemente decente dentro de la jerarquía.

Y a pesar de saber sobre su patética condición humana ella aún tenía la osadía de sostenerlo de esta manera en una postura de certera amenaza.

Ella resultó no menos interesante a pesar de ser una chiquilla humana, y Senku odió admitir que incluso en la medida de lo posible ella era fuerte. Si esta chiquilla fuese un demonio seguramente podría incluso destrozarlo ahí mismo como un vil pedazo de papel.

Esperen… un plan comenzó a formarse en la mente del demonio.

—¿Lo que sea? —Senku le miró a los ojos color aguamarina.

—No sé qué parte de "lo que sea" no entiendes… pagaré el precio que sea con tal de que salves a mi hermana. —ella correspondió al gesto de Senku con una severa intensidad aplacada únicamente por el destello de una silenciosa súplica.

Él pareció debatir internamente sobre la propuesta planteada, alargando dolorosamente la espera para una respuesta definitiva que marcaría o no el destino de Kohaku y de Ruri, y justo cuando la esperanza parecía esfumarse como un rápido aliento entre sus labios, en contra del "buen juicio" de la criatura ésta cedió.

—Tu alma es todo lo que quiero —Senku le susurró al oído, logrando estremecerla por la abrumadora cercanía y el calor de su aliento sobre su sensible piel—. Tomaré tu vida a cambio de la de tu hermana y te irás al infierno conmigo… te convertirás en mi sirviente por el resto de la eternidad.

Él ni siquiera esperó una respuesta de aceptación de su parte, Senku apartó bruscamente las manos de la chica de la solapa de su traje aprovechando la conmoción del momento y buscó en la palma la herida de la ofrenda de invocación. Aún estaba fresca y la sangre seguía brotando del corte… perfecto, eso serviría.

El demonio se llevó el dedo pulgar a los labios, mordiendo deliberadamente la piel para abrir una herida con la intención de hacer brotar un pequeño vestigio de sangre. Ella quería un pacto, bien, entonces sellarían el contrato en ese mismo instante. Senku presionó su pulgar sangrante sobre la herida de Kohaku para entremezclar el líquido carmín con el de ella.

—El pacto está hecho. —soltó llanamente Senku, sin embargo sus ojos llamearon con tal intensidad.

Kohaku entonces contuvo el aliento por un momento sin saber qué decir y su mirada denotó una confusión inmensa que amenazó con consumirla.

—¿Mi hermana vivirá?

—Lo hará, sí, pero para eso tienes que morir. —Senku terció una extraña y siniestra sonrisa en sus labios

Antes de que ella pudiera moverse o hacer cualquier cosa él se apartó un par de pasos y lo siguiente que Kohaku supo fue que una poderosa luz la cegó y se apoderó de su cuerpo, ardiendo cada vez más y sumiéndola en un estado de letargo absoluto. Sucumbiendo a la calidez cerró los ojos… después simplemente no hubo nada.

Vacío y oscuridad.

Senku casi pudo saborear la vida de la chica. Cada emoción, deleitándose de ella y de su vitalidad, de su pureza, una humana sin mácula alguna en su corazón… o tal vez no.

Incluso los humanos recluían los sentimientos más oscuros en lo profundo de sus corazones, ocultando algún sentimiento negativo, reprimiendo, engañandose a sí mismos. No importaba qué tan moral aparentaran ser o la nobleza que demostraran, incluso así las grietas permanecían abiertas permitiendo el acceso a la oscuridad.

Ella no era diferente al resto, a fin de cuentas una humana. La oscuridad fácilmente podía arrastrarse a su interior, coludirse y corromper su alma.

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N/A:

Y nada Feliz Halloween XD este Fic es para la actividad que el Grupo "Senku & Kohaku" de Celeste organizó… el tema que me tocó fue "Pacto con un demonio" y en general de contenido Lemmon, este es sólo el contexto general de la historia, la segunda parte será el contenido explícito…

Me estoy tomando la libertad de usar todo el Ooc que quiera para fines de esta historia y para el Senku demonio XD perdón por eso! Y también por si encuentran cualquier error de redacción y ortografía u.u

En fin, espero el shot fuese de su agrado y nada, mil gracias a quienes se tomen el tiempo de leer está historia n.n los comentarios siempre son agradecidos también :3

La Yoari Simp del Senku se despide… hasta la próxima! 7u7