Un nuevo comienzo
Por Luz de luna82
Capítulo 2
Parada debajo de la sombra de un árbol Candy se encontraba viendo a lo lejos a sus padres destrozados, llorando a un lado de un féretro lleno de rocas, ella sollozaba sin poder remediar su suerte, era eso o que la venganza de esa maldita mujer recayera en ellos, sería algo que jamás permitiría, prefería morir antes de permitir que nada malo les sucediera, dejar su vida, su casa, su trabajo y hasta abandonarse a ella misma, era el costo de su deseo de demostrar su inocencia, que tal vez hubiera sido mejor aclarar todo desde la cárcel, aunque sabia que también les iba a causar un enorme dolor a sus padres, ojala que pudiera regresar el tiempo y no haberle abierto la puerta a esa horrenda mujer.
-Tengo que darte todos los detalles de tu nueva vida Candy, sales en el vuelo de esta noche, decía el comandante Jonhson parándose a su lado, vistiendo una gabardina larga al igual que la rubia, se la había llevado con él después de su decisión, ella había aceptado y a pesar de que no era una niña, sabia que todo su mundo cambiaria totalmente, la dejo en los dormitorios de la comandancia, para que descansara, todo apenas comenzaría, tendría que dar aviso a sus padres, amigos y trabajo, sería un duro comenzar sin duda. Recordaba como alguna vez tuvo que tomar la misma decisión, aunque ahora pertenecía a la policía, no siempre fue así, sabía que ella tenía que vivir un duelo, tenía que cerrar ese ciclo. Los únicos que sabían que ella vivía eran sus dos compañeros del operativo y él, nadie más, la noticia de su muerte fue trasmitida por televisión, sabia que Ileska de alguna forma se enteraría, así que estaba en pausa el caso, necesitaban atrapar a los cómplices.
Candy suspiro, había tomado ropa de su departamento, solo lo necesario, sus papeles e identificaciones los tenia Georges, ahora era momento de comenzar de nuevo. - ¿Qué identidad nueva tendré Georges? Ella decidió dejar los formalismos con el comandante, ahora era solo podría confiar en él así que eso de hablarse de "usted" era mero formalismo, era lo más cercano que tenía a un amigo.
-Tienes que cambiar de apariencia Candy, tu permiso para seguir ejerciendo como psicóloga podrás utilizarlo, solo que, con el nombre de Sally Johnson, tendrás 25 años, te enviaremos a Chicago, te hemos hecho una reservación en un hotel, mensualmente te depositaremos una cantidad para gastos personales y para vivienda cuando decidas donde vivir.
¿Johnson? - ¿Por qué ese apellido Georges? Le preguntaba desconcertada.
-Mi hija tendría tu edad ¿sabes? Me hubiera gustado que me amara tanto como tu amas a tus padres, vi la verdad como hay un amor incondicional tanto de tus padres como de tu parte, así que me gustaría que lo llevaras si me lo permites, podre estar al pendiente de ti, no temas, todo estará bien.
Ella asintió con la cabeza, entendía que ahora Georges sería lo más cercano que tenía a una familia. - ¿Podre buscar trabajo? Decía ella mientras veía su féretro bajar por el orificio en la tierra.
-Claro, solo que con tu nuevo nombre.
Después de terminar de despedirse a la distancia de sus padres, se fue a que le cambiaran el aspecto, sus risos rubios desaparecieron, fue reemplazado por un castaño claro, el verde de sus ojos lo cambio por unos color miel, el color de sus ojos era característico de ella, así que definitivamente tenía que cambiarlo.
Después de terminar la llevo al aeropuerto, dándole toda su documentación, Candy sabía que sería la última vez que escucharía su nombre, que de ahora en adelante la llamarían Sally, lamentaba tener que dejar el trabajo que tanto adoraba y con él a sus pacientes.
-Georges, di mi nombre por favor, por última vez…
-Candy lamento todo esto…
-Gracias Georges, por favor, visítame alguna vez ¿quieres?
-Sabes que no puedo Candy… de verdad lamento no ver a esa chica valiente de nuevo.
Ella dio un suspiro, sabía lo que decía ese hombre de poblado bigote era verdad, solo quería seguir sintiendo que pertenecía al mismo lugar, a donde había nacido y lo único que le hacía recordar que era ella en ese momento era el comandante Georges Johnson, se dio la vuelta y comenzó a caminar sobre la alfombra hacia su sala de abordaje, ya habían dado la ultima llamada y ella ya estaba demorada, Georges un hombre de edad madura enternecido por la dulzura de la chica, deseo que su hija que había muerto hace algunos años hubiera sido como ella de fuerte y determinada, lo deseo con todas sus fuerzas, ella estrecho la mano del hombre, se dio vuelta y se fue.
Después de 11 horas había llegado a su nueva ciudad, Chicago, el aire era frio, usualmente llovía mucho en el lugar, camino hacia las escaleras eléctricas y vio su reflejo en el espejo, no se reconoció en lo absoluto.
Le dolía la cabeza, había viajado en primera clase, pero no había podido dormir nada en lo absoluto, la ansiedad de conocer su nuevo hogar le ahogaba, nunca había visitado Chicago, no quiso investigar, no estaba de humor, apenas el día anterior estaba presenciando su funeral y para nada quería salir a turistear por la ciudad.
Llego al hotel y desempaco, después de un rato sintió hambre, ya eran las dos de la tarde, le apetecía más prepararse algo rápido en su habitación, entonces salió al supermercado.
Mientras buscaba el jamón para preparar unos simples sándwiches, choco con una persona.
-Lo siento señorita, dijo el joven alto con el cual había tropezado porque ambos venían distraídos, el joven de blanca piel le dio la mano para que terminara de controlar su equilibrio.
-No fue culpa suya, yo venia distraída, lo siento si le he causado algún daño, le contesto ella viendo la profundidad de los ojos que la observaban.
Ella sacudió sin razón su abrigo, que seguramente no le cubría nada, pensó el joven, tratando de terminar de ordenar los pensamientos que tenía, ella alejo inmediatamente la mirada de esos ojos tan profundos como el mar, él asintió con la cabeza y se giro para seguir con su búsqueda, ahora Dorotie no se encontraba y tenia que hacerse cargo el mismo del bebe Dilan.
En otro lugar de Chicago…
-Archie, ¿me ayudas con mi tarea? Preguntaba André a su tío, con tono de aburrimiento, sabiendo que, si su padre se enteraba que la tarea no la tenia terminada cuando el llegara del supermercado, le llamaría la atención, pero condenadas restas, eran tan difíciles para un niño de 6 años.
-Ahorita que llegue tu padre él podrá ayudarte André, yo estoy ocupado con Dilan, es más, dile a Stear que te ayude, creo que no está haciendo nada.
-Esta con James afuera, lo está enseñando a conducir, ¿Cuándo me enseñaran a mí? Decía en tono de aburrimiento.
-Tu hermano ya tiene 15 años André, así que tendrás que esperar algunos años. El niño era muy bueno tocando sus instrumentos musicales, ya fuera piano, violín o guitarra, pero hablando de números, sí que era todo un desafío que el niño captara inmediatamente lo que se le enseñaba, la maestra del instituto creía que dejándole mas tarea en casa él podría afianzar lo que le enseñaba en la escuela, pero era mas que evidente que esto confundía mas al pequeño, eran métodos de aprendizaje totalmente diferentes.
-André, bañare a Dilan, espera a tu padre para que cuando llegue te ayude ¿sí? Decía desesperado Archie al ver al pequeño Dilan tratando de quitarse el pañal el solo, su pequeño hermano estaba con su cuaderno parado en el marco de la puerta esperando que su tío le ayudara sin éxito.
El pequeño desilusionado y frustrado se fue a la cocina donde Esther estaba cocinando, se sentó mientras veía a la regordeta mujer mover sartenes y cortar verduras al mismo tiempo, corriendo de una olla a la otra, tenia que hacer comida especial para el bebe Dilan y para él, ya que odiaba los brócolis, de ninguna manera se comería eso y tristemente a Esther le gustaba acompañar todo con brócoli,
De pronto entro su padre por la puerta, cargando una parte de la despensa y la otra Whitman.
- Pero ¿qué haces aquí André? ¿Deberías estar en tu habitación haciendo los deberes? ¿Ya los terminaste? Preguntaba el padre mientras acomodaba todo en la alacena.
El pequeño bajo la mirada al suelo, esperaba que su padre no fuera tan duro en esta ocasión, pero nadie le había podido ayudar.
Stear entro por la puerta con James riendo a carcajadas, al ver a Albert con el ceño fruncido los dos se callaron en el acto, algo andaba mal.
-Dorotie no está Stear, ¿Ustedes dónde estaban? Preguntaba mientras dejaba que Whitman siguiera con la tarea y tomando el cuaderno de André tratando de averiguar que tarea tenía el niño, en un tono visiblemente molesto.
-Heee bueno… este… yo estaba enseñando a conducir a James, ya tiene 15 años y es hora de que aprenda a manejar, decía Stear esperando la respuesta de su hermano.
- ¿Ahora decides sobre que aprende mi hijo y que no? Decía con molestia en la voz.
-Papá, es que yo quiero aprende a manejar, deja que mi tío Stear me enseñe por favor.
-James sabes bien que yo quiero enseñarte, déjame ese placer a mi hijo por favor.
- ¿Pero cuando papá? Hace seis meses cumplí 15 años y tu me traes con largas, me regalaste un auto ¿Cuándo podre conducirlo? Decía el chico visiblemente ansioso.
-James dame tiempo hijo, pronto te enseñare yo mismo.
-Albert necesitas ayuda, no podemos nosotros con los chicos, sabes que tenemos mucho trabajo en la empresa y Esther se ocupa de la casa, no puede estar al pendiente de los chicos también.
-Lo sé Stear, créeme que he buscado una buena niñera, pero no me ha gustado ninguna, así que por el momento tenemos que hacer lo que podemos, Dorotie también ayuda mucho.
-Si, pero Dorotie esta como ayudante de Esther, esta bella mujer se va a ir al cielo, nos crio a todos, ya no tiene la misma energía que antes, decía mientras le daba un beso en la cabeza.
- ¿Y quien dijo que no puedo con todo niño Stear? Preguntaba la mujer de regordetas mejillas con el cucharon del caldo en la mano.
-Nana sabes que te amamos, pero es demasiado trabajo para ti sola, además ya tienes tus añitos… decía Stear viendo hacia la puerta para poder escapar de la morena mujer.
-Aún tengo energía para lidiar contigo mi niño, así que mas vale que te portes bien, decía mientras lo señalaba con el cucharon.
- ¿Entonces papá? ¿puede enseñarme tío Stear a manejar? Prometo ser muy cuidadoso.
Un cansado Albert decidió dejar que su hermano, pero no lo hacia sentir muy bien, eran su hijo.
-James te doy mi permiso, pero en cuanto yo tenga tiempo prométeme que me permitirás a mi enseñarte, no estoy muy seguro de que tu tío te enseñe lo que es legal y lo que no, además termina desarmando todo, no lo dejes que toque el motor, ¿de acuerdo?
El muchacho se acerco y abrazo a su padre, era el mejor, pero le gustaría verlo más feliz a menudo.
Archie entro a la cocina lleno de un polvo blanco, sin duda era talco. Albert y Stear se comenzaron a carcajear, era la cuarta vez esta semana que él bebe Dilan lo bañaba en talco.
-No se burlen, Albert, ¡necesitamos una niñera por favor! O busca una esposa, pero necesitamos que alguien vea por tus hijos.
Lo fulmino con la mirada, no había encontrado a la esposa adecuada, no le interesaba una relación y encontrar una esposa mucho menos. -Lo tratare de solucionar lo antes posible, pronto encontrare a una niñera, tranquilos, mañana será otro día, así que todos a comer y déjame a Dilan, yo me hago cargo.
De pronto André jalo del saco de su padre mientras Archie le pasaba al bebe. -Papá mi tarea.
-Oh hijo lo siento, le regreso a Dilan, vamos siéntate, te explicare tus restas, el niño no dejo de sonreír, su papá era el mejor enseñando.
Mientras comían le explicó en que consistían las restas, la solución fue tan simple y certera que el niño entendió de inmediato, de pronto lo vio bostezar y sabia que era hora de la siesta, lo tomo en brazos y lo llevo a su habitación, lo arropo y lo dejo dormir, fue por el bebe Dilan y vio que era James quien lo arropaba, también se había dormido.
-Gracias hijo, ¿Qué haría sin ti? Decía palmeándole la espalda.
-Lo se papá, ¿puedo salir con el tío Stear? Esta en el auto esperándome para que vayamos a practicar.
Acostaba al bebe en su cuna y chocaron el puño, era la señal que todo estaba bien.
Ya eran las 7 de la tarde, Albert se desabrocho los primeros tres botones de la camisa, se sentó a ver la pausada respiración de su pequeño, tenía apenas un año, era un bebe hermoso con su cabello castaño y de lindos ojos color miel, recordaba como hacia 8 meses lo había conocido y se había enamorado de él, un pequeño ser indefenso que había aparecido en su puerta. Era suyo, no le importaba en lo más mínimo lo que los demás dijeran.
Continuara…
