Un nuevo comienzo

Por Luz de luna82

Capítulo 3

Ya tenia una semana Candy en Chicago, necesitaba encontrar un apartamento y un nuevo trabajo, en los periódicos no salía nada y en la oficina de colocaciones solo le daban trabajos en supermercados, ella era una psicóloga, buscaba en instituciones donde pudiera dejar currículo, pero no encontraba nada, ese día decidió ir a ver un apartamento, la agente inmobiliaria ya la esperaba.

-Señorita Sally, como puede ver tiene una habitación, un baño, sala, cocina y comedor, si se da cuenta tiene todas las características que me había pedido, le decía la agente con la esperanza de que esta vez se decidiera al fin.

Candy observaba todo a detalle, la cocina era pequeña, pero suficiente para ella, la recamara tenia una buena vista de la ciudad, no le agradaba tanto que estuviera en el tercer piso, pero no importaba demasiado.

- ¿Tiene alguna referencia de los vecinos? Preguntaba la rubia, ahora ya no podía fiarse de nadie y evidentemente no volvería a hablar con ninguno de ellos, pero seria bueno tener alguna información.

-La mujer de su lado izquierdo es una mujer que enviudo hace tres años, sus hijos a veces la visitan, su vecino de la derecha es un escritor que trabaja en una biblioteca, son los únicos en este piso, hay un departamento desocupado.

En realidad, eso no le decía ni le garantizaba mucho así que lo tomaría de cualquier forma, no socializaría por nada del mundo.

-Lo tomo, ¿en cuánto tiempo podrá entregármelo?

-Mañana mismo, decía la entusiasta mujer.

Después de firmar el contrato y quedar para la entrega de las llaves Candy decidió irse caminando hacia el hotel de nuevo, se sentía un poco desorientada, quería comenzar a trabajar, necesitaba ocupar su mente, tal vez estudiar una especialidad o algo que le diera suficiente trabajo para no pensar más.

El hotel quedaba a unas doce cuadras, el frio ya se podía sentir, vio una persona pidiendo dinero, era una pobre mujer con su bebe sentada en la calle, sucia y aparentaba que no había comido nada en varios días, la rubia se acercó hincándose para poder hablar con ella.

- ¿Cómo te llamas? Le pregunto ella con una brillante mirada.

La chica volteo a verla desconcertada, usualmente todos la ignoraban, le daban alguna moneda, pero todos pasaban de largo, solo podía conversar con las personas del lugar donde a veces dormía con su pequeño.

-Me llamo Clara, contesto ella tímidamente.

- ¿Es un niño? ¿Cuál es su nombre?

-Tobby, se llama Tobby.

-Mucho gusto soy Can… soy Sally, me gustaría invitarte a comer, sinceramente estoy hambrienta y no me gusta comer sola ¿me acompañarías? Le pregunto extendiéndole la mano, pensaba para sus adentros que nunca se acostumbraría a ese nuevo nombre ¿de dónde diablos lo habría sacado Georges?

-Señorita yo la verdad no creo que debería…

-De verdad me gustaría mucho, además no sé dónde podría comer por ese lugar, no conozco mucho la ciudad.

El estómago de Clara comenzó a sonar, era evidente que tenia hambre, con el dinero que había podido recolectar ese día anterior, pudo alimentar a su hijo, pero ella no había probado bocado desde sabe Dios cuando.

-Creo que por aquí hay un lugar de comida rápida, si gusta podría mostrárselo para que coma algo, le contesto ella tratando de no incomodar a Candy.

-Vamos entonces, le dijo ella tomándola por el brazo, era una costumbre de la rubia siempre tratar de ayudar a alguien que lo necesitara en Atlanta, le gustaba hacerlo y seguiría haciéndolo.

-Entraron al lugar, el hijo de Clara tenia como tres años, el niño encantado por poder estar cómodamente en un lugar limpio y lleno de colores estaba emocionado, la mujer se sintió incomoda, todos volteaban a velos y no de muy buena forma, Candy había lidiado muchas veces con esos sentimientos, pero era problema de la sociedad si no podían convivir con personas que no gozaban con los mismos beneficios económicos, si comenzaban con su discriminación haría un escándalo, ya lo había hecho en el pasado y esta vez no harían sentir mal a su nueva amiga.

-Clara ¿se te antoja algo en especial?

-Yo bueno pues… la verdad no se… contesto ella tímidamente, -comeré lo mismo que usted, no importa.

-Bien, hoy comeremos como nos lo merecemos, su turno en la caja había llegado, sin esperar que le preguntara la chica por su orden Candy entusiastamente comenzó a hablar.

-Queremos 4 hamburguesas con doble carne, doble queso y doble ración de papas en cada una, dos cajitas para niño con el juguete que él pequeño le indique, tres refrescos y dos, no, tres pedazos de pastel de chocolate que tiene en el menú. Gracias.

Clara jalo la manga de Candy, Señorita eso es mucha comida, ella no hizo caso, pago la cuenta y se fueron a sentar para esperar su orden.

-Clara tengo mucha hambre y tu dijiste que querías lo mismo que yo, así que comamos, en paz, ¿te parece?

-Yo yooo no se que decir… decía agachando la mirada.

-Solo di gracias, regálame una sonrisa y ya, ahora cuéntame, ¿porque vives en la calle? Tu niño es muy pequeño, si no me quieres contar no pasa nada, pero si en mis manos esta ayudarte, ten por seguro que lo hare; Candy sabia que muchas veces los desafortunados eventos tenían un trasfondo así que por eso le gustaba averiguar si podía de alguna manera cambiar esa situación.

-Claro que le quiero contar, sabe que tenia mucho que no hablaba con nadie sobre esto, escape de mi hogar hace 8 meses, mi esposo me golpeaba, trate de escapar dos veces antes, pero siempre me encontraba, hasta que un día una de mis amigas me ayudo, no soporte más, él tenía contactos en la policía y las dos veces anteriores me encontró con su ayuda, decidí no pedir auxilio a nadie para que esta vez no pudiera encontrarme, camine y camine, llegue a la ciudad, ahora vago por las calles con Tobby, nadie me quiere dar trabajo, pero prefiero estar así que vivir bajo los golpes de mi esposo, no ha sido fácil para nada, pero sobrevivimos.

Otro maldito caso de maltrato y abuso, ese tipo de hombres deberían de estar en la cárcel y ahora que tenia un conocido en la policía aprovecharía, si Georges pensaba que se olvidaría de la rubia estaba muy equivocado, ahora él le ayudaría también a Clara.

-Lamento escuchar esto Clara, pero me da gusto que me tengas la confianza de hablar conmigo de esto, entiendo que no vas a casas de asistencia para que tu esposo no te encuentre ¿verdad?

Ella asintió con la cabeza entonces la empleada llego con el inmenso pedido de comida para Candy y su atormentada compañía, después de poner la charola en la mesa la chica le dijo:

-Señorita, lamento decirle esto, pero los demás clientes están incomodos con la presencia de la señora y el pequeño, así que de forma amable le pido que se vayan, le podremos poner todo para llevar, pero por pedido de los clientes incomodos le pido que se vayan.

-Lo que faltaba, dijo la rubia levantándose de su silla, -ahora resulta que incomodamos con nuestra presencia a su prestigioso restaurante, dijo Candy en voz alta esperando que todos escucharan, -me parece que tenemos derecho de estar aquí como cualquiera que consume en este establecimiento, así que de aquí no nos vamos, dijo Candy con la voz mas que resuelta, ahora Clara tomaría una comida como Dios manda, no permitiría que la hicieran sentir mal.

-Creo que la señorita tiene razón dijo una fuerte voz al fondo que no se había perdido todo desde que los tres entraron al establecimiento -Cualquiera que consuma aquí tiene derecho de comer en paz su comida, dijo el rubio y si alguien no está de acuerdo puede irse, mejor aún, quiero hablar con el gerente por favor, demando firmemente Albert.

Después de haber hablado con el gerente el lugar poco a poco se comenzó a desalojarse. Candy veía con asombro que nadie más siguió molestándolas y agradeció el no tener que seguir exhibiendo a la asustada mujer con su pequeño hijo, Clara estaba apenada, Albert se acercó a ellas.

-Disculpen señoras, espero que puedan disfrutar de su comida sin problema, ahora el restaurante estará cerrado hasta que ustedes deseen irse, no deben preocuparse, si el pequeño desea jugar en el área para niños, puede hacerlo.

-Le agradezco mucho señor… Candy esperaba que Albert pudiera presentarse, pero suponía que ese desconocido no daría su nombre, usualmente cuando se hace ese tipo de caridades las personas preferían hacerlas anónimamente y así fue, aunque esos ojos azules creía haberlos visto en algún otro lugar.

-Me dio gusto conocerlas, señorita, siga haciendo lo que hace, me retiro, un gusto y cualquier cosa pueden pedirla sin problema, no se preocupen por el pago, hizo un asentamiento de cabeza y se fue.

Él hombre salió sin más, Candy lamento no haberse podido despedirse de ese gentil hombre, que seguía sintiendo que lo había conocido anteriormente, pero lo dejo estar, siguió hablando con su ahora amiga, dos horas después salieron ambas mujeres con un feliz Tobby y una bolsa con comida para llevar, Clara estaba contenta porque por ese día y el de mañana tendría comida a la mano, entonces Candy le pregunto.

-Clara ¿Dónde podré encontrarte? ¿Cómo podría hablar contigo si te pudiera ayudar de alguna forma?

-Señorita usted ya ha hecho mucho por mí, no se preocupe.

-Clara te anotare mi dirección, en pocos días estaré instalada, no tengo numero de celular aun, pero por favor búscame. Anótame en este papel tus datos, que tal vez pueda hacer algo por ti.

La agradecida mujer hizo lo que Candy le dijo, estaba segura que podría acudir a ella cuando la necesitara, la rubia se había ganado su confianza.

De camino al hotel, mas animada que hacia muchos días, fue a la tienda de electrónica y se compro un teléfono, ahora tenia un propósito, ayudar a Clara, no sabia exactamente como lo haría, pero sabia que siempre había una forma.

No tenía el teléfono de Georges, entonces llamo al 911 -Buenas tardes, me puede comunicar con el comandante Johnson de Atlanta por favor, la línea comenzó a sonar.

-Johnson, ¿Quién llama?

-Georges soy Sally Johnson, ¿puedes ayudarme?

-Sally, sabes que no puedes llamarme, ¿es de vida o muerte?

-Si lo es, pero para mí no.

- ¿De qué hablas?

-Conocí una amiga que su esposo la golpea, ella ha escapado de él, el hombre tiene contactos en la policía y no puede denunciarlo y ahora es una indigente junto con su pequeño hijo de 3 años y no tiene a nadie ¿tú puedes hacer algo?

Georges se tomo el puente de la nariz, Candy no dejaba de velar por los demás, no pediría nada para ella lo sospechaba ¿Por qué no le sorprendía? Caminaba alrededor de la calle, se dirigía a atender una llamada de auxilio, un homicidio, se había preguntado muchas veces como estaría Candy, pero era claro que esa chica no se desaparecería del todo y menos si sabia que él podía ayudar a algún ser desvalido.

-Mándame los datos a mi correo, vere que puedo hacer. Colgó. Claro que sabia que podía hacer mucho, esos pseudo policías serian destituidos de sus cargos y el hombre seria encarcelado un buen tiempo por eso, ahora debía atender sus deberes, por lo visto tendría comunicación constante con la rubia, era un hecho que ella confiaba en él, sonreía para sus adentros.

Mientras tanto Albert entraba a su oficina, hablaba con su secretaria.

-Comunícame con Archie. Gracias puedes irte, la secretaria salió sin decir palabra alguna.

-Hermano que gusto que llames, ¿Los chicos están bien?

-Estoy interesado en los restaurantes de comida rápida que tenemos en Mainfield, he estado de infiltrado hoy y he detectado que tienen una política de discriminación muy pobre, por favor ponte de acuerdo con el socio para que solucione eso de inmediato.

- ¿Qué fue lo que sucedió? Albert se dispuso a contarle lo que había pasado, al final lo que hice fue presentarme y exigir que dejaran el restaurante para la chica que estaba ayudando a la pobre mujer, el niño pudo jugar libremente, sin restricciones.

-Albert no se puede estar cerrando los restaurantes cada vez que una persona invita a comer a un indigente, decía Archie tratando de hacer entender a Albert.

-No pretendo que lo cierren, ahora fue una excepción, además yo pague el consumo que se supone tendría la tienda en el día, lo que quiero decir es que debemos de hacer una campaña de tolerancia, si el cliente no esta dispuesto a aceptarla tal vez no deberían comer con nosotros.

-Pero eso nos hará perder clientela, ¿lo sabes?

-Lo entiendo, pero soy socio mayoritario, asi que es mi obligación social por no decir moral y deseo que se implemente, ¿puedes hacerte cargo o no? Decía Albert ya molesto de tener que estar dando explicaciones de algo que se consideraría educación básica.

-Ya me pongo en eso, te daré un informe en dos horas.

-Eso espero y Archie…

-Si, decía Archie un poco avergonzado por pensar solo en dinero en algunas ocasiones, pero era una realidad que el éxito de sus varios negocios se debía a la humanidad del rubio.

-Gracias y colgó. Pensaba en esa chica, le daba la impresión que ya la había visto, pero el que ella tuviera ese detalle con la pobre mujer y su hijo le hacia creer de nuevo en que no todas la mujeres eran unas arpías, como alguna que conoció en el pasado.

Continuara…

Chicas los rubios se siguen acercando, aqui iran conociendo un poco mas el caracter de los personajes, en escencia es el mismo, solo que con personalidades un poco mas intensas debo a todo lo que han vivido. Un gran abrazo a la distancia!

PD. Espero actualizar miercoles y domingos, si se puede antes pues antes, un besote!