✿Los personajes, trama y detalles originales de Boku no Hīrō Akademia son propiedad Kōhei Horikoshi, Shūeisha y Shōnen Jump (Manga), Yōsuke Kuroda, Bones y JNN (Anime).

✿En portada: ilustración por Anita Ilustraciones. Tipografía: Chiller.

✿ Este trabajo, es una ADAPTACIÓN LIBRE de The Facts in the Case of M. Valdemar (El extraño caso del señor Valdemar/Los hechos en el caso del señor Valdemar/ La verdad sobre el caso del señor Valdemar), escrito por Edgar Allan Poe, publicado por primera vez en diciembre de 1845.

✿La clasificación indica temas que no son propiamente para menores o personas sensibles a asuntos relacionados con el terror corporal y/o psicológico, así como temas relacionados con la muerte y suicidio. Queda a discreción del lector el contenido, sobre todo si no han leído el relato original, tomen en cuenta las advertencias.

✿¿Esto es un canon divergente? Tanto puede que se ubique en algún momento adecuado como que simplemente obviamos la guerra de liberación paranormal y sus consecuencias. La mayoría de los fics hacen eso, pero por si las dudas, lo pongo.

✿Para ilustraciones varias, novedades de este y otros fics, comentarios extendidos y más, pueden visitar "El moleskine de Kusubana" (blog/fanpage). También en Instagram y Twitter.


El extraño caso del chico con quirk de villano

Shinsō Hitoshi siempre supo que le gustaría ser héroe, pero, ¿realmente qué clase de héroe puede ser alguien con una peculiaridad que atenta contra el libre albedrio?

Una oferta de pasantía en una agencia casi desconocida pondrá a prueba su voluntad para seguir su camino en el curso de heroísmo.


Solicitud de pasantía

—Pasa.

Shinsō cerró la puerta a su espalda, el profesor Aizawa seguía atendiendo a la pantalla del computador. Solo quedaba él en la sala de maestros, por lo que el tipeo del teclado se acentuaba en el silencio reinante. Esperó un momento, el profesor se llevó la mano derecha a los ojos, frotando levemente su entrecejo, dejó escapar algo como un suspiro ronco y finalmente lo miró.

—Recibiste una invitación para pasantía—dijo sin rodeos.

—¿Yo?

El hombre enarcó levemente una ceja, no había nadie más que ellos en el lugar.

Consciente de lo absurdo de su pregunta, un leve rubor apareció en su pálido rostro, se disculpó quedamente y acortó la distancia, para poder recibir el papel que le extendió.

—Es una agencia pequeña, en Yamanashi, tiene buenas referencias...

La pausa se prolongó el tiempo suficiente para que el profesor bostezara. Shinsō pensó que se pondría las gotas lubricantes, pero se limitó a parpadear más rápido de lo usual.

—Está a cargo de Brandenburg, es egresado de la Academia Isamu, con promedio de excelencia. Hizo su propia pasantía en la agencia de Yoroi Musha.

—¿No debería aceptarlo? —preguntó.

Era claro que su mentor no se encontraba cómodo con la idea, pero intentaba mostrarse lo más neutral posible.

—No veo por qué no —respondió —. Sus documentos están en regla y ya hice las comprobaciones pertinentes.

—¿Cuándo me puedo presentar?

—Esta tarde, si quieres.

El chico miró la solicitud en su mano, modesta incluso en el membrete que le daba cierta autenticidad. Jamás había escuchado siquiera el nombre del héroe que tenía la titularidad, y pensó en la desventaja que de nuevo se le presentaba, mientras que los otros chicos se repartían entre agencias que todo mundo ubicaba fácilmente, la única oferta que tenía era de un perfecto desconocido.

Cerró los ojos y sacudió la cabeza, no podía ni quería entrar en el ciclo de envidia nuevamente.

—Por favor, me entrevistaré esta misma tarde.

Aisawa asintió, le dijo que haría el papeleo rápido y sin más que aclarar, Shinsō simplemente se marchó, no sin mirar de soslayo antes, percatándose de la expresión del hombre. Frunció levemente el ceño, intentando descifrar aquello que no le había dicho. Sin embargo, confiaba en su integridad, como maestro y como profesional, sobre todo lo primero.

Tuvo que meter las manos en los bolsillos para controlar su nerviosismo. Desde su asignación al curso de heroísmo, no había sentido esa emoción, considerablemente más saludable que la que le embargó cuando llegó a clasificar para la última etapa del Festival Deportivo.

Quizás no sería una agencia de renombre, pero lo habían pedido específicamente a él. Conocía a varios que se la pasaban haciendo llamadas y tratando de venderse a sí mismos para conseguir una plaza en donde fuera, así que, en esa perspectiva, sin duda era un gran paso en su nuevo proyecto de vida.

.

Revisó nuevamente la localización que marcaba el mapa en el teléfono. Con un margen de error de 50 metros, estaba a unos dos kilómetros desde donde lo dejó el autobús, con un camino bastante menos que rural, más parecido a las veredas naturales que se formaban por el paso constante, que a una planificación de algún tipo.

El único indicio de que sí era el sitio correcto, además de la parada de autobús, era un tipo de arco de madera antiguo. Los había visto en libros y alguna postal de corte vintage, pero nunca se había topado con uno de verdad, y se preguntó qué clase de agencia era.

La única información que había obtenido mientras iba en camino, era, en efecto, buenos comentarios de un par de usuarios en una página con menos de cinco actualizaciones en lo que iba del año, todos referente a búsqueda y rescate.

Claramente, daba una vaga idea de cuál era perfil, aunque no acababa de entender para qué sería útil, pero, si lo habían pedido específicamente a él, seguro sabrían de qué iban sus habilidades.

El silencio del bosque resultaba incómodo en cierta manera. Pese a que no era un chico escandaloso, sus compañeros sí que lo eran, y desde que empezaban el día, hasta el momento en que se iban a la cama todo era un barullo constante.

El sonido de las hojas moviéndose con el viento, algunos insectos y aves ocupándose de sus asuntos, le daban una sensación de no saber siquiera en dónde estaba. Respiró profundo. El aire estaba frío, y quizás por efecto de la altura le costó poco más de lo normal, pero lejos del frescor que esperaba por tratarse de una reserva natural, lejos de la ciudad, lo sintió cargado de algo que solo podía describir como… pesado.

No como si fuese desagradable, sino como si más que respirar, tuviera que tragar.

Un ruido lo puso en alerta, así que se detuvo, tratando de determinar la procedencia. Era como un sollozo, y no se podía confundir con el viento. Instintivamente se llevó una mano a la bufanda, la única parte del equipo que no llevaba en la maleta, y para cuando estuvo bien seguro, fue en esa dirección.

Le sorprendió haber escuchado desde tan lejos, pero pronto vio a una silueta arrodillada bajo un árbol retorcido. Bajó la velocidad, no quería asustarla por aparecer de pronto, aún así, la joven se sobresaltó en cuanto lo escuchó.

—¡No te acerques! —chilló, extendiendo una mano hacia él, mientras que con la otra, se cubría la cara.

—No voy a lastimarte —le dijo.

En realidad quería preguntarle cómo estaba, si podía ayudarla, pero ya le había pasado que acababa poniendo en blanco a la gente sin que se lo propusiera realmente, y como en ese momento estaba demasiado nervioso, prefería ir con cautela.

—¡No mires! —volvió a gritare, esta vez, usando sus dos manos para cubrirse.

Shinsō acortó la distancia con mucho cuidado, y al hacerlo, no pudo evitar notar las cosas que había dispersas en el suelo; algunas fotografías de una chica guapa, una corona de cuentas brillantes, y un listón con algo escrito, y que supuso, era como los que usaban las edecanes.

—¡Déjame sola!

Intentó no suspirar, tenía que mostrarse seguro, con todo y que hablar con una chica no era su fuerte. Sin embargo, el leve resplandor de la hoja de una navaja fortaleció su determinación.

—¿Realmente es esto lo que quieres?

—¡Antes muerta que seguir así!

Apenas pudo completar la frase cuando sus brazos cayeron lánguidos a sus costados, Shinsō tomó las cosas del piso para ponerlas de vuelta en el bolso que ella llevaba, y no pudo evitar ver las fotografías; realmente era guapa, del tipo con el que él nunca tendría oportunidad de salir.

Pronto comprendió algo, y aunque intentó no hacerlo, igualmente miró a la joven que estaba a su lado, ya sin que se cubriera con las manos, y levemente girada hacia él, notó de inmediato las protuberancias que salían de su frente, como cuernos vellosos, más parecidos a los de los rinocerontes que a los toros, aunque pequeños, cinco formaban un tipo de diadema. Había perdido una buena parte de su pelo castaño en la parte frontal, dejando una amplia frente rugosa. Su rostro, además, estaba levemente pronunciado, y sus labios, resecos, habían adoptado levemente una forma triangular que, sin duda, a medida que madurara, se volvería un pico.

—Ya veo. Recién empieza a estructurarse la mutación. Ven, hay que salir de aquí.

La tomó de la mano para evitar que un tropiezo la sacara del trance, y a medida que volvía a la vereda, se percató de algo que en el camino de ida no había notado; varios árboles tenían letreros. Algunos estaban hechos a mano, con pintura en una tabla desigual, y otros claramente mejor trabajados.

Entonces, se topó de frente con uno metálico con letras azules reflectantes:

Tu vida es valiosa.

Eres importante para tu familia y amigos.

Busca ayuda.

Estamos para ti.

Shinsō dejó escapar un suspiro. Por disposición oficial, la geolocalización había dejado de marcar el sitio hacia bastante tiempo, y no se solía nombrar en los medios desde otro tanto, como si al privarlo de su nombre, le restaran el extraño poder que tenía sobre las personas.

Debió verlo venir, la sencillez de los sitios que había encontrado en su búsqueda de información atendía más a la discreción que al desgano, incluido el profesor Aizawa, que obviamente sabía de antemano cuál era el aprovechamiento que buscaba la agencia que le extendió la invitación, y por supuesto que eso lo había puesto incómodo, y es que una cosa era salvar a una persona de un incendio en un edificio departamental, y otra bien diferente, salvar a alguien completamente determinado a cortarse el cuello con una navaja retráctil porque no soportaba las mutaciones que le causaba su quirk.

—¿Hitoshi Shinsō? —preguntó alguien.

Un chico de apariencia menudita, vestido con algo parecido a un uniforme de guardia forestal, descendió desde la copa de un árbol. Notó que tenía una membrana, similar a la de Shōji Mezō, pero sin miembros extra, solo uniendo el torso al brazo, poco menos tensa, como si fuera solo un bolso colgante que servía de paracaídas.

Se inclinó levemente a modo de saludo, confirmando su nombre y asignación.

—La verdad es que no sabíamos si ibas a venir, o si te vas a querer quedar.

Shinsō se encogió de hombros.

—No hay experiencia mala.

El chico torció los labios en una sonrisa incómoda, aunque enseguida le extendió la mano a la chica con la que iba para seguir guiándola.

—Los sensores detectaron su presencia, pero estaba del otro lado del bosque. Gracias por llegar primero.

Shinsō inclinó la cabeza.

—Sky Squirrel— se presentó el chico.

Por su parte, el estudiante entreabrió los labios, tartamudeando un poco para enseguida hundirse en la bufanda.

—Lo siento, yo… aún no tengo nombre. Shinsō está bien por ahora.

—Entiendo, no te apresures por eso, no es que aquí te vayas a hacer muy famoso. En fin, bienvenido a Aokigahara.


Comentarios y aclaraciones:

Oficialmente, este es mi primer fic en este fandom que promete dar paso a mucho muchos más.

¡Gracias por leer!