Ok, vivo ghosteandome, pero bueno, volví con este fanfic para el evento de Halloween del discord ShikaTema: Hojas de Arena
Mi pregunta: ¿Preferirías morir quemado o ahogado?
No beta, so sorry si hay errores
La Tercera Opción
Si alguien se molestara en preguntarle su opinión sobre la situación en la que se encontraba, nadie se sorprendería de recibir un "problemático" de parte de Nara Shikamaru, sin embargo, lo que cambiaría sería darle la razón a esa palabra que ya prácticamente es una muletilla para él. Porque el resto, si estuviera en la situación de Shikamaru, también definiría el asunto como problemático, al menos, por lo bajo.
Porque encontrarte investigando completamente solo una profunda cueva en medio del bosque por instigación de tus compañeros de clase, no era la forma en que ningún adolescente querría pasar su noche de fin de semana y eso sólo provocaba que el joven en cuestión quisiera dar media vuelta y regresar a casa, mientras ignoraba a sus bulliciosos amigos que, supuestamente, lo esperaban fuera del lugar.
Pero dos cosas detenían en este punto al muchacho de 17 años. Una de ellas era el hecho que la cueva se encontrara dentro del terreno de su familia y, por ende, él tenía permiso y acceso para investigar. Claro, si quisiera, podría dejar entrar a sus amigos sin que su familia lo supiera, no había nada grave con ello, pero verás, aquí radica el asunto con los principios y las tradiciones familiares y es que te lo inculcan tan profundamente que, algunas cosas, simplemente se sienten mal de tan sólo pensarlas.
Una de esas cosas era dejar entrar a personas ajenas a su familia a algunos lugares sólo accesible para alguien con apellido Nara. La cueva en la que se encontraba era uno de esos, muchas historias rodeando aquel sitio. Leyenda que había terminado contando a sus amigos, ganándose el interés de ellos y las quejas de Naruto por no poder acceder al lugar y comprobar la veracidad de ellos, causando que el rubio hiperactivo terminara por arrastrarlo frente a aquella zona, instigando para lograr que el pelinegro de coleta alta accediera a entrar y averiguar si era cierto que en su interior estaba atrapada una poderosa bruja.
La segunda razón de Shikamaru para no volver sobre sus pasos, simplemente era evitar los chillidos y quejas de Naruto por no haber averiguado la verdad detrás del mito. Por lo que, la respuesta de Shikamaru a su dilema era simple: regresar era aún más problemático que seguir adelante. Todo fuera por su salud mental y la de sus oídos.
Evitar una jaqueca era primordial.
El joven chasqueó su lengua, mientras apuntaba mejor la luz de su celular hacía el suelo y las paredes de piedra fría del lugar, el resto, siendo consumido por una oscuridad tan impenetrable que lo hacía fruncir el ceño, porque estaba seguro que la capacidad de su linterna de celular era más amplia que la que estaba abarcando. Apretó los labios en una fina línea, antes de seguir andando con pasos tentativos.
La frialdad de las rocas que lo rodeaban sólo aumentaba con la humedad en el aire, causando que se sintiera sofocado. Llevó su mano a su camiseta negra y la despegó de su pecho en un vano intento por refrescar aquella sensación desagradable y, aunque disminuyó la velocidad de sus pasos, no dejó de avanzar.
Sus ojos oscuros se estrecharon, intentando dilucidar lo que lo esperaba más allá de la oscuridad, sin éxito. Arrugó su rostro en una mueca molesta, porque mientras más se adentraba en ese lugar que parecía no tener fin, mayor era su incomodidad.
Comenzó con la sensación de pelos de punta en su nuca, para avanzar con un sudor frío a medida que la humedad lo sofocaba, para seguir con el aumento de su ritmo cardiaco. Shikamaru sentía su corazón en sus oídos y no entendía la razón de ello, porque nada había cambiado. La oscuridad seguía intentando tragar su luz, sin lograrlo, y el frío calaba en él mientras más tiempo pasaba en ese lugar, pero el paisaje frente a sus ojos negros seguía siendo el de una fría y oscura cueva que no parecía tener fin. No el de una bruja encerrada de por vida para no poner en peligro al pueblo.
Tras suspirar, el adolescente se preguntó cuánto más tendría que entrar en ese lugar para estar satisfecho con aquella estúpida expedición y así poder volver sin que sus amigos lo molestaran por no haber llegado al final.
Sin embargo, no alcanzó a procesar nada más, porque frente a él comenzó a intensificarse una pequeña luz azulada. Shikamaru frunció su ceño y enlenteció sus pasos. La mano sobre su celular nunca vaciló, a pesar que la luz que le brindaba se hacía cada vez más pequeña a medida que se agranda la que había frente a él, hasta que decidió simplemente apagarla y guardar el aparato en el bolsillo delantero de sus jeans oscuros.
Tragó saliva y, dejando de lado sus nervios y la inminente señal de peligro que sentía en su interior, se forzó a apresurar sus pasos y dejarse engullir por aquella potente luz mientras apretaba sus ojos por el encandilamiento.
Contra toda lógica, su camino se amplió y la intensidad de la iluminación se atenuó, causando que el joven Nara pudiera entrecerrar sus ojos hasta lograr abrirlos por completo. Shikamaru parpadeó, desconcertado por la imagen frente a él y es que no todos los días uno se encontraba de frente con una mujer tan bella y etérea que te hace dudar de tu cordura.
La luz parecía emanar del cuerpo cubierto por una túnica azulada y no era tan intensa como en un comienzo le pareció a él. Sin embargo, nada de aquello era normal, partiendo por el hecho que Shikamaru se sentía más curioso que asustado.
La mujer era rubia, su pelo suelto, enmarcando y ocultando parte de sus rasgos al caer sobre su rostro aparentemente apacible. Sus brazos estaban encadenados por sobre su cabeza en una posición que al moreno le parecía completamente dolorosa, gruesas muñequeras de metal la retenían y el muchacho apostaría algo a que la piel bajo ellas estaba en carne viva. La misma retención parecía poseer en sus tobillos, aunque el largo de la túnica le impedía estar seguro.
A pesar de la decadencia en su imagen, no se podía negar su belleza ni que se trataba de alguien sobrenatural. Vamos, que un ser humano común y corriente no puede emanar tal luminosidad, ni tener tatuajes en sus brazos que se movían perezosamente. Mucho menos una piel dorada que se fundía en oro. Y Shikamaru, definitivamente, no estaba encantado con ella.
Claro que no. Él no lo estaba.
Para nada.
Todo era culpa de Naruto y su infantil diatriba para convencerlo de ingresar en ese lugar. Claro, sólo por ello, Shikamaru se encontraba aproximándose a la mujer que posiblemente era una bruja todopoderosa y aterradora que había destrozado el pueblo miles de años atrás. Una anciana en toda ley, pero que aparentemente no había envejecido ningún segundo.
Sus pasos fueron rápidos, casi ansiosos, para acercarse a ella, nada que ver con su siempre andar perezoso. Pero, de nuevo, a quién le importa, cuando una mujer como aquella estaba frente a él y Shikamaru debía reconocerse a sí mismo, que aquella mujer lo había hechizado con sólo su aspecto.
Realmente, ¡qué mujer más problemática!
Haciendo que se interesara en ella sin siquiera tener que abrir los ojos, cuando el joven Nara era conocido por considerar a las féminas demasiado problemáticas para lidiar con ellas (en todo sentido). Claramente aquella chica era una bruja, nada más podía explicar el jodido interés del moreno, cuando nunca lo había sentido por nadie más.
Pero bueno, basta de divagaciones de una mente inquieta y abrumada por la magia. La realidad es que los ojos oscuros se entrecerraron, analizando los intrincados patrones de los tatuajes en los brazos de la rubia. El derecho era abrumado por un diseño similar a llamas, también eran rojas y se movían con la viveza de una hoguera, era fascinante de ver. Mientras que el patrón del izquierdo recordaba a apacibles olas y su movimiento lo hacían sentir calmado.
La mente del chico dejó de lado todas las alarmas de peligro que ya había estado ignorando y sólo dio paso al silencio, mientras que extendía una mano, su cuerpo inclinado hacia la mujer, sus sentidos llenos de ella. Su color, su presencia magnética y su aroma ligero y plácido, totalmente fuera de lugar para alguien encerrada por siglos en una cueva asfixiante.
Sus dedos ansiosos por tocar su piel aterciopelada, mientras que en su mente de genio todo había dejado de funcionar para llenarse de la visión de aquella mujer seductora que sólo podía traerle problemas.
¡Oh! y realmente seguía siendo un genio a pesar de la neblina en su cerebro, porque apenas rozó ambos brazos, el caos se desató. El rugido de un viento enloquecido inundó el lugar y Shikamaru tuvo que cruzar sus brazos sobre su rostro para poder protegerse un poco de él, sin mucho éxito, algunos cortes sangrantes se formaron en sus antebrazos, pero nada de eso importó cuando el rostro pétreo comenzó a tener movimiento y el joven Nara supo que nada bueno le esperaba. Su día acababa de fastidiarse aún más.
Aunque, la visión de los ojos verdosos con tintes azulados le quitaron el aliento suficiente para hacerlo bajar sus brazos lastimados mientras un jadeo sorprendido escapaba de sus labios agrietados. El parpadeo que siguió en ellos, sólo provocaron que el muchacho tragara ruidosamente, molesto por sus emociones descontroladas por una visión de ensueño.
Claro que, uno nunca sabe cuándo el mejor de los sueños se transforma en la peor de las pesadillas. Lo que llegó a Shikamaru cuando esos ojos divinos se clavaron en los oscuros de él y una sonrisa salvaje se formó en los labios carnosos de la rubia.
― Eres un Nara, puedo verlo ― comentó la mujer, arrugando su nariz en un gesto desdeñoso ―. Tan molestos, pero hoy me siento benevolente porque me has despertado de mi sueño, supuestamente, eterno, así que te dejaré elegir.
Shikamaru frunció su ceño ante tanta incoherencia junta, aunque tras una segunda lectura a las palabras de ella, no era difícil entender bien lo que ella trataba de decir y el genio de los Nara suspiró porque ya podía presentir la vendetta detrás del tono y las palabras de ella.
― Dime, cervatillo, ¿preferirías morir quemado o ahogado? ― preguntó la bruja, mostrando todos sus dientes en una sonrisa que era más una mueca asesina que otra cosa y, por si había dudas, la sed de sangre en sus ojos y en su presencia, impedían toda confusión.
Shikamaru no se movió más que para guardar sus manos en los bolsillos de su pantalón y para fruncir su ceño más profundamente.
― ¡Mendokusei!― exclamó, causando que una de las cejas rubias se elevara, mientras ella lo miraba con un mínimo de interés ―. No sé qué te hicieron mis jodidos antepasados, pero no tiene nada que ver conmigo, así que preferiría que no te vengaras conmigo, eso sólo suena problemático.
La mujer lo miró, grandes ojos verde azulados clavados en los suyos y, a medida que la incredulidad se desvanecía, la risa se apoderó de la acústica de la cueva, causando que el pecho femenino se moviera convulsivamente.
― Grandes palabras para un cervatillo como tú. Lo siento mocoso, pero no saldrás con vida de aquí. ― Shikamaru bufó, antes de centrarse en ella y unir sus labios en una línea apretada.
― Mi nombre es Shikamaru, no cervatillo, no mocoso ― corrigió perezosamente y ella ladeó su cabeza, analizándolo como si él fuera la cosa más interesante con la que se había topado en la vida.
Y, hey, Shikamaru sólo era un hombre. Peor, un adolescente hormonado, por más que fuera más sensato y controlado que la mayoría de sus amigos, por lo que el sonrojo que subió por su cuello y se instauró molestamente en sus mejillas, al ser observado de tal manera por esa chica guapa, no hizo más que fastidiarlo más de lo que estaba.
Sí, definitivamente, aquel era un día jodidamente problemático y no hacía más que empeorar.
― Bien, Shikamaru ― comenzó ella, la burla resonando a través de sus palabras ― Soy Temari y quiero una respuesta a mi pregunta.
― Que mujer más problemática ― murmuró el joven, pero por la mirada divertida que estaba recibiendo de Temari, supo que lo había escuchado ―. ¿Sabías que ambas muertes son de las más dolorosas y desagradables que hay? Sin mencionar que el ahogamiento no te asegura la muerte, además hay quienes logran sobrevivir a las quemaduras, pero las consecuencias son demasiado problemáticas y dolorosas para querer lidiar con ellas.
La mujer lo miró, aún divertida por su diatriba y su expresión aburrida, mientras continuaba murmurando razones por las que ninguna de las dos muertes era admisible para él.
― Sólo quiero una vida sencilla, crecer, casarme con una mujer que no fuera ni fea ni guapa y tener dos hijos. El primero debía ser una chica y el siguiente un chico.
En tal punto, la mujer no aguantó y terminó riendo estruendosamente, porque aquel mocoso no podía estar más fuera de lugar hablando de sus planes de vida mientras ella amenazaba con matarlo. Era hilarante. Sin embargo, debía terminar con aquello antes de que le perdonara la vida.
― Si no eliges tú, lo haré por tí ― comenzó, pero él la interrumpió groseramente.
―¿Cómo lo harías si estás atada? ― preguntó, sospechando la respuesta, pero sin ganas de dejar que ella tomara la iniciativa en esa bizarra charla.
Sin embargo, Temari sonrió alegremente y Shikamaru se desconcertó por lo bonita de su sonrisa, al menos, hasta que las llamas surgieron de su mano derecha, chamuscando las gruesas cadenas que la retenían, dejando libre a la mujer, a pesar que aún llevaba aquellas pesadas muñequeras de metal.
― Las cadenas sólo son un accesorio de moda para los cautivos ― comentó la rubia, mientras se deshacía del metal en sus tobillos ―. Pero el verdadero secreto de mi cautiverio fue el hechizo que amablemente rompiste, por ello te doy a elegir tu manera de morir.
Shikamaru se paralizó con sus palabras, porque no había sido consciente de romper ningún hechizo, pero eso quedó en segundo plano cuando ella se acercó a él. La túnica se movía al compás de sus pasos y el movimiento de la tela adherida de la forma correcta a cada una de sus curvas, además de su piel dorada causó un cortocircuito en el adolescente.
Nunca había visto una mujer más hermosa que aquella y, por una vez en el día, no sintió que morir a manos de tal bruja fuera fastidioso. Estar en su presencia no era problemático.
El joven Nara sacudió su cabeza, intentando concentrarse en su actual diatriba para lograr sobrevivir en lugar de la belleza de una muerte dada por una mujer fatal. Ella se detuvo a un par de centímetros del joven, ingresando a su espacio personal con todo el descaro que parecía caracterizarla y él contuvo el impulso de moverse ¿hacía adelante o hacía atrás? porque nada parecía ser lo correcto en esa situación. Así que sólo se dejó invadir por la presencia abrasadora de la bruja.
― Una lástima ― comentó la mujer, posando su mano en el torso masculino, deslizándola hasta cubrir la mejilla izquierda de él ―. Me agradas, a pesar de tu sangre.
El moreno apretó los dientes y selló sus labios, negándose a dejar escapar el suspiro extasiado que su cuerpo le pedía liberar. Ella lo atraía como el peor de los males. Sin embargo, su tortura continuó cuando la otra mano de ella se posó en su pecho y la anterior se deslizó hacía su nuca. La distancia se volvió a reducir cuando el brazo izquierdo se posó sobre sus hombros y ella terminó abrazando al pelinegro, con todo su cuerpo acoplado al de él.
El corazón del joven se disparó por razones diferentes al miedo, pero no se atrevió a moverse, muy consciente de todos los puntos de contacto con Temari, puntos que parecían arder jodidamente bien, a pesar del peligro inminente.
― Así que, Shikamaru~ ― Ella arrulló su nombre y él dejó escapar un ruido estrangulado en respuesta ―¿Preferirías morir quemado o ahogado?
Ella le susurró directamente al oído, su cabello causando cosquillas en su piel y Shikamaru supo que estaba condenado apenas los ojos de Temari volvieron a aparecer, para unirse a los oscuros de él, con un brillo pícaro en ellos. Una promesa más atractiva que la muerte que le estaba ofreciendo.
Y el joven Nara nunca sabría si había sido él o ella quien se movió primero, aunque eso a nadie le importa, no cuando el resultado sería el mismo en cualquiera de los casos. Porque su boca había sido inundada con el torrente de pasión de los labios suaves de aquella poderosa bruja milenaria, causando que el aliento del moreno fuera extraído tan dolorosamente de sus pulmones como si, en realidad, se estuviera ahogando.
Un contraste interesante a lo que sentía su piel con el tacto de la rubia, a pesar de la capa de ropa que lo cubría en algunas partes. Porque el calor sólo iba en aumento, un calor tan similar a las pocas veces que se había quemado cocinando que le sorprendía no separarse de ella y, en su lugar, desear quemarse por completo mientras aquella rubia problemática fuera la causa.
Y convengamos en que Shikamaru seguía siendo un genio y sabía que aquella mujer había optado por darle una tercera opción, una en que su vida no sería consumida en minutos como lo haría con alguna de las muertes elegidas, provocando una venganza efectiva, pero fugaz en ella.
No, Shikamaru había visto a través de las intenciones de la bruja y sabía que la muerte que había optado por ofrecerle era lenta y con ella en primera fila para observar y gozar su vendetta contra su familia y, a Shikamaru no le importaba dar su vida en la venganza de Temari.
No si aquello significaba seguir ahogándose en ella mientras su tacto lo quemaba y marcaba para ella y sólo para ella. Un rasgo de posesividad invisible que no creía volver a ver de otras formas, porque la bruja lo había arruinado para nadie más que no fuera ella.
― Entonces, ¿cómo será? ― Temari preguntó descaradamente y Shikamaru bufó y arrugó su entrecejo al ver la sonrisa descarada y el brillo juguetón en sus ojos esmeralda.
― Mujer problemática ― comenzó el joven Nara, mientras movía sus brazos por primera vez en todo aquel intercambio y los cruzaba tras la cintura de la rubia, apegándose más a ella ―. Mientras sea contigo a mi lado, no me importa.
Y a pesar que ella había iniciado aquel juego, Temari quedó estupefacta con la inesperada respuesta, pero un nuevo beso iniciado por el moreno hizo que todo quedara en segundo plano. Porque la atracción por aquel mocoso era mayor que sus deseos de venganza con una familia que sólo la había detenido cuando su inmenso poder se había desbordado y ni ella había podido controlarlo.
Sin embargo, esa era una charla para otro momento, porque los acontecimientos del pasado podían verse como la familia Nara enclaustrando a una malvada y poderosa bruja, completamente destructiva o como la familia Nara salvando a una amiga de su propio poder, con dolor en sus corazones por tener que sellar a Temari en aquella cueva por milenios hasta que la naturaleza drenara su poderosa fuerza a través de cadenas hechizadas por ella misma para controlarla.
Y si las palabras de uno de los Nara volvía a resonar en su mente nublada por la abrumadora presencia del moreno, causando que rememorara una promesa de que recuperaría su vida cuando su destino llegara a ella. Bueno, pues, Temari ya había elegido torturar por el resto de su vida a aquel muchacho que parecía más un vago perezoso que un Nara hecho y derecho, así que ¿a quién le importaba el destino? cuando tenía una venganza que llevar a cabo.
Venganza que haría que el mar y el fuego de su ser colisionaran con las sombras representativas del clan Nara.
Sin embargo, si alguien le preguntara a Shikamaru por su decisión sobre la forma de su muerte. Diría que simplemente había elegido la tercera opción y morir envenenado por pequeñas dosis de ahogamiento e inmolación dada por una rubia extremadamente problemática, por el tiempo que durara la vida de ambos.
Además, a Shikamaru no le importaría presentar una novia jodidamente hermosa, inteligente y problemática a su familia. Sólo lamentaría levemente, no poder contarle a Naruto la verdad de aquella cueva y si horas después el rubio había recibido cierta llamada de Shikamaru, comentando que la cueva llegaba a otro lado del bosque, sin brujas ni leyendas hechas realidad, bueno, nadie podía culparlo por al menos darle un cierre a esa historia para el rubio.
Porque Shikamaru no deseaba compartir con nadie la realidad de esa caverna ni la decisión que había tomado en ella.
Porque ver sonreír a Temari a su lado era suficiente para hacerlo sentir que todo había valido la pena.
Hey, cuéntame que te pareció.
Fue divertido de escribir y espero no haber caído en mucho OoC, hace mil no escribía ShikaTema de cero ajaja
Anyway, nos leemos bye bye ~
