Disclaimer: The characters are S. Meyer's, and the story belongs to DobbyRocksSocks. I'm just translating.
Disclaimer: Los personajes pertenecen a S. Meyer y la historia es de DobbyRocksSocks. Yo solo traduzco.
Advertencia: Mención de tormento psicológico, corazón roto, catatonía, alimentación por goteo e intento de inanición.
Destinados a ser
—No puedo seguir haciendo esto —él susurró, sosteniendo su cabeza entre sus manos—. No soy lo suficientemente fuerte como para mantenerme alejado de ella.
Abajo, escuchó el chillido emocionado de su hermana antes de que ella anunciara:
—¡Regresaremos a Forks!
El ajetreo y el bullicio de su familia casi le trajeron una sonrisa a la cara. Casi. No había sonreído desde la fiesta de cumpleaños de Bella; esa noche había sido el catalizador de la peor decisión que jamás había tomado.
Solo esperaba que no fuera demasiado tarde. Rezó para que ella lo dejara corregir su error, que le creyera cuando le dijera que la amaba más que a nada, que ella era la verdadera razón de su existencia.
—Edward... no puedo ver tu reunión con ella —murmuró Alice, entrando rápidamente en la habitación—. Cada vez que trato de buscar a Bella, solo obtengo...
Se detuvo, mostrándole la negrura que le traían los pensamientos sobre el futuro de Bella. Su corazón muerto se apretó dolorosamente en su pecho. Ella no podía ser... no, ni siquiera se permitiría la idea.
Bella estaba bien. La vería en unos pocos días y lo comprobaría por sí mismo.
—Está bien, Alice —susurró—. Habrá una explicación para ello, estoy seguro.
Ella asintió, aunque parecía insegura, y sus pensamientos coincidieron con su rostro. Él la ignoró, sin querer siquiera pensar que algo podría estar mal con su ángel.
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Fue la mudanza más rápida que habían hecho alguna vez. Tres días después de que Edward tomara la decisión, conducía su Volvo por las familiares calles de Forks.
Aparcando detrás de Jasper, Edward se detuvo sólo unos instantes antes de que su familia le hiciera señas para que se dirigiera a su amor. Corrió entre los árboles, sus piernas lo llevaron más rápido de lo que jamás se había movido en su vida. En pocos minutos, estaba sentado en el árbol fuera de su habitación.
Sólo que... ella no estaba allí.
Abrió la ventana en silencio y se deslizó por ella. Sólo quedaba un leve rastro de su olor, aunque, confusamente, la mayoría de sus cosas parecían permanecer en la habitación. Frunciendo el ceño, volvió a salir por la ventana, dudando sólo un segundo antes de llamar a la puerta.
Podía oír a Charlie en la sala de estar, y aunque sabía que no iba a recibir la mejor acogida, esperaba obtener algunas respuestas.
La puerta se abrió y Charlie se presentó ante él. Edward no pudo evitar que se le escapara un grito de sorpresa. El padre de Bella estaba... diferente. Parecía cansado y desaliñado, tenía una botella de cerveza en la mano y se balanceaba ligeramente en el lugar.
—Tú —gruñó—. ¿Qué coño haces aquí?
Edward dio un paso atrás involuntariamente ante la fuerza del odio en el tono de Charlie.
—Esperaba ver a Bella.
—No tienes derecho a venir aquí, muchacho. No tienes derecho a preguntar por mi hija después de lo que le hiciste. La destruiste, mi bebé se ha ido y todo es tu maldita culpa!
—No —susurró Edward—. No, Bella no está, no se ha ido, no está. No puede estar muerta.
—Bien podría estarlo —murmuró Charlie, con los ojos llenos de lágrimas.
Edward apenas captó las palabras, sumido en su propio terror.
—Jefe Swan... por favor. Por favor, dígame dónde está —suplicó.
La lucha pareció abandonar a Charlie mientras se apoyaba en el marco de la puerta.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Supe en el momento en que terminé las cosas con Bella que había cometido un error, pero no podía retractarme. Créame o no, jefe, pero pensé que estaba haciendo lo mejor para ella. No puedo... la amo. Si me dice que la deje en paz entonces lo haré, lo juro, pero por favor... déjeme verla. Necesito verla.
Su apasionada súplica pareció encajar con Charlie, y asintió una vez, dando un paso atrás para dejar pasar a Edward por la puerta.
—Ve a la sala de estar —dijo bruscamente, cerrando la puerta tras él—. Bella ya no está aquí, Edward. Después... El día que la dejaste, Bella estuvo desaparecida durante horas. No sé qué le dijiste en el bosque y, siendo franco, probablemente sea mejor así, pero fuera lo que fuera... se rindió. Se hizo un ovillo en el suelo del bosque y...
Se interrumpió con un sollozo ahogado.
» Sam Uley fue quien la encontró. La trajo a casa y el Dr. Gerandy la revisó. Pensé que solo necesitaba darle unas semanas y que iba a superar el primer amor y… bueno, no me gustas. No me gustas desde que sucedió lo de Phoenix, y nunca lo he ocultado.
Edward asintió a su pesar. Intentaba captar más de la historia de los pensamientos de Charlie, pero estaban aún más confusos que de costumbre y no conseguía sacar nada útil.
—Mi Bella, sin embargo, te quería más que a nada que haya visto en toda mi vida. Fue como si... como si te hubieras ido y te la hubieras llevado contigo. Ella era un caparazón. No hablaba, no comía, no dormía, no hacía nada. Se sentaba en la silla de su habitación, acurrucada como si se estuviera aguantando, mirando por la ventana.
Charlie sacudió la cabeza.
» No sabía qué hacer. Entonces apareció Billy. Conoces a los Quileutes, por supuesto. Me contó todo. Me habló de tu familia... me habló de los lobos... No le creí. Mi bebé no sería tan estúpido para involucrarse con seres sobrenaturales. Pero... lo demostró. Sam era humano, y luego era un lobo gigante, y mi bebé estaba enamorado de un maldito vampiro.
Edward estaba atónito. No podía creer que Billy Black hubiera sido tan estúpido como para soltarle la lengua a Charlie no sólo sobre los lobos, sino sobre la familia Cullen. El incumplimiento del tratado, el segundo en meses si se contaba que Jacob le había contado la leyenda a Bella, era un lastre que tendría que ser abordado en algún momento.
—¿Por qué te lo dijo? —Edward preguntó en voz baja.
—Me lo contó porque creía que le habías hecho algo. Dijo que la habías vuelto tu esclava; dijo que conocía un ritual que podía realizar en mi Bella para librarla de ti. En ese momento me quedé sin ideas, así que acepté. La llevé a la reserva y él realizó su ritual.
Charlie resopló.
» Fue lo más animada que la vi desde que te fuiste, pero no fue en el buen sentido. Le gritó a Billy que no estaba sometida a ninguna «esclavitud», que te quería, y que se jodieran todos si creían que podían hacer que te olvidara. Fue... una cosa bastante rara. Esperaba que hubiera avanzado, pero en todo caso, empeoró. Era como si se castigara a sí misma por tu partida.
A Edward se le cortó la respiración.
—Intenté todo lo que se me ocurrió, y cuando fracasé, Renee intentó llevarla de vuelta a Arizona. Bella se negó, amenazó con hacerse daño si la obligábamos a irse. Al final, no hubo más remedio que dejarla en paz.
Charlie se levantó de repente, saliendo a grandes zancadas de la habitación. Edward oyó el tintineo de las botellas al abrirse la nevera, y regresó instantes después con una nueva botella en la mano. Edward tenía la sensación de que era sólo el flujo de alcohol lo que mantenía a Charlie tan verborrágico.
» Ella no está aquí ahora porque está internada en un hospital psiquiátrico y no da señales de vida. La alimentan con un goteo, y está tumbada en su cama y no se mueve. El único ruido que hace es cuando grita en una pesadilla. Así que, Edward, no, Bella no está muerta, pero bien podría estarlo.
Pasaron unos instantes de silencio, con Edward sosteniendo la cabeza entre las manos. ¿Qué demonios había hecho? Creía que estaba haciendo lo mejor para ella, para mantenerla a salvo y viva y en cambio... la había destruido. ¿Por qué creía que era el único que sentiría la separación? Carlisle había expresado la opinión de que Bella era la compañera de Edward, que ella sentiría el vínculo sobrenatural igual de fuerte que él, pero Edward había estado seguro.
Bella estaría mejor sin él.
—Sé que probablemente no signifique mucho, pero... ya sabes lo que soy, lo que es mi familia. En el decimoctavo cumpleaños de Bella, hubo un incidente. Bella se cortó con un papel, y mi hermano Jasper... es un empático. Sintió la sed de sangre de todos los presentes e intentó atacar a Bella. Por supuesto que no la alcanzó, pero Bella se lastimó en el caos. ¿Recuerdas que llegó a casa con una herida en el brazo?
Cuando Charlie asintió, Edward continuó.
» Pensé... quería que estuviera a salvo. Bella… no sé si esto es algo que necesitas saber, pero en aras de la honestidad, Bella quería ser cambiada. Quería ser como nosotros, para poder quedarse conmigo para siempre. Por mucho que la amara... que la amo, no quería esta existencia para ella, así que pensé que si me alejaba a mí y a mi familia de Forks, ella estaría a salvo. No podríamos lastimarla y ella no cambiaría.
—No creías que ella te amaba tanto como decía —murmuró Charlie, sus ojos sorprendentemente claros.
—No lo hice —Edward asintió—. Es el mayor error que he cometido.
Charlie suspiró.
—Sigues sin gustarme y, sinceramente, si la elección fuera mía, querría a Bella tan lejos de ti y de tu familia como fuera posible. Pero ella te quiere. Creo que, si alguien puede traer a mi hija de vuelta, eres tú. Así que llamaré al hospital por la mañana y te añadiré a su lista de visitas.
—Gracias.
—¿Me prometes algo? —dijo Charlie, mientras Edward se levantaba.
—Lo que sea.
—Si Bella quiere que la cambien... hazlo por ella. No la defraudes de nuevo, Edward. Puede que no seas humano, pero te juro por todo lo sagrado que si vuelves a hacer daño a mi niña, encontraré la forma de acabar contigo.
—Yo... Si vuelvo a hacerle daño, te daré los medios para acabar conmigo —respondió Edward—. Y te lo prometo. No soy lo suficientemente fuerte para estar sin ella por más tiempo. Lo que me pida, se lo daré.
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—¿La viste? —Alice preguntó en cuanto Edward entró por la puerta principal. Toda la familia lo miraba ansiosamente, esperando noticias.
—Ella... yo... —Edward negó con la cabeza.
—Cariño, ven a sentarte —Esme le dijo preocupada, guiándolo hacia los sofás recién descubiertos. Mientras los demás se reunían a su alrededor, Edward trató de aclarar su mente lo suficiente como para explicarles lo sucedido.
—Charlie sabe nuestro secreto. Lo que somos, quiero decir. Y los lobos. Billy Black se lo contó todo.
—Hijo, tal vez deberías empezar por el principio —Carlisle dijo en voz baja.
Edward asintió.
—Cuando nos fuimos, cuando me despedí de Bella, ella no quería dejarme ir. Yo... le dije que no la quería. Le dije que ella ya no era suficiente para mantener mi atención. Por lo que Charlie me contó, le dolió mucho más de lo que yo podría haber esperado. Yo no... yo no... Bella no está en casa. Está en un hospital psiquiátrico en Port Angeles. La rompí, Carlisle.
La última frase fue un sollozo, mientras Edward se dejaba caer en su asiento, con las manos en el pelo, tirando de él lo suficiente como para que le doliera.
» La rompí. Los lobos trataron de convencer a Charlie de que la tenía bajo esclavitud, de que había estado jugando con ella. Le hicieron un ritual, pero obviamente no funcionó, porque yo nunca le habría hecho eso. Charlie me odia y me lo merezco. Si me dice que me pierda, también me lo merezco, pero la necesito. La necesito tanto, y está tumbada en una cama de hospital, gritando por las pesadillas y alimentada a través de un goteo porque se niega a comer y todo es culpa mía —exclamó.
Esme lo abrazó con fuerza, llenando sus ojos de veneno mientras lo mecía lentamente. Nadie parecía saber qué decir, y Jasper se encogía en su asiento junto a Alice ante la emoción de la habitación.
—Edward, puedes arreglar esto —Esme susurró—. ¿Te ha dicho Charlie dónde está exactamente Bella?
—Sí. Va a llamarlos por la mañana y a añadirme a su lista. Me odia, pero cree que soy su última esperanza para recuperar a su hija.
—Entonces la verás mañana. Puede que sea un largo camino, pero tengo fe en que puedes traer de vuelta a la brillante y hermosa joven de la que te enamoraste, tanto para ti como para todos los que la quieren.
—¿Crees que me odiará? —preguntó, odiando lo infantil que sonaba, pero necesitando algún tipo de seguridad.
—No lo sé, hijo. Lo que sí sé es que Bella te quiere tanto como tú a ella. Cree y confía en ese amor, y al final, saldrán adelante. Están destinados a estar juntos, Edward. Bella te ama. Nunca pierdas de vista eso.
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Carlisle llevó a Edward al hospital psiquiátrico al día siguiente, cuando quedó claro que no estaba en condiciones de ver a los médicos solo. Atravesaron las puertas en silencio, Edward esperaba impaciente mientras Carlisle explicaba a la enfermera del mostrador a quién iban a ver.
—El horario de visitas comienza en media hora —dijo la enfermera, indicándoles que tomaran asiento en la sala de espera.
—¿Qué está haciendo Bella ahora mismo? —Edward preguntó, con los ojos encendidos por el enfado—. Su padre me ha dicho que no se mueve de la cama. ¿Qué daño puede hacer que me permita entrar a verla ahora?
—Edward —murmuró Carlisle en tono de advertencia—. Media hora pasará rápidamente. Controla tu temperamento.
Volviéndose hacia la enfermera, Carlisle sonrió disculpándose.
» Isabella es muy importante para mi familia, y acabamos de enterarnos de su estado. Mi hijo está muy ansioso por verla.
La enfermera asintió, ligeramente deslumbrada por la sonrisa de Carlisle.
—Déjeme hablar con el médico de Isabella. Puede que podamos saltarnos las normas, sólo por esta vez.
Carlisle asintió.
—Muchas gracias.
Diez minutos más tarde, un médico los recibía en la puerta, haciéndoles un gesto para que lo siguieran.
—¿Puede decirme algo más sobre el estado de Isabella? —Carlisle preguntó.
—Tengo un acuerdo de divulgación completa del padre de Isabella —confirmó el médico—. Isabella está catatónica. Es el peor caso que he visto en mi carrera, si soy completamente sincero. Si no fuera por el goteo, se habría muerto de hambre hace tiempo. Yo... Charlie Swan parecía creer que la presencia de su hijo podría ayudar a Isabella, pero siento que debo advertirles a ambos que no tengan demasiadas esperanzas. Ruego que Charlie esté en lo cierto, pero... Bueno, supongo que lo verán por ustedes mismos.
Abrió la puerta a una habitación de aspecto sencillo, amueblada únicamente con una cama de hospital estándar y un soporte de goteo.
—¿Por qué no hay muebles? —Edward preguntó, entrando en la habitación. Todavía no se había permitido mirar a su Bella.
—Nos preocupaba que intentara hacerse daño.
—Oh, Dios —murmuró Carlisle, llevándose la mano a la boca.
Edward siguió su mirada y jadeó, con las piernas temblando bajo él mientras se apoyaba en la pared. Bella estaba...
—Esa no es mi Bella —gimió.
La chica de la cama era diminuta, demacrada y gris, con el pelo lacio alrededor de los hombros. Tenía los ojos abiertos, mirando al frente, pero no había vida en ellos. No había nada reconocible en la chica de la cama.
—Los dejaré con su visita. Una enfermera estará por aquí para informarles cuando termine el horario de visitas —dijo el médico, mirando con tristeza a Bella un momento antes de salir de la habitación, cerrando la puerta tras de sí con un silencioso chasquido.
—Carlisle... esa no es mi Bella.
Carlisle negó con la cabeza.
—Yo tampoco lo hubiera creído si no lo hubiera visto con mis propios ojos. Parece... ve con ella, Edward.
Edward cruzó la habitación lentamente, sentándose en el borde de la cama. Ella no reaccionó, ni siquiera parpadeó ante el movimiento.
—¿Bella? Bella, cariño, soy Edward. ¿Puedes mirarme?
Nada.
Él dudó un momento antes de coger su mano con la suya, acariciando la piel del dorso de la mano con el pulgar.
Ella se apartó de él, con una expresión de miedo en el rostro. La cama se sacudió mientras ella se hacía un ovillo gimiendo.
—Otra vez no, otra vez no, no, vete, no puedo, no puedo, otra vez no, otra vez no.
—Bella, mi niña, por favor, mírame —Edward suplicó.
—Vete, vete, vete —ella susurró, apretando los ojos—. No está aquí, Bella. Estás alucinando, no es real. Vete, vete, vete".
—Nena, estoy aquí —le suplicó él, acariciando su brazo—. Bella, estoy aquí, siento mucho haberte dejado, lo siento mucho, cariño, te amo.
Los ojos de ella se abrieron de golpe y lo miró fijamente. Él esperó, sosteniendo su mirada, hasta que, de repente, su rostro se quedó en blanco con una expresión de absoluta paz.
—Edward —murmuró ella con una suave sonrisa en los labios—. Lo hice, ¿no? ¿Les gané?
—¿A quién le ganaste, cariño?
—Los médicos... intentaron mantenerme con vida, pero yo sabía, lo sabía, Edward. Tenía que morir para estar contigo de nuevo, lo sabía. Los vencí, Edward. Ahora puedo mantenerte conmigo.
Edward estaba horrorizado. ¿Intentaba morir para poder estar con él?
—Mi niña, no estás muerta. Estás en el hospital... Charlie me dijo dónde estabas cuando fui a tu casa.
—No. No. Edward, no te burles de mí, no es agradable. No quiero pensar en Charlie. Sólo quiero acostarme contigo para siempre, ven a acostarte conmigo, Edward.
Edward miró a Carlisle, que observaba la escena con expresión de dolor.
—¿Qué hago? —preguntó, lo suficientemente rápido y en voz baja como para estar seguro de que Bella no se daría cuenta.
—Demuéstrale que sigue viva, hijo —Carlisle murmuró.
—Bebé, ¿sentirías dolor si estuvieras en el más allá? —Edward preguntó al cabo de un momento, volviendo su atención a Bella.
Ella frunció el ceño.
—Claro que no, tonto.
Le dio un pellizco en la muñeca, no lo suficientemente fuerte como para dejarle una marca, pero sí lo suficiente como para que le doliera por un momento. Ella parpadeó y se sentó en la cama, alejándose de él todo lo que pudo, mirándolo con los ojos muy abiertos.
Edward la observó con cautela, impresionado a su pesar por la rapidez con la que se movía.
—Tú... yo... qué... —ella tartamudeó. Observó cómo finalmente se fijaba en Carlisle y se encogía aún más.
—He vuelto para pedirte perdón y Charlie me ha dicho dónde estabas —Edward le dijo en voz baja—. Bella, siento mucho haberte dejado. No quise decir nada de lo que dije en el bosque, estaba tratando de mantenerte a salvo. Nena... por favor, créeme. Te necesito, te quiero tanto que me duele.
Ella negó con la cabeza.
—No, no lo haces. No me quieres. Nunca fui lo suficientemente buena para ti, no lo fui, no soy nada, nada, no puedo, no lo haces, tienes que irte, no puedes estar aquí, no estás aquí, esto es... no. No.
Teniendo cuidado con la vía intravenosa, Edward se acercó a ella, ignorando sus débiles intentos de resistirse, y la recogió en sus brazos. La atrajo hacia su pecho, meciéndola sobre sus rodillas mientras ella sollozaba en su camisa.
Sintió el cambio en ella cuando se relajó y su mano subió por su pecho para aferrarse a su camisa mientras sus lágrimas caían sin control por su rostro.
—Lo eres todo —le susurró—. Absolutamente todo. Todo el tiempo que estuve lejos de ti, no sonreí, no cacé muy a menudo, no puse música, ni hablé ni nada. Me senté en una habitación vacía con una foto tuya y te eché de menos. Te amo, Bella, con todo lo que soy y todo lo que tengo.
Ella no respondió, sólo siguió llorando.
—Alguien viene —Carlisle advirtió, mirando a la puerta.
Edward se movió para apoyarse en el respaldo de la cama, con Bella aún envuelta en sus brazos, con las piernas sobre su regazo.
El médico entró en la habitación con la enfermera que había estado sentada en la recepción.
—Las visitas han... —se interrumpió, mirando a Isabella plenamente consciente, llorando en la camisa de Edward. Sus ojos se abrieron de par en par al verlos a los dos, mirando en silencio a Carlisle—. ¿Cómo... cómo es que esto ha pasado? —preguntó.
—Edward tiene parte de la culpa del estado mental de Isabella —Carlisle respondió en voz baja—. Creo que su catatonia se debió a un corazón roto. Edward... el amor que ambos comparten no se parece a ninguno que haya visto jamás. Aunque no creo que Isabella mejore simplemente porque él esté aquí, creo que esto será un punto de inflexión para ambos.
—Ya veo —contestó el doctor, acariciando su barbilla pensativamente—. Lo hemos visto antes, por supuesto, corazones rotos que causan una severa depresión. Sin embargo, esto es todo un giro, uno muy interesante.
Carlisle asintió, pero no contestó, y prefirió volver a mirar a Edward y a Bella. Las lágrimas de ella habían disminuido y sus ojos se cerraban, aunque su agarre de la camisa de él no se aflojó en absoluto.
—El horario de visitas ha terminado —dijo la enfermera en voz baja—. Por supuesto, puedes volver mañana.
—No la voy a dejar —Edward respondió, abrazándola más fuerte. Se estaba durmiendo en sus brazos, y era la mejor sensación que había tenido desde que la dejó en el bosque. De ninguna manera la iba a dejar ir.
—Lo siento, muchacho, pero las reglas son las reglas —respondió el médico—. Como dijo la enfermera Emma, eres bienvenido a volver mañana, pero tienes que irte ahora.
—Carlisle —Edward dijo, mirando a su figura paterna— Llama a Charlie y pídele que le dé el alta a Bella para que yo la cuide. La llevaremos a casa.
Carlisle parecía pensativo.
—¿Crees que lo hará?
—Hará cualquier cosa para recuperar a su hija —Edward respondió, seguro de sus palabras—. Cuéntale de sus reacciones de hoy y te garantizo que firmará su salida.
—Aunque eso ocurriera, no puede suceder hoy —argumentó el médico.
—Acabo de convencerla de que no soy una alucinación —Edward le gruñó al médico—. No voy a dejar que se despierte sola y que crea que sólo ha sido un sueño o lo que sea. No va a suceder y podemos discutir sobre esto toda la noche, pero hasta que ella me diga que no me quiere aquí, no me voy a ir, carajo.
—Llama a Charlie Swan, pídele que venga en cuanto pueda —el médico le dijo a la enfermera después de un momento.
Carlisle asintió a Edward, que se limitó a enterrar el rostro en el cabello de Bella, aspirando su aroma. Después del tiempo que había estado sin ella, se sentía realmente como si estuviera en el cielo.
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Enterrado en su cabello y ajeno al resto del mundo como estaba, Edward ignoró lo que ocurría en la habitación hasta que escuchó la voz de Charlie.
—Esto debería sorprenderme más de lo que lo hace.
Levantó la vista para ver que Charlie se había unido al Doctor y a Carlisle para observar a los dos en la cama. Edward se alegró de ver que el hombre estaba sobrio, vestido con su uniforme de policía y con un aspecto algo más fresco que la noche anterior.
—Jefe Swan —saludó en voz baja.
—¿Cómo está?
—Al principio pensó que estaba alucinando, y luego creyó que había vencido a los médicos y que había muerto. Yo... no tenía ni idea de que le afectara así —Edward respondió—. El médico me ha pedido que me vaya, pero no volveré a cometer los mismos errores. El agarre que tiene de mi camisa, incluso mientras duerme, me dice que me quiere aquí. Le prometí que estaría y haría lo que ella quisiera, así que hasta que me diga que me vaya, me quedaré con ella.
Charlie asintió pensativo.
—Bien.
—No podemos permitir que se quede con ella, Charlie —dijo el médico—. Tenemos normas que hay que cumplir, y el horario de visitas terminó hace una hora. No podemos dejar que la gente se quede de cualquier manera.
—Bueno, entonces la llevaré a casa, y Edward puede quedarse con ella allí —Charlie respondió encogiéndose de hombros, con los ojos duros—. Me estás diciendo que ella dijo palabras reales. Eso es más de lo que ha hecho desde que está aquí, y si es a Edward a quien necesita para mejorar, entonces maldita sea, eso es lo que tendrá.
Bella se removió en los brazos de Edward, sus ojos se abrieron lentamente.
—¿Edward?
—Estoy aquí, bebé —dijo él, estrechando su agarre sobre ella.
—Estás... No ha sido un sueño, ¿verdad?
—No. Estoy aquí, y no me voy a ir —él le respondió, besando su sien—. Tu padre está aquí, cariño.
Ella miró hacia donde Charlie la observaba con lágrimas en los ojos.
—Papá —exclamó—. Papá, lo siento mucho.
—No te disculpes, Bells —Charlie respondió, acercándose lentamente. Extendió los brazos y ella soltó a Edward para abrazar a su padre, aunque permaneció en el regazo de Edward—. Nada de esto ha sido culpa tuya, cariño, pero me alegro mucho de oír tu voz.
Cuando se separaron, su mano volvió a agarrar automáticamente la camisa de Edward.
» ¿Estás lista para volver a casa, cariño? —Charlie preguntó, dando un paso atrás.
Ella miró a Edward, luego a Charlie y después a Edward.
—No importa dónde estés, Bella, estaré allí contigo —él le aseguró en voz baja.
—De hecho, Charlie, nos preguntábamos si podrías dejar que Bella viniera a vivir con nosotros durante un tiempo —dijo Carlisle—. Como médico, puedo vigilar que vuelva a tener un peso saludable, y por supuesto, serías bienvenido a visitarla en cualquier momento.
Charlie dudó.
—No estoy seguro de que sea una buena idea.
—¿Puedo preguntar por qué?
—Porque si se produce otro «incidente», por decirlo así, no sabré si ella estará bien. No estoy seguro de que sea una buena idea que el resto de tu familia se acerque tanto a ella en este momento, especialmente mientras está tan frágil. Acepto que Edward es... parte de ella ahora, y no puedo ni quiero tratar de mantenerlos separados, pero...
—Entiendo tus preocupaciones, y soy consciente de que lo único que te asegurará mi sinceridad es el tiempo, pero Bella es y siempre ha sido extremadamente importante para mi familia. Su bienestar fue la causa principal de nuestra partida la última vez, y ha quedado muy claro que Bella necesita a Edward tanto como él a ella. Aprendemos de nuestros errores, Charlie.
—¿Bells? ¿Qué quieres hacer, cariño? —Charlie preguntó después de un momento.
Sus ojos se abrieron de par en par, y parecía algo parecido a un ciervo atrapado por los faros de un coche.
—No lo sé. No quiero ser un problema para nadie. Sólo déjame aquí.
—No, mi niña. No puedes quedarte aquí, porque no me dejan quedarme contigo. ¿A menos que quieras que me vaya?
Ella negó con la cabeza, su agarre en la camisa de él apretando.
» Entonces, ¿te gustaría venir y quedarte con nosotros por un tiempo, o quieres ir a casa?
Ella enterró la cara en su camisa y se negó a responder. Él le acarició el pelo, mirando a Carlisle y Charlie.
—Me sentiría más cómodo dándole el alta para que viva con un médico —dijo el doctor, mirando entre ellos—. Isabella va a necesitar a alguien a su alrededor que sepa qué hacer para recuperar sus hábitos alimenticios, y alguien a su alrededor que esté legalmente autorizado a sedarla si es necesario"
—¿Ha sido necesario en el pasado? —Carlisle preguntó, con los ojos tristes.
—Unas cuantas veces, cuando las pesadillas han sido demasiado —respondió el médico.
—¿Juras que puedo visitarla cuando quiera?—Charlie preguntó.
—Serás bienvenido a cualquier hora del día o de la noche, Charlie —le aseguró Carlisle.
—Entonces... por ahora, permitiré que se quede contigo. Esto es a modo de prueba —dijo. Edward podía notar que no estaba del todo contento con la situación, pero nadie podía ignorar la forma en que Bella se aferraba a él.
—¿Cuándo podremos irnos? —preguntó.
—Puedo tener el papeleo listo mañana por la mañana —respondió el médico—. Eso es lo más pronto que podré tenerlo arreglado.
—Déjame adivinar, ¿tengo que irme? —Edward preguntó, mirando al médico, que asintió con la cabeza.
Manteniendo a Bella en sus brazos, Edward se apartó de la cama y se giró para dejar a Bella en el suelo. Cuando la soltó, ella chilló, dando patadas contra la cama mientras intentaba mantener el agarre de su camisa.
Edward le acarició el pelo, tranquilizándola un poco.
» ¿Está seguro de eso, doctor?
—No podemos permitir que permanezca en su habitación toda la noche. Lamento que les moleste, pero sólo es una noche más. Si es necesario, podemos sedarla hasta la mañana.
Edward gruñó, mientras Carlisle negaba con la cabeza frunciendo el ceño y Charlie dirigía una mirada al doctor.
—Mire, doctor, sabe que lo respeto —Charlie dijo, con un tono duro—, pero mi hija lleva meses en estado catatónico. Por fin se está comunicando, ¿y usted quiere sedarla y llevarse a la persona que la ha devuelto a la vida? Si cree que lo voy a permitir, piénselo otra vez. O bien hace una excepción para que Edward se quede con ella, o bien consigue que el papeleo se agilice y nos permita salir hoy mismo.
Edward levantó suavemente a Bella entre sus brazos, rodeándola mientras se sentaba de nuevo.
—No me dejes —gimió, enterrando su cara en su cuello—. Por favor, no me dejes.
—No lo haré, bebé. No hay nada ni nadie en este mundo que me haga dejarte de nuevo, lo prometo.
El médico los observó en silencio durante un momento, antes de asentir una vez.
—Haré que el papeleo sea rápido. Charlie, si me acompañas, tendrás que firmar su alta.
Charlie asintió con la cabeza, sonriendo a su hija mientras se inclinaba para besar su cabeza.
—Iré con ustedes, me gustaría echar un vistazo al expediente médico de Bella —Carlisle dijo en voz baja, siguiendo a los dos hombres fuera de la habitación.
Edward se desplazó hacia abajo en la cama para estar tumbado y envolvió a Bella con la manta. Intentó meterla entre los dos, pero ella no se lo permitió, acurrucándose más contra él.
—Te amo, Bella —susurró, cerrando los ojos mientras se sumergía una vez más en su presencia, concentrándose sólo en la sensación de tenerla entre sus brazos, el olor que le rodeaba y el sonido de su corazón latiendo en su pecho.
Estaba en casa.
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Edward estaba sentado en la parte trasera del coche de Carlisle, con Bella en su regazo. Agradeció los cristales tintados, pero con Charlie conduciendo de cerca detrás de ellos, no era como si estuvieran a punto de ser detenidos de todos modos. Ella se había negado a dejarle marchar el tiempo suficiente para cambiarse, así que él la envolvió con una manta y la sacó en brazos, ignorando la ceja levantada del médico mientras lo hacía.
Llevaba puesto el pijama y, al menos por el momento, si así estaba cómoda, no debería haber ningún problema en que se lo dejara puesto.
Con suerte, permitiría que Esme o Alice la ayudaran cuando llegara el momento de ducharse y cambiarse. Edward no se sentía nada cómodo con la idea de dejarla sola; las palabras que ella había dicho en el hospital le habían metido el miedo en el cuerpo con respecto a la falta de valor que ella le daba a su propia vida.
—He llamado a Esme y le he pedido que haga salir a los demás durante unas horas mientras tú acomodas a Bella en tu habitación —Carlisle dijo en voz baja—. No creo que tenerlos bombardeándola con saludos y disculpas en cuanto volvamos a casa sea una buena idea.
Edward asintió agradecido.
—Gracias. Carlisle... ¿Puedo ayudarla? ¿Se pondrá mejor?
—Ya la estás ayudando, hijo —le aseguró—. Sigue pasando tiempo con ella, y cuando esté preparada, habla con ella. Dile que te has dado cuenta de tu error, que no lo volverás a cometer. Tengo fe en que Bella estará bien con el tiempo.
Edward asintió, moviendo su mano por el cabello de Bella. Ella se movió ligeramente, apretando más su cara contra el pecho de él. Se había vuelto a dormir en algún momento del viaje, y él esperaba que fuera porque se sentía segura acunada en sus brazos como lo estaba.
—¿Es este el vínculo? —se preguntó en voz alta—. ¿Esto es porque ella es mi compañera?
—Creo que sí —Carlisle respondió—. Aunque la depresión tras una ruptura es habitual, la reacción de Bella es mucho más fuerte que la de la mayoría. Creo que debemos tener en cuenta que el vínculo entre ustedes ya se ha fortalecido hasta convertirse en un vínculo de apareamiento, a pesar de su humanidad.
Edward asintió, acariciando el cabello de Bella casi distraídamente. Jugó con las puntas, envolviéndolas con cuidado alrededor de sus dedos hasta que giraron hacia el camino de entrada.
Esme esperaba impaciente en el porche cuando Carlisle finalmente detuvo el coche. Charlie se detuvo detrás de ellos y abrió la puerta para que Edward saliera, con Bella aún segura en sus brazos.
—Vendré mañana cuando termine de trabajar —dijo, inclinándose un poco para besar la sien de Bella—. Si quiere hablar conmigo, mi teléfono estará encendido toda la noche, y lo llevaré conmigo mañana.
Edward asintió.
—Gracias, Charlie. Por dejarme verla.
Charlie le estrechó el hombro brevemente. —Gracias por traer a mi hija de vuelta. La veré mañana. Oh, ¿le harán saber a la gente que han vuelto o no?
—Tendremos que hacérselo saber a Billy Black, ya que es parte del tratado. Por lo demás, creo que deberíamos mantenerlo en secreto hasta que Bella se sienta mejor —Carlisle dijo mientras bajaba del coche.
—Ese tratado que dices es el que te impide cazar... humanos, ¿verdad?
—No es el tratado lo que nos impide beber de los seres humanos, Charlie, más bien es nuestra conciencia. No mataríamos a alguien simplemente para mantenernos. No, el tratado se hizo para que nosotros y los lobos pudiéramos convivir con la menor cantidad de conflictos posibles —Carlisle le explicó.
—Ah. Vale, bueno, supongo que los veré mañana.
Carlisle asintió.
—Por supuesto. Eres bienvenido cuando quieras, como hemos dicho. Que pases una buena noche, Charlie.
—Tú también.
Edward se dirigió a la casa, ofreciendo a Esme una pequeña sonrisa al pasar junto a ella. Llevando a Bella a su dormitorio, se sentó en el amplio sofá, recostándola a su lado. La envolvió con la manta y le puso el jersey bajo la cabeza a modo de almohada.
—Aquí está su mochila, hijo —dijo Esme, entrando en la habitación.
Edward la cogió, la abrió y se apresuró a poner la ropa de ella en el armario junto a la suya, sonriendo al verla.
—Vamos a tener que pedir una cama —dijo, volviendo a mirar a su chica—. No puede seguir durmiendo en el sofá.
—Ya lo tengo cubierto, hijo. A primera hora de la mañana nos entregarán una cama grande —Esme le aseguró.
– Le hice daño a todo el mundo haciendo que nos fuéramos, ¿verdad? —murmuró, sacudiendo la cabeza. Nunca se había dado cuenta de lo egoístas que habían sido sus acciones. No sólo había permitido que Bella se apegara a él, sino que también había dañado los fuertes lazos entre ella y su familia.
—Todos entendimos la lógica de tu decisión, Edward, por mucho que te doliera. Pero te advierto que se ha hablado de atarte y encerrarte en el sótano si vuelves a intentar dejarla.
Edward resopló.
—Claro, como si fuera tan estúpido como para volver a dejarla. Esme... no creí que pudiera quererla más, pero cuando la vi en la cama del hospital... su olor ni siquiera me molesta ahora. O, sí lo hace, pero no de la manera en que una vez lo hizo. Es más... más reconfortante ahora, que tentador.
—Probablemente será mejor que hables de eso con Carlisle, pero si me dejas ofrecer una opinión.. —preguntó, continuando cuando él asintió—. Cuando estuvimos aquí antes, siempre le ocultaste a Bella una parte de ti. Ahora... creo que has aceptado completamente el vínculo de apareamiento entre ustedes. La forma en que ahora describes su olor como reconfortante... El olor de Carlisle es reconfortante para mí, y he oído a Alice decir lo mismo de Jasper.
Asintiendo pensativo, Edward volvió a mirar a Bella.
—Incluso tan enferma como está, sigue siendo tan hermosa —suspiró—. Sólo quiero que vuelva a ser feliz"ñ.
—Y lo será. Ahora que estás con ella, estará bien, Edward. Te lo dije, ten un poco de fe tanto en ti como en ella.
Bella se removió en el sofá, sus dedos se aferraron al jersey de Edward mientras sus ojos se abrían. Él la vio entrar en pánico por un segundo cuando se dio cuenta de que estaba sola, antes de que él estuviera a su lado, acariciando su mejilla.
—Todavía estoy aquí, cariño. Sólo estaba poniendo tu ropa en nuestro armario.
Bella lo miró por un momento. Era como si intentara memorizar hasta el último milímetro de su rostro. Se incorporó lentamente, apretando su jersey contra el pecho.
—No deberías haberme traído aquí, Edward —susurró, subiendo las piernas hasta el pecho—. Deberías haberme dejado en el hospital.
Moviéndose lentamente, Edward se sentó junto a ella.
—¿No quieres estar aquí, Bella?
—No quiero ser una molestia, Edward. Aquí seré una molestia. Les causo dolor.
—Tú no nos causas dolor a ninguno de nosotros, Bella. Lo único que le causó dolor a la familia fue separarse de ti. Ninguno de ellos quería dejarte, cariño. Todo fue culpa mía.
Ella sacudió la cabeza.
—No necesito tu compasión, Edward. No deberías haber vuelto. No te quiero aquí para que esperes hasta que me muera. ¿Por qué no me dejaste en paz? ¡Ya casi estaba allí! Edward, estaba casi a salvo, ¡y lo has arruinado!
Se estaba poniendo histérica, y él oyó, más que vio, a Esme salir corriendo de la habitación en busca de Carlisle.
—Bella, escúchame, por favor —le suplicó, mientras ella se tiraba del cabello. Él rodeó la mano de ella para que no pudiera hacerse más daño—. Te quiero. Me fui para mantenerte a salvo, pero me equivoqué, ¿vale? Me equivoqué, porque lo único que hice fue hacernos daño a los dos. Te amo, cariño, te amo.
Ella estaba sollozando mientras sacudía la cabeza.
—No, no, mentiras... estás mintiendo, Edward. Me lo has dicho, me lo has dicho, ya no me amas. Me lo dijiste, Edward. Me lo dijiste. Me lo dijiste. Y no te escuché porque me dijiste que estuviera a salvo por Charlie, pero no te escuché, Edward. No puedo, y todo el mundo piensa que soy patética por tener el corazón roto, Edward pero no lo soy, ves, no lo soy. No tengo el corazón roto, porque ya no está ahí, Edward, porque te lo llevaste contigo, ves, así que están todos equivocados.
Ella estaba divagando y por más que él trataba de calmarla, no podía. Cada vez se ponía más nerviosa.
—¿Qué ha pasado, hijo? —Carlisle Preguntó al entrar en la habitación.
—Sinceramente, no lo sé —Edward respondió, observando a Bella con preocupación. Ahora se mecía en su sitio. Los restos de las lágrimas en su rostro parecían brillar mientras se mecía de un lado a otro, murmurando las mismas tonterías una y otra vez.
Carlisle se agachó para estar directamente en su línea de visión, pero ella continuó moviéndose como si no pudiera verlo.
—¿Bella? Bella, ¿puedes oírme, cariño?
Ella no respondió, aparentemente en su propio mundo. Edward le acarició el brazo, esperando obtener alguna respuesta. Ella se apartó de su contacto, pero el balanceo disminuyó hasta que se quedó quieta, con el jersey de él pegado a su pecho una vez más.
—¿Bella? —Carlisle le preguntó, y esta vez ella lo miró—. ¿Te sientes bien, cariño?
Ella negó con la cabeza.
—Demasiado calor. Siempre demasiado calor.
—Bien, ¿algo más?
—Me siento... rara —susurró—. Tengo una sensación de tirón en el pecho. Restrictiva. A veces duele.
—¿Desde cuándo ocurre eso, cariño?
Ella miró a Edward pero no respondió.
—¿Desde que me fui? —adivinó, y ella asintió con la cabeza.
Carlisle suspiró, pero asintió.
—Creemos que eres la pareja de Edward, Bella. El tirón en tu pecho, y tu extremo sufrimiento con su ausencia ha sido causado por su separación. ¿Te sientes mejor cuando Edward está en contacto contigo?
Ella volvió a asentir, aunque Edward notó que parecía rehuir de él con su admisión.
—Cariño, no eres sólo tú —le aseguró—. A mí también me afecta".
—Tú... te ves bien —ella susurró, y aunque se sonrojó, él pudo escuchar una pequeña acusación en sus palabras.
—Las apariencias engañan —respondió en voz baja— He sido un desastre desde que te dejamos, Bella.
—No tienes que mentirme, Edward —suspiró—. De verdad, no quiero que estés aquí sólo porque no puedo controlarme. Yo...
—¿Qué harás, cariño? —Carlisle le preguntó, atrayendo su atención hacia él.
—No quiero ser un caso de caridad —se atragantó.
—Nunca serás un caso de caridad, Bella —Carlisle afirmó, frunciendo ligeramente el ceño—. ¿Te he mentido alguna vez?
Ella negó lentamente con la cabeza.
—No que yo sepa.
—Cuando nos fuimos, Edward creía que era por tu seguridad. Después de que Jasper se sobrecargara con su propia sed de sangre y la de los demás, Edward estaba aterrorizado por lo que pudiera pasar. Desde el día que llegamos a la nueva casa, se sentó en el suelo del ático, y se quedó mirando tu foto. Teníamos que obligarle a cazar una vez cada quince días, pero aparte de eso no se movía. Sólo se cambió de ropa cuando no pudo soportar más la separación y decidió volver a ti. Bella... el vínculo de apareamiento va en ambos sentidos.
Le dieron unos minutos para asimilar las palabras de Carlisle y se volvió hacia Edward. —¿No volverás a marcharte?
—Nunca.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo, cariño. Soy demasiado egoísta para creer que podría volver a estar sin ti —susurró él, tendiéndole los brazos.
Ella se arrastró hacia sus brazos, acomodándose en su abrazo.
» Eres mi hogar —murmuró en su cabello—. Nunca podré expresar lo mucho que te he echado de menos. Ahora nunca podría dejarte.
—Te amo.
Las palabras eran tranquilas pero claras, y Edward sintió que sus entrañas estaban a punto de estallar de felicidad.
Carlisle les sonrió a los dos.
—Deberían disfrutar de la paz y la tranquilidad durante un rato. Los demás llegarán pronto a casa y todos están deseando verte, Bella.
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Edward escuchó a los demás mientras se acercaban a la casa. No tenía muchas ganas de compartir a Bella en ese momento, pero sabía que Alice no la dejaría descansar hasta que lo hiciera.
—La paz se ha roto —le dijo a Bella, tocando su sien con la nariz—. La mafia ha vuelto.
Bella soltó una risita silenciosa, haciéndole sonreír.
—¿Estás preparada para verlos? —le preguntó cuando ella levantó la vista hacia él.
Ella negó con la cabeza.
—Tengo que ducharme y vestirme.
Él la miró por un momento antes de asentir vacilante.
—¿Qué pasa? —ella preguntó, con sus ojos recorriendo su rostro, con una mirada de preocupación.
—Yo…
—¿Edward?
—Has mencionado unas cuantas veces que tú, eh, que quieres... —no consiguió que la palabra saliera de su boca—. No puedo perderte, Bella. Tengo miedo de apartar mis ojos de ti por un momento, y algo... no puedo.
La comprensión entró en sus ojos, y se sentó más en su rodilla para estar cara a cara con él.
—¿Te sentirías mejor si hubiera alguien en la habitación conmigo?
Él asintió con la cabeza, agradeciendo que ella lo entendiera.
—¿A quién quieres, bebé?
—Esme —murmuró Bella después de un momento—. Por favor.
En cuestión de segundos, Esme estaba en la puerta, acompañando a Bella al cuarto de baño, recogiendo la ropa del armario mientras lo hacía. Edward escuchó hasta que oyó que se abría la ducha antes de salir de la habitación, bajando rápidamente a la sala de estar, donde estaba reunida el resto de la familia.
—Pronto estará lista —les dijo, apoyándose en el marco de la puerta—. No la agobien cuando baje. Parece que tiene desencadenantes que aún no he resuelto del todo, pero no quiero que se altere.
Alice le sonrió, aunque era la única que lo hacía.
Tú le has hecho esto, Edward.
Él miró bruscamente a Rosalie, que lo miraba fijamente desde donde estaba sentada con Emmett.
—¿Crees que no lo sé? —gruñó—. ¿Crees que no me maldigo por haberla hecho pasar por el dolor que ha sentido?
—¡Te dijimos que no te involucraras con ella! —Rosalie siseó—. ¡Podría haber sido feliz con su vida humana!
—No todo el mundo quiere lo que tú quieres, Rose —Carlisle replicó con calma, enviando una mirada de advertencia entre los dos—. En este momento, el vínculo entre Bella y Edward ha superado las primeras etapas. Ambos lo han aceptado y no hay vuelta atrás. Es hora de que lo dejen pasar.
Rose se sentó, amotinada pero en silencio. Edward sacudió la cabeza.
—Voy a esperar arriba a Bella. Si no puedes ser amable con ella, tal vez no debas estar aquí cuando bajemos.
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Edward la estaba esperando cuando volvió al dormitorio con Esme.
—Esperaré abajo con los demás —Esme murmuró, depositando un suave beso en la cabeza de Bella.
Ella asintió, caminando directamente a los brazos de Edward.
—Te amo —él susurró, envolviéndola con sus brazos—. Lo siento mucho, Bella.
—¿Por qué?
—Por dejarte. Por hacerte pasar por tanto dolor. Por pensar que yo sabía más. Casi nos destruyo a los dos.
—Ahora estás aquí —ella susurró, apoyando la cabeza en su hombro—Ahora estás aquí.
—Mmh —respondió , inhalando su aroma—. ¿Estás lista para bajar?"
Ella asintió.
—¿Te quedas conmigo?
—Siempre.
Ella dio un paso atrás y le tendió la mano. Él la tomó inmediatamente, acariciando el dorso de la suya con el pulgar. Bajaron las escaleras lentamente, con las piernas de Bella temblando ligeramente. Después de pasar tanto tiempo en la cama, le costaba un poco sostener su propio peso.
Edward tenía ganas de levantarla, odiaba verla luchar tanto, pero era consciente de que si la llevaba a todas partes, nunca recuperaría las fuerzas.
—¡Bella!
Alice fue un borrón al moverse de su asiento hasta situarse justo delante de Bella, abrazándola tan fuerte como se atrevió. Bella dudó sólo un segundo antes de rodear a Alice con su brazo libre, manteniendo la mano de Edward aferrada a la otra.
» Te he echado de menos, Bella.
—Yo también te he echado de menos —Bella susurró, con los ojos ligeramente brillantes.
Cuando Alice se apartó, Edward llevó a Bella a la silla libre, sentándose y tirando de ella hacia su regazo. Ella se acomodó contra su pecho, dando un suspiro de alivio al quitarse la presión de las piernas.
—Bells, te he echado de menos, cariño —dijo Emmett, mirándola con una mezcla de enfado y compasión en el rostro.
Bella sonrió.
—Yo también te he echado de menos, Oso.
Rosalie miraba a Bella con una expresión de asombro en su hermoso rostro.
—Esto es lo que le has hecho —gruñó, sus ojos se dirigieron a Edward—. ¡Mírala, Edward! Maldito egoísta.
Bella la miró fijamente, con la conmoción y la rabia luchando en su rostro.
—Rose —Carlisle advirtió, entrecerrando ligeramente los ojos hacia ella.
—¡No! ¡Podría haber sido feliz, Carlisle! Era hermosa y tenía toda la vida por delante. Mírala. Es una sombra de la chica que era antes!
—Espera un momento —Bella la interrumpió—. Nunca te he gustado, Rosalie, y puedo aceptarlo. No te enfades con Edward por algo que tenga que ver conmigo cuando nuestra relación no es en absoluto de tu incumbencia"
—Bella…
—No. No tienes derecho a enfadarte con Edward cuando él hizo exactamente lo que tú querías. Querías que se fuera, no querías que me cambiara, y conseguiste tu deseo. Ahora no puedes enfadarte con él por las consecuencias.
Bella respiraba con dificultad, pero Alice, Carlisle y Esme sonrieron ante el fuego de sus ojos. Edward le frotó el costado de forma reconfortante, maravillado por la compasión y la comprensión de su compañera. Que ella pudiera seguir defendiéndolo después de todo el daño que le había causado lo asombraba constantemente.
—Para empezar, debería haberte dejado en paz —Rosalie dijo en voz baja.
—Hiciste que Carlisle cambiara a Emmett, ¿no es así?
—Se estaba muriendo, es completamente diferente.
—¿Lo es? No creo que lo sea. ¿Y si Emmett se hubiera enfadado por haber sido transformado en vampiro? Quiero decir, me alegro por ti de que haya aceptado el estilo de vida tan fácilmente, pero ¿y si no lo hubiera hecho? Sé que compartes la creencia de Edward de que sus almas están condenadas, así que en qué se diferencia lo que hiciste con Emmett. Puede que se estuviera muriendo en ese momento, pero los resultados siguen siendo los mismos.
—Es diferente —gruñó.
—No —argumentó Bella—. No es diferente. Llamas a Edward egoísta, pero no es el único. Tú has tenido a tu compañero a tu lado durante años. Edward ha estado solo durante mucho tiempo, viendo al resto de su familia, todos apareados, ser felices. ¿Qué tan egoísta es que quiera eso para sí mismo?
—Podrías haber vivido una vida plena, Bella, ¡no entiendes a lo que estás renunciando!
—Entiendo lo que estoy ganando —Bella respondió—. Y no estás entendiendo nada. Si te hubieras encontrado con Emmett cuando aún estaba sano, ¿qué habrías hecho? ¿Le habrías dejado vivir su vida con otra mujer, una mujer humana?
Rosalie dudó, mirando a Emmett. Eso era todo lo que Bella necesitaba.
» Por supuesto que no lo harías. Lo habrías hecho cambiar a pesar de todo. Edward ha cometido errores, al igual que todos los demás. No necesito tu aprobación para estar con mi alma gemela, Rosalie, y por mucho que me gustaría llamarte hermana como a Alice, no cambiará nada si decides que no quieres saber nada de mí.
Volvió a acomodarse en los brazos de Edward, acurrucando su cara en su cuello. Los brazos de él se apretaron ligeramente, y ella suspiró su consuelo.
Rose se levantó, saliendo de la habitación sin mirar atrás. Emmett suspiró pero la siguió, deteniéndose sólo para inclinarse y presionar un suave beso en la mejilla de Bella.
—Me alegro de que estés en casa, Bells.
Pasaron unos momentos en silencio, antes de que Alice se riera.
—Bien hecho, Bella.
Bella frunció el ceño, girando la cabeza para mirar a Alice.
—¿Eh?
—Acabas de ayudar a Rose a dar un giro en su forma de pensar. Las cosas irán mejor entre ustedes a partir de ahora.
Bella sonrió.
—Eso es bueno.
Sonó un teléfono en otra habitación y Carlisle se excusó para contestar.
—¿Bella?
Jasper se echó hacia delante en su asiento.
» Siento mucho mis acciones en tu cumpleaños, Bella.
—No te preocupes por eso —ella respondió—. Nunca te culpé por eso. Por muy frágil que sea mi cuerpo para ti, siempre conocí los peligros de estar cerca de los vampiros, Jazz. Aquella noche te enfrentaste a la sed de sangre de todos los demás, y eso te convierte en el más fuerte de todos ustedes.
Él la miró fijamente por un momento, y ella supo que estaba probando sus emociones.
Lo dice en serio. Edward, es increíble. Tan indulgente y compasiva.
Edward sonrió.
—Lo sé.
Cuando Bella frunció el ceño, Jasper puso los ojos en blanco hacia su hermano.
—Gracias, Bella. Sólo me sorprendió tu compasión y Edward estaba respondiendo a mis pensamientos.
Bella resopló.
—Había olvidado lo molesto que podía ser.
Carlisle volvió a entrar en la habitación, sonriendo a Bella.
—Era Charlie el que hablaba por teléfono. Cuando le dije que te habías levantado, decidió venir a verte.
Bella asintió.
—Gracias, Carlisle.
—No hay de qué , cariño.
Edward frunció el ceño.
—Tenemos que hablar también con Billy Black —dijo, con los ojos puestos en su figura paterna—. No sólo para informarles de nuestro regreso, sino sobre su incumplimiento del tratado.
—¿Billy violó el tratado? ¿Qué hizo? —Bella preguntó.
—Le habló a tu padre de nosotros —le dijo Edward.
—¿Charlie lo sabe?
Cuando Edward asintió, Bella puso los ojos en blanco.
» Claro que lo sabe. Por eso hicieron esa cosa, ¿no?
—¿Cosa?
—Mmh. Recuerdo algo de eso. Intentaban convencerme de que me tenías bajo tu esclavitud. Malditos chiflados.
Edward ahogó una carcajada, mientras Carlisle, Jasper y Alice dejaban salir la suya sin intentar combatirla. Esme negó con la cabeza, pero sonreía igualmente.
—Lo siento, Esme —Bella murmuró.
—Está bien, cariño. Puedo entender tu enfado.
—Se supone que no debes tener favoritos, mamá —Emmett se quejó mientras él y Rosalie volvían a la habitación.
Esme puso los ojos en blanco.
—No tengo favoritos.
—Sí, sí. Si fuera yo quien soltara la bomba M, me harías hacer tareas.
—Eso te lleva tres segundos —Rosalie respondió con una pequeña risa.
—Pero no se trata de eso, Rosie —Emmett se quejó.
Bella se adormiló contra Edward durante un rato, medio escuchando el murmullo de las voces de la familia. Era relajante, reconfortante, como no lo había sentido en meses.
—Charlie está aquí, cariño —Edward le dijo en voz baja.
Abrió los ojos cuando Carlisle condujo a su padre a la habitación.
—Hola, papá —murmuró.
—Bells —él respondió, extendiendo una mano para ayudarla a levantarse del regazo de Edward. Cuando se puso de pie, él la abrazó y la estrechó contra su pecho. Cuando se sació, la mantuvo a distancia para poder mirarla—. ¿Esto es lo que quieres?
Ella frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir?
—Edward me dijo... que querías convertirte en... antes. ¿Esto es lo que quieres?
Ella asintió, una lágrima cayendo de su ojo a su mejilla.
—No puedo estar sin él, papá
Charlie la miró por un momento antes de asentir.
—Bien. ¿Cómo te sientes?
—Mejor —respondió, ofreciéndole una pequeña sonrisa.
Él la soltó y ella se hundió de nuevo en el regazo de Edward. Toda la charla, la confrontación y los reencuentros la habían cansado, pero sabía que no podía irse a dormir todavía. Sería una grosería, y realmente quería que su padre se sintiera mejor.
—¿Qué tal el trabajo, papá?
—Tranquilo —él le contestó con una pequeña risa.
Los dos hablaron durante un rato, antes de que él se levantara para irse.
—Pasaré a verte mañana, cariño, ¿de acuerdo?
—Claro, papá, aquí estaré.
Él asintió, besando su mejilla. Se sorprendió pero se alegró cuando él se agarró al hombro de Edward un momento antes de irse, despidiéndose en silencio de todos los demás.
—Esta noche veremos a Billy Black y a Sam Uley en la línea divisoria —dijo Carlisle. Mientras Charlie estaba allí, había llamado a la reserva para concertar el encuentro—. Piden que llevemos a Bella con nosotros.
—¿Por qué? —Edward preguntó, frunciendo el ceño.
—Creo que quieren asegurarse de que está con nosotros por su propia voluntad.
—No es asunto suyo —Bella murmuró—. Pero iré si eso les hace callar.
—Bella, probablemente esto no sea el final —Edward le advirtió— Dudo que se rindan tan fácilmente.
Bella suspiró.
—Vamos a ver qué dicen. Si es necesario, le pediré a mi padre que hable con Billy. Es que... ¿por qué nadie puede aceptar que soy tuya, en cuerpo, mente, corazón y alma? No es asunto de nadie más lo que hacemos, ¿por qué no pueden dejar de hacerlo?
—No lo sé, cariño, pero lo superaremos. Juntos.
Sonrió ligeramente.
—Juntos. Eso me gusta.
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—Edward, estoy suficientemente abrigada, te lo prometo —Bella murmuró cuando él intentó ponerle otro abrigo, sobre el que ya llevaba.
Se rio cuando él arrugó la nariz y se inclinó hacia él.
» Vamos, acabemos con esto.
—Te voy a llevar en brazos, ¿vale? —dijo él, antes de cargarla como novia—. Mientras estemos allí, si tus piernas se cansan, quiero que me lo digas inmediatamente.
—Lo haré —ella le aseguró en voz baja. Recordó una época en la que se había sentido irritada por la delicadeza con la que la trataba, pero ahora no podía negar que le gustaba.
Que se mantuviera tan cerca de ella, que la tocara casi como si le afectara tanto como a ella la distancia que los separaba, la hacía sentirse menos desquiciada.
Acomodó la cara en su pecho cuando él salió al aire frío de la tarde, y con Carlisle a su lado, y Jasper y Emmett un poco detrás de ellos, corrieron hacia la frontera.
Sólo cuando Edward se detuvo, Bella se desprendió de su pecho y miró a su alrededor. No podía ver mucho, al estar tan oscuro, pero entonces Carlisle encendió una lámpara de aceite y la colocó sobre una roca cercana.
—Gracias —susurró, sabiendo que era para su beneficio.
—Oh, eh. Hay... la manada ha tenido algunas novedades, Carlisle —Edward murmuró—. Ahora son tres.
Carlisle asintió, y esperaron pacientemente a que Billy llegara con Sam a su lado.
—Bella —Billy la saludó, ignorando a los Cullen—. Me alegro de verte más... alerta.
Edward hizo un gesto de dolor, y cuando Bella levantó la vista hacia su rostro, frunció el ceño al ver su expresión de dolor.
—¿Qué pasa?
—Billy está recordando el ritual que realizó —Edward respondió con suavidad. Bajó la mirada para encontrarse con los ojos de ella—. Lo siento mucho, Bella.
Ella negó con la cabeza y miró a Billy.
—En primer lugar, nunca debería haberlo hecho.
—No —convino Edward.
—Sabes por qué estamos aquí —dijo Billy, mirando a Carlisle—. El tratado debe permanecer intacto.
—Ya lo has roto dos veces, según mis cuentas —Edward interrumpió, con los ojos brillando—. Así que ¿por qué no hablamos de eso primero?
Billy lo miró.
—¿Dos veces?
—Le hablaste a Charlie de nosotros —Edward señaló—. Y Jacob Black fue quien ayudó a Bella a descubrir lo que éramos.
—¿Realmente se puede culpar a Jacob de eso? —preguntó Sam, con voz tranquila y profunda—. Él no sabe que las leyendas son reales, después de todo.
Edward inclinó la cabeza en señal de reconocimiento.
—Eso no cambia la violación cuando se lo dijo a Charlie, ¿verdad?
—Así que estás aquí para negociar, ¿verdad? —Billy preguntó Billy—. ¿La vida de Bella, por la continuación del tratado?
Edward negó con la cabeza.
—En absoluto. Simplemente señalo que ese pedestal en el que les gusta ponerse les está quedando demasiado alto.
Carlisle lanzó una mirada de advertencia a Edward.
—Usted pidió la reunión, jefe Black —señaló en voz baja.
—Queríamos ver a Bella por nosotros mismos —Billy dijo—. Después de la forma en que Charlie ha reaccionado, nos preguntamos por el repentino cambio en su... situación.
Bella se mordió el labio para no gritarle. Intentaba recordarse a sí misma que Billy era el mejor amigo de su padre, pero era difícil cuando estaba siendo tan condescendiente con las personas que ella quería.
Edward miraba fijamente a Sam. Ladeó la cabeza, escuchando claramente un pensamiento, antes de decir:
—La reacción de Bella se debió a la distancia que había entre ella y yo. Nunca la he puesto, ni la pondría, bajo la esclavitud, y que digas que lo hice es un insulto. Bella es mi pareja.
—¿Pareja? —Billy se burló—. ¡Es humana!
—Usted mismo conocerá la sensación, señor Uley —Edward dijo—. La impronta, como la llamas, es algo muy parecido. El vínculo entre nosotros no puede romperse más que el vínculo entre tú y tu Emily.
Sam abrió la boca para hablar, pero se le adelantó Billy.
—Estamos aquí para asegurarnos de que recuerden los acuerdos del tratado; en particular el que establece que ninguno de ustedes morderá jamás a un humano.
Bella tardó un momento en entender la distinción y luego miró a Billy con odio a través del claro.
—Eso no es de tu incumbencia —espetó—. Tengo el permiso de mi padre.
Billy le devolvió la mirada.
—Se romperá...
—Un tratado que tú mismo ya has roto —espetó Edward—. Bella me ha pedido el cambio, y en cuanto esté preparada para ello, lo que quiera será suyo, y sí, eso es con la aprobación de su padre. Lo que decidas hacer con esa información es cosa tuya, pero te dejaremos que le cuentes a Charlie por qué su hija ha tenido que mudarse al otro lado del país y no volverá jamás.
—Billy —dijo Sam, presionando una mano tranquilizadora en su hombro—. Si Charlie lo ha aprobado, y su vínculo es tan fuerte como una huella... No podría negarle nada a Emily, y más aún, no querría hacerlo. ¿De verdad puedes ponerte en contra de tu mejor amigo?
Billy miró a Sam durante mucho tiempo, y luego asintió.
—Si es lo que debo hacer, entonces sí.
Sam pareció sorprendido, y la mano de Edward se apretó en la cadera de Bella por un momento.
—No estoy de acuerdo —Sam respondió en voz baja. Miró a Carlisle—. Los lobos harán una excepción con Bella, siempre y cuando te asegures de mantenerla completamente controlada en todo momento. Si muerde a un humano, se considerará que se ha roto el tratado y atacaremos.
—No puedes...
—Como Alfa, sí puedo —Sam dijo, negando con la cabeza hacia Billy—. Estás equivocado en esto, Billy. No permitiré que mis lobos vayan a una batalla en la que no necesitan luchar.
—Gracias, Sam —Carlisle dijo en voz baja—. Por supuesto, consideraremos perdonada la infracción por su parte.
Sam asintió una vez.
—Creo que hemos terminado aquí.
—¿De verdad estás dispuesta a convertirte en una de esas cosas, Bella? ¿Una sanguijuela? ¿Congelada para siempre, sin crecer, sin vivir?
Bella inclinó la cabeza.
—Puede que no envejezca físicamente, Billy, pero no sé por qué crees que eso detendrá mi crecimiento. En cuanto a vivir... ¿qué vida tendría sin Edward? —miró a su compañero del alma—. ¿Podemos irnos ya a casa? No tengo nada más que decirle.
—Por supuesto —respondió, levantándola con cuidado—. ¿Carlisle?
Carlisle asintió y se volvió hacia Sam.
—Gracias por entenderlo —miró a Billy—. Espero que, algún día, llegues a comprender la decisión de Bella.
—No lo haré.
—Esa es tu elección. Buenas noches a los dos.
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—Casi que no hemos oído el final de las cosas de Billy —Carlisle dijo, una vez que estuvieron de vuelta en la casa.
—Está furioso —confirmó Jasper—. Más de lo que hubiera creído que amerita la situación. Sobre todo teniendo en cuenta el permiso de Charlie.
—Me voy a la cama —dijo Bella, frotándose una mano en la cara. Se despidió de todos y Edward la llevó a su habitación.
—Voy a terminar de hablar de los lobos con la familia, cariño. ¿Estarás bien? Volveré a subir si me necesitas, sólo tienes que decir mi nombre.
Ella asintió y él sonrió, inclinándose para besarla suavemente.
—Te amo.
Ella sonrió cansada.
—Yo también te amo. Ve, estaré bien.
Él asintió, pero siguió dudando antes de volver a bajar. Estuvo pendiente de los latidos de su corazón. Se aceleraba un poco, pero ella no lo llamaba y él sabía que debían acostumbrarse al menos a una pequeña separación.
—Sam parecía bastante razonable —decía Carlisle.
—Creo que el hecho de que se haya imprimado a sí mismo ayuda. Le da algo con lo que comparar, para humanizarnos en cierto modo —Edward respondió—. Pero le preocupa la reacción de Billy. Cree que el viejo no es razonable y empieza a preguntarse si el consejo tiene algo que decir dentro de la manada.
Edward se perdió los siguientes comentarios mientras escuchaba cómo Bella se movía por la habitación, probablemente preparándose para ir a la cama. ¿Adónde había ido a parar su capacidad para la multitarea?
—No te preocupes, pronto mejorará —Esme le dijo al pasar junto a él, dándole una palmadita en el hombro—. Es por el tiempo que estuvieron separados. Ahora estás muy unido a Bella. Se calmará cuando el vínculo se asiente.
Edward resopló, pero le dio las gracias con una sonrisa.
—Creo que, por ahora, podemos dejar las cosas como están —decidió Carlisle—. Con suerte, obtendremos algún indicio de que algo sucede si Billy decide intentar algo.
Edward asintió.
—Quizá debamos considerar la posibilidad de alejarnos antes de cambiar a Bella.
—¿Y qué pasa con Charlie? —Esme preguntó con el ceño fruncido—. Acaba de recuperarla.
—Yo... no lo sé —Edward admitió Edwar—, pero no voy a poner a Bella en peligro, y Billy Black podría ser un peligro para ella.
—Vigilaremos la situación cuidadosamente, hijo —Carlisle le prometió—. Vuelve con Bella. A menos que... ¿necesites cazar?
Edward negó con la cabeza.
—Estoy bien. Saldré en los próximos días cuando Charlie esté aquí con ella.
Sonrió a su familia y se dirigió a las escaleras. Se detuvo en la puerta para ver a Bella desparramada en la cama recién comprada, vestida con su camisa.
Ella parpadeó con ojos marrones somnolientos hacia él, y éste se sintió atraído por ella como por arte de magia.
—Me encanta cómo te queda mi camisa, nena —murmuró, presionando sus labios en su sien, su mejilla, su nariz y finalmente sus labios.
Ella le sonrió.
—Huele a ti.
Se tumbó a su lado y ella se acurrucó en él, con las mantas a su alrededor. Se quedó dormida, con la cara pegada a su pecho, y Edward cerró los ojos.
La idea de que podría tenerla para siempre... tal vez había realmente algo mágico en ella.
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Bella se despertó temprano a la mañana siguiente, a pesar de lo tarde que había pasado la noche. Ninguno de los dos se movió, disfrutando del sol que entraba por las cortinas y de estar juntos.
—Estoy lista para el cambio, Edward —murmuró finalmente—. Estoy lista para empezar nuestro para siempre.
Los dedos que habían estado trazando patrones sin sentido en su espalda se calmaron.
—Bella...
—¿Vas a intentar convencerme de que no lo haga?
Edward dudó.
—No. No, no lo haré. Si dices que estás preparada, entonces te tomaré la palabra y agradeceré que quieras quedarte. ¿Pero qué pasa con tu padre? ¿Todo lo que pasó entre nosotros? ¿Tu madre? ¿Billy? Esas cosas no van a desaparecer así como así.
—No, no van a desaparecer —aceptó Bella—. Pero yo... ya me he despedido de mi madre. Billy... ese no es un asunto que se vaya a resolver rápidamente, Edward. Nunca va a estar de acuerdo con que me convierta en vampiro, y desde luego no pienso esperar a que cambie de opinión o a que fallezca.
—¿Y tu padre?
—Él... lo sabe. Lo veré de nuevo, una vez que tome el control. Debería poder estar cerca de él en un par de años, ¿verdad? Y puedo llamarlo mientras tanto.
—Si es lo que quieres, cariño, lo haré cuando estés lista. Sin embargo, creo que tienes que hablar con Charlie, ¿de acuerdo?
Bella asintió, e inclinó la cabeza para poder apretar un beso en el pecho de Edward.
—Hablaré con él hoy. Gracias por querer quedarte conmigo para siempre.
—Siempre te querré, Isabella Swan. Nada puede cambiar eso ahora.
Ella le sonrió.
—Igualmente, Cullen.
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—Es un poco... rápido, ¿no? —Charlie preguntó, pero parecía resignado. Parecía haber visto la misma determinación en Bella que Edward había sentido esa mañana.
—No le veo mucho sentido a la espera —admitió Bella—. No puedo estar sin él, papá. Este iba a ser mi destino desde el momento en que lo conocí.
Charlie se limitó a suspirar y asentir.
—Te echaré de menos, Bells. No podré... no podré verte, ¿verdad? ¿Después?
—Podrás verla dentro de unos años —Carlisle le dijo suavemente—. Quizá menos que eso. Todo va a depender de su control. Lo último que queremos ninguno de nosotros es que Bella tenga un desliz, pero la culpa y el dolor que le causaría si fueras tú serían insoportables.
—Si es lo que quieres, Bells... —se interrumpió, pareciendo incómodo—. Sigo esperando que me llames al menos una vez a la semana, ¿me oyes? Y en cuanto estés preparado, me lo dices y voy a visitarte, estés donde estés.
Bella le sonrió y se apartó del lado de Edward para abrazar fuertemente a su padre.
—Siempre seré tu niña, papá. Te lo prometo.
Unas cuantas lágrimas cayeron de sus ojos a su pelo, pero ninguno de los vampiros fue lo suficientemente grosero como para señalarlo. Para cuando Bella se había retirado, él parecía haberse recompuesto lo suficiente como para ofrecerle una sonrisa acuosa.
—No es un adiós, Charlie —Edward le dijo en voz baja—. Te lo prometo. Me aseguraré de que vuelvas a verla.
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Habían regresado a Vancouver, donde los Cullen se habían mudado al dejar a Bella.
Edward tragó con fuerza mientras Esme preparaba una habitación para que Bella cambiara. Sólo Bella, dormida en su regazo por última vez, fue suficiente para ayudarlo a mantener la calma.
—Será bueno que ya no vas a ser el único soltero en la casa —dijo Jasper en voz baja—. Ella te ba a cambiar completamente, Edward.
—Ya lo hizo —Edward respondió, pasando los dedos por el cabello de Bella—. Estaba tan... perdido antes de conocerla, Jasper. No le veía sentido a, bueno, a nada. Ahora ella le da a todo, incluso a las cosas más mundanas del mundo, un nuevo significado.
—El amor que siente por ti —dijo Jasper, mirando a Bella con cariño— no se parece a nada que haya sentido de un humano. Sus sentimientos... Te ama como ama un vampiro. Es espectacular.
—Ella lo dijo el otro día que vine a salvarla —dijo Edward, con una pequeña sonrisa en su rostro—. No creo que alguna vez vaya a comprender nunca lo mucho que me salvó, sólo por existir.
—Ella lo sabe, Edward —Jasper respondió suavemente—. No necesito ser un lector de mentes para saber que ella lo sabe.
—Estarás aquí, ¿verdad? ¿Cuando se despierte?
Jasper asintió.
—No me lo perdería por nada del mundo.
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—Te amo —Bella murmuró, acariciando una mano sobre la mejilla de Edward—. Te veré dentro de tres días.
Edward sonrió a pesar de los nervios.
—Te amo, Bella. Mucho.
La besó, mirando el rubor de sus mejillas y el brillo de sus preciosos ojos marrones por última vez antes de pegar sus labios a los de ella.
Sin necesidad de más palabras, respiró profundamente y rozó su garganta con sus labios antes de encontrar el lugar perfecto en su cuello y morderlo.
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Ahh, espero que les haya gustado. Ha sido el oneshot más largo que he traducido – fueron 30 hojas D: – y por fin me dio tiempo de terminarlo sjsjs. Me gustan mucho los universos alternativos de New Moon, así que no se sorprendan si luego les traigo otro. Tengo muchos en mis favoritos por si quieren leer otro jeje.
Muchas gracias por tomarse el tiempo de leer, ojalá puedan dejarme un comentario por ahí que me haría muy feliz.
¡Nos leemos luego!
