Aquí el cuarto, recuerden comentar y votar…
Alerta de Lemon.
Acto 4; Ritual
Los días siguientes fueron difíciles, Michiru tuvo que asumir que en efecto su padre se había ido para siempre, eso la destrozaba por dentro, pero buscarlo sonaba como algo inútil incluso si había una única chance de llegar a encontrarlo.
Pues no sabría que le haría de hacerlo.
Así que decidió permanecer ahí… en la granja, intentando sostenerla cuanto pudiera, ya hacia las labores por sí misma antes, así que casi nada cambio… excepto por lo sola que se sentía ahora.
El silencio del mar de árboles o su orquesta nocturna eran mucho más deprimentes cuando sabía que su padre no estaba a una habitación de distancia de ella.
Se encontró llorando en silencio en su habitación por esa misma razón en las noches por varios días seguidos.
Considerando la carga de trabajo y que ahora solo tenia que alimentar su boca, pensó que tal vez debería reducir la población de los animales de la granja.
Pero no tuvo el corazón para hacerlo, se recordó llevándose el hacha de la presencia de una asustada gallina, tendría que hacerse cargo ella sola.
Pero también se dio cuenta de que no estaba tan sola.
Su cesta de recolección aparecía y desaparecía día sin falta, trayendo consigo algunas frutas silvestres en cada retorno.
Se pregunto con ironía quien podría ser
Michiru sintió algo de calidez en el pecho ante este simple gesto, con el tiempo también empezó a recibir carne, peces, setas, pichones, higiénicamente envuelto en hojas, todo para ampliar su aburrida dieta.
También encontró algunas de las tareas más pesadas realizadas al despertar, leña cortada, cercas reparadas, los animales en sus lugares y muertos de miedo, etc.
Parecía poca cosa, pero eso le quitaba un peso enorme de los hombros.
La chica de caperuza roja, quien había empezado a usar ese accesorio para pasear por el bosque, empezó a esperar de noche para ver a su visitante nocturno, para darle las gracias y tal vez charlar un poco con alguien que respondiera a su conversación como no lo hacían los otros animales.
En estos casos, él no se aparecería hasta que se rindiera y se fuera a dormir.
"Que tipo tan complicado" Dijo desde el pórtico de su choza mirando la extensión oscura de la granja, antes de volver sin ver a su visitante.
Este ciclo siguió por lo menos un mes.
En una ocasión en la cual su canasta volvió a aparecer, junto con su surtido de frutas usual, también recibió flores esta vez.
Michiru soltó una risa ridícula ante el poco creativo gesto, había escuchado que a las chicas bonitas y tontas en el pueblo se morían de emoción por recibirlas y aunque consideraba el gesto insignificante…
También se sintió extrañamente halagada.
Michiru cayo en cuenta, esto no era una ayuda desinteresada para una pobre y solitaria granjera, era un ritual de cortejo.
Y le asustaba lo bien que estaba funcionando.
…
Un animal parlante la estaba conquistando… asumió que al fin se había vuelto loca por el aislamiento.
Espero a su pretendiente por varias noches con la intención de hablar con él, sin poder llegar a verlo, esto se estaba poniendo ridículo, ¿Cómo iba a hacer avances con ella si no le hablaba?
…
Oh, claro.
La noche siguiente, después de pensárselo MUCHO, Michiru se preparó y salió en camino al claro que usaba para recolectar.
Estaba muy nerviosa, le asustaba lo que podría pasar si no era como ella lo imaginaba y terminaba en una situación complicada.
¿Pero qué otra cosa tenía que perder? No era como si tuviese mas familia a la que tendría que impresionar o no avergonzar.
Al llegar, esta se situó sobre una roca blanca bajo una cantidad considerable de luz lunar y espero sentada por minutos sin recibir una respuesta satisfactoria, se empezó a poner impaciente ante la renuencia a aparecer de este hombre.
…
lo llamó hombre, enserio empezaba a temer por su salud mental.
Y aun así…
"¿Qué demonios espera?" Se pregunto a sí misma malhumorada.
…
Tras un poco más de inútil espera, tuvo una ocurrencia muy retorcida, esperaba que no empezaran a transitar personas de la nada por aquí.
Empezó a sacarse la falda, luego siguió con su camisa blanca, sus botas, medias, ropa interior y su banda, termino sentada como Eva sobre aquella roca, dejando solo la caperuza por motivos de "hace demasiado frio para esperar a este tipo en pelotas"
…
Y por lo visto fue suficiente para él, justo desde el frente, se apareció entre los árboles y empezó a caminar hacia ella, viéndola posada con las piernas cruzadas y con sus pechos cubiertos por un brazo en aquella roca blanca, como un festín en una mesa de banquete.
"Eres demasiado exigente" le reprocho su tardía aparición, secretamente estando muy feliz de verlo.
"Tuve que rastrearte porque no te encontré en la granja… si querías que apareciera bastaba con gritarme" le aclaro su error de comunicación, Michiru se dio una bofetada mental al respecto.
Pero ya que estaban en ello, el no parecía disgustado con su aspecto.
"… Nunca he hecho algo así, sé muy gentil ¿sí?" le solicito con una voz enternecida y un creciente rubor en su rostro.
Por un momento se vio altamente descolocado por el atrevido ofrecimiento, pero no iba a rechazar tan tentadora oferta.
"… El más gentil" dio un paso sobre la piedra, subiéndose sobre su cuerpo, tomándola delicadamente del mentón y dándole una lamida a sus labios, con un suave empujón, su lengua irrumpió entre ellos para entrar en su boca.
"Hmmm~" Se tomo unos segundos para verificar algo que la preocupaba.
No sabía mal.
Michiru tenía miedo de no poder tolerarlo considerando lo tabú que era, pero el sabor de su boca no era desagradable en absoluto, nunca la habían besado, pero esto se sentía extrañamente bien para lo inusual que era.
Empezó a seguir su juego, usando su pequeña lengua rosada contra su larga lengua, sujetando la cabeza del lupino, al tiempo que compartían un beso muy poco común.
("Mi primer beso de hecho") Pensó levemente abatida, no era que lo menospreciara, pero era deprimente que su primera pareja fuera alguien tan particular.
Abandonó su boca dejándola sin aliento y con una extraña sensación de plenitud en su pecho.
No sabía que le pasaba, pero quería sentirse así más seguido.
Postrada en la piedra, esta empezó a recibir una degustación completa de su piel, su cuello recibió tentativas lamidas y suaves mordidas, que le recordaron que, de quererlo, ella podía pasar de amante a cena en un momento.
Uno de sus pechos recibió un lengüetazo travieso en su sensible pezón que había sido expuesto al frio, esto la hizo jadear al instante, no sabía que sus pechos podían sentirse tan bien, entre más lamidas recibían, más se retorcía y gemía ante su toque, quería que se los lamiera todos los días "S-se s-siente ¡nghaah~! Muy bien~!"
Tomándola por la espalda, la levanto de la piedra levemente a la vez que empezaba a besar su vientre y a degustar su ombligo, aunque confundida en un principio, fue presa de unas placenteras cosquillas en su vientre, siguió así hasta cansarla de producir con su hermosa voz una escandalosa y adorable risa.
Lo siguiente fue tomarla por la piernas levantándolas y poniendo a Michiru casi de cabeza, se acercó hasta su adorable pubis, el cual tenía un pequeño arbusto en su cima, ella sentía, que el momento en el que la tocara ahí… iba a morir de placer.
Y fue una garantía.
"¡Haahhhh~!"
La primera pincelada de su lengua sobre su zona más resguardada la hizo gemir como un animal en celo, siguió experimentando con su vagina, al tiempo que la devolvió a descansar en la piedra y metiendo su lengua por su sensible flor.
Sostuvo sus muslos impidiéndole cerrar esas hermosas piernas, para evitar que huyera del placer que le proporcionaba.
Michiru no tenía nada a que sujetarse, la piedra era lisa y solo podía arañar su superficie para intentar mantenerse sobre ella.
"¿E-estas seguro d-de que ¡HAAAH~!... e-esto se hace a-así?" preguntó cohibida y sonrojada, solo había escuchado historias sobre el sexo de las otras chicas mayores del pueblo durante su adolescencia, antes de que todas ellas migraran, pero ninguna sobre algo parecido.
"Claro que si" Respondió con una voz ronca y alterada, interrumpiendo levemente su actividad, quiso que se sintiera aún mejor, así que le enseño cual otra parte de su cuerpo era aún más sensible.
"¡AHAHHHAHHHH~!" La espalda de la chica se arqueo como un puente al sentir una punzada picante proveniente de un pequeño botón rosa en la cima de su venus, su reflejo fue cerrar sus piernas, pero las garras de su invasor las mantenían abiertas por mucha fuerza que ella pusiera, mientras seguía dándole placer con su despiadada lengua.
"¡Haah~! ¡Ahhh~! ¡AAHHHHH~! La joven de caperuza roja conoció su primer clímax, produciendo una desordenada y ruidosa canción con sus gemidos.
Su cuerpo se tendió sobre su lecho rocoso, temblorosa, jadeante y húmeda en sus regiones inferiores.
Adoraba esto, pensar que pudo habérselo perdido de no encontrar a su nuevo amigo parecía imperdonable.
"Aun no terminamos, caperucita~" le murmuró con reprobación y burla, viéndola poniéndose cómoda sin su permiso.
"¿Aun n-no?" se incorporó torpe y aun temblorosa en la piedra, viendo con alarma que su pareja era más un animal en ese aspecto, la forma y el color de su virilidad la preocuparon, mas por ese enorme nudo en la base característico de los canes, pero el buen tamaño le dijo que esto seria en efecto inolvidable.
Sin responderle, la tomo de la cintura y la hizo darse la vuelta, colocando a su pareja en una posición apropiada para aparearse, la chica de granja se confundió al verse en la misma posición que los animales que cuidaba.
Sus vírgenes pliegues recibieron a su invitado con un apretado abrazo, mientras su virilidad le daba su forma a sus interiores con una dolorosa penetración, la chica jadeo y gruño intentando no gritar, pero su acompañante le dio otro extraño beso para mantener su mente distraída del dolor.
El bulto en la base de su carne entro por completo en ella dejándola sin aliento.
Como si conociera una especie de etiqueta, empezó a acariciar su rostro, besando sus labios y jugando con sus senos a la vez que esperaba educadamente por algo.
Aun no comprendía del todo porque esto era tan importante para los matrimonios y porque parecían esperarlo con ansias a escondidas de los demás.
Fuera de las exquisitas caricias, los dulces "Besos" y las atrevidas lamidas, en la parte importante solo había sentido dolor.
Pero se limitó a esperar lo que fuera que le deparara.
Fueron los siguientes minutos los que la hicieron comprender, como el dolor se desvanecía y la sensación entre sus piernas volvía a ser muy placentera y ligeramente bochornosa.
Estaba tan erecto y caliente dentro de ella, un suspiro de pura bliss se esparció en el aire frente a su boca formada en una sonrisa de pura satisfacción.
Cada leve movimiento le decía que quería que se moviera muy rápido dentro de ella, y sin querer, se lo comunicó con el movimiento de sus caderas y sus discretos gemidos.
Sujetándola por la cintura, saco su miembro solo dejando la punta y luego volvió a meterla hasta el fondo, dándole una probada de lo que llevaban cultivando los últimos minutos.
"¡Ghnaahhhh~!" de nuevo emitió un sonido impropio de un humano, eso había sido fantástico.
Volvió a sacárselo y a meterlo, siguieron con ese ciclo hasta darse cuenta de que en efecto este era in ritual más animal que humano.
"Hah~ Haah~ Nghaaah~" siguió cantando para su nuevo compañero, sonrojada y con una expresión que reflejaba pura éxtasis "¡Gasp~! ¡HAAAHHH!~!" siguió recibiéndolo hasta alcanzar un nuevo orgasmo.
Por un momento todo frente a su vista se volvió borroso y sus pensamientos parecían desvanecerse por segundos.
Pero no se detuvo, siguió rebajándola por una hora entera, hasta que alcanzó otro orgasmo, luego otro y otro más, ¿se suponía que esto duraba tanto? Si el no estuviese sosteniendo sus caderas, estas ya habrían desfallecido hace tiempo.
Sus caderas se mantenían al aire y sus senos se restregaban en la roca con cada embestida
Repentinamente se detuvo, pero antes de que ella pudiese sentirse aliviada, el lupino reanudo sus embestidas subiendo su velocidad, haciéndola gemir en voz alta y temblorosa.
Estaba haciéndola pedazos y no quería que parara.
En una última estocada, le metió el nudo entre un gruñido espeluznante y empezó a descargar un rio espeso dentro de ella a la vez que sentía como la zona debajo de su vientre se abultaba.
Incluso sintió algo de ese líquido resbalar por sus muslos, era tan vergonzoso… y simplemente embriagador.
Había criado suficientes perros de granja para saber que estaba pasando, agradecía que al menos estuviesen en medio de la nada, pero aun podía imaginar las miradas horrorizadas y desaprobatorias de hipotéticos humanos, incluyendo a sus padres, ante su penosa exhibición.
Y en efecto, solo con un poco de observación, encontró una ardilla sobre un tronco seco a unos metros de ellos, mirándolos fijamente en medio de su encuentro.
Se molesto con su indeseado espectador, pero no podría hacer mucho al respecto, pues su amante no la dejaría ir a ningún lado, mientras acariciaba su cuerpo con adoración.
…
Cuando finalmente sintió un pronunciado bulto en su vientre encogerse, fue cuando él saco su aparato del suyo en un sonido húmedo y lascivo.
Michiru quiso reponerse descansando en aquel lecho esperando que le hiciera compañía y se acurrucara con ella, solo hasta que sintió a su acompañante tomándola por la cintura y levantándola para ponerla sobre sus hombros.
Empezó a caminar en dirección a la densidad del bosque, haciéndola entrar en pánico.
"¡Espera!" pataleo escandalosamente logrando que su captor se detuviera.
"¿Qué pasa?" le interrogo con sosiego.
"Como que ¿qué pasa? ¿A dónde me llevas?" le pregunto de vuelta, mirando impotente sus prendas descansando sobre aquella roca.
"Al bosque…" le respondió como si fuera lo más obvio del mundo.
"¿¡Por qué!?" Se alarmo al ver sus planes para con ella.
"vivo en el bosque" de nuevo otra respuesta obvia.
"¿Y ahora yo también?" se señaló aterrada, empezando a imaginar su vida si permitía que eso pasara, confinada en una cueva como un objeto para desahogar su lujuria, además de que seguro su vida diaria ahora seria sin prendas como cualquier animal.
"Si" confirmó solo la parte de ella viviendo con él, reanudando su marcha haciéndola patalear más fuerte, impotente ante la fuerza de su secuestrador.
"N-no, espera, n-no puedo dejar la granja" escupió lo primero que se le ocurrió, rogándole con la mirada que la escuchara.
"Creí que la odiabas…" le respondió mirando a su molesta pareja.
"Eso no es cierto" negó con mal humor ante la rápida respuesta de este ser.
"Te oí gritar en medio del campo "Odio este sitio de mierda, quiero quemarlo todo y también a mi padre" la imitó, evidenciando que la visitaba con regularidad.
Michiru se avergonzó de su desplante pasado, y busco como remediarlo.
"B-bueno, me gusta cuidar a los animales… p-pero odio el exceso de trabajo, si… estuvieras ahí, tal vez…" le sugirió con un rubor en sus mejillas, delatando que ella también tenía una propuesta para él.
"…" y por su expresión… no le gustaba tanto la idea.
¿Enserio la haría escoger?
Adaptarse al estilo de vida que había experimentado en su extravío, viviendo con una criatura que podría matarla en un descuido, sonaba como una demencia.
Pero… aunque había pasado un episodio de su vida aterrador, también había visto algo del encanto del bosque… estaba asustada y confundida.
"¿Puedes darme un tiempo… solo para pensarlo…?" Le pidió buscando comprensión, temiendo que decidiera ignorarla y arrastrarla a su guarida para hacerla su propiedad por la fuerza.
El lobo la miro con una expresión indescifrable.
Con algo de molestia y soltando un resuello, se dio la vuelta, tomo sus prendas y empezó a llevarla a esa granja miserable.
Michiru no supo si agregar algo más a la conversación haría algún bien, así que se quedó en silencio, solo aceptando su oferta de transporte.
…
Si, espero que fuera de su agrado y que no tuviera el efecto contrario, habrá un cambio de escenario pronto, los veré luego.
