Prólogo
Rareza.
Rareza y por encima de todas las cosas, curioso.
En estos momentos, un adolescente de 14 años de edad estaba mirando muy detenidamente a los chicos que formaban parte del club de fútbol entrenar en el campo exterior del gran y nuevo Instituto Raimon, uno que se ha ido refaccionando y mejorando a lo largo de los años para ser de las mejores de la ciudad e incluso del país.
¿Por qué razón estaba mirando entonces este chico a los demás que practicaban fútbol?
Porque simplemente tenía curiosidad por el deporte.
Como toda persona promedio, uno puede hacer miles de cosas ajenas al fútbol. Podrá hacer baloncesto, podrá jugar al beisbol, podrá hacer rugby, podrá hacer mil y un deportes que no tengan nada que ver con el fútbol. Al final del día, es muy posible que esas personas que amen otros deportes y vean a sus equipos favoritos de susodichos deportes, terminen queriendo saber qué diablos porque como es debido, cada institución, es decir cualquier club, tendrá equipo correspondiente a cada deporte que se decida invertir. Por ende, el equipo que alientan o que forman parte, también querrán saber cómo le habrá ido al equipo de fútbol.
En resumidas cuentas, este muchacho, sentado en las escaleras que daban para llegar al campo de fútbol exterior con los brazos apoyados en sus rodillas, de banda naranja miraba a cada uno, muchos con sonrisas y otros con rostros muy serios.
¿Qué sería de su vida si hubiese hecho ese deporte?
¿Estaría muy feliz?
¿Se la pasaría bien?
¿Disfrutaría entrenar como lo hacen ellos?
Habían muchas preguntas mientras los veían entrenar con tantas alegrías. Pero de un momento a otro, tuvo que refregarse sus ojos porque jura ver visto a una persona elevarse por los aires y girar, envolviendo el balón con fuego y rematando a portería. ¿Puede que realmente había ignorado esto cuando veía a las personas hacer fútbol? ¿Cómo es de normal esto que ha visto? ¿Los demás pueden hacer cosas así?
En lo que su mente trabajaba a mil para procesar esto, saliendo humo de sus orejas porque en cualquier momento explotaba, sintió una mano en su nuca, una mano que estaba un tanto fría, algo que le hizo sobresaltarse y tratar de sacar esa mano de allí, más también el susto que alguien te apoye la mano en la nuca.
—… —se giró entonces, tomándose la nuca y muy molesto. Cuando vio a una castaña de cabello corto sonreírle y casi que burlándose un poco por su reacción, suspiro—. ¿Era realmente necesario hacer eso, Aurelia?
—¡Sip! —contestó entonces la mencionada Aurelia. De falda azul, camisa mangas corta blanda y un moño naranja, esta asentía en lo que decía que sí a la pregunta del castaño—. Podía ver que en cualquier momento tu cabeza iba a explotar, Mark. Tenía que hacer algo, no quiero que te mueras… aún.
—¿Aún?
—Hehe, ignora lo que dije —sonreía de nuevo. Este muchacho de la banda naranja, Mark, no entendía nada—. ¿Te sucedió algo para irte antes de las prácticas?
—No, no me sucedió nada —respondía entonces con normalidad. Aurelia se sentó a su lado junto a esas cortas escaleras, mirándole a lo que él, entonces, miraba la práctica de los chicos de fútbol—. Quise despejarme un poco de todo… y cuando me di cuenta, vine aquí y me quedé viendo a los chicos del club de fútbol…
—¿Acaso… te interesa unirte al club de fútbol?
Hubo silencio entre ambos.
Mark, el muchacho de la banda naranja, seguía mirando muy fijamente a todos en ese club cuando practicaban, algo que la chica, Aurelia, se sorprendía puesto que cuando estaba en el club con ella, no tenía la intensa mirada de ahora. Al cabo de otros segundos en silencio y de ella mirarle, pudo notar que esa intensa mirada desaparecía para que sus miradas sean intercambiadas.
—… no creo —contestó al final de cuentas—. Por más que yo quiera, mi mamá estará muy en contra de esa idea. Podré explicarle que el fútbol es lo más grandioso del mundo, ella se negará a que lo practique —y suspiraba. Miraba a la nada misma—. Quizás por el tema de mi abuelo…
—Cierto. Según recuerdo, ¿tu abuelo no murió por el fútbol?
—Quizás sea por eso que no quiera que lo haga
—… —y Aurelia alzaba una ceja—. ¿Esto no tiene que ver también porque tuviste un accidente por culpa de ello? —preguntaría intrigada—. Hasta por donde sé, fue por eso.
—Haha, no, no. Intenté alcanzarle un balón a unos niños y un camión literalmente me atropelló —contestaría con una sonrisa—. No me morí, no reencarné, no estoy en un mundo fantástico donde mataré a un dragón y tendré a todas las mujeres que quiera. Estoy aquí, con un cuerpo más fuerte que antes.
—Lo que no te mata, te hace más fuerte
—¿Eh? No, que tuve suerte —contestó—. Literalmente el doctor me dijo que ese balón se llevó gran parte del impacto… aunque yo también me llevé mi parte…
—Esto… —Aurelia está más confundida que antes—, oye, Mark, ¿esto no es de un anime? —preguntaría—. Digo, un balón te salvó la vida…
—… ¿no? —contestaría, también confundido—. ¿Lo es? —y Aurelia entonces le explicó sobre susodicho anime. Mark veía más confundido que antes a Aurelia puesto que en serio que no pensaba para nada que su historia tuviera una enorme similitud—. Vaya… qué loca que es la vida…
—¿Coincidencia?
—Tal vez —contestaría todavía sorprendido—. Mi mamá… ya sabes cómo es, no me creyó. Creía que estaba jugando y que un camión de la nada se desvió al campo de juego y me atropelló, diciendo que ella tenía razón, que el fútbol es peligroso —estiraba un poco. Se tronaba un poco algunas partes de su cuerpo en lo que se levantaba—, sigo vivo como dije y como ves.
—Tal vez has muerto en ese accidente y ahora mismo otra alma posee tu cuerpo y actúas como el verdadero Mark para no levantar sospechas…
—… eso suena… tonto —contestaba—. ¿Crees en esas cosas?
—Podría ser —contestaría, también levantándose de las escaleras junto a Mark—. ¿No sería eso interesante? —se inclinaría un poco para estar cara a cara con él quien se hacía para atrás—. ¿Mm?
—…
—Hehe, a veces me gusta ver la cara de tonto que sueles hacer —se paraba recta entonces, soltando unas risillas a lo que Mark no decía nada. Se ahorraba el comentario que tenía para hacer con esto—. Es mejor ir a casa, Mark —le diría entonces. De reojo, notó entonces a dos chicos de primero que parecían salir de las actividades de su club—. Oh, mira, ellos también están saliendo —miraba a Mark—. Vamos, que seguro tienen mucho para contarnos…
El de la banda naranja asintió. Bueno, más que asentir, fue tomado de la muñeca mientras la castaña de cortos cabellos lo llevaba hasta estos muchachos de primero, un chico y una chica, que estaban hablando.
Cuando se coloraron al frente de estos, los dos reaccionaron y dejaron de hablar para saludar.
—Mark, Aurelia, hola —hablaría la chica en cuestión. Cortos cabellos azules y ojos claros, de falda también azul y un moño rosa (¿era rosa?), saludaba—. ¿Ya terminaron sus prácticas?
—Así es —contestaría Aurelia—. ¿Qué hay de ustedes? ¿Qué tal el club de caligrafía? ¿Cómo les va?
—¡Nos va bastante bien! —el chico, un castaño con unos extraños remolinos – dos – en su cabello, de ojos oscuros y con una gran sonrisa ahora mismo. Este muchacho, miraba precisamente a Mark—. Oye, Mark, los del club están más que encantados en querer ayudarte con tu caligrafía…
—No tengo mala caligrafía —los tres le miraron con caras como diciendo "¿En serio?" a lo que él miró a los tres—. …no tengo mala caligrafía… ¿verdad?
—Nadie del club de caligrafía entiende tu letra —diría la chica de primero—, y eso que a veces estamos acostumbrados a ayudar a gente con muy mala caligrafía… ¿verdad Arion?
—Y que lo digas, Skie —asentía el mencionado Arion—. Algunos se preguntan si en serio no sobornas a los profesores para aprobar las materias porque juran que es imposible entender tu letra por más que lo intenten…
Mark miró a Aurelia y esta lo sabía. Era una mirada como pidiendo por favor que dijera algo a estos muchachos, que paren, que están dañando su orgullo.
Aurelia negaba con una sonrisa.
—Chicos, chicos —les decía—, ya sabemos que Mark tiene letra horrible, pero no es necesario recalcar algo que ya es sabido —el de la banda naranja asentía. Luego miró mal a Aurelia por esto que escuchó. No podía pedir mucho más de ella. No le quedó otra cosa que suspirar—. ¿Entienden?
—Sí, superior Aurelia
Dirían Skie y Arion bajando la cabeza. Luego pidieron disculpas a Mark quien al final de cuentas, negaba y decía que no era necesario disculparse, que todo estaba bien.
—¿Qué harán ahora? —preguntaría Mark, ya queriendo cambiar de tema.
—Iremos a casa —diría Arion—. ¿Por qué preguntas? —y luego se emocionó un poco—. ¿Acaso podemos salir juntos, Mark?
—Aurelia y Skie pueden venir también —decía sonriente a lo que Arion parecía un tanto molesto por esto. Lo entiende. Seguro que quería pasar tiempo con él, como "hermanos" que son o que aparentan ser ya que al crecer juntos… más o menos te hace tener esa relación. Aun así, le causaba un tanto de gracia que se moleste, era tierno Arion cuando quiere—. ¿Qué dicen?
—¿Qué haremos? —preguntaría Aurelia, curiosa—. ¿Iremos a tu casa?
—Iremos al Rai Rai Ken —respondía levantando un dedo—. Hay descuento del 20% y, ¿qué mejor manera de aprovechar 20% de descuento que ir a comer con amigos? ¿Eh? ¿Qué dicen? —pero para su sorpresa, estos le miraron y no podían sonreír—. ¿Dije algo raro?
—Suenas parecido a Naruto —contestaron los tres.
—… ¿otra vez con eso? —respondería, agobiado—. Ya les dije, no me parezco y no soy Naruto.
—Tienes la misma voz
El comentario de Skie hizo que Arion y Aurelia asintieran.
—…
—¿No serás tú quien da la voz?
—De ser así, ¿tú crees que tendría poco dinero?
—Buen punto
—¿Quieren venir a comer fideos conmigo sí o no?
Aceptaron. Más allá del chiste del ninja rubio, que en serio daba hasta un poquito de miedo que realmente sonara igual que ese muchacho de ese anime y tengan gustos parecidos, aceptaría en ir con él porque, ¿qué mejor manera que ir a comer unos buenos y ricos fideos por el módico de 200 yenes? Al escuchar por otros alumnos esto, preguntar y corroborar que es cierto, quería ir con ellos… o se le ocurrió ahora que los veía mejor a los tres.
Una comida siempre es buena, pero siempre puede ser mucho mejor cuando vas con amigos que básicamente te has criado con ellos y también mejores amigos que con ellos irá otro día ya que son para otro capítulo puesto que esto es un prólogo.
Entonces, ya caminando y hablando de varias cosas, no pudo evitar mirar una vez más a lo lejos a los chicos del club de fútbol que seguían y seguían entrenando y preguntarse de cómo sería su vida si pese a todo lo que su madre le dijo y habló sobre el fútbol, lo practicase de igual forma…
