About Us

Jamás fue conocido por combinar sus prendas de acuerdo a los cánones de la última moda. Y tampoco empezaría a hacerlo a ese punto de su vida. Sin embargo, debía atender a las indicaciones hechas previamente por su superior y lucir lo más presentable posible.

Verse al espejo era como hallar a otra versión de Narumiya Mei. Era como si fuera un hermano perdido que decidió teñir su cabello para no ser un rubio llamativo.

Terminó de alistarse y bajó, repitiéndose a sí mismo que aquella intrusiva entrevista no demoraría más de una hora. Y ahí en la planta baja encontró a quien atravesaría por la misma desagradable experiencia.

Ella lo saludó besando suavemente sus labios, luchando para no profundizar aquel encuentro. Y él por su parte deslizó su brazo alrededor de su cadera.

Era injusto que el poco tiempo que tenían para ellos debía ser malgastado de tal forma.

—Sí debes culpar a alguien que sea a Mei —dijo Kazuya sin romper el acercamiento entre ambos—. Él fue quien abrió el pico con respecto a nuestra relación.

—Es su modo de vengarse por ser tan mal amigo.

—Podríamos decir que no estoy disponible porque caí en cama a causa de la comida de mi novia.

—Sí. Suena bastante creíble. Podría funcionar.

Tocaron a la puerta, arruinando así la oportunidad para crear una creíble mentira.

Ambos, resignados, permitieron el paso de aquella muchacha de sonrisa de comercial y sus dos acompañantes. La sala sería el lugar ideal para efectuar la entrevista.

—El director ya debió de ponerlo al tanto sobre mí y el contenido de esta entrevista —habló la joven entusiasta. Estaba tan animada que resultaba antinatural—. Mi nombre es Shimizu Akari. Encantada de conocerlos.

Asintieron y la dejaron proseguir.

—Sé que muchos de nuestros seguidores están interesados sobre su carrera profesional; sobre sus motivaciones que lo llevaron a dedicar tu vida al béisbol. Sin embargo, hay otro tópico que causa mucha más intriga.

—Ah, ¿sí? —Quizá si fingía demencia podría zanjar aquel interrogatorio personal.

—Todos quieren conocer al Miyuki Kazuya que existe fuera del diamante. ¡Todos necesitan saber cómo es el hombre detrás del dorsal número dos de Yomiuri Giants!

—No creo que a la gente le importe eso...—Sabía que el único amante del cotilleo era Mei. El resto de Japón no debía ser tan chismoso.

—Nuestras encuestas dicen todo lo contrario —alegó—. Ahora procedamos. —Miró al cátcher y sonrió. Ese gesto le creó desconfianza—. Yūki Sora, ¿verdad?

—Sí. Es correcto.

—Me enteré por buenas fuentes que es la hermana de dos prominentes jugadores de béisbol. —La aludida asintió nuevamente—. Ambos jugaron en Seidō, igual que Miyuki-san. ¿Fue allí donde lo conoció o su encuentro fue tiempo después?

—Nos conocimos durante nuestro segundo año de preparatoria. En verano —contaba Kazuya—. Íbamos en el mismo salón de clases.

—Yo me uní al club de béisbol como manager. Por lo que nuestras interacciones crecieron.

—¿Quieren decir que se conocieron y se enamoraron a primera vista?

—No exactamente —intervenía Miyuki—. Nuestra relación comenzó siendo una mentira.

—A alguien le pareció buena idea mandarle presentes y una carta de amor a Kazuya usando mi nombre —relataba Sora con una media sonrisa. Aquel acontecimiento ya era una agradable memoria—. No creyó que fuera una broma de mal gusto. Y aunque después fue obvio que todo fue un montaje continuamos con la mentira.

—Me seguiste el juego porque ya te gustaba —espetaba guasón.

—Todavía no me gustabas para ese momento. En ese punto sólo quería golpearte por no mantener a raya a tus acosadoras.

—Empezaron fingiendo una relación y terminaron gustándose. ¡Qué romántico! —Sus manos se adosaron a sus mejillas como una medida para mitigar la emoción que sentía por su relato de juventud—. ¿Quién fue el primero en admitir sus sentimientos? ¿Quién se declaró primero?

La pareja empezó a sentir un poco de miedo por su intensidad.

—Ella.

—Me declaré porque deseaba ser rechazada. —Su respuesta desconcertó a la entrevistadora—. Con lo poco que conocía a Kazuya sabía que no éramos compatibles. El rechazo facilitaría que me olvidara de él.

—Pero al final no fue así, ¿cierto? —Akari se enfocó en el moreno.

—No. Era mutuo —confesó con cierta timidez.

—¿Siguieron juntos después de terminar la preparatoria? Si es así, ¿cómo sobrellevaron sus carreras? Es decir, Miyuki-san pasó por períodos demandantes de tiempo. Apenas y podía dormir o pensar en sí mismo. Y muchas relaciones de beisbolistas acaban por temas como esos.

—Tuvimos problemas —confesó Miyuki—. Estuvo a punto de dejarme. —La miró de soslayo como si supiera que encontraría su reflejo en sus ojos. Y así fue—. Fui un idiota.

—Ambos cometimos errores. Los dos actuamos sin considerar lo que el otro sentía. No nos tomamos las molestias de sentarnos a hablar.

—Los malos entendidos quedaron de lado y continuamos saliendo.

Akari ahogó un gritillo. Estaba conmovida y emocionada por su confesión, por esa mirada de complicidad que emanaba alegría y amor por seguir juntos.

—¿Y cuál será el próximo paso? ¿Para cuándo la gran boda? ¿Ya pensaron en los hijos?

—Lo estamos meditando —dijeron a la par, sonriendo

No saciaron su curiosidad. No obstante, en sus gestos encontró la respuesta que no sería pronunciada aquella tarde.