Fragmentos de Tiempo

Autora: Lian_dana

Tipo: Serie

Disclaimer: Card Captors Sakura es propiedad exclusiva de CLAMP y otras empresas con fines de lucro U_U... Nada de nada. No intento infringir ninguna ley. Y ni quiero, ni me interesa infringirlas. Si estas en contra de una posible relación entre varios personajes como Yue- Clow, Eriol-Tomoyo, o combinaciones, mejor no lo leas. Aceptó de todo, menos virus y cosas dañinas para mi salud y la de mi computadora. No me caería mal un poco de dinero y sus reviews. Espero les agrade.

Dedicatoria: para todo el que lea esto. Para ti

E-Mail: lian_dana27@yahoo.com.mx

Nota aclaratoria:

Se que este fanfic es producto de una mente alucinada, pero no importa a lo que iba: esta fanfic fluctúa entre el presente, pasado y futuro, es decir, no lleva una cronología establecida, como tampoco lleva un orden lógico de secuencias como puede estar Tomoyo en el presente y en el siguiente párrafo Eriol en el pasado, trataré de que se siga un orden, he dicho: tratare, no prometo nada. He divido secuencias, escena o como quieran llamarlo con un *, creo que será más fácil de comprender el fic con este pequeño símbolo. Es mi deber aclarar que las escenas pasan del presente al pasado, porque algún personaje esta recordando un hecho de su vida (ok, ya se que esta nota sale sobrando) y después de eso vuelven al presente. Algunos se preguntarán en donde anda el futuro???, ajajajaja, pues anda de parranda, ¬¬U, en los primeros caps, casi no mezclo al futuro como se darán cuenta, he dicho casi... Eso es todo, disfruten del fic!

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Capítulo I              Reflejo y Realidad

"Heredo la belleza y crueldad de la naturaleza y la vida misma"

Tomoyo miró fuera amparada en la casa. No sabía si estaba despierta o dormida. El mundo oscuro se deslizaba veloz y una suave voz canturreaba en sus oídos. Se sentía perdida, sola y abatida; se reclino en el mullido sofá y dejó caer la cabeza hacia atrás mientras unas lágrimas surcaban sus mejillas, cerró los ojos con fuerza al igual que los puños, ahogó un suspiro. La habitación estaba en silencio, inundada en la penumbra, sólo una tenue luz entraba por la ventana, donde la luna miraba melancólica.

La joven se limpió las lágrimas con el dorso de la mano, se levanto del sillón con energía, era alta y arrogante, el orgullo había regresado a su figura junto con la frialdad en su rostro, camino hacia la puerta, giró el pomo y salió de la habitación con paso firme.

*

Una mañana clara de nubes ligeras y un viento que viraba hacia el oeste. El jardín era verde, un árbol crecía esplendorosamente, debajo de él había una mesa de jardín. El joven tomo el vaso y se lo llevo a la boca, degustando el sabor de la bebida. Posó su vista en una puerta, de la cual salió una chica de cabello castaño y semblante alegre, unos cuantos años más grande que él, la chica se acercaba a él con paso lento mirándolo a los ojos como si tratará de leer la mente del hombre, llegó ante él y cruzó las manos sobre su pecho, con gesto severo lo miró y preguntó:

- ¿Qué sucede, Eriol?

- Nada, ¿Acaso debe suceder algo?- respondió con una sonrisa

- ¡Siempre tan misterioso!, ¡A veces quisiera que no fueras Clow!

- Si no lo fuera, nadie estaría aquí- contestó tranquilamente- y no soy Clow, soy Eriol- volvió a sonreír

- Sólo eres Eriol con las memorias de Clow- murmuró la chica- pero eres tan parecido a él, que no me dejas acercar.

- Nakuru... tanto Spinel como tú son lo más cercano a mi corazón y me conocen tal cual

- Entonces no te conozco- replicó Nakuru- no sé lo que te sucede y tú n haces nada para que yo salga de mi ignorancia

- Ya te lo he dicho antes, no sucede nada.

- Eriol...

- ¡Anda!, Siéntate a desayunar o piensas quedarte de pie

Nakuru hizo una mueca y miro el árbol por unos momentos, se sentó y cerró los ojos disfrutando de la fría brisa en su cara. Eriol era su creador y amo, se suponía que ella lo conocía casi tan bien como ella misma se conocía pero Eriol era Clow y era Eriol, una combinación difícil de entender tan difícil que era imposible. Sonrió, se preguntó si Yue había conocido tan bien a Clow a tal punto de conocer sus emociones y pensamientos.

Yue, el hermoso ángel creado por Clow, aquel Yue que había y amaba a Clow y ese amor, precisamente, fue la perdición del ángel, ella no estaba dispuesta a que se repitiera la misma escena, ella no quería perder su amor, ella no iba a cometer el mismo error... Aunque Yue y ella tenían la misma debilidad, los dos eran la luna...

Nakuru término de desayunar necesitaba tiempo lejos de aquel hombre, se levantó e inclinó la cabeza, se despidió del hombre y se alejó caminando por el jardín, dejando sólo a Eriol

- No pasa nada, querida Nakuru, sólo que no sé que ocurre en tu corazón y no quisiera descubrirlo, como tampoco sé que ocurre en el mío desde que la volví a ver- murmuró Eriol con una voz ronca que no parecía la de él.

*

De nuevo la noche cayó sobre su cabeza y corazón, no entro a la casa, se sentó en el pasto verde, mirando las estrellas siendo reflejadas en sus pupilas, una sombra halada se situó junto a ella.

- Estrellas- dijo la sombra, ella asintió girando su rostro y viendo el rostro de aquella ilusión

- Yue... -susurró y se levantó poco a poco del pasto, quedando frente al ángel plateado, se arrojo a sus brazos, hundiendo su cabeza entre la tela de seda, llorando amargamente- Eriol...

El ángel la abrazó tratando de reconfortarla, queriendo quitarle ese dolor con el abrazo. Eriol: la reencarnación de su antiguo amo, de su antiguo amor, de su todo: Read Li Clow. El recuerdo vino a su mente súbitamente golpeándolo con fuerza.

*

Una noche de invierno, después de mirar por la ventana la caída de copos de nieve, se volvió y vio a su amo sentado en ese sofá forrado de terciopelo rojo, leyendo un libro con pasta de cuero negro, en la otra mano una copa de un suave vino, mientras las llamas danzaban alegremente en la chimenea, proporcionando luz y dibujando el perfil del hombre frente a ella. Keroberus estaba arriba en la habitación del amo, durmiendo, era un flojo. Yue camino hacia una esquina de la habitación, deslizándose suavemente en la pared hasta llegar al piso, tomo el libro que estaba a su lado, tratando de concentrase en la lectura, pero era en vano su mente sólo dibujaba la imagen del hombre en el sofá; se levantó lentamente de su lugar después de unos minutos.

Clow sintió un leve calor e incorporó la vista, ante él, arrodillado estaba su ángel lunar, apoyando sus manos en las piernas de él, y mirándolo con esos cristalinos ojos felinos de indefinido color. Clow sonrió.

- ¿Sucede algo, Yue?- preguntó aún con esa cálida sonrisa en sus labios. Yue negó con la cabeza.

- Usted- empezó, mientras sentía un ligero rubor cubrir sus mejillas- nunca me dejará, ¿Verdad?

El mago se sorprendió, clavo sus ojos azul profundo en los del guardián. Vio miedo, angustia, tristeza y melancolía en esos ojos indiferentes, fríos de la Luna. Descubrió en esa  mirada más allá de lo que el guardián estuviera dispuesto a admitir delante de él o de cualquier persona.

- No, nunca te dejare, querido Yue-hablo con voz seria pero cariñosa, mientras que en la boca de Yue se dibujaba una sonrisa y Clow se estremeció ante esa cristalina y límpida muestra de afecto.

Yue se inclinó un poco, rozó suavemente los labios del mago y se separo, hundiendo su rostro entre las ropas del mago esperando una reacción pero no sucedió. Clow estaba demasiado sorprendido por el acto. Yue comenzó a sollozar amargamente mientras el sabor agridulce se fundía en sus labios.

*

- Tomoyo- dijo, acariciando el sedoso cabello color azabache, compartiendo su dolor.

Permanecieron en esa posición durante minutos o horas, hasta que los sollozos se apagaron poco a poco. Tomoyo levantó el rostro mirando la cara del guardián: finas facciones, ojos felinos de indefinido color, labios delgados con un suave color rosa- rojo, una piel tersa y suave blanca, nívea...  belleza, elegancia y soberbia mezcladas dando una combinación perfecta.

Yue miro a la mujer que tenía en brazos, piel de porcelana, ojos azules como la infinidad del mar, cabello sedoso de color azabache comparable sólo con la oscuridad, labios finos matizaos por un ligero rojo, facciones finas... belleza, elegancia y soberbia. Yue le acarició la mejilla llevándose en esa caricia el rastro de una lágrima.

*

Nakuru se miraba en un espejo de cuerpo completo, estaba inmóvil viendo su reflejo, surgió un resplandor de su cuerpo que inundo la habitación, cuando la luz se disipó, delante del espejo se hallaba la guardiana de la reencarnación de Clow.

La posición de ella no había cambiado, sus ojos de un color que pasaba por el rojo hasta el rosa seguían clavados en el espejo, levanto una mano y la dirigió al espejo, acarició el cristal, sintiendo el frío de este en la palma y dedos, apretó el puño y momentos después se derrumbo frente al espejo, se le nublo la vista por unos segundos. Se irguió de nuevo con cierta dificulta. Miró por última vez su reflejo en el espejo y dio media vuelta, sus alas de mariposa fueron reflejadas en el espejo. Salió de la habitación.

*

El cálido fuego crepitaba en la chimenea, unos ojos azules miraban el danzar de las llamas.

- Belleza de un elfo- dijo cerrando los ojos.

*

Ya había creado las cartas, cuando decidió crear también a los guardianes, el primer guardián nacería en verano. Clow pasaba noches enteras en vela estudiando y dándole forma al guardián. Decidió que el primer guardián sería el sol... Infinita luz...

En verano, soplaba el viento hacia el sur, un viento ligero que traía con él cantos de nacimiento. En la habitación apenas alumbrada por unas cuantas velas, Clow ya hacia en medio de ella, con sus ropas de hechicero, enfrente de un círculo mágico. Murmuraba unas palabras sin sentido para los oídos de cualquier ser humano "normal", unas palabras en algún idioma antiguo, concentrando su poder mágico en un punto de la habitación, las cortinas ondeaban ligeramente, de pronto se escuchó un estallido, los cristales se rompieron y las cortinas se desgarraron. En el suelo se encontraba una figura, una figura con alas, Clow miró maravillado a la criatura que ya hacia a sus pies, se inclinó y tocó suavemente el hombro de aquella extraña y maravillosa criatura. Está abrió los ojos lentamente, miró por unos segundos al hechicero y después sonrió.

Había nacido el primer guardián; un hermoso león halado sin melena, de un pelaje dorado cobrizo, con unos ojos juguetones y curioso. Su nombre: Keroberus.

Cuatro meses después nacería el segundo guardián. Su símbolo ya estaba decidido desde un principio. La Luna, la hermosa luna. Clow pasaba no solo noches enteras en la creación de este ser sino días enteros, dándole forma a una figura borrosa en la mente del hechicero, cada hebra del pelo de este ser era pensada por Clow. Él amaba a la luna y la luna lo amaba a él...

Contemplo estupefacto su reciente creación, a su lado se encontraba el león halado con los ojos muy abiertos, tratando de no perder ningún detalle. La figura abrió los ojos, viendo a Clow primero y después a Keroberus. Clow no podía comprender como había creado a semejante ilusión. Observó los ojos del guardián tratando de definir el color de estos.

- Azules... no, violetas... no, esmeralda... - decía su mente

Las alas se desplegaron en toda su magnificencia dejando ver unas plumas plateadas. Clow no pudo pensar más. Sólo una idea retumbaba en su cabeza:

- Belleza élfica

Sonrió satisfecho, dio unos cuantos pasos al frente y quedo cerca de ese ser.

- Yue... luna- salió de los labios de Clow, mientras un niño de doce años miraba al hechicero con curiosidad y asombro.

*

Un ovillo tejido de luz y oscuridad estaba ante sus ojos, una luz invadió la habitación y ante él, el ovillo empezaba a dibujar una silueta humana. La luz se desvaneció, ante sus ojos se encontraba una chica de no más de 16 años, con una cabellera larga hasta la cintura de un color rojo-rosa, piel blanca como el papel, delgados labios, facciones finas y ojos de un peculiar color. En la espalda de la chica nacían dos hermosas alas de mariposa.

El niño parpadeo una vez y miro a la chica. La tercera guardiana había nacido... Rubymoon

Una pantera negra con hermosas alas de mariposa y unos ojos distantes veían al niño que estaba sentado en un sillón rojo, se volvió hacia un libro. La pantera había nacido unos días después de la guardiana, de la misma forma que esta: envuelto en luz y oscuridad. La diferencia entre estos guardianes y los antiguos era abismal, sus caracteres eran diametralmente opuestos. ¿Por qué?. Nadie lo sabía, sólo su creador. Los ojos del guardián se volvieron de nuevo al niño.

- Amo Eriol, será mejor que vaya a dormir- el niño lo miro por unos segundos.

- Lo haré Spinel, hasta mañana- el chiquillo esbozó una sonrisa, antes de salir del salón acaricio a la pantera.

Spinel -sun era el cuarto guardián, su símbolo era el del Sol, igual que el símbolo de Keroberus; Rubymoon, su compañera era la homologa de Yue, sin duda, un guardián no tenía nada que ver con el otro.

Eriol a pesar de su corta edad había creado a la guardiana y al guardián, para ayudarse en su misión con la dueña de las cartas Clow, si lo había hecho una vez, ¿Por qué no hacerlo de nuevo?, sólo se tenían que corregir algunos errores del pasado.

*

El hombre sentado en el sillón, abrió los ojos de golpe, mirando el crepitar de las llamas. Los cuatro guardianes encerraban una belleza sin igual, pero los de la luna dejaban esa mundana belleza para acercarse, ¡No! Igualarse a la belleza de un Elfo: los seres más hermosos y casi perfectos de la creación.  Una imagen le vino a la mente y un recuerdo con ella.

*

Una mujer alta, delgada, de largo cabello, rizado en las puntas lo veía petrificada, con miedo en los ojos. Él incapaz de hacer algo sólo la contemplaba bajo la fría lluvia.

- ¿Quién eres?

- Soy Eriol, tú me conoces

- No te conozco... -firmeza había en su voz.

- ¿Por qué dices eso?

- Porque esa es la verdad... - dudo un segundo de lo que iba a decir- yo no conozco a Eriol como tampoco conozco a Clow

- Tomoyo

- Y tampoco me conoces

Esa era una mentira, Eriol conocía perfectamente a Tomoyo Daidouji, tanto o más que Sakura la conocía. Sabia cual era su comportamiento, sus aficiones, obsesiones, amores, miedos, dolores... Él esa persona que ella consideraba un extraño, la conocía como nunca lo haría otra persona, la conocía como él conocía a sus creaciones, como conocía el corazón de Yue, incluso el de Rubymoon.

Las finas agujas de agua se le clavaban en el rostro y cuerpo. Una sonrisa apareció en sus labios, al verla frente a él, temblando bajo la lluvia, pero segura y con firmeza, altiva...  Ya no era esa niña de 10 años que él conoció... era una mujer, una mujer arrogante, orgullosa, fría, altiva, sin embargo con una nostalgia en los ojos y una soledad infinita en su silueta... mentira... No la conocía.

*

- No te conozco- dijo llevándose a la boca el vaso de whisky. El olor de la bebida embriago a sus sentidos.

Tres personas totalmente diferentes le habían dicho una verdad: "No te conozco"; Yue: su ángel plateado, Rubymoon; un hada lunar, Tomoyo: una mujer frágil y bella.

- Yo tampoco los conozco...

Equivocación total... él lo sabía...

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Notas de la autora:

Saben?, voy a optar por ya no escribir este apartado, nunca tengo algo interesante que decir. En fin, me voy a sacrificar, va a ir un poco lento este fanfic, pero espero no decepcionar a nadie. De una manera u otra este fic es mi más grande proyecto por el momento.  Un pequeño adelanto para dentro de uno o dos capítulos, hacen aparición cinco personajes, se integrarán al fic pero no su asusten serán personajes creo que conocidos por la mayoría y no tendrán un papel estelar... supongo ^_^U.  Se aceptan reviews, porque a mi e-mil le están saliendo telarañas ^^uuu. Por cierto, cambie mi e-mail porque tuve problemas con el de uole.