Tres: "Araon Glader"

Un rumor especialmente fuerte se dejó oír en Hogwarts. Se había esparcido bastante rápido, según la opinión de Harry, sin embargo había que admitir que lo valía.

Se trataba de un alumno de primer grado perteneciente a la casa Gryffindor. Harry ya había oído su nombre, pero no le había prestado atención.

Fue de los que había salido corriendo de la clase de la profesora Debbie. Y según los hermanos Weasley él le tenía más reserva que ellos, a quienes les había sacado tremendo susto.

Pero en su segunda  clase había ganado 30 puntos para su casa al ser el único que pudo vencer la siguiente ilusión. El propio Harry tuvo la oportunidad de ver a la pequeña profesora con un brazo petrificado mientras caminaba a la enfermería notablemente molesta.

Pero de eso no era de lo que hablaban. No cuando algo de más peso ocurrió ese mismo día en la clase de Pociones. Según narración de otros alumnos de primero, el propio Snape le dedicó una mirada que bien podría ser de sorpresa hasta que cambió por desprecio y otorgó 10 puntos para una casa que no era la suya.

Su nombre era Araon Glader. Se trataba de un niño regordete y de baja estatura con el cabello rubio. No se mostraba interesado en otra cosa que no fuera la comida y cada que llegaba al comedor se le veía tomando postres para comerlos después. Había sido sorprendido comiendo en clases muy a menudo, pero al momento de hacer preguntas resultaba que no le podían bajar puntos.

-Ahí esta -se oyeron rumores.

Harry miró con cuidado al niño sin poder evitar un respingo. Ya lo había visto con Hermione, se trataba de ese niño que, al parecer, la había encantado. Todo su cabello era ondulado y su piel lucía de un color claro que con esas mejillas rosadas le daban la apariencia  de un querubín; ya que, para colmo, tenía los rasgos suavizados y sus ojos de color miel se mostraban horrorosamente gentiles. Aparte de eso era educado y estudioso, no parecía matarse estudiando, simplemente daba la impresión de que todo le era bastante fácil.

Araon se sentó en el comedor y agarró una pieza de pollo para colocarla en su plato. Sus compañeros le hacían preguntas a las que contestaba cortésmente. No parecía estar consciente de lo que hablaban de él. Comía con calma mientras hacía notas en una pequeña libreta y de vez en cuando se rascaba la punta de la nariz con uno de sus dedos.

Entonces Harry notó algo que captó su atención. Las lechuzas habían comenzado  a entrar dejando caer distintos paquetes... Una lechuza negra se paró frente a Araon y estiró su pata para que el niño recogiera el mensaje y una cajita.

Harry no le habría dado importancia si no fuera por que alcanzó a ver una pluma blanca en cada lado de sus alas y su rígida posición o la fría mirada de sus ojos marrones.

Araon recogió la nota para leerla después de colocar la cajita a un lado del plato. La lechuza extendió las alas y se marchó.

-¿Es tuya la lechuza? -Harry se acercó a él.

Araon lo miró y se hizo a un lado para que se sentara a un lado suyo. El gesto era muy cortés y Harry no pudo rechazar la invitación.

-No es mía -dijo finalmente -La vi en la lechucería hace una semana. Se ve bastante misteriosa, ¿verdad?

-Si -.murmuró Harry -¿Sabes de quien es?

-Supongo que del profesor Snape -dijo sin darle importancia -No esperaba que mandara un remedio de esta manera. No parece muy sociable, ¿no?

-Ni lo imaginas -suspiró Harry -¿Para qué es el remedio?

-Para quitarle la pintura mágica a una gatita.

-¿Una blanca?

-Si... Creo que la profesora Debbie esta molesta por eso, ha castigado a los causantes ya tres veces, pero ellos no parecen encontrar el modo de remover la pintura. Parece que el pelo de la gata es muy delicado.

-¿No te caía mal la profesora?

-¿Qué te hace pensar eso? -preguntó Glader con una mirada llena de inocencia.

Ron llegó corriendo de repente, al principio no encontró a Harry ya que no estaba en el lugar de siempre, pero en cuanto lo vio se acercó.

-¿Qué haces con Glader?... Bueno, no importa... ¿me prestas tu pluma de plata?

-Esta en el baúl...

Ron lo miró con gesto impaciente.

-Quizá deberías ir con él -resolvió Araon -, yo debo rociar  a esa gatita con esto  -miró contento la cajita y se levantó caminando hacia los dormitorios después de guardarse un poco de comida en la túnica.

-Insisto en que no tiene nada de genial o adorable -dijo Ron con un extraño gesto.

-¿Para qué quieres la pluma?

Ron se ruborizó.

-Quiero ver si puedo usarla en una clase...

No parecía ser la verdad completa. Sin embargo no tenía nada de malo prestársela a Ron. Caminaron hacia los dormitorios hasta llegar frente al retrato de la señora gorda.

-"Dulce explosivo"-Harry dio la contraseña y penetró a las habitaciones.

Frente a la chimenea, sentado en la alfombra, estaba Araon platicando animadamente con alguien que estaba sentado en un sillón acomodado frente al fuego. Aun tenía en sus manos la caja, por lo que imaginó que se había encontrado por el camino con esa persona.

-No veo la necesidad de que los demás hablen de mí -comenzó el muchachito educadamente -Creo que Harry Potter hizo algo más admirable que yo.

-Harry no ha podido conseguir punto alguno con Snape -se oyó la voz de Hermione -De hecho solo ha logrado que le resten puntuación.

La verdad es que ese comentario por parte de Hermione lo lastimó, Harry decidió caminar hasta la habitación para evitar escuchar más seguido por Ron.

-No me simpatiza -gruñó Ron mientras veía a Harry buscar en su baúl.

-Es un niño muy educado.

-Bastante -ironizó Ron  -Una tarde me lo encontré en el jardín platicando con la profesora Debbie; parece que ella esta de acuerdo con la mayoría de nuestras compañeras (incluyendo Hermione) de que el mocoso es adorable.

-¿Por qué te molesta eso?

Ron no respondió.

-Solo se me ocurre que estés celoso.

-Nadie con suficiente sentido común celaría a una niña psicópata... -dijo rojo.

-Me refería a Hermione -rió Harry -Aunque la profesora Debbie también podría ser causa de celos, después de todo es una niña bonita... Claro, si quitas el detalle de que casi nos mata del susto hasta puede ser bastante tierna... ¿No es muy pequeña para ti?

-No tengo intereses sentimentales con ella -bufó Ron y tomó la pluma para salir de la habitación.

Quizá se había pasado un poco. Harry salió y se encontró a Hermione aun sentada con un enorme libro entre las manos.

-¿Araon?

-Fue a ver a la profesora Debbie -la joven bajó le libro -¿Qué tenía Ron? Bajó muy molesto.

-Una mala broma.

Hermione pareció comprender. Con un gesto invitó a Harry para que se sentara en el otro sillón y cerró el libro para colocarlo en la pequeña mesita.

-¿Hay algo que quieras decirme, Harry?

¿Qué?

Harry la miró sin comprender. Los ojos de ella se mostraban tranquilos y algo cansados, pero no habían perdido ese brillo que tanto gustaba a la hora de hacer trabajos o investigaciones. Sus manos descansaban en su regazo y entre los dedos se veía algo de tinta que las manchaba ligeramente. Y su cabello... alborotado como siempre, se matizaba con la luz del fuego haciéndola ver sencillamente diferente.

-No.

Parecía decir la verdad, pero Harry tuvo la impresión de que se había mentido a sí mismo. Cuando miró a su amiga notó algo de inquietud en su mirada hasta que se transformó en tranquilidad de nuevo y abrió el pesado libro que estaba leyendo.

-Ron se ha visto bastante interesado en la profesora Debbie -dijo ella sin darle importancia -La propia Ginny parece no poder quitarle la vista de encima... Probablemente una niña de tan solo 11 años que entra a ser profesora llama más la atención que un alumno muy dedicado.

-¿De donde has sacado eso? -preguntó Harry.

-Araon me lo dijo así -respondió ella y sonrió con un poco de burla -Supongo que me he puesto celosa de una niña que no ha tenido que esforzarse para ocupar ese lugar.

Harry sonrió algo incómodo por eso. Cuando miró de reojo hacia las escaleras que guiaban a su habitación se topó con una sombra blanca y fluorescente que corría a toda velocidad.

-Yo creo que tú eres la mejor, Hermione -dijo finalmente y se levantó -Hay mil maneras de parecer brillante ante los demás...  Quizá la profesora Debbie encontró una mucha más fácil.

*  *  *

Esa noche salieron para visitar a Hagrid. Harry notó un silencio extraño hasta que se pararon frente a la puerta de madera.

-No voy a dejar que tu reemplazo de clases con mi gata -se escuchó una molesta voz infantil -: bastante fastidiada me tienen esos gemelos como para permitir que un profesor haga enfadar a mi Nundu provocando que enferme (o mate) a media comunidad infantil.

Harry y Ron se miraron nerviosos.

-Estoy seguro de que el profesor tendrá sus propias ideas -tranquilizó Hagrid.

-Eso espero -unos pasitos se acercaron a la puerta -Cuando Dunkel regrese contigo dale un terrón de azúcar.

Ron alcanzó a empujar a Harry a un lado y miraron salir a una niña de la cabaña. Harry tuvo la impresión de que los había descubierto ya que miraba en su dirección con bastante insistencia. Finalmente una sonrisa que los petrificó apareció en sus labios y tranquilamente caminó al interior del castillo.

Justo cuando Harry se disponía a salir escuchó que alguien más caminaba. Se trataba de otro estudiante y bastó ver su cabello rubio y ondulado para reconocerlo. Harry escuchó un respingo por parte de Ron y miró atentamente al niño de primer curso.

Parecía que Araon estaba ahí por accidente; tenía su túnica llena de pelos blancos y fluorescentes y el cabello más alborotado aun. Su mirada era de desconcierto y tenía las manos arañadas. Harry comprendió que había estado persiguiendo a Candy y, a juzgar por su apariencia, la había atrapado, pero ella presentó resistencia.

Araon suspiró y caminó de regreso al interior con admirable cuidado.

Cuando estuvo lo suficientemente lejos, Ron comenzó a reír.

-El gran Glader vencido por una gatita.

Harry ignoró  eso y tocó la puerta de madera de la cabaña. Al instante -Hagrid abrió y les dedicó una cálida sonrisa. En su muñeca estaba acomodada una enorme lechuza negra que ululó  al ver a los chicos.

-Tienen suerte de que Debbie no los halla visto -Hagrid se hizo a un lado para permitirles entrar -; se enfada mucho cuando sorprende a alguien fuerza de la cama.

-¿Esa lechuza es tuya? -preguntó Harry al reconocerla.

-Por supuesto que no -Hagrid acercó a la lechuza a la mesa donde Harry la vio acomodarse y sacudir las plumas -Dunkel Weich es algo rígido cuando no conoce a las personas.

La lechuza extendió sus alas en un gesto que pareció expresar fastidio.

-Dunkel Weich -Ron se acercó para mirarle cuidadosamente -¿También se convierte en una bestia peligrosa cuando lo haces enfadar?

-No -Hagrid se puso un poco nervioso.

-¿Pertenece a Debbie? -preguntó Harry -Oímos cuando te recomendó que le dieras un terrón de azúcar.

-Eso es por que Debbie conoce a todas las lechuzas que hay aquí -Hagrid acercó un terrón al pico de Dunkel y éste lo comenzó a comer -Se la pasa mimándolas en sus ratos libres. Por cierto, ¿dónde esta Hermione?

-No la invitamos -respondió Ron -Cosas del reglamento.

-No deberían pensar eso, estoy seguro de que a Hermione le daría gusto salir de vez en cuando.

Hagrid se levantó y abrió una ventana por la que Dunkel salió. Harry descubrió un mensaje sobre la mesa y miró a Hagrid con curiosidad.

-El viejo Montaigne ha aceptado -Hagrid sonrió al leer el mensaje y vio a los chicos -: su nuevo profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas.

-¿Qué pasará contigo? -preguntó Harry.

-Debo hacer otra cosa -él se puso serio de repente -... sabes de lo que hablo, Harry.

Claro que lo sabía. Pero no esperaba que Hagrid solo fuera a darles unas cuantas clases para irse y dejar entrar a un profesor nuevo. En parte era aceptable que la profesora Debbie estuviera molesta por eso, Harry no se imaginaba a ese enorme felino aceptando los cuidados de alguien diferente a Hagrid.