Cuatro: "Cuando las cosas si pueden empeorar"

Cuando Harry abrió los ojos sintió un bulto a sus pies así que estiró la mano para tomar sus anteojos y ponérselos. Lo primero que vio fue que apenas amanecía; los tonos anaranjados se debatían en el cielo con el hermoso azul oscuro y por lo que pudo ver comenzaba a hacer frío en el exterior.

Al bajar la mirada descubrió un bulto blanco acomodado sobre la manta.

-Candy -murmuró alargando una mano para acariciar el suave pelaje y alcanzó a notar restos de la pintura fluorescente. El animal percibió el tacto y comenzó a ronronear ruidosamente. Viéndola de esa manera no parecía el peligroso Nundu que tenía a los alumnos asustados.

Candy bostezó y se levantó estirando su cuerpo. Caminó hasta la orilla de la cama y saltó en dirección de la salida.

Harry revisó el reloj dándose cuenta que no tenía caso volver a dormir, así que se levantó para ducharse. Al pasar por la cama de Ron hubo algo que llamó su atención. Se  acercó y tomó un trozo de pergamino, extrañamente limpio.

Claro que no lo estaba.

Harry se preguntó si su amigo se molestaría por leer lo que estaba escrito. Finalmente decidió que no tenía que averiguar lo que Ron hacía con la pluma mágica y salió de la habitación.

Estar bajo la regadera lo relajó bastante. El ruido del agua golpeando contra su piel le provocaba un efecto adormecedor y apoyó la frente en el pulido azulejo.

"Eres una pérdida de tiempo, Potter"

Harry abrió los ojos sobresaltado y giró para ver directamente hacia la entrada de las regaderas.

Nadie.

¿Pero entonces por qué escuchó la voz de una chica?

Seguramente estaba comenzando a dormirse realmente.

El muchacho cortó el agua y regresó para vestirse. Al entrar en la habitación descubrió a su amigo Ron luchando por despertar mientras intentaba quitarse de encima a Candy. La gata se movió por voluntad propia y olisqueó el papel que Harry no había querido leer.

-¡Deja eso! -exclamo Ron, despertando por completo e intentó quitar el pergamino de donde estaba. Pero Candy fue más veloz y lo agarró para salir corriendo.

Ron se levantó como pudo y salió tras el animal, pero cuando Harry lo vio regresar comprendió que no la había alcanzado.

-Estoy muerto -murmuró Ron.

-Un pedazo de pergamino no dañará a nadie -le animó Harry, aunque no conocía el contenido del papel.

-¿Qué crees que esa gata loca haga con él?

-Llevárselo a su dueña -contestó Harry recordando que en el tren eso había hecho con la pluma de Malfoy.

La expresión de Ron se tornó inusualmente pálida y se dejó caer en la cama metiendo las manos entre su rojo cabello.

Vaya. Había dejado de ser un simple pedazo de pergamino.

-No debe ser tan grave -insistió Harry -Con un poco de suerte tus hermanos encontraran a Candy por ahí y le quitarán la nota.

-Y la profesota los volverá a castigar -los ojos de Ron resplandecieron -Eso sería perfecto.

Pero no sucedió. Y a juzgar por la molesta expresión que el profesor Snape dedicaba exclusivamente a Ron, a Harry le vino a la cabeza otra posible "intersección". Con ese comportamiento le dio más curiosidad entender cómo, una niña tan tierna, era capaz de entablar cualquier clase de relación con un nombre como Snape.

Bastante malo era ya que la poción estuviera resultando horrorosa. Harry  habría captado por completo la atención del profesor de pociones, pero resultaba evidente que Ron llevaría ese privilegio por tiempo indefinido.

Snape se acercó por onceava ocasión al lugar que Ron ocupaba. Miró su poción con desprecio hasta levantar la cara directo a los ojos del pelirrojo.

-Bonito color, señor Weasley -dijo Snape con fría burla -Su vida ha llegado a un punto donde un fracaso más podría resultar fatal -con un cucharón sacó un poco del líquido rojo -Así que no pierda tiempo con sus cursilerías y haga algo útil en su vida.

A Harry no le quedó duda respecto al contenido del pergamino.

Salir de la clase de pociones fue lo más piadoso que pudo ocurrir. Extrañamente Malfoy fue el primero en tomar sus cosas para precipitarse por la puerta. Pero Harry estaba más ocupado en convencer a su amigo de no suicidarse en ese momento.

-Ya sé que el profesor de pociones no es muy agradable... -comenzó Hermione.

-¡No es nada agradable! -interrumpió Ron -¿Por qué cuando realmente ocupo de mis hermanos no aparecen?

Hermione le dedicó una perpleja expresión.

-¿Entonces sabes por qué el profesor esta molesto contigo? -preguntó la chica.

-No esta probado -intercedió Harry.

-¿Te hacen falta más pruebas? -preguntó Ron al borde de la histeria -Supongo que interceptó a esa gata antes que su dueña... ¡Se me ocurre algo mejor!... Ambos vieron la nota y se rieron.

-Debbie no haría eso -defendió Harry.

-¿Cómo estas tan seguro? ¡Casi nos mata en la clase pasada!

Harry miró a Hermione en busca de ayuda, sin embargo ella no había comprendido la razón de la discusión y le regresó una mirada confusa.

Fue un maullido lo que tranquilizó a Ron. Los tres bajaron la mirada descubriendo a Candy con un trozo de pergamino saliéndole por un lado de su pequeño hocico.

-¿Vienes a terminar de arruinarme la vida? -preguntó Ron con ironía y se inclinó recogiendo el papel para descubrir que estaba en blanco. -Possitium.

Las letras se fueron dibujando de manera lenta, Harry vio que su amigo se ponía colorado y alcanzó a leer la nota antes de que la escondiera.

"Gracias, Ron".

-¿Prestaste tu pluma, Harry? -preguntó Hermione confundida.

Harry la miró sin comprender el por qué del comentario. Entonces se dio cuenta de que la nota había sido escrita con una pluma semejante a la suya y miró a Ron.

-Quizá conoce a quien las fabrica -dijo el pelirrojo sin darle importancia.

*  *  *

La clase de Defensa Contra las Artes Oscuras resultó extrañamente tranquila.

La profesora cambió su metodología de manera drástica y puso  todos a buscar información sobre las sirenas. Incluso se encargó de llevar distintos libros para que trabajaran, algunos de dudosa procedencia.

Tras los primeros quince minutos ella se quedó dormida sobre un libro que estaba leyendo. Se había acomodado sobre las hojas y los lentes se le resbalaron por la nariz.

Nadie se había atrevido a salir de su lugar, probablemente pensaban que era otra ilusión y no querían arriesgarse.

Harry sintió un codazo de su amigo y volteó. Ron le sonrió con burla y señaló hacia donde estaban acomodados la mayoría de los alumnos de Slytherin. Justo al final del aula estaba Malfoy acomodado sobre la banca... y dormido también.

-Ya se me hacía raro no escucharlo por hoy -murmuró Harry con ironía.

-Espero que jamás despierte -Ron hizo una bolita de papel y la lanzó en dirección del rubio que cayó a unos metros de él. -¿Por qué crees que ambos estén dormidos?

Harry no le había dado importancia a ese detalle.

-Tener 11 años y ser profesor debe ser difícil.

-Quizá lo castigó -Ron sonrió.

En realidad Harry dudaba que eso hubiera pasado, pero prefirió no decírselo a Ron. Al volver a posar la mirada en la profesora descubrió que había despertado y se tallaba los ojos. Cuando ella los miró de nuevo no pareció estar consciente de que todo eso era un aula y abrió los labios para decir algo, sin embargo el timbre la interrumpió.

-Bien -Debbie sonrió a todos -, traerán una investigación completa de las maneras de vencer a esta peculiar criatura. Y para la clase siguiente utilizaremos una ilusión al respecto.

Harry vio cómo Hermione tomaba uno de los libros y se acercaba a la niña. Tras un breve intercambio de palabras sonrió y corrió para alcanzarlos en la puerta de salida.

-Es un libro que habla sobre las sirenas griegas -explicó Hermione cuando estuvo en los pasillos y abrió el libro que tenía en los brazos para mostrar una imagen.

-Lucen mejor que las del lago -señaló Ron.

-¿Eso servirá para la tarea, Hermione? -preguntó Harry.

La muchacha lo miró como si hubiera dicho algo absurdo.

Cuando llegaron al comedor se encontraron con una mujer a la que no conocían en la mesa de profesores. Lucía un bonito corte en su cabello café y sus ojos verdes se mostraban bastante curiosos. Estaba charlando con Hagrid y asentía como si recibiese instrucciones hasta que en una parte de la conversación algo le pareció bastante gracioso y se echó a reír llamando aun más la atención.

Harry caminó hasta la mesa acompañado de sus amigos y  se sentó. Justo frente a él estaba Glader con una expresión que no era exactamente de amabilidad y no le despegaba la vista a la extraña mujer. Sin embargo una sonrisa apareció en cuanto escuchó el saludo de Hermione y se encargó de enfrascarla en una conversación sobre historia del Colegio.

Harry escuchó un bufido por parte de Ron y no pudo evitar pensar que estaba de acuerdo: No le gustaba que Glader monopolizara a Hermione.

El director  Dumbledore se levantó cuando consideró que estaba reunida la mayoría de los alumnos y llamó su atención golpeando una copa con la cucharilla.

-Quiero aprovechar esta oportunidad para informarles que el profesor Hagrid hará un viaje, por lo que nos hemos dado la tarea de buscar un reemplazo temporal.

La extraña mujer saludó a todos.

-La señorita Montaigne nos hará favor de impartir la asignatura de Cuidado de Criaturas Mágicas.

El sonido de un plato estrellándose en el suelo llamó la atención de todos.

Debbie apretó los labios y sin preocuparse en ocultar su molestia se dio la vuelta para desaparecer del lugar.

*  *  *

Se trataba de una mujer muy bella, pero para opinión de la mayoría era una boba.

Stelle Montaigne hizo su debut tropezando  con un gnomo que había llevado para su clase, mostrando que no había que confiarse de una túnica tan ligera como la que usaba. En ese momento ganó admiradores masculinos de los últimos grados, pero la mayoría de las chicas estaban de acuerdo en que alguien así no merecía mucho respeto.

Harry escuchó que en otra clase, con el tercer grado, tuvo un accidente con Candy. Nadie la vio perseguir al animal, pero ella llegó a la clase intentando quitarse los pelos blancos y ofreció 20 puntos a quien le llevara al felino en la clase próxima.

Los gemelos Weasley no parecieron muy complacidos con la noticia. Hasta ahora solo ellos estaban tras el Nundu y la oferta de la profesora Montaigne les estaba dificultando bastante los planes, en especial por que Candy había dejado de rondar por lugares visibles.

Claro que Harry sabía que la gata podía ser encontrada en su cama todas las noches, pero la idea de una bomba creada por los gemelos Weasley en su habitación no le llamaba mucho la atención. Así que guardó el secreto y por las noches escuchaba los escandalosos ronroneos de la gata que lo arrullaba y lo hacía dormir tranquilo. Quizá era su imaginación, pero desde que Candy estaba cerca de él por las noches, ya no tenía esos perturbadores sueños. Así que le había tomado aprecio a la fierecilla.

Fue cuando tuvieron clases que las cosas empeoraron.

Lo primero que todos vieron fue a Candy dentro de una jaula y a los chicos de Slytherin haciendo toda clase de burlas. Afortunadamente el animal estaba más interesado en seguir durmiendo que en hacerles caso, así que los alumnos terminaron aburriéndose y esperaron la llegada de la profesora.

Por muy extraño que pareciera Malfoy había permanecido en silencio. Revisaba unas notas con insistencia y de vez en cuando hacía un movimiento con la mano hasta que arrugaba la frente y volvía a clavar la mirada en el texto.

Harry desvió la mirada. Le parecía genial que su rival estuviera ocupado en algo. Y deseaba que, quien hubiese provocado eso, siguiera haciéndolo.

Finalmente la profesora Montaigne apareció. Dedicó a todos una bella sonrisa y se sacudió el polvo de la túnica. Parecía que se había caído.

Casi después de 10 minutos, en los que ella se aseguró de estar presentable, volvió a mirar a los chicos y juntó ambas manos.

-Bien -la profesora se acercó a Candy -Sé que han visto a esta pequeña plaga rondando. Así que hoy estudiaremos hechizos útiles para mantenerla tranquila.

Más tranquila no podía estar. Todos los alumnos miraron a una dormida Candy, quien se había acomodado y ahora mostraba la panza.

Una mano se levantó a unos pocos metros de Harry. Fue difícil no notarla ya que muchos murmullos comenzaron a escucharse. Los alumnos que rodeaban a esa persona de apartaron hasta que Harry y sus amigos pudieron  ver de quien se trataba.

-Aun no he comenzado la clase -señaló la señorita Montaigne con algo de molestia -¿No eres de primero curso, pequeña? Este es el quinto grado.

Debbie mantuvo una mirada decidida y bajó la mano acercándose hasta donde estaba la profesora.  Tuvo que levantar la cara para poder verla. Pero para nada parecía estar en desventaja.

-Sé que es una clase de quinto grado -apuntó la niña levantando una ceja -Lo que he venido a averiguar es el origen de esto -señaló a la gata.

Todos entendieron el sentido de las palabras de Debbie, pero al parecer la profesora Montaigne no y rió tontamente.

-Es lo que intentamos averiguar, pero en clases posteriores. Así que si me disculpa....

Debbie frunció el ceño.

Algunos alumnos se alejaron algo incómodos mientras la profesora Montaigne esperaba a que la niña le dijera su nombre, cosa que estaba claro que Debbie no haría.

-Usted no tiene permiso para usar a Candy.

La gata abrió los ojos al escuchar la voz de su dueña diciendo su nombre y comenzó a ronronear mientras agitaba la cola.

-Tengo libertad de método -murmuró Montaigne dando muestras de enfado.

-De método... No de recursos... así que le pediré que libere al Nundu.

-No pienso hacer eso solo por que una niña me lo pide.

-¡Soy la más adecuada para hacerlo ya que parece que quienes tienen esa responsabilidad no representan importancia para usted.

-¿A qué casa perteneces?

Harry parpadeó confundido. Claro que era natural que la profesora Montaigne pensara que Debbie perteneciera a alguna de las casas, sin embargo ella no lucía algún escudo o colores distintivos. Sin embargo había pensado que ya sabría que era la dueña de Candy, y la profesora de Defensa contra Las Artes Oscuras.

Debbie mostró una expresión de sorpresa en el rostro. Gradualmente una cínica sonrisa apareció en su carita y comenzó a negar.

-Usted me confunde, profesora Montaigne. Pero no le daré esa información. Si quiere bajar puntos tendrá que averiguar al lugar al que pertenezco.

Debbie sacó su varita y tras murmurar algo hizo desaparecer la jaula en donde estaba Candy. La gata se estiró y caminó hasta su dueña para alejarse con ella. Cuando la niña pasó por un lado de Malfoy le hizo un ademán y continuó su camino, ignorando las amenazas de la profesora Montaigne.

Después de haber soportado una tremenda rabieta de la profesora Montaigne los alumnos caminaron hacia la siguiente clase. Harry percibió un poco de tensión entre ambas casas, pero el detonante jamás llegó y miraba con curiosidad a Malfoy. Goyle y Crabbe se acercaron para decirle algo, pero el muchacho se limitó a hacer un ademán negativo y tomó el camino que parecía guiar a la...¿biblioteca?

-¡Harry! -llamó Hermione. -¿Por qué estas tan distraído? Llegaremos tarde a la siguiente clase.

Harry hizo un ademán afirmativo, pero en ese momento otra voz le detuvo.

-Señor Potter, necesito hablarle un momento.

Los tres amigos voltearon encontrando a una muy seria Stelle Montaigne.

-Explicaremos al profesor -ofreció Hermione e hizo una señal a Ron para que caminara a su lado.

-Ven conmigo -pidió la profesora Montaigne y caminaron juntos hasta llegar a un lugar bastante sencillo y adornado con plantas. Ella abrió la puerta dejando ver un despacho e hizo una señal para que Harry entrara.

Cuando él se acomodó en la única silla esperó a que ella s sentara tras el escritorio notando su sombrío semblante. Eso comenzaba a preocuparlo también.

-Todos piensan que no debes saberlo -comenzó ella -; pero yo opino que tendrás más oportunidad de reaccionar si sabes qué esperar.

-¿A qué se refiere profesora?

-La información ha sido clasificada cuidadosamente. Lo que sé es accidental. -Stelle suspiró - ... Bien, están buscando a  un familiar tuyo.

-¿Quién? -fue lo único que Harry atinó a preguntar, pero frunció el ceño -Yo no tengo familiares... Ellos murieron.

-Si -admitió la mujer -, todos creíamos eso, pero atraparon a un mortífago y se le escapó algo de eso... De alguna manera hay un Potter por ahí... Uno bastante perseguido.

-Podría ser yo -sugirió Harry con algo de ironía.

-No creo -Stelle rió -No a menos que hallas engañado a todos y realmente seas mujer.

Harry palideció.

-En cualquier caso -continuó ella -Creo que se comunicará contigo en cualquier momento. Necesito que me informes su eso llega a pasar.

-¿Quién es usted realmente?

-Stelle Montaigne... Un Auror...

*  *  *

-Ahora resulta que hay un Potter por ahí -Ron revolvió la comida  del plato intentando separar las leguminosas -Una chica.

-La profesora Montaigne piensa que se comunicará conmigo en cualquier momento.

-¿Tendrá algo que ver con la pluma? -preguntó Hermione.

Harry ya lo había pensado. Sin embargo había algo en la ansiedad  de la señorita Montaigne que le hacía sentirse receloso acerca de esa información. Eso y la duda de que las cartas en verdad provinieran de algún familiar suyo. Además la actitud protectora que la profesora emanaba le hacía pensar que esa persona no podía defenderse sola y Harry pensó que sería de su edad.

-No me parece -mintió Harry.

Hermione lo miró no muy convencida.

Un violento sonido proveniente de la entrada al Comedor llamó la atención de la mayoría de los alumnos. Una pila de libros estaba regada alrededor de Glader mientras la profesora Montaigne se disculpaba bastante avergonzada y se levantaba para acomodarse la túnica.

Glader suspiró y comenzó a recoger los libros ayudado de Colin. La profesora no pareció captar su antipatía y caminó hacia la mesa de los profesores abordando a Snape con una descarada sonrisa.

-¿Te encuentras bien? -preguntó Hermione cuando se le acercó para  ayudarle a acomodar los libros sobre la mesa.

-Si -Glader sonrió provocando una mueca en Ron -Gracias por ayudarme, Hermione.

-Por nada.

-Dime, Glader -Ron cruzó los brazos -¿Qué hace un niño tan inteligente con tantos libros?

-No son para mí -dijo el pequeño con un respetuoso tono de voz. No había captado la burla de Ron -La señorita Hermione necesita libros para una investigación que esta haciendo.

-¿Desde cuando eres su sirviente?

-¡Ron! -exclamó Hermione molesta.

-Creo que Glader solo quiere ayudar -señaló Harry con tono conciliador.

-¿Tu también vas a darme la espalda?

-No seas infantil -Hermione le dedicó una dura mirada.

-No es mi intención provocar un conflicto -intervino Glader con una apenada mirada. -Iré a comer con mis amigos. Con permiso.

-Bien hecho, Ron -masculló Hermione.

-¿Qué le ves a ese mocoso?

-Lo mismo que le ves a la profesora Debbie -contraatacó ella.

-¡Es diferente!

-¿En qué sentido, Ron?

-Ella es pequeña.

Harry suspiró y continuó comiendo. Una risa infantil le hizo mirar hacia la mesa de Slytherin y se encontró a la profesora Debbie conversando con un grupo de alumnos, entre ellos Malfoy.

Prácticamente vestía de la misma manera que siempre, pero ahora lucía los colores de la casa de Slytherin en la corbata y en la franja del chaleco, así como el escudo sobre su pecho.

¿Por qué?

-¡Es ella! -exclamó la profesora Montaigne apuntando directamente hacia Debbie con un dedo -Así que perteneces a Slytherin. ¡Que conveniente!

Debbie enarcó una ceja apoyando su cara en ambas manos. Se veía tan encantadora cuando mostraba ese inocente gesto.

-Temo que no podrás restar puntos por Debbie, Stelle -dijo Albus con una amable sonrisa.

-No lo haré -Stelle se acercó a Snape -¿Verdad, Sevy?

¿"Sevy"?

Harry parpadeó notando que los murmullos aumentaban de volumen. El profesor Snape dedicó una desagradable expresión a la profesora, pero ella estaba muy ocupada diciendo a Debbie lo afortunada que era al pertenecer a esa casa.

La niña hizo una expresión de total desinterés y salió del comedor dejando a la profesora con la palabra en la boca, justo en lo que parecía su mejor halago para llamar la atención del hombre que intentaba desintegrarla con la mirada a un lado suyo.

-¡Que niña tan grosera! -exclamó la profesora Montaigne colocando sus manos en las caderas -Si le diera clases le enseñaría a respetar a sus mayores.

Snape alzó las cejas y una burlona sonrisa se dibujó en su rostro. No parecía estar convencido de que la profesora lograra corregir a Debbie.