"Junto a tu recuerdo"

Por Akiko

Nueve: "El Arte de la Magia Oscura"

Glader estaba muy inquieto ese día. Había llegado a comedor muy torpe y con el estruendo, Harry supo que había tirado al cuarto compañero en la mañana. Escuchó las disculpas del niño y los titubeos del alumno afectado, seguramente la horda de chicas protectoras de Glader le habían convencido de perdonar al pequeño lo antes posible y salir.

Pero el niño no se veía muy a gusto con eso. Se sentó al lado de Hermione y le dedicó una cuidadosa sonrisa al momento que sacaba un pergamino y comenzaba a escribir de manera acelerada hasta volverlo a guardar en los bolsos de su túnica.

-La señora Pomfrey ha autorizado las visitas –informó el niño.

Claro. Él debería saberlo ya que aun estaba yendo a la enfermería por insistencia de la señora Pomfrey.

Y como el niño era lo suficiente caballeroso no había desobedecido las indicaciones de la enfermera.

¿Quién iba a pensar que una gripa le afectara tanto?

-Bien, iremos a verla después de comer –anunció Hermione con una tranquilidad que  estaba lejos de sentir.

-No fue tu culpa –susurró el rubio con cuidadosa educación. A Harry le habría gustado cerrarle la boca permanentemente –Mis compañeros piensan que es un accidente, pero yo creo que solo es una clara muestra de tu habilidad.

-No quiero ser hábil en algo así –repuso Hermione sin parecer molesta con el niño que había logrado que Ron se escondiera un cubierto en la túnica murmurando amenazas aterradoras.

-La profesora Debbie esta encantada –sonrió Glader. –No sé si lo veas correcto, pero a mi la idea me tiene a un paso de ponerme a bailar de alegría.

-¡Nada más no le pidas que te enseñe a hacer esa maldición! –masculló Harry muy enojado.

-No lo necesito –Glader lo miró de manera misteriosa y se levantó –Con permiso, necesito hacer unas... investigaciones.

Harry bufó al mismo tiempo que Ron. Ese niño le crispaba los nervios y a veces no sabía por qué.

Parecía tan inocente cuando no se daba cuenta de algo aunque ocurriera en sus narices. Pero estaba al pendiente de las cosas extrañas que ocurrían.

¿Y de cualquier manera qué tipo de investigación haría un sabiondo como él?

La mano de Ron sobre su hombro lo sacó de sus pensamientos. Caminaron los tres hacia la enfermería y al llegar se encontraron con la desagradable sorpresa de que Malfoy esperaba recargado en la pared, extrañamente solo.

-¿Qué tenemos aquí? –el rubio miró a cada uno de manera crítica. –La fantástica sangre sucia y su fiel compañía.

-No me provoques, Malfoy –advirtió Ron.

-Oh, no me creas tan imprudente –el chico rió –No quiero que tu amiga sangre sucia me deje tres días en cama como a la profesora experta en Artes Oscuras.

Cuando Malfoy decía eso parecía que Hermione había cometido un delito. Bueno, en cierta manera lo había hecho. Durante esos tres días tuvieron que soportar el reemplazo que el profesor Snape hizo en donde aprovechaba cualquier oportunidad para recordar el incidente y hacer pasar mal a la chica.

-¡Estaba bajo el efecto de un Imperius! –exclamó ella con voz indignada.

-Si, pero tienes más poder del que ella habría esperado –susurró el chico rubio para sí mismo con autentica preocupación.

En ese momento la puerta de la enfermería se abrió mostrando a un enfadado profesor Snape.

-Su conversación podría escucharse en todo el castillo –gruñó –¡10 puntos menos a cada casa!

Draco no pareció muy sorprendido por esa acción.

-¿Puedo ver a la profesora Debbie ahora? –preguntó a Snape.

-La señorita Debbie tiene un ataque de risa gracias a su conversación, señor Malfoy –siseó Snape con poca paciencia. –No los dejaría pasar aunque de eso dependiera mi vida.

Unas sonoras risas de dejaron oír. Los chicos intentaron mirar por el hueco que Snape dejaba sin mucho éxito.

-Exceso de poción –gruñó el profesor. –Ya casi había olvidado la energía que pueden tener los niños.

-La señora Pomfrey ha autorizado las visitas –susurró Hermione.

-No su visita en particular, Granger. Así que ya puede empezar a marcharse con su compañía.

De nuevo se oyeron risas, pero esta vez acompañada de algunos cristales rompiéndose. Snape gruñó y se metió sin poder evitar que los cuatro estudiantes le siguieran.

Debbie estaba en el suelo con las mantas revueltas y una efusiva Candy trepada sobre su pecho sin dejar de ronronear ruidosamente. La niña los miró y les sonrió con autentica alegría.

-¡Mas niños! –exclamó ella estirando sus brazos -¡Que bien, ya me estaba aburriendo!

Draco la miró con un poco de preocupación.

-Exceso de poción –repitió Snape y se acercó a levantar a la niña. A continuación reparó los cristales rotos –Ellos no han venido a jugar contigo, son los culpables de que estés así.

-¿Ah si? –preguntó Debbie dejándose acomodar en la cama –No tengo nada contra el etilismo, Severus, puedes perdonarlos.

-¡Ignoraré eso! –exclamó el profesor deshaciéndose de las manitas que insistían en agarrarle el cabello -¡¡Deja de portarte como un bebe!!

La niña se quedó muda sin dejar de mirar a Snape. Sus ojitos comenzaron a llenarse de lágrimas hasta dejar que el líquido resbalara por sus mejillas.

-Eso no funciona conmigo, jovencita –advirtió Snape y después miró de manera dura a los cuatro alumnos –Si algo le pasa los perseguiré hasta matarlos –siseó con una sonrisa malvada –Malfoy, mantenme informado.

-Si.

El profesor salió con la gata detrás de él dejando detrás de sí un profundo silencio.

-Bah –Debbie se tapó hasta la nariz con la manta –Es tan aburrido a veces. Si no fuera por que ya tengo un padre pensaría que soy hija de él.

-¿Se encuentra bien, profesora? –preguntó Hermione suavemente.

-Demasiada poción para una niña de 11 años –dijo ella con suavidad –No te preocupes, Granger, no me pasó nada por tu inocente y bien hecho Avada Kedavra, lo que me mandó a este sitio fue la burbuja.

-¿Entonces la burbuja realmente sirve? –preguntó Ron.

-Eso es obvio, Weasley.

Harry chasqueó la lengua. Casi se había olvidado que Malfoy seguía ahí.

-Claro que sirve –Debbie lo miró con dulzura –Fue hecha por alguien que sabe de ello...

-Los alumnos están asustados –siseó Draco.

-Es normal. La gente teme a los recuerdos por que en ellos hay traiciones –Debbie desvió su mirada –Un simple enfado puede ser causante de mucho dolor y nada detiene el resentimiento.

Malfoy parpadeó como si entendiera de lo que la niña estaba hablando y miró a los tres chicos con algo de repulsión.

-Yo se las enseñaré –dijo con una mueca.

-¿De qué hablas, Malfoy? –Ron lo miró con odio.

-Esta claro, Weasley. No saben crear la esfera. Yo he tenido entrenamiento individual con la profesora Debbie, así que puedo enseñarles la manera de hacerlo.

-Nadie te lo esta pidiendo –Harry frunció el ceño.

-Estaré tres días más aquí –dijo la niña con tono conciliador.

-Pero puede enseñarnos en cuanto regrese –dijo Hermione. –O darle instrucciones al profesor Snape, él sabrá de el tema.

-No lo sabe, Severus no lo sabe... Y me alegra decirlo –la niña se sentó en la cama –Ustedes aprenderán a crear la esfera de Draco.

-¡No lo haré! –Ron no podía estar más rojo.

-Yo esperaré a que pasen esos tres días –declaró Harry con firmeza.

Debbie suspiró ignorando la cara de enfado de Draco.

-Encontraron a tu familiar, Harry –dijo la niña limpiándose las lágrimas. Estas parecían autenticas –Alguien halló la manera de hacer funcionar la pluma de oro y ahora saben donde esta esa persona.

Harry palideció.

-Ya no queda tiempo –continuó ella –Todo lo que se hizo por ocultarla fue inútil.

*  *  *

"La encontraron"

Harry había dejado de ser conciente de las voces de los demás alumnos.

"La encontraron"

Habían pasado tres días desde que visitaron a la profesora Debbie y aun no recibía la respuesta de su padrino Sirius. Le había escrito para informarle lo que la profesora dijo y esperaba una lechuza que regresara lo antes posible. Pero eso no había ocurrido.

También había ganado una detención ese mismo día por comenzar a pelear con Malfoy.

-¡¡Tu tienes la culpa!! Prestaste la pluma de oro como si no fuera importante y ahora lo único que queda de mi familia esta en peligro.

-No sé de qué hablas.

-¡¡La pluma!!... ¡La que le prestaste a Glader!

-Oh, esa –Malfoy sonrió con burla –¿Por fin el gran Sir Potter esta preocupado?

Había llegado al límite de su paciencia y la burla de Draco Malfoy no ayudaron a la parte de su cerebro que le aconsejaba analizar lo que estaba ocurriendo. Así que necesitaron de dos profesores para separarlos. Madame Pomfrey estaba muy enfadada cuando tuvo que atenderles las heridas.

Y a la siguiente tarde fue a dar a la dirección.

Harry explicó todo a Dumbledore. Desde el momento en que había recibido la pluma hasta el pergamino que le indicaba su verdadero uso. Le platico sobre la conversación con la señorita Montaigne y la mención de la pluma de oro, así como su extraña aparición en las manos de Malfoy. También el momento exacto en que la prestó a Glader.

Eso era lo que había tenido que analizar.

-Si Glader es quien tiene la pluma...

-No, Harry...  –Dumbledore hizo acopio de paciencia –Antes de conversar contigo me di a la tarea de conocer la versión del señor, Malfoy y estoy seguro de que él no entregaría a tu familiar... Así que buscamos a Araon Glader...

La mirada del director parecía claramente afectada. Harry sintió pánico.

-¿Qué pasa con Glader?

-Alguien... o algo lo atacó ayer en la noche. La señorita Ginny escuchó unos gritos mientras caminaba a la sala de Gryffindor y descubrió a su compañero al final de las escaleras... Pudo –el hombre parecía muy afectado -... pudo morir...

-Pero la pluma fue usada antes –insistió Harry.

-Si –admitió el director –El chico me explicó que alguien había registrado su cuarto cuando fue a la enfermería y encontró la pluma en el suelo. Quien lo halla hecho solo necesitaba un dato, no le interesó nada más.

Que absurdo. Grader siendo atacado no parecía ser algo coherente cuando toda una escolta de chicas estaba al pendiente de él para protegerlo a la más mínima provocación de algún atrevido.

-¿Esta bien?

-Débil, pero vivo al fin de cuentas.

-Quiero verlo.

Fue hasta el día siguiente que se le permitió entrar a la enfermería. Para su total desilusión la profesora Debbie ya no estaba ahí. La señora Pomfrey le explicó que el profesor de pociones se la había llevado con permiso del director a su habitación. Según la explicación del hombre tenía que cuidarla personalmente.

Así que Harry se concentró en ver a Glader. Sabía que Hermione había pedido acompañarlo. Su amiga estaba destrozada por la noticia y los hechos pasados no ayudaban a tranquilizarla, pero Harry no quería que ella lo viera. Primero fue por molestia, después por recomendación del propio director.

Y al ver la cama comprendió la razón.

Lo que sea que había atacado a Glader lo había hecho de manera concienzuda. El niño estaba recostado y parecía que se le dificultaba hasta respirar.

Tenía una venda que le cubría la cabeza y parte de la cara, así que solo se podía ver uno de sus ojos. El brillo de las pupilas color miel se había apagado de manera brusca y bajo el único ojo visible era posible ver una profunda ojera.

Uno de los brazos del chico descansaba sobre el edredón. La piel lucía con feas heridas y se preguntó la razón por la que no había sido vendada también. El hueso parecía roto, y por la forma en que se veía una de las heridas, Harry habría apostado a que la fractura le había traspasado la piel.

Además de eso el niño se veía muy delgado. Sus mejillas se habían hundido y en ellas había rastros de llanto junto con algo de tierra.

Definitivamente no dejaría que Hermione viera algo así. Y por un momento lamentó que fuera Ginny quien lo hubiese descubierto.

-Araon –susurró Harry. Por primera vez se permitía llamarlo por su nombre.

El niño lo miró y quiso sonreír, pero no pudo.

Le pareció irónico recordar sus conocimientos básicos en ese momento. ¿Habría intentado defenderse?

-Per... di... –comenzó el niño con esfuerzo.

-No hables –pidió Harry.

-... perdí.... la... plu...ma.

-No importa –aseguró Harry.

Glader pareció exasperarse por esa respuesta y desvió la vista.

No dijo nada más.

En esa tarde se cumplía el tercer día desde la pelea con Malfoy. Hasta ese entonces no lo había visto y cuando notó que un muchacho estaba parado detrás de él no pudo evitar chasquear la lengua.

-La profesora Debbie esta mejor –anunció Draco con toda frialdad –Insistió en que aprendieras el uso de la burbuja, pero le dije que habías tenido muchas cosas para preocuparte.

Harry no dijo nada y Malfoy se fue emitiendo un gruñido.

Lo único que llamó su atención fue una parvada de lechuzas que se adentró al comedor.  Hedwig se posó frente a él y extendió una de sus patas con una nota atada. Harry se apresuró a quitarle el trozo de papel y corrió hasta su habitación atropellando al pobre de Neville quien estaba parado frente al retrato de la Dama Gorda.

Harry:

He investigado respecto a la noticia que me das y lamentablemente es cierta. Dumbledore ya trabaja en una solución para no agravar la situación y yo me he instalado cerca del castillo para estar vigilando. En todo caso es recomendable que te veas con esa persona; así que hemos hecho planes para mañana en la noche en la cabaña de Hagrid. Estaré esperándote a las 12 de la noche. Ten cuidado.

Sirius.

Las cosas se desarrollaban de manera bastante rápida. Pero Harry pensó que necesitaba saber de quién se trataba y por algún motivo eso le tranquilizó un poco.

A la mañana siguiente ya no se sentía tan tenso y notó cierta mejora en la situación. Para empezar Glader ya había podido salir de la enfermería y ahora era abrazado por una muy feliz Hermione acompañado de un gruñido de Ron.

La profesora Debbie también había estado en la mesa de profesores, aunque no se veía tan contenta como Glader. Ella había permanecido callada al lado de Snape mientras jugaba con la comida de su plato. En algún momento el profesor le dijo algo y ella se ruborizó completamente haciendo un ademán negativo.

Por alguna razón sintió la necesidad de decirle a ella al respecto. Aunque aun no sabía la razón por la que la profesora Debbie sabía que habían descubierto a su familiar. Pero su clara preocupación le había cautivado y lo creyó conveniente.

Pero ella no se lo permitió. Se escudó tras Snape como si temiera lo que le iba a decir o si ya lo supiera. Y claro que Snape no hacía nada fácil un acercamiento adecuado.

Así que lo dejó de esa manera.

Cuando anocheció se acercó a despertar a Ron. El trato había sido que se mantuvieran despiertos hasta que llegara la hora de partir, pero Ron se había quedado dormido intentando leer un libro que Hermione le había recomendado.

Estaba claro que Harry procuraría que Hermione no le recomendara libros en una misión tan importante.

El pelirrojo despertó algo molesto por la interrupción de su sueño, pero no dijo nada y se puso los zapatos para bajar a la sala común en donde esperaba Hermione.

-Solo lo hago por ti, Harry –repitió ella por enésima vez.

La chica había dicho eso desde que se enteró que saldrían a una hora no permitida y en situaciones no muy agradables. Después de todo era quien velaba por que las reglas se cumplieran y ahora caminaba en compañía de sus dos amigos bajo la protección de la capa invisible y la guía del mapa del merodeador.

Cuando llegaron a la puerta de madera de la cabaña los tres se quitaron la capa y abrieron la puerta.

A pesar de que el lugar estaba abandonado desde hace tiempo debido a la misión que Hagrid tenía, podía verse una cálida hoguera en la chimenea y percibirse el deliciosa aroma del té que Hagrid solía preparar.

Harry revisó su nuevo reloj. Aun faltaban 20 minutos para que Sirius y su familiar llegaran.

¿Sería posible que se hubiesen adelantado?

El muchacho caminó por el interior de la cabaña. No había rastro de polvo a pesar de que hacia tiempo nadie la habitaba. Cualquiera pensaría que el semigigante no tardaría en entrar para saludarlos con esa gentil sonrisa en su cara llena de barba.

Lo agradecería en  verdad.

Extrañaba a Hagrid.

-¡Bienvenidos! –se escuchó una educada voz.

Los tres muchachos voltearon hacia la puerta, pero palidecieron.

-¿Araon? –preguntó Hermione sin comprender.

-Oh, también vino Weasley –Araon sonrió amablemente –Ustedes no se separan para nada, ¿no?... Que envidia me dan. Yo no recuerdo haber tenido amistades así.

-¿Qué es todo esto? –preguntó Harry.

-Una reunión, según tengo entendido –Araon rió –No mía, claro esta –se apresuró a agregar -, pero me aseguro que se lleve a cabo.

-¿Y a ti que te importa? –Ron estaba rojo de furia.

-Más de lo que imaginas –Glader se acomodó el cabello –Jamás me ha gustado  estar detrás de nadie. Toda mi vida trabaje para ser quien estuviera adelante, pero un día conocí a una persona que haría agradable la estancia en el segundo lugar.

-¿De que estas hablando?  - preguntó Hermione.

-La conocí de la misma manera que a ti, Hermione –dijo el niño con toda calma –Al principio no era tan importante hasta que superó al profesor de Defensa Contra las Artes Oscuras. –Glader se asomó por la ventana pensativo –entonces comprendí que ahí había un talento magnifico que no debería ser desaprovechado.

Harry parpadeó sin entender aun. Hasta que una idea le oscureció la expresión.

-Sabías que nos reuniríamos aquí por que usaste la pluma de oro.

-Correcto.

-El ataque –susurró mirando a Glader –¡Lo inventaste!

-Si –dijo el niño volviendo su mirada a Harry y perdió la sonrisa que había mantenido –Con la concentración de Magia Oscura que hay en el castillo no me fue difícil crear esa Ilusión.

-Pero... Dumbledore... –empezó la chica asustada.

-No se ha dado cuenta –intervino Glader –Aunque quizá lo halla notado ya. He estado concentrando Magia desde que llegue para poder hacer la Ilusión más poderosa y dar validación a mis propias palabras.

-Entonces... la pluma...

-Aquí esta –Glader la sacó de la bolsa de su túnica y la colocó sobre un papel. Extendió una mano con la que logro que la pluma escribiera un nombre y sonrió. -¡Maximus Possittium!

Harry sintió un dolor agudo en su cicatriz y se dejó caer en el enorme sofá.

-Solamente quien creó ambas plumas sabe su uso correcto –explicó Glader mientras la pluma comenzaba a escribir –Puedes tener cualquier dato con este invento... Cualquiera por más extraño que parezca. Yo no fui el creador de las plumas, claro esta. Pero supe de ellas gracias a la creadora y a la relación que tuvimos.

Potter, Deborah. Primogénita de Samm Potter y Ether Mistick, primer señora de Potter. Su madre murió una semana después de su primer cumpleaños y fue hijastra de Marcie, segunda esposa de Potter. Hermana mayor de James Potter. Perteneció a Slytherin rompiendo con toda una tradición familiar...detección de datos a petición del portador de la pluma

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En estos momentos se encuentra a la orilla del lago en compañía de Black Sirius a espera de que la poción rejuvenecedora deje de surtir efecto.