"Junto a tu recuerdo"

Por Akiko

Diez: "Deborah Potter"

Hermione cayó de rodillas incapaz de creer lo que estaba pasando. Harry, por su parte, no estaba dispuesto a esperar a que las cosas empeoraran.

-¿Qué hay de tu ideal? –preguntó soportando el dolor de si cicatriz –Querías tomar el lugar de tu padre.

-A Allan Glader no le habría gustado ver lo que haces –apoyó Ron al entender un poco.

Araon estalló en carcajadas.

-¿Pero creyeron esas bobadas? –preguntó entre risas –Bueno –se calmó –ese era el plan desde el principio... ¿Saben? Debería ser actor muggle en vez de mano derecha del Lord Oscuro. Me doy cuenta que se me da bastante bien.

-¿Araon? –Hermione palideció, si se podía mas.

-Araon Glader no existe –dijo el chico con una voz muy dulce -... jamás existió.

-Eso significa que tu... –Ron se puso furioso -¡¡Eres Allan Jeremias Glader!!

-Gracias por asistir a mi funeral –dijo el chico a Ron – La poción multijugos hace maravillas, ¿no lo creen?

Harry volteó al ver que Hermione le tocaba la mano y notó una mirada determinada en sus ojos. Dedujo entonces que había encontrado una manera para escapar e hizo una señal a Ron.

Glader estaba muy ocupando mirando con diversión el pergamino en el que la pluma dorada escribía sin parar hasta que Hermione levantó su varita.

Maximus Lumus! –exclamó la chica y una luz intensa se elevó en el interior de la cabaña lastimando la vista del niño.

Los tres se escabulleron a toda velocidad fuera de la cabaña.

-Bien. Yo iré en dirección del lago. Ustedes vayan a avisar a Dumbledore lo que esta pasando.

-Puede ser peligroso, Harry –dijo Hermione.

-Estaré con mi padrino –les recordó él -... además ahí estará ella...

Parecía que sería imposible convencerlos, pero Harry tenía a la mano argumentos aceptables que hicieron que Hermione suspirara.

-Vamos- dijo ella a Ron.

Ambos chicos corrieron hacia el castillo mientras Harry tomaba la dirección opuesta. Llegar al lago no fue nada sencillo, pero cuando estuvo ahí no pudo evitar sentirse mejor. Miró hacia todos lados sin encontrar a su padrino y se sintió confundido. Finalmente pudo notar una silueta a la orilla del lago balanceando su cuerpo con lentitud como si danzara.

Una mujer. En la espalda podía verse el espeso y brillante cabello negro y cuando ladeó un poco el rostro se pudo ver el momento exacto en que se quitó unos lentes para comenzar a tararear una bella canción.

Era la misma voz que había emanado de su regalo de navidad en donde venían los hechizos de la pluma.

Era ella.

Su tía.

-Puedes pertenecer a Gryffindor, donde habitan los valientes... osados...  y caballerosos... –murmuró ella. No parecía decirlo a Harry –O puedes doblegar la tradición familiar y hacerte Slytherin... El fin justifica los medios y tu has justificado tus traiciones.

Los lentes resbalaron de la fina mano cremosa. Harry se inclinó para levantarlos, pero ella lo detuvo.

-Vete.

-Pero yo venía... –comenzó el muchacho.

-¡Vete! –bramó ella –¡Fue un error desde el principio!... ¡¡Desde todo principio!!

-¿Qué principio?

-Oh, Harry –gimió la mujer y se inclinó para posar sus ojos en los de él.

Había inseguridad en las irises doradas... miedo.

... Mucho miedo...

Ella estiró su mano en un intento inútil por acomodarle el cabello y una sonrisa débil nació en sus labios.

-Te pareces tanto a James... –susurró con dulzura y volvió al enderezarse abrazándose a si misma como si un fuerte dolor le oprimiera el pecho.

En realidad parecía que algo la lastimaba. Todo su cuerpo temblaba y se abrazaba como si eso fuera a calmarlo.

-Tía...

-Los últimos efectos de la poción se están terminando –señaló ella y lo miró -... aun puedes escapar.

¿Escapar?

¿De qué?

Harry pensó que no había otro lugar en el que quisiera estar.

Sin que pudiera evitarlo abarcó el cuerpo de su tía en un gentil abrazo. Había tantas cosas que quería decir, pero no encontraba las palabras adecuadas. Sintió una fuerte sacudida y por un momento pensó que ella se separaría, pero no ocurrió. La mujer lo abrazó y lo estrechó con la misma fuerza... quizá con algo más de fuerza... mucha fuerza en verdad.

... demasiada fuerza...

Su cuerpo se sentía húmedo y frío... demasiado frío.

-Sirius jamás debió confiarte a mi –susurró ella.

Su voz se escuchaba como un eco irreal. Un eco hermoso... Como la voz de una sirena.

¿Una sirena?

Harry parpadeó para que sus ojos no se cerraran por voluntad propia.

¿Qué era todo eso?

-Nadie debió confiar en mi –concluyó ella al momento que todo se tornaba oscuro y los sonidos dejaban de repetirse en la cabeza de Harry.

Estaba muy oscuro.

Pudo entenderlo, aunque le pareció absurdo.

Se había desmayado en sus brazos.

*  *  *

Estaba muy oscuro y húmedo.

Demasiado oscuro para tratarse de una ilusión y con mucho silencio para que fuera la mezcla de mentes con... algo.

Ya tenía a un pariente cerca que se lo permitiera según los conocimientos básicos de Glader, pero no estaba seguro que eso fuera a ser el pensamiento de una sirena.

¿Además para qué mezclaría su mente con una sirena en primer lugar?

... Una imagen...

La silueta había pasado de manera tan rápida y fluida que le pareció que era un pez. El aire se partió a su alrededor como si se tratase de líquido y por un momento pensó que realmente lo era. Pero no había razón alguna para que él estuviera en el interior del agua, además sentía que podía respirar y lo hacía de manera fluida y tranquila.

Sintió un tirón. Algo le estaba agarrando la  mano. Algo quería sacarlo de ese suave transe.

Un destello le lastimó la vista y sintió un golpe no tan amable en la cara.

Otro destello.

Harry abrió los ojos y parpadeó.

-Pensé que te habías muerto –dijo una voz con burlón desprecio.

Tenía recargada la cabeza contra algo particularmente duro y hasta ese momento sintió que le lastimaba. Toda su ropa estaba empapada y había comenzado a ser consciente del frío.

-¿Malfoy?

-Oh –el rubio soltó una carcajada –¡Y te despiertas con buena vista! Me parece perfecto, así no extrañarás esos lentes que se perdieron cuando te liberé de la criatura.

-¿Qué criatura? –preguntó Harry -¿Me liberaste?

-Debe ser tu peculiar manera de darme las gracias –el muchacho se levantó y miró hacia todos lados con algo de preocupación –Supongo que tendremos que salir por la cueva... Aunque en estas circunstancias eso sería un lindo suicidio. "Un Malfoy salvando a un Potter es asesinado por el Lord Oscuro y su incomparable mano derecha" –recitó de manera dramática. –Estas en problemas, Potter. –finalizó mirándolo con burla.

-No entiendo nada –gruñó Harry.

-No me extraña –dijo el rubio con humor – La profesora Debbie me explicó que estarías en este lugar si resultabas ser tan estúpido como para no hacer caso a una orden directa de ella... Así que decidí que ya eras estúpido y vine para salvarte la vida.

-Que amable –dijo el chico entre dientes -¿Cómo sé que no me trajiste tu mismo?

-Hay mucha gente que mataría por traerte frente al Lord Oscuro, ¿por qué arriesgarme precisamente yo? Moriría antes de poder llevarte frente a él, no le dan el crédito a un chico que no tiene la marca oscura.

Harry bufó ante lo aceptable del comentario y se dedicó a ignorar a Malfoy y mirar el lugar.

Era el interior de una cueva, estaba totalmente seguro de ello a pesar de que veía los sitios de manera un poco borrosa. La poca luz que se veía era gracias a el agua que estaba en el interior. El chico se acercó un poco a la orilla y la tocó. Estaba helada.

¿Entonces fue Malfoy quien lo sacó?

Pero... no había sentido que se estaba ahogando.

¿Cómo había hecho para llegar hasta ese lugar sin sentirlo?

-Estamos del lado opuesto al lago –explicó Malfoy interrumpiendo sus pensamientos –Fuera de los limites de Hogwarts y en un lugar que nadie conoce.

-Que conveniente –Harry chasqueó la lengua. -¿Entonces cómo van a encontrarnos?

-No lo harán –Draco pareció molesto por eso –Este lugar solo tiene dos entradas. Una de ellas es por el propio lago, según me explicaron es una considerable distancia de un lugar con oxígeno a otro, así que no podemos salir por ahí. Además tiene muchas cuevas aparte de la principal, terminaríamos perdidos y ahogados... La otra entrada es por tierra firme... quizá un kilómetro de aquí, no lo recuerdo, sin embargo me costó mucho trabajo entrar sin que ninguno de esos encapuchados me viera.

-¿De que criatura me liberaste? –preguntó Harry.

-Oh...esa que mas te gustan y la única que he sabido que tiene un efecto arrollador sobre el gran Harry Potter: una linda sirena griega.

-No hay sirenas griegas en el lago –contestó el muchacho con seguridad. Ya había tenido oportunidad de ver a la gente del agua.

-Llegó como profesora de Defensa Contra las Artes Oscuras –Draco lo miró con ironía –¿No me digas que no lo notaste? Que idiota.

-¿La señorita Debbie? –Harry estaba tan sorprendido que no hizo caso a la ofensa.

-Despiste –susurró Malfoy y comenzó a caminar hacia donde Harry pensó que estaba la salida. –Lo dice en los libros que investigamos... al menos el que yo leí lo tenía muy claro. "Un cachorro de Sirena tiene su mejor diferencia en el encanto que ejerce en quien le vea, esto provoca un deseo inexplicable de protección hacia la criatura, lo que evita su asesinato por cazadores".

Seguramente Hermione había encontrado ese dato junto con otros más que llevarían al mismo resultado. Harry suspiró, era demasiado tarde para arrepentirse por no haber copiado su tarea.

No supo cuanto tiempo continuaron caminando. La luz del estanque parecía ser suficiente para Draco, pero Harry no estaba muy contento con su situación y no podía evitar preguntarse por el paradero de sus lentes a cada tropezón con alguna piedra del no tan regular suelo.

Finalmente Draco se detuvo, Harry lo supo por que se pegó contra su espalda y gruñó molesto.

-Será mejor tomar otro camino –se escuchó su voz.

-¿Este no tiene suficientes obstáculos? –preguntó Harry con algo de burla.

-Más de los que tenía preparados para ti –siseó Malfoy con desprecio –No tengo la culpa que heredes la ceguera Potter.

-¿Por qué quieres cambiar de cami...?

No fue necesario preguntar. No al menos cuando fue consciente de un fuerte dolor que se concentró en su cicatriz y le hizo morderse los labios para no hacer sonido alguno de queja. Había entendido ahora las razones, Voldemort tenía que estar cerca.

-Más vale que sea un radar unilateral, si no estaremos en un lindo problema –ironizó Draco mirando a Harry.

Harry ignoró el comentario de su acompañante y se acercó con sigilo hacia lo que parecía ser la orilla de donde quiera que estuvieran. Al fondo se veía un espacio bastante parejo con demasiada luz. En el centro había varios encapuchados y al centro estaba él.

Resultaba difícil no conocerlo. Era la única figura que emanaba autoridad y parecía tener aterrados o maravillados al resto de los individuos. Curiosamente a su lado se veía dos figuras más, no menos autoritarias, pero para el resto parecían irradiar la misma necesidad de cautela que con el líder.

Un hombre y una mujer, reconoció Harry a pesar de que no podía ver bien sus caras debido a que no tenía sus lentes. Curiosamente ninguno cubría su cara con esa horrible mascara y daba la impresión de que estaban bastante cómodos en ese lugar.

-Una reunión del Círculo más cercano –escuchó la voz de Malfoy. –No esperaba menos, deben estar contentos por que por fin la han encontrado... el líder al menos debe estarlo.

-Te refieres a mi tía, ¿verdad? –Harry entrecerró los ojos para localizarla, pero resultó algo inútil.

-En verdad necesitas tus lentes, ¿no? –se burló Draco –Tu querida tía es la que esta a la izquierda de Lord Voldemort. El de la derecha debe ser el fantasma de Allan Glader, estoy seguro de que lo mataron, yo asistí a su entierro... fue tan... conmovedor.

-Sorpresa –Harry intentó enfocar la vista de nuevo –Araon Glader y Allan Glader son la misma persona.

-Bien decía que no se tiene un hijo sin darte cuenta por más tonto que se actúe. –Malfoy bufó exasperado –Te arreglaré la vista, Potter. Si alguien nos descubre no podrás darte el lujo de saludar a cuanta roca se nos ponga en el camino como lo has estado haciendo hasta el momento.

-No dejaré que hagas eso –Harry lo miró molesto.

-No puedo sacarte de aquí si te estas tropezando en todo el camino.

Harry iba a decir algo más, pero un maullido lo interrumpió y miró asombrado a una gata blanca.

-¿Candy?

-Eres su responsabilidad –Draco suspiró fastidiado –Espero que solo nos encuentre ella y no la dueña.

-Si la señorita Debbie nos encontrara estaríamos más seguros –manifestó Harry acariciando al animal.

-Ya te dije que te liberé de ella –replicó Malfoy con desagrado.

Harry frunció el ceño. De todas las personas que podían acudir a salvarlo, por qué tenía que aparecer precisamente Malfoy. Se entretuvo con Candy un momento más cuando notó algo en su hocico. Con curiosidad extrajo el artefacto y parpadeó. Eran sus lentes.

-Eres una gata muy inteligente –felicitó Harry poniéndose los lentes.

-Entonces es cierto –murmuró Malfoy.

-¿De qué hablas?

-Candy es capaz de amortiguar el efecto de tu cicatriz.

Harry estuvo a punto de negar eso, pero se dio cuenta que el dolor había disminuido y miró asombrado al seminundu. El animal comenzó a ronronear y se acercó a la orilla del acantilado moviendo lentamente su cola.

Allá abajo había mucha más actividad. Y con sus lentes pudo ver perfectamente a las dos personas que esperaban al lado de Voldemort.

En efecto, una de ellas era su tía y esperaba con una expresión tranquila y los brazos cruzados. Draco había dicho que la otra era Allan Glader, pero lo que Harry veía era a un hombre, así que supuso que la poción había perdido su efecto. El propio Allan dijo que era la mano derecha del Lord Oscuro, y Harry lo apreció de esa manera. Ningún otro mortífago se mostraba tan confiado y seguro estando al lado de un asesino. Hasta podría decir que Glader tenía una expresión de completa paz.

¿Por qué su tía parecía estar más segura que el resto de los mortífagos?

-Montaigne –se escuchó la siniestra voz de Voldemort.

Uno de los encapuchados dio un paso al frente y se inclinó ante su señor. Deborah hizo un gesto de exasperación y desvió la vista mientras Allan sonreía con su odiosa educación.

-Me han dicho... –continuó Voldemort -... que entraste a Hogwarts sin mi consentimiento.

-Me llegó el aviso de que mi padre había sido requerido para ocupar el lugar de un profesor, mi señor –explicó el encapuchado con voz temblorosa –No tuve tiempo de contar con su consentimiento... tenía que actuar con rapidez.

-Ya había espías en Hogwarts –señaló Glader, obviamente refiriéndose a sí mismo –Si me permite explicar, Mi Lord, mandé el aviso para evitar que el viejo Montaigne entrara a la escuela... ese hombre tenía capacidad de percibir la magia oscura que comenzaba a extenderse.

-Si –aceptó el asesino –Así que tu misión, Stelle, se limitaba a matar a tu padre, no tenías que penetrar el castillo.

-Quería ayudar...

-No lo hiciste –intervino Glader de nuevo – Alertaste a Potter y tu ineptitud retrazó encontrar a Deborah.

Deborah frunció el ceño y volvió a mirar a Stelle.

-Un estorbo así no merece servirle, mi señor –dijo ella con un tono de voz tan frío que el propio Harry tembló. –Varios de éstos mortífagos son tan inútiles como las acciones de Montaigne.

-Si –aceptó Voldemort con una horrible risa y levantó la varita hacia el encapuchado que tenía en frente –Stelle, te daré la oportunidad de reducir tu castigo... –señaló a Deborah -, para eso tienes que vencer a mi mejor arma.

Un arma. Harry palideció al comprender lo que estaba ocurriendo ahí. No habían estado buscando a su familiar para torturarlo...  Su tía no había estado en peligro. Ella era parte de esa organización de asesinos y ahora recibía una lustrosa espada de manos de Allan mientras un mortífago le daba otra a la señorita Montaigne.

-Será mejor que nos vayamos ahora que están ocupados –dijo Malfoy.

-No. Quiero verlo.

-Un duelo así no termina de manera muy agradable, Potter –siseó el rubio.

-Mi tía ganará, ¿verdad?

-La señorita Montaigne redujo su castigo –confirmó Malfoy –Morirá de manera piadosa.

El duelo inició.

Los movimientos ágiles de ambas mujeres iniciaron una mortífera danza en la que Deborah tenía una arrolladora ventaja. Los choques de espadas se hacían con tal potencia que provocaron estruendos repetidos por el eco del lugar.  Mientras tanto Voldemort miraba con una expresión de cruel diversión con un serio Allan a su lado.

Una estocada de Stelle había logrado abrir una fina herida en el rostro de Deborah. La mujer de cabellos negros frunció el ceño y se detuvo bruscamente extendiendo su mano de la que nació una energía dorada y envolvió a Stelle sin mostrar efecto alguno. Sin embargo cuando se lanzó de nuevo contra ella no encontró resistencia y la espada se hundió en su oponente con suavidad.

Harry desvió la vista.

Una asesina. Su tía era una asesina.

¿Entonces por que tanto esfuerzo para protegerla?

¿Por qué tanta preocupación por ella?

-¿Ya podemos irnos? –preguntó Malfoy con ironía.

Harry no contestó y comenzó a caminar para alejarse del sitio. Malfoy debió entender eso como una aceptación y caminó tras él.

-Tu lo sabías –murmuró Harry tras unos minutos.

-Si.

-Tu padre la ha estado buscando también, ¿no?

-No metas a mi padre en esto, Potter. –gruñó el rubio.

-¿Entonces como lo supiste, Malfoy? –preguntó enfadado.

-Ella me lo dijo.

-¿Qué?

-Tu tía me lo dijo –repitió el rubio molesto -¿Es tan difícil entender eso?

-¿Mi tía te dijo que la estaban buscando por que era un arma?

-Mas o menos.

Malfoy se detuvo y señaló a Candy, quien había estado caminando junto a ellos.

-Esa gata es de tu tía... La mandó a ti por que quería evitar que percibieras a Lord Voldemort.

-Candy es de la señorita Debbie.

-¡Vaya que eres idiota! –exclamó Malfoy exasperado. –La señorita Debbie  y tu tía son la misma persona. Por eso mezclaste tu mente con la de la Sirena. Inconscientemente, tu tía, quería que la conocieras un poco y debilitó el control que ejercía sobre la criatura... Por eso han estado dando demasiada poción a Debbie, mantenerla de 11 años era más importante de lo que te imaginas ya que a esa edad tenía más posibilidad de evitar que el spirita imperius llegase a convencerla de hacer algo para dañarte.