Wenas:

Esto no está teniendo mucho éxito pero no me extraña, con lo que me enrollo.... Pero bueno, como me apetece escribirlo pues sigo. Sólo un review, pero gracias :) .

Para Nailju28: Pues lo siento, pero este es puro G/H, bueno, o eso es lo que quería hacer, ya veremos como acaba, porque cambio de idea a cada momento. Ya veo por tus historias que no eres muy imparcial, pero la verdad es que me encantas tus historias. Tengo por ahí aparcada una de H/Hr, pero ahora me apetecía más hacer ésta. Ya veremos si pongo la otra más adelante.





Magia

 

Capítulo 4: Ginny

 

Era sábado por la mañana y Harry ya era el cuarto día que pasaba en La Madriguera. Estaba feliz. Todo era perfecto. Si no fuera por Voldemort, por Cedric, por todo. Pero al menos allí estaba informado, aunque Hermione tenía razón, a estás alturas casi todo eran especulaciones. Sólo se sabía con seguridad que habían aparecido cuatro cuerpos muertos al estilo de Voldemort en Inglaterra y varios en otros lugares del mundo. Por ahora, todos eran magos, pero los muggles encontraban los cadáveres muchas veces. Ninguno de los crímenes era atribuido directamente a Voldemort, pero se intuía su aumento de poder.

Había recibido y contestado dos cartas de Dumbledore en el tiempo que llevaba en La Madriguera. En la primera, le preguntaba si ya había llegado allí y cómo se encontraba. En la segunda, contestaba varias preguntas que le había hecho Harry en la contestación a la primera carta, pero contestaba al estilo Dumbledore, esto es, no decía nada. Harry había vuelto a intentarlo y le había mandado una segunda carta, pero aún no había recibido contestación.

Pero en aquel momento le preocupaba mucho más Sirius. El jueves, le había mandado a Hedwig; ésta trajo sólo de vuelta una nota: "Ya estoy". No decía donde ni cómo. A Harry no le gustaba saber tan poco, pero ya se estaba acostumbrando.

De los demás, no sabía nada. Sólo de los Weasley.

Harry se dirigió a la cocina. A esas horas, ya habrían traído El Profeta y quería leerlo rápido. En aquella casa, era difícil encontrarlo si ya habían pasado unas horas desde que llegara. Entró deprisa, pero Ginny se le había adelantado y lo estaba desatando en ese momento. Se sentó y comenzó a leer. Harry se acercó y comenzó a leer por encima de su hombro.



EL PROFETA

 

NUEVO CUERPO ENCONTRADO EN INGLATERRA

Durante la noche de ayer viernes, se ha encontrado en la región de Cumberland, cerca de Carlisle, un nuevo cuerpo con similares síntomas a los anteriores cuatro encontrados y atribuidos a Quien-Ustedes-Saben. En esta ocasión, parece tratarse de nuevo de un mago, hombre joven, entre 18 y 22 años, según los testigos. Algunos de ellos declararon también que anoche vieron la marca Tenebrosa, conocida por ser el sello de Quien-Ustedes- Saben, cuando aun estaba vivo, dato que no confirma el Ministerio.



- Oye, Harry. - Ginny se volvió de pronto, haciendo que Harry tratase de inventarse algo que hacer en cinco segundos.

- ¿Sí?

- No me gusta que lean por encima de mi hombro.

- ¿Eh? No, yo..., lo siento.

- Si quieres léelo primero y luego me lo dejas. No me importa.

- ¿De verdad?

- Claro. De todas maneras es como si ya lo hubiera leído, ... como otras cuatro veces este verano.

- Gracias, Ginny. - Dijo Harry mientras cogía el periódico que le ofrecía Ginny y ocupaba el sitio de ésta en la mesa. - ¿No dicen nada nuevo, no?

- Un muerto más, un odio más. - Salió por la puerta sin mirar a Harry que la observaba atónito.

- Pues sí que está rarita. - Siguió leyendo.



El joven parece ser que era un mago residente en la localidad anteriormente nombrada, aunque aún no se conoce su identidad. Salvando especulaciones de los magos que encontraron el cuerpo, vecinos al parecer de la víctima, que aseguran que Quien-Ustedes-Saben está involucrado de alguna forma en el asesinato, el Ministerio de Magia ha negado esta posible implicación. Al cierre de esta edición, el Ministro de Magia de Gran Bretaña, Cornelius Fudge, no había realizado todavía ninguna declaración. Los que si han hecho declaraciones, como en las otras cuatro ocasiones, han sido los ministros de magia de diversos países europeos y del resto del mundo. Como en las anteriores ocasiones, han mostrado su preocupación por los hechos, han condenado el acto y han deseado tranquilidad al pueblo inglés.



Harry dejó de leer, el resto ya se lo sabía; el Ministerio ni reconoce nada, Fudge hace declaraciones estúpidas, los periodistas buscan las declaraciones de Dumbledore que casi nunca aparece, declaraciones de familiares y conocidos en los próximos días y especulaciones, muchas especulaciones.

Echó una última ojeada al periódico y lo cerró. Salió de la cocina y se encontró con Ginny leyendo algo en el salón.

- Toma. Ya he terminado. Muchas gracias.

- De nada, ¿algo nuevo?

- No, lo mismo de siempre. Esto es frustrante.

- No creo que dure mucho, tranquilo.

- Creo que eso me asusta aún más, Ginny. - Ginny lo miró seria. En eso tenía razón, las cosas podían ir a peor. - ¿Ron no ha bajado aún?

- Yo no le he visto desde el desayuno.

- Cuando me bajé a por el periódico me dijo que ya bajaba.

- Bueno, cuando yo bajé dejé a Hermione diciendo que se iba a hablar con él. - Harry se sentó al lado en el sofá grande al lado de Ginny.

- Entonces tenemos para rato. ¿Qué lees?

- Nada. Tonterías. Creo que es mejor pasar al periódico.

- Pues no creo que mejore mucho el tipo de lectura. - Harry sonrió ante su ocurrencia y se dio cuenta de que Ginny sonreía también. Al menos no estaba enfadada con él.

- Creo que tienes razón. Pero algunas tonterías hay que leerlas.

- Síp. Como las lecciones de Snape. - Ambos se miraron y comenzaron a reír otra vez, con ganas.

- ¿De qué os reís? - Ron apareció seguido de Hermione por la escalera.

- De ti, hermanito - Dijo Ginny mientras cerraba el periódico y subía a su habitación.

- ¡Hey! Oye, Harry, ¿cómo qué os estabais riendo de mí?

- No era de ti, Ron. Tu hermana sólo bromeaba. Estás muy susceptible últimamente con ella, ¿no?

- ¿Últimamente?

- Que graciosa, Hermione. Vámonos a jugar un poco de quiddicht, Harry. ¿Vienes tú?

- Bueno, os veré jugar que no me apetece volar ahora.

 

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Esa noche se parecía mucho a las demás, Harry tampoco podía dormir. Todavía no era muy tarde, pero ya se habían ido todos a dormir. Estaba dando vueltas por la cama y se levanto a mirar por la ventana como tantas veces esa semana. Pasó un buen rato así, pero no cogía sueño, así que decidió bajar a ver si había alguien; la noche anterior se había encontrado con los gemelos haciendo pruebas de un caramelo luminoso, que Harry se negó a probar.

Llegó abajo y se dio cuenta de que no había nadie, ni en el salón ni en la cocina. Se sentó en el sofá grande y se quedó mirando las pocas llamas que quedaban en la chimenea que a esta altura del año ya no calentaban. Se estaba tan bien en esa casa....

- ¿No puedes dormir otra vez? - Una voz despertó a Harry.

- No, ¿tú tampoco? - Harry se apartó a una esquina del sillón para dejar sitio a un Ginny cargada con unos pergaminos, unos libros, pluma y tintero.

- No, intentaba hacer deberes o algo, pero no puedo. Te oí bajar. Quizás puedas ayudarme tú con esto. - Dijo mientras se sentaba y señalaba lo que había traído con ella.

- Claro, ¿qué es?

- Pociones.

- Er... creo que no. No se me dan muy bien.

- A ningún gryffindor se le dan bien, Harry. Por favor, no sé como hacerlo.

- Hermione seguro que sabrá.

- Está durmiendo. Pero déjalo, vaya, está claro que no quieres ayudarme, siento haberte molestado. - Ginny comenzó a coger de nuevo sus cosas y se levanto molesta.

- ¡Hey, espera! - Harry la agarró del brazo. - Yo no he dicho que no quiera ayudarte, sólo que no sé si te servirá de mucho que lo haga.

- Bueno. - Ginny volvió a sentarse.

- ¿Qué es lo que no entiendes?

- Ésta. Si mezclas todo lo que pone aquí... seguramente explotará, ¿no?

- Hombre, si lo pone en el libro no creo Ginny.

- Pues si juntas sangre de escorpión con pus de lagarto australiano y lo calientas lo más normal es que explote.

- Pero el ojo de tritón triturado anula cualquier reacción extraña, evita el calentamiento excesivo. - Ginny lo miraba entre incrédula y extasiada. De pronto comenzó a sonreír.

- ¡Es cierto! No había caído en eso.... Que tonta soy.

- Es fácil equivocarse.

- Se te dan muy bien las pociones. A Fred y a George les había dicho el mismo problema esta tarde y no lo han sabido solucionar.

- No les he visto en la cena, ¿dónde están?

- Tenían una cita. - Ginny soltó una sonrisita. - En el callejón Diagon.

- ¿Con quién?

- Creo que con Angelina y Alicia, o Katie, no estoy muy segura.

- ¿Y eso?

- Bueno, no es que me lo hayan dicho. Pero les conozco. Y no es la primera vez que quedan. Se creen que no me entero o algo.

- Vaya, yo sí que no sabía nada.

- Ni tú ni nadie por lo que creo. Sé que Fred ha quedado con Angelina.

- Sí, después de lo del baile del año pasado....

- Eso creo. Lo que no estoy segura es con quien ha quedado George. Sé que es con una de las dos, pero no sé cuál puede ser.

- Yo tampoco. Pero ya siento curiosidad. Mañana se lo pregunto.

- Oye, yo no te he dicho nada, ¿eh? Pero de todas maneras aun no han vuelto, así que se lo podrás preguntar cuando lleguen, que aún seguirás despierto.

- Vaya, que convencida estás.

- Han matado a otro, Harry. Y si normalmente te cuesta dormir....

- Tienes razón. No he podido pegar ojo ni creo que pueda. - Se hizo un silencio extraño entre los dos. Sin embargo, no resultaba incómodo. - Oye, ¿puedo preguntarte algo?

- Claro, ¿qué?

- Esta mañana dijiste algo así como que un muerto más, un odio más. ¿Qué significa?

- Nada, una tontería. Es que me deprime toda esta situación. Es todo tan raro.

- Te entiendo.

- Cada vez que se mata a alguien, ..., la gente que había a su alrededor genera odio. Al segundo que mataron lo conocíamos, ¿no te lo ha dicho mi padre?

- No, ni Ron. - Harry se fijó en Ginny. Estaba como una niña pequeña balanceándose de adelante a atrás con los brazos alrededor de las rodillas.

- Era un conocido de mi padre. Nosotros lo habíamos visto poco. Pero te impacta. Mis padres fueron a ver a su familia. Todos estabamos muy impactados. Te sientes impotente, no puedes hacer nada y parece que nadie quiere hacerlo. Eso enfada mucho. Genera odio.

- Créeme que lo entiendo.

- Tu te has pasado la vida odiando, ¿no?

- No. Al principio porque no sabía nada. Hasta que llegué a Hogwarts mi vida era muy diferente. Luego estaba tan feliz de todo lo que tenía que no me dejaba ganar. De vez en cuando, caigo en él, pero no quiero. No quiero odiar a nadie más que a Voldemort.

- Eso es precisamente lo que él quiere. Y por eso consigue más poder.

- No quiero darle oportunidad, pero no es fácil.

- No sé.... Nunca he sabido muy bien como vivías antes de Hogwarts. ¿Tan malos son tus tíos?

- ¿Malos? No. Crueles si acaso. - Harry entonces relató sus primeros once años a la chica, que lo miraba y escuchaba sin perder detalle. Comenzó por lo que sabía de su nacimiento y sus padres, de cómo murieron y como Voldemort le dejó la señal en la frente. Como llegó a casa de los Dursleys, su padrino, Hagrid, sus tíos y su primo, su escuela, cómo se enteró de que era mago. Pasada una media hora, Harry se dio cuenta de que su vida había sido realmente complicada. Ginny lo escuchaba con atención haciendo sólo pequeñas interrupciones para preguntar o afirmar algunas cosas. Harry agradeció que lo escuchara. Nunca había contado su vida de un golpe, y soltarlo todo seguido le estaba ayudando. Se dio cuenta de que realmente lo necesitaba.

- El resto ya lo sabes, ¿tú hermano te habrá contado algo, no?

- Sí, algo. Y tu segundo curso no hace falta que me lo cuentes, que me acuerdo muy bien. - Harry sonrió mientras miraba a la chica. Era curioso estar tan relajado con alguien a quien casi no conocía hacía un mes y en la situación en la que estaban las cosas en el mundo. Agradeció sobre todo que Ginny no se pusiera tan colorada como antes cada vez que él le hablaba; aunque esto le creaba una especie de extrañeza, de no saber porqué eso había cambiado.

Extrañamente, la conversación se fue alargando hablando de Hogwarts, de los compañeros de Ginny, de los profesores, de Ron, de los padres de Ginny, de Hermione,

- Pues yo creo que le gusta mi hermano, diga lo que diga.

- Si el problema es que cuando se trata de tu hermano no habla, discute. El año pasado fue horrible, en serio.

- Mi hermano también está siempre discutiendo sobre ella, pero luego se buscan todo el rato. Se van a hablar por ahí y eso.

- ¿También lo has notado? Desde que hemos llegado aquí, se van a hablar a solas. No es que me hayan dicho que no vaya, pero no me apetece oírles discutir que es mayoritariamente lo que hacen.

- Ron es increíble.

- ¿Qué le pasa a nuestro hermano? - Los gemelos acababan de aparecer en las pocas llamas que acababan de aumentar de tamaño.

- Si que venís tarde vosotros dos.

- No nos eches la bronca tú también, Ginny, que ya tendremos que aguantar a mamá mañana. - George ponía cara de cansancio.

- Y... ¿dónde andabais?. - Preguntó Harry con cara de pícaro.

- En el callejón Diagon. - Contestó George.

- ¿Con quién?

- Harry, - Fred se acercó a Harry con la cara muy seria - digámoslo de este modo: tú no nos preguntas con quien estabamos hasta ahora y nosotros no te preguntamos que haces a las mismas horas con mi hermana pequeña en el salón de nuestra casa. ¿Vale?

- Bueno, yo....

- No queremos saberlo, Harry. Nos vamos a dormir, buenas noches. Vamos, Fred.

- Sí. Hasta mañana.

- Hasta luego.

- Vaya, si que venían mosqueados. Mañana les caerá una buena bronca de mi madre.

- Sí. Oye, ¿y tú qué hiciste el otro día con Colin? - Harry miró a Ginny que se ponía roja en ese momento.

- Nada, fuimos al callejón Diagon también.

- No sabía que erais amigos.

- Estamos en el mismo curso y en la misma casa, nos pasamos el día juntos.

- Bueno, sí, es lógico.

- Claro que es lógico, es mi hermano el que no se entera.

- Se enfadó porque sólo ibas con él y con nadie más, no porque fueras con un amigo.

- .... Bueno, Colin me dijo ese día que le gustaba. - A Harry se le pusieron los ojos como platos, nunca hubiera pensado en esos dos como pareja. - Fue muy extraño.

- ¿Y... y qué pasó?

- ¿Qué pasó de qué?

- Pues ... eso.

- Eso nada. No supe que decirle, me quedé muda. Se lo tomó como un no, y se puso muy triste. Yo no quería verle así, así que, cuando nos íbamos a despedir, le dije que nos quedáramos como amigos, que a mi me caía muy bien que era muy simpático y muy guapo. Parece que al menos se fue contento a casa. Pero fue embarazoso. Nunca le había gustado a un chico. ¡Ah! ¿Y yo por qué te estoy contando esto a ti?

- Bueno, yo he preguntado. Es lógico que pregunte por la vida de una amiga, ¿no?

- ... Amiga... sí, es lógico. Te agradezco que te preocupes sin juzgarme como hacen todos, Harry. Mis hermanos se creen que tienen voto sobre lo que hago, y mis padres no paran de darme consejos. Tengo ocho personas pendientes de todo lo que hago. Es agobiante.

- Al menos tienes a alguien, Ginny.

- Lo siento, no me he dado cuenta.

- Da igual, no lo has hecho aposta. Una cosa, ¿ya no estás peleada con tus hermanos?

- ¿Con Fred y George? No, se disculparon el otro día.

- Es que me acabo de dar cuenta de que les hablas.

- No te enteras de nada, ¿eh, Harry? - Ginny sonrió y Harry la acompañó.

 

La noche pasaba, pero ni Ginny ni Harry parecían dispuestos a irse a acostar, ni parecían tener sueño tan siquiera.

- Me quiero rizar un poco el pelo.

- ¿Por qué? A mí me gusta como lo tienes.

- Me gusta rizado, no tan liso. Como el tuyo, que parece que está loco.

- No lo tienes liso, lo tienes ondulado. ¿Ves? - dijo Harry acercándose y tocando el pelo de Ginny allí donde veía una - aquí y aquí, y aquí también.

- Bueno, pero no me vale, quiero más.

- ¡Que ambiciosa!

- Hermione me ha dicho que me va a echar espuma.

- Ah. .... ¿Espuma de qué?

- Es un invento muggle. Te lo hechas en el pelo y por lo visto se riza.

- ¿Por qué no te haces un simple hechizo rizador?

- Hermione dice que así queda mejor, no sé.

- Mi tío usa espuma muggle. Se la pone en la cara y luego se afeita, para quitarse los pelos de la cara.

- Pues esa debe ser, servirá para varias cosas. Quizás riza el pelo para que sea más fácil afeitarlo.

- Supongo.

- Me pregunto si fue eso lo que usó el año pasado para hacerse ese peinado en el baile...

- Pues lo mismo, no lo sé. Estaba muy guapa esa vez, ¿verdad? - Ginny lo miró directamente a los ojos; a estas alturas de la noche ya estaban los dos sin los zapatos con los pies encima del sillón y de frente ambos.

- ¿Hum? ¿A ti te gusta Hermione, Harry?

- ¿Eh? Yo no he dicho eso.

- No hace falta, se te ve en la cara.

- Será que ya no ves del sueño. Hermione es mi amiga, sólo comentaba una realidad. Si tu hermano también hubiera ido al baile arreglado...

- ¿Hubieses dicho que Ron estaba guapo? - Ginny volvió a apoyar la cabeza en el respaldo del sofá mientras miraba divertida a Harry.

- Er... bueno, dicho así suena un poco extraño.

- Jajaja. Que conste que yo no he dicho nada.

- ¿Sabes que eres una chica muy graciosilla, Ginny.

- Sip.

- No hubiera imaginado que fueras así; el año pasado, casi ni me hablabas.

- Sí, bueno.... Las cosas cambian, Harry. - dijo Ginny apartando la mirada.

- Aunque algunas no siempre para mejor.

- ¡Vaya! ¿Hubieras preferido que siguiera sin hablarte?

- ¿Eh? No, no quería decir eso, perdona. Estaba pensando en todo lo que pasó el año pasado.

- Creí que ya habíamos dejado claro que no era culpa tuya, Harry.

- Ya lo sé, Ginny. Pero cuesta pensarlo. Es todo tan difícil.

El silencio les cogió de nuevo durante unos minutos. Ginny jugeteaba con la goma de su calcetín en el que parecía muy interesada, sin saber qué decir. Harry levantó la vista extrañado de que la chica no supiera que decir sobre el tema, teniendo en cuenta los últimos días. La luz de la escasa luna entraba por la ventana y daba directamente sobre el cabello de Ginny, alumbrando parte de su cara; las llamas de la chimenea se habían consumido finalmente y tan sólo quedaba el color de unas pocas brasas. A pesar de lo poco que se veía la cara de Ginny, Harry pudo notar la cara tan seria que tenía en ese momento. Desde que la conocía, Ginny había sido la hermana pequeña de Ron, una niña un año más pequeña que él que, incomprensiblemente, tenía algún tipo de sentimiento por él. Aunque esto no era tan difícil de entender si sabias que él era Harry Potter, el gran Harry Potter, al que todos admiraban antes de conocerlo. Al principio, pensó que Ginny era igual que todos esos que se había ido encontrando por ahí, pero Ginny siempre andaba rondando cerca, no era una admiración como la de Colin, que no le dejaba en paz, o como muchos otros que le andaban preguntando cosas sobre su vida siempre, ni como esos que se le quedaban mirando son atreverse a hablar con él. Ginny siempre había estado por ahí, mirándole y enrojeciéndose. Por mucho que dijera ella que las cosas cambian, costaba mucho relacionar la niña tímida que había sido, con la chica que ahora Harry tenía delante; antes era más gordita, más parecida a lo que hubieran sido Fres o George con su edad que lo que fue Ron, su pelo estaba más corto y menos cuidado, sus mejillas parecían tener un rojo permanente, era la más bajita de sus hermanos y su cuerpo, bueno, antes era un cuerpo de una niña de once años, y ahora no; ahora ya no se notaba que alguna vez hubiera sido más gordita, el pelo le llegaba más debajo de los hombros, se sonrojaba menos, al menos delante de Harry, y, aunque seguía siendo la más bajita de sus hermanos, había alcanzado ya la altura de Harry, sino la había superado.

Harry se espavilo de pronto. Sacudió la cabeza, se incorporó un poco y se dedicó a mirar al suelo. ¿Qué hacía él pensando así en Ginny? Y, sobre todo, ¿qué hacía él mirando y analizando así el cuerpo de Ginny? Si sus hermanos se enterasen de seguro mataban a Harry, sobre todo Ron. Vaya.

- Las cosas se estan complicando por momentos, ¿crees que podamos terminar en Hogwarts?

- ¿Qué? ¿Eh? ¿Perdona?

- ¿Que si crees que podamos terminar los cursos que nos quedan en Hogwarts?

- Bueno, sí, eso espero.

- Sí, yo también. Bueno, creo que es hora de irse a acostar, sino mañana no nos levantamos. - Ginny se levantó del sofá y se estiró un poco; llevaba tanto tiempo sentada que se le habían entumecido los músculos. - Encantada de hablar contigo, Harry. Y gracias de nuevo por ayudarme. - Dijo mientras cogía de nuevo todos los libros.

- De nada por lo de los deberes. - Ginny le sonrió y salió hacia la escalera. - Pero las gracias por la conversación te las he de dar yo. - Harry respondió a la sonrisa de Ginny con una propia, que hizo enrojecer a Ginny.

- Buenas noches, Harry.

- Buenas noches, Ginny. - La chica subió las escaleras y no fue mucho el tiempo en que tardó Harry en hacer lo mismo.



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Cuarto capítulo terminado, ya sé que me enrollo más que las persianas, me parece que este va a ser un fanfic muy largo.

El amarillo es el periódico (¿por qué siempre doy explicaciones estúpidas?)

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