DIA DE PASEO II

El día del tan esperado viaje, los alumnos habían sido citados poco antes de las 6 AM. Siendo que ahora cada alumno sabia exactamente su lugar en los autobuses, el proceso de organización fue rápido. Todos, excepto los perdidos y Martha se encontraban ya en su asiento de autobús listos para partir.

¿No vas a subir? Esta helando allá afuera -le gritó desde la ventanilla uno de sus compañeros. Si... si, sólo... quiero saber... nada. Ya voy.

En el autobús estaban todos entusiasmados. La mayoría de los ahí presentes eran de tercer grado; sin embargo algunos tímidos "segundos" se veían felices también.

Treinta y cuatro, treinta y cuatro... -Martha buscó su asiento, que no debía ser difícil de encontrar pues era el único vacío.

Por fin encontró su lugar. Junto a la ventana el 34 estaba vacío y junto a este, una chica de segundo la miró apenada.

¿Vas aquí? -preguntó. Si, si. Al menos eso dice mi boleto. Bien, temí que se sentara junto a mi un tipo de tercero, uno de esos que nos molestan en el almuerzo. No te preocupes -respondió Martha tomando asiento-, no diré media palabra, no soy muy parlanchina, y mucho menos te molestare... Diana. Muchos gusto, soy... Martha. Lo dice en el boleto. "G coma Martha, asiento 34" Cierto, el boleto.

Martha seguía escuchando a la muchacha de segundo sin dejar de mirar por la ventana a los que llegaban tarde o buscaban despistados su autobús.

¿Dónde esta tu amiga? ¿Jes? No lo se. Digo, todas tiene una amiga, solo pregunte donde esta ella, la tuya. Es raro, mi amiga esta a 300 kilómetros de aquí. La mía en el camión 7, no es buena con los estudios, pero su calificación alcanzo merito. Ya veo, al menos irá. Si. ¿Y tu novio? Estas aun mas fría. No tengo uno. ¿No? Vaya, una tercera sin novio... pensé que seria la única. Eres de segundo -respondió Martha sin ofenderse en lo mas mínimo. Pero dejare de serlo en 4 meses. Cierto. Entonces, ¿dónde esta el chico? -insistía Diana. En el camión 4 -contesto Martha volteando hacia fuera justo en el momento en que el muchacho subía al camión con un numero 4 en el cristal. ¿4? ¿no es de tercero? ¿Eh? No, no, no es de tercero. Me alegra que haya venido-termino Martha casi en silencio.

Los autobuses se prepararon para arrancar y comenzar el viaje que todos esperaban; en el interior, los camiones radiaban alegría. Los chicos -en especial los segundos- estaban emocionadísimos e igualmente nerviosos. Mientras los de tercero ya comenzaban con las actividades. Las parejas mas disparejas se abrazaban apasionadamente mientras no había supervisión y el calor se sentía entre apasionadas parejas de jovencitos.

Dime, Diana, ¿tienes un novio o... un chico? ¿Yo? No, como ya te dije -resaltó la chica- soy de las pocas "segundas" sin novio. Lo se pero, ¿un chico? Pues, creo que hay uno en mi clase. ¿Si? Vaya. ¿Y sabe que te gusta? No lo creo.

El viaje fue largo, de una ciudad a otra. Al principio, los muchachos dormían en su mayoría y otros charlaban sonoramente, con el tiempo y conforme el sol iba subiendo los ánimos se fueron abajo. Ahora el calor invadía el autobús y todos reclamaban un descanso de tan pesado viaje.

Calma, muchachos; ya no falta mucho. Ven esa torre, no esta lejos, sólo unos minutos mas.

Efectivamente, pocos minutos después llegaron a un pueblecito poco atractivo para los jóvenes que, en busca de diversión se sintieron defraudados al ver el aspecto del lugar. Con grandes y antiguos edificios, tiendas pequeñas y gente humilde, no era lo que ellos llamarían un lugar divertido. Sin embargo, las cosas mejoraron.

Bien -comenzó un carismático profesor de segundo-, se que esto, a simple vista, no promete mucho. Verán, en el centro esta lo bueno-les guiñó un ojo- ; esta el balneario, ya saben... chapuzones y diversión. También esta la sala de teatro, el cine -que no deberían visitar, en casa también hay uno- las neverias, los lugares para comer que son una bomba... por supuesto, por la noche están esas cosas que llaman centros nocturnos... y muchas tiendas.

Al escuchar esto, el alboroto volvió a los grupos de amigos que ansiosos esperaban ser libres.

Las reglas son estas -continuó el profesor-: pueden ir a donde les plazca, con quien ustedes deseen pero, a las 5 PM en punto -e hizo mucho énfasis en esta ultima frase- tienen que ir al hotel para confirmar su llegada, estancia y, sobre todo que están completos y en sus plenas facultades mentales. ¿De acuerdo?

Todos contestaron al unísono; un SI colectivo resonó en las solitarias y calladas calles del lugar.

Cuando el profesor lo autorizo todos se dispersaron. La mayoría se dirigió al balneario, el calor para esa hora de la mañana ya era intenso y se dispusieron a darse un baño para empezar su viaje. Por su parte, Martha camino sola un rato hacia el parque central, donde pocos encontraron un lugar divertido así que estaba prácticamente desierto, cosa que le gustó a Martha. Justo cuando se disponía a pensar en que hacer con el resto de sus pequeñas vacaciones, una vocecita a lo lejos la llamaba por su nombre desesperadamente.

¿Oye, tu? ¡Martha! -era Diana, la chica del autobús. Lo siento, ¿qué pasa? -Martha se disculpo al suponer cuanto tiempo la había estado llamando sin respuesta. Ya era hora. Pues... ¿tienes planes? -pregunto Diana tímida metiendo sus manos en las bolsas del pantalón. Pues... no, no lo creo. Iba a leer un rato. ¿Leer? Definitivamente me necesitas. Ven.

Diana la tomo prácticamente del brazo y la llevo a la zona de tiendas. "...Necesitaremos nueva ropa para andar en estos lugares..." alego la chica muy a pesar de Martha que no se había preocupado por la ropa antes, aun así acepto sin verlo como una mala idea.

Compraron todo tipo de accesorios y algunos recuerdos del lugar. De no ser por Diana, talvez Martha nunca habría gastado un solo centavo pues las compras no eran uno de sus pasatiempos favoritos, mucho menos las de ropa.

¿Por qué la fortuna, G coma Martha? Pues, mis padres están entusiasmados con mi graduación y no suelo gastar mucho de mi mesada. No es una fortuna. ¡Cielos! Pues aprovéchalo.

Para la hora de la comida, Martha no era la misma chica que había bajado del autobús uno. Ahora vestía ropa alegre y sus maletas estaban repletas de moda que, siendo del lugar no había salido nada cara.

¿Qué paso con tu amiga? -pregunto una mejor vestida Martha. Pues resulta que enfermo. Habíamos planeado esto mucho y la gripe lo arruino todo. Pero no es impedimento para divertirse, además tu también eres agradable, G coma Martha. Gracias. Luces bien. Podrías pertenecer a ese molesto grupo de terceras que se reúnen en la cafetería. Se lo que dices. Pero no creo querer pertenecer a ellas. ¿Qué dices de ir a comer? Me temo que mi estomago reclama que gaste un poco de este dinero en comida. Seguro.

¿Oye, amigo? ¿Si? -contestó fastidiado un chico de segundo. ¿Cuántos teléfonos tienes ya? ¿De que hablas? ¿Teléfonos? Vamos, Carlitos; no me digas que no piensas conquistar a alguna muchachita.

¿Muchachita? No, no, no; te equivocas. Vine a... a... ¿divertirte? Si, a eso. No necesito una "muchachita". Pues... estaremos en La libélula si te interesa. Seguro que una que otra niña se parará por ahí y no faltare para ayudarla a... divertirse. Gracias.

Al parecer la idea de Carlos de tener diversión no era muy similar a la de aquel chico. Pero, después de todo el viaje era para divertirse y si no había otra manera, ¿por qué no? Aun así, el muchacho prefirió caminar por ahí, observaba en los aparadores y compraba chatarra que entonces le sirvió de alimento.

Mientras caminaba pensaba en como pasar los siguientes tres días y nada agradable se le ocurría, ver como sus compañeros "normales" tenían sus sesiones de diversión lo hacían pensar en cuan tonto se vería el jugando en el agua, conquistando chicas, comprando juguetitos o simplemente correteando por ahí.

¡Ay Dios! -exclamó Martha mientras caminaban hacia un lugar para comer. ¿Qué, que pasa?

Antes de poder contestar o de que Diana pudiera hacer otra pregunta, la primera arrastró a las dos chicas a un rinconcito alejado de la calle y se cubrió la cara con algunas de las bolsas, aun así no paso desapercibida. El motivo: el chico de segundo 2 había pasado tan cerca que Martha no estaba segura de seguir respirando.

Ese... ese chico... ¿es...? Sshh! Si, es el... creí que estarían todos en el balneario, al menos sus compañeros estarán ahí, ¿qué hace aquí? -balbuceó Martha. Es un calle, para todos, la gente suele caminar por aquí a veces -bromeó Diana. Digo... ¿a dónde iba? Pues... creo que... -Diana maquiló algo antes de dar la verdadera respuesta- , creo que iba al balneario, ¿no? Es lógico que lo hiciera. Tienes razón. ¿Oye? Te agradecería que no le mencionaras esto a nadie, no quiero que se enteren de que... soy mas normal de lo que creen, ¿si? Por supuesto, G coma Martha. No te preocupes, juro por el honor de mi familia (que... es dudoso) que no diré nada a nadie. Muchas gracias -suspiro una apenadísima Martha.

Siguieron caminando para encontrarse en La libélula, el lugar aparentemente mas decente, limpio y agradable para comer y siendo que en ese momento las características del ambiente no eran mas importantes que el hecho de alimentarse no importo mucho.

Hola, niñas. ¿Necesitan compañía? -un segundo estaba en la puerta y se dirigió a ellas. ¿Niñas? Ve a comer una paleta, mensote -Diana tomó el asunto en sus manos. ¡Que carácter! ¿Qué dices tu? Eres tercera, ¿no? No creo que alguien que conozca a Dianita pase tiempo con ella.

Los demás muchachos se rieron acerca del comentario e hicieron otros mas sin que Diana los tomara en serio o se intimidara si quiera.

Diana -susurró. ¿Qué pasa, Martha? Esto se pone interesante. No, tenemos que ir a sentarnos. Espera, después de la pelea viene la parte en que todo mejora. Enserio. Mira a la puerta.

En la puerta señalada estaba el chico encontrado antes en la calle con una evidente cara de desconcierto.

Adelántate; ve y siéntate donde quieras. Creo que ya no comeré. ¿Qué?

Antes de que Martha se pudiera enojar tuvo que salir corriendo a la mesa mas lejana para ocultarse tras un menú.

¡Carlitos! Que bueno que vienes, te necesitamos. Dianita se nos pone difícil. No vine a ayudarte. Vine a... comer, supongo. Vamos, diviértete un poco. Mira... yo me voy con Diana ¿por qué me acompañaras. ¿verdad? -Diana hizo un gesto que hacía suponer que si-, y tu puedes quedarte con los muchachos, ellos te ayudaran a divertirte un poco. No se, no creo que--- Mira. Elijamos una... victima -el chico comenzó a mirar alrededor clasificando a las personas que sin saberlo comían tranquilas-. ¡Aquella! -gritó Diana señalando el menú que ocultaba a Martha. No, no se si... esa chica no... no vine a eso, sólo quiero comer. Come con ella -interrumpió el amigo de Diana-. ¿O que? ¿Tienes miedo?

Carlos dudo por un rato. No es que tuviera miedo pero no le gustaban ese tipo de juegos y menos si estos involucraban a terceras personas. Así que actuó.

Esta bien -aceptó. Bueno, espero que... a las 5 de la tarde ya tengas un par de citas, compañero. Seguro.

Diana y sus amigos salieron del lugar envueltos en risas.

¿Esa no era tu amiga? Si; créeme, hicimos algo bueno.
¡Ya era hora! Pensé que no venias -exclamó Martha al sentir que alguien paraba frente a ella-, necesito que me saques de aquí, ¿acaso ya se fue?

Pero, a cambio de Diana recibió a la persona menos esperada pero sobre todo a quien le gustaba ver mas que a nadie.

¿Puedo sentarme? No quisiera comer solo y... ¿puedo? -dijo el chico en cuanto la cara de la chica estuvo al descubierto casi por completo.

Por supuesto Martha tenia un debate mental. Por un lado deseaba mas que nada que aquel chico se sentara allí, junto a ella, mas cerca de lo que jamás habían estado; por otro, temía hacer el ridículo y prefería salir corriendo o inventar una excusa para no dejarlo sentarse.

Claro, como gustes -en cambio actuó bien y se porto tranquila ante la situación.
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He aquí una segunda parte, según yo la penúltima pues el final ya esta hecho además de que ya se habrán dado cuenta de que en este caso no suelen ser muy elaborados.

Es que todo empieza cuando me imagino una sola escena y después, para escribirla así tengo que inventarme toda una historia para que esa escena encaje en ella. Ojala les guste mis mini-mini-historia y que me den sus opiniones ya sea por este medio o directamente por un e-mail.