FIN DE CURSO

Me sentí vacía. Eran los momentos mas valiosos de mi vida, los últimos minutos que tenia para deleitarme con su presencia, la ultima vez que lo vería. Lo hubiera observado durante horas de no ser por que ni siquiera me atrevía a estar en el mismo patio que el.

La segunda parte de la ceremonia cívica aconteció sin percances, nuevamente las palabras se oían muy lejos y la gente cerca de mi parecía distante. Nada importaba mucho, pues ya ni siquiera lo podía ver, todo iba mal.

Llego el momento esperado por todos, el final de la ceremonia que celebraba a la vez el final de curso y que cerraba con un emotivo reconocimiento a los alumnos del ultimo año. Mis compañeros recibieron abrazos de sus mejores amigos y grandes y variadas muestras de cariño por parte de los profesores; yo me aleje para evitar bochornosos rechazos o miradas curiosas. Cuando me alejaba mas, una voz me llamo.

Era mi profesora de física, la única con quien había tenido una relación extra académica y la única que sabia de mi afición por aquel chico, incluso me había ayudado en incontables ocasiones para saber su condición en cuanto calificaciones se refiere.

Ahora estoy un poco atareada; ¿podrías ir después conmigo? Quisiera despedirme adecuadamente. Ve a la hora de salida. De acuerdo -contesté seca.

Solo faltaban unos segundos para esa hora así que decidí no volver a la formación y esperar frente a la puerta de oficinas a que la maestra volviera.

¿Qué estaba haciendo? La hora de salida era el ultimo momento que podía desperdiciar ese día, eran los últimos tres minutos en que podría verlo caminar a casa, mientras el, de espaldas, no lo notaria pero ¡estaba sentada lejos de el!. Era tarde, cuando asome la nariz fuera del edificio para ver en el salón donde se llevaba a cabo la ceremonia nadie quedaba ya, las sillas presumían vacías y los salones estaban desiertos. Ya lo había perdido, ni siquiera pude verlo entonces y me sentí mal. Talvez en el salón de maestros vería su foto en el registro, talvez podría tomarla o talvez solo debería esperar a que la profesora se despidiera tan adecuadamente. No tardo mucho.

¿Estas aquí? Pensé que irías afuera para... ¡Dios! Lo siento, debí citarte a otra hora. No lo viste. No es gran cosa -mentí enormemente.

Aquella ahora un tanto detestable se acerco a su escritorio y saco un fólder decorado de una manera un poco cursi pero no importo. De el desprendió un par de papeles que supuse hojearía mientras conversábamos.

¿Enserio sientes algo por el? Digo, es un muchacho muy talentoso, inteligente y todo eso pero, sigue siendo un niño. Verás, siento que no debieras tener muchas esperanzas con el. Nunca las he tenido y si alguna apareció... se acaba de desvanecer, con el fin de esa ceremonia. Lo siento mucho. Te recompensaré. Creo que ni el ni el director necesitaran ya este documento.

Las hojas desprendidas del fólder tomaron forma de ilusiones.

Cosas que seguro has de saber; su dirección, teléfono -este ultimo me quemaría las entrañas de estar en mi poder-, y algunas de sus calificaciones y notas de comportamiento.

Seguro que no me parecía correcto ni muy sano conservar documentos de esa índole, me parecía un detalle exagerado de interés incluso lo habría juzgado mal de ser en otra persona pero no veía otra forma de no olvidarlo, además una serie de siete números que me ayudarían a comunicarme con el talvez, se distinguían allí.

También hay un par de fotos de la excursión pasada a ese parque. Las tomo el profesor de español y el chico esta presente. A ti te servirán mas.

¿Fotografías? De esas, yo solo poseía un par en las que no vislumbraba muy bien pues habían sido tomadas a distancia y con precaución extrema para que el fotógrafo no fuera descubierto. Muchas suerte -me dijo para finalizar.

Después fueron trivialidades. Me pidió que no dejara de visitarla y que fuera al colegio de vez en cuando, cosa que también a mi me beneficiaria por obvias razones.

Salí con un fólder mas discreto en las manos y la cabeza revuelta despidiéndome de algunos de los profesores y personajes presentes en las oficinas.

Esperando a que alguien tuviese que salir para que abrieran la puerta cerrada con candado, me senté en la misma banca en la que presenciara aquel desagradable y desalentador momento por la mañana. Pasaría mucho tiempo antes de que me pudiera ir a casa pero no me importo.

Llevaba casi nada ahí sentada, cabizbaja cuando una silueta se aproximo, al mirar me di cuenta de quien era. Reconocería esos zapatos entre toneladas de ellos.

Gracias por la tarjeta -dijo casi en silencio.

Me levante dejando el fólder sobre el asiento y mi rostro a quedo a unos centímetros de el del chico, quien fijaba sus profundos ojos en sus manos que se retorcían.

No fue nada; ya--- te lo dije.

Se hizo un silencio que perforaba los oídos y por varios minutos nos quedamos sin decir nada, solo estábamos ahí parados mirándonos un poco. Yo sonreía discretamente pues no podía evitar sentirme contentísima por estar con el, tan cerca de el.

Lo que seguía no me lo esperaba, era totalmente loco y solo se había presentado en mis mas macabros sueños.

Me gustas -susurró mientras rascaba su nariz.

Las palabras hicieron que mis pulmones se llenaran de aire y que mi sonrisa se hiciera mas grande y notoria, cosa que hizo que el también sonriera.

Yo no conteste nada, no se me ocurría decir mas, todo estaba dicho ya y el no necesitaba otra cosa. Después de eso yo esperaba un "te voy a extrañar", unas cuantas palabras que no fueron expresadas.

A cambio, recibí algo mejor. Sus brazos se extendieron rápidos alrededor de mis espalda y su cara se apretó sobre mi hombro izquierdo formando un abrazo, tan tierno que bien seria motivo de miles de fotos y sonrisas gigantescas.

Cuando quedamos mas lejos, justo a tiempo lo tan esperado sucedió: alguien abrió la puerta y los dos podríamos ir a casa.

El chico tomó mi mano derecha y nos dirigimos a la salida para alejarnos solo unos pasos de la puerta. Ahí, con la sonrisa aun brillando en ambos rostros el muchacho beso mi mejilla y echando un vistazo a el contenido de mi mano dijo:

Te llamaré. Pero... -comencé, adelantándome al hecho de que el no conocía mi numero telefónico. No te preocupes, tu expediente tampoco le servirá mas a la profesora de física.

Diciendo eso, dejo mi mano y se adelanto camino a casa, camino totalmente opuesto al que yo tomaría pero eso ya no importó. No importaba como, a mi casa llegaría feliz.

Exactamente una hora después, el teléfono timbro para anunciar que aquel 6 de julio no había sido tan malo después de todo.

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¡Ya! Este Fic esta muy raro, un poco marciano creo. No es de mi inspiración, creo. La verdad es que es el sueño de una amiga, una persona muy especial que quisiera hacer de esta historia una anécdota.

Ya ven, la narración esta un poco rara, el mensaje confuso y la trama sencilla, torpe, ordinaria, vana y un tanto miserable, otra cosa distinguible es que ¡no hay nombres!

¡Amigocha, ojala algo parecido te suceda ese "julio 6", antes o después!