Capítulo 14 .-

Boromir abrió los ojos lentamente. El sol resplandecía alto en el cielo. Se había dormido tarde la noche anterior. La fiesta se había alargado excesivamente. Se levantó tambaleando ligeramente y con los ojos aún medio cerrados se miró en el pequeño espejo que tenía a un lado de la cama. Se pasó la mano por la barbilla; empezaba a notarse áspera. Sacó los utensilios para el afeitado, pero luego sus manos se detuvieron.

Unas palabras le llegaron a la mente sin que tan siquiera se hubiera propuesto de recordarlas : "No mentían cuando hablaban de lo guapo que eras... Aunque personalmente creo que con un poco de barbita estarías aún mejor"

Las palabras que Aredhel le dijera el primer día de su regreso a la Ciudadela se gravaron en su mente y con un acto casi involuntario volvió a guardar las cosas. Se vistió rápidamente y salió. Tenía que ir a una reunión.

En uno de los salones de la Casa se encontraban algunos de los capitanes de más alto rango de Minas Tirith, Denethor y Faramir, todos esperando por Boromir quien llegó tarde.

Se dejó caer pesadamente en una silla al lado de su hermano.

- ¿Con tanto sueño te has levantado que ni ánimo de afeitarte has tenido? - le susurró Faramir con una sonrisa burlona

- He decidido dejarme un poco de barba - le anunció él en el mismo tono

- Ahora que ya estamos todos podemos empezar - Denethor dirigió una mirada acusadora a su hijo mayor. Este un tanto avergonzado desvió la vista. -

- Bien. Tengo que informarle señor que los Orcos vuelven a estar alborotados. Es como si algo se revolviera en esa maldita región a la que llamamos Mordor - dijo uno de los capitanes

- Tendríamos que revisar la armería para ver de cuantas espadas disponemos y si es necesario mandar a los herreros de forjar más - dijo otro

- ¿Tal es vuestro temor de un ataque orco? - inquirió Boromir

- En efecto mi señor... El humo vuelve a alzarse en Mordor... Los hombres de Osgiliath están inquietos, y los mensajeros que llegan aquí desde Henneth Annûn dicen que los orcos no paran de entrar y salir en estos días, como si reconocieran el terreno

- En ese caso quizá deberíamos prepararnos para un posible ataque. Creo sensato revisar nuestras armerías, también tendríamos que estar avisados lo más pronto posible si un ejercito orco saliera de Mordor... Propongo tener un grupo de soldados en Henneth Annûn, yo mismo puedo ir allí, y otro ejercito en Osgiliath - Boromir miró a todos para ver si aprobaban su plan

- Buena idea hijo - Denethor parecía haber olvidado ya su retraso

- Así yo me llevo a algunos hombres a Henneth Annûn y Faramir puede llevar a sus hombres a Osgiliath y Ithilien.

- Excelente idea, ahora tendríamos que ir a revisar la armería, y seguro que hay algunas espadas por afilar.

Los soldados y los dos hijos del Senescal se levantaron para irlo a comprobar, mientras que Denethor se quedaba con aire sombrío y pensativo, sentado en el sitio principal de la mesa que presidía el salón.

* * *

Boromir afilaba con aire ausente una espada un tanto oxidada; hacía rato que no decía nada a Faramir que estaba a su lado comprobando las espadas de un enorme baúl que necesitaban una afilada. El hijo mayor del Senescal estaba inmerso en sus propios pensamientos... Al principio sólo pensaba en el posible ataque de Mordor y en los tiempos peligrosos que se avecinaban, pero se sorprendió a si mismo recordando constantemente cosas de la fiesta de la noche anterior, en especial de su amiga. Y esto le confundía. Si que era verdad que estaba muy favorecida con ese vestido y la melena suelta, pero tampoco había para tanto... En su vida muchas veces había visto a chicas más elegantemente vestidas. Hasta el momento, había visto a Aredhel como a una hermana pequeña, y le desconcertaba el echo de que en ese preciso instante no la viera exactamente así...

- Oye Faramir...

Su hermano levantó la cabeza del baúl y le miró : - ¿Qué ocurre? ¿Estás cansado?

- No, no es eso. Sólo te quería hacer una pregunta... ¿Tu a Dhel la has visto como a una hermana? Quiero decir... ¿Ha habido algún momento en que la vieras como...? - Boromir se detuvo, no sabía como explicárselo a Faramir

- ¿Cómo vería a cualquier otra chica?

Boromir le miró sorprendido, pues era eso lo que quería decir... ¿Eso quería decir que a Faramir también le había pasado? Asintió lentamente con la cabeza. Pero antes que los hermanos pudiera llegar a intercambiar cualquier palabra más, la susodicha entró precipitadamente en la armería, provocando que todos los soldados ahí presentes levantaran la vista sorprendidos. Boromir y Faramir se miraron. ¿Qué habían echo ahora para hacer enfadar a su amiga?

Aredhel se paró justo delante de ellos con los brazos en jarras y el ceño fruncido, mirándoles directamente.

- Hola Dhel - dijo Boromir con una sonrisa nerviosa - ¿Qué tal?

- ¿Cuándo me pensabais decir que os ibais lo dos y me volvíais a dejar sola? ¿Para eso vuelvo? ¿Para que a la primera os larguéis los dos? - dijo Aredhel en voz demasiado alta

- Shhh... Baja la voz - dijo Boromir mirando a su alrededor

- Bajaré la voz si quiero - dijo ella en el mismo tono - Y ahora respondedme

- Pues verás... Tenemos la obligación de proteger la ciudad y... Sabes que lo primero es la obligación... - dijo Faramir con un cierto titubeo en la voz

Un soldado se acercó y cogió al hijo menor del Senescal por el hombro : - Capitán Faramir, tendría que venir un momento, los hombres de Ithilien están dispuestos para que usted elija

Boromir vio horrorizado como Faramir se levantaba y le dejaba solo con la furiosa Dhel.

- ¿Y contra que exactamente tenéis que proteger Minas Tirith?

- Contra los Orcos de Mordor...

- Vendré con vosotros - dijo ella con determinación

- No, eso si que no - dijo Boromir con un tono de voz firme

- Entonces volveré a Rohan con mi hermana y no me volveréis a ver nunca más. Estoy harta de ser un estorbo para todos - la chica dio media vuelta y se alejó

Boromir dio un paso para detenerla, pero luego miró a su alrededor. Todos sus soldados le miraban, no se podía rebajar ahora delante de todos : - ¡Está bien! Vete si quieres. ¡Que me importa!

Se arrepintió al momento de esas palabras, pero ya estaba echo, no había vuelta atrás... Arrojó la espada al suelo; el sonido metálico se extendió por toda la habitación que había quedado silenciosa. El chico se alejó sin mirar atrás.



* * *

Aredhel cargó en su caballo el bulto de ropa que había preparado. Miró otra vez con nostalgia la ciudadela... Muchos recuerdos felices le vinieron a la mente, y las lagrimas empezaron a asomar de nuevo en sus ojos. Los cerró con fuerza pues no quería llorar...

En ese momento notó como alguien descargaba su bulto del caballo y volvía a dejarlo en el suelo. Al abrir los ojos vio a Boromir a su lado.

- No te vayas por favor...

- ¿Por qué tendría que quedarme?

- Porqué yo te lo pido - dijo Boromir seriamente - No quiero que te vayas

- Y yo tampoco quiero irme, pero... si me vais a dejar sola...

- Ven conmigo un momento

Boromir cogió a Dhel de la mano y la condujo a uno de los puestos de vigilancia de la Ciudadela, un torreón que se elevaba más arriba de las murallas de Minas Tirith. Una vez allí la hizo mirar hacía el este. Allí estaba la tierra oscura de Mordor. Un humo se elevaba desde allí hacia el cielo, oscureciéndolo en toda su extensión. La chica no pudo evitar estremecerse al contemplar esa basta extensión de tierra sumida en las sombras.

- ¿Lo ves? El humo se eleva en Mordor, algo se remueve en sus entrañas... Nada bueno, sin duda. Debemos estar preparados para un ataque. Pero no puedes venir, puede ser peligroso y no quiero que te arriesgues innecesariamente.

- Pero si lo piensas bien, es posible que esté más protegida allá donde estés tu o Faramir que aquí, pues si os lleváis cada uno tantos soldados como me han dicho Minas Tirith quedará muy a la merced de cualquier ataque. Además, no sé si lo recuerdas pero una vez prometiste llevarme a cazar orcos contigo

- Esto no se trata de ningún juego Dhel... Es una batalla seria. Los orcos no serán más benévolos contigo por el echo de ser chica.

- Sabes que sé utilizar una espada. ¡Quizá no sea tan buena como tu, pero muchas veces he podido vencer a Beregond!

- ¿Has estado de nuevo con los soldados de la Tercera Compañía? ¡Dhel! Te dije que no debes molestarlos cuando están entrenando - Boromir sabía que su amiga tenía la afición de ir con esa compañía cuando los veía entrenar, puesto que su sitio habitual de entrenamiento era el patio que había justo debajo de la ventana de la habitación de la chica.

- Beregond me dijo que no importaba, que yo no les molestaba... Además a mi me gusta practicar, y tu nunca tienes tiempo para eso cuando te lo pido

Boromir suspiró : - Está bien... No quiero volver a discutir

Ella le miró sorprendida. Era la primera vez que Boromir acababa con una discusión de ese modo.

- ¿Quieres decir que puedo venir? - dijo ella con un brillo especial en los ojos

- Si quieres venir me temo que tendrá que ser a Henneth Annûn conmigo. Osgiliath, donde va Faramir está demasiado cerca de Minas Morgul.

- Ningún problema! A Henneth Annûn pues - Aredhel sonrió ampliamente. Había conseguido lo que quería

* * *

Bueno, sé que esto es muy corto, pero ya no sabía que más añadirle para alargarlo. El proximo prometo que será más largo! Palabra! Además, el del otro fic que pondré probablemente mañana lo será mucho más de largo, así que no os quejéis!!!

Dejad reviews por favor!!!! Me hacen feliz!

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