Capítulo 15 .-

Un grito despertó a Aredhel en mitad de la noche. Maldijo el día en que tuvo la idea de ir a Henneth Annûn con Boromir. Desde que había llegado, casi a diario por una razón o otra la despertaban en mitad del sueño, a veces por un ejercito orco que salía de Mordor, otras porque llegaba una partida de exploradores...

Se incorporó con un suspiró de resignación y miró a su alrededor. Se sorprendió de ver que todos recogían sus cosas.

- ¿Qué pasa? - le preguntó a uno de los soldados que pasó por su lado

- Partimos de inmediato a Minas Tirith señorita. Sufren un ataque de orcos.

Aredhel desvió la mirada hacia una de las ventanas escarbadas en la roca viva desde donde se podía ver el exterior. Caía una espesa cortina de lluvia. La chica arrugó la nariz con señal de fastidio y se encogió debajo de sus mantas, y se quedó acurrucada junto a una de las paredes mientras los soldados no paraban de pasar una y otra vez por delante suyo. Uno de esos fue Boromir, que pasó con tres espadas y un bulto de comida.

- ¡Dhel! - exclamó al verla sin hacer nada - ¿Nadie te ha dicho que nos vamos?

- Si, pero me ha venido un ataque de frío al ver el tiempo que hace - murmuró ella

- ¿Y tu querías ir a cazar orcos, que con un poco de lluvia ya te asustas? - dijo él con una sonrisa burlona - Ya dije yo que las mujeres no servían para esto

- Eso no es un poco de lluvia. - Aredhel estornudó - Además hace frío

- Venga va, que nos marcharemos sin ti. Recoge las cosas - dijo Boromir

- Ya las tengo recogidas, no soy como vosotros que lo dejáis todo esparcido por el suelo. Esto ya no parece un puesto de vigilancia ni un refugio, esto parece una pocilga - dijo ella poniéndose a la defensiva

Boromir la miró con una sonrisa : - No hace falta que me muerdas Dhel, sólo te he dicho que te preparases

La chica sintió que se sonrojaba ante la sonrisa de su amigo y se escondió más aún bajo las mantas.

- ¡Venga! - la apremió Boromir quitándole la manta de encima. Ella se levantó con un suspiro de resignación. Dobló la manta lentamente y la puso junto a sus demás cosas.

* * *

Las gotas le resbalaban por la cara aún cuando una capucha le ocultaba el rostro. La lluvia le mojaba toda la ropa que se le pegaba al cuerpo como una segunda piel. Se apartó un mechón de pelo mojado de delante de los ojos y se estiró el manto de abrigo un poco más, para que llegara a cubrirle las piernas. Sus dientes tiritaban involuntariamente. La chica soltó una de las manos con que agarraba las riendas del caballo que caminaba detrás suyo y se miró los dedos que empezaban a ponerse morados por el frío.

- Parece como si no estuvieran... - murmuró

Boromir, que caminaba a su lado la miró un momento : - ¿Tienes frío?

- No, estoy sudando de calor - dijo ella con tono irónico, luego hizo una pausa y le puso las manos a la altura del rostro - ¡Mira! Casi ni las siento

El hijo mayor del Senescal la miró un momento, dio las riendas de los caballos a un soldado que caminaba cerca de allí y tomó las manos de su amiga entre las suyas. Aredhel se puso algo tensa con aquel gesto; sentía las palmas de las manos de Boromir, sobre las suyas.

- ¿Mejor? - preguntó él después de un rato de observarse en silencio

- Mucho mejor - dijo ella con una débil sonrisa

Boromir soltó las manos de Dhel, aunque no le hubiera importado estar un poco más. Le había gustado especialmente el contacto de las suaves y frías manos de la chica. Después se quitó su propio manto y lo depositó sobre sus hombros. Ella le miró un momento sorprendida para luego dirigirle una sonrisa agradecida.

Pero un soldado que llegó precipitadamente evitó que el chico pudiera llegar a decirle algo más.

- ¡Orcos mi capitán! Una pequeña hueste de unos treinta. - dijo el soldado casi sin aliento

- Miraremos de esquivarlos desviándonos por ahí - dijo Boromir señalando a los árboles de la izquierda

- No hay manera de esquivarlos señor, me temo que tendremos que hacerles frente - anunció el muchacho

- Está bien - Boromir desenvainó la espada y miró a Dhel un momento - Tu ve allí y sube a un árbol hasta que yo venga a buscarte.

- Yo les puedo hacer frente! No tengo porqué esconderme - protestó ella

- Dhel no tengo tiempo de discutir contigo ahora. Haz lo que te digo. No podré estar para protegerte, porqué los Orcos casi nos igualan en número a los que aquí somos

La chica le dirigió una mala mirada al tiempo que él se alejaba con el soldado que había venido a avisarle.

* * *

La retención de los orcos no estaba comportando más problemas de los que Boromir hubiera esperado. Cortó la cabeza de uno de los últimos orcos y miró a su alrededor. Sus soldados se defendían bien, y un gran número de las horribles criaturas de Mordor yacían muertas en el suelo.

De pronto notó algo afilado contra su garganta y un olor horrible le llegó hasta donde estaba él. Un orco le había puesto su daga curvada contra el cuello, amenazándolo.

- Me tendrás que pagar con tantos de tus hombres como habéis matado de los míos si no quieres morir en este preciso instante - dijo con una voz áspera.

- Ya te puedes quitar esa estúpida idea de la cabeza bestia inmunda - dijo Boromir con tono firme, sin mostrar ningún tipo de indecisión

- Tu lo has queri... - de pronto el chico notó como el orco se desplomaba detrás de si, y al voltearse vio a Aredhel con una gran piedra entre las manos. Entendió que su amiga había golpeado al orco en la cabeza.

- ¡Dhel! Te dije que no debías moverte! - exclamó

- Bonita forma de agradecerme que te haya salvado la vida - dijo la chica frunciendo el ceño

- ¿Pero no te das cuenta de lo que te podría haber pasado?

- A ti lo que te pasa es que te ha herido tu enorme orgullo que te haya salvado una chica - Aredhel cambió la expresión enfadada por una sonrisa burlona

Boromir la miró con cara de enfadado, pero en realidad admiraba a Dhel... ¿Cómo podía ser tan valiente y irresponsable a la vez? La miró una vez más, ahora con la ropa mojada por la lluvia, la cola medio desecha y la cara un poco manchada no parecía la misma chica de su fiesta de cumpleaños.

Se reprendió él mismo por seguir pensando sólo en el aspecto que tenía su amiga esa noche, pero también tuvo que reconocer que había algo más...

- ¿Me darás una espada para que pueda ayudaros ahora que has visto que me las puedo arreglar perfectamente por mi misma? - la voz de Aredhel lo sacó de sus propios pensamientos

- No te voy a dar nada, tu te quedas aquí quieta a esperar que acabemos con los pocos que faltan - dijo él mirándola fijamente

- Pero... ¡Boromir!

- Nada de peros Dhel

La chica vio con el ceño fruncido como su amigo se alejaba. El orco que estaba inconsciente al lado de sus pies se movió un poco. La chica le clavó un puntapié descargando todo su mal humor, cosa que hizo que el orco no llegara nunca a desperezarse del todo.

* * *

La ciudad blanca se divisó en el horizonte. Por fin habían llegado. Boromir se sorprendió al ver que no había ni rastro del supuesto ataque que sufrían y por el que habían sido llamados. Todas las tierras de alrededor estaban desiertas, sólo los rastros de una batalla podían verse.

- ¿No lo encuentras extraño que hayan podido ganar una batalla para la que pidieron refuerzos urgentes? - le preguntó a Dhel que cabalgaba a su lado

La chica le miró, pero no dijo nada. Boromir suspiró; se había olvidado que se había tenido que pasar todo el trayecto desde la escaramuza con los orcos hablando con él mismo, pues su amiga no había abierto boca. Pensó que quizás si hacía alguna broma al menos la haría sonreír

- Oh si Boromir, es muy extraño - se respondió a él mismo

Vio que había surtido efecto, pues una sonrisa tímida se perfiló en los labios de Aredhel.

- Vamos! No puedes estar sin hablarme para siempre. Al fin y al cabo sólo lo he hecho para protegerte! Que ingratas sois las mujeres. Nunca llegaré a entenderos... - dijo él haciendo otra tentativa

Ella siguió sin decir nada.

- Está bien, tu ganas... - murmuró el chico antes de agregar con voz alta - Gracias por salvarme la vida Dhel

- De nada - contestó ella al acto con una sonrisa

- ¿Porqué las mujeres siempre os salís con la vuestra?

- Porqué los hombres nos lo permitís. En el fondo... ¿qué harías sin nosotras?

- ¡Vivir tranquilos! - exclamó él antes de salir al galope hacia el frente de la pequeña compañía. Quería averiguar como habían acabado con el ataque.

Poco rato después, al tiempo que traspasaban las murallas de la ciudadela, el claro sonido de las trompetas de plata les recibió. Boromir sonrió débilmente. Pocos sabían y llegarían a saber lo mucho que estimaba el chico a su pueblo.

El hijo mayor del Senescal se dirigió rápidamente en busca de su padre, para que al menos le explicara lo que había pasado, pero por el contrario se sorprendió de encontrar a Faramir por el camino.

- ¡Faramir! ¿Qué haces aquí? ¿No estabas en Osgiliath?

- Si, pero nos pidieron refuerzos y acudimos en seguida. Pudimos vencerlos en poco tiempo. Yo comandé las tropas - explicó con cierto orgullo

Boromir sonrió : - Me alegro Faramir, papá debe de estar orgulloso

- Pues por primera vez en realidad le veo orgulloso de mi... Por cierto ¿dónde está Dhel?

- Supongo que en los establos... No te imaginas el viajecito que me ha dado... ¡Se negaba a hablar! Me he tenido que pasar toda la vuelta hablando conmigo mismo

Faramir se echó a reír y Boromir lo miró desconcertado

- ¿Qué te ha hecho tanta gracia?

- Nada, nada... - dijo él conteniéndose la risa - Vale más que vayas a ver a papá y a decirle que has vuelto

- Si, ahora iba... - pero el chico continuó mirando con desconfianza a su hermano menor

Encontró a Denethor en uno de los salones principales, examinando un mapa de Gondor con algunos de sus mejores capitanes.

- ¡Boromir! Bienvenido a casa de nuevo hijo - dijo el hombre sonriendo al ver a su hijo mayor.

- Me temo que he llegado tarde... - dijo él bajando la cabeza

- No te preocupes por eso ahora. Faramir me ha sorprendido muy gratamente con su actuación precisa y correcta y no hemos tenido demasiados problemas, pero ven, acércate

Boromir se acercó y se sentó al lado de su padre.

- Las orillas del Río Grande son las más peligrosas. Somos muy vulnerables a un ataque de orcos que venga de esa zona. - le dijo señalando el río - ¿Qué propones?

- Lo más sensato sería poner vigías a orillas del río, así podríamos prever el ataque con antelación y estar preparados - dijo Boromir con decisión

- Lo que yo pensaba - Denethor miró a su hijo con una sonrisa de orgullo

- Aunque... Me pregunto porqué después de un tiempo de tranquilidad los orcos se vuelven a mostrar tan alborotados... Parece como si algo renaciera en Mordor - dijo el chico con tono pensativo

- No hace falta que te preocupes, es sólo que los orcos quieren volver a hacer una tentativa de apoderarse de estas tierras. No hay de que preocuparse.

Boromir asintió lentamente, pero no quedó convencido. Notaba que alguna cosa extraña en todo eso.
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Bueno, aki tenéis otro. No es muy largo, pero es que no me gustan demasiado los capítulos largos. Además, los cortos son de más buen hacer ^^U

Dejad reviews ¿vale? ^^

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