Capítulo 22 .-
Un día cualquiera se alzaba en Rohan. El sol que se levantaba perezoso en el cielo y lo inundaba todo con sus primeros rayos dorados indicaba a los aldeanos que un nuevo día empezaba.
En una pequeña aldea, las mujeres que madrugadoras salían de sus casas para ir al mercado a comprar no podían dejar de observar de reojo la pequeña discusión que una pareja había iniciado justo en la entrada del pueblo.
- ¡Te dije que era el camino de la izquierda! - la chica morena parecía nerviosa
- ¡Claro! Tu siempre lo sabes todo - le respondió él
- No lo sé todo, pero estuve viviendo en Rohan y Edoras quedaba justo hacía el otro lado
- ¿Has estado alguna vez en Edoras?
- No, pero...
- ¿Entonces como sabes que no estamos allí? - el chico tenía cara de triunfo
- ¡Ah claro! Tonta de mi! ¿Cómo no darme cuenta que estábamos en la mismísima capital? ¡Mira! Si aquí mismo tenemos el palacio dorado de Meduseld - la mano de ella se quedó señalando una humilde cabaña echa íntegramente de madera
- Se ve que tu nunca te equivocas ¿verdad Dhel?
- Yo si que me equivoco Boromir, pero al menos cuando alguien me da una indicación la escucho y no dejo que mi estúpido orgullo me domine
Boromir le echó una mala mirada a su compañera antes de dirigirse a una de las mujeres que pasaba por allí cerca.
- Perdone... ¿Sabe desde donde podríamos enviar un mensaje a Minas Tirith?
- Creo que si va a ver el capataz de la aldea, le podrá ayudar. Se comunica con mucha gente y supongo que les podrá hacer enviar el mensaje
- Muchas gracias señora, que pase un buen día - Boromir hizo gala de toda su buena educación y le dedicó una sonrisa
- ¿Dónde quedan esos modales cuando tratas conmigo? - dijo Dhel cuando él volvió a su lado
El chico suspiró y se abstuvo de contestar. Llevaban ya 7 días juntos a todas horas, y eso empezaba a notarse... Aunque esa era su primera pelea seria, no habían dejado de tener pequeñas enganchadas.
- Iré a ver al capataz e intentaré enviarle un mensaje a Faramir. - dijo él
- Yo daré una vuelta por aquí - dijo Dhel señalando el pequeño mercado. Le entusiasmaban las pequeñas cosas que se podían encontrar en esos sitios, y no pensaba desperdiciar esa oportunidad.
* * *
¡Maldita chica irresponsable! Faramir no podía creer que Aredhel se hubiera marchado sin tan siquiera avisar! Al final, preocupado por la falta de habla y de comida de su amiga decidió olvidar los buenos modales y la consideración y avisó al herrero para que desmontara el pomo y la cerradura de la pesada puerta de madera.
Su sorpresa fue cuando encontró la habitación completamente vacía, así como la mitad de uno de los armarios. Faltaban también las ropas de viaje. No había otra explicación... ¡Había seguido a Boromir! Pero eso no podía dejar de preocuparlo ya que los caminos eran peligrosos, llenos de lobos y otras criaturas... ¿Y si no había conseguido encontrar a su hermano?
No sabía que hacer. Maldijo el día en que empezó a depender en los consejos de Gandalf y se olvidó de tomar sus propias decisiones, pues ahora que el mago faltaba era un completo inútil.
Faramir dejaba que le vendaran el brazo con expresión ausente. La causa de su presencia en las Casas de Curación esa mañana no era más que un encuentro desafortunado con un lobo cuando apenas acababa de llegar a su puesto de vigilancia; un corte sin importancia fue todo lo que resultó de ese encuentro.
- Listo joven Faramir - le dijo la rolliza enfermera con una sonrisa
- Muchas gracias - él abandonó la estancia sin decir nada más, pero antes que pudiera volver a sus quehaceres matutinos, un soldado fue a avisarle que su padre quería verle
Denethor tenia un aspecto hosco sentado en la silla. Las cortinas de la habitación estaban corridas por lo que había un aspecto oscuro y lóbrego por doquier.
- ¿Papá? - dijo Faramir
- Un grupo muy numeroso de orcos ha salido de Mordor y se dirigen hacia aquí. Prepara la defensa de inmediato - respondió el Senescal
- ¿Cómo... como lo sabes?
- Lo he visto... - dijo el hombre con un tino de misterio en su voz
- ¿Lo has visto? - Faramir tenia la sensación de que esa conversación era irreal, ya fuera por la atmósfera de esa habitación o por las cosas que su padre decía.
- No hagas preguntas inútiles y haz lo que te he dicho! - ordenó Denethor alzando la voz
Faramir asustado abandonó la habitación, con un peso en el estomago que más que nerviosismo por el combate que tenía que librar era de preocupación por su padre.
* * *
Boromir contempló a Aredhel. Ella estaba admirando un trozo de seda y se lo probaba a modo de chal. El color vino de este resaltaba como rojo sobre negro con sus rizos oscuros. El vendedor se lo intentaba vender, pero ella se excusó diciendo que no tenía el suficiente dinero. Al girarse para seguir mirando, sus ojos se encontraron con los del chico y le sonrió.
- Has tardado mucho - le reprendió al tiempo que se acercaba
- Lo siento, ha costado que el hombre accediera.
- ¿Pero todo arreglado?
- Si, el mensaje le llegará a Faramir dentro de dos días - Boromir hizo una pausa para cambiar de tema - Eso que te probabas de quedaba realmente muy bien
- Si, pero era muy caro, además, me han fascinado mucho más esos puestos de joyas que hay más abajo - la chica señaló el final de la calle donde se encontraban.
- ¿En serio? No los he visto - dijo él
- Da igual... Son demasiado caras... ¿Podemos continuar?
- Yo había pensado descansar por hoy aquí. Tampoco hay prisa en llegar a Rivendel y ya se está haciendo la hora de comer
- Por mi perfecto - dijo ella con una soñadora sonrisa al pensar que por fin esa noche dormiría en una cama blanda. - Ahí he visto una posada
* * *
El crepúsculo acababa con el día lentamente. La luz dorada lo bañaba todo a medida que las sombras se alargaban.
Boromir y Aredhel paseaban por un camino ribeteado de abedules, las hojas de los cuales se mecían suavemente con la brisa, que terminaba en una pequeña plaza en forma de semicírculo donde algunos niños jugaban.
- Parece increíble que tan cerca de aquí haya malos tiempos... - dijo ella con un suspiro
- Si. Aquí se respira una paz que se agradece - asintió Boromir con una sonrisa.
La vista de ambos quedó clavada en un niño que no debía tener más de cinco años que intentaba subir a un árbol. Trepaba unos cuantos metros y volvía a resbalar por el grueso tronco hasta el suelo. Pero el pequeño no desistía, continuaba una y otra vez.
- Es casi tan testarudo como tu - comentó Boromir con buen humor
Dhel le sacó la lengua como toda respuesta.
Boromir se quedó observando el niño unos momentos antes de levantarse y acercarse a él.
- ¿Qué se supone que vas a hacer? - preguntó ella, pero la pregunta quedó sin respuesta.
Pronto vio como empezaba a hablar con el niño y acto seguido trepaba por el árbol sujetándose con fuerza en las ramas para enseñarle como se hacía. El niño le imitó y se instaló sin problemas junto a él, entre las ramas.
- Tu amigo es increíble. Araphor no había conseguido nunca subir a ese árbol
Dhel se dio cuenta por primera vez que tenía a una niña rubia sentada a su lado.
- Boromir enseñaría a cualquiera a hacer cualquier cosa... - dijo ella sonriendo. No iba a reconocerlo, pero ver a Boromir jugando con ese niño en ese momento le encantaba. Se le veía tan tierno.
- ¿También me enseñaría a mi a hacerme lo que tu llevas en el pelo? - la niña tocó con cuidado la melena de Dhel, que llevaba recogida en parte.
- Eso puedo hacértelo yo - rió ella. - Ven, acércate
Cuando Aredhel casi terminaba de peinar el rubio cabello de la niña, llegaron Boromir el niño llamado Araphor.
- ¿Tenéis hijos? - preguntó el niño de golpe
Ambos sintieron como se les subían los colores a las mejillas aunque trataron de ocultarlo.
- Emmm... No... De echo no... - dijo ella con un hilo de voz
- Pues deberíais. A mi me gustaría que fueras mi mamá y me peinases todos los días. - dijo la niña
- ¡Y a mi que me enseñaras a luchar con la espada! - dijo el niño utilizando una rama de las del suelo como arma.
Las horas hasta la noche pasaron rápidas en presencia de esos dos hermanos, así como la despedida pues ambos tenían que estar en casa antes que la luna luciera del todo alta en el cielo.
- Esos niños eran encantadores - dijo Boromir al tiempo que tomaban el camino de abedules de regreso a la posada
- No sabía que te gustaran los niños - le respondió ella con una sonrisa
- Y no me gustaban... O eso creía antes de conocerlos.
- Todos hemos sido niños, y como tal jugando con uno podemos recordar esos años felices
- Quiero tener al menos un par cuando nos casemos - Boromir dijo eso como si fuera la cosa más normal del mundo, pero a Dhel fue como si infinitas plumas se le revolvieran en el estomago.
- ¿Cu... cuando nos casemos? - balbuceó ella
- Por supuesto! Porque nos casaremos ¿verdad?
- Ah no se... En teoría es el chico que hace la proposición a la chica, y esta aún no me ha llegado... - dijo ella
- ¿Cómo que no? ¡Te la acabo de hacer!
- ¿Eso ha sido una proposición de matrimonio? ¡Ni en sueños!
- ¿Pero que es lo que quieres? - preguntó él con tono enfadado
- Que no seas tan presuntuoso ni tengas tan por seguro que aceptaré que ni te dignas a hacer una proposición formal - ella se cruzó de brazos
- Pues si no quieres no hace falta que aceptes!
Boromir cogió un camino distinto, desviándose hacia la derecha
- ¡Maldito orgulloso! - exclamó ella antes de seguir con su camino
* * *
Faramir releyó la carta sintiéndose más aliviado. O sea que Dhel se las había apañado para dar con Boromir y convencerle que le dejara acompañarle. Era única.
Hermano,
Supongo que ya habrás notado la ausencia de Dhel en Minas Tirith, por eso te escribo, para que no te preocupes en exceso por ella, ya que me siguió y ahora viajará conmigo hasta Rivendel, y luego también volveremos juntos. Ya sabes lo testaruda que puede llegar a ser, por lo que no he podido negarme. Siempre acaba saliéndose con la suya.
Sin más que decir por ahora. Recuerdos a papá
BOROMIR
La carta era corta pero explícita, tal y como siempre las solía escribir Boromir. No le gustaba malgastar el tiempo escribiendo puras estupideces. Al menos parecía que por el camino todo estaba tranquilo... Maldijo el día que se comprometió con su padre en llevar a cabo todas las misiones en Henneth Annûn y en las orillas del Anduin.
Esperaba que al menos no se hubieran peleado en exceso... Ambos podían ser tan testarudos a veces.... Ya debían estar llegando a Rivendel, calculó. Tenía ganas de tenerlos pronto de regreso, pues odiaba estar solo en Minas Tirith, solo con la compañía de Denethor que cada día tenia una actitud más hosca, oscura y misteriosa. Faramir sabía que algo estaba pasando... Pero simplemente no se atrevía a preguntar. Y así entre peleas, misiones y alguna charla esporádica con algunos de los montaraces que tenía a su cargo pasaba sus solitarios días en la ciudadela
* * *
Wooooo! Al fin! En verdad la inspiración no venía y tampoco me acababa de convencer este capitulo, tengo la sensación que quedó algo raro pero en fin, me decidí a ponerlo pq estaba tardando eternidades ya xD
Decidme que os ha parecido!!! O sea, con otras palabras... Dejad reviews!!!
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Un día cualquiera se alzaba en Rohan. El sol que se levantaba perezoso en el cielo y lo inundaba todo con sus primeros rayos dorados indicaba a los aldeanos que un nuevo día empezaba.
En una pequeña aldea, las mujeres que madrugadoras salían de sus casas para ir al mercado a comprar no podían dejar de observar de reojo la pequeña discusión que una pareja había iniciado justo en la entrada del pueblo.
- ¡Te dije que era el camino de la izquierda! - la chica morena parecía nerviosa
- ¡Claro! Tu siempre lo sabes todo - le respondió él
- No lo sé todo, pero estuve viviendo en Rohan y Edoras quedaba justo hacía el otro lado
- ¿Has estado alguna vez en Edoras?
- No, pero...
- ¿Entonces como sabes que no estamos allí? - el chico tenía cara de triunfo
- ¡Ah claro! Tonta de mi! ¿Cómo no darme cuenta que estábamos en la mismísima capital? ¡Mira! Si aquí mismo tenemos el palacio dorado de Meduseld - la mano de ella se quedó señalando una humilde cabaña echa íntegramente de madera
- Se ve que tu nunca te equivocas ¿verdad Dhel?
- Yo si que me equivoco Boromir, pero al menos cuando alguien me da una indicación la escucho y no dejo que mi estúpido orgullo me domine
Boromir le echó una mala mirada a su compañera antes de dirigirse a una de las mujeres que pasaba por allí cerca.
- Perdone... ¿Sabe desde donde podríamos enviar un mensaje a Minas Tirith?
- Creo que si va a ver el capataz de la aldea, le podrá ayudar. Se comunica con mucha gente y supongo que les podrá hacer enviar el mensaje
- Muchas gracias señora, que pase un buen día - Boromir hizo gala de toda su buena educación y le dedicó una sonrisa
- ¿Dónde quedan esos modales cuando tratas conmigo? - dijo Dhel cuando él volvió a su lado
El chico suspiró y se abstuvo de contestar. Llevaban ya 7 días juntos a todas horas, y eso empezaba a notarse... Aunque esa era su primera pelea seria, no habían dejado de tener pequeñas enganchadas.
- Iré a ver al capataz e intentaré enviarle un mensaje a Faramir. - dijo él
- Yo daré una vuelta por aquí - dijo Dhel señalando el pequeño mercado. Le entusiasmaban las pequeñas cosas que se podían encontrar en esos sitios, y no pensaba desperdiciar esa oportunidad.
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¡Maldita chica irresponsable! Faramir no podía creer que Aredhel se hubiera marchado sin tan siquiera avisar! Al final, preocupado por la falta de habla y de comida de su amiga decidió olvidar los buenos modales y la consideración y avisó al herrero para que desmontara el pomo y la cerradura de la pesada puerta de madera.
Su sorpresa fue cuando encontró la habitación completamente vacía, así como la mitad de uno de los armarios. Faltaban también las ropas de viaje. No había otra explicación... ¡Había seguido a Boromir! Pero eso no podía dejar de preocuparlo ya que los caminos eran peligrosos, llenos de lobos y otras criaturas... ¿Y si no había conseguido encontrar a su hermano?
No sabía que hacer. Maldijo el día en que empezó a depender en los consejos de Gandalf y se olvidó de tomar sus propias decisiones, pues ahora que el mago faltaba era un completo inútil.
Faramir dejaba que le vendaran el brazo con expresión ausente. La causa de su presencia en las Casas de Curación esa mañana no era más que un encuentro desafortunado con un lobo cuando apenas acababa de llegar a su puesto de vigilancia; un corte sin importancia fue todo lo que resultó de ese encuentro.
- Listo joven Faramir - le dijo la rolliza enfermera con una sonrisa
- Muchas gracias - él abandonó la estancia sin decir nada más, pero antes que pudiera volver a sus quehaceres matutinos, un soldado fue a avisarle que su padre quería verle
Denethor tenia un aspecto hosco sentado en la silla. Las cortinas de la habitación estaban corridas por lo que había un aspecto oscuro y lóbrego por doquier.
- ¿Papá? - dijo Faramir
- Un grupo muy numeroso de orcos ha salido de Mordor y se dirigen hacia aquí. Prepara la defensa de inmediato - respondió el Senescal
- ¿Cómo... como lo sabes?
- Lo he visto... - dijo el hombre con un tino de misterio en su voz
- ¿Lo has visto? - Faramir tenia la sensación de que esa conversación era irreal, ya fuera por la atmósfera de esa habitación o por las cosas que su padre decía.
- No hagas preguntas inútiles y haz lo que te he dicho! - ordenó Denethor alzando la voz
Faramir asustado abandonó la habitación, con un peso en el estomago que más que nerviosismo por el combate que tenía que librar era de preocupación por su padre.
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Boromir contempló a Aredhel. Ella estaba admirando un trozo de seda y se lo probaba a modo de chal. El color vino de este resaltaba como rojo sobre negro con sus rizos oscuros. El vendedor se lo intentaba vender, pero ella se excusó diciendo que no tenía el suficiente dinero. Al girarse para seguir mirando, sus ojos se encontraron con los del chico y le sonrió.
- Has tardado mucho - le reprendió al tiempo que se acercaba
- Lo siento, ha costado que el hombre accediera.
- ¿Pero todo arreglado?
- Si, el mensaje le llegará a Faramir dentro de dos días - Boromir hizo una pausa para cambiar de tema - Eso que te probabas de quedaba realmente muy bien
- Si, pero era muy caro, además, me han fascinado mucho más esos puestos de joyas que hay más abajo - la chica señaló el final de la calle donde se encontraban.
- ¿En serio? No los he visto - dijo él
- Da igual... Son demasiado caras... ¿Podemos continuar?
- Yo había pensado descansar por hoy aquí. Tampoco hay prisa en llegar a Rivendel y ya se está haciendo la hora de comer
- Por mi perfecto - dijo ella con una soñadora sonrisa al pensar que por fin esa noche dormiría en una cama blanda. - Ahí he visto una posada
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El crepúsculo acababa con el día lentamente. La luz dorada lo bañaba todo a medida que las sombras se alargaban.
Boromir y Aredhel paseaban por un camino ribeteado de abedules, las hojas de los cuales se mecían suavemente con la brisa, que terminaba en una pequeña plaza en forma de semicírculo donde algunos niños jugaban.
- Parece increíble que tan cerca de aquí haya malos tiempos... - dijo ella con un suspiro
- Si. Aquí se respira una paz que se agradece - asintió Boromir con una sonrisa.
La vista de ambos quedó clavada en un niño que no debía tener más de cinco años que intentaba subir a un árbol. Trepaba unos cuantos metros y volvía a resbalar por el grueso tronco hasta el suelo. Pero el pequeño no desistía, continuaba una y otra vez.
- Es casi tan testarudo como tu - comentó Boromir con buen humor
Dhel le sacó la lengua como toda respuesta.
Boromir se quedó observando el niño unos momentos antes de levantarse y acercarse a él.
- ¿Qué se supone que vas a hacer? - preguntó ella, pero la pregunta quedó sin respuesta.
Pronto vio como empezaba a hablar con el niño y acto seguido trepaba por el árbol sujetándose con fuerza en las ramas para enseñarle como se hacía. El niño le imitó y se instaló sin problemas junto a él, entre las ramas.
- Tu amigo es increíble. Araphor no había conseguido nunca subir a ese árbol
Dhel se dio cuenta por primera vez que tenía a una niña rubia sentada a su lado.
- Boromir enseñaría a cualquiera a hacer cualquier cosa... - dijo ella sonriendo. No iba a reconocerlo, pero ver a Boromir jugando con ese niño en ese momento le encantaba. Se le veía tan tierno.
- ¿También me enseñaría a mi a hacerme lo que tu llevas en el pelo? - la niña tocó con cuidado la melena de Dhel, que llevaba recogida en parte.
- Eso puedo hacértelo yo - rió ella. - Ven, acércate
Cuando Aredhel casi terminaba de peinar el rubio cabello de la niña, llegaron Boromir el niño llamado Araphor.
- ¿Tenéis hijos? - preguntó el niño de golpe
Ambos sintieron como se les subían los colores a las mejillas aunque trataron de ocultarlo.
- Emmm... No... De echo no... - dijo ella con un hilo de voz
- Pues deberíais. A mi me gustaría que fueras mi mamá y me peinases todos los días. - dijo la niña
- ¡Y a mi que me enseñaras a luchar con la espada! - dijo el niño utilizando una rama de las del suelo como arma.
Las horas hasta la noche pasaron rápidas en presencia de esos dos hermanos, así como la despedida pues ambos tenían que estar en casa antes que la luna luciera del todo alta en el cielo.
- Esos niños eran encantadores - dijo Boromir al tiempo que tomaban el camino de abedules de regreso a la posada
- No sabía que te gustaran los niños - le respondió ella con una sonrisa
- Y no me gustaban... O eso creía antes de conocerlos.
- Todos hemos sido niños, y como tal jugando con uno podemos recordar esos años felices
- Quiero tener al menos un par cuando nos casemos - Boromir dijo eso como si fuera la cosa más normal del mundo, pero a Dhel fue como si infinitas plumas se le revolvieran en el estomago.
- ¿Cu... cuando nos casemos? - balbuceó ella
- Por supuesto! Porque nos casaremos ¿verdad?
- Ah no se... En teoría es el chico que hace la proposición a la chica, y esta aún no me ha llegado... - dijo ella
- ¿Cómo que no? ¡Te la acabo de hacer!
- ¿Eso ha sido una proposición de matrimonio? ¡Ni en sueños!
- ¿Pero que es lo que quieres? - preguntó él con tono enfadado
- Que no seas tan presuntuoso ni tengas tan por seguro que aceptaré que ni te dignas a hacer una proposición formal - ella se cruzó de brazos
- Pues si no quieres no hace falta que aceptes!
Boromir cogió un camino distinto, desviándose hacia la derecha
- ¡Maldito orgulloso! - exclamó ella antes de seguir con su camino
* * *
Faramir releyó la carta sintiéndose más aliviado. O sea que Dhel se las había apañado para dar con Boromir y convencerle que le dejara acompañarle. Era única.
Hermano,
Supongo que ya habrás notado la ausencia de Dhel en Minas Tirith, por eso te escribo, para que no te preocupes en exceso por ella, ya que me siguió y ahora viajará conmigo hasta Rivendel, y luego también volveremos juntos. Ya sabes lo testaruda que puede llegar a ser, por lo que no he podido negarme. Siempre acaba saliéndose con la suya.
Sin más que decir por ahora. Recuerdos a papá
BOROMIR
La carta era corta pero explícita, tal y como siempre las solía escribir Boromir. No le gustaba malgastar el tiempo escribiendo puras estupideces. Al menos parecía que por el camino todo estaba tranquilo... Maldijo el día que se comprometió con su padre en llevar a cabo todas las misiones en Henneth Annûn y en las orillas del Anduin.
Esperaba que al menos no se hubieran peleado en exceso... Ambos podían ser tan testarudos a veces.... Ya debían estar llegando a Rivendel, calculó. Tenía ganas de tenerlos pronto de regreso, pues odiaba estar solo en Minas Tirith, solo con la compañía de Denethor que cada día tenia una actitud más hosca, oscura y misteriosa. Faramir sabía que algo estaba pasando... Pero simplemente no se atrevía a preguntar. Y así entre peleas, misiones y alguna charla esporádica con algunos de los montaraces que tenía a su cargo pasaba sus solitarios días en la ciudadela
* * *
Wooooo! Al fin! En verdad la inspiración no venía y tampoco me acababa de convencer este capitulo, tengo la sensación que quedó algo raro pero en fin, me decidí a ponerlo pq estaba tardando eternidades ya xD
Decidme que os ha parecido!!! O sea, con otras palabras... Dejad reviews!!!
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