Capítulo 24 .-
El sol acababa de salir de detrás las montañas que abrazaban el vado, y Boromir acababa de recibir el mensaje de acudir a un concilio que se iba a celebrar esa misma mañana, donde según el elfo que se lo dijo quedarían resueltas todas sus dudas, pero Dhel no estaba invitada y eso le estaba suponiendo un problema.
- ¿Y que se supone que esperas que haga yo al respecto? - se defendía él ante los gritos de su compañera
- ¡Ve a hablar con Elrond y dile que tu compañera va a asistir también! Que no hay secretos entre nosotros y que yo lo sé todo - Dhel frunció el ceño
- No puedo hacer eso y lo sabes... Así que te agradecería que dejaras de comportarte como una niña de cinco años
Ella bajó la cabeza, vencida : - Vine para pasar rato contigo y desde que hemos llegado a penas te veo...
- Lo pasaremos. Prometo que en cuanto acabe el concilio tendré todo el tiempo que quieras para ti.
Dhel lo miró con desconfianza
- Te lo prometo
* * *
Aredhel encontraba muy de su agrado los largos paseos por las terrazas que comprendía la casa de Elrond. Y mientras el interminable concilio se sucedía ella aprovechó para conocer un poco más de ese valle mágico. Aunque su paz duró hasta que Boromir la encontró. Hablaba sin parar sobre un anillo y su poder para salvar Gondor. El sol se ponía en el horizonte y lo teñía todo de tonalidades doradas y rojas.
- ¡Un momento! ¡Un momento! No entiendo nada de lo que me estás diciendo
- ¿Sabes esas leyendas acerca del anillo único que tiene poder ilimitado? ¡Pues existe de verdad! Ese anillo en poder de Gondor serviría para derrotar al mal de Mordor!
- ¿Nos dan el anillo? - preguntó Dhel sorprendida
- No, tienen un plan mejor para él - por primera vez desde que había llegado, el ánimo de Boromir pareció decaer - Van a hacer una compañía para que lo lleve al corazón de Mordor y sea destruido en el Monte del Destino, donde fue creado
La expresión del chico era de resignación, pero ella que lo conocía tan bien, sabía que Boromir pocas veces se resignaba a algo.
- ¿Y que vamos a hacer pues?
- Vamos a tener la ayuda del heredero de Isildur y de la Espada Quebrada que será forjada de nuevo. Viajaré con la Compañía y llegado el momento Aragorn y yo iremos a Minas Tirith y la defenderemos
- ¡Con la Compañía! ¡A Mordor! ¿Te has quedado sin un gramo de juicio Boromir? - Dhel se sobresalto muchísimo al oír eso
- Dhel escúchame! Tranquilízate
- ¿Qué me tranquilice? ¡No puedes irte!
- Haré algo en esta guerra te guste o no! - gritó él poniéndose a la defensiva también
- Pues yo iré contigo!
- No digas tonterías por favor
- ¿Por qué no? Soy tan o más capaz que cualquiera que esté en la Compañía esa! ¿Por qué? Por ser mujer? ¡Eso es...!
- ¡Para por favor! Intenta comprenderme... - Boromir suavizó el tono comprendiendo que gritando no llegarían a ninguna parte
- ¡Puede pasarte cualquier cosa!
- Te prometo que no va a pasarme nada... - agregó el chico con una media sonrisa
- Eso son solo palabras... - Dhel lo miró desconfiada
- Puedes confiar en ellas, Dhel
Entonces Boromir sacó algo que tenía guardado entre los pliegues de su ropa. Lo sostuvo en alto para que ella pudiera verlo. Era un precioso colgante con una gema azulada colgando de él.
- Ya sé que no es un anillo que es lo más habitual en estos casos, pero lo vi en el mercado de Rohan y decidí que tenía que ser para ti
Ella cogió la joya que Boromir le tendía con manos temblorosas.
- ¡Que preciosidad!
- Aredhel
La chica le miró sorprendida, pues él no solía usar su nombre completo
- ¿Querrás casarte conmigo cuando vuelva después de todo esto a Minas Tirith?
Dhel se quedó tan sorprendida que no le salieron las palabras. Todo era demasiado perfecto para ser verdad: las perfectas construcciones elficas de escenario, con el sol enrojecido fundiéndose con las montañas y bañando el valle completo en tonalidades de fuego. Y a su lado el hombre que más amaba en el mundo proponiéndole matrimonio...
- Si! - al final pudo reaccionar y de un salto se avalanzó encima de Boromir, que perdió el equilibrio.
Ambos quedaron sentados en el suelo. Dhel encima y Boromir debajo. Se miraron un momento antes de estallar a reír. Y luego, mientras Arien desaparecía del cielo, ambos se demostraron bajo esa cúpula élfica con más que palabras su amor....
* * *
- ¡Capitán Faramir! - el soldado llamó por tercera vez a su superior, y éste pareció reaccionar por primera vez.
Los montaraces que había por ahí cerca se miraron unos con otros con preocupación. Desde hacía días su capitán, el señor Faramir parecía estar ausente, como si sólo estuviera en Ithilien físicamente, y mentalmente estuviera muy lejos de allí.
Y era cierto, lo estaba. Le habían llegado ciertas informaciones acerca de esa leyenda, o al menos la historia que tenían calificada como tal. Y todo lo que sabía de él, que era muy poderoso pero altamente peligroso iba relacionado con ese viaje que habían emprendido su hermano y Dhel.
Faramir no recordaba quien ni cuando se lo dijo. Un rostro desconocido, uno de tantos otros entre todos los montaraces que tenía a sus ordenes.
Pero cuando preocupado había querido ir a hablar con su padre había sido rechazado. Y este era otro tema que le preocupaba: últimamente Denethor pasaba innumerables ratos encerrado en su habitación, su carácter era más tosco de lo habitual, y raramente accedía a hablar con alguien, ni tan siquiera con él, su hijo.
Cuando volvió a la casa dejó con cansancio su espada sobre la cama y fue a llamar a la puerta de su padre.
- ¿Quién es ahora? - dijo una voz desagradable desde el interior
- Soy yo papá - dijo Faramir con cautela
- ¡Vete! ¡No me molestes! - el chico oyó un grito de voz profunda
- Sólo será un momento.... Por favor...
- Que pesado eres... - un gruñido de resignación se oyó y Faramir pudo abrir la puerta. Sin embargo se quedó parado justo donde estaba, con una mano en el pomo de la gran puerta de madera de pino y la vista clavada en su padre, o en la persona que alguna vez lo había sido.
A no ser porqué su buen juicio le decía que no podía ser, hubiera jurado que Denethor había envejecido 10 años de golpe. Su cabellera negra se había visto sustituida de golpe por una llena de canas. Los ojos parecían haberse hundido en la piel de la cara, que ahora lucía con muchas más arrugas..
- ¿Te... te sientes bien papá? - preguntó Faramir notándose el palpitar del corazón más intenso
- Nunca en mi vida había estado mejor - gruñó él - ¿Qué querías?
- Saber como estabas... Me tenías preocupado
- Ya ves que estoy bien. ¡Ahora vete! ¡Quiero estar solo!
Cuando Faramir cerró la puerta detrás de su espalda soltó un suspiro, mezcla de tristeza y impotencia, pues sentía que él nada podía hacer para ayudar a su padre...
Sus pasos le condujeron inconscientemente a lo alto de la muralla de la ciudadela y allí su vista se perdió hacía el norte.
- Boromir... Regresa pronto... Minas Tirith te necesita
* * *
Boromir repasó visualmente la habitación para asegurarse que no se dejaba nada. Dhel lo miraba todo desde el marco de la puerta, donde se apoyaba con tristeza.
- No te vayas - rogó con tristeza
Él se acercó a la chica y le acarició el rostro con dulzura.
- No va a pasar nada. Antes de que te des cuenta me tendrás de nuevo a tu lado - le dijo con una sonrisa
Ella sonrió, pero el peso que notaba en el estomago no desapareció.
Ambos salieron tomados de la mano hasta donde los otros miembros de la Comunidad esperaban, ya todos listos para partir. Al verlos a los nueve ya en posición, a Dhel se le encogió aún más el corazón, y se aferró con fuerza al brazo de Boromir, como no queriendo dejarlo ir jamás.
- Hasta muy pronto Dhel - dijo él besándola. Ella le pasó los brazos alrededor del cuello sin dejar que el chico se apartara en seguida.
- Piensa en mi - dijo ella conteniendo las lágrimas
- A cada minuto - Boromir acarició por última vez el rostro suave de la chica antes de girarse y seguir al resto de la Comunidad que ya había empezado a salir de Rivendel.
Aredhel se quedó justo donde estaba, mirando fijamente como poco a poco Boromir se iba haciendo cada vez más pequeño. Una sensación extraña la acechaba, algo más que tristeza... Agarró con fuerza la gema que él le había regalado entre sus dos manos, pero curiosamente eso tampoco la hizo sentir mejor....
Antes de girar tras un recodo del camino vio como Boromir giraba la cabeza una vez y le lanzaba un beso con la mano, acto que le hizo esbozar una débil sonrisa. La primera en todo el día....
Y allí se quedó ella, aún cuando la Comunidad ya se había perdido de vista....
* * *
Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!! Ya está. Lo he hecho. Les he separadooooo! Y si creéis que he sido mala en este capi por lo del matrimonio que nunca se llegará a celebrar... ¡Esperad al próximo y la "sorpresita" que tengo reservada!
Weno, en este aún se pueden aprovechar algunas escenas algo alegres, pero en el próximo no habrá ni sombra de eso, pero es necesario.... ;_; Aun contra mi voluntad, no voy a cambiar lo que Tolkien dejó escrito.
En fin! Leed y dejad reviews que esto se acaba!!!!
* * *
El sol acababa de salir de detrás las montañas que abrazaban el vado, y Boromir acababa de recibir el mensaje de acudir a un concilio que se iba a celebrar esa misma mañana, donde según el elfo que se lo dijo quedarían resueltas todas sus dudas, pero Dhel no estaba invitada y eso le estaba suponiendo un problema.
- ¿Y que se supone que esperas que haga yo al respecto? - se defendía él ante los gritos de su compañera
- ¡Ve a hablar con Elrond y dile que tu compañera va a asistir también! Que no hay secretos entre nosotros y que yo lo sé todo - Dhel frunció el ceño
- No puedo hacer eso y lo sabes... Así que te agradecería que dejaras de comportarte como una niña de cinco años
Ella bajó la cabeza, vencida : - Vine para pasar rato contigo y desde que hemos llegado a penas te veo...
- Lo pasaremos. Prometo que en cuanto acabe el concilio tendré todo el tiempo que quieras para ti.
Dhel lo miró con desconfianza
- Te lo prometo
* * *
Aredhel encontraba muy de su agrado los largos paseos por las terrazas que comprendía la casa de Elrond. Y mientras el interminable concilio se sucedía ella aprovechó para conocer un poco más de ese valle mágico. Aunque su paz duró hasta que Boromir la encontró. Hablaba sin parar sobre un anillo y su poder para salvar Gondor. El sol se ponía en el horizonte y lo teñía todo de tonalidades doradas y rojas.
- ¡Un momento! ¡Un momento! No entiendo nada de lo que me estás diciendo
- ¿Sabes esas leyendas acerca del anillo único que tiene poder ilimitado? ¡Pues existe de verdad! Ese anillo en poder de Gondor serviría para derrotar al mal de Mordor!
- ¿Nos dan el anillo? - preguntó Dhel sorprendida
- No, tienen un plan mejor para él - por primera vez desde que había llegado, el ánimo de Boromir pareció decaer - Van a hacer una compañía para que lo lleve al corazón de Mordor y sea destruido en el Monte del Destino, donde fue creado
La expresión del chico era de resignación, pero ella que lo conocía tan bien, sabía que Boromir pocas veces se resignaba a algo.
- ¿Y que vamos a hacer pues?
- Vamos a tener la ayuda del heredero de Isildur y de la Espada Quebrada que será forjada de nuevo. Viajaré con la Compañía y llegado el momento Aragorn y yo iremos a Minas Tirith y la defenderemos
- ¡Con la Compañía! ¡A Mordor! ¿Te has quedado sin un gramo de juicio Boromir? - Dhel se sobresalto muchísimo al oír eso
- Dhel escúchame! Tranquilízate
- ¿Qué me tranquilice? ¡No puedes irte!
- Haré algo en esta guerra te guste o no! - gritó él poniéndose a la defensiva también
- Pues yo iré contigo!
- No digas tonterías por favor
- ¿Por qué no? Soy tan o más capaz que cualquiera que esté en la Compañía esa! ¿Por qué? Por ser mujer? ¡Eso es...!
- ¡Para por favor! Intenta comprenderme... - Boromir suavizó el tono comprendiendo que gritando no llegarían a ninguna parte
- ¡Puede pasarte cualquier cosa!
- Te prometo que no va a pasarme nada... - agregó el chico con una media sonrisa
- Eso son solo palabras... - Dhel lo miró desconfiada
- Puedes confiar en ellas, Dhel
Entonces Boromir sacó algo que tenía guardado entre los pliegues de su ropa. Lo sostuvo en alto para que ella pudiera verlo. Era un precioso colgante con una gema azulada colgando de él.
- Ya sé que no es un anillo que es lo más habitual en estos casos, pero lo vi en el mercado de Rohan y decidí que tenía que ser para ti
Ella cogió la joya que Boromir le tendía con manos temblorosas.
- ¡Que preciosidad!
- Aredhel
La chica le miró sorprendida, pues él no solía usar su nombre completo
- ¿Querrás casarte conmigo cuando vuelva después de todo esto a Minas Tirith?
Dhel se quedó tan sorprendida que no le salieron las palabras. Todo era demasiado perfecto para ser verdad: las perfectas construcciones elficas de escenario, con el sol enrojecido fundiéndose con las montañas y bañando el valle completo en tonalidades de fuego. Y a su lado el hombre que más amaba en el mundo proponiéndole matrimonio...
- Si! - al final pudo reaccionar y de un salto se avalanzó encima de Boromir, que perdió el equilibrio.
Ambos quedaron sentados en el suelo. Dhel encima y Boromir debajo. Se miraron un momento antes de estallar a reír. Y luego, mientras Arien desaparecía del cielo, ambos se demostraron bajo esa cúpula élfica con más que palabras su amor....
* * *
- ¡Capitán Faramir! - el soldado llamó por tercera vez a su superior, y éste pareció reaccionar por primera vez.
Los montaraces que había por ahí cerca se miraron unos con otros con preocupación. Desde hacía días su capitán, el señor Faramir parecía estar ausente, como si sólo estuviera en Ithilien físicamente, y mentalmente estuviera muy lejos de allí.
Y era cierto, lo estaba. Le habían llegado ciertas informaciones acerca de esa leyenda, o al menos la historia que tenían calificada como tal. Y todo lo que sabía de él, que era muy poderoso pero altamente peligroso iba relacionado con ese viaje que habían emprendido su hermano y Dhel.
Faramir no recordaba quien ni cuando se lo dijo. Un rostro desconocido, uno de tantos otros entre todos los montaraces que tenía a sus ordenes.
Pero cuando preocupado había querido ir a hablar con su padre había sido rechazado. Y este era otro tema que le preocupaba: últimamente Denethor pasaba innumerables ratos encerrado en su habitación, su carácter era más tosco de lo habitual, y raramente accedía a hablar con alguien, ni tan siquiera con él, su hijo.
Cuando volvió a la casa dejó con cansancio su espada sobre la cama y fue a llamar a la puerta de su padre.
- ¿Quién es ahora? - dijo una voz desagradable desde el interior
- Soy yo papá - dijo Faramir con cautela
- ¡Vete! ¡No me molestes! - el chico oyó un grito de voz profunda
- Sólo será un momento.... Por favor...
- Que pesado eres... - un gruñido de resignación se oyó y Faramir pudo abrir la puerta. Sin embargo se quedó parado justo donde estaba, con una mano en el pomo de la gran puerta de madera de pino y la vista clavada en su padre, o en la persona que alguna vez lo había sido.
A no ser porqué su buen juicio le decía que no podía ser, hubiera jurado que Denethor había envejecido 10 años de golpe. Su cabellera negra se había visto sustituida de golpe por una llena de canas. Los ojos parecían haberse hundido en la piel de la cara, que ahora lucía con muchas más arrugas..
- ¿Te... te sientes bien papá? - preguntó Faramir notándose el palpitar del corazón más intenso
- Nunca en mi vida había estado mejor - gruñó él - ¿Qué querías?
- Saber como estabas... Me tenías preocupado
- Ya ves que estoy bien. ¡Ahora vete! ¡Quiero estar solo!
Cuando Faramir cerró la puerta detrás de su espalda soltó un suspiro, mezcla de tristeza y impotencia, pues sentía que él nada podía hacer para ayudar a su padre...
Sus pasos le condujeron inconscientemente a lo alto de la muralla de la ciudadela y allí su vista se perdió hacía el norte.
- Boromir... Regresa pronto... Minas Tirith te necesita
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Boromir repasó visualmente la habitación para asegurarse que no se dejaba nada. Dhel lo miraba todo desde el marco de la puerta, donde se apoyaba con tristeza.
- No te vayas - rogó con tristeza
Él se acercó a la chica y le acarició el rostro con dulzura.
- No va a pasar nada. Antes de que te des cuenta me tendrás de nuevo a tu lado - le dijo con una sonrisa
Ella sonrió, pero el peso que notaba en el estomago no desapareció.
Ambos salieron tomados de la mano hasta donde los otros miembros de la Comunidad esperaban, ya todos listos para partir. Al verlos a los nueve ya en posición, a Dhel se le encogió aún más el corazón, y se aferró con fuerza al brazo de Boromir, como no queriendo dejarlo ir jamás.
- Hasta muy pronto Dhel - dijo él besándola. Ella le pasó los brazos alrededor del cuello sin dejar que el chico se apartara en seguida.
- Piensa en mi - dijo ella conteniendo las lágrimas
- A cada minuto - Boromir acarició por última vez el rostro suave de la chica antes de girarse y seguir al resto de la Comunidad que ya había empezado a salir de Rivendel.
Aredhel se quedó justo donde estaba, mirando fijamente como poco a poco Boromir se iba haciendo cada vez más pequeño. Una sensación extraña la acechaba, algo más que tristeza... Agarró con fuerza la gema que él le había regalado entre sus dos manos, pero curiosamente eso tampoco la hizo sentir mejor....
Antes de girar tras un recodo del camino vio como Boromir giraba la cabeza una vez y le lanzaba un beso con la mano, acto que le hizo esbozar una débil sonrisa. La primera en todo el día....
Y allí se quedó ella, aún cuando la Comunidad ya se había perdido de vista....
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Buaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!!!!!!!!!! Ya está. Lo he hecho. Les he separadooooo! Y si creéis que he sido mala en este capi por lo del matrimonio que nunca se llegará a celebrar... ¡Esperad al próximo y la "sorpresita" que tengo reservada!
Weno, en este aún se pueden aprovechar algunas escenas algo alegres, pero en el próximo no habrá ni sombra de eso, pero es necesario.... ;_; Aun contra mi voluntad, no voy a cambiar lo que Tolkien dejó escrito.
En fin! Leed y dejad reviews que esto se acaba!!!!
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