Capítulo 29 .-
Faramir depositó unas flores sobre la tumba de su madre. Últimamente otras ocupaciones le habían impedido ir a verla con igual frecuencia que antes. Se arrodilló delante de la fría losa de mármol.
- Hola mamá. Hace tiempo que no vengo a verte... Pero el Mayoral de las Casas de Curación no me deja salir y tengo que escaparme cuando no me ve - dijo con una media sonrisa - Tranquila, no me pasa nada grave, no ahora... Vuelvo a tener esperanza y ganas de vivir... Alguien especial me ha ayudado...
Era una cosa que Faramir solía hacer a menudo. Iba a visitar en Rath Dínen la tumba de su madre y le hablaba como si ella pudiera oírlo, le contaba las cosas cotidianas de la ciudad.
- Si - continuó - La mujer más hermosa y dulce que jamás he visto... Aunque su corazón pertenece a otro, no pierdo la esperanza... Porqué he aprendido que nunca jamás se debe dar todo por perdido... ¿Sabes? Ella viene a encontrarme cada día para dar largos paseos al atardecer... Aunque si tuviera a alguien que me aconsejase...
Y entonces, ahí arrodillado, una imagen de su madre le volvió nítidamente a la mente. Su madre vestida con un manto azul oscuro, adornado en el cuello y las mangas con estrellas bordadas de plata contándole historias en invierno, cuando el viento soplaba demasiado fuerte y le daba miedo dormirse sin luz. Y entonces pensó que sería perfecto para Eowyn. Decidido se levantó, pasando por delante de la tumba de Denethor sin detenerse, pero luego pareció pensárselo mejor y se detuvo delante de donde su padre yacía. Pasó lentamente por encima de la losa, y luego, volviendo a coger el ramo que había traído para su madre, lo dividió en dos y puso cada mitad en una tumba distinta...
- Papá... Perdono todo lo que me dijiste en estos últimos días, pues no eras tu mismo... - y así dejó Faramir a un lado todo el resentimiento que le guardaba a Denethor.
Y luego si que fue directo al armario donde se guardaban todas las posesiones de Finduillas, la madre de Faramir y Boromir, y allí rebuscó hasta encontrar lo que buscaba...
* * *
El tiempo había refrescado notablemente, y Faramir se estremeció al salir al pequeño jardín donde cada atardecer se encontraba con Eowyn. Aunque el frío no les hacía suspender sus paseos.
- Parece que el invierno ya quiere llegar - dijo una voz suave a su lado
Él sonrió, pues sabía que era Eowyn.
- Será cuestión de abrigar-se un poco más, para eso quiero regalarle esto - le dijo tendiendo a la mujer el manto azul oscuro de su madre. Lo colocó suavemente sobre los hombros de Eowyn.
- Es precioso - dijo ella acariciando la tela suavemente
- Pertenecía a mi madre.. - dijo Faramir al tiempo que pensaba que con ese manto Eowyn tenía el aspecto de una reina - Es para mi como el recuerdo de una dulce belleza lejana, y de mi primer dolor. Me pareció adecuado para vuestra hermosura y tristeza.
Ella se ruborizó un poco y se adelantó para subir a la muralla desde donde miraban hacía el este con temor... No llegaban noticias de los ejércitos que habían marchado hacía allí.
- Es cierto - dijo ella al fin - Yo siento una gran tristeza que me oprime el pecho... Pero vos, mi señor, no hacéis gala de mucha alegría... Y aún no sé vuestro motivo
- La perdida de mis seres más queridos... - murmuró Faramir bajando la vista - Primero... de pequeño mi madre, y en estos días próximos pereció mi hermano, Boromir, y como consecuencia mi amiga de la infancia Aredhel... Pero ella... Ella murió por voluntad propia
- Ella estaba enamorada de tu hermano. - dijo Eowyn como afirmando el echo
Faramir asintió : - Y entonces me quedé solo, pues mi padre me declaró culpable de la muerte de Boromir y declaraba abiertamente que ya no me necesitaba para nada y deseaba que muriese yo también....
En la mirada de Eowyn se reflejaba una mirada de horror y preocupación, y por primera vez llegó a pensar que tal vez ella no tenía derecho a querer la muerte, pues su vida de lamentos no se acercaba ni por asomo a la de Faramir...
- Pero al fin y al cabo era mi padre... Y hasta a él le he perdido ahora...
- ¿De donde saca las fuerzas para continuar? - preguntó ella
"De ti" estuvo a punto de contestar Faramir, pero no lo hizo, pensando que no podría aguantar un rechazo por su parte, pues él sabía a quien iba dirigido el amor de ella.
- Sólo hay que encontrar algún motivo para hacerlo... Por pequeño que sea...
- ¿Cuál es el tuyo?
- Encontrar a alguien para compartir el resto de mi vida... Dhel me dijo que la encontraría y yo tengo fe en ella. - declaró Faramir clavando su mirada oscura en los azules ojos de Eowyn
Después de esto, ambos permanecieron en silencio, con la vista clavada al este. De pronto Faramir notó como ella se estremecía.
- ¿Qué buscáis, Eowyn? - preguntó él
- ¿No queda acaso en esa dirección la Puerta Negra? - dijo ella - ¿Y no estará él por llegar allí? Siete días hace que partió
Él. Siempre él. Presente en todas sus conversaciones, como una sombra.... ¿No podría jamás quitárselo de la cabeza? Esas palabras dolieron a Faramir en lo más hondo del corazón. Pero una vez más pensó que no estaba, tal vez, todo perdido.
- Siete días - dijo Faramir - No penséis mal de mí si os digo: a mí me han traído a la vez una alegría y una pena que no esperaba conocer. La alegría de veros; pero pena, porque los temores y las dudas de estos tiempos funestos se han vuelto más sombríos que nunca. Eowyn, no quisiera que este mundo terminase ahora, y perder tan pronto lo que he encontrado.
- ¿Perder lo que habéis encontrado, señor? - respondió ella; y clavó en él una mirada grave pero bondadosa - Ignoro que habéis encontrado en estos días, y que podríais perder. Pero os lo ruego, no hablemos de eso, amigo mío. ¡No hablemos más! Porque aun no puedo volverme. Espero un golpe del destino.
Amigo... Faramir lanzó un suspiro silencioso al oírse nombrado como amigo.
- Si, esperemos el golpe del destino - dijo Faramir. Y no hablaron más; y mientras permanecían allí de pie sobre el muro, les pareció que el viento moría, que la luz se debilitaba y se oscurecía el sol; que cesaban todos los rumores de la Ciudad y las tierras cercanas: el viento, las voces, los reclamos de los pájaros, los susurros de las hojas; ni respirar se oían; hasta los corazones parecían haber dejado de latir. El tiempo se había detenido.
Y mientras esperaban, las manos de los dos se encontraron y se entrelazaron, aunque ellos dos no lo sabían. Y así siguieron, esperando sin saber qué esperaban. Entonces, de improviso les pareció que por encima de las crestas de las montañas distantes se alzaba otra enorme montaña de oscuridad envuelta en relámpagos, se agigantaba y ondulaba como una marea que quisiera devorar el mundo. Un temblor estremeció la tierra y los muros de la Ciudad trepidaron. Un sonido semejante a un suspiro se elevó desde los campos de alrededor y de pronto los corazones les latieron de nuevo.
- Esto me recuerda a Númenor - dijo Faramir, y le asombró oírse hablar
- ¿Entonces creéis que ha llegado la Oscuridad? - dijo Eowyn - ¿La Oscuridad Inexorable? - Y en un impulso repentino se acercó a él
- No - dijo Faramir mirándola a la cara - Fue una imagen que tuve. No sé que está pasando. La razón me dice que ha ocurrido una terrible catástrofe y que se aproxima el fin de los tiempos. Pero el corazón me dice lo contrario; y siento una esperanza y una alegría que la razón no puede negar... No creo que en esta hora ninguna oscuridad dure mucho - Y en un impulso repentino Faramir se inclinó y besó la frente de Eowyn
Y así permanecieron sobre los muros de la Ciudad de Gondor, mientras se levantaba y soplaba un fuerte viento, que les agitó los cabellos mezclándolos en el aire. Y la Sombra se desvaneció y el velo que cubría el sol desapareció, y se hizo la luz; y las aguas del Anduin brillaron como la plata, y en todas las casas de la Ciudad los hombres cantaban con una alegría cada vez mayor, aunque nadie sabía por qué.
Y antes que el sol se hubiera alejado mucho, una gran Águila llegó volando desde el este, portadora de nuevas inesperadas:
¡Cantad ahora, oh gente de la Torre de Anor, porque el Reino de Sauron ha sucumbido para siempre, y la Torre Oscura ha sido derruida!
¡Cantad y regocijaos, oh gente de la Torre de Guardia, pues no habéis vigilado en vano, y la Puerta Negra ha sido destruida, y vuestro Rey ha entrado por ella trayendo la victoria!
Cantad y alegraos, todos los hijos del Oeste, Porque vuestro Rey retornará, Y todos los días de vuestra vida Habitará entre vosotros.
Y el Árbol marchito volverá a florecer, Y él lo plantará en sitios elevados, Y bienaventurada será la Ciudad. ¡Cantad oh todos!
* * *
Bueno! Ahora ya creo que con un capitulo más acabo este fic. Me da pena acabarlo... Es que han sido muchos capis u_u En fin!! Me ha salido un capi bastante corto en este... Pero es que quería cortarlo aquí y ya no sabía que más agregarle... ¡¡¡Espero que os haya gustado!!! El poemilla del final lo he sacado del libro, y creí que quedaría bien ponerlo... Bueno, total, que si no fuera por este poema me hubiera quedado un mini capitulo bastante ridículo, de echo es un mini capitulo bastante ridiculo... En fin... ¡Dejad reviews por eso porfiiiii!
* * *
Faramir depositó unas flores sobre la tumba de su madre. Últimamente otras ocupaciones le habían impedido ir a verla con igual frecuencia que antes. Se arrodilló delante de la fría losa de mármol.
- Hola mamá. Hace tiempo que no vengo a verte... Pero el Mayoral de las Casas de Curación no me deja salir y tengo que escaparme cuando no me ve - dijo con una media sonrisa - Tranquila, no me pasa nada grave, no ahora... Vuelvo a tener esperanza y ganas de vivir... Alguien especial me ha ayudado...
Era una cosa que Faramir solía hacer a menudo. Iba a visitar en Rath Dínen la tumba de su madre y le hablaba como si ella pudiera oírlo, le contaba las cosas cotidianas de la ciudad.
- Si - continuó - La mujer más hermosa y dulce que jamás he visto... Aunque su corazón pertenece a otro, no pierdo la esperanza... Porqué he aprendido que nunca jamás se debe dar todo por perdido... ¿Sabes? Ella viene a encontrarme cada día para dar largos paseos al atardecer... Aunque si tuviera a alguien que me aconsejase...
Y entonces, ahí arrodillado, una imagen de su madre le volvió nítidamente a la mente. Su madre vestida con un manto azul oscuro, adornado en el cuello y las mangas con estrellas bordadas de plata contándole historias en invierno, cuando el viento soplaba demasiado fuerte y le daba miedo dormirse sin luz. Y entonces pensó que sería perfecto para Eowyn. Decidido se levantó, pasando por delante de la tumba de Denethor sin detenerse, pero luego pareció pensárselo mejor y se detuvo delante de donde su padre yacía. Pasó lentamente por encima de la losa, y luego, volviendo a coger el ramo que había traído para su madre, lo dividió en dos y puso cada mitad en una tumba distinta...
- Papá... Perdono todo lo que me dijiste en estos últimos días, pues no eras tu mismo... - y así dejó Faramir a un lado todo el resentimiento que le guardaba a Denethor.
Y luego si que fue directo al armario donde se guardaban todas las posesiones de Finduillas, la madre de Faramir y Boromir, y allí rebuscó hasta encontrar lo que buscaba...
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El tiempo había refrescado notablemente, y Faramir se estremeció al salir al pequeño jardín donde cada atardecer se encontraba con Eowyn. Aunque el frío no les hacía suspender sus paseos.
- Parece que el invierno ya quiere llegar - dijo una voz suave a su lado
Él sonrió, pues sabía que era Eowyn.
- Será cuestión de abrigar-se un poco más, para eso quiero regalarle esto - le dijo tendiendo a la mujer el manto azul oscuro de su madre. Lo colocó suavemente sobre los hombros de Eowyn.
- Es precioso - dijo ella acariciando la tela suavemente
- Pertenecía a mi madre.. - dijo Faramir al tiempo que pensaba que con ese manto Eowyn tenía el aspecto de una reina - Es para mi como el recuerdo de una dulce belleza lejana, y de mi primer dolor. Me pareció adecuado para vuestra hermosura y tristeza.
Ella se ruborizó un poco y se adelantó para subir a la muralla desde donde miraban hacía el este con temor... No llegaban noticias de los ejércitos que habían marchado hacía allí.
- Es cierto - dijo ella al fin - Yo siento una gran tristeza que me oprime el pecho... Pero vos, mi señor, no hacéis gala de mucha alegría... Y aún no sé vuestro motivo
- La perdida de mis seres más queridos... - murmuró Faramir bajando la vista - Primero... de pequeño mi madre, y en estos días próximos pereció mi hermano, Boromir, y como consecuencia mi amiga de la infancia Aredhel... Pero ella... Ella murió por voluntad propia
- Ella estaba enamorada de tu hermano. - dijo Eowyn como afirmando el echo
Faramir asintió : - Y entonces me quedé solo, pues mi padre me declaró culpable de la muerte de Boromir y declaraba abiertamente que ya no me necesitaba para nada y deseaba que muriese yo también....
En la mirada de Eowyn se reflejaba una mirada de horror y preocupación, y por primera vez llegó a pensar que tal vez ella no tenía derecho a querer la muerte, pues su vida de lamentos no se acercaba ni por asomo a la de Faramir...
- Pero al fin y al cabo era mi padre... Y hasta a él le he perdido ahora...
- ¿De donde saca las fuerzas para continuar? - preguntó ella
"De ti" estuvo a punto de contestar Faramir, pero no lo hizo, pensando que no podría aguantar un rechazo por su parte, pues él sabía a quien iba dirigido el amor de ella.
- Sólo hay que encontrar algún motivo para hacerlo... Por pequeño que sea...
- ¿Cuál es el tuyo?
- Encontrar a alguien para compartir el resto de mi vida... Dhel me dijo que la encontraría y yo tengo fe en ella. - declaró Faramir clavando su mirada oscura en los azules ojos de Eowyn
Después de esto, ambos permanecieron en silencio, con la vista clavada al este. De pronto Faramir notó como ella se estremecía.
- ¿Qué buscáis, Eowyn? - preguntó él
- ¿No queda acaso en esa dirección la Puerta Negra? - dijo ella - ¿Y no estará él por llegar allí? Siete días hace que partió
Él. Siempre él. Presente en todas sus conversaciones, como una sombra.... ¿No podría jamás quitárselo de la cabeza? Esas palabras dolieron a Faramir en lo más hondo del corazón. Pero una vez más pensó que no estaba, tal vez, todo perdido.
- Siete días - dijo Faramir - No penséis mal de mí si os digo: a mí me han traído a la vez una alegría y una pena que no esperaba conocer. La alegría de veros; pero pena, porque los temores y las dudas de estos tiempos funestos se han vuelto más sombríos que nunca. Eowyn, no quisiera que este mundo terminase ahora, y perder tan pronto lo que he encontrado.
- ¿Perder lo que habéis encontrado, señor? - respondió ella; y clavó en él una mirada grave pero bondadosa - Ignoro que habéis encontrado en estos días, y que podríais perder. Pero os lo ruego, no hablemos de eso, amigo mío. ¡No hablemos más! Porque aun no puedo volverme. Espero un golpe del destino.
Amigo... Faramir lanzó un suspiro silencioso al oírse nombrado como amigo.
- Si, esperemos el golpe del destino - dijo Faramir. Y no hablaron más; y mientras permanecían allí de pie sobre el muro, les pareció que el viento moría, que la luz se debilitaba y se oscurecía el sol; que cesaban todos los rumores de la Ciudad y las tierras cercanas: el viento, las voces, los reclamos de los pájaros, los susurros de las hojas; ni respirar se oían; hasta los corazones parecían haber dejado de latir. El tiempo se había detenido.
Y mientras esperaban, las manos de los dos se encontraron y se entrelazaron, aunque ellos dos no lo sabían. Y así siguieron, esperando sin saber qué esperaban. Entonces, de improviso les pareció que por encima de las crestas de las montañas distantes se alzaba otra enorme montaña de oscuridad envuelta en relámpagos, se agigantaba y ondulaba como una marea que quisiera devorar el mundo. Un temblor estremeció la tierra y los muros de la Ciudad trepidaron. Un sonido semejante a un suspiro se elevó desde los campos de alrededor y de pronto los corazones les latieron de nuevo.
- Esto me recuerda a Númenor - dijo Faramir, y le asombró oírse hablar
- ¿Entonces creéis que ha llegado la Oscuridad? - dijo Eowyn - ¿La Oscuridad Inexorable? - Y en un impulso repentino se acercó a él
- No - dijo Faramir mirándola a la cara - Fue una imagen que tuve. No sé que está pasando. La razón me dice que ha ocurrido una terrible catástrofe y que se aproxima el fin de los tiempos. Pero el corazón me dice lo contrario; y siento una esperanza y una alegría que la razón no puede negar... No creo que en esta hora ninguna oscuridad dure mucho - Y en un impulso repentino Faramir se inclinó y besó la frente de Eowyn
Y así permanecieron sobre los muros de la Ciudad de Gondor, mientras se levantaba y soplaba un fuerte viento, que les agitó los cabellos mezclándolos en el aire. Y la Sombra se desvaneció y el velo que cubría el sol desapareció, y se hizo la luz; y las aguas del Anduin brillaron como la plata, y en todas las casas de la Ciudad los hombres cantaban con una alegría cada vez mayor, aunque nadie sabía por qué.
Y antes que el sol se hubiera alejado mucho, una gran Águila llegó volando desde el este, portadora de nuevas inesperadas:
¡Cantad ahora, oh gente de la Torre de Anor, porque el Reino de Sauron ha sucumbido para siempre, y la Torre Oscura ha sido derruida!
¡Cantad y regocijaos, oh gente de la Torre de Guardia, pues no habéis vigilado en vano, y la Puerta Negra ha sido destruida, y vuestro Rey ha entrado por ella trayendo la victoria!
Cantad y alegraos, todos los hijos del Oeste, Porque vuestro Rey retornará, Y todos los días de vuestra vida Habitará entre vosotros.
Y el Árbol marchito volverá a florecer, Y él lo plantará en sitios elevados, Y bienaventurada será la Ciudad. ¡Cantad oh todos!
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Bueno! Ahora ya creo que con un capitulo más acabo este fic. Me da pena acabarlo... Es que han sido muchos capis u_u En fin!! Me ha salido un capi bastante corto en este... Pero es que quería cortarlo aquí y ya no sabía que más agregarle... ¡¡¡Espero que os haya gustado!!! El poemilla del final lo he sacado del libro, y creí que quedaría bien ponerlo... Bueno, total, que si no fuera por este poema me hubiera quedado un mini capitulo bastante ridículo, de echo es un mini capitulo bastante ridiculo... En fin... ¡Dejad reviews por eso porfiiiii!
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