Capítulo 30 .-

Faramir pasó la pluma distraídamente por otro documento escrito encima de un trozo de pergamino, dibujando levemente su firma. Pero de echo su mente vagaba muy lejos de allí... Concentrada en una persona que habitaba, ahora desde hacía cierto tiempo, en las Casas de Curación de Minas Tirith.

En los últimos días el sol había vuelto a brillar en el cielo, cosa que alegró muchos corazones, porqué ya casi ni se acordaban de cómo lucía... Hacía tiempo que no lo veían. La ciudadela se había vestido de color, por doquier se podían ver banderas de alegres tonos y las risas y los cantos volvían a resonar entre las murallas.

Los días eran dorados, y la primavera y el verano se unieron en los festejos de los campos de Gondor. Y desde Cair Andros jinetes veloces trayendo nuevas de todo lo acontecido, y la Ciudad se preparó para recibir el Rey. Merry fue convocado y tuvo que partir con los carretones que llevaban víveres a Osgiliath, y de allí por agua hasta Cair Andros.

Faramir había tomado el puesto de Senescal por unos días, más que nada para mantener cierto orden y autoridad en la ciudad que se estaba vistiendo de fiesta hasta la llegada del legítimo Rey.

Pero esa tarde, mientras sentado detrás de un gran escritorio se dedicaba a firmar documentos, su mente estaba ocupada en otra cosa... Algo curioso que había pasado recientemente....

El hermano de Eowyn la había llamado, invitándola a que se uniera a ellos en las celebraciones que estaban teniendo lugar en los campos de Cormallen, del otro lado del Cair Andros, ya que el señor oscuro había sido realmente derrotado.

Una vez más precisaba de consejo y no había nadie para dárselo.... Necesitaba a alguien que le dijera cual de sus presentimientos era el bueno.

Las pocas veces que había podido ver a Eowyn desde que tomó su cargo de Senescal se sorprendió de su aspecto: volvía a estar pálida y parecía ser la única persona triste de toda la ciudad...

Unos golpes suaves en la puerta quitaron a Faramir de sus propios pensamientos

- Adelante - dijo

Se sorprendió al ver que era ni más ni menos que el Mayoral el que se disponía a entrar.

- Vengo a hablar con usted, señor Faramir - dijo él haciendo una reverencia - Se trata de la dama Eowyn

- ¿Qué ocurre? - preguntó él alarmado casi levantándose de la silla.

- No presenta ninguna mejora últimamente, su aspecto no se ve del todo sano aunque sus heridas ya han sanado del todo... Me tiene un poco preocupado

- ¿Y que podría hacer yo si usted que es el experto en medicina está desconcertado? - preguntó Faramir

- Bueno... Sus mejoras más visibles fueron en el tiempo en que ustedes paseaban a diario por ese jardín... Y mientras usted se ha ausentado últimamente para tomar sus responsabilidades de Senescal, ella ha empeorado. Ignoro si esta es la causa o es solo una mera coincidecia, pero... bueno... Yo he pensado...

- ¡Hable claro! - exigió Faramir

- Quizá si fuera a verla y hablara con ella... A usted le contaría de donde viene su tristeza y melancolía... - acabó el Mayoral algo avergonzado

- De acuerdo, iré a verla - accedió Faramir pensando también en que no la había visto por los últimos dos días y su deseo por contemplar a la Dama Blanca de Rohan era muy grande

Y acto seguido dejó todos los documentos que requerían su firma y se dirigió al jardín de las Casas de Curación, y allí la encontró, paseando sola.

- Buenos días, Eowyn - la saludó

Ella volteó, y una débil sonrisa se formó en sus labios al ver de quien se trataba

- Buenos días - respondió ella - ¿A que debo este honor? El Senescal debe estar muy ocupado como para venir a perder tiempo con una extranjera

- Para mi sois más que eso, Eowyn, y para vos siempre tengo tiempo. Pero me preguntaba... ¿Querríais ir a pasear como antes hacíamos?

- Me gustaría, en verdad. Echo de menos nuestros paseos y conversaciones - el Mayoral, que los observaba desde las Casas pudo ver la primera sonrisa sincera en el rostro de la Dama en varios días.

Y juntos subieron a los muros como solían hacerlo en días pasados

- ¿Por qué os habéis quedado aquí en vez de ir a los festejos de Cormallen, donde vuestro hermano os espera? - preguntó Faramir al fin, deseando escuchar de los labios de ella la respuesta que tanto anhelaba.

- ¿No lo sabéis? - preguntó ella a su vez, sin responder a la pregunta

- Hay dos motivos posibles, pero cuál es el verdadero no lo sé: No vais porque sólo vuestro hermano ha mandado por vos, y ahora, admirar en su triunfo al Señor Aragorn, el heredero de Elendil, no os causará ninguna alegria. O....

- ¿O? - cuestionó ella levantando levemente una ceja

Faramir suspiró, armándose de valor. "Tengo que decirlo" pensó

- O quizá porque no voy yo... Y deseáis permanecer cerca de mí. - dijo Faramir sintiendo el rubor subir a la cara - O quizá por los dos motivos, y vos misma no podéis elegir entre uno y otro

- Quería el amor de otro hombre - respondió ella - Mas no quiero la piedad de ninguno

- No es piedad lo que te ofrezco Eowyn - dijo él, olvidando los formalismos - sino mi corazón.

Ambos se miraron por unos momentos en silencio. Faramir expectante por una respuesta, y Eowyn intentando controlar las emociones que se habían precipitado de golpe en su interior. Entonces algo cambió en el corazón de la dama, o a caso ella comprendió al fin lo que ocurría en él. Y desapareció el invierno que la habitaba, y el sol brilló en ella.

- Ya no deseo ser reina - dijo ella al final. Y esas cinco palabras significaron mucho más para Faramir, que para cualquier otra persona que las hubiera oído.

Tanta era la alegría que sentía él en su interior, que no pudo evitar echarse a reír

- Eso me parece bien - dijo -, porque yo no soy un rey. Y me casaré con la Dama Blanca de Rohan, si ella consiente.

Eowyn solo hizo un leve gesto afirmativo con la cabeza, acompañado de la sonrisa más amplia que él le había visto hacer jamás. Faramir la abrazó, y la besó en lo alto de los muros, a la luz dorada del sol, y no le preocupó que muchos les pudieran estar viendo.

Después de un poco descendieron de las murallas, tomados de la mano, y en su camino se toparon con el Mayoral. Faramir supo que había estado todo el rato mirando, pero no le importó.

- Aquí veis a la Dama Eowyn de Rohan, y ahora está curada - dijo Faramir sonriendo también

- Entonces la libro de mi custodia y le digo adiós, y ojalá nunca más sufra heridas ni enfermedades. La confío a los cuidados del Senescal de la Ciudad, hasta el regreso de su hermano.

- Sin embargo, ahora que me han autorizado a partir, quisiera quedarme. Porque de todas las moradas, ésta se ha convertido para mí en la más maravillosa. - dijo Eowyn sin borrar la sonrisa de sus labios.

Y allí permaneció hasta el regreso del Rey Éomer.

* * *

Faramir salió por una de las puertas laterales de Minas Tirith, justo después que el Rey fuera justamente coronado, y después que él mismo hubiese sido nombrado príncipe de Ithilien.

Sabía que necesitaba muchas, muchísimas mejoras, pero eso no le preocupaba, Legolas, un Elfo de los que estaba en la compañía, que había venido junto a Aragorn le prometió que pronto viajaría hasta Ithilien con un grupo de elfos de los bosques para ayudarlo a embellecerlo.

Faramir siguió el sendero, ahora toda preocupación disuelta en alegría, y siguió por el camino sur hasta llegar al río Anduin. Una vez allí se quedó en la orilla, con la cabeza baja, pesando, recordando las dos personas que yacerían eternamente entre las aguas de ese río

- Boromir... Dhel... Por fin siento que para mí la vida continua... He encontrado a esa chica... La más bella de todas... - luego hizo una pausa y agregó con una sonrisa - A mis ojos lo es, no te ofendas, Dhel - La Dama Eowyn de Rohan...

- Que se estaba preguntando donde estabas - una voz dulce sonó a su lado. Eowyn le había seguido

- Es que...

- Lo sé. - ella asintió con la cabeza - Continua. Yo no diré nada

- Os echo mucho de menos... Pero teníais razón, yo tengo un motivo para vivir - Faramir miró de reojo a Eowyn - Me voy a Ithilien. El rey ha regresado y ya no soy Senescal, pero me han nombrado príncipe de Ithilien y por eso me voy... Sólo una última cosa... Os llevaré siempre en mi corazón y os recordaré pase lo que pase.

Luego, Faramir sólo arrojó dos flores que había llevado con él, en las cristalinas aguas. Dos delicadas flores blancas en forma de campanilla. Elanor. Las flores se deslizaron río abajo, siguiendo la corriente, entrelazándose entre si.

Y antes que tuviera tiempo de decir nada, notó como una mano apretaba confortablemente la suya. Y así, cogidos de la mano, Faramir y Eowyn tomaron el sendero de vuelta.

* * *

Buuuuuaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa ;_; Ya sta, ya he terminado el fic más largo que he hecho hasta ahora. ¡30 capitulos! No sé ni como he podido xDDD o como no os habéis cansado de mi hacia la mitad xDDD En fin... Pos eso, que este capi ha sido el último. ¿Qué os ha parecido? ¡Espero que os haya gustado! Dejadme vuestros últimos reviews ¿oks? ¡Me haréis feliz!

* * *