1 La idea del acuerdo
Faltaba apenas un día para el final de las vacaciones en la academia Kadic. Eso significaba que, al día siguiente, los alumnos residentes inundarían los pasillos para reincorporarse al centro. No solo ellos, los no-residentes también tenían que acudir a por los horarios. Y por supuesto, ella había tenido que regresar. Pero no importaba si así volvía a ver al grupo.
Sissi Delmas, como hija del director, ya estaba en la academia. Y mientras este se dedicaba a cosas aburridísimas de director como reunirse con los profesores, con los de mantenimiento del edificio, o ponerse a jugar al Tetris en su ordenador, ella abrió el armario, sacó su saco de dormir, y salió del edificio. Él ya estaba avisado, y le había dado el permiso para pasar una noche fuera. Con la salvedad que no iba a ir donde le había dicho.
Caminó por el bosquecillo y después de pensar que se había perdido, llegó al sitio indicado. The Hermitage. Una casa que debía haber tenido muy buen aspecto cuando fue construida, pero ahora mismo parecía una ruina abandonada. Al menos en el exterior. Entró después de dar en la puerta dos golpes, una pausa, otro golpe, otra pausa, y otro golpe. "Bueno, creo que la clave secreta no era así pero me habrán entendido", pensó mientras abría la puerta.
—¡Hoooooola! —saludó—. ¿Hay alguien?
—¡Estamos aquí!
Se asomó al salón, y allí estaban. Yumi y Aelita, jugando al Operación. Se acercó sin decir nada, pero en ese momento, la japonesa se equivocó y se le iluminó la nariz al paciente.
—Mierda.
—¡He ganado! —celebró Aelita—. ¿Qué tal, Sissi? —preguntó mientras se levantaba para abrazar a su amiga.
—Genial, ¿y vosotras? Perdonad por no haber podido quedar antes, pero mi padre apuró las vacaciones hasta el último momento.
—No pasa nada —dijo la japonesa, incorporándose también—. Nos lo hemos pasado muy bien este verano. Pero no hemos tenido valor para usar la piscina de la academia —añadió y después de darle un abrazo, le devolvió la llave—. Se me hace raro volver a verte de morena.
—Sí, bueno. Ya me cansaba tener que estarme echando el tinte.
Durante el curso anterior, la chica se había animado a teñirse de rubia. Pero con el pelo tan largo que tenía, y tanto tener que usar del decolorante, le había resultado agotador. Se había cortado el pelo a principios de verano, y respiraba ahora que volvía a lucir su melena. No era tan larga como antaño, pero se volvía a sentir ella misma.
—A mi se me hará extraño no verte por la academia este año, señorita universitaria —bromeó Sissi—. Parece mentira…
—Bueno, el año que viene ya estaréis por allí. Y no creas que os vais a librar de que os visite. Siempre que la hija del dire me de permiso.
—Pues espero que sí —dijo una voz masculina detrás de ella.
—¡William! —exclamó Aelita.
El escocés dejó su mochilón a un lado y fue a saludar a las tres. Ya tenía ganas de regresar. Se dieron un abrazo grupal, y luego se acercó a la pared donde reposaban varias sillas. Eran de la academia, aunque por el tiempo que tenían, habían sido sustituidas por las nuevas. Sissi se había apañado para evitar que fueran tiradas a la basura, y las había llevado a aquel lugar.
—¿Qué tal el verano?
—Una puta mierda —respondió el escocés—. El haber suspendido mi último año y no poder entrar en la universidad no es lo que más felices ha hecho a mis padres. Me han dicho que más me vale hacerlo bien este año desde el primer día.
—Si necesitas ayuda, sabes que puedes contar conmigo —dijo Aelita.
—Y conmigo también.
—¡Jeremy!
La pelirrosa corrió al encuentro con su novio. Antes de cerrar los brazos a su alrededor sus labios ya se habían encontrado en un tierno beso. El rubio se puso ligeramente colorado, aún le costaba acostumbrarse a esas muestras de afecto en público, pero fueron interrumpidos.
—¿Se puede entrar, tortolitos?
—Perdona, Patrick —dijo Aelita. Liberó a su novio para saludar al primo de Jeremy y luego le dejó entrar. Apenas lo hizo, volvió a acurrucarse en los brazos de su novio—. Te he echado de menos.
—Y a él le hubiera gustado que te quedaras todo el verano y no solo un mes —comentó Patrick mientras le estrechaba la mano a William—. ¿Qué tal todo, William?
—Pues muy bien. Se os ha echado de menos. Y espero este año poder contar con los dos para echarme una mano con los estudios —dijo el escocés, aunque no supo si el chico le había escuchado, ya que su mirada se había posado en Sissi—. Oye, vosotros habíais hecho las paces, ¿verdad?
—Sí —dijo Patrick. Cuando había acudido a Kadic el curso anterior, recordó con mucho enfado la primera vez que se habían conocido: la chica había pretendido que espiase a su primo, y se había mostrado reacio a su pertenencia al grupo. Pero tras hablar con Jeremy, y quedar en una ocasión con ella para conocerse, había aceptado la situación. Simplemente, mantenían la distancia—. Un placer verte, Sissi.
—Igualmente. A mi me alegra de que pudiéramos hablar. Intento corregir todo lo que hice mal, y...
—¿Pretendes compensarlo todo? Ya te dijimos que te perdonamos —dijo Jeremy—. Si no, no estaríamos aquí todos. Eres una más de nosotros.
—Y yo tengo mucha suerte por teneros a todos —dijo Sissi. Se había puesto nerviosa, sabía que Patrick podía ser un poco rencoroso. Pero si podía estar tranquilamente en la misma sala con él mientras disfrutaba de la compañía de su grupo de amigos, era suficiente para ella.
Y aquel momento sensible fue interrumpido por un grito muy característico que casi parecía un saludo. Odd Della Robbia se había presentado allí. No parecía haber cambiado ni un ápice. Y a su lado, Samantha Knight se encontraba también. La pareja de Odd se había apuntado a Kadic a principios del curso anterior, y por efecto de relación, había empezado a formar parte de la pandilla. Pero Yumi aún echaba de menos a alguien.
—¿Qué tal el viaje? —preguntó Aelita mientras Samantha y Odd se acomodaban. Las maletas empezaban a hacer bulto en un rincón pero no importaba eso mucho.
—Largo, pero bien. Ya me apetecía volver.
—¿A ti, Odd? ¿Al experto en aprobar por los pelos? —bromeó Jeremy.
—Claro que sí, echaba de menos a mis amigos, Einstein —explicó este—. Lo de estudiar, bueno. Creo que Sam me puede dejar copiar.
—Que morro tienes —bromeó ella.
—¡Encima que te voy a buscar a la estación como el buen novio que soy! —exclamó el rubio con fingida indignación.
—Pues podrías haber esperado cinco minutos más a que llegase tu mejor amigo.
Todos miraron a la puerta. Ulrich acababa de llegar a The Hermitage. Pese a lo que había dicho, no se le veía enfadado.
—Venía en el taxi detrás de…
No pudo acabar la frase. Yumi se había abalanzado a por el. Le lanzó un golpe que el pudo esquivar agachándose. Desde ahí él atacó con la pierna hacia arriba pero Yumi pudo defenderse y volvió al ataque. Ulrich bloqueó sus movimientos con una llave, aprisionándola contra su cuerpo, cara a cara, donde por fin se fundieron en un beso.
—Son un par de teatreros —comentó Jeremy.
—Deja que expresen su amor como quieran. Sin las artes marciales tal vez no se habrían conocido. Y a saber dónde estaríamos hoy —dijo Aelita—. Además, por fin estamos todos.
—Bueno… casi estamos todos.
La pelirrosa miró a Odd. Y luego miró al resto de los presentes, que evitaron su mirada. Algo estaba ocurriendo y no entendía qué pasaba. El grupo decidió mirar al grupo. Al fin y al cabo, la idea había sido de él. Y este había aceptado a asumir la responsabilidad. Por lo menos contaba con el apoyo de los demás. Tomó aire antes de hablar.
—Va a venir alguien más hoy —explicó—. Sé que te puede costar aceptarla, pero ha pasado un tiempo y creo que va siendo hora de enterrar el hacha de guerra.
—¿De quién me estás hablando?
Pero no hizo falta que el rubio respondiera. La puerta sonó por última vez aquella tarde. Alguien había entrado. Apareció una personita con melena rubia muy bien peinada hacia atrás. Vestida con una característica camisa amarilla, una chaqueta oscura, y una falda recatada del mismo color. Laura Gauthier estaba allí.
—Hola… —saludó.
—Ni en broma —dijo Aelita.
—Oye…
—¡No! ¡¿Es que te has vuelto loco?! ¡¿Qué hace ella aquí, para empezar?! —protestó la pelirrosa.
Laura había estado ausente todo el curso anterior. Para su alivio. Miró a la recién llegada con odio. Y no entendía a los demás, que parecían estar en cierta tensión. ¿Por qué no se unían a ella? Ah, claro. Ahora lo entendía.
—Vosotros lo sabíais, traidores…
—"Traidores" es una palabra muy fuerte… —dijo Jeremy—. Por favor, escucha lo que Odd te tiene que decir.
—Antes de eso… ¿el servicio? —preguntó Laura. William se adelantó en acompañarla. Cuando se había marchado, Odd lo explicó.
—Mira. El año pasado encontré a Laura en Facebook. Se había ido sin decirnos nada después de todo lo que ocurrió. Así que hablábamos de vez en cuando…
—¿Y a ti te parecía bien que tu novio hablase con otras por redes sociales? —preguntó la pelirrosa a Samantha.
—Hablaban, no intercambiaban nudes —fue su respuesta.
—El caso es que se marchó porque no estaba a gusto con el grupo. Pero volver a vivir con su padre, estudiando más cerca de casa, se le hacía cada vez más insoportable. Por eso le sugerí que regresara. Solo tenía que convencer a los demás para que aceptasen. Y eso lo he ido consiguiendo este verano hablando por WhatsApp con todos… menos contigo. Te lo debía explicar frente a frente. Ella ha cambiado. Se arrepiente de lo que pasó.
—Eso no va a arreglar lo que hizo.
—Lo sé.
Laura había regresado. La longitud de su cabello se había reducido casi dos palmos y ahora le caía de forma natural por delante y detrás de los hombros. Su camisa y su chaqueta habían desaparecido para ponerse una camiseta morada del último disco de los Subsonics, y la falda había dado paso a un pantalón vaquero. Estaba tan centrada en Aelita que se le escapó que todos los varones de la sala le dedicaron una mirada halagando el cambio a mejor que daba su nuevo aspecto.
—Mira, bonita… —empezó Aelita, pero el suave tono de Laura la hizo callar.
—Sé que no podré compensar lo que hice. Yo en aquella época estaba sola, y… pretendí ganarme ser parte de vosotros muy mal. No supe gestionarlo. Por eso me marché, pero… este curso ha sido un infierno para mi, por eso quería volver. Y me gustaría poder hacerlo con amigos.
—No somos amigos.
—Pero me gustaría intentarlo —dijo Laura. Le temblaba la voz. Lo mal que lo había pasado le daban ganas de llorar—. No pretendo quitarte a nadie. Solo quiero formar parte de esto tan grande y bonito que tenéis.
—Tal vez merezca una oportunidad —comentó la voz de Sissi detrás de Aelita.
La pelirrosa cerró los ojos. Tenía que pensar. Evaluó el grupo. William… él tampoco había sido la mejor persona del mundo, y al final le habían aceptado. Incluso Sissi se había portado fatal con ella durante muchos años, pero había podido redimirse. Abrió los ojos. Demonios, es que no le caía bien.
—Estás a prueba —aceptó la pelirrosa.
Laura sintió la tentación de ir a darle un abrazo, pero entendía lo bastante bien el lenguaje no verbal como para saber que no era una buena idea, y optó por ir a abrazar a Odd, en agradecimiento por el gesto que había tenido con ella.
—Así que, ¿vamos a estar todos en la misma clase? —preguntó Laura, ayudando a cargar una mesa plegable al centro de la sala. Las sillas se amontonaron alrededor del mueble.
—No, este año no. Mi padre se ha puesto un poco rígido con nosotros —respondió Sissi. Se llevó la mano a un bolsillo y se lo mostró—. Como se entere de que me imprimí esto, me paso cinco meses castigada… Mirad… Aelita, Odd, Laura y Patrick van a ir a la clase A… y Jeremy, Sam, Ulrich, William y yo a la clase B. ¡Se me sigue haciendo raro no ver a Yumi!
—Además es una suertuda, ella aún no empieza las clases —protestó Odd.
—Pues haber nacido un año antes —bromeó ella. Miró a Ulrich. El no haberse visto durante gran parte del verano había sido duro para ambos. Al menos, la semana antes de acoger a Aelita en su casa, se había presentado por sorpresa en la ciudad de Ulrich y habían pasado siete maravillosos días juntos.
—Bueno. Último curso en Kadic. Sin bromas, tenemos que pensar muy bien cómo estudiar este año —anunció Jeremy—. Deberíamos aprovechar los sábados para reunirnos en grupo aquí y dar un repaso y solucionar las dudas. Si os parece bien, podemos organizar los apuntes para…
Les explicó en cinco minutos todo lo que había planeado. Y aunque todos le dieron las gracias, tenía claro que su discurso les había parecido muy aburrido. Además, Odd y Sam se habían pasado el rato cuchicheando. Pero bueno, al menos estaba todo pensado de cara a que todos pudieran aprobar el curso. Sus smartphones se habían unido a un grupo en el cual colgarían las dudas, los deberes…
—Primo, si suspendemos este año merecemos que nos azotes con un látigo en la espalda —dijo Patrick—. Pero a mi me está dando un poco de hambre. ¿Vamos cenando? —preguntó.
Al fin y al cabo, empezaba a caer la tarde, así que se dispusieron a cenar. Yumi y Aelita habían preparado los bocadillos para la noche y también comprado refrescos para todos. Todos se acordaron de pagarles el dinero por la inversión en pan, embutido y bebida (aunque la japonesa no aceptó el billete que Ulrich le tendió, quería invitarle).
—Luego echamos los sacos de dormir por el suelo, sin más, ¿no? —preguntó William antes de atacar su bocata con fiereza.
—Pues podríamos ponernos cómodos y contar historias de miedo —propuso Odd—. Si os parece bien.
—Mañana es el primer día y ya pensamos en trasnochar… —suspiró Jeremy.
—No protestes. Un día es un día —le dijo Aelita, y le robó un bocado de su bocadillo.
—Yo os voy a echar de menos. Se me va a hacer raro no veros todos los días —dijo Yumi—. A mi me parece bien aprovechar esta noche para que estemos todos un rato.
—¡Esa es la actitud!
En realidad a Ulrich le hubiera gustado poder irse a alguna otra habitación con su novia, pero no dijo nada. Tampoco vivía muy lejos y podría ir a verla cuando quisiera.
Una vez terminaron la cena, apartaron la mesa y las sillas. "Se pueden quedar aquí, nos vendrá bien un sitio para refugiarnos", comentó Aelita, y una vez el suelo estuvo despejado, todos fueron a por su equipaje, de donde sacaron los sacos de dormir. Los tendieron en círculo. Por supuesto, el de Odd y el de Sam estaban juntos, así como los de Aelita y Jeremy, y también los de Yumi y Ulrich. Los demás se fueron colocando como pudieron, y por fin estaban colocados para disfrutar de la velada.
—… y el espíritu empezó a hacer ruidos. Por la pared —narraba William—. Se escuchaban sus pasos golpeando… pum —golpeó el suelo—, pum, pum… y cuando llegó al suelo… ¡AAAAAAAAH! ¡La pared se rompió y salió el monstruo!
—¡Joder, William! —protestó Ulrich.
—¿Te he asustado?
—No, me has escupido con tu grito.
Hubo una carcajada general.
—Bueno, que el fantasma del muerto no lo era. Estaba vivo y metido en la pared —dijo William, ya sin tono misterioso. Se había roto el ambiente por las risas.
—Qué pena no conocer el resto de la historia bien —dijo Aelita—. ¿A quien le toca?
—A Odd.
Le tendieron la linterna. Miró a su novia, y ella asintió. Era el momento.
—Sam y yo hemos pensado una cosa este verano. Este año va a ser el más duro a nivel de estudios y nos podemos estresar con facilidad.
—¿Ahora te preocupa eso? —preguntó Jeremy.
—Bueno, como modo de empezar una historia de miedo, es original —observó Aelita.
—El caso es que… una buena forma de evitarlo es tener sexo. No entiendo esas caras incómodas, aquí todos lo hemos hecho ya —dijo al ver las expresiones de sus amigos.
—Sí, pero no hay por qué anunciarlo a bombo y platillo —protestó Yumi.
—Lo que hemos pensado es que, ya que somos tan buenos amigos, podríamos tener un voto de confianza con todos —dijo Sam. Nadie entendía dónde quería llegar—. Bueno, pues sin sutilezas. Nos gustaría que todos pudiéramos follar con todos. Algo permitido solo para los que estamos aquí.
Un silencio denso como un puré de patatas se formó en el ambiente. La chica no podía estar hablando en serio. Todos miraron a Odd. Joder, por su expresión estaban hablando en serio. Todos consideraban que los dos podían ser un poco "casquivanos". Y les querían así. Pero de ahí a proponer aquello, de pronto…
—Sé que no es una propuesta habitual —dijo Odd—. Es algo que hemos pensado porque, bueno. Os queremos mucho…
—Yo también os quiero mucho, pero no por eso he pensado en proponer que tengamos sexo —dijo Ulrich.
—Las reuniones del grupo del año pasado no eran tan interesantes —susurró Patrick a Jeremy, pero este no se rió.
—Odd… estás diciendo tonterías —dijo Sissi. Se le había quedado el cuerpo raro—. ¿Nos vamos a dormir?
Hubo un asentimiento general, pero Odd dijo:
—Pensadlo esta noche. Parejitas, hablad entre vosotros. Lo he dicho en serio. Podríamos probar, si queréis.
—Claro que lo pensaremos —ironizó Ulrich—. Anda, que descanséis —dijo mientras se echaba a dormir con Yumi. Los demás les imitaron.
—Buenas noches, —dijo Sam, y se metió dentro del saco de dormir. Enganchó la cremallera con el de Odd, de forma que podían dormir juntos—. ¿Crees que aceptarán?
—Claro que sí —dijo él, y se dieron un beso—. Te quiero.
—Y yo a ti.
A cierta distancia de ellos, Aelita se había acomodado sobre el torso de Jeremy. Las palabras de Odd habían calado en su mente, y ahora tenía que hacerle la pregunta.
—Oye... —susurró—. ¿Qué vamos a decir?
—¿Sobre qué?
—Sobre lo que propuesto Sam y Odd. Eso del sexo...
—Que no, obviamente —gruñó él.
—Obviamente. Obviamente…
—Espera... ¿Tú estás pensando en decir que sí? —se alteró el rubio.
—No, yo en lo que estoy pensando es... en que preferiría aceptar eso antes de que cayeras en la tentación de alguna chica más atractiva que yo…
—¡Yo jamás haría eso! —exclamó este, sorprendido—. ¡Tú lo eres todo para mi!
—Sé que lo dices en serio. Pero también sé que somos humanos… si sientes una tentación. si lo haces con alguien, me es más sencillo pensar en alguno de nuestros amigos y no alguna fresca que pueda seducirte…
Una conversación similar se sucedía en el saco de Yumi y Ulrich.
—Yumi… ¿qué es lo que piensas?
—Que me da miedo lo que ha dicho Odd…
—¿Por qué?
—Porque este año empiezo la Universidad, voy a estar lejos de ti… Nuestras oportunidades de vernos van a ser menos, y ¿qué pasa si caemos en la tentación? Algún universitario que me engañe, o que llegue alguna tía buena a vuestra clase...
—Lo he pensado varias veces… y ¿sabes? Igual piensas que estoy loco, pero en ese sentido, la idea de Odd no es tan mala... me quedaría más tranquilo aceptando.
—¡¿Aceptando?!
—¡Ssssshhhh! Baja la voz. Es solo que… Mira, William ha demostrado no ser un capullo. Si yo se ahora que te acostarías con él, sabiéndolo yo de antemanos, no me lo tomaría tan a mal… es cierto que es mejor él que ese tío bueno universitario al que le arrancaré la cabeza...
—¿Entonces vas a decir que sí?
—"Vamos" a decir que sí o que no. Juntos. Es "nuestra" decisión, ¿verdad?
—Verdad… Pero no sé qué pensar...
—Yo ya te he dicho lo que opino. Dale una vuelta esta noche, y aceptaré tu decisión. ¿Vale... amor?
Yumi sintió que se le subían los colores y agradeció que estuviera oscuro para que no lo notasen.
A Sissi le costaba conciliar el sueño aquella noche. No quería escuchar la conversación de Yumi y Ulrich. Había renunciado al alemán hacía tiempo, sabiendo que estaba fuera de su alcance. Era solo un amigo. Pero la idea de Odd… si ambos aceptaban, ¿podrían hacerlo? ¿De verdad? O tal vez era demasiado arriesgado. Se llevaba muy bien con los dos, no le apetecía meter la pata. Podía destrozar mucho si aceptaba algo tan loco...
Patrick no sabía qué pensar. En el año que había pasado estudiando en Kadic, había conocido muchas facetas de Odd. Sabía que era bastante peculiar. Y por usar el término científico, como diría su primo, "salido". De ahí a la propuesta que había hecho había una gran diferencia. Pero pensándolo fríamente… ese trato le sería muy útil. Las chicas del grupo eran muy guapas. Si tuviera sexo con ellas… aunque tal vez debería evitar a Aelita, por respeto a Jeremy. Lo mejor sería aceptar o rechazar según él decidiera. Al fin y al cabo, era el que menos tiempo llevaba en el grupo.
Laura no podía dormir plácidamente. Aquel día había sentido demasiadas cosas. Miedo por el reencuentro con Aelita, tranquilidad al verse aceptada en el grupo, y ahora el miedo le volvía a recorrer el cuerpo. No tomaría una decisión fácilmente. Pero con suerte, el grupo entero diría que no y aquella idea se desvanecería. La idea de Odd, por muy bien que le cayera el rubio, era completamente descabellada. Agradecía lo que había hecho por ella, pero en ese momento solo sentía terror.
William intentó dormir. Pero una y otra vez el fantasma de Yumi aparecía para excitarle. No se había conseguido quitar a la japonesa de la cabeza tras tanto tiempo. Y si pudiera hacerlo con ella, tal vez fuera demasiado adictiva para dejarla. Debería evitar hacerlo con ella. O mejor aún, debería rechazar que se formase el acuerdo. Solo así podría evitar situaciones embarazosas. E incluso... "Que ella diga que si no necesariamente significa que lo haga contigo, ¿verdad?", se recordó mentalmente. No le apetecía que le rechazase, abiertamente, una vez más.
—Por la mañana todos tenían aspecto de haber descansado poco. Salvo Odd, quien seguía durmiendo a pesar de que el despertador sonaba a todo trapo. Samantha se desperezó y le sacudió el hombro hasta que logró que abriese los ojos.
—Buenos días… —dijo sonriendo, y le besó la cintura.
—Odd, que no estamos solos —le recordó ella.
—Es verdad. Hola, gente —saludó—. ¿Habéis dormido bien?
—De maravilla —gruñó Aelita.
—¿Y habéis pensado en lo que dije? —soltó de pronto.
—Creo que has tenido poco tacto… —comentó su novia.
—Odd nunca se ha caracterizado por la sensibilidad. Pero por lo que veo… creo que sería mentira negar que todos hemos pensado en tu propuesta. Y no podemos tomar una decisión. Aún. Es decir, nos falta información. Tenemos que saber cómo sería —dijo Yumi, que no quería parecer insteresada en el tema.
Ulrich le dio un beso en la mejilla. Había hablado bien. Luego consultó el reloj. Tenían poco más de una hora para desayunar, arreglarse, y empezar aquella tortura medieval que eran las clases.
—Eso es lo que tenemos que decidir —dijo Odd—. No soy tan capullo. Mis ideas pueden no ser como las vuestras. Jeremy, ¿tienes tu portátil? —preguntó.
—Sí, lo tengo —dijo este, que era raro que no lo llevase encima. Aquel aparato era casi un compañero inseparable
—Eso es perfecto —dijo Sam—. Acercáos todos, entonces. Podemos tomar el café mientras opinamos.
—¿Opinamos? —preguntó Laura, que le daba un poco de miedo la situación.
—Claro. En el acuerdo lo tenemos que pasar bien todos. Así que tenemos que votar entre todos. Por ejemplo... Supongo que estaréis de acuerdo en que se pueda decir que no, ¿verdad?
Hubo un asentimiento general. Jeremy empezó a tomar nota de todo lo que comentaban. Todos ellos, como si de verdad fueran a aceptar, empezaron a aportar ideas y a consultar dudas. Claro que quien más quien menos estaba nervioso. Y finalmente parecían tenerlo todo claro. Movieron algunos puntos, aclararon otros, y finalmente tenían ante ellos un acuerdo:
ACUERDO GRUPAL
Los abajo firmantes establecen los siguientes puntos:
PRIMERO. Todo el grupo puede mantener relaciones sexuales entre sí. Las relaciones mantenidas entre los integrantes se considerarán aceptadas como consentidas, no como engaño o cuernos.
SEGUNDO. Existe el derecho a negarse a una proposición sexual, sin tener que dar explicaciones al respecto. Puede haber otras ocasiones.
TERCERO. Se deberá acordar ante cualquier situación el sistema anticonceptivo que se empleará (preservativos, píldora, etc.).
CUARTO. En todo momento se mantendrá el respeto entre quienes participen en un acto sexual, pudiendo ser detenido por malestares, falta o desaparición de ganas, o cualquier escenario por una de las partes que exija poner fin al encuentro.
QUINTO. Se establece la confidencialidad entre el grupo de mantener la existencia del acuerdo entre todos, quedando prohibido contarlo salvo que se acepte previamente en mayoría absoluta.
SEXTO. Todos los miembros recibirán una copia firmada por todo el grupo y serán responsables de guardar y mantener el secreto de su existencia a cualquier persona ajena al mismo.
SÉPTIMO. Cualquiera de los miembros puede desvincularse del acuerdo, manteniéndose vigente la confidencialidad del punto QUINTO y SEXTO.
OCTAVO. Esta versión se establece como la NÚMERO UNO. Regularmente se podrá acordar añadir, modificar, o retirar puntos en caso de ser oportuno.
NOVENO. También se mantiene el derecho a romperse el acuerdo. La confidencialidad del punto QUINTO permanecerá vigente igualmente, mientras que las copias que se han entregado según el punto SEXTO deberán ser destruidas a la mayor brevedad posible.
En la Ciudad de la Torre de Hierro, a primero de septiembre de 2018.
Firmas:
Aelita Stones / Jeremy Belpois / Yumi Ishiyama / Ulrich Stern / Odd Della Robbia / Samantha Knigh / William Dumbar / Sissi Delmas / Patrick Belpois / Laura Gauthier
Aunque esa tarde Jeremy sacaría copias para todo el mundo, oficialmente todos habían aceptado aquella idea. En realidad no sabían donde iba a acabar todo aquello. Una mezcla de nervios, miedo, y morbo se había apoderado de ellos, mientras terminaban de vestirse y se encaminaban hacia la academia. Empezaba un nuevo curso que les podía deparar cualquier cosa.
Amenacé con volver. Y aquí estoy...
¡Hola a todo el mundo! Sí, recientemente terminé de publicar "Code Lemon: La villa". Y hoy empiezo la publicación de "Code Lemon: una nueva evolución". Diablos. ¿A qué se debe esto? Pues muy sencillo: a pesar de haber disfrutado mucho de "Code: Lemon Evolution" en su día... yo en aquel entonces era muy joven y escribía cosas que podrían espantar a los guionistas de Juego de Tronos. Así que me puse a pensar y me dije: "Coño, Felikis. Estamos en 2020. La era dorada de los reboot. ¿No vas a animarte a hacer tú uno?"
Así que aquí queda presentado el primer capítulo. Me esfuerzo en hacerlo mejor que el original, no solo aumentar las palabras por capítulo, que también, sino en dar un poco más de sentido a la historia. Y como es un reboot, aunque parto de la misma base, ya veis que ni siquiera están los mismos personajes que en el original. Me gustaría decir que habrá un capítulo a la semana... pero eso no puedo emularlo como en 2013 cuando disponía de bastante más tiempo libre que hoy. Pero bueno. Intentaré un par de capítulos mensuales.
Ni me había acordado que hoy era el 17º aniversario de Code: Lyoko. Pero pensé que publicar los jueves era un buen día. Porque los domingos publicaré... otra cosa ;) Así que nada. Feliz cumpleaños a esta serie a la que aún hoy nos referimos como si se hubiera emitido ayer, y espero que me acompañéis en esta nueva aventura.
Lemmon rules!
