DISCLAIMER: Los personajes de InuYasha no me pertenecen, son propiedad intelectual de Rumiko Takahashi. Yo sólo los uso para escribir diversas situaciones hipotéticas y así, entretenerme y de paso, ver si entretienen a alguien más. Escrito sin fines de lucro. Fic participante del reto anual: "Diario de amor: Cien relatos feudales" del foro "¡Siéntate!"
Million Reasons
— I —
— Defensa y Protección —
Sintió nuevamente otro golpe certero en su mejilla y, al caer de rodillas, una patada contra sus costillas que lo hizo perder el aliento. Tosió aún en el suelo, apretando los puños y la mandíbula, la ira creciendo en su interior junto con la confusión y la duda. ¿Por qué lo golpeaban de esa forma? ¿Tanto odio podía causar ser diferente? Escuchó sus risas y los pasos acercarse nuevamente, y decidió que no se resignaría a eso.
— Realmente sus mentes son tan pequeñas como para poder comprenderlo, ¿no?
— ¿Qué dices, anormal? ¿Nos estás insultando? — El mayor del grupo parecía no terminar de procesar el mensaje, pero había captado lo suficiente como para saber que no era precisamente un halago. — Ya vas a ver, fenómeno.
Se preparó mentalmente para el golpe, encogiendo el cuerpo en su posición; sin embargo, jamás hubo contacto. En lugar de eso, escuchó el movimiento, algunos golpes secos que le dieron la impresión de ser dolorosos y hábiles, y luego, los pasos corriendo lejos del lugar.
— ¡Ya verás, machita, cuando se lo digamos a tu padre! ¡Esto no se quedará así!
— ¡Díganle lo que quieran, a ver cómo les va!
Para su sorpresa, la voz de quien lo había defendido pertenecía a una niña. Levantó la vista y la vio de pie frente a él, dándole la espalda con las manos en sus caderas, mirando fijamente al grupo de mocosos que huía de ahí. Al sentirlo moverse, lo miró de reojo y le sonrió, dándose vuelta para ayudarlo a ponerse de pie y sacudirse la ropa, mirándolo de pies a cabeza sin disimulo, buscando alguna herida.
— Gracias…
— No es nada, esos chicos son unos bravucones — volvió a sonreírle con sinceridad, extendiéndole la mano a modo de saludo —. Kuwashima Sango, un gusto.
— El gusto es mío — tomó la mano y le besó el dorso, sonrojándola levemente —. Tsujitani Miroku. Me mudé hace poco a ese edificio…
— Oh, recuerdo haber visto el camión… ¿puedo preguntar por qué te estaban golpeando?
— Bueno… — Se rascó la cabeza, intentando restarle importancia. — Porque dicen que soy diferente… es por mis ojos. Dicen que el azul no es japonés.
— Son unos idiotas, tus ojos son muy lindos — fue un comentario inocente y lleno de honestidad que lo hizo sonreír —. ¿Qué edad tienes? Porque no te ves tan menor que ellos, podrías haberte defendido…
— Tengo 10 años… y no me gusta pelear. Tampoco sé hacerlo. Aunque me sorprende que hayas podido con todos ellos, ¿qué edad tienes tú?
— 7 años, pero sé defenderme muy bien. Con ellos, es necesario saber hacerlo. Si quieres, te puedo enseñar.
— No es necesario, de verdad… lo agradezco, pero no me gusta la violencia.
— A mí tampoco, no ando buscando pelea. Pero ellos fastidian a todo el mundo y, si no te defiendes, te tendrán de saco de arena. No siempre voy a poder llegar a salvarte el trasero…
Miroku sonrió, la preocupación era genuina, auténtica pese a que acababan de conocerse. Miró la dirección en la que habían salido corriendo los niños que lo habían agredido y vio a uno de ellos apoyado en un árbol, la mirada fija en los dos, esperando un descuido u observando sus siguientes movimientos, no estaba seguro de cuál de las dos opciones se dibujaba mejor en el rostro del menor. Negó con un gesto, sólo uno del grupo parecía ser mayor que él, los demás eran menores y cercanos a su edad, pero eran 7 niños y siempre llevarían ventaja en ese sentido. Volvió a mirar a la pequeña que también observaba al chiquillo que no dejaba de escrutarlos y sacó un rápido cálculo mental de su destreza para poder detener y espantar al grupo. Definitivamente, su habilidad no era común y quizá era más inteligente aprender algo de ella que intentar evitar problemas, porque intuía que no podría hacerlo.
— ¿Dónde aprendiste?
— Mi padre me enseñó — la sonrisa en su rostro fue segura, hasta un poco engreída —. Pertenece a las Fuerzas Armadas, y sabe lo importante que es una buena defensa.
— Eso explica que seas tan diestra — apoyó su mano en el hombro de ella, llamando de nuevo su atención —. ¿No te enseñó tu padre que no puedes confiar en cualquier persona?
— Bueno, sí… — Pareció avergonzarse un poco por eso, moviendo sus pies infantilmente. — Pero necesitabas ayuda, sino te terminarían lastimando de verdad. Además, no pareces alguien malo…
— Eres muy tierna, ¿lo sabías? — Acentuó su sonrisa al volver a notar el sonrojo en sus mejillas, por alguna razón le llamaba la atención. — De acuerdo, puedes enseñarme a defenderme.
Alcanzó a ver el brillo audaz que cruzó su mirada antes de que lo tomara de la mano y se lo llevara casi a la rastra hacia su casa, en donde, luego de saludar a la madre y presentarse fugazmente, fueron directo a un cuarto de ejercicios, equipado con lo necesario para un entrenamiento adecuado.
Los días siguientes, las sesiones fueron su cita obligada, la pequeña era una maestra exigente pero preocupada e incluso convenció a su padre de participar en un par para que lo guiara mejor en la defensa personal. Más que a pegar, aprendió a leer los movimientos de sus oponentes, esquivar sin dificultad los golpes y a usar estos mismos, en su defensa. Mientras él aprendía, Sango se encargaba de mantener a raya al grupo de odiosos, quienes parecían cada vez más molestos con la idea de que ella les arruinara los planes de darle su merecido al "chico fenómeno" del vecindario. Pronto, también se aburrieron de ella y decidieron hacer algo al respecto.
Ocurrió un día cuando estaba sola en el parque de juegos cercano a casa, esperando a Miroku. Sus horarios de clases eran distintos y ella salía más temprano, por lo que quedaban de esperarse en ese lugar antes de ir a entrenar. Estaba un poco cansada, había dormido poco la noche anterior debido a su pequeño hermano, que estuvo despierto toda la noche por culpa de un resfriado, y ahora cabeceaba sentada en uno de los columpios. Fue esa la razón por la que no sintió los pasos acercarse hasta que la agarraron de los brazos y la sacaron del juego.
— Hola, machita. ¿Lista para una paliza?
— ¡Suéltenme! ¡Renkotsu, pelea como un hombre!
El mayor del grupo rió, acariciándole el rostro antes de abofetearla con fuerza; Sango no se quejó, simplemente les dirigió una mirada de odio mientras intentaba soltarse, sin lograrlo, pues quien la tenía sujeta era el más corpulento del grupo, Kyokotsu.
— ¿Tú sabes muy bien de eso, no, machita? Después de todo, peleas como uno…
— ¿Dónde está Bankotsu? Por lo menos él no es un cobarde como tú…
— ¡Cállate! ¡Vas a tener tu merecido!
— Yo que tú, no haría eso. — Se alivió al escuchar la voz de Miroku, el chico dejó su mochila en el suelo y se acercó, todos lo miraban expectantes. — ¿Te crees muy fuerte y valiente por golpear a una niña mientras un gorila la afirma? — Negó con un gesto, Renkotsu enrojeciendo de ira con cada palabra. — Déjala en paz.
— ¿O si no, qué? ¿Tú nos obligarás? Ni siquiera eres capaz de defenderte tú mismo y ahora quieres dártelas de héroe. Adelante, quiero ver eso.
Miroku sonrió seguro, haciéndole frente al mayor. No era todo el grupo, sólo habían 4 de los 7, pero de todas formas le ganaban en número. No le importó, no iba a permitir que golpearan a Sango, menos de una forma tan cobarde y tramposa. Esperó los golpes, esquivándolos de una forma tan natural que él mismo se sorprendió; los ataques de vuelta fueron rápidos y ágiles, seguros, logrando desestabilizarlos al cabo de unos minutos. Los tres que le hacían frente salieron corriendo, él se dio vuelta y le hizo un gesto al que todavía mantenía sujeta a su amiga, logrando que la soltara y huyera junto a sus compañeros. Se acercó a la pequeña y le tomó el rostro con suavidad, notando la zona más roja producto del golpe recibido.
— ¿Estás bien?
— Sí, no es nada — ella le sonrió, su mirada agradecida y complacida —. Lo hiciste muy bien… muchas gracias.
— No agradezcas, tontita. No podía dejar que te hicieran daño.
— ¿Ves que sí eres una buena persona? Cualquiera no habría intervenido…
— Ya lo dije, no iba a dejarte a merced de ellos. Además, tenía que poner en práctica lo aprendido. ¿Quieres un helado? Yo invito.
— Está bien.
Ambos se encaminaron hacia una local cercano para comprar helado, platicando alegremente y dejando de lado el incidente que acababa de ocurrir. Sin embargo, Miroku no olvidaría nunca la lección que aprendió ese día:
"Es más importante saber defenderte, cuando puedes hacerlo para proteger a alguien especial."
Prompt: 17. Enseñarle a defenderse (verbal y/o físicamente).
¡Hola! Como ven, acá de nuevo anotándome con una actividad del sexy-foro. ¿He dicho ya que no puedo resistirme, verdad? Bueno, lo reitero: I-RRE-SIS-TI-BLE. Miren, siéndoles sincera, el fic va a contar de 100 capítulos - las 100 formas de decir "te amo" que incluye la lista de la actividad - pero no todos serán capítulos. Puede haber drabbles o viñetas en medio y, además, es casi seguro que aparecerán otras parejas, aunque la historia va a centrarse en Miroku y Sango - ya conocen mi debilidad, no puedo evitarlo -. Por ahora, dejo por aquí la forma en la que se conocieron, una muy tierna (?)
Les aclaro, en Japón es MUY RARO el color de ojos azul y los japoneses son muy quisquillosos con eso de lo nacional y bueno, no es difícil imaginarme que, de cierta forma, en algún momento a Miroku se le pueda molestar o considerar raro por eso. Por otro lado, también es un país conservador, por lo que el hecho de que una niña sepa defenderse de esa forma, sería mal visto. Así que, ahora tenemos a un par de anormales. Pero sabemos que serán unidos, o eso esperemos (?)
Esta actividad está ayudando a destrabar una idea que venía planeando desde hace tiempo - creo que ya serían años - así que, por favor, tengan paciencia. Prometo actualización rápida y constante :) - después de todo, sólo tengo un año para escribir los 100 capítulos xd.
Saludos a todos los que leen y espero sus comentarios. Si llegaron a este punto, ¿serían tan amables de dejar un review? Se agradece.
Con cariño,
Yumi~
A favor de la campaña "Con voz y voto", porque leer y/o dar follor/favs sin dejar review es como agarrarme una teta y salir corriendo.
