Por más que pareciera que aún había tiempo, a decir verdad ya no había tiempo. Y por más que Terry tomará en brazos a Susana para correr hacia un hospital con la esperanza de que todo estuviera bien, a decir verdad, nada en aquellos momento estaba bien.

Y aunque Terry tratara de no aceptarlo, era un hecho de que Susana la chica que había dado su vida por el, había muerto en sus brazos con un Terry quedándose en vida sintiéndose como un verdadero culpable aún sin serlo.

- La señorita Marlon ha fallecido - escucho decir Terry de aquel medico llamando la atención de aquel castaño quien sintió tras escuchar aquellas palabras como un peso caí sobre el, sintiéndose más pesado que el que sentía aún con Susana viva.

- ¡No, no es posible!, !mi hija no puede estar muerta!, ¡No puede, no puede! - decía la señorita Marlon entre lágrimas mientras se negaba a creer en las palabras que aquel medico había dicho tras ella llegar a ese hospital.

- fue muy tarde, si la señorita hubiera recibido atención inmediata es seguro, su estado hubiera mejorado - había dicho aquel medico de manera verdaderamente lamentable sin saber lo que realmente sus palabras ocasionaba en aquellos presentes, más aún en la madre de Susana.

- ¡Mi hija nunca había pasado por esto!, !Susy era una buen niña, una buena hija y sobre todo...- las palabras de las señora Marlon se detuvieron tras su atención desviarse hacia Terry - Esto es lo que usted quería, ¿Verdad?, ¿Está contento con lo que logro?.

- Señora Marlon, yo no...

- ¡Usted me quito a mi hija! - grito la señora Marlon interrumpiendo lo que Terry quería decir - ¡Usted nunca le dió la atención que ella quería que usted le diera!, ¡Todo esto no tiene otro culpable más que usted!, ¡Usted es el culpable! - decía la señora Marlon mientras dejaba que su cuerpo cayera al suelo junto a sus lágrimas.

- Señora Marlon, por favor conserve la calma - decía el médico tratando que con suavidad el llanto de aquella madre fuera menos fuerte.

- ¡Yo no voy a conversar la calma!, ¡Todo lo que quiero es que infeliz culpable de la muerte de mi hija pague con la ley por lo que hizo!, ¡Quiero justicia!.

- Señora Marlon, la muerte de su hija aún es reciente para saber quién es el culpable.

- !Terruce Granchester es el culpable de todo! ¡No es necesario investigar quién es el culpable! - había gritado la señora Marlon mientras lloraba pareciendo como una pequeña niña sin consuelo, sin saber que sus palabras desde aquellos momentos, se habían quedado grabadas en la mente de Terry repitiéndose una y otra vez sin descanso.

- Nosotros, el jurado de New York hallamos al acusado Terruce Granchester: por el cargo de feminicidio en tercer grado de Susana Marlon, culpable. Y se le dará una sentencia de diez años en prisión, he dicho caso cerrado - dijo la voz de aquel hombre de avanzada edad llamando la atención de Terry tras dar un golpe con el marzo y dar por hecho algo que el no había hecho, pero que sabía que no valía la pena explicar y explicar la verdad cuando nadie en aquel lugar le creería.

No había testigos de la verdad más que el mismo, quien era el acusado y ahora confirmado culpable de la muerte de Susana Marlon

Sin poder evitarlo, el castaño bajo su mirada al suelo, sintiéndose como un soldado caído a mitad de la guerra, pensar que los siguientes diez años de su vida serían en una prisión tenían al pobre corazón de aquel castaño hecho un mar de emociones.

-Te ayudaré, contactaré a tu padre. No estarás ahí mucho tiempo, te lo prometo, hijo - había dicho Eleonor mientras tocaba con sus manos el rostro de Terry quien tristemente sonrió.

- No te preocupes, estaré bien madre - había dicho Terry antes de que un hombre se acercará a el para poner esas dolorosas y pesadas esposas en sus manos, para después sin consideración de nada llevarlo hasta un auto policial donde aun con su pesar, seria llevado a donde según la madre de Susana el merecía estar.

Y ese lugar era, la prisión con una condena de diez años aunque no se lo mereciera.

De camino a ese lugar, Terry no pudo evitar pensar en todo lo que había perdido de un día para otro cuando semanas atrás el lo tenia todo. A sus 22 años, había logrado ser alguien importante, con un sueldo envidiable y con un trabajo que era el de sus sueños. Había hecho a un lado su apellido para brillar por si solo, pero de nada había servido todo ese brillo por que ese brillo se había perdido desde hace muchísimo tiempo atrás, mas exactamente cuando Susana Marlon había entrado a su vida como una neblina en medio de su camino.

Antes de todo, Terry mantenía sueños por cumplir y que ahora de camino a ese lugar sabía que se habían ido al mismo infierno.

El sonido de una puerta eléctrica abriéndose, llamo la atención de Terry quien en seguida se dio cuenta de que había llegado a su destino final puesto a que tras aquella puerta abrirse dos hombres con uniformes habían hecho que el bajara aun con sus manos esposadas para después no de manera cariñosa hacer que avanzara hacia el interior donde se encontraban oficinas y funcionarios. Eso hasta llegar hacia una puerta que decía "INGRESO DE RECLUSOS misma que abrieron para seguidamente quitar las esposas de sus manos.

- Por favor, sígueme novato - había dicho la voz de un hombre de mediana edad mientras que su atención estaba sobre como una especie de tablas de apuntes.

Aun confundido y sin opción Terry obedeció siguiendo a aquel hombre hasta llegar a un lugar que parecía ser la recepción con un hombre de traje amarillo que por su plante a simple vista era un preso.

- Busca a Terruce Granchester - había dicho aquel hombre al lado de Terry haciendo que el hombre de traje amarillo se diera la vuelta para buscar en el campus de la pared en donde habían miles de más nombres.

- Aquí esta - había dicho aquel chico cuando finalmente había encontrado una caja misma que traía consigo su respetico uniforme amarillo junto con lo que parecía ser un kit básico de aseo personal.

- Esta es una prisión privada - explico el hombre mayor llamando la atención de Terry - Esta terminantemente prohibido el ingreso de objectos personales que no sean del centro. Agradecería mucho que comiences a dejar en esta caja todo lo que pertenece, joyas, collar, llaves, cartera todo eso, tiene que quedarse aquí. - había dicho ese hombre haciendo que aun con pesar, Terry obedeciera ante sus palabras y comenzara poco a poco a dejar sus pertenencias en aquella caja - ¿Eso es todo? - pregunto el hombre hacia Terry.

- Si señor - respondió Terry sonando seguro por fuera cuando por dentro se sentía como en medio de un desierto - Bien, es hora de seguir con lo demás - aviso el hombre - sígueme novato - pidió mientras caminaba nuevamente hasta llegar a otra puerta que daba entrada hacia una sala donde para sorpresa de Terry había más hombres que parecían también iban a entrar a prisión. - Buenas tardes caballeros. Mi nombre es Jacob Miller, en este lugar soy el jefe de modulo, aunque para ustedes a partir de ahora seré simplemente el gobernante. - había dicho el hombre mientras soltaba un suspiro luciendo verdaderamente cansado de hacer la misma rutian siempre - Agradecería que comiencen a desvestirse - había agregado para mas sorpresa de todos los presentes que sin más remedio habían comenzado a desvestirse quedando únicamente con ropa interior.

Ver aquel acto, hizo que Terry sin más opción comenzara a hacer lo mismo también ignorando por completo su vergüenza y incomodad ante algo que nunca había hecho.

- Mientras se ponen sus respetivos uniformes, les contare la rutian de todos los días en este lugar - había comenzado a decir el gobernante mientras saboreaba sus propios labios para después comenzar a nuevamente hablar - En este lugar el día se inicia a las seis y cuarenta y cinco, cuando escuchen la sirena de su área correspondiente significa que tienen quince minutos para hacer su cama, vestirse si es que no lo están para finalmente salir a formarse para hacer el rencuento en celda. Es después de eso que comienza los desayunos y los talleres de trabajo en los que serán asignados. ¿Tienen alguna pregunta?

- Yo padezco de la presión señor. ¿Existe la posibilidad de comprar algo mas aparte de lo que nos han dado? - pregunto el hombre de pelo gris mismo que estaba en medio y que se había puesto aquel uniforma a la velocidad de la luz.

- Tenemos un economato disponible donde pueden comprar lo que ustedes quieran.

- ¿Pero con que dinero señor?, en la entrada me quitaron todo, incluyendo mi billetera y dinero.

- Se permite el ingreso de dinero por parte de familiares y conocidos eso si es que lo aprueba dirección y también está la opción de recibir dinero a cambio del trabajo realizado en los talleres. ¿Quedo todo claro o alguien más tiene alguna otra pregunta? - pregunto aquel hombre sin muchos animo de seguir diciendo algo más.

- Señor yo...quisiera saber si es que hay baños en la celda - volvió a preguntar el hombre de en medio con una sonrisa de pena en su rostro, pues lo único que quería era saber si es que podía tener todo lo que necesitaba a su alcance.

A lo que el gobernante negó con la cabeza con cierto aire de gracia

- No. Hay un único baño disponible por cada módulo, pueden usarlo de día, el día aquí termina a las ocho y quince y tiene un aproximado de treinta y cinco minutos para usarlo por ultima vez antes de irse a dormir. En las noches está prohibido quedarse por ahí hablando con alguien en los pasillos. ¿Alguien mas tiene otra pregunta? - pregunto ahora el gobernante a lo que los tres hombres guardaron silencio - Bien, es hora de llevarlos a sus respetivos módulos y celdas - había dicho el hombre a tiempo que caminaba hacia la puerta incitando así a que los tres de antes lo siguieran para finalmente salir uno por uno con sus uniformes amarillos y zapatos blancos, llevando entre sus manos aquellas cajas que les habían dado a cada uno en recepción.

Siguiendo así a aquel hombre mismo que se detuvo tras unas grandes y gruesas celdas abrirse dando la bienvenida oficial a la inmensa prisión misma que estaba llena de celdas por sus extremos y con escaleras en medio haciendo que se viera como la copa de un árbol. Siendo una cárcel privada, contaban con la mayor seguridad posible aunque no fuese la mas segura, y era por eso mismo que las celdas tenían doble cerradura, siendo la primera la tan conocida reja misma que los presos podrían abrir y cerrar libremente mientras que la segunda no estuviera cerrada y esa vendría siendo una puerta metálica que cubría por completo la celda y además cada persona ahí adentro tenia cierta área ya que las celdas eran divididas de acuerdo a lo peligroso que podía ser uno o mas reclusos.

La primera área era el área amarrilla donde se encontraban las personas de traje amarillos cuales según el criterio de aquella prisión se podría considerar como el área en donde se encontraban los presos mas tranquilos o que menos problemas daban. Mientras que la segunda era llamada el área negra de alta seguridad donde se encontraban las personas de mayor riesgo o que igualmente habían causado la muerte de algún otro preso.

- ¿Quién es el mayor de ustedes? - pregunto el gobernante llamando la atención de los tres hombres quienes lo seguían.

- Tengo treinta y tres años, señor - respondió el hombre de en medio que anteriormente había llenado de preguntas al gobernante.

- Mi edad es de venti y nueve años, señor - respondió el otro cual venia adelante.

- ¿Tu eres el mas joven, ¿Verdad?- pregunto el gobernante mirando hacia Terry quien asintió con la cabeza.

- Mi edad es de venti y tres años - respondió Terry a lo que el gobernante sonrió con cierta malicia, como sabiendo lo que haría ante aquel dato.

- Que lastima - murmuro antes de abrir una celda - El que tiene venti y seis años, vivirá aquí a partir de ahora - había dicho mirando hacia el hombre de en medio mismo que había caminado hacia su lugar correspondiente - Si te pasa algo o si alguien hace algo, no dudes en decírmelo - había dicho el gobernante antes de seguir su camino con Terry y aquel otro hombre - ¿Podrías llevar a este novato a su lugar correspondiente? - pregunto el gobernante hacia otro hombre que al parecer era un funcionario. - Su celda es la 214 - informo el gobernante.

- No se preocupe, yo me encargo de el - había dicho aquel otro hombre - Vamos, sígueme novato - había dicho de nuevo ese hombre comenzando a caminar hacia el área que seria el nuevo hogar de aquel castaño. - ¡Hey espera!, ¿adonde vas? - pregunto este funcionario a otro hombre que caminaba con rumbo hacia los baños.

- Ricitos de oro, no esta en su celda. Tengo que ir a buscarla - había dicho el otro hombre para seguir su camino.

- Maldición - había murmurado el funcionario antes de segur su camino hasta detenerse en la celda 214.

- Oye novato - lo llamo la voz de un hombre estando en la celda de al lado llamando la atención de Terry quien había llevado su mirada hacia aquel hombre que sonreía de una manera que no lograba entender - La celda 214 significa muerte, yo que tu comenzaría a dejar alguna carta de despedida

- ¿Qué estas queriendo decir con eso? - pregunto Terry comenzando a tener una especie de miedo invadirle tras lo que aquel hombre a su lado había dicho.

- La ultima vez que alguien estuvo en la celda 215 termino muerto - había comenzado a decir - si no moriste afuera, morirás aquí adentro - comento el chico tras notar la confusión de Terry- ricitos de oro no es dulce y no durará en matarte cuando te tenga como su nuevo compañero.

- Ricitos de oro - repitió Terry a mismo tiempo que recordaba que aquel sobrenombre lo había únicamente escuchado con el otro funcionario - ¿Quién es ricitos de oro?.

- Ricitos de oro además de ser tu nueva compañía, es seguro que será...

- Cierra tu boca Messina - había ordenado el funcionario tras abrir la celda - ¿Acaso olvidaste que es prohibido hablar entre los pasillos?, por que de no ser así podría fácilmente...

- Ya losé, no es necesario que te pongas de mal humor - había interrumpido el hombre - Solo quería divertirme un poco - había dicho antes de alejarse de la puerta.

- Terruce Granchester, celda numero 214 - había dicho aquel funcionario mientras se abría ante el las dos puertas. - Esto es todo, bienvenido a tu nuevo hogar - había dicho aquel hombre tras quitar las esposas de las muñecas de Terry para así dejarlo libre de ellas en aquella especie de pequeña habitación.

Unos pasos corriendo a través de aquellos pasillos habían llamado la atención de aquel funcionario quien sonrió como si supiera de quien se acercaba.

- Llegas tarde - susurró aquel funcionario.

- Vete por donde viniste, no quiero tener a nadie en mi celda.

- No puedo irme sin antes, presentarte a tu nuevo compañero - había dicho aquel funcionario mientras hacia espacio para la mirada verde esmeralda de aquella rubia pudiera ver a quien seria su nuevo compañero.

- ¿Terry? - había soltado en apenas un hilo de su voz que al parecer se había escapado tras sus ojos ver a aquel castaño de ojos azules mismo que había sido dueño de su felicidad como de sus lágrimas en un pasado que Candy aun estando ahí, recordaba como si fuera en su presente.

- ¿Candy? - había dicho la voz de Terry haciendo sin saber que Candy se diera cuenta que en efecto la presencia de Terry ahí en ese lugar era tan real que no podía ser un sueño o truco de su mente jugando con el deseo ferviente de su corazón de al menos ver a aquel chico una vez mas aunque eso significará que fuera la ultima vez lo que hiciera.