Un año después…
Vivir a las espaldas de la organización, no era algo precisamente fácil de hacer. Los primeros seis meses había sido más que duros para ambos, y a la pelirroja no le habían faltado ganas para entregarse.
Pero ahí estaba su oportunidad, y Gin no estaba dispuesto a desaprovecharla.
Agarró su mano para no perderla entre la multitud de la calle y aceleró el paso al ver que las primeras gotas descendían de las grisáceas nubes de la tarde.
Un paseo por la calle, una tarde en el cine o el la librería…todo tenía un aura distinta desde que estaban ahí. La preocupación no había desaparecido, pero todo era extrañamente más calmado.
"Paremos aquí." Le desvió dando un pequeño tirón de su mano para parar bajo el toldo de una tienda cercana.
Era la típica lluvia de verano que caía mucho durante unos minutos y luego paraba de golpe. La mayoría de peatones miraba la lluvia molestos, pero a ella le encantaba. Estiró una mano para poder tocar la lluvia y sonrió al notar las gotas chocar contra la palma de su mano.
Gin se sacudió las gotas que habían caído en sus hombros y se giró para contemplarla a la vez que el olor a asfalto mojado llegaba a su nariz.
Seoul no era la ciudad en la que se hubiese imaginado acabar viviendo, pero extrañamente no le disgustaba. Los millones de personas que cruzaban sus calles día a día, hacían que sus sombras pudiesen caminar con mucha más discreción. Japón no era el mejor lugar para los traidores y ellos ya habían acumulado demasiados malos recuerdos en una misma ciudad.
Corea estaba siendo un buen primer capítulo para ambos, que no estaban dispuestos a volver a las cadenas del pasado. Gin giró la cabeza para contemplarla mientras pensaba en lo bien que parecía haberle sentado ese cambio de aires a la pelirroja.
Su pelo rojizo ligeramente más largo ya pasaba de sus hombros, al contrario del suyo, que no había dudado en cortarse la melena hasta la mitad de su pelo. No había sido capaz de cortárselo bien corto, aún así esa media melena conseguía ser menos llamativa que la anterior.
Apretó la mano que seguía entrelazada a la suya y reanudó el paso una vez acabó la lluvia. El ambiente había refrescado y la tarde estaba a punto de darle la bienvenida a la noche. Llegaron a la zona donde habían conseguido un apartamento y ella le frenó antes de que tuviese tiempo a sacar las llaves para abrir el portal.
"¿Cenamos algo?" Preguntó inclinando la cabeza hacia el pequeño restaurante que había justo al lado.
Era sencillo y anticuado, pero servía unos fideos bastante buenos. No les gustaba frecuentar un mismo local más de la cuenta para evitar problemas futuros, pero ese restaurante les daba mucha comodidad y era la opción más cercana a su apartamento para comer algo rápido.
"Que bien huele." Comentó ella nada más sentarse a esperar el pedido.
Él rió al ver lo contenta que se había puesto repentinamente. Era una chica fría, seca y sobretodo distante, pero momentos como esos, en los que conseguir un simple plato de fideos le sacaba una sonrisa, le recordaban la joven adulta que era.
"Acabo de recordar que ayer sobró algo de cena, voy a decirle al camarero que anule el pedido." Bromeó mientras la veía apagar su sonrisa para asesinarle con la mirada.
"Ni se te ocurra." Contestó señalándole con el dedo índice. "No voy a dejarte marchar antes de que pagues la comida."
"De eso nada, hoy pagas tú." Continuó bromeando.
"¿Qué?" Preguntó alzando una ceja. "Tú eres el que tiene el dinero, además yo ya te dije de conseguir un trabajo parcial, pero alguien se niega a dejarme que consiga un trabajo.
"
Gin rió ligeramente y bebió de su botellín antes de sacar la cartera y pagar la comida cuando el camarero les sirvió.
Se quedó contemplándola mientras acababa su cena con más lentitud que ella. La pequeña mocosa se había transformado en una adolescente encantadora, y años más tarde, se había convertido en una mujercita capaz de atraer cualquier mirada.
"¿Qué pasa?" Preguntó ella al notar su mirada sobre ella.
El rubio rodó los ojos y acercó su pulgar a su mejilla para limpiar una pequeña gota de salsa cerca de la comisura de sus labios. Ella se sonrojó con su gesto y cogió una servilleta para limpiarse los labios antes de continuar comiendo más tranquilamente.
"No entiendo como puede gustarte tanto este lugar." Comentó Gin dejando los palillos a un lado y peinando su pelo hacia atrás. "No es más que un antro y aunque la comida sea buena, tampoco es lo mejor de la ciudad."
"Hola preciosa, no te había visto llegar." Intervino la dueña del negocio, Jiyu, una señora en edad de jubilarse que seguía manteniendo ese local para poder ayudar a sus dos hijos, que pese a tener un trabajo, no ganaban lo suficiente como para pagar sus hipotecas y poner todos los días un plato sobre la mesa. "Veo que ya habéis cenado."
Gin vio como la pelirroja cambiaba su atención para dedicarle una dulce sonrisa a la mujer y él rodó los ojos entendiéndolo todo.
"Me han traído un té verde de muy buena calidad, ¿queréis probarlo?"
Gin negó con la cabeza acabando su botellín de cerveza, pero la pelirroja asintió pronunciando un gracias casi en un susurro.
"No deberías mantener contacto con nadie." Le advirtió en un susurro después de que le sirvieran el té.
"Solo soy agradable con quien merece que lo sea." Se defendió. "Además, tú eres un aburrido."
"¿Perdona?" Preguntó ofendido.
Ella rió antes de soplar su té para probarlo. "No te enfades, no me disgusta conversar contigo, pero hay veces que es muy difícil hacerte borrar ese maldito ceño fruncido." Explicó apoyando un dedo sobre la arruga de su frente.
Gin se quedó sorprendido un par de segundos, pero no tardó en volver a su rostro normal. Era difícil vivir olvidando el pasado, las costumbres no desaparecían de un día a otro.
"Bueno…al final no ha sido un año tan malo, ¿no?" Preguntó alzando una mano para que Jiyu se acercase. "Dos cervezas más por aquí, Jiyu."
"Pero, ¿tú no querías volver rápido a la habitación?" Preguntó Shiho confundida antes de recibir la cerveza. "¿A que viene esto?"
"Estoy tratando de ser más divertido, ¿no lo ves?" Preguntó alzando la comisura de su boca antes de darle el primer sorbo.
"Pero, yo todavía estoy por el té." Contestó señalando la taza con el contenido por la mitad.
"Entonces significa que se te acumulan las bebidas." Bromeó.
La pelirroja rodó los ojos antes de apartar el té y coger el botellín frío para acompañarle. "¿Con esto vamos a tener conversaciones que no incluyan disparos o sangre?"
"Puede." Contestó encendiendo un cigarrillo. "Aunque hay que admitir que el peligro siempre hace las historias más interesantes."
La luna llena hacía que la noche se viese brillante, se escuchaban las copas de los árboles balancearse con el viento y el ruido de la música y la gente charlar en el interior de la casa. La mansión estaba llena de agentes policiales de varios campos y de amigos íntimos de la familia Kudo, todas esas personas indispensables estaban ahí. Todas menos una.
"¿Vas a quedarte aislado de la fiesta?"Preguntó Shinichi acercándose a su lado para apoyarse en la barandilla.
"Solo he salido a fumar y a tomar un poco el aire."Se excusó sacando otro cigarrillo de su paquete.
"Venga…Akai." Rechistó un poco agobiado de la preocupación de su compañero. "Todos sabemos que este caso no es fácil y hemos aprendido a las malas que derribar algo como la organización no puede hacerse descuidadamente, ni rápido y mal…pero nuestras vidas no pueden parar por ello." Dijo intentando abrirle los ojos.
"Estoy bien, deja de preocuparte. Esta fiesta es por vosotros, deja de perder el tiempo aquí."
"Solo estoy tomando el aire." Se excusó de la misma manera que él.
Shuichi sonrió por primera vez ese día e intentó apartar los problemas lo que quedaba de noche. "Debes estar muy contento, enhorabuena por el compromiso."
"Gracias." Contestó con una sonrisa a la vez que se peinaba el pelo con los dedos, apagando la sonrisa un par de segundos después. "Tengo ganas de escuchar las malas bromas que tenga que decirme cierta pelirroja al respecto, pero me siento feliz."
Akai sonrió con tristeza y sus puños se apretaron ligeramente nada más recordar al rubio con el que había desaparecido. Esperar a encontrar un rastro sobre ella, le exprimía la paciencia.
Gin palpó la cerradura con las llaves mientras intentaba abrirla a tientas.
"Creo que te has divertido demasiado, ¿Algún problema con la puerta?" Se burló Shiho poniendo una uña entre sus labios mientras sonreía pícaramente.
Gin gruñó pero un par de intentos después la cerradura cedió y él hizo un gesto para que entrase primero. La pelirroja entró sin apagar la sonrisa y se dirigió al pequeño sofá para sentarse en uno de los extremos.
No sabía si podían llamar a eso apartamento, al fin y al cabo solo era una habitación pequeña con una habitación y un baño y cocina diminutos. Pero en compañía de Gin, parecía un búnker.
"Vaya, ¿No hemos acabado?" Preguntó al ver que el rubio sacaba dos botellines más de la nevera antes de sentarse en el sofá y ofrecerle uno de ellos.
Ella lo aceptó y le dio un sorbo tranquilamente antes de inclinarse ligeramente para quedarse observándolo.
Su aspecto no había cambiado mucho, su pelo era más corto, sí, pero su rostro y cicatrices tenían el mismo aspecto. Sus gestos y reflejos seguían teniendo esos dejes del asesino que había sido gran parte de su vida.
"¿Hay algo que llame tu atención?" Preguntó al sentirse observado.
Ella negó con la cabeza a la vez que cogía uno de sus mechones rubios entre sus dedos. "No acabo de acostumbrarme a tener el pelo más largo que tú."
"Bueno, ya sabes, tenía que hacer algo para que las mujeres dejaran de mirarme." Bromeó haciendo que ella riera. La mejor manera de afrontar la mierda del FBI y la organización, era burlarse de ello. "Con este corte, puedo decir que he olvidado hasta de disparar."
"Oh, ¿De verdad?" Preguntó inclinándose un poco más. "Veo que te has adaptado muy bien a la civilización, ¿Te gusta la vida del humano corriente?"
"La odio." Contestó antes de darle otro sorbo a su cerveza. "No es más que una cárcel distinta a la que teníamos, pero al menos esta vez nosotros decidimos como joder nuestras vidas."
Ella asintió antes de darle un sorbo a su botellín y giró su mirada hacia la venta para mirar hacia el exterior con el rostro pensativo. No solían hablar sobre ese tema, intentaban vivir y pasar los días dejando atrás los problemas del pasado, pero ella sentía que esos problemas no estaban cerrados y no podía evitar seguir vigilando su espalda con miedo de que algún cuervo aparezca para acecharlos.
"Tú podrías tener otra oportunidad…Sherry, tú no eres una rata que tiene que esconderse por las cloacas de la ciudad, después de este año…las cosas podrían ser mucho mejores para ti." Comentó Gin dejando el botellín vacío sobre la mesa. "Deberías pensar en volver a Japón. Puedo ayudarte a ponerte en contacto con Akai y aquel intrépido detective. "
"No, Gin. No quiero volver." Seguía extrañándolos y no mentía al decir que quería saber de ellos, pero no estaba lista para volver ni mucho menos para romperse frente a ellos.
"No es seguro que sigas mi camino."
"¿Acaso nos ha ido mal este año?" Preguntó girándose para mirarle un poco confusa.
"¿Acaso te ves capaz de vivir escondida toda la vida?" Preguntó de vuelta. "Yo habré cambiado los años que estuvimos separados, pero tú también lo has hecho. Siempre has sido distinta y conozco tus emociones. Sé que los extrañas y que no dejas de pensar en ellos…"
Ella se levantó del sofá con el ceño fruncido y el paso un poco dudoso. "Mira, si lo que quieres es deshacerte de mí para continuar por tu cuenta, solo tienes que decírmelo."
"Sherry, no te estoy diciendo eso."
La pelirroja cogió la primera mochila que encontró y la llenó con las pertenencias que encontraba.
"¿Qué estás haciendo? ¿A dónde pretendes ir a esta hora?" Preguntó levantándose para frenarla. "Estás borracha, deberíamos hablarlo todo mañana con más calma."
"No es necesario, creo que lo he entendido todo a la perfección." Protestó consiguiendo soltarse de su agarre y llegar a la puerta.
"¡Sherry!" La siguió logrando agarrarla antes de que cruzase la puerta. "¡¿Es que no ves lo peligroso que es que te vayas sola a estas horas sin saber siquiera donde?!"
"¡¿Acaso te importa?!"
"¡Claro que me importa!" Contestó apretando contra la puerta ahora cerrada.
"¡Hay gente que intenta dormir!" Se escuchó quejar a uno de los vecinos, haciendo que ambos dejasen de alzar la voz.
"Tranquilízate." Le dijo Gin con un tono más suave, cogiendo sus mejillas entre sus manos a la vez que veía como temblaba ligeramente. "No quiero deshacerme de ti, solo quiero ponerte a salvo."
"No necesito un salvador, Gin… y sé que es difícil encontrar paz entre la violencia que nos rodea, pero no puedes decirme que no tiene sentido intentar seguir hacia adelante."
"Está bien." Cedió apoyando su frente con la de ella. No quería pelear con ella cuando era lo mejor que le quejaba.
