Disclaimer: Naruto y todos sus personajes pertenecen a Masashi Kishimoto.
Notas: Este drabble corresponde al día 7 del SNStober, con el Prompt "Hurt and comfort". Como se relaciona con esta historia, decidí publicarlo aquí también. Si quieres echarle un vistazo a la historia principal, busquen "Noches de lluvia, días de sol" en mi perfil 😊
Dedicada a Norilucas, por siempre estarme oyendo parlotear sobre nuevas ideas de fics que no han visto la luz del día y por seguir animándome a escribir 😊
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SNStober día 7: Hurt and comfort
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La noche estaba quieta. El canto de los grillos se escuchaba a la distancia. Hubiera sido un momento relajante y tranquilo de no ser por lo apretujado que se encontraba su pecho en ese instante.
Cortaba zanahorias, el filo del cuchillo deslizándose diestramente hasta que se topó con su dedo, arrancándole un quejido y una maldición.
Apresuradamente se apartó para no ensuciar la comida con su sangre, abrió la llave y dejó que la fresca agua se llevara todo ese líquido rojizo, dejándole ver el corte con nitidez.
Suspiró, conteniendo las lágrimas que le picaban los ojos.
¿Cuándo se había convertido en un niñito llorón?
— ¿Naruto? —escuchó la voz de su esposo detrás de él. Probablemente había escuchado el momento en que abrió su propia carne con el cuchillo. Pero no le contestó, y se negó a voltearse a mirarlo.
Pronto, la mano que mantenía bajo el flujo de la llave fue apartada de ahí y atraída hacia la oscura mirada del alfa, quien escudriñó su mano con atención. Al notar la herida y la zanahoria a medio picar, exhaló con resignación.
—Idiota. —murmuró el pelinegro, cerrando la llave y envolviéndole la mano con un pañuelo limpió que traía en el bolsillo. —Por eso tienes que dejar que yo cocine.
—Bastardo, ¡también necesito aprender a alimentarme por mi cuenta! —hizo un puchero, pero no apartó la mano y permitió que Sasuke la mantuviera entre las suyas.
Sí, Naruto nunca había sido muy dado a la cocina. En eso se parecía a su madre. Por eso, era su esposo quien normalmente cocinaba para ambos cada que podía. Sin embargo, Sasuke no estaría siempre para hacerlo, así que él también debía esforzarse por aprender, ¿no?
—Aprenderás, pero cuando tu mano esté curada.
Los hombros del rubio cayeron con desgane. Resignado, se sentó en el comedor, observando a su esposo picar el resto de las verduras y preparar curry como solo él sabía hacerlo.
Naruto prestó atención a cada detalle, deseando poder grabarlo en su memoria para siempre. La manera en que Sasuke se movía, manipulando los ingredientes tranquilamente y con destreza, como alguien que sabía lo que estaba haciendo. Lo observó preparar las verduras y la carne, y luego dejar el curry cocinándose en una olla. Habría suficiente para comer al día siguiente.
Pero ni siquiera la idea de comer algo delicioso logró levantarle el ánimo. Lo único que pasaba por su mente era el temor de que esta fuera la última vez que viera a su esposo hacer algo tan simple como preparar una comida.
Pasó un rato antes de que la comida estuviera lista, tiempo durante el cual ninguno de los dos habló. Simplemente se hicieron compañía en silencio.
Comió sin apetito, sin sentirse capaz de disfrutar de uno de sus platillos favoritos. Podía percibir la mirada de Sasuke fija en él, pero no se sentía lo suficientemente valiente para alzar la suya. Si lo hacía, temía echarse a llorar como un bebé, como si fuera un chiquillo escandaloso que no podía controlar sus emociones en lugar del adulto que en realidad era.
Sasuke lavó los platos y Naruto no protestó. Se quedó ahí, observándolo, hasta que no soportó más y se fue a su habitación. Una vez cambiado de ropa se sentó en la cama, su mirada fija en el piso y la cortadura en su mano ardiendo ligeramente.
Un hundimiento a su lado en el colchón le hizo saber de la presencia de su esposo.
—Háblame, Naruto.
Oír su voz fue como la gota que derramó el vaso. Pronto, las lágrimas caían como cataratas por sus mejillas, la angustia en su alma obligándolo a liberarlas de manera precipitada. Sasuke había tomado su mano sana entre las suyas, sin sorprenderse por su repentino llanto y sin intentar hablar para consolarlo.
— ¿C-Cómo puedes estar t-tan tranquilo? —consiguió decir en medio de un sollozo, finalmente alzando la vista para encontrarse con ese par de lagunas de ébano que lo habían enamorado hace muchos años. —Como si nada ocurriera, c-como si no te importara.
Pálidos dedos acariciaron sus mojadas mejillas, intentando inútilmente limpiar sus lágrimas.
—No es así.
— ¿Entonces?
—No quiero que mi último recuerdo contigo sea opacado por esos sentimientos.
Sus palabras solo hicieron que su llanto se incrementara, y buscó consuelo en un abrazo desesperado.
—Lo siento, lo siento…—murmuró sin cesar contra su cuello. —Pero tengo tanto miedo. —susurró contra su piel, sintiéndose increíblemente vulnerable al admitir su debilidad.
Las manos del alfa le recorrieron la espalda despacio y su mejilla se apoyó contra su sien.
—También yo.
Terminaron acostados en la cama, abrazados, buscando un consuelo que realmente no llegaría.
—No quiero que te arranquen de mis brazos. —habló en un murmullo el rubio, aferrándose a su pareja y respirando profundamente en su aroma. —Tu lugar es aquí, para siempre.
—Estoy aquí ahora. Lo que pase en el futuro no es nuestro problema aún.
Naruto lo sujetó con más fuerza, cerrando los ojos cuando sintió unos dedos jugando con su cabello y deslizarse con paciencia sobre su cuero cabelludo. La otra descansaba en su cadera, dibujando círculos imaginarios en el atisbo de piel desnuda que se asomaba por su ropa para dormir.
Tal vez despertaría mañana y se daría cuenta de que todo era un simple mal sueño. Se levantaría de la cama para encontrar a Sasuke haciendo el desayuno, comer juntos y luego despedirse cuando ambos salieran a trabajar. Regresar a casa en la tarde para intentar preparar algo de comer para cuando su alfa llegara a casa.
Podría ser algo medio crudo o medio quemado, y Sasuke usualmente no tenía pelos en la lengua para señalar las fallas en la comida, pero siempre se la comía de todas formas, aunque eso significara sufrir de algún malestar de estómago más tarde. Su excusa siempre era la de "no desperdiciar la comida", pero Naruto sabía que lo hacía solo porque él la había preparado.
Y, bueno, era consciente de que sus habilidades en la cocina no eran las mejores, muchas veces él mismo sufría las consecuencias, así que realmente no se ofendía por ello. Simplemente era divertido discutir.
No quería perder eso. No quería que Sasuke se fuera. Quería que el mundo pudiera arreglar sus problemas solos sin arrastrar consigo a gente inocente.
—Debería poder ir contigo. —soltó de repente y escuchó a Sasuke suspirar. No era la primera vez que tocaban el tema, y tampoco tenía sentido discutirlo.
—Por primera y única vez en mi vida estoy agradecido de que ser omega te impida hacer algo.
Naruto lo golpeó en el pecho, sintiéndose molesto de repente. Sentándose en la cama, lo miró atentamente.
— ¡No me trates como si fuera un debilucho, bastardo!
—No lo hago. —le respondió con simpleza y, a pesar de lo dicho anteriormente, Naruto sabía que era honesto. Sasuke nunca había pensado menos de él por su subgénero y nunca lo degradó por ello. —Pero soy egoísta, Naruto. No me importa si me voy, te quiero aquí sano y salvo.
El rubio apretó los labios, sintiendo como las ganas de llorar regresaban, pero no las dejó ganar.
—No es justo. —murmuró, dándose por vencido y regresando a los brazos de Sasuke.
—Deja de pensar en eso ahora.
—Lo dices como si fuera tan fácil.
Sus párpados se juntaron cuando una cálida boca buscó la suya. Sus labios se acariciaron despacio en un contacto gentil y húmedo, y Naruto ni siquiera protestó ante la evidente distracción. Tal vez, solo por esta noche, podrían olvidarse de lo que les deparaba más adelante. Tal vez, solo por esta noche, podrían fingir que todo estaría bien.
Entre besos y caricias, Naruto decidió olvidarse del mundo. Dejó que todo se redujera a ellos dos, juntos, entre las sábanas. Cada toque, cada roce no era otra cosa más que declaraciones de amor silenciosas. Seguro su yo del futuro lo envidiaría infinitamente.
Ahora, acurrucado junto a su marido, era el único lugar donde quería estar.
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N/A: Como pudieron notar, esta historia se ubica cronológicamente antes de "Letras en la oscuridad".
Pueden leer la historia principal en mi perfil, búsquenla como "Noches de lluvia, días de sol".
