Si me besas - fic
Cap. 6 - Ofrecimiento de trabajo.
- ¡Neji! - Exclamó felizmente la ojiperla al ver llegar a su primo al tiempo que se paraba de su sillón preferido para recibirlo con un fuerte abrazo.
- ¿Qué es lo que pasa Hinata? ¿Sucede algo? - El castaño estaba extrañado por la actitud tan repentina que tomaba la ojiperla, pues la última vez que la había visitado no habían terminado muy bien.
- Pasa que… ¡Quiero a Naruto Uzumaki para mí! - Comentó alegremente.
- ¿Cómo? – Exclamó sorprendido el Hyuga, de hecho se encontraba aturdido por tal afirmación, no se explicaba qué había pasado con su prima para que tomara tal decisión de la noche a la mañana, pues si mal no recordaba, precisamente el día anterior ella quería acabar con el rubio y ahora…
- ¡Si, definitivamente estoy súper segura! ¡Quiero a Naruto Uzumaki para mí! - Repitió la ojiperla más entusiasmada de lo normal, pero captó que su primo la veía muy confundido - O sea, como mi custodio obviamente. - Explicó irónicamente.
- Hinata…
- ¡Hey, hey, hey, no te hice venir aquí para escuchar excusas, ni comentarios pocos interesantes! ¡Sólo quiero que me consigas a Naruto Uzumaki y punto! Ya no te pediré más. - Aclaró la Hyuga. - Será un trato entre los dos, lo prometo. - Dijo sonriente.
- Mmm… está bien. - Respondió el castaño no muy convencido de que lograra que el Uzumaki aceptara ser el custodio de su prima, y menos que ella dejara de pedir favores. - Veré que puedo hacer. - Comentó dándose la vuelta para salir de ahí.
- ¡No, no! - Exclamó la Hyuga antes de que saliera su primo. - No vas a ver que puedes hacer, o sea… ¡Lo vas a hacer! No te estoy dando una orden, estamos haciendo un trato. ¡Tienes que captarlo Neji! Me consigues a Naruto Uzumaki y ya. Todo acaba y no pediré más favores. - Dijo, pero el ojiperla no respondió nada, solo se dedicó a soltar un suspiro muy pesado.
- Hinata… a ver si me entiendes. - Soltó un poco fastidiado porque su prima entendiera la gravedad del asunto. - Naruto Uzumaki ha sido custodio de políticos y estrellas de talla internacional…
Antes de decirle a su prima que el rubio no aceptaría ser su custodio por cómo lo trató cuando lo conoció, mejor decidió explicarle lo más coherente para que la Hyuga desistiera de su capricho. Sin embargo, esa explicación provocó el enojo de Hinata y lo miró con ganas de quererlo ahorcar en esos precisos momentos.
- ¿Aja, y que más? - Preguntó cortante, conteniendo las ganas de gritarle a Neji, si no iba en esos momentos por el Uzumaki.
- ¡Entiende! Él es el jefe de seguridad del Hotel más importante de todo Japón. - Terminó por explicar, rogando por que la Hyuga entendiera que no fácilmente conseguiría que el rubio fuese su custodio.
- Ok… - Contestó la ojiperla con un dedo sobre su mentón, mientras simulaba estar recordando algo - Emm… déjame ver… ¡Ah, sí!… ¡Yo soy Hinata Hyuga! ¡¿Aja?! ¡¿Y cuál es la diferencia?! - Preguntó muy irónica mientras movía sus manos simulando como si fuera una balanza. - O sea… no entiendo. ¡¿Cuál es el punto?!
- Hinata, quizás a ti no te importe saber esto pero mi deber es ponerte los pies sobre la tierra. - Dijo recordando lo que la noche anterior había platicado con su amigo. - Entiende que no todo lo que quieras lo vas a tener. Aparte… Naruto Uzumaki no es custodio para ti. - Aclaró haciendo que la ojiperla lo mirara con odio, pues se había dicho que su custodio tendría que ser el rubio o el rubio, no había de otra.
- ¡¿Ah no?! - Respondió ante su afirmación. - ¿Y cómo por qué eh? - Cuestionó molesta. - ¿Por qué Naruto Uzumaki no es custodio para mí?
- Mira… tú quieres un guardaespaldas para que lo puedas manejar a tu antojo. - Afirmó Neji con una leve esperanza de que la ojiperla comprendiera. - Y bueno, Uzumaki no es de esos tipos que se dejan manipular, a parte…
- ¿Ah no? - Exclamó enfurecida interrumpiendo cualquier otra cosa que diría su primo. - Ahora con mayor razón, ¡Quiero a Naruto Uzumaki! - Dijo alzando la voz.
…
- Toma, se te cayó esto. - Dijo entregándole a su abuelo la revista que le había decomisado a su hijo la noche anterior.
- Jejeje… - Soltó una risita nerviosa pues veía la molestia que traía en esos momentos su nieto. - Oh vamos Naruto. ¡Fue un accidente! - Dijo suplicante para que el rubio no le reclamara.
- ¡¿Un accidente?! ¡Por Dios, ero-senin! ¡Kawaki es solo un niño de no más de cinco años! Y en vez de ver dibujitos y caricaturas, ¿Tú le enseñas a ver ese tipo de conejitas? - Cuestionó muy molesto, haciendo que el peliblanco levantara el dedo para pedir la palabra, cosa que enfureció más al rubio pues esa pregunta no era para que su abuelo la respondiera. - Jiraiya… entiende que mi hijo no puede ir por la vida mirando esas cosas.
- Perdón Naruto… - Dijo un poco avergonzado por lo que había causado. - Yo no… - El rubio notó que al peliblanco le embargaba un semblante de tristeza al ser regañado y pronto soltó un suspiro al recordar que él era el único apoyo que tenía en esos momentos.
- No, perdóname tú a mí, no debí hablarte así. - Dijo un poco culpable por haberle hecho sentir mal. - Te agradezco el que cuides de Kawaki pues sin tu ayuda no sé qué hubiera hecho… la verdad eh tenido muchos gastos últimamente y no me alcanza para contratar a una niñera… y tú eres el único quien me ayuda, ya que Tsunade es doctora del hospital de Konoha y casi nunca la vemos… - Comentó un tanto frustrado por su situación.
- Naruto, es mi culpa. Te aseguro que no volverá a pasar, ya que me divierto mucho cuidando a ese pequeño monstruito. - Dijo con ternura en cada una de sus palabras.
- Gracias ero-senin! - Exclamó felizmente el rubio. - Te aseguro que muy pronto las cosas cambiarán.
- Eso espero. - Respondió el peliblanco mientras le devolvía la sonrisa. - Bueno, apresúrate que ya se te hace tarde. - Dijo mientras le pasaba su saco color negro al rubio.
- Si, bueno. Nos vemos. - Se despidió tranquilamente mientras salía de su departamento.
…
Hinata Hyuga se encontraba en la bañera cantando muy feliz, pensando en que pronto tendría a un nuevo custodio y que aparte de todo, era sumamente sexy. Pensaba en cómo sería su vida al lado de aquel rubio y pronto sus pensamientos la hicieron cuestionarse.
- Naruto… ¿Qué haré contigo? - Se dijo para sí misma. - ¡Ya quiero tenerte! Quizás te lleve primero a que conozcas a mis amigas… ¡Seguramente se infartarán al saber quién es mi custodio! - Pensó muy feliz para después seguir cantando mientras se bañaba.
…
- A ver pequeño ero, sal de tu escondite. - Dijo el peliblanco al mirar por debajo de la mesa.
- ¿Estas enojado conmigo abuelito? - Preguntó muy inocente el pequeño pelinegro mientras salía por de bajo de la mesa.
- No, no, que va… solo que tu padre se enojó y me regañó por tu culpa. - Comentó el peliblanco falsamente indignado.
- ¡Nooooo! ¡¿Por qué?! - Exclamó tristemente el pequeño al tiempo que abrazaba al peliblanco por las piernas, pues era hasta donde llegaba.
- ¿Por qué será Kawaki? A ver dime, ¿Qué estabas viendo anoche? - Cuestionó como si no supiera nada.
- A tus conejitas. - Respondió haciendo un puchero.
- ¿Y con permiso de quién? - Preguntó nuevamente el peliblanco.
- ¿Cómo que de quién abuelito? Si tú me las prestaste. - Recordó el pequeño pelinegro mientras le sonreía.
- ¿Ah si? Umm… no me acuerdo, - Dijo el peliblanco mientras ponía una mano sobre su mentón, simulando estar recordando en qué momento le había prestado aquella revista a su travieso bisnieto. - ¡Ah, bueno… si te lo presté o no, creo que ya aprendiste un poco sobre la anatomía de las mujeres! Jejeje - Sonrió pervertidamente mientras le alborotaba la cabellera azabache a su pequeño bisnieto.
- Jejeje… - Le siguió con la risita el pequeño Kawaki. - Etto… ¿Qué es anatomía? - Preguntó inocentemente.
- ¡Oh, pensé que nunca lo preguntarías ero-peque! Jejeje… ¡Déjame te lo explico! Jijiji - Respondió exageradamente alegre aquel peliblanco.
…
- ¡NO! - Exclamó harto de oír súplicas y sugerencias de aquel chico que llevaba más de media hora persiguiéndolo por todo el lobby del hotel para que aceptara su propuesta de trabajo, o más bien la propuesta de trabajo de su prima.
- Uzumaki, por favor acepta. - Pidió desesperado el castaño al ver que no podía hacer cambiar de opinión a aquel rubio. - ¡Terco, igual que Hinata! ¡¿Por qué diablos no puedo hacerlos cambiar de opinión?! - Se dijo muy furioso consigo mismo.
- ¡Ya dije que no y menos si es para custodiarla a ella! - Respondió muy indignado pues se acordaba de todas y cada una de las humillaciones que tuvo que pasar y sufrir desde que conoció a la Hyuga.
- Esta bien, ya no te rogaré más. - Terminó por decir Neji al darse cuenta de que el ojiazul se estaba enfadando más de lo normal. Se dio media vuelta y salió de aquel lugar.
Naruto solo lo vio alejarse mientras soltaba un profundo suspiro.
- ¿Ahora que planeas hacer conmigo?… - Se dijo lamentándose mientras miraba hacia arriba. - Seguramente es otra de tus humillaciones… ¿Qué diablos es lo que planeas ahora…. Hinata Hyuga? - Con ese pensamiento se adentró al Hotel donde aguardaba su trabajo.
…
Ya había pasado más de dos horas desde que su primo había partido hacia el hotel, y todo por el capricho que se le pasó por la mente; pronto el timbre de la mansión sonó y Ten-ten rápido se apresuró a abrir.
- ¡Neji! - Exclamó felizmente la ojiperla al ver entrar a su primo. - ¿Y Uzumaki? - Preguntó viendo por todos lados.
- Hinata… - Suspiró su nombre pesadamente antes de decir lo que tenía que decirle. - Él dijo que no. - Soltó sin más, haciendo que aquellas palabras impactaran directamente en el orgullo de la Hyuga.
- ¡¿O sea cómo?! - Exclamó encolerizada. - ¡Cómo! ¡¿Te dijo que no?! - Gritó furiosa.
- Así Hinata, dijo NO. - Contestó sarcásticamente.
- ¡Ah, encima taquero! - Exclamó rabiosa. - O sea, se da su taco. - Dijo irónica, a lo que su primo roló sus ojos. - O sea, ¡¿Quién rayos se cree él para decirme a mí que no?! - Exclamó enfadada. - ¡O sea dime quién diablos es él!
- Naruto Uzumaki. - Respondió su primo sarcásticamente a su interrogante mientras se cruzaba de brazos.
- O sea, ¿Le hablaste de dinero no? ¿Le dijiste cuanto le íbamos a pagar, no? - Dijo calmándose, en cierta forma tenía la leve esperanza de que su primo no le hubiese hablado de dinero y que por ello el Uzumaki había rechazado su oferta.
- No Hinata, ni siquiera me quiso escuchar. Me dijo simplemente que no. - Respondió el Hyuga.
- ¡Ah! ¡¿Por qué no?! - Se dijo para sí misma al cruzarse de brazos y ver hacia una ventana que tenía cerca para pensar en lo que haría.
- ¡Hola! ¿Están ocupados? - Saludó Hiashi Hyuga al entrar a la sala y ver a su hija con una cara de pocos amigos mientras que su sobrino tenía una cara de fastidio.
- ¡Tío Hiashi! - Se reverenció rápidamente el castaño al verlo entrar.
- No te preocupes Neji, ¿Cómo estás? - Saludó amigablemente al palmearle la espalda.
- Bien tío, no me quejo. - Contestó el castaño.
- ¡Papi! - La Hyuga había ido hacia él con un puchero, típico de ella cuando quería algo. - ¡Qué bueno que llegaste, papi! ¡Papi ayúdame! - Exclamó tristemente para después irlo a abrazar. - ¡Soy la única hija que te quiere! ¡Tienes que ayudarme! - Pidió.
- ¿Y ahora qué le pasa a mi pequeña? ¿Quieres dinero? - Preguntó lo primero que se le vino a la cabeza.
- ¡No papi! - Respondió con otro puchero la Hyuga.
- A ver dime, ¿En qué te puedo ayudar mi pequeña Hime? - Dijo el Hyuga al acariciarle amorosamente la cabellera negriazulada a su hija.
- ¡Quiero a Naruto Uzumaki! - Pidió tristemente haciendo que sus ojos se aguaran.
- ¡Ah caray! - Exclamó el Hyuga muy preocupado.
- ¡Es que él es el único custodio quien me puede cuidar! - Dijo caprichosamente. - Ya que a tu hija, la otra hija que tienes, la más pequeña, la que no te quiere, le cumpliste su capricho, que fue en no despedir a ese guarro que tiene como custodio, y creo yo que lo más justo es que ahora me toca a mí, que me cumplas esto que te pido… - Dijo desesperadamente porque su deseo se cumpliera. - ¡Es más te lo ruego! ¡Te juro que ya no te volveré a pedir nada! ¡Solo lo quiero a él! - Pidió haciendo que varias lagrimas salieran de sus aperlados ojos. - ¡Por fitas! - Pidió entrelazando las manos a la altura de su pecho, mientras le otorgaba un puchero conmovedor digno de cualquier actriz.
El Hyuga se rascó la cabeza en signo de preocupación, pues no sabía que hacer. Se dijo que no perdía nada con contratar al rubio, pero en cierta forma le preocupaba su hija, ya que ella podía perjudicar al Uzumaki con cualquier acción que ella hiciera. Soltó un suspiro de resignación y acarició tiernamente la mejilla de su primogénita.
- Esta bien Hime.
…
Hiashi Hyuga no sabía en lo que se había metido al acceder a los caprichos de su hija. Se encontraba sentado en uno de los sillones que ofrecía el lobby del hotel para esperar al Uzumaki. Desesperadamente vio el reloj de mano que traía consigo, no le gustaba que lo hicieran esperar y el Uzumaki ya se había tardado más de quince minutos. Furiosamente se paró de su lugar y quiso ir por él, cuando vio que el rubio se acercaba hacia él.
- ¿Sí? ¿Lo puedo ayudar en algo? - Le dijo aquel rubio al acercarse al castaño.
- Naruto Uzumaki. - Dijo el Hyuga un poco autoritario.
- ¿Sí? - Se limitó a responder seriamente el rubio.
- Hiashi Hyuga. - Se presentó con un apretón de manos, el cual el rubio aceptó.
- Mucho gusto. - Contestó el ojiazul cortésmente. - Usted dirá. - Animó a continuar con cualquier cosa que ese extraño quisiera decirle.
- Soy el padre de Hinata Hyuga. - Comentó aquel hombre, haciendo que al rubio se le saliera el alma al escuchar aquel nombre.
- ¡Ah! - Soltó un poco sorprendido. - La conozco. - Respondió cortante.
- ¡Que bien! - Respondió el Hyuga sintiendo que esa respuesta podría facilitarle las cosas. - Bueno, pues… debo comentarle que estoy preocupado por la seguridad de mi hija… sé que usted es el mejor custodio de todo el país y quisiera contratar sus servicios. - Dijo muy sonriente pensando que el rubio aceptaría de inmediato.
- Muchas gracias, pero no. - Respondió muy cortante el Uzumaki, cosa que llegó a incomodar al Hyuga haciendo que su sonrisa se le borrara del rostro.
- No adelante una respuesta negativa antes de conocer la oferta. - Dijo sacando un pequeño papel de su bolsillo y su bolígrafo para anotar algo, cosa que no pasó de desapercibido por el Uzumaki.
- Muchas gracias pero no hace falta. - Dijo el rubio, antes de que el Hyuga le saliera con una sorprendente oferta - Estoy muy cómodo con mi trabajo y… no quiero cambiarlo. - Afirmó.
- Bueno… ponga una cifra. - Respondió el Hyuga mientras rayoneaba la cifra que había escrito antes en aquel papel.
- No tengo precio. - Se apresuró a contestar el Uzumaki. - Hago las cosas cuando quiero hacerlas… discúlpeme si lo ofendo, pero no me interesa custodiar a su hija. - Comentó cruelmente.
El Hyuga se apresuró a anotar una gran cifra sobre aquel papel y pronto estrechó la mano para que el rubio aceptara tomar aquella oferta. El ojiazul notó aquella acción tan desesperada del Hyuga y soltó una risa hacia sus adentros.
- Con permiso. - Dijo el ojiazul palmeándole la espalda para después salir de ahí.
Hiashi Hyuga se había quedado con la mano extendida y con un tic en el ojo, se sentía irritado, furioso, indignado, descolocado y encolerizado… por primera vez en su vida alguien había osado en rechazar su gran oferta, a él, a Hiashi Hyuga, el hombre más rico de todo Japón.
- ¡Maldito desgraciado, como se atreve! - Se dijo a sí mismo muy rabioso mientras le veía alejarse.
…
- ¡¿QUÉ?! - Exclamó la Hyuga al escuchar lo que su padre le contaba. - ¡No puedo creerlo! - Dijo muy indignada al pasarse una mano sobre la frente.
- ¡Pues créelo Hime! - Respondió su padre sentándose detrás de su escritorio. Ambos se encontraban en el despacho que el Hyuga tenía en su casa. - ¡El tipo ese me dejó con la mano extendida! - Expresó muy molesto. - Hinata… - Llamó de repente al verla mirar hacia la nada, como si estuviera pensando en algo malicioso. Pronto la sacó de sus pensamientos acaparando toda la atención de la Hyuga. - ¿No crees que debas desistir? Digo, puedo buscarte cualquier otro custodio. - Comentó al buscarle una solución a su hija.
- ¡No papi! - Exclamó tal cual niña caprichosa se tratase. - ¡Yo lo quiero a él! ¡Lo quiero! - Suplicó para convencer a su padre.
- Quizás tú quieras Hime, pero él no. - Respondió el Hyuga.
- ¡No, no, es que tu no entiendes papi! ¡No me importa lo que él diga, yo lo quiero a él y así va a ser! - Respondió muy decidida. - ¡Así tenga que ir yo misma por él, tendrá que ser mío!
- Hinata, ya te dije que él no quiere. - Interrumpió su padre haciendo que ella lo mirara muy enfadada con su comentario.
- ¡Él tiene que trabajar para mí! - Sentenció. - ¡Está decidido, punto! ¡Solo lo quiero a él! - Exclamó saliendo de aquel despacho más enojada de lo normal.
- ¡Hime ven! ¡Hime no me dejes hablando solo! ¡Hime! - Llamó su padre pero la Hyuga no hizo caso al llamado. - ¡Ay, esta hija mía! ¡¿En qué la eh convertido?! - Se lamentó para después dar un gran suspiro.
…
- ¡Ohhh! - Exclamaba muy asombrado el pequeño Kawaki ante la clara explicación que le ofrecía su bisabuelo paterno sobre la anatomía de las mujeres. - Abuelito, ¿Y a mí también me saldrán pechos tan grandes como esas niñas? - Preguntó muy curioso con su linda e inofensiva vocecita.
- No mi pequeño-ero. - Respondió cariñosamente aquel peliblanco.
- ¡¿Pero por qué?! - Cuestionó más curioso de lo normal el pequeño azabache.
- ¡Porque tú eres un niño! A los niños no le crecen los pechos, solo a las niñas. - Afirmó abiertamente, haciendo que el pequeño titubeara en preguntar lo que le había pasado por la cabeza en esos momentos.
- Pero entonces… ¿A mí no me crecerá nada? - Preguntó tristemente el niñito mientras empezaba a sollozar.
- Jejeje ¡Claro que si mi pequeño-ero, a ti te crecerá tu amiguito! - Contestó felizmente su bisabuelo.
…
Ya había pasado más de quince minutos desde que había llegado a aquel hotel solo con una meta fija: - "Conseguir a Naruto Uzumaki a como diera lugar o precio, solo para que trabajara con ella." - y si tenía que ir precisamente en persona para convencerlo, lo haría. Se encontraba sentada en uno de los sillones del lobby de aquel lugar, nunca en su vida había estado tan impaciente como en esos precisos momentos… impaciente era una palabra corta para describirla exactamente, miraba para todos lados esperando ver al rubio, su pierna derecha empezaba a moverse por sí sola mientras daba un gran suspiro cansado.
- ¡Uzumaki… a qué horas llegaras! - Pensaba impacientemente mirando otra vez por la puerta de acceso. - ¡Perfecto! - Se dijo felizmente al verlo entrar.
El rubio llegaba nuevamente a su trabajo después de la hora de descanso, el traía sus lentes de sol mientras se adentraba al lugar; había sido un día muy agitado y loco, en cierta parte estaba frustrado por lo que había pasado en la mañana, dos personas querían que él a fuerzas trabajara con su "pequeño tormento", como ahora le daba por nombrarla… ¡Si, esa chica lograba descolocarlo! Con solo acordarse de ella hacía que se sintiera indignado por como lo había tratado la última vez… pero también acordarse de ella le sacaba una pequeña risita por la conducta tan infantil que luego tomaba… sin duda Hinata Hyuga tenía cierto parecido a su pequeño hijo cuando éste hacía un berrinche.
- ¡Hola!
Escuchó su voz provenir desde el lobby, paró en seco su trayectoria y volteó hacia dicho lugar…
Y ahí se encontraba ella, "su pequeño tormento". Estaba sentada sobre uno de los sillones de cuero que tenía aquel lugar. Le sonreía descaradamente y le movía la mano en forma de saludo.
- Cínica. - Pensó al ver ese gesto tan amistoso que le otorgaba, acto seguido se quitó sus lentes para verla mejor, tenía el pelo recogido en una coleta alta, su vestimenta consistía en una blusa cuello de tortuga, manga larga color verde, apegándose celosamente a su cuerpo, dejando ver con ello su muy bien proporcionado pecho, aquella blusa hacía juego con un pantalón capri de mezclilla, unas sandalias blancas y un mini bolso del mismo color. - Pero… linda. - Se dijo sin quitar la mirada en ella.
Pronto se paró del sillón y empezó a caminar hacia donde el rubio se había parado para apreciarla; mientras caminaba le otorgaba su mejor sonrisa en años, tenía que admitirlo, aquel rubio se veía muy bien de traje y le había conmocionado verlo con aquellos lentes obscuros, pero nada mejor que ver sus dos zafiros puestos sobre ella; él no dudó mucho a que ella llegara a donde estaba y también fue acercándose por cualquier encuentro inesperado que tuviera con la ojiperla.
- ¿Sabes a qué vine no? - Dijo al llegar hasta él.
- No. - Se limitó a responder secamente el rubio, anteponiéndose a cualquier otra pregunta que le hiciera, pero internamente quería reírse… ¿La razón? En cierta forma le hacía gracia tenerla ahí
- ¡Ay, no te hagas! - Exclamó la Hyuga con un deje de reproche. - ¡Sabes perfectamente por qué estoy aquí! ¡O sea, te lo mandé a pedir con "n" (ene) cantidad de personas! Pero ya me di cuenta, eres un taquero. ¡Te das tu taco! - Dijo sarcásticamente. - O sea, está bien. Tuve que venir yo hasta aquí desperdiciando mi valiosísimo tiempo… ¡Pero esta bien, no me importa! - Aclaró ganándose una sonrisa irónica por parte del rubio. - ¡Quiero que seas mi custodio! - Exclamó muy decidida. - ¿Cuánto quieres? - Preguntó confiadamente queriendo escuchar una cantidad de dinero por parte del rubio.
- No me vendo. - Contestó sin más, haciendo que la Hyuga lo mirara furiosa. - Cuando dije que "no", le estaba contestando a esa preguntita que sabía que me iba a hacer. - Aclaró muy determinado para después ofrecerle una sonrisa sínica como ella lo había hecho anteriormente. - Eres muy predecible, ¿Sabes? - Afirmó sarcástico yéndose rápidamente de ahí para no escuchar más insultos ni reclamos por parte de la Hyuga.
Hinata quedó boquiabierta por lo último que le había dicho el rubio. Otra vez aquel tipo se había atrevido a ponerse al tu por tu, con ella y eso la enfureció aún más.
- ¡Cómo se atreve! - Exclamó para sí misma. - ¡No Uzumaki, esto no se va a aquedar así! ¡Tú trabajarás para mí aun así tenga que acosarte día y noche! ¡Tú serás mío! - Exclamó determinada al salir de aquel hotel.
…
El día se fue en un abrir y cerrar de ojos para el rubio. Desde que la Hyuga se fuera del hotel no lograba sacársela de la cabeza, aún así ya estuviera en casa descansando.
- ¿En qué piensas hijo? - La voz del peliblanco lo sacó de sus pensamientos.
- En un monstruo con cara de ángel. - Contestó desoladamente mientras daba un profundo suspiro para olvidarla.
- ¡Uy, eso me sonó a romance! - Respondió juguetonamente el peliblanco al darle una palmeada en la espalda.
- ¡¿QUÉ?! - Gritó muy exaltado. - ¡No, claro que no! ¡Yo nunca me enamoraría de esa mujer! ¡Es una caprichosa, egoísta, malcriada…!
- Jajaja… ¡Nunca digas esa agua no eh de beber! Porque más rápido cae un hablador que un cojo, recuérdalo muy bien hijo. - Comentó el peliblanco haciendo que el rubio abriera los ojos con nerviosismo.
- Pero yo no…
- Naruto, solo te estoy dando mi opinión… pero viéndote me doy cuenta de que te estás empezando a enamorar de ella, quieras o no. - Dijo sin tabulaciones. El rubio solo alcanzó a dar otro suspiro, sin duda su abuelo sabía más de él, que él mismo. - En fin, solo te recuerdo que mañana estaré ocupado, llevaré mis escritos a una editorial y…
- Entiendo ero-senin, no te preocupes. Yo veré que hago con Kawaki. - Interrumpió compasivamente el ojiazul ganándose una sonrisa de su abuelo.
- Gracias. - Respondió el peliblanco.
….
Al día siguiente, a pesar de haberse ganado un regaño por parte de sus padres la noche anterior, la Hyuga yacía en aquel lugar, buscando otra vez al rubio.
- ¡Hola! - Exclamó alegremente la Hyuga al llegar hacia donde se encontraba la recepcionista del Hotel. - Perdón. - dijo llamando la atención de la chica.
- ¿Sí? - Contestó amablemente la recepcionista.
- Busco a Naruto Uzumaki. - Dijo dándole una sonrisa.
- ¿Quién lo busca? - Preguntó muy curiosa aquella chica.
- ¿Eh? - Exclamó Hinata un tanto desconcertada y luego le otorgó una sonrisa irónica. - ¡Yo, obviamente! - dijo sarcásticamente para después reírse por su tonta respuesta, sin embargo la chica la miró con desconfianza.
- Etto… ¿Cómo se llama? - Preguntó tímidamente ganándose la desaprobación inmediata de la Hyuga.
- ¿No me ubicas? - Preguntó un tanto enfadada, a lo que la chica negó con la cabeza. Hinata quedó sorprendida pero antes de exaltarse, se dijo que lo mejor era resolverlo al modo de su padre. - ¡Ah, bueno "x" (equis), creo que mi nombre no es importante! - Exclamó irónicamente más para sí que para la recepcionista. - Lo importante es… - decía sacando cinco billetes de 500 dólares cada uno. - ¿Puedes localizar a Naruto Uzumaki? - Preguntó al tiempo que le pasaba los billetes por encima de la cara a la recepcionista, haciendo que los ojos de aquella chica rolaran conforme a los movimientos de los billetes - ¿Puedes?
- ¡Si señorita! - Exclamó tomando rápidamente aquel dinero. - Ahorita lo busco. - Sentenció.
- ¡Qué linda, gracias! - Respondió sarcásticamente la ojiperla por la actitud tan codiciosa de aquella chica. - Todo mundo tiene un precio… - Canturreaba entre sus pensamientos.
- Kawaki, ¿Podrías quedarte un momento en el lobby? - Murmuró la chica hacia un pequeño azabache, quien había presenciado todo.
- ¡Pero Ayame-chan! ¿Por qué aceptaste esos billetes?
- Por favor, ahora regreso. ¿Vale? - Dijo mientras la ojiperla aguardaba con una cara de pocos amigos al verlos conversar.
- Ok. - Respondió sin más aquel pequeño.
La recepcionista salió de ahí con el único fin de decirle a Naruto Uzumaki que una chica le estaba esperando en el lobby. Por otra parte, aquel pequeño azabache analizó a la ojiperla curiosamente de pies a cabeza, cosa que Hinata notó de inmediato y se sintió amenazada por ese pequeño gesto.
- ¡Qué! - Soltó la ojiperla un tanto molesta. - ¿Tengo changos en la cara o qué? - Preguntó sarcásticamente al ver que ese niño no le quitaba la mirada de encima.
- Jejeje… no. - A Kawaki le causó gracia aquella actitud tan repentina de aquella chica, toda ella y sus facciones le hicieron sonreír. - ¿Vienes a ver a mi papá? - Preguntó curiosamente aquel pequeño azabache.
- ¡¿T-Tú eres el hijo de Naruto Uzumaki?! - Cuestionó muy alarmada, a lo que el pequeño solo asintió con una gran sonrisa.
Continuará.
¡Muchas gracias por el follow y por poner esta historia en sus favs! Gracias por leer.
