Hola! ¿Como estan? Espero que muuuy bien... Lo se... Ha pasado MUUUUCHO tiempo jajajaj Ya casi 9 años, peor hace poco comence a retomar muchas cosas que me hacian feliz y escribir era una de esas. Tenia esta historia escrita desde el 2012, pero no habia sabido como continuarlo y la universidad habia tomado mucho de mi tiempo... De hecho este es la mitad de un capitulo, pero resulto muy largo asi que decidi separarlo jajajaja.
Espero que lo disfruten tanto como yo lo hice al escribirlo!
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Observando aquellos luceros marrones iluminar esa pequeña y adorable gatita color ocre, sin que esta notase la suerte que tenia de no estar en la penumbra donde el corazón de Haru soltaba sollozos que eran completamente absorbidos por la obscuridad que la impregnada, como un agujero negro que elimina todo rastro de luz a su paso; la castaña sentía una opresión en el pecho, no la dejaba respirar, no la dejaba pensar, solo quería estar allí tomando el lugar de esa encantadora criatura, Haru solo quería que esas brillantes perlas color marrón la iluminarán a ella.
Otra vez ese sueño. Pensó la chica mientras suevamente abría sus ojos. Sabía perfectamente que significaba. Cada día que se levantaba con aquel sueño perdía completamente todas las ganas de levantarse de su cálida cama. Aquella mañana no había sido la excepción. Pero sabía que no había más remedio que levantarse, arreglarse, fingir una sonrisa frente a sus padres, salir de casa y dirigirse a su escuela. Y así exactamente ocurrió.
Había pasado ya una semana desde el incidente con el guardián de la tormenta y no se había cruzado con él desde entonces, pero en cambio al día siguiente se había encontrado con el décimo Vongola. Haru tuvo que mentir y decir que el comentario sobre la madre del peliplateado le había traído a la mente un recuerdo triste, pero que ya se encontraba mejor y no tenía que preocuparse, cosa que no era del todo mentira.
Ese mismo día aceptó la propuesta de acompañar a Tsuna-san y Yamamoto-kun a buscar un regalo para el cabeza de pulpo, algo que termino siendo más difícil de lo que creía, puesto que, aunque los gustos de Bakadera, como le decía el pequeño Lambo, eran muy obvios esto producía que fuera más complicado de escoger algo adecuado. Al final resolvieron que le organizarían una reunión con las personas más cercanas al oji-verde, no era algo que al joven le gustase mucho, pero estuvieron de acuerdo que quizás cambiar un poco de ambiente le ayudaría a sentirse mejor.
Esa misma tarde sería la fiesta de cumpleaños del neandertal, no quería ir, puesto que tendría que aguantar como el jefe Vongola disfrutaba observando a su amiga, Kyoko, sin que esta tuviera ni la más mínima sospecha de los sentimientos del chico. No. Definitivamente no quería ir, pero muy dentro de ella sabía que tenía que hacerlo, no por el hecho de cumplir con el papel de buena amiga, sino porque si aquella reunión podía ayudar un poco al italiano ella estaría dispuesta aguantar las estúpidas miradas de Tsuna. Gokudera Hayato no le agradaba, pero se sentía en deuda con él, la había acompañado a su manera, y aunque no lo supiera la había ayudado a superar ese estúpido desliz sentimental que tuvo en aquel momento, aunque lo más sorprendente fue el hecho de que no dijera ni una sola palabra a sus amigos.
Gotas de agua comenzaron a caer, lo que sacó a Haru de sus pensamientos. La chica miró al cielo. "Se acerca una tormenta". Pensó mientras buscaba un camino hacia su escuela que no la dejara completamente empapada.
Tendría que travesar aquel puente para llegar a su escuela, era inevitable. ¿O si mejor esperaba a que la lluvia se detuviera? No. Quizás tomase mucho tiempo. Sin más preámbulos
la joven corrió hacia el puente protegiendo sus castaños cabello con su mochila, sin notar que el cordón de uno de sus zapatos estaba desanudado.
"Mierda"-maldijo el guardián de la tormenta entretanto corría bajo la lluvia para llegar a tiempo a la casa de su querido Décimo. Había planeado presentarse desde el principio del día con su jefe puesto que este le había dicho que tenía algo de qué hablar con él ese día. Sin embargo, aquella mañana las cosas no le habían salido según lo planeado. Su despertador no sonó y casi no pudo encontrar alguna camisa que no estuviera rasgada por las constantes peleas en la que participaba día a día. Tras del hecho olvidó completamente que no había ni la pequeña miga de pan en todo su departamento por lo cual decidió que tendría que comer algo en la escuela. Pero lo que más lo irritaba de esa mañana era aquella lluvia. Puesto que no podía evitar pensar en el friki del beisbol en días lluviosos como esos.
Tabaco.
A eso olía la persona con la cual había chocado. No quería abrir los ojos. Ese no era su mejor día, así que quizás la suerte le jugó una mala pasada y la persona con la cual había rodado por la ladera del río era el cabeza de pulpo. Se burló de aquel pensamiento dejándolo de lado. No puedo tener tan mala suerte. ¿Cierto?
¿Es que acaso el destino no quiere que llegue con el Décimo? pensó el peliplateado entretanto se levantaba e intentaba recuperar el equilibrio. Abrió los ojos lentamente para encontrarse con una imagen extrañamente común para él. Una mujer estúpida tirada en el suelo. Aunque esta vez difería un poco de las anteriores puesto que se encontraba totalmente mojada y llena de barro.
La lluvia seguía cayendo mientras Haru abría los ojos y posaba la vista en la persona que se encontraba frente a ella.
Decidido. Hoy no es mi día. Pensaron el par de jóvenes al notar la presciencia del otro.
"Tsk! Te ves en un aspecto lamentable mujer"- bufó el peliplateado ante la vista de la joven.
"Como si tú te vieras mejor~ desu"- dijo la chica con obvia irritación. Comentario que provoco que el guardián de la tormenta notase que no se encontraba en mejores condiciones que la mujer estúpida.
Haru intento levantarse para mirar cara a cara al chico, pero en el instante que poso su peso sobre su pierna derecha, un agudo dolor se produjo en tu tobillo, haciendo que la chica volviera a caer y se llenara aún más de fango.
Gokudera vio la expresión de dolor de la chica notando como tocaba su tobillo. Tras del hecho que al tropezar lo hizo caer junto con ella por aquella ladera, se había también lastimado el pie ¿qué tan estúpida podía ser?
No podía ir a la escuela así, algo que la reconforto por un momento, pero tendría que regresar a casa. ¿Pero cómo? Tendría que caminar, como mínimo, hasta un taxi, pero el dolor no la dejaba ni siquiera ponerse de pie. No quería pedir ayuda al chico enfrente de ella, no quería
deberle más. Pero antes de que intentase ponerse nuevamente de pie reparo como el oji-verde se agachaba dejando frente a ella su mojada espalda.
"Hahi?"- Fue lo único que la joven pudo decir frente al extraño comportamiento del chico.
"Estás lastimada. ¿No?"- Gokudera comenzó diciendo antes de la que Haru pudiera decir algo más - "Aunque quisiera, no puedo dejar a alguien lastimado bajo esta lluvia, y mucho menos si hace parte de la familia".
¿Familia? Un sentimiento cálido atravesó todo su cuerpo. Ella era parte de la familia Vongola. Eso era lo que le acaba de decir el peliplateado. Sonrió para sí misma evitando que el joven mafioso lo notara. Ahora si con toda certeza podía confirmar que la pasada semana se habida comportado como una estúpida niña mimada. Sin decir ni una sola palabras más Haru se recostó en la espalda de Gokudera.
Sentía todos sus músculos tensos y como su espalda se volvía más sensible al igual que su cuello. Aunque todavía llovía, el frío era cambiado por el cálido contacto del cuerpo de la joven. Su cuello percibía el aliento de la chica produciendo que un escalofrió pasara por su espalda la cual sentía como el pecho de la joven bajaba y subía cada vez que ella respiraba.
Su espalda era ancha y si se olvidaba del olor a tabaco, dinamita y lodo se podía sentir una esencia de almizcle y jazmín, aquel perfume le recordaba al mar, aunque también a maderas aromáticas. Aquel aroma producía un sentimiento embriagador en Haru, la cual cerró sus ojos para disfrutar de aquella esencia perdiéndose así en un sinfín de recuerdos de mar y rosas.
Caminado por la acera Gokudera sintió como la respiración de la joven en su espalda se volvía más suave y regular. ¿Se durmió? ¿Es que acaso no cree que le pueda hacer algo? ¿Qué tan inocente podía ser? Sí. Quizá era inocente, pero era aún más estúpida. Aunque aquella situación lo irritaba prefirió no interrumpirla de su sueño así no tendría que entablar conversación con ella.
Perdida en sus sueños de mar y jazmín Haru sintió como el agua sobre su cabeza cesaba y la temperatura a su alrededor aumentaba. Al abrir los ojos se encontró en un vestíbulo con paredes de mármol color beige claro, con techos color naranja casi blanco y el suelo de un color lechoso. Al final de aquel salón se encontraba una pequeña recepción del mismo material que las paredes, en esta se encontraba una hermosa joven con cabello azabache y grandes ojos color ámbar, la cual observaba a Haru mientras escrudiñaba cada milímetro de ella, para luego soltar un bufido y lanzar una sonrisa de triunfo.
"Buongiorno. Gokudera-san"- Dijo la joven mientras el italiano se dirigía al elevador que se encontraba a lado derecho de la recepción. Este solo le mando una mirada llena de picardía mientras que una sonrisa torcida aparecía en su rostro, causando una mirada en la joven recepcionista que Haru no entendió.
Mientras el italiano entraba al ascensor, Haru comenzó a despertar de su letargo, dándose cuenta que no sabía dónde se encontraba.
"Hahi! Go...Gokudera-san?"- dijo la castaña mientras que dejaba de recostar todo su peso en la espalda del peliplateado- "¿Dónde estamos?".
"Mujer ¿cómo puedes ser tan idiota de quedarte dormida en la espalda de un chico sin tener ni la más mínima idea de hacia dónde se dirige?" – dijo el chico mientras cerraba sus ojos para controlar su cólera.
Haru no supo que decir. Era cierto que se había dormido en la espalada de un chico sin saber a dónde iban, pero era Gokudera y sabía que él no tenía ningún pensamiento de ese estilo con ella. Pero aun así quería saber a dónde se dirigían.
"Etto…Gokudera-san…"-dijo la oji-café, pero antes de poder formular su pregunta la puerta del elevador se abrió dejando entrever un largo corredor con paredes beige claro con el suelo igual que el vestíbulo y techos de color blanco. Mientras la chica observaba lo elegante del sitio el joven saco una pequeña tarjeta color negra de su bolsillo y la paso en una ranura. A continuación, sonó en bip y un clic dando a entender que la puerta color wengué en frente suyo estaba abierta. El oji-verde empujo la puerta con su pierna puesto que sus dos manos estaban ocupadas sosteniendo a la joven castaña.
La chica no pudo más sino quedar sorprendida por la elegancia de aquel departamento, tenía un hall amplio de color blanco, en el centro se encontraba un sofá chaise longue color azabache frente a una pequeña mesita de cristal, y en una de las paredes se encontraba una estantería de caoba negra llena de libros, la mayoría supuso Haru, de acontecimientos sobrenaturales. Al fijarse en la ventana noto que ocupaba más de la mitad del muro e iba desde el suelo hasta el techo, en la cual en un hermoso día de verano se podría apreciar una hermosa escena de Namimori, pero en aquella mañana solo se veía una triste ciudad.
Mientras dejaba a la joven en el sofá el italiano noto como su cuerpo comenzaba a relajarse y su espalda comenzaba a sentirse de nuevo fría. Girando en sus talones encontró a la chica observando detalladamente cada parte de su departamento. La joven estaba toda mojada y llena de barro, su cabello que quizás antes se encontraba en una perfecta coleta estaba despeinado y en su cara se podía notar un pequeño rubor que demostraba que no hace mucho estaba en un profundo sueño.
Se podía sentir el olor a tabaco que desprendía todo el apartamento, aunque de cierto modo no era tan desagradable como Haru se imaginó que seria. Levanto su mirada y vio como el joven se alejaba hacia una de las habitaciones del lugar. No sabía que decir, ya sabía en donde se encontraba por lo cual no era necesario preguntar. Al final decidió esperar a que el chico hablara primero.
Cuando la salió de la habitación en la cual había entrado llevaba en su brazo derecho una pila de ropa debajo de una venda y en el brazo izquierdo cargaba una crema que Haru no reconocía. El peliplateado se acercó a la chica, se puso en cuclillas frente a ella dejando a un lado lo que cargaba, tomo el tobillo derecho de la joven con delicadeza produciendo en la castaña un leve dolor y un estremecimiento que recorrió todo su cuerpo. El chico toco y observo el tobillo con mirada inquisitiva luego de unos instantes palpo con más fuerza el lugar provocando un grito ahogado por parte de la chica.
"Es solo una torcedura, no deberías ser tan escandalosa mujer"- dijo el chico mientras recogía lo que había en el suelo- "No es algo que haga falta ir a un hospital así que solo báñate y yo pondré la venda"- entretanto le ofrecía el pequeño montón de ropa.
Al notar la cara de sorpresa que puso la oji-café por su comentario el chico no tuvo más remedio que continuar hablando.
"Es solo ropa vieja que ya no uso, además ¿crees que le haría algo a alguien tan estúpida como tú? Yo de ti me preocuparía más por cambiarme esas ropas mojadas y así evitar un resfriado"-Aquel comentario la molesto, por más que ella no viera a Gokudera de esa manera el chico no tenía que restregarle en la cara que para él ella no tenía ninguna clase de encanto.
"Jum! Haru solo pensó que Bakadera actuaba extraño~ desu"- dijo la chica mientras aceptaba la pila de ropa.
El peliplateado se levantó y aunque irritado con la chica frente a él le tendió su mano para que pudiera levantarse sin mucho problema y luego así dirigirla al baño.
La castaña tomo la mano del mafioso y aunque se irguió de manera lenta y suave sintió un leve dolor en el tobillo causando que perdiera el equilibrio, obligándola a que medio abrazará con su brazo derecho al oji-verde.
"Tsk! Deja de posar el peso en el pie mujer" dijo el joven con un deje enojo.
Dejó que gran parte de su cuerpo reposara sobre el joven para poder así caminar más fácilmente.
En el instante que entró al cuarto de baño notó lo grande que este era. Sus paredes eran blancas produciendo un efecto de luminosidad, una de las paredes era remplazada por un cristal que si no fuera por la altura en la que se encontraba aquel departamento no permitiría ni una pizca de privacidad. No muy alejada de aquella ventana se localizaba una bañera de color marfil lo suficientemente grande para que dos personas entraran de forma más que confortable y a su lado derecho se encontraba una ducha con puertas completamente transparentes.
Entretanto el joven dejaba la pila de ropa en un pequeño estante cerca de la bañera, Haru dejaba que su cuerpo se recostara en una pared cercana. El peliplateado se acercó a la bañera y dejo que el agua comenzara a llenarla.
"No puedes usar la ducha con el pie así"-Dijo mientras giraba en sus talones para mira a la castaña- "con lo torpe que eres podrías volver a caer y estropearla".
"¿Podrías salir? O es que acaso quieres ver como Haru toma un baño" – Dijo la chica mientras miraba fijamente a Gokudera.
En ese momento el joven se acercó a la castaña quedando a solo unos centímetros de distancia, tomando con su mano suavemente el mentón de la chica y subiéndolo lentamente para que sus miradas se encontraran, acercando cada vez más sus rostros. Cuando sus labios ya sentían el calor del otro, el mafioso giro sutilmente su cara para quedar más cerca del oído de la joven.
"En tus sueños mujer estúpida"-susurró antes de alejarse de la castaña y salir por donde había entrado.
Haru estaba perpleja. Sentía que su corazón explotaría en cualquier momento y que toda su sangre había subido hasta su rostro. Estaba sin respiración. Su cuerpo no le respondía. El italiano había estado muy cerca, tan cerca que pudo detallar cada rasgo del joven, pudo sentir su cálido aliento en sus propios labios, pudo apreciar su respiración en su oído.
Así quedo por un poco más de un minuto hasta que una leve punzada proveniente del tobillo le saco de sus pensamientos. No sabía que pensar. En ese momento su mente estaba en caos. Por inercia se acercó cuidadosamente a la bañera para no lastimar su pie, se desnudó y metió todo su cuerpo en la grande tina.
"Quizás solo se metió en una pelea callejera de nuevo"-Dijo el guardián de la lluvia al décimo Vongola.
"Yamamoto, la verdad eso no me calma mucho"-dijo el castaño con preocupación mirando al beisbolista junto a él- "Espero que no haya olvidado lo que le dije ayer"-.
"Hahaha… Gokudera jamás olvidaría algo que le dijeses Tsuna"-comento el chico mientras acomoda sus brazos en la parte trasera de su cabeza- "Si te tranquiliza un poco ¿por qué no mejor lo llamas?"-.
"Bueno no creo que sea par-" Antes de que pudiera terminar de hablar fue golpeado en la cabeza por un pequeño erizo de mar con grandes ojos negros.
"Dame-Tsuna, como decimo jefe de la familia Vongola debes estar atento de todos los miembros de tu familia y más aun de tus guardianes"
"Pero… Reborn…"
"Pero nada. Llámalo."- ordeno el pequeño erizo.
[
- "Hola Gokudera…etto…Es que no has llegado hoy y nos preguntaba- ….
- ¡NO! ¡NO! tampoco es para llegar a eso….
-No, solo recuerda que hay algo que necesito hablar es-…. ¿uh? ¿Qué fue ese sonido? ...
- ¿Ah? … Vale… por favor no olvides encontrarnos esta tarde en mi casa"
]
"¿Qué sucedió Tsuna?"-.
"No sé, mientras hablaba con Gokudera sonó la voz de… una chica" -.
"····················"- un leve sonrojo apareció en el rostro del par de jóvenes mientras que en el rostro del pequeño aparecía una sonrisa de complicidad.
"Ja…Ja…creo que deberíamos dejarlo en paz por el momento"- el avergonzado Tsuna dijo entretanto disimulaba su sorpresa.
Quizás una rara atracción hacia el suelo. Era el pensamiento que surcaba la mente del joven mientras veía a Haru de nuevo en el piso.
"En serio eres estúpida"-.
"Es que no sabes decir otra palabra Bakadera"- dijo la castaña intentando levantarse, pero antes de que pudiera hacer algún otro movimiento el mafioso le tendió la mano para que la usara de apoyo para evitar que callera de nuevo. Sin decir ni una sola palabra la chica acepto la ayuda y se recostó en el hombro del joven para así poder dirigirse hacia la sala donde había estado en un principio.
Usando aquellas ropas, notoriamente mucho más grandes que ella, la mujer estúpida parecía más pequeña y vulnerable de lo que lucía normalmente. Los mechones de pelo mojados que se pegaban a su cuello entretanto pequeñas gotas que corrían suavemente por su clavícula hasta llegar a un punto donde no eran visibles desde la distancia donde se encontraba el peliplateado producían un aura de sensualidad que emanaba de la joven. Al mismo tiempo se podía vislumbrar en sus mejillas un leve color carmín, producido por la temperatura del agua en la que hace poco estaba sumergida, dando así la sensación de estar enfrente de una criatura completamente tierna e inocente.
"Deberías también ducharte si no quieres coger un resfriado"-dijo Haru levantándose lentamente evitando posar su peso en la pierna –"¿Me podrías decir donde lavar esta ropa?" – señalando la pila de ropa embarrada que se encontraba a su lado.
"Tsk, no eres nadie para decirme lo que debería o no debería hacer"-exclamó mientras tomaba de la cintura a la joven para así ayudarla a caminar.
"Haru solo daba una recomendación~ desu"- haciendo un puchero se dirigió junto al chico a una de las habitaciones, donde supuso Haru era el cuarto de lavado.
Dejando a la castaña suavemente en el sofá el mafioso tomo la crema y la venda del lugar que hace unos momentos los había dejado. Se puso en cuclillas enfrente de la joven para así poder tratar la torcedura de la castaña. Estaba un poco inflamado, pero no era algo que no hubiese visto antes. Había aprendido el manejo de dinamita, el tratamiento de heridas de esa clase, al igual que algunas otras "cosas" de su tutor Shamal, así que estaba totalmente capacitado para poder tratar una pequeña torcedura de una mujer estúpida.
Para sorpresa de Haru el toque de Bakadera era suave y delicado, no hacia movimientos inservibles y su mirada estaba completamente absorta en trabajo que estaba haciendo. Ese comportamiento permitió a la chica poder observar la cara de seriedad del guardián de la tormenta cuando estaba completamente concentrado en algo. Lucía sereno y tranquilo, algo que Haru sabia por experiencia que era todo lo opuesto a su normal comportamiento, varonil y caballeroso, otras cualidades que tampoco concordaban con aquel chico.
"Ni pienses que puedes ponerte a caminar por ahí"- espetó Gokudera.
"Haru no tiene ni la mínima intención de levantarse y hacerse más daño~ desu"- cruzando sus brazos y volteando el rostro mientras inflaba ligeramente sus mejillas dijo. - "No soy estúpida."-el peliplateado bufó ante tal comentario.
"Esta semana has demostrado todo lo contrario"- el joven giro en sus talones y se dirigió hacia el baño.
Haru no había podido contradecir al oji-verde. Él tenía toda la razón. Aquella semana no había hecho más que comportarse como una estúpida cuando el chico estaba cerca. Aún le dolía el tobillo, pero se había lastimado más en el momento que resbalo en el baño. Como podía ser que se callera tan seguido, era gimnasta por lo cual no era nada torpe. Agh! solo ha sido casualidad que cuando me caigo este cerca el neandertal. Siquiera no ha sido Tsuna el que me ha visto en tales situaciones tan vergonzosas. Al pensar en todas esas circunstancias la joven no pudo evitar recordar lo que había sucedido en el baño. Se estaba burlando de Haru de nuevo. Pero ni crea que esta vez quedara tan satisfecho como la última vez. Entretanto pensaba en alguna venganza la joven tomo el control y encendió el televisor que se encontraba incrustado en la pared contraria de la que se encontraba sofá en el que estaba sentada.
Gokudera estaba cansado de pensar lo mismo, pero era inevitable que aquella palabra apareciera en su mente cuando la castaña hacia esa clase de cosas. Quizás el susto del baño no fue lo suficientemente claro para que ella lo tomará como una amenaza, o es que acaso tenía que hacer algo más "fuerte".
El peliplateado se acercó silenciosamente al sofá donde se encontraba una dormida Haru. Se posó suavemente sobre ella acercando su cara al rostro de la joven. Pero antes de que el chico pusiera en marcha su plan se había perdido en los rasgos de la joven. Eran delicados y muy femeninos, aunque se advertía un leve color escarlata en sus mejillas se notaba su tez blanca. Su cabello, aunque aún un poco húmedo lucia suave y sedoso. Sus pestañas eran largas y espesas. Su nariz era fina y pequeña. Sus labios eran rosados y aunque no eran muy gruesos tenían las proporcionas más que adecuadas para que se vieran apetecibles. Quería probarlos, quería comprobar si eran dulces, quería saber si armonizaban con los suyos. Se acercó muy lentamente dejando a tan solo unos milímetros sus labios a los de la joven. Pero de repente una gota resbalo por el mojado cabello del chico cayendo sobre la mejilla de Haru. La joven ante esto solo se movió un poco y siguió durmiendo.
Gokudera quedo petrificado. ¿Qué iba a hacer? Y lo peor de todo, a la mujer estúpida. Se levantó muy despacio y sigilosamente del sofá. Tsk, quizás me lo merezco por el susto del baño.
Estúpida mujer ¿cómo se te ocurre provocarme así? Yukina está abajo, creo que mejor me divertiré con ella un poco. Mientras el joven se dirigía a la puerta la castaña lentamente abrió sus ojos.
"¿Gokudera-san?"- El joven quedo paralizado ante la voz proveniente de su espalda ¿Estaba despierta?
"¿Así que solo te hacías la dormida mujer?"- preguntó el oji-verde para así confirmar si la joven sabía lo que había ocurrido.
"Hahi! Haru se acaba de despertar ~ desu"- se sentó e hizo un pequeño mohín- "Además solo me preguntaba si Gokudera-san se iba a ir"-.
Ante tal respuesta sus músculos se relajaron. Así que no sabe que acaba de suceder.
"Es que acaso tengo que dar explicaciones"-lanzo el joven a la castaña una mirada afilada.
"Si no querías responder solo pudiste ser un poco más educado."- dijo Haru con rabia poco disimulada en sus palabras.
El joven estaba molesto. ¿Cómo es que esta mujer me hizo perder la cabeza en ese instante? Mejor voy con Yukina así quizás podre desahogarme un poco. Pero está trabajando. Bueno eso nunca antes ha sido un obstáculo para ella.
A pesar de que el mafioso notó el comentario lo ignoro y giró en sus talones saliendo del departamento, dejando atrás a una irritada Haru.
La joven decidió seguir viendo la televisión, de todas formas, tenía que esperar a que su ropa estuviese limpia para así poder marcharse. Pero a donde iría, ya era muy tarde para asistir a la escuela y muy temprano para llegar a casa. Quizás si iba a la casa de Tsuna antes de lo planeado podría pasar allí el resto de la mañana. No obstante, tendría que caminar para llegar y con el pie como lo tenía le sería imposible. La única opción que le quedaba era esperar para dirigirse a la casa del castaño junto al peliplateado. No le agradaba mucho aquella idea, pero era la mejor que tenía.
Habían pasado más tres horas desde que Gokudera había salido y Haru ya había terminado la película que estaba viendo. Estaba aburrida ya que no podía levantarse sin que una punzada proveniente de su tobillo le recordara que no debía ponerse de pie. Además, su estómago le había comenzado a pedir un poco de comida puesto que la última vez que había probado algo había sido hace casi cinco horas.
Clic.
El peliplateado cruzo por la puerta principal entretanto una fina línea de humo ascendía hacia la parte superior de su cabeza. En su mano derecha llevaba una bolsa de algún mini-market cercano. Sin decir nada el joven se acercó a pequeña mesilla de cristal que se encontraba en el centro de la sala dejando encima de esta el paquete que llevaba para luego así sentarse el suelo frente a la pequeña mesa.
Había varias clases de bebidas, emparedados, pequeñas bolas de arroz y uno que otro dulce. Tenía hambre, pero no sabía si podía tomar alguno o si solo el cabeza de pulpo lo había dejado caer todo frente a ella para provocarla. No quería preguntar. No quería que el joven se regocijara por si su broma había salido tal cual planeo. No mejor esperaría a llegar a la casa de su salvador y allí probar algo de la deliciosa comida de la señora Sawada. Al pensar en la madre de Tsuna no pudo evitar que su mente la llevara a recordar que esa misma tarde tendría que ir allí y aparentar una sonrisa ante los coqueteos del décimo Vongola a Kyoko. Aquellos pensamientos producían que sus ojos se llenaran de lágrimas. Sentía como su corazón era oprimido por un par de grandes y frías manos que solo buscaban que Haru se destrozara.
Estaba agotado, solo quería comer e ir a su cama a dormir un poco. Se encontraría con su querido décimo al final de clase así que todavía le quedaban un par de horas. Pero que haría con la mujer estúpida, no se podía poner de pie, así que si necesitaba irse necesitaría de su ayuda.
Pasmado. Así quedo Gokudera al observar a la joven que tenía a su lado. Porque estaba llorando. Él no había hecho nada, aún, que la hiciese llorar. ¿Quizás el dolor del tobillo aumento? Es lo más posible. Pero no tengo ninguna clase de analgésico. Pensó el chico en el instante que vio como las lágrimas salían de los ojos de la castaña.
No quería llorar, de nuevo, enfrente de él. Pero por más que lo intentaba, sus lágrimas no paraban de salir. Sabía que tenía que resistir. Que no podría comportarse como una niña caprichosa, que siempre espera conseguir lo que quiere, toda la vida. Pero por que en aquel momento tenía que sentirse tan vulnerable. Quizás esperaba que el oji-verde la ayudara como hace una semana. O que solo se quedase hay viéndola como lloraba al igual que lo hizo cuando casi fue arrollada.
"Se llamaba Lavina. Tenía los ojos verdes, su cabello era largo y plateado. No la recuerdo bien, pero sé que era muy hermosa"- aquellas palabras dejaron a la castaña un poco atónita - "Era mi maestra de piano. Siempre estaba esperando ansiosamente a que regresara, mostrarle lo mucho que me había esforzado y así poder ver su sonrisa mientras me felicitaba"- los pensamientos que Haru había estado albergando hace unos minutos se habían esfumado por completo. Ahora estaba completamente absorta en cada palabra que salía de los labios del peliplateado.
No es como si fuera un secreto, igualmente la mujer estúpida ya sabía algo. No sabía porque lloraba ahora, pero tenía claro que la joven le había mostrado un lado que no quería mostrarle. Se había mostrado débil y vulnerable. Siempre se ha sentido incomodo al ver llorar a una mujer y nunca ha sabido que hacer en esas situaciones. No tenía idea de cómo reconfortarla. Como hacerla sentir mejor, y ¿por qué no? respondiendo la pregunta que había hecho hace una semana. No sabía por qué Haru se lo había preguntado. Pero sabía que la joven esperaba encontrar tranquilidad en la respuesta.
"Murió en un accidente cuando cumplí tres años. En esos momentos no sabía que ella era mi madre. Lo único que sabía de ella era que junto con ella mi corazón sentía un sentimiento cálido y reconfortante, quería estar siempre con ella, escuchar su voz, ver su sonrisa, escuchar las hermosas melodías que sonaban cuando tocaba el piano"- aquellos recuerdos llenaban la cabeza oji-verde colmando su corazón de nostalgia.
¿No sabía que era su madre? ¿Qué quiere decir? Haru no entendía lo que el joven le estaba contando, como era posible que no supiera que su madre era su madre. Sabía que lo que seguía sería triste. Seria abrumador.
"Mi madre era pianista y tenía un gran futuro por delante a no ser porque se enamoró de mi padre, el jefe de una familia de la mafia. Desde entonces comenzaron una relación de la cual nací yo. Pero él tenía una esposa, la madre de Bianchi, más sin embargo en la mafia no se permiten los hijos concebidos con una amante. Por lo cual fui anunciado como el hijo de la esposa legitima de mi padre. A mi madre se le autorizo visitarme unas cuantas veces al año, pero no podía develar el secreto de mi verdadera procedencia."- Gokudera bajo la vista y tomo un poco de aire para seguir con su relato- "Cuando tenía ocho años escuche la conversación de unas sirvientas que hablaban sobre la verdadera identidad y la muerte de mi madre. Eso me dejo aterrado. La mujer que conocí de pequeño, aquella mujer era mi madre y mi padre la había asesinado"-su mente estaba en blanco, como podía ser que aquel antipático joven hubiese vivido tan triste experiencia. Siempre pensó en el él como un chico consentido de alguna familia rica. Pero jamás se le ocurrió aquello.
"Al enterarme de ello lo único que pude hacer fue huir de casa, no quería tener alguna clase de relación con aquel hombre. Había vivido engañado. Desde entonces estuve buscando alguna familia de la mafia en la que pudiese entrar. Así paso durante mucho tiempo…"- una leve sonrisa apareció en los labios del joven- "hasta que escuche sobre el candidato al décimo jefe de la familia Vongola. Quería comprobar lo fuerte de la persona que sería el próximo jefe de la familia más grande e importante de la mafia. Fue entonces cuando conocí al Decimo. Desde entonces me siento como si tuviera una familia. Algo por que luchar"-Aquellos ojos esmeraldados que no miraban hacia ningún lado era profundos, honestos. Eran tan hermosos. Haru quería quedarse allí observándolos.
Era como si un gran peso fuera arrebatado de manera súbita de sus hombros. Como si todo aquello que estuvo guardando por años fuera ya algo simple e insignificante. Transformado aquellos sentimientos en palabras hacía que aquella historia pareciese lejana, pero al mismo tiempo tan nostálgica. Como podía ser que estuviera contando todo eso a esa mujer, pudo haber sido su Décimo.
"Cuando viajamos al futuro, muchos de aquellos sentimientos volvieron. La desolación, la soledad. Bianchi lo notó. Yo no la odiaba, pero me sentía traicionado por ella, por mi padre, por todos. Al final si había sido engañado no solo por ellos si no por mí. Antes de regresar Bianchi me contó que mi padre se enamoró de mi madre, le enviaba cartas constantemente al igual que le pedía matrimonio. Mi madre nunca aceptó. Estaba enferma y sabía que no le quedaba mucho. Aquel accidente que sufrió fue a acusa de su enfermedad mas no una conspiración por parte de la mafia."- Era tan irreal como había vivido todo aquello. Como ella nunca lo había sospechado. Como él le contó su pasado.
"G-Gokudera-san-"- fue interrumpida por el joven peli plateado.
"Che. Mira mujer no tienes que decir nada, solo sentí que era justo que respondiese la pregunta. No es ningún secreto. Además…Tsk…solo deja de actuar de esa manera tan extraña"- dijo las últimas palabras en un susurró casi inaudible para Haru.
"Mejor come algo mujer, que ya han pasado varias horas desde que has probado bocado"-comento el joven antes de tomar un emparedado y llevarlo hasta su boca.
La castaña sonrió para sí y sin decir ni una sola palabra tomo una bola de arroz y comenzó a comer. Así que Gokudera también podía ser amable con alguien más aparte de Tsuna-kun. Nunca esperó que ambos pudieran estar tanto tiempo juntos, solos, y sin ninguna discusión estridente. Aquello alegro a Haru. Quizás su relación se basaba en las peleas, pero conocer aquel lado del joven era más reconfortante de lo que ella nunca pudo imaginar.
La lluvia empezaba a cesar un poco y el cielo tenía pequeños espacios donde un azul claro era completamente visible. Los dos jóvenes no dijeron ni una sola palabra hasta que el reloj marco las tres de la tarde. Recordándoles que ambos tenían una reunión en la casa Sawada.
"Gracias Gokudera-san por ayudarme hoy"- dijo la joven inclinándose un poco, pero al mismo tiempo sosteniendo fuertemente de la pared junto a ella. Aunque quería también decirle que su historia la calmo había preferido no decir nada acerca de ello, puesto que sabía que el mafioso no estaría muy cómodo con eso.
Ya se había puesto de nuevo su uniforme y también acomodado su cabello en la típica coleta y su mechón cubriéndole la frente. Mientras se dirigían hacia la salida del hermoso edificio Haru percibió la mirada penetrante de la recepcionista a sus espaldas. En el instante que giro para observarla notó como un par de grandes ojos color azul le mandaban una mirada llena de burla y autosatisfacción. Haru quedo un poco perpleja por la forme en que la joven recepcionista la miraba. No se acordaba de haber hecho algo que la incomodara o algo por el estilo.
Frente a las grandes puertas de recibidor principal de aquel elegante edificio se encontraba Haru mirando como Gokudera giraba en sus talones para marcharse. Acto que no quedo desapercibido por el mafioso. Sintió como la penetrante mirada de la castaña se posaba en su espalda produciendo cierta incomodidad.
"¿Qué quieres?"- dijo el joven girando para mirar a Haru.
"¿Hahi? ¿Por qué crees que quiero algo?"- preguntó con un tono de inocencia en su voz.
El peli-plateado respondió aquella pregunta con una afilada mirada.
"Umm…será que me puedes ayudar a llegar a mi casa…"-dijo la joven bajando la mirada hacia su izquierda-" Tú vas a donde Tsuna-san ¿cierto? Mi casa queda en esa dirección así que no tienes que alejarte de tu camino"-ahora mirando a los ojos a Gokudera.
No podía decirle que ella también tenía planeado ir allí, puesto que sin pensarlo dos veces Bakadera le negaría ayudarla.
Algún día le cobraría todo lo que ha hecho esos días por ella. Lo planearía para que ella nunca más se atreviera a pedirle ni un solo favor. Disfrutaría observar su cara en el momento de ver su deuda saldada. Aún no sabía cómo, ni cuándo y mucho menos donde. Pero sabía que sería perfecta.
"Vale…pero ni creas que te saldrá gratis"-espeto el guardián de la tormenta.
