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Capítulo 15: Rapsodia
Pieza musical característica del romanticismo
compuesta por diferentes partes temáticas unidas libremente
y sin relación alguna entre ellas.
Es frecuente que estén divididas en dos secciones,
una dramática y lenta y otra más rápida y dinámica,
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Las primeras semanas de clases fueron un reto para los futuros músicos. Concientizarse que serían las últimas jornadas de desvelos y de esfuerzos para obtener su grado académico era un gran motivante lleno de nostalgia que los inundaba cada día.
Para Astrid Hofferson aun no era así. Se tomaba todo con objetividad, evitando el sentimentalismo y apego a las actividades o a los compañeros con quienes empezaba a convivir más.
Las cátedras que impartían sus nuevos maestros eran verdaderamente interesantes. Recordaba cuando la maestra Mala se presentó con ellos para la clase de Interpretación escénica en ensamble musical II, una asignatura que prefería llevar en lo individual, pero debido a la importancia de una preparación a lo que en un futuro sería una orquesta, debía tomarla en equipo.
Lo curioso fue el equipo que le tocó, parecía sacado de la historia disparatada más loca. Los gemelos, quienes parecían tener talento en bruto, algo a lo que le gustaba llamar más bruto a decir verdad, ya que sólo hacían broma tras broma, a pesar de ser graciosos, a Hofferson le gustaba más la idea de ser responsables, aspecto que ellos dejaban mucho a qué desear. Por otra parte estaba el famoso Snotlout Jorgenson, otro peculiar de las jugadas de los gemelos y fiel seguidor de sus ideas, pero al menos éste parecía tener más conciencia de la situación en la que estaban. Dispuesto a ensayar, o mejor dicho a lucirse, pues se esperaba en demostrar que él era capaz de ejecutar cualquier pieza musical en el violín. Heather, la única con un poco de cerebro y con quien mejor congenió, era quien iba a cantar en el ensamble, aunque era bastante diestra en el oboe, no obstante, parecía más embobada con la sortija que brillaba en su dedo anular.
Toothless y Stormfly también fueron asignados a su grupo, pero las miradas asesinas que ella le compartía no disminuyeron. Sin embargo, el aludido ni cuenta se daba, ya que estaba absorto con cada movimiento que la nueva alumna del conservatorio hacía. De acuerdo, era muy buena, y aunque no le gustara admitirlo, también un buen apoyo.
De igual forma, la maestra Mala les asignó otro compañero del cual no recordaba el nombre, pero que parecía conocer a Storm, de hecho ella lo presentó, y otra más que era una chica demasiado callada a su criterio, llamada Sotma, quien al parecer era de reingreso tras dos años de baja.
Aunque admitía conocer a la mayoría, ya que eran amigos de su compañero Hiccup Haddock. Ese chico de cabello castaño alborotado de ojos verdes que la desesperaba por la manera tan perfecta que se escuchaba su piano cada que tocaba. Lo veía a diario. Se fastidiaba a diario con él. Pero también bromeaba, se divertía y cada que practicaba, hacía algo que durante algún tiempo llevaba sin conseguir: aprender.
Muchos datos a nos conocía y ponía en práctica, sin embargo no era del todo consiente del porqué. Rotar la muñeca. Respirar profundo antes de una frase para tener más impulso muscular. Masajear tus dedos para evitar calambres, y… tener sus manos calientes antes de cualquier práctica. Esos guantes sí que habían ayudado.
No era tan malo pasar tiempo con él. No estaba acostumbrada a tener amigos, y en definitiva no era desagradable, diferente quizá, pero no malo.
La clase de sonorización era la más aburrida. No le gustaba la música grabada. Le gustaba la música en vivo. La música que era capaz de vivirse, no tanto de mezclarse y jugar con los altos y bajos que terminaban sonando a un reggae vacío y hueco.
Ni siquiera sabía quién era la maestra Annek Kulden. Al parecer era recién egresada, y ahora empezaba a dar clases, era sospechoso, pero era quien dirigía la clase de sonorización.
No le gustaba la clase. Era aburrida. La maestra pasaba el tiempo poniéndose labial, mirando a su compañero de piano e ignorando las bromas de los gemelos Thorson, quienes al parecer le decían "Víbora" o "serpiente"; era bastante extraño. Pero era más ameno cuando ellos mismos daban clase, pues explicaban mejor.
El maestro Grimmel fue otro nivel. Parecía haberse ensañado con Hiccup, pues todo lo que él hacía parecía causarle molestia.
Había logrado que Hiccup cambiara en una semana tres piezas musicales. Era necesario que él practicara su presentación, pues de eso dependía que algunas orquestas pusieran ojos al fin de los estudios.
"Eres bueno, pero no eres un pianista. Eres un niño dando golpeteos sin emoción ni sentido. Tal vez la música es un sueño para ti, y qué bien, que siga siendo eso, porque una realidad en tu vida jamás lo será".
Esa frase caló fortísimo en la vida de Hiccup. Sin embargo, siguió con la rapsodia de Lizt, una que su padre le guió en tocar. Sería su manera de honrarlo en su último semestre. Pero los señalamientos y críticas tan fuertes que Grimmel le hacía, parecían más destructivas que de ayuda.
Aunado a esto, debían seguir practicando para el concurso. Ya que por órdenes del maestro, debían tocar una pieza individual y otra a cuatro manos como práctica con público.
Había algo que no le gustaba a Astrid, era esa incansable mirada que el maestro le daba todos los días que ella asistía a su clase. Sólo esa semana lo vería a diario, después sólo tendría una o dos frecuencias por semana. Pero no dejaba de intimidarla. Había algo que no la dejaba tranquila.
Algunos dirían que era una corazonada o que era un presentimiento. Lo que hubiese sido, no la tenía serena. Y eso incrementó cuando el maestro la llamó a su cubículo para una última práctica antes del concierto de inicio de semestre, el cuál sería al siguiente día.
-¿Me mandó llamar, maestro? –preguntó la jovencita educadamente mientras ingresaba a la oficina.
Todo era de color negro.
Elegante. La elegancia y delicadeza era los protagonistas en el lugar. El educador lanzó una mirada, indicando que se sentara frente a su escritorio.
-Qué bueno que vino, señorita Hofferson. ¿Cómo se ha sentido en esta primera semana de clases?
La rubia alzó su ceja, curiosa. –Bien, me adapto con los horarios y a vivir en el Conservatorio, anteriormente me quedaba en casa.
-¿Qué tal los ensayos para cuatro manos? La primera etapa es en un par de meses. ¿Ya tienen listas sus piezas? ¿Cuáles serán?
-Seguimos trabajando. –mencionó, sin deseos de dar más detalles, ya que había confidencialidad que la misma Mivenn pidió. –Aun no tenemos nada específico mas lo que tocaremos en el concierto de inicio de semestre mañana.
-Ya veo. Bien, Astrid, te mandé llamar para hablar de algo sumamente importante, algo que sólo tú puedes hacer, es sobre la academia de Piano del Conservatorio.
-Claro, dígame.
-Tocarás la Sonata para piano No. 3 b-Minor, Opus 58 de Chopin; ¿cierto?
-Sí. Voy a tocar esa. Fue de mis piezas ganadoras en el Parnasoss individual. –dijo orgullosa.
-Te he escuchado, sin duda alguna eres la promesa del Conservatorio. Eres la mejor pianista de la generación. –dijo sin muchas ganas.
-Le agradezco sus palabras. –sonrió verdaderamente emocionada por el reconocimiento de un maestro con ese nivel de talla.
-Hablo muy en serio, por eso quiero pedir un favor especial para mañana en el concierto, de lo contrario podría ocurrir un error terrible en el conservatorio.
-Seguro, ¿qué necesita?
El maestro se puso de pie y comenzó a andar alrededor de la oficina.
-¿Sabes la rapsodia que Hiccup intenta tocar en el concierto de Inicio del semestre? Es complicada, no cualquiera logra interpretar a Lizt con esa técnica.
La pregunta no sólo fue extraña, pero debía responder. -Sí, se me dificulta un poco el trémolo por el ritmo, y la sincopa posterior, pero sí la conozco. -explicó Astrid al maestro encargado.
Grimmel sonrió malévolamente. -Perfecto, quiero que la toques.
La rubia se giró en la silla, sorprendida por la petición.
-¿Cómo dice?
-Quiero que toques la pieza de Hiccup. Su técnica es un asco.
-Pero Haddock la pidió, la ha practicado desde diciembre. –comentó, ya que él le había dado una gran discurso en uno de los 20 pasos para el réquiem de la individualidad que esa rapsodia fue una de las últimas cosas que practico con su padre, así que era bastante emotivo para él.
-A él no le sale la ejecución. -replicó el maestro. –Me cansé de decírselo en los ensayos.
Hofferson se incomodó, ya que en las sesiones de esa semana fueron bastante punitivas hacia su práctica. Le dijo varias veces que su pieza no sonaba bien, incluso en una ocasión terminó
-Necesito que al menos un pianista toque bien esa rapsodia. Tú eres buena en eso. -le dijo con orgullo, pero con cierto tono hipócrita. –Piensa bien en lo que harás. Si tocas la rapsodia, los jueces, críticos y reclutadores se llevarán una tremenda sorpresa al darse cuenta que los estudiantes del conservatorio no son capaces de ejecutar una pieza trascendental en el repertorio de todo pianista, Astrid. Hay que poner el nombre de la escuela en alto, al menos uno debe tocar bien esa pieza; de esa manera el Conservatorio no será una burla.
-No creo que sea una burla, él toca bien. No es perfecto, pero es bueno.
-Él cree que es bueno, Hofferson, pero no lo es. No con esta pieza. Él no tocará esa pieza, pero debe estar en el repertorio. Por eso pensé en ti. Tú eres mejor.
A esas alturas, Astrid ya no sabía. Hiccup era excelente pianista, incluso había alcanzado una calificación superior a la de ella, sin embargo, tenía que obedecer a su maestro.
-Lo consultaré con la maestra Mivenn a ver qué dice.
-Yo soy el encargado de…
-De área de cuerda frotada. Mi maestra, además de ser mi maestra, es la coordinadora de piano.
Grimmel alzó la ceja, viendo como esa chiquilla se atrevía a contradecir su palabra. De una manera lo provocó, le gustaba ese espíritu impetuoso y atrevido a no quedarse callada. Le recordó tanto a Bertha en su juventud.
-Soy tu maestro de repertorio. Sé lo que te conviene.
-A penas me ha visto esta semana. La maestra Evelina me ha educado desde que tengo 7 años.
-Y por eso estás consentida. No aceptas este reto ni cambio. Las grandes orquestas le dan a sus solitas las piezas a tocar incluso 45 minutos antes de tocar. No es posible que sólo te vayas por la segura. Esa rapsodia es la ideal para ti. Hablaré con Hiccup y él ejecutará otra pieza más… a su nivel.
Bueno, si no había repetición de pieza, no habría problema.
-¿En serio?
-Claro, claro, señorita. Pero para eso, primero debes aceptar.
-Entiendo. Está bien, yo tocaré. -aceptó incómoda, sabiendo que no era bueno robar una pieza que no había practicado, aunque dominaba algo. No estaba segura, pero no podía socavar las indicaciones de sus superiores. Además, algo diferente hizo alerta en su mente, porqué le decía eso un día antes. No sólo afectaba a Hiccup, afectaba a ella. Estaba a punto de declinar, cuando el maestro le sonrió efusivamente.
-Excelente Astrid. –aplaudió. Grimmel preparó las partituras y le entregó el legajo para que se preparara. –Tienes esta noche para pulir tus detalles. Recuerda marcar bien los tempos y las frases completas. Haddock es muy expresivo y por eso lo hace tan bien, una mejor idea es que no uses tanto el pedal, así el sonido no se expande de más.
La rubia se le quedó mirando de una manera asombrada, como si de una revelación se tratara.
-Pensé que había dicho que tocaba mal, no ha dejado de repetirle eso durante toda semana a mi compañero. Ahora menciona lo que lo hace tan bien. No concuerda.
El canoso se sentó en su silla de nuevo, mirándola fijamente. –Obedece lo que dice tu maestro.
-Usted no es mi maestro de piano. No entiendo porqué quiere hacernos competir entre nosotros. Yo sabía que Haddok era bueno, pero no sabía que usted le tenía envidia por serlo. -dedujo con perspicacia.
-No le tengo envidia a ese niño.
-Pues parece lo contrario. Si no fuera así, no despreciaría el talento que él tiene haciéndolo sentir mal a cada ensayo. Su trabajo es hacer que él sea mejor. Ahora veo que le da miedo que sea mejor que usted. –defendió al tomar su bolso y ponerse de pie. Y no sólo eso, no es pedagógico pedirle a una alumna que cambie su repertorio una noche antes de su presentación. Veo que quiere sabotear a Hiccup, y de pasada a mí.
Grimmel torció la boca.
-No necesito perjudicarlos para saber que soy mejor que ustedes. Hiciste mal en retarme, Astrid Hofferson, igual que tu madre.
-¿Mi madre, que tiene que ver? Ahora está como violinista invitada en Bog Burglar.
-Sí, lo sé. Mis contactos me lo hicieron saber incluso antes de que a ella le ofrecieran tal lujo. Yo sé porque lo tiene, es porque yo lo rechacé. Nuevamente ella está recogiendo las cosas que yo dejo para la caridad.
La rubia abrió los ojos, no le gustaba como estaban hablando de su progenitora.
-No entiendo que músico dejaría una elegante invitación en una orquesta sinfónica para dar clases y molestar a jóvenes que sólo quieren estudiar. Yo tocaré lo que he preparado y mi compañero hará lo mismo. Ni usted ni nadie podrá evitarlo. Con permiso. –se levantó. -También tocaremos juntos, y nos aplaudirá en compañía de los demás cuando nos vea y escuche, si no lo hace, creo que los demás lo tacharán a usted de no saber valorar una buena interpretación.
En ese momento se escuchó la puerta abrirse. Alguien llamaba en el momento más oportuno, interrumpiendo esa fricción y tensión que había entre los dos. Era un estudiante de Chelo de segundo grado.
Astrid sonrió aliviada. Era el momento para salir. -Me retiro profesor, gracias por su gran enseñanza de hoy. Nos vemos mañana en el concierto.
-Hasta mañana señorita Hofferson. –masculló molesto.
El resto del día estuvo muy tensa. Intento llamar a su mamá para hablar con ella acerca de lo que Grimmel le acababa de decir pero sabía que estaba en largos y tediosos ensayos para la sinfónica, ya que estrenaba temporada en sólo dos semanas.
También intentó preguntarle a su padre pero él estaba más que ocupado con las actividades del conservatorio y también preparando todo para ir con su mamá en una semana.
Se quedaría sola, pero nunca se había sentido tan acompañada como en ese momento, pues cuando entró a su habitación. Vio sus dos nuevas amigas, no sólo su prima. Y eso le agradaba incluso la rubia percusionista que eres muy ruidosa, o que sin pena alguna se cortaba las uñas de los pies.
-Adelante, Astrid. Qué nos cuentas. –preguntó Heather, limpiando su oboe en su cama.
La rubia resopló. Tal vez era hora de confiar en ellas.
-Chicas, les tengo un chisme.
En el siguiente parpadeo Ruff había dejado de lado sus pies y alzó la mirada. –Somos todo oídos.
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Lejos del conservatorio, en la residencia Haddock ya era entrada la noche. Muy noche.
A pesar de tener una sala con silenciadores acústicos y bajar el pedal del piano lo mínimo, el sonido melodioso del piano se mantenía por toda la casa. Aunque en este caso no era molesto, por el contrario era una bella cadencia. Una rapsodia que avivaba el sentimiento y deleitaba los oídos a cualquiera.
Ya era pasado a la medianoche y el joven castaño seguía moviendo grácilmente sus dedos por todo el teclado del piano.
Fue inevitable que su madre no se diera cuenta de la preocupación que tenía el joven en su ejecución. Reintegrarse a los estudios no había sido tan fácil como esperaba. Por alguna razón él se mostraba estresado, como si ahora le molestara practicar cuando toda su vida sólo se había deleitado en ser mejor cada vez.
En el momento en que sonaron los últimos acordes y el calderón en su tecla hizo eco suave, entendió que había finalizado el ensayo.
-Debo admitir que ni aún tocando con tu padre sonabas tan bien. Te irá excelente en el concierto de mañana. Te lloverán propuestas incluso antes de terminar la licenciatura. –halagó su madre, acercándose con una taza de té para él.
El joven espabiló un poco, algo mareado debido a la concentración que había tenido durante horas,pero también le sonrío en cuanto noto a su mamá, aceptando gustoso el té. Ya que no había cenado.
-Gracias, pero la verdad no creo que llegue a tocar como lo hacía Papá.
-Lo sé, tenían algo especial, juntos. Pero no evita que suenes igual de bien, tienes un gran talento. Y mañana lo compartirlas con todos otra vez. –le acarició la mejilla como solía hacerlo de bebé.
-Gracias, ma.
Y era cierto, tan cierto que su madre no se equivocó.
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Notas de la autora:
Sí, mucho tiempo, espero que aún haya personas interesadas en la historia.
Fue una breve actualización. Espero les guste. Prometo no tardar tanto ahora.
Ha sido un año largo y de muchs cambios en mi vida, pero gracias a Dios seguimos aquí.
**Amai do**
Publicado: 1 noviembre 2022
