Una semana después, se habían dado cuenta de la gravedad del asunto al notar que la manera de andar de Choromatsu no era normal. No estaba ya ni un poquito cerca de pasar desapercibido; se notaba a leguas.

Cuando fueron al hospital, el doctor les llevaba seguimiento del caso y hacía todo lo que podía para ayudar a la desesperada familia. Si bien al principio Matsuzo acompañaba a Matsuyo a las citas del hospital junto a su hijo, ya no lo hacía últimamente. Aquello se volvió tan recurrente que no tenía tiempo de hacer a un lado su trabajo, y ahora que más necesitaban el dinero, no pensaba en ello.

Choromatsu había conseguido ayuda de sus padres para ir a la preparatoria, sin embargo, comenzaba a apenarse por volverse una molestia. Era cada vez más evidente que no podía valerse por sí mismo.

Las visitas al hospital fueron varias y en todos horarios. Los resultados de los estudios desvelaron que la enfermedad se estaba expandiendo, pero que no iba tan rápido a como iría sin las terapias. Aquella noticia hizo que la madre se aliviara un poco. Era apenas un respiro para su pobre corazón.

Al cabo de un mes, se hicieron con una silla de ruedas. Le permitía a Choromatsu caminar de vez en cuando, y cuando se cansara, podía sentarse y no esforzarse tanto. No obstante, aquello en lugar de una ayuda, había resultado ser un gran problema. Muchas de las personas no tenían bastante tolerancia con eso. El joven comenzaba a llegar tarde a las clases y cambiar de salón en salón no era nada sencillo. Era una tarea pesada, también para quienes le echaban una mano. En este caso, para Ichimatsu. Al principio cuando en el club vieron a Choromasu en la silla de ruedas todos estaban aterrados creyendo que había sufrido de nuevo un gran accidente, sin embargo, Todomatsu les explicaba que no era nada grave y que se debía a que debían evitar molestias por un malestar. Nadie pareció estar satisfecho con la respuesta, pero no le dieron más vueltas.

Dado que era Ichimatsu quien asistía a las mismas clases que Choromatsu, él fue el mayor encargado de ayudarle entre los cambios. Subir y bajar escaleras, y después volver a subir y volver a bajar…
Al principio cuando Choromatsu decía con pena algo como: "Lo siento, soy una molestia", Ichimatsu respondía seguidamente: "No pasa nada", "no te preocupes", "claro que no, yo te ayudo". No obstante, después de días la situación era cada vez más atosigante para ambos, y la respuesta de Ichimatsu comenzó a cambiar. Después de que Choromatsu se disculpara por molestar y necesitar continuos cuidados, Ichimatsu apenas asentía con una sonrisa cansada o con algo de esfuerzo decía un: "Ajá". La verdad, es que Ichimatsu habría preferido no verlo. Cuando había pasado casi un mes así, ya no lo soportaba. Llegaban al menos 10 minutos tarde entre clase y clase. Bajar al comedor era imposible y ni se diga ir a ver el partido. Cuando la hora del receso se acercaba, era Todomatsu quien se encargaba de su hermano e Ichimatsu por fin podía relajarse un poco, pero eran tan solo 20 minutos del diario durante la horas de clase. Muchas veces lo notaron; que Ichimatsu estaba harto de Choromatsu, pero solo él podía ofrecerle su ayuda. No había más personas en el grupo que estuvieran dispuestas a seguirle el paso.
De vez en cuando iban al club después de clase, pero era demasiado cansado para ambos chicos que preferían irse a sus casas. Karamatsu en una ocasión fue testigo de cómo Ichimatsu se desvivía por ayudar a subir las escaleras a Choromatsu. Cargaba la silla de ruedas primero, y después volvía a bajar, para dejar que Choromatsu se apoyara en su hombro y subir poco a poco. Y cuando era al revés, lo mismo; Ichimatsu tomaba la silla, la llevaba hasta abajo donde estuviera el final de la escalera, subía, se apoyaba a Choromatsu, y volvían a bajar. Los mismo hora tras hora, todos los días y sin llegar a tiempo.

Karamatsu en ese entonces había recordado la vez en que Ichimatsu había evitado al otro, y por un instante se compadeció y lo entendió.
Por supuesto, los chicos creían que sería una cosa de tan solo unos días o dos semanas como máximo, pero cuando se hicieron casi dos meses, estaban agotados.
No paso mucho tiempo para que Ichimatsu comenzara a rechazar a Choromatsu.

—¡Ichimatsu-kun! Vayamos al salón del club luego de…
—Lo siento, Choromatsu —respondió rápidamente interrumpiendo—, le prometí a mi madre que la ayudaría con las compras de hoy.
—Oh, ¡mu-muy bien! Será para la próxima.

No era que Ichimatsu no sintiera culpa. ¡Claro que la sentía! Pero estaba exhausto… No quería seguir ocupándose de él.

Era la hora de la salida. Había alumnos pululando alrededor con prisa. Jyushimatsu se encontraba a la vuelta del pasillo y había escuchado lo que Ichimatsu le dijo a Choromatsu. Cuando estaban lejos, Jyushimatsu le dijo al chico de pelo despeinado:

—¡No es verdad! ¡No debes hacer nada hoy! —Apuntaba son su dedo índice de manera acusadora.
—¡¿Qué…?! Calla, Jyushimatsu-kun. Y-Yo solo voy a…
— Por eso es malo ser bueno. Eres tan bueno que te haces malo.
—¿Qué se supone que significa eso?
—Significa lo que significa.
—¡Tch! Como sea… Me voy de aquí. Mañana… mañana será igual.
—¿Lo dices por Choromatsu-kun? —Al no recibir respuesta, siguió hablando—. ¿Qué crees que le esté sucediendo? Totty parece un poco más tranquilo que de costumbre. No sonríe mucho.
Ichimatsu soltó un suspiro y desvió su mirada, avanzando hacia la salida de la escuela para por fin volver a casa.
—Probablemente no sea algo relevante. O, tarde o temprano lo van a decir. ¿Nos vamos?
—¡No puedo! Voy a esperar a mi hermano. Tiene una clase más que nosotros.
—Ya veo, entonces me adelanto. Nos vemos mañana.
—¡Bye, Ichimatsu-kun! —Jyushimatsu se despidió agitando sus manos a la espalda del mencionado con una sonrisa.

Jyushimatsu se quedó en el patio de la escuela jugando solo al béisbol. Al pasar por el salón de baloncesto pudo notar que Osomatsu estaba allí jugando solo también. Por un momento pensó que podría acercarse y jugar junto a él, pero lo descartó al ver que la castaña le hacía compañía. No le gustaba mucho esa chica.

Ahora estaba solo en el patio principal al aire libre jugando con su bate y la pelota, y a la lejanía escuchaba el balón de baloncesto botando una y otra vez. El cielo estaba pintado de color naranja, llenando de la misma tonalidad todo aquello que tocara la luz.
Después de un rato pudo ver que una camioneta se estacionaba fuera de la escuela recogiendo a sus dos amigos, Todomatsu y Choromatsu.

Todo siguió igual los días que siguieron. Ichimatsu estaba cansado y no sabía cómo zafarse de Choromatsu. A veces pensaba que, incluso si tuviera la oportunidad, no lo haría. Pero estaba exhausto de aquello.

Aquella mañana, Choromatsu escribió en su diario:
"Hoy Todomatsu me ha ayudado a abotonarme la camisa y atarme las cintas de los zapatos. He sido incapaz de hacerlo yo solo, aunque estuve intentándolo por casi 30 minutos. No sé cómo sentirme cuando pienso en ello".

Y, sobre todo, andar no era lo más difícil. También se le estaba dificultando hablar con fluidez. En casa, su madre y Todomatsu le estaban ayudando continuamente a mejorar su manera de hablar con algunos trabalenguas y actividades básicas verbales. Pero no podía evitar tartamudear o que su voz se fuera.

Choromatsu no era un tonto, sabía que molestaba a sus amigos. Cuando no era Ichimatsu, era Todomatsu. Cuando no era Todomatsu, era Jyushimatsu. Y, de vez en cuando porque se encontraba en un grado superior, era Karamatsu quien se encargaba de él.
Con todo ello, se sentía apenado. Los profesores no tenían paciencia ni empatía.
Seguidamente empezaban a molestarse con facilidad y reñían a Ichimatsu o a ambos. "¡Asegúrense de llegar temprano! ¡La clase ha comenzado hace casi 15 minutos!"

Aquellas quejas comenzaron a hacer que ambos chicos se sintieran muy mal. Las miradas de todos en la clase se clavaban en ellos, y no sabían cómo lidiar con ello diario. Parecía como si su amistad comenzara poco a poco a quebrantarse.

—Jyushimatsu-kun…
—¿Mhm? ¿Qué sucede, Totty?
Ambos estaban en una hora libre. Estaban recargados en el barandal del balcón, viendo hacia el patio mientras otra clase se encontraba realizando deporte.
—¿No crees que Ichimatsu-kun se ve molesto últimamente?
—Un poquito —dijo inocentemente.
—¿Crees que…? Bueno, quizá yo debería ocuparme más de mi hermano. Me gustaría estar en su mismo grupo. No es justo que Ichimatsu-kun cargue con eso. ¡Debería solicitar un cambio!

En ese instante, grande fue la sorpresa de Choromatsu al darse cuenta que su madre es encontraba en la entrada de la escuela. No era ni de cerca la hora de la salida. Tenían al menos otras tres horas de clase. Se sorprendió al verla ahí.

—¡¿Mamá?!
—¿Eh? ¿Esa es tu madre, Totty?
—¡Debo ir a ver qué sucede!
—¡Iré contigo!

Ambos se echaron a correr escaleras abajo.
Cuando la mujer había sido ya admitida y estaba adentrándose al edificio, el ver a su hijo la conmocionó.

—¡Mamá! ¿Qué haces aquí? ¿Ocurrió algo?
—Cariño, ¿por qué no estás en clase?
—Tengo una hora libre.
—Ya veo… Verás, hoy vine porque, después de todo, el acuerdo con tu padre va a llevarse a cabo luego de este verano.
—¡¿Eh?! ¿Ese acuerdo? Pero… podría simplemente cambiarme de clase. Acababa de comentarlo con Jyushimatsu-kun.

Ante la mención, la mujer volteó a ver al muchachito y se inclinó levemente hacia adelante. Jyushimatsu con una sonrisa amistosa también hizo una reverencia.

Sin nada que agregar, Matsuyo siguió andando para esperar fuera del salón de clase de su hermano Choromatsu.

La clase estaba a punto de terminar. Quedaban al menos 10 minutos. Una vez finalizada, los chicos salieron poco a poco. Sintió que su corazón se hacía chiquito cuando vio a Ichimatsu ayudando a Choromatsu a caminar. Le alegraba que su hijo tuviera amigos así.
Choromatsu también se sorprendió al verla en la escuela a esa hora. Una vez más, ella hizo mención del "acuerdo". Choromatsu asintió con tristeza. Aquel día, Choromatsu volvería a casa temprano con ella. Más tarde, les seguiría Todomatsu. Cuando el mayor bajaba las escaleras, le dijo a su amigo que podía hacerlo solo por esa vez. Ichimatsu se sentía confundido, pero no insistió.

Todos abandonaron el salón de clase y el profesor estaba a punto de retirarse. Antes de llegar a eso, la mujer entró. Tenía que hablar sobre la condición de Choromatsu a detalle.

—¡Bueno! Vayamos al comedor —dijo Jyushimatsu con inocencia restándole importancia a la situación—, ¡tengo hambre de repente!
—Espera, Jyu-kun.
—¿Mhm?
—Quiero que oigas esto —dijo Todomatsu. Al ver que Ichimatsu también estaba a punto de retirarse, le dijo—: Tú también, Ichimatsu-kun. Lo siento, tendrás que perder otra clase, pero… es importante.

Ichimatsu sostenía su mochila con ambas manos. La llevaba a la espalda. Sin darle tanta importancia accedió. No les parecía bien espiar la conversación de la madre de los gemelos y el profesor, pero ya que Todomatsu se los pedía, no pudieron negarse. Tenían curiosidad.

La puerta estaba entre abierta, por lo que podían escuchar con mayor facilidad en lugar de tener que pegar por completo el oído a la puerta. La mujer, luego de presentarse debidamente y disculparse por tomar el preciado tiempo del hombre, comenzó así:

Sensei, mi hijo sufre de una enfermedad que no ha hecho más que avanzar y avanzar, sin detenerse un poco. Ha estado al corriente con sus tareas, pero… las cosas son distintas para él.
—¿Su hijo es Matsuno-kun?
—Sí, sensei. Creí que debería habérselo dicho desde hace mucho, pero la condición de mi hijo… no puede mejorar. Es una enfermedad que no tiene cura.
—¿Sin cura?
—Así es. Se llama degeneración espinocerebral.

Ante aquellas palabras, los chicos que espiaban detrás de la puerta se quedaron atónitos. No creían lo que estaban escuchando. Por suerte, Choromatsu ya no estaba ahí para abatirse o avergonzarse, pero comenzaron a sentirse muy mal por él. El chico aguardaba en el primer piso del edificio. Todos ellos estaban en el tercero, al otro extremo del club.
Jyushimatsu e Ichimatsu giraron su mirada hacia Todomatsu como esperando una explicación. Explicación que no existía. La información era clara y precisa, justo como lo había dicho su madre. Todomatsu se preguntaba cómo había sido su madre capaz de retener sus lágrimas al hablar de la enfermedad de su hijo.
Luego de que el profesor y ella intercambiaran varias frases más, ella dijo para finalizar:

—Ya he hablado en el salón de dirección. Solo quería que usted como su profesor también lo supiera. Choromatsu va a estar mejor en su nuevo instituto. Será algo más apropiado para él.
—Entiendo. Gracias por hacérmelo saber personalmente, señora Matsuno. Le deseo mucha suerte.
—Gracias, sensei. —Matsuyo hizo una reverencia. Sus ojos estaban cristalinos.

El profesor y Matsuyo hablaron sobre otros asuntos.
Antes de que ella se retirara, al otro lado de la puerta, Jyushimatsu, Ichimatsu y Todomatsu hablaban en voz baja.

—¡¿Eh?! No puedo creerlo. Totty, ¿todo esto es verdad? —dijo Jyshimatsu susurrando. Todomatsu asintió con tristeza—. No…
Ichimatsu se sentía profundamente triste. Sintió un desprecio enorme por sí mismo repentinamente. Después dijo:
—¿Choromatsu-kun se va… de esta escuela?
—Sí, Ichimatsu-kun. Es un acuerdo que tuvo con papá hace un tiempo. Pero, debo admitir que ni siquiera yo sabía que de verdad lo harían. Creí que eran solo comentarios… No creí que sucedería y mucho menos tan pronto...

Hubo un momento de silencio entre ellos. La mujer salió del salón y también el profesor. Todomatsu se despidió casualmente de su madre, mientras que los otros dos se hacían los que no habían oído nada a la lejanía. Ese día Ichimatsu no quiso entrar a las otras clases, y Todomatsu y Jyushimatsu esperarían al menos unos 40 minutos hasta que su clase comenzara. Ya más tarde, Todomatsu volvería a casa con su familia. Matsuyo y Choromatsu volvieron a casa temprano.

—Entonces… ¿cuándo va a irse, Totty? —le cuestionó Jyushimatsu.
—Luego de las vacaciones de verano.
—¿Tan pronto? Solo le queda un mes aquí… —dijo Ichimatsu.
—Cuando mi hermano se haya graduado —reflexionó Jyushimatsu.

Todomatsu asintió. El club iba a desintegrarse finalmente, después de todo.