Disclaimer: Los personajes de Harry Potter son propiedad de J.K. Rowling. La historia es de Inadaze22.

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Capítulo veinte: Di cualquier cosa

Primera parte: El Dios de la sanación

6 de febrero

Por segunda vez en la semana, Draco se preguntó en voz baja por qué había dado su consentimiento a la propuesta de Pansy. Y después de mucha deliberación, todavía no encontraba una respuesta que no hiciera que su ceño se hiciera profundamente.

Suspirando, miró la caja marrón sobre la mesa de café en su sala de estar.

El regalo de Granger.

No podía reclamar la idea porque en gran parte fue de su madre y ella no podría asistir porque estaba visitando a su padre. Aun así, ella le había implantado la idea en la cabeza dos días antes, cuando le había dicho que le comprara algo que necesitara; algo que desviara su atención de las pérdidas. Y ayer, después de buscar durante toda la tarde, esta caja, o, mejor dicho, su contenido, era lo que había encontrado. La caja no era muy ancha y tampoco muy profunda; tenía orificios para agarrarla a ambos lados y una tapa que se ajustaba perfectamente. Draco no se había molestado en decorarla.

Después de todo, solo era una inútil caja que no importaba en el gran esquema de las cosas.

Sin embargo, la tomó, agarró un poco de polvos flú y fue a la pequeña casa del lago de Granger.

Llegó cuarenta y cinco minutos tarde.

Draco salió de la chimenea de Granger y fue recibido por los sonidos de la música que salía de la máquina de discos que él había llevado al piso de abajo, según su petición la última vez que había estado allí. Supuso que el volumen de la música era la única razón por la que había podido entrar a la habitación sin que lo notaran. Draco miró la máquina. Fue limpiada, pulida y colocada contra una pared junto a la chimenea de su pintoresca y sencilla sala de estar.

Pansy y Blaise, estaban vestidos con atuendos muggles, estaban al lado de la máquina; el primero escuchaba al segundo mientras explicaba cómo funcionaba. Luego guio su mano mientras pulsaba un par de números, y la canción cambió. Emocionada consigo misma, Pansy soltó un pequeño grito de alegría y envolvió sus brazos alrededor de Blaise para abrazarlo.

Pansy sonreía, se reía más y lloraba menos. Le estaba yendo bien en la terapia y progresaba a una velocidad increíble. Es cierto que aún dormía con las luces encendidas, pero una mejora era una mejora y Blaise era el rey de la paciencia. Él era realmente bueno para ella, eso era algo que siempre supo. Draco no estaba seguro si quería lo que ellos tenían, aunque la idea le era un poco atractiva y algo no tan imposible como había pensado anteriormente.

Claramente, había alguien para él.

Con cuidado dejó la caja en la mesa de Granger y tomó asiento en el sofá, mirando a su alrededor con el ceño fruncido. Su sala de estar era tan aburrida que le molestaba. No había plantas, ni cuadros, ni adornos, ni fotografías, nada ... Solo un sofá grande y uno más pequeño, dos estanterías que prácticamente vomitaban libros, dos mesitas con más libros, una mesa de café con algunos libros, paredes, la apática alfombra azul que había que tirar y la maldita máquina de discos.

Toda su casa era bastante sencilla.

Vivía como alguien que huía, cosas que cubrían lo esencial y básico. No es que no tuviera ningún objeto decorativo. Los había visto. Había visto los cuadros, las fotos, las alfombras bonitas y todo lo demás cuando fue al ático. Tenía cosas muy bonitas, pero ¿por qué no las quería poner en la casa?

Esa era otra de las cosas que no entendía sobre Granger.

La risa de Pansy sonó y Draco miró hacia arriba para ver a Blaise sonriéndole a su novia.

Draco se rio de sus amigos.

Y eso los alertó de su presencia.

—Llegas tarde, Draco —gritó Pansy. Estaba asombrado de poder escucharla por encima de la música—. Pensé que específicamente te dije que estuvieras aquí a las…

Por un segundo, dudó entre fingir que no la había escuchado. Irritantemente, su mente trabajó y ejecutó una respuesta.

—Bueno, estoy aquí ahora, ¿no? —se acomodó en el sofá y dijo arrastrando las palabras—. Y no parece ni huele como si me hubiera perdido de algo.

—Es un encanto que hace que no puedas oler lo que está cocinando —informó con ese tono sarcástico, que le decía que habían sido amigos durante demasiado tiempo. Resoplando, Pansy frunció el ceño y avanzó hacia él mientras Blaise se quedaba en la máquina de discos, riendo entre dientes y sacudiendo la cabeza—. No es que importe. Aún podrías haber llegado a tiempo.

Draco señaló la caja marrón sobre la mesa.

—Tuve que recoger el regalo.

Pansy miró la caja mientras levantaba una ceja.

—¿Es eso un…?

—¿Dónde está Granger? —interrumpió, levantándose de su asiento y recogiendo la caja de la mesa.

Blaise bajó un poco la música y señaló las puertas cerradas de la cocina.

—Ella simplemente regresó para revisar la comida.

La primera vez que había comido comida casera fue donde la abuela de Blaise fue cuando tenía quince años. Ante la insistencia de su madre, había pasado todo un verano en la casa de la abuela de Zabini en Nápoles. Draco se dio cuenta rápidamente de que no eran la típica familia de sangre pura, no como la suya. La madre de Blaise era un caso atípico, pero el resto de la familia de Blaise no se parecía en nada a ella.

Siempre había al menos siete u ocho de los primos adolescentes de Blaise y amigos ellos allí. Les gustaba mostrar todos los hechizos que habían aprendido durante su año escolar, jugar Quidditch y otras cosas, y explorar los terrenos; allí nunca se aburría como en casa. Cada día, Blaise pasaba un par de horas con su abuela. Era obvio que la amaba y a Draco también le agradaba. Era una bruja divertida con poca tolerancia a las tonterías.

Fue perfecto.

Después de haber declarado que Draco estaba "demasiado delgado", se lanzó en campaña para fortalecerlo, preparándole comidas de toda Italia. Merlín, incluso nueve años después, todavía recordaba los olores y sabores de su cocina.

En el segundo que entró en la cocina de Granger, la nostalgia lo golpeó con tanta fuerza en el pecho que casi se le cayó la caja. Si Italia tuviera un olor, sería este. Eso... Draco miró a su alrededor, desconcertado.

¿Cuánta comida pensó que iban a comer?

La modesta mesa de la cocina de Granger y algunas encimeras estaban cubiertas de platos bajo encantos que las mantenían calientes. Draco se quedó boquiabierto. Había cocinado suficiente comida para alimentar a un pequeño ejército. Seis tipos diferentes de pan recién horneado, incluido panzarotti, ciabatta, pane casalingo, bruschetta y otros dos que no conocía; cordero al horno, brodo di pesce, pizza napoletana, cabo sante alla veneziana, pasta con acciughe, alcachofa con patatas, lasaña tradicional, espaguetis alle vongole, ensaladas, sopas y algunos otros platillos que no reconocía. Ella tenía salsas, mantequillas, quesos italianos, aderezos y otros condimentos. Botellas de vino y agua cubrían una pequeña porción de una encimera. Y Draco se quedó mirando todo.

Ella se había excedido.

Luego miró a su izquierda y allí estaba ella, sacando una bandeja del horno. Parecía que estaba haciendo un pastel caprese para el postre. En la encimera, junto a la estufa había fuentes de tiramisú y tazas llenas de Zabaglione.

Merlín.

Granger estaba tan absorta en asegurarse de que su pastel estuviera cocido que no lo había visto parado allí.

Draco no supo qué hacer al verla. Ella parecía estar divirtiéndose; tan diferente a los últimos seis meses, lo cual era bueno. Se estaba cuidando mejor, lo que la hacía verse mejor. Su apariencia le recordó a la Granger que recordaba de la escuela, salvaje e indomable.

Granger vestía jeans muggles azul oscuro que tenían lo que parecía ser una huella de harina en el bolsillo trasero, un jersey con las mangas cuidadosamente enrolladas hasta los codos porque hacía mucho calor en la cocina y un delantal blanquecino que había visto días mejores. No llevaba zapatos, solo calcetines como arco iris que lucían absolutamente ridículos. Su cabello estaba recogido en la parte superior de su cabeza en una cola de caballo desordenada, pero había un mechón que le caía sobre el rostro.

Y luego vio como ella se derrumbaba.

Respiró hondo mientras atendía el pastel recién hecho. Sus ojos parecieron nublarse por un momento. Su labio inferior tembló; un signo de lágrimas inminentes, pero se detuvo cerrando los ojos y pellizcándose el puente de la nariz por unos momentos. La bruja tomó un par de respiraciones temblorosas y murmuró algo en voz baja que sonó como, "Solo pasa el día, Hermione, solo pasa hoy..."

Luego, Granger abrió los ojos y centró toda su atención en su tarea.

Ella estaba soplando el mechón que caía sobre su rostro cuando vio a Draco por el rabillo del ojo. Sus ojos se abrieron un poco. Granger se tensó, dio un paso atrás y parpadeó. Su saludo fue moderado, pero él lo había escuchado de todos modos.

—Oh, no te vi allí.

Era la primera vez que lo saludaba con algo más que un poco frígido "Malfoy".

Pero realmente no estaba sorprendido.

Desde su momento de locura temporal, las cosas entre ellos habían estado interesantes, de una manera extraña pero cómodas. El supuesto momento se había prolongado durante horas, hasta bien entrada la noche, mientras él la ayudaba a bajar la máquina de discos y se sentaba a su lado mientras ella abría y revisaba algunas cajas más antes de decidir terminar la noche.

—Granger —Draco saludó con un asentimiento.

Antes de que él se fuera por flú esa noche, Granger le había dicho que abriría otro par de cajas la próxima semana y la subsiguiente, "¿estarás aquí?" el dolor era obvio en cada letra que había pronunciado. Aunque lo había intentado, la mirada casi esperanzada en sus ojos había hecho imposible ignorar la petición.

Draco asintió rígidamente y salió.

Granger miró la caja casi con curiosidad y luego lo miró a los ojos rápidamente.

—No tenías que traer nada. Tengo toda la comida lista, hasta el vino —ella le dijo.

Su rostro estaba tenso.

—Es un regalo.

Ella se veía aún más confundida y aprensiva.

—Oh.

Él respondió con un gesto sarcástico de su mano.

—¿Crees que cocinaste lo suficiente, Granger?

La bruja lanzó algunos encantamientos para mantener calientes los platos de postre y colocó su varita en el mostrador.

—Lo hice todo desde cero, incluso el pan. Medir los ingredientes mantiene mi cerebro activo, enrollar la masa me distrae, hornear me mantiene ocupada y preparar una comida me mantiene alejada de... Las cosas.

Draco trató de no sentirse mal por ella, pero el significado subyacente de sus palabras llenas de angustia lo hizo bastante difícil.

Limpiándose las manos en el delantal, Granger respiró hondo. En un intento por quitarse las lágrimas, suspiró y se apoyó contra el mostrador. Ella miró al suelo solo unos momentos antes de levantar la cabeza para encontrarse con su mirada. Ella parecía un poco avergonzada.

—Una vez que comencé, no pude parar. Al principio, preparé platillos que eran más prominentes en el norte de Italia, pero luego me di cuenta de que Blaise vivía en el sur de Italia, así que hice algunos clásicos de...

—Entiendo el punto. Y si terminaste de hablar —Draco bajó los ojos en la caja—. Es tuya para abrir.

Draco la observó mientras despejaba un espacio en la mesa de la cocina. La cocina era un desastre organizado si es que eso tenía algún sentido. Sabía cómo funcionaba su mente, todo estaba separado y categorizado, pero para cualquier otra persona, era un desastre. Granger se sentó en una de las sillas vacías y le pidió que pusiera la caja en la mesa frente a ella. Él obedeció en silencio y vio cómo su rostro se pasaba de la confusión, a la alegría y al miedo mientras abría su regalo.

La caja contenía un gatito de cuatro meses que estaba sobre una manta azul marino.

—Oh, mi… Malfoy —susurró Granger con voz temblorosa y ahogada mientras acariciaba suavemente la cabeza del gatito con dedos temblorosos. Su toque fue reacio y lento. Eso era todo lo que quería hacer.

En una de sus conversaciones anteriores, Granger le había dicho que su último gato había muerto en Australia y nunca había sabido el por qué. Ella había encontrado su tumba en el patio trasero de la casa de sus padres una semana después de su "funeral". Posteriormente, ni siquiera se le había ocurrido la idea de reemplazarlo por otro porque había tenido demasiado miedo de perder algo más. La muerte de Matthew había aumentado ese pensamiento.

Por eso Granger no tenía plantas ni flores.

Pasando sus dedos sobre el pelaje del gatito.

—Es maravilloso, pero yo... No puedo aceptarlo. Yo...

—Él es tuyo —insistió Draco.

Granger se mordió el labio y se dio cuenta de que estaba al borde de las lágrimas y no quería llorar.

—Lo quiero, pero no puedo —después de cubrir la caja, Granger puso su cabeza entre sus manos, angustiada. Cuando él no se movió para tomar la caja, ella le gritó—. ¡Llévatelo! ¡No lo quiero!

Dar marcha atrás no era una opción.

—Él se queda.

—¡No, no es así!

—Sí, lo es —respondió Draco bruscamente—. ¡Se queda y tú te ocuparás de él!

—No puedes obligarme, no puedo...

—Dame una buena razón por la que no puedes.

Su respuesta llegó después de un minuto de silencio, y sí, hubo lágrimas.

—¿Qué pasa si no puedo cuidar de él?

—Tú puedes.

Ella sacudió la cabeza.

—No sé qué haría sí...

—¿Él muriera? —dijo casi en un susurro—. Todo nace, todo vive y todo muere. Nada existe para siempre. Todo muere y algún día tú también lo harás. No hay necesidad de temer lo inevitable.

Draco casi se encogió ante esa última palabra.

Inevitable.

Y así destapó la caja una vez más. Para su sorpresa, el gatito todavía estaba dormido. Draco pasó una mano gentilmente por la espalda del gatito gris y Granger, después de momentos de vacilación, hizo lo mismo. El gatito ronroneaba en sueños. Su toque fue cariñoso, aunque tentativo. Era como si estuviera librando una guerra interna. No había previsto que su miedo fuera tan intenso.

—Madre me dijo una vez —habló una vez que Granger tomó el control de las caricias—, que el miedo a perder a alguien en el futuro es una pérdida para el presente. Desperdiciarás tu vida si dejas que ese miedo te controle. ¿Quieres eso?

Se secó los ojos con la mano libre.

—No.

Señaló al gatito.

—Entonces sabes qué hacer.

Hubo una pausa antes de que él finalmente la oyera susurrar.

—Gracias.

Draco no estaba seguro de por qué le estaba agradeciendo, pero no pidió ninguna aclaración.

—¿Q-qué es él?

—Mitad kneazle y mitad Himalaya —le dijo.

Ella continuó acariciando ligeramente su suave pelaje, con cuidado de no despertarlo de su siesta. Draco miró al pequeño bribón. Tenía el pelaje levemente esponjoso, de un gris tenue, pero su vientre y sus patas eran blancas.

—¿Cuál es su nombre?

—Apolo.

Como si fuera una señal, una de las pequeñas orejas puntiagudas del gatito se animó. Un ojo azul se abrió casi a regañadientes, mientras le daba a Draco una mirada pretenciosa que podría interpretarse como "oh, eres tú" y cerró su pequeño ojo, ronroneando suavemente mientras se cubría la carita con la pata. Su mensaje fue claro, no quería que lo molestaran.

—Apolo —repitió Granger—. El dios griego del sol, de la profecía, música y curación... —se interrumpió, un poco aturdida por el significado del nombre de su regalo.

No era una pregunta, pero Draco asintió rígidamente.

—La bruja que trabaja en Magical Menagerie está completamente fascinada con la mitología griega muggle. La vieja loca le habla de mitología a los gatos todo el tiempo, y cada vez que mencionaba a ese dios en particular, él se animaba. Su dueña anterior era una chica que quería llamarlo Orión, pero estaba frustrada porque el gato no respondía al nombre que ella le había dado, por lo que lo llevo de regreso. Pensé que Apolo era un nombre perfectamente adecuado para el gato y lo compré.

Como si quisiera demostrar la veracidad de sus palabras, Apolo volvió a abrir el ojo, maulló, les lanzó una mirada a ambos, pero no volvió a su siesta. Tentativamente, Granger levantó a Apolo y lo acunó en su brazo, su cabecita descansaba en el hueco de su codo. Se acercó a su nueva dueña con bastante rapidez, ronroneando cariñosamente mientras ella lo acariciaba suavemente. Todo entre ellos estaba en silencio y quieto, excepto por los suaves ronroneos del gatito gris.

A decir verdad, estaba contento de que Granger hubiera aceptado el regalo.

Después de haber tenido al maldito gato en su casa por una noche, Draco descubrió que estaba contento de deshacerse de él. La bruja de Magical Menagerie dijo que probablemente debería mantener a Apolo en su habitación la primera noche si no quería que el gatito deambulara por su casa durante la noche. Antes de irse a la cama, Draco, pensó que la bruja chiflada sabía más sobre gatitos que él y había permitido que el gatito durmiera a los pies de su cama debajo de la manta azul que estaba actualmente en la caja.

Lo que siguió fue probablemente la peor noche en al menos un mes.

No solo tuvo miedo de patearlo mientras dormía, sino que la maldita cosa también ronroneó e hizo otros ruidos durante toda la noche. Ah, y se despertó con un par de pequeños y curiosos ojos azules a unos cinco centímetros de su rostro, ese tuvo que haber sido el peor susto que vivió a las 4 de la mañana. Había creído que estaba soñando, hasta que el maldito animal maulló.

Draco casi gritó y arrojó el regalo de Granger al otro lado de la habitación.

Demasiadas veces se había despertado en la oscuridad para encontrar ojos extraños observándolo. De alguna manera, se había detenido antes de causarle daño corporal a Apolo. Agotado por la falta de sueño en los días anteriores, Draco se dio cuenta de que estaba demasiado cansado para discutir cuando Apolo se subió a su almohada, se acurrucó y rápidamente cayó en un sueño ronroneante.

Granger se levantó de su silla, todavía sosteniendo al gatito.

Parecía una madre primeriza; preocupada, pero decidida.

—¿Está todo bien aquí? —la voz profunda de Blaise sonó en el silencio. Su tono le había dicho a Draco todo lo que necesitaba saber.

Los habían escuchado.

—Todo está bien —Draco observó a sus dos mejores amigos.

Pansy no se molestó en ocultar su miedo, pero el rostro de su novio era una incomprensible máscara de tranquilidad. Blaise siempre había enterrado sus emociones bajo tranquilas palabras. En los casi once años que conocía a Blaise, solo lo había visto gritar dos veces y ambas fueron para Pansy.

Granger se volvió y se acercó a la pareja que estaba en la puerta de la cocina; sus ojos estaban fijos en el gatito en sus brazos.

—Malfoy me compró un gatito. Conozcan a Apolo.

Las dos orejas del gatito se animaron al escuchar su nombre y ronroneó, lamiendo su pata.

—¡Él es adorable! —Pansy dijo y le acarició la cabeza ligeramente. Apolo soltó un ronroneo bajo, claramente amando la atención de las dos mujeres.

—Gracias, si todos están listos para comer, pueden ir al comedor —les dijo Hermione después de pasarle el gatito a Pansy, quien le estaba hablando como a un bebé mientras lo sostenía en sus brazos.

Unos minutos más tarde, la extravagante cena que Granger había planeado estuvo lista. Blaise se había ofrecido para ayudarla a preparar los platos del aperitivo, dejando que Draco y Pansy encontraran rápidamente el camino hacia el comedor. La mesa era bonita y el pequeño candelabro también era decente, pero al igual que la sala de estar, el comedor era aburrido y vacío. Apolo dormía junto a la entrada del comedor.

—Tengo que admitir que la idea del gatito fue sorprendentemente reflexiva —Pansy se sirvió una copa de vino.

Sabía lo que ella estaba insinuando. Sería prudente mantener la boca cerrada.

—Sabes —Pansy mostró sus impecables habilidades de etiqueta que adquirió durante años de lecciones y fiestas. Hizo girar el vino en la copa, lo olió e hizo una mueca de aprobación antes de tomar un sorbo. Asintiendo, dejó la copa sobre la mesa y lo miró. Su voz pudo haber sido suave y delicada, pero el veneno subyacente le demostró que ella no era una princesa inocente—. Después de años de amistad, realmente estoy empezando a darme cuenta de que hay mucho más en ti de lo que parece.

—¿Y qué se supone que significa eso?

—No me retracto de lo que dije antes, Draco, has cambiado. No sé cómo, pero no eres el mismo hombre que me increpo en la sala de estar en agosto —Pansy negó de forma significativa y sus ojos brillaron con una disculpa—. Estaba tan equivocada sobre ti. No te pareces en nada a tu padre. Eres mejor.

—Lo estoy intentando. Tengo mucho camino por recorrer.

—No seas duro contigo mismo.

No estaba seguro de que debía decir, así que no dijo nada.

—Sabes, ella realmente ha recorrido un largo camino —su voz se quebró levemente—. Gracias por estar ahí. Puede que hayas sido un idiota al respecto, pero creo que le diste el empujón que necesitaba.

Draco apretó los labios para responder cuando Hermione y Blaise salieron de la cocina.

Blaise llevaba dos platos, mientras que Granger llevaba un cuenco.

Y empezó la cena.

Honestamente, podía apreciar lo fuerte que era Granger como persona. Estaba sufriendo, eso estaba escrito en su rostro, pero ni una sola vez se quebró. Es cierto que se había acercado, aunque ella no hizo contacto con él, ella bebió un poco de vino y respiró hondo varias veces. Blaise era bueno para evitar que Pansy la mimara. Nunca dejaron de hablar y Granger siempre volvía cuando se sentía mejor.

Además, Draco también descubrió que podía apreciar cuán organizada era. Como en Hogwarts, cuando se proponía algo, lo hacía a la perfección; llevándolo más allá de todas las expectativas. Entonces, cuando dijo que les prepararía una cena, les preparó la cena, pero la hizo infinitamente mejor.

La cena estuvo inspirada en dos regiones de Italia, Veneto, donde ella había vivido, y Campania, donde había vivido la abuela de Blaise. Granger había racionado inteligentemente las porciones para que nadie estuviera demasiado lleno para continuar, se tomó breves descansos, explicó por qué había preparado ese plato en particular y mostró la diferencia entre el vino de Venecia y el vino de Nápoles. Además, incluyó una historia de Italia con cada plato que sirvió.

Draco dejo de notar las sosas paredes mientras escuchaba a Blaise y ella hablar de los siglos de historia italiana durante la cena. Hablaron de guerras, gobernantes y revoluciones; tiempos de paz y tiempos de agitación. Incluso también habían hablado de su historia mágica. Honestamente, Draco no podía pensar en un momento en el que Granger se hubiera visto más viva. Ella se sumergió en la divertida conversación y él vio destellos de la sabelotodo que había estado debajo de la superficie.

Cada uno de los tres aperitivos, los cuatro platos de inicio, los cuatro platos principales y los tres postres se sirvieron con su propio vino, pan y una breve lección de historia.

Todo fue fantástico.

Hablaron y escucharon, Pansy se rio y Granger esbozó algunas sonrisas tristes, Draco trabajó en su italiano y Blaise parecía contento. No fue hasta el postre final, cuando todos estuvieron llenos y bebían lo último de su vino que Granger habló con humildad.

—Gracias, por venir... —suspiró, dejando que se viera algo de su agotamiento emocional—. Realmente significa mucho para mí.

Pansy se rio a carcajadas como diciendo, "no necesitas agradecernos" y Blaise se encogió de hombros.

—Somos tus amigos —dijo Blaise como si fuera la cosa más obvia del planeta.

Draco le dio un rápido asentimiento, pero solo cuando ella lo miró a los ojos.

Granger solo sonrió débilmente y se levantó de su silla.

—Probablemente, debería empezar a limpiar antes de ver los videos.

Los videos…

Pansy Parkinson iba a recibir una maldición mortal y Draco Malfoy estaba decidido a ser el que la lanzara. Videos de mierda. La segunda caja que habían abierto en su noche de locura temporal contenía docenas de videos caseros de Granger con su hijo. Los tenía todos etiquetados y en orden, partiendo desde su nacimiento. Cuando Pansy pasó a la mañana siguiente, Granger le mostró las cintas. Le dijo a la otra bruja que los verían todos juntos. Si ella quería.

No había nada en el mundo que Draco quisiera menos, que sentarse junto a Granger mientras veían películas caseras de su hijo muerto. Blaise levantó una mano.

—Déjanos. Draco y yo podemos limpiar.

Draco frunció el ceño. Primero los videos y ahora fue inscrito para lavar los malditos platos.

Granger los miró a ambos.

—¿Estás seguro?

Abrió sus labios para argumentar lo contrario cuando su mejor amigo lo pateó en la pierna. Mientras le lanzaba una mirada hosca a Blaise, murmuró algo desagradable en voz baja cuando el pateador respondió con otro encogimiento de hombros.

—Estamos seguros. Danos unos minutos. Tendremos todo limpio y nos uniremos a ustedes. Digamos, ¿en diez minutos?

—Está bien —se dio la vuelta, caminó por el comedor todavía con esos ridículos calcetines, sacó de la caja a un Apolo que ronroneaba y salió del comedor. Pansy se levantó rápidamente, besó la mejilla de su novio y susurró un pequeño "gracias" antes de seguir a Granger.

—¿Tuviste que patearme? —Draco amonestó una vez que las dos brujas estuvieron fuera del alcance.

Blaise se encogió de hombros, pero Draco pudo ver el humor en sus ojos.

Imbécil.

—¿Qué diablos fue todo eso? —preguntó Draco minutos después, mientras él y Blaise movían todos los platos, vasos, fuentes y cubiertos vacíos a la cocina.

—Pansy quería tener una charla con ella.

—Ah —terminó de despejar la mesa mientras Blaise usaba encantamientos de limpieza en los platos. Agarró una botella de vino, la necesitaría y se dirigió a la sala de estar. Granger estaba sentada en el suelo frente a la chimenea, Apolo estaba explorando su nuevo entorno con cuidado y Pansy estaba sentada en el sofá con una mirada aprensiva en su rostro.

Quería salir pronto de allí, pero haría más ruido al retirarse.

—... No he dormido en dos días y he estado temiendo este día durante semanas. No sé qué habría hecho si hubiera estado aquí sola. Realmente, realmente, aprecio todo lo que has hecho por mí.

Pansy negó con la cabeza.

—Yo no...

—Te has asegurado de no esté sola en días como Navidad, Año Nuevo, hoy... Y me has apoyado, incluso cuando te rechacé, incluso cuando te mentí...

Ella se encogió de hombros.

—Eres mi mejor amiga, Hermione. Al menos, en la forma en que yo defino la palabra.

Granger parecía confundida.

—¿Lo soy?

Pansy asintió.

—Aunque tengo la sensación de que quieres que retire las palabras.

Granger se limitó a suspirar y utilizó su varita para conjurar un ovillo para que Apolo jugara con él. El gatito se abalanzó juguetonamente. Tras unos instantes de observar el espectáculo que tenía ante sí, Hermione decidió responder.

—Ojalá pudiera ser una verdadera amiga para ti. Ojalá pudiera seguir la sugerencia de Malfoy y cambiar mi...

—En tu corazón, Hermione —prácticamente susurró Pansy—. ¿Qué piensa?

—Todavía es demasiado frágil y…

—¿Desgarrado? —intervino.

—Sí, pero se está sanando... —se interrumpió y miró a Pansy.

—¿Cómo se puede curar si todavía ocultas cosas?

Granger parecía sorprendida.

—Me ocultas cosas.

No había vergüenza en su voz cuando se confesó.

—Lo hago.

—¿Por qué? —la canción del tocadiscos se desvaneció y Apolo, aunque inicialmente se entretuvo con su juguete conjurado, comenzó a alejarse y a explorar más su nuevo mundo.

Granger se puso en pie y recogió al gatito que caminaba hacia la chimenea.

—Lo estás haciendo muy bien, Pansy. No quiero retenerte con ninguno de mis dramas.

Pansy cruzó las piernas y se apoyó en el sofá.

—Sigue sin explicar por qué ocultas las cosas…

—Porque... No quiero decepcionarte —confesó Granger apresuradamente mientras su rostro se sonrojaba. Acariciando al gatito en busca de consuelo, suspiró con dureza—. Es que, a veces, puedo verlo en tus ojos. La esperanza. Quieres que sea feliz y que las cosas sean normales; estás desesperada por ello. Pero no lo son y no sé cuándo volverán a ser normales. Y, a veces, cuando mi fachada empieza a fallar y muestro lo triste que estoy, lo veo ahí; la decepción —ella se desahoga—. Sigo pensando que, si sigo decepcionándote, tú...

—Nunca.

—Así que finjo. Mantengo la boca cerrada y miento. "Estoy bien" y "Todo está genial". Respiro, hablo y escucho tus historias sobre tu trabajo. Hago todo para mantener una fachada a tu alrededor cuando por dentro lo único que quiero es gritar.

Draco se sintió incómodo y trató de retroceder hacia la cocina. Pansy no era llorona, pero tenía los ojos húmedos.

—No lo sabía. No quiero que pienses que…

Granger se paró frente a la chimenea.

—Eres muy orgullosa, Pansy. Te sientes cómoda barriendo todo bajo la alfombra. Cuando tienes un mal día, no se nota. Cuando estás triste, no lo demuestras. No puedo ser como tú. No puedo ignorar lo que siento...

Nunca te pedí que escondieras tus sentimientos, Hermione. Así es como yo afronto las cosas. Otra maldición de mi educación —soltó una risa triste—. Tienes que entender que todavía estoy cuidando de mí, igual que tú estás cuidando de ti. Ambas somos un trabajo en progreso —una rara y honesta sonrisa se dibujó en su rostro mientras se pasaba una mano por su cabello—. Y ya que somos trabajos en progreso, seré más abierta contigo para que tú puedas ser más abierta conmigo.

—Aunque tenga que admitir que soy...

No eres débil. Yo hubiera muerto si tuviera que pasar por las cosas que tú pasaste, pero viviste.

—Puede que haya vivido, pero no fue una vida que mereciera la pena —Granger suspiró y susurró el hechizo que encendió el fuego—. También podrías haberme enterrado junto a Matthew ese día. Una parte de mí murió con él —Pansy permaneció en silencio y la morena continuó—. Miro a la Hermione de hace seis meses y ni siquiera reconozco quién era. Y me miro ahora y sigo sin saber quién soy, pero todo... Todo está un poco más claro.

—Y las cosas seguirán aclarándose.

Con otra mirada por encima del hombro, Draco vio el brillo casi esperanzador en sus ojos.

—¿Tú crees?

—Lo . No tienes que llevar esas cargas sola.

La mirada de Granger pasó triste a ansiosa mientras apartaba la cara de la chimenea.

—Y-yo necesito decirte…

—¿Qué Harry es el padre de Matthew? No es necesario.

Era obvio para Draco que Granger no esperaba esas palabras.

Pansy continuó audazmente.

—No te veas así. Lo he sabido desde hace mucho tiempo. Lo supe en el instante en que lo vi. Sus ojos y su aparente aversión a peinarse el cabello fueron indicios... —puso su dedo en su barbilla, enfocándose en la mesa como si fuera una tarea de Adivinación—. Él fácilmente podría haber sacado eso último de ti.

Draco presenció una honesta risa de Granger. Salió cruda y muy lento, pero fue una risa. Aunque no duró mucho, Pansy pareció complacida.

La risa de Granger se convirtió en un suspiro triste.

—Realmente odiaba los cepillos y peines. Los encantaba, los volví de sus colores favoritos, los hice girar por la habitación, le mostré cómo me cepillaba el cabello, hice todo y en el segundo que fui a cepillarle el cabello, empezó a gritar como una maldita alma en pena y no se detuvo hasta que terminé. Y luego hacía pucheros —sacudió la cabeza ante el recuerdo, sonriendo muy levemente.

La sonrisa se convirtió lentamente en ojos llorosos y respiraciones agudas. Granger se cubrió el rostro con las manos, sollozando en voz baja.

—Lo extraño —lloró suavemente, sollozando—, lo extraño mucho.

Pansy se levantó de su asiento, abandonó los tacones y se acercó a su amiga, tomándola en sus brazos. Como había hecho tres noches antes, se aferró a la otra bruja con fuerza y sollozó libremente, pero a Pansy no pareció importarle en lo más mínimo que le llenasen de lágrimas el suéter de cachemira. Ella solo le dio unas palmaditas en la espalda.

El golpe en la puerta interrumpió el momento.

Granger levantó la cabeza del hombro de su amiga y rápidamente se secó las lágrimas.

—Creo que era… —el golpe persistente la interrumpió.

Blaise salió de la cocina, mirando a Draco con curiosidad. Pansy soltó a Granger y se dirigió hacia la puerta, lanzándole una mirada extraña. Draco levantó tontamente la botella de vino como una ofrenda. Estaba a punto de regresar a la cocina cuando escuchó la voz de Pansy.

—¿Qué diablos estás haciendo aquí?

Él y Granger intercambiaron miradas confusas y él la siguió en silencio fuera de la sala de estar, hacia el vestíbulo, donde Pansy seguía gritando a todo pulmón.

—¡Hoy, de todos los días, tienes el descaro de mostrar tu cara! Si Blaise no hubiera tomado mi maldita varita, maldeciría tú… —Blaise le tapó la boca.

La puerta principal estaba abierta de par en par, pero no podían ver quién estaba allí porque Blaise, que estaba reteniendo físicamente a Pansy, estaba bloqueando la vista. Granger giró a la izquierda alrededor de la pareja, él a la derecha y Blaise tiró de la mujer enfurecida hacia atrás. Draco solo escuchó un sonido, el pequeño jadeo de Granger cuando identificó al hombre en su puerta. Ella retrocedió unos pasos, su rostro estaba lleno de sorpresa. Sin saberlo, le agarró la mano antes de que ella pudiera retroceder más.

Un relámpago iluminó el cielo cada vez más oscuro, seguido rápidamente por el retumbar de un trueno.

Se avecinaba una tormenta, qué apropiado.

El hombre de la puerta parecía como si hubiera peleado con un boxeador muggle y Draco no estaba seguro de quién había ganado. Un ojo morado, una mejilla hinchada, los labios ensangrentados y lo que parecía una nariz rota. ¿Lo sentía siquiera? Sus heridas no parecían molestarle.

Sus ojos estaban enfocados en Granger y los de ella en los suyos.

Hablando de Granger, su voz se entrecortó mientras medio susurraba su nombre.

—¿Harry?

OoOoOoOoOoOoOoOoOoO

Segunda parte: Y se desató el infierno

Pansy decidió aportar una solución al "problema Potter".

—Deja que el idiota sangre en la alfombra de bienvenida… Afuera.

Se ganó un hechizo silenciador.

Después de todo, sería contraproducente.

Hermione podía escuchar el latido de su propio corazón en sus oídos. Su mano tembló dentro de la mano más grande de Malfoy, él todavía la sostenía. La mano de Harry se estiró y tocó la pared invisible de sus protecciones, protecciones que lo mantenían fuera de la casa. Debería haber dejado que Malfoy la guiara de regreso a la sala de estar. Tenía su mano; todo lo que tenía que hacer era arrastrarla. Pero Malfoy se quedó allí parado como si supiera lo que había que hacer.

—Malfoy, por favor, quita las barreras de entrada —salió en un susurro. Estaba demasiado conmocionada para quitarlas ella.

Su rostro era como una máscara en blanco, pero Hermione no se relajó hasta que Malfoy sacó su varita del bolsillo y con cuidado, siguiendo cada una de sus instrucciones, bajó las barreras de la entrada. Ella le dio la espalda cuando Harry entró en su casa, mirando cautelosamente alrededor. Sin embargo, ella se dio la vuelta de nuevo.

Había otras cosas con las que tenía que lidiar en ese momento.

—¿Cómo encontraste mi casa, Harry? —preguntó Hermione.

—Le pedí a Molly la dirección. Ella me dijo que se la diste hace unos meses. Pensé que nosotros... Yo debería estar aquí —fue tan incómodo. Harry no había entrado en su casa y ella no se había hecho a un lado para darle la bienvenida.

Hermione tiró de la punta de su camisa, manteniendo sus ojos lejos de los de él tanto como pudo hasta que se recompuso lo suficiente como para susurrar.

—Es su cumpleaños —e intentó no ahogarse, pero tenía el corazón en la garganta.

Harry no se veía mejor.

—Yo... lo recordé —balbuceó, sus ojos eran suaves y tristes—. Y-yo no creí en eso. Solo vine —Harry se pasó una mano por el cabello y luego se frotó la nuca como siempre hacía cuando estaba ansioso—. Me equivoqué. Me equivoqué tanto contigo y con Ron y yo… —respiró hondo—. Quiero arreglarlo.

—No puedes —le dijo con franqueza—. Al igual que yo no puedo.

Él asintió con comprensión; con rostro solemne.

—¿Podemos intentarlo?

—Es posible que las cosas nunca vuelvan a ser como eran —Hermione no sabía si estaba hablando con él o con ella misma—. Pero podemos empezar —dio un paso hacia él—. Puedo empezar. No te lo voy a poner difícil —Harry fue a ajustarse las gafas y se estremeció—. Puedo responder cualquier pregunta que quieras, pero primero yo tengo una, ¿qué te pasó?

—Ron —sonaba dolorido.

Entonces, estaba de vuelta de Rumania.

—Oh.

Ya no se necesitaron palabras. Sabía lo que había sucedido. Ron debió haber regresado al mismo tiempo que Harry fue a pedirle a Molly su dirección. Lo que había sucedido debió haber puesto patas arriba La Madriguera. Pobre de Molly.

—Tu nariz probablemente esté rota —no pudo evitar decirlo.

Hermione se palpó los bolsillos en busca de su varita para arreglarla, pero Harry la detuvo alcanzando su mano.

—Está bien. Me lo merezco —cuando ella se quedó mirando su mano que cubría la suya, él la soltó con una suave disculpa y torpemente se quitó la chaqueta mojada antes de colgarla en su perchero.

Hermione guio el camino entre la tensa atmósfera de la sala de estar. Era obvio que se abrió una brecha temporal entre Blaise y Pansy porque Malfoy estaba sentado entre ellos. Pansy en silencio, con el ceño fruncido, estaba acariciando a Apolo, un tranquilo Blaise estaba hojeando uno de sus libros y un inexpresivo Malfoy estaba mirando su mano.

—Malfoy, ¿puedes hacerme un favor y curar la nariz de Harry?

Todas las cabezas se voltearon bruscamente. Pansy claramente tenía algo que decir al respecto y posiblemente sus palabras no serían agradables. Un Malfoy reacio se levantó del sofá y tomo su varita de la mesa después de murmurar algo en voz baja. Obviamente, él iba a ser un hombre maduro y curaría a una persona que claramente no le agradaba y ella realmente lo respetaba por eso. Solo dio tres pasos hacia la pareja antes de que se conociera el malestar de Harry.

—Pre-preferiría que Blaise lo hiciera.

Las cejas de Malfoy se levantaron lentamente.

Harry razonó.

La rompiste en el sexto año.

Malfoy puso los ojos en blanco y Hermione asintió. Harry estaba siendo ridículo.

—¿Alguna vez dejas ir las viejas rencillas? —Malfoy frunció el ceño.

Después de que Blaise le arreglara la nariz y Pansy prácticamente le arrojara una bolsa de hielo, Hermione decidió cancelar el resto de sus planes. Iba a disculparse, pero no fue necesario. Pansy y Blaise fueron los primeros en irse por flú. Ambos le dieron abrazos y Pansy lanzó silenciosas miradas de muerte a Harry.

Malfoy fue el último en irse.

—No tengo comida para Apolo —comenzó nerviosa, echando un vistazo por encima del hombro hacia donde estaba Harry, mirándolos intensamente. Estaba fuera del alcance, pero parecía decidido a escuchar su conversación.

—Creo que tengo una lata de atún —Malfoy miró a Harry por encima de su hombro—. Si la necesita, puede ir a buscarla.

Y luego se fue.

Harry no hizo nada para ocultar la desaprobación en su voz.

—Nunca superaré el impacto de que Malfoy y tú sean buenos amigos.

Ahí estaba esa palabra de nuevo. Amigos. Pero ella ignoró su tono, se calmó con algunas respiraciones profundas y lo invitó a sentarse en el sofá. Hermione revisó el gabinete debajo de su televisor, buscando la cinta. Había varias, pero esta era la que había hecho específicamente para Harry. Cuando la encontró, Hermione puso la cinta en su modesto reproductor de VCR.

—Pensé que sería mejor si te lo mostrara, en lugar de contártelo, sobre Matthew —Apolo se frotó contra su pierna y ella lo levantó.

—¿Cuándo conseguiste un gato nuevo?

—Hoy —no creyó que fuera prudente decirle que Malfoy se lo había regalado.

—¿Qué pasó con Crookshanks?

—Murió durante el año en que mis padres estaban en Australia.

—Oh… Lo siento.

Apolo empezó a ronronear, acurrucándose en sus brazos y amasándola cariñosamente. Ella fue y se sentó junto a Harry en el sofá y Apolo lo miró con recelo hasta que Harry le rascó la barbilla.

—Él es lindo.

Y luego Apolo lo mordió.

Harry hizo una mueca y se llevó la mano a la boca.

—Y luchador.

Hermione sonrió afectuosamente mientras él se escapaba de sus brazos y se paraba en el borde del sofá, tratando de determinar si saltar o no. Antes de que Hermione pudiera dejarlo, saltó y aterrizó sobre sus pies antes de desaparecer en una esquina. Sin la distracción, volvió la incomodidad. Hermione tenía tanto que decir, que poner sus pensamientos en orden no era una opción viable.

Porque después de todo, ella era humana. No siempre sabía qué decir, así que habló con sinceridad.

—Pensé que estaba haciendo lo correcto al irme. Nunca pensé… —Hermione parpadeó para quitarse las lágrimas—. Te quité el derecho a conocerlo y lo siento. No lo hice por malicia, pero entiendo lo egoísta que fui. Es solo que… Me arrepiento mucho.

—Yo también —murmuró Harry—. Mucho. Demasiado.

Sus ojos se encontraron. Hermione no estaba segura de cómo verbalizar todas las emociones que parecían arremolinarse entre ellos; que parecían asfixiarlos. Quería anclar sus emociones a algo porque corrían desenfrenadas y salvajes. Harry parecía estar luchando con lo mismo, incapaz de hablar. Él se acercó y ella se giró, sentándose sobre sus rodillas, cuidando de no tocar a Harry.

—No estoy orgulloso de mí mismo —dijo finalmente Harry—. Por lo que pasó en la Mansión. No sabía lo mal que te hirieron. Yo…

—Te perdono —y sintió como si se hubiera quitado un peso de encima—. Te perdono para poder perdonarme a mí misma. Necesito perdonarme a mí misma. Y espero que algún día puedas perdonarme. No tengo ninguna expectativa.

Harry asintió.

—No diré que no estoy molesto, porque eso sería una mentira. Y dije muchas cosas que no sentía ese día... O tal vez lo hice, pero ahora no lo hago. Creo, entiendo la elección que tuviste que tomar. No te lo puse fácil —los ojos de Harry estaban tan abiertos que sintió que podía sumergirse directamente en su alma. Sin embargo, no lo hizo, temiendo lo que encontraría y lo que vería—. Me senté y pensé en ello. Pensé en lo que habías dicho y en lo que dijo Malfoy…

—¿Malfoy? —intervino Hermione—. ¿Cuándo hablaste con Malfoy?

—El mismo día que nos lo dijiste.

Bueno, eso era una novedad para ella.

No estaba muy segura de qué creer, su corazón y su pulso estaban fuera de control. Ella no podía concentrarse. ¿Qué había dicho Malfoy?

—¿Qué dijo él?

—Me dijo que no sabía nada de ti y discutí con él. Supuse que te conocía, parece que el idiota tenía razón —Harry negó ante la ironía de la situación—. Me dijo que, si tuviera amigos como yo, no necesitaría enemigos. Me dijo que yo no tenía idea de lo que estabas pasando en ese momento, él también tenía razón —y entonces algo ocurrió y sus palabras fueron medio susurradas—. Tuvo razón.

Trató de no parecer tan ansiosa, pero falló.

—Él… Él no te dijo nada más, ¿verdad? ¿Sobre mis padres o Matthew?

—No.

Hermione soltó la respiración que había estado conteniendo. Él podría habérselo dicho a Harry, podría haberle dicho todo, pero no lo hizo. Y parecía extraño que no hiciera eso. Malfoy, después de todo, era un oportunista.

Harry estaba mirando intensamente sus manos.

—No fui muy justo contigo.

—Ni yo —confesó Hermione—. También te quité la oportunidad de construir una relación con él…

—Él… ¿Alguna vez preguntó por mí? —preguntó Harry mientras se frotaba la piel expuesta de su brazo.

Hermione sonrió con tristeza y asintió.

—Todo el tiempo. Él susurraba tu nombre mientras dormía… —se calló, con voz repentinamente espesa. Hermione se aclaró la garganta y continuó—. Le mostré fotos y le conté historias sobre ti, sobre nosotros y Ron, en Hogwarts —ella vio como él hizo una mueca de dolor ante la mención de su mejor amigo. Ella siguió—. Le conté un poco sobre la guerra y cómo fuiste un héroe; que nos salvaste de Voldemort. No te alejé de él. No te oculté de él. Siempre pensé que cuando el polvo se asentara… —se atragantó de nuevo—. Harry, él te amaba, mucho —estaba contenta de estar sentada porque se sentía débil. Se le llenaron los ojos de lágrimas al pensar en todas las conversaciones que tuvieron sobre "papi".

Harry parecía dividido entre la tristeza y la felicidad. Su hijo lo conocía, pero eso no cambiaba el hecho de que él no conocía a su hijo.

—Siempre tuve planes de volver a casa y enfrentar mis demonios, pero cuando se enfermó...

Harry la miraba directamente con ojos confusos y entrecerrados.

—¿Se enfermó?

Y ella le contó sobre el primer percance en la salud de Matthew.

—Estaba a un punto de contactarte cuando encontramos un donante.

—Deberías haberte contactado conmigo, de todos modos.

—Lo sé, ese es mi mayor arrepentimiento. Algo con lo que tendré que vivir por el resto de mi vida.

No hubo nada más que silencio durante mucho tiempo.

Entonces, Harry se aventuró.

—Hermione, ¿cómo…?

—Un tumor no diagnosticado, de todas las cosas —una lágrima corrió por su mejilla y no pudo detener el resto. Esta no sería una historia sin lágrimas—. Tratamos de eliminarlo, intentamos detenerlo y tratamos de controlarlo, pero siguió creciendo y creciendo. Nunca se detuvo.

—Y la magia...

—La magia no puede hacer todo, lo sabes. La magia mantuvo su cabello en su cabeza y mantuvo sus síntomas al mínimo, pero aparte de eso, la magia no pudo curarlo. Lo intentaron todo. Me dijeron que debía hacer arreglos, que tenía solo semanas. Confiábamos exclusivamente en pociones para hacerlo sentir cómodo. No quería tenerlo en un hospital. Lo quería en casa. Quería que fuera normal, que jugara, que hiciera galletas, que hiciera todo lo que él quisiera hacer. Sabía que debería haberme contactado contigo, pero estaba loca de dolor. Yo… Yo no lo hice. Lo siento mucho...

Sintió su brazo serpentear alrededor de ella y Harry la atrajo hacia él. Hermione lo siguió, metiendo la cabeza en el hueco de su cuello. Cerró los ojos con fuerza. Harry susurró dos palabras que la hicieron soltar un sollozo ahogado.

—Te perdono.

Durante todo el día, había querido no llorar. Interpretó el papel de una madre fuerte y se entretuvo cocinando y conversando. Había sonreído y soltó risas vacías, pero no podía evitarlo ni podía negarlo. La pura presión de las emociones que la abrumaban era casi insoportable. Hermione simplemente no podía soportarlo. Estaba tan cansada de ser fuerte.

Cuando sintió algunas lágrimas caer sobre ella, Hermione se sorprendió. Él no había conocido a Matthew, pero Pansy tampoco y ella había llorado más por él que Hermione.

En sus brazos, ella se permitió llorar, realmente llorar, por su hijo. Su hijo tenía los ojos de su padre y la sonrisa de su madre. Y Hermione lo abrazó mientras lloraba por su hijo, que no había heredado la mala visión de Harry, pero tenía su coraje y fuerza. Lloraron por su hijo que hubiera comenzado la escuela y celebrando su quinto cumpleaños. Y Hermione esperaba que mientras lloraban juntos, sanaran.

Apesadumbrada, supo que no había cronogramas, mapas ni libros instructivos. No serían capaces de avanzar rápidamente a través del dolor. Pero había una pequeña burbuja de esperanza dentro de ella que esperaba que tal vez, algún día, pudiera contarle historias a Harry sin llorar; que ella recordaría algo que él hizo o dijo y eso la haría sonreír. Aun así, hasta entonces, honrarían su memoria siendo mejores personas y siendo mejores entre ellos.

Hermione se alejó lentamente y por un momento, se miraron y respiraron.

Luego, le quitó las gafas y le secó los ojos.

Y no se inmutó cuando Harry le secó las lágrimas.

—¿Podemos verlo? —preguntó.

—¿Quieres? —Harry asintió y Hermione tomó el control remoto y encendió la televisión—. Hice esta cinta para ti, por si alguna vez te enterabas de Matthew o si algo nos pasara a mí o a él. Cada mes, nos sentábamos y agregamos algo a la cinta. A veces, unos segundos, a veces era más. Hechice la cinta para que tuviera todo. No quería que te perdieras nada y confieso que casi te la envié por correo durante su primer año, pero... Pero me alegro de poder mostrártelo.

Ella presionó reproducir.

La pantalla estuvo negra durante unos segundos mientras la fecha parpadeaba en la parte inferior de la pantalla: Cuatro de mayo. Hermione recordó el día como si fuera ayer. Después de todo, fue uno de los mejores días de su vida, el día en que llevo a Matthew a casa desde el hospital. La cámara se movió un poco cuando la colocó en el soporte y quitó la tapa del objeto. Lo siguiente que vieron fue la sala de estar de Hermione en su casa en Venecia. Estaba llena de plantas, pinturas y vida. Y luego Hermione, de diecinueve años, se acercó y se sentó en el sofá, justo frente a la cámara. Parecía exhausta y pensativa, pero feliz.

Si estás viendo esto, Harry, entonces sabes por qué me fui. Espero estar sentada contigo mientras miras esto, pero si no lo estoy, entonces quiero disculparme. No era mi intención hacerte daño a ti o a Ron, pero tuve que irme, tanto por tu bien como por el de nuestro hijo. Preferiría que ambos me odiasen antes que entre ustedes. Me dijiste en Australia que estaba cometiendo un error. Solo quiero mostrarte lo equivocado que estabas.

La adolescente se levantó y se alejó, regresando con un hermoso bebé que dormía plácidamente en sus brazos. Estaba cómodamente envuelto en una manta marrón. Él se inquietó un poco en sueños, pero ella lo arrullo suavemente, meciéndolo en sus brazos. Hermione apartó los ojos de su yo más joven y miró a Harry, para encontrarlo completamente enamorado. Estaba inclinado hacia adelante, solo mirando.

Es hermoso, ¿no?

—Si —escuchó a Harry susurrar y eso le desgarró el corazón.

Su nombre es Matthew, en honor a mi papá, y acaba de llegar a casa después de pasar unos pocos meses en el hospital. Dicen que no podrá correr o jugar sin quedarse sin aliento. Les mostraremos que se equivocan, ¿verdad Matthew? —ella miró a su hijo con afecto—. Le mostraremos al mundo que todo es posible —ella le besó la frente—. E incluso si nunca corres ni juegas, yo te seguiré amando.

La pantalla se volvió negra y los cortos continuaron hasta el primer cumpleaños de Matthew.

El cabello de Hermione estaba fuera de su rostro y se veía sonrojada, pero sostenía a un niño de un año que se retorcía, estaba golpeando dos bloques azules y repitiendo la palabra "ecoba" una y otra vez. Vestido con una camisa verde de manga larga y pantalones, su cabello estaba recién cortado y sus ojos verdosos estaban abiertos y juguetones.

Matthew, ¿quieres saludar a papi?

El bebé en la pantalla negó con la cabeza y continuó golpeando los bloques.

Él niega con la cabeza, ante todo. Mira —ella sonrió y dijo su nombre—. Matthew, ¿quieres tomar una siesta?

Él negó con la cabeza.

¿Quieres pastel y helado?

Él negó con la cabeza. La Hermione de la pantalla se rio.

Dile adiós a papi.

El ruido de bloques se detuvo y miró a la cámara con curiosidad.

¿Pa-pá?

Harry parecía al borde de las lágrimas y Hermione estaba a punto de llorar.

Al final del segundo cumpleaños, Hermione tuvo que perseguir al niño que reía por la sala de estar antes de que pudiera ponerlo frente a la cámara, ambos estaban llorando, de risa.

Comenzó como una risa de Harry y terminó con Hermione estallando en un ataque de risa.

Recordaba ese día muy claramente. Fue más tarde ese año cuando le diagnosticaron leucemia, pero ella no podía decirlo. Mostró todos sus dientes con una sonrisa. Merlín, le había tomado una hora y algunas indicaciones conseguir que Matthew hablara, pero tan pronto empezó, Matthew no se detuvo. Durante más de una hora, habló de todo, desde la "nana" en su codo hasta el pastel que su mamá le había hecho. Contó que le gustaban los "duce", "libos" y "Kittich", caramelos, libros y Quidditch, fue corregido por Hermione. Él vitoreó, se rio, contó historias que eran apenas comprensibles, habló de sus programas de televisión favoritos y se sonrojó. Luego se acercó mucho a la cámara, golpeó la lente con el dedo meñique.

¿Etá agen i?

Su padre sonrió.

En el tercer cumpleaños de Matthew, había decidido sentarse "como un niño grande" y hablar. Él "no necesitaba a mamá" para ayudarlo. Habían encontrado el tumor dos meses después de que se gravara este video, pero ella aún no podía decir que estaba enfermo. Matthew contó lentamente sus números en inglés e italiano y le dijo a su papá que lo amaba, en italiano. Era un niño tan inteligente. Habló sobre su escoba de juguete, su mejor amigo llamado Zak el león, cómo su mamá lo llevaba al parque todos los sábados para jugar con los otros niños, los viernes de cuentos y los miércoles de lasaña.

Hermione se dio cuenta de que así era como recordaba a Matthew, sonriente y feliz. No recordaba sus episodios de desmayos, vómitos posteriores a la radiación o su extrema fatiga. Lo recordaba antes o después, pero nunca durante.

Matthew estaba en medio de la edición de cumpleaños de "muestra y cuenta" cuando alguien llamó a la puerta.

Harry no se había dado cuenta. Estaba demasiado ocupado sonriendo y riéndose de su hijo.

Mientras lo dejaba solo en la sala de estar, Hermione lanzó algunas miradas prolongadas al hombre en el sofá y al niño en la pantalla. Padre e hijo, unidos por una televisión.

Fue extrañamente conmovedor.

Los golpes persistentes la sacaron de su trance.

Abrió la puerta a una persona que no esperaba ver.

Ginny Weasley.

Un profundo y áspero sonido de trueno rugió en los cielos cuando las primeras gotas de lluvia cayeron sobre la tierra, qué apropiado. Hermione cruzó los brazos sobre el pecho. Esta no era una visita de cortesía ni amistosa. Había un destello de ira y desconfianza en sus ojos. Nada estaba fuera de lo normal.

—¿Qué estás haciendo aquí, Ginny?

Mi novio está aquí.

—¿Y exactamente cómo lo sabes?

Ginny abrió la boca para responder, pero la cerró de repente. Hermione arqueó una ceja, manteniéndose tranquilamente firme. Sabía por qué había cerrado la boca tan de repente. Dado que no había forma en el infierno de que Ginny supiera a ciencia cierta que Harry estaba allí, tendría que admitir que lo había seguido mágica o físicamente. Harry tampoco lo apreciaría. Por lo que Hermione sabía, el acecho seguía siendo ilegal en toda Gran Bretaña, muggle y mágica. Además del hecho de que la Weasley más joven estaba acechando a su propio novio, también tendría que admitir que su relación no era tan perfecta como Ginny había dicho en sus cartas y durante sus amenazas.

Y eso no era algo que quisiera admitirle a Hermione, de todas las personas.

—Bueno, ya que no puedes responder la pregunta… —Hermione le cerró la puerta en la cara.

Hermione se detuvo por un momento, miró hacia la puerta cerrada y sonrió.

Eso se había sentido bien, no, genial.

Se volteó y decidió reunirse con Harry en la sala de estar. Estaba a mitad de camino por el pasillo cuando se dio cuenta de lo silencioso que estaba. Seguramente, no había terminado de ver todas las cintas. Con cautela, miró desde la esquina y vio a Harry.

Estaba sacando la cinta de video de la video grabadora.

—¿Qué estás haciendo? —ella le preguntó con cautela.

Harry se puso de pie y se giró, con video en mano.

—Debería regresar. Probablemente, Ginny se esté volviendo loca.

Demasiado tarde para eso.

—Simplemente, me fui después de que Molly me dio la poción para el dolor y tu dirección.

Explicó por qué no pareció notar sus heridas.

—Oh.

—¿Te importa si me quedo con esto? —levantó la cinta.

Ella negó con la cabeza.

—No. Tengo más. Cuando estés listo —pasando junto a él, levantó al gatito del suelo. Probablemente, pronto tendría hambre si no lo tenía ya—. Creo que filmé y capturé todos los eventos mayores y menores de su vida —se rio entre dientes con tristeza por su obsesiva toma de videos. Matthew apenas podía quedarse quieto para la mayoría de ellos.

Harry esbozó una pequeña sonrisa.

—Creo... Creo que me gustaría eso —hubo un pequeño ruido que ninguno de los dos había notado porque Harry se estaba preparando para decir algo—. Mira, Hermione, sobre Australia…

—Considero que es mejor que dejemos eso en el pasado, donde pertenece.

No quería desenterrar viejos y dolorosos recuerdos. Hoy no. No cuando habían hecho un progreso tan grande. Tenían que ir más lejos para después mirar atrás. Un asentimiento de comprensión fue lo que obtuvo, a cambio, un silencio embarazoso cayó entre ellos.

—No puedo evitar preguntarme qué hubiera pasado si nunca te hubieras ido.

—Yo también lo hice, pero no puedo seguir torturándome a mí misma ni a ti. Al igual que tengo que perdonarme a mí misma, tú tendrás que hacer lo mismo. Tomará algo de tiempo, pero al final, serás una mejor persona…

—¿Como tú?

Hermione abrazó a su gatito mientras él la amasaba cariñosamente.

—No soy una buena persona.

Hubo un cambio en la atmósfera cuando se acercó a ella. Estaba tan cerca que podía oler su colonia.

—Sabes, lo eres.

Trató de ignorarlo.

—Hay quienes pensarían lo contrario si supieran la verdad.

Harry hizo una pausa, se ajustó las gafas y suspiró.

—Solo necesito ser honesto, Hermione, pero no sé cómo. Pasé mucho tiempo enojado contigo y sé que estamos tratando de arreglar lo que rompimos, pero no puedo irme de aquí esta noche sin decirte la verdad.

Ella le lanzó una mirada cautelosa porque lo sabía. Sabía lo que estaba a punto de decir.

—Ha sido un día largo y...

—Todavía estoy…

—Harry, no lo digas —Hermione suplicó—. No digas lo que creo que vas a decir.

—Hermione.

—No digas nada…

—Sigo enamorado de ti —soltó, claramente frustrado.

Más —ella susurró con tristeza.

No hubo tiempo para hablar, ni para moverse, ni para respirar. A Hermione incluso se le negó la oportunidad de registrar completamente las palabras. Todo lo que escuchó fueron las palabras de enojo y dolor de Ginny.

—¿Estás enamorado de ella?

Un relámpago iluminó el cielo y pisándole los talones un despiadado bramido de trueno que pareció durar para siempre. Empezó a caer una fuerte lluvia. Era como si pudiera escuchar cada gota que caía sobre su techo. Perfecto. La tormenta que se había estado gestando durante horas finalmente había llegado y con buena sincronización también.

Hubiera sido un gran momento para otra cosa; como un repentino y violento terremoto. Algo para tragarla entera mientras se desataba el infierno.

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Notas: ¡Hola! ¿Cómo están? ¡Uf! Doble capítulo y ambos son extras largos. Costó sacarlos, pero es a modo de compensación, ya que ustedes saben que durante los meses de diciembre y enero suelo tomarme unas mini vacaciones de las actualizaciones. Porque sí, también necesito un descansito de los fics. Así que espero les gusten, por qué a mí me encanto que el caos se desatará por fin. Ya era hora de que Hermione se enfrentará algunos de sus más grandes temores. Y probablemente, ahora también saben quién estuvo tramando contra ella.

Nos estamos leyendo próximamente. Bye.

Link original: www . fanfiction s/ 4172243 /1/ Broken

Naoko Ichigo