— ¡Te juro por Horokoth que cuando me liberé arrancaré todas tus extremidades una a una! —Exclamaba Catra mientras era arrastrada por el cabello de Es'tra hacia su presencia.
— Bravas palabras para alguien que está tan indefensa como una Mosca atrapada en la tela de una Araña hambrienta —Dijo Es'tra sentada sobre su propio cabello frente a un armatoste mecánico mientras se revisaba las uñas sin siquiera molestarse en mirar a Catra.
Para alguien quien había sufrido lo indecible y pasado años sola en los Bosques Susurrantes, Es'tra no parecía alguien que estuviera sufriendo secuelas psicológicas obvias, en cambio mantenía el porte y la elegancia propio de una dama apropiada, incluso si sus vestimentas eran más parecidas a las de los Twiggets, lo cual tenía sentido considerando que eso era lo único a lo que tenía acceso.
— ¡Tu, maldita, al menos mírame cuando te hablo! —Exigió Catra.
— ¿Porque obedecería las órdenes de una vulgar plebeya convertida en animal? —Le pregunto Es'tra—. Lo único para lo que servirás es para que esta máquina absorba tu magia y con suerte me teletransporte fuera de aquí, aunque con total seguridad te mate en el proceso, pero es un sacrificio que estoy dispuesta a cumplir.
— ¡Plebeya yo! ¡¿Cómo te atreves?! ¡Estás hablando con la hija del Conde de Purrsia! —Revelo Catra indignada.
— Pruébalo —Pidió Es'tra usando un espejo para ver el reflejo de Catra.
— La prueba está en mi ojo, mi familia usa magia para grabar nuestra heráldica en nuestros iris —Afirmaba Catra.
Entonces Es'tra acerco a Catra a la distancia suficiente para poder ver su ojo a través del espejo, logrando ver qué Catra decía la verdad, pues la heráldica de la Casa de Driluth (Un León con dientes de sable rugiendo victorioso) se manifestó en la forma de una silueta blanca en su iris.
— Vaya, tal parece que os juzgue mal —Dijo Es'tra finalmente viéndola de forma directa y liberandola mientras hasta le cambiaba el acento—, os pido disculpas desde lo más profundo de mi ser, Lady… disculpad, ¿Pero podríais decidme cuál es el nombre de vuestra merced?
— Voseo de alta alcurnia, curioso —Dijo Catra quien aún no estaba acostumbrada a esa forma de hablar—. En fin, mi nombre es C'yra de Driluth III.
— Es todo un placer haberos conocido, Lady Driluth, y he de decir que me ha poseído la curiosidad de saber un cosa, ¿Cuál es la razón que ha llevado a que vuestra merced se encuentre en esa forma? —Quería saber.
— Será mejor que te acomodes, que esto va a durar un rato —Le aviso Catra.
— ¿Encerio eso fue lo mejor que se les ocurrió? —Preguntaba Es'tra con las manos juntadas frente a su cara y consternada de que ese fuera el único plan que se les ocurrió luego de perder a los niños—. ¿Encerio no pudieron posponer el plan hasta volver a acumular suficientes niños nuevamente?
— No me mires a mi, yo no fui quien vino con este plan —Dijo Catra.
— Y sin embargo vuestra merced participó en el —Le hacía ver.
— No sabía que iba a terminar de esta forma —Dijo Catra bajando la cabeza avergonzada—, de haberlo sabido me hubiera negado.
— Y ahora os encontráis atrapada en dicha forma, pero para la fortuna vuestra he estado investigando los secretos de las arcanas fuerzas mágicas y creo poder curar vuestra condición si se me da el equipo adecuado —Revelaba Es'tra.
— ¡¿Encerio podrías hacerlo?!
— La posibilidad está ahí, más antes tendríamos que escapar de este infame lugar, y para eso necesito alimentar a esta máquina con energía mágica, planeaba usaros a vosotros para conseguir tal meta, pero a la luz de vuestra verdadera identidad no me sienta bien matar a su séquito —Explicaba Es'tra.
— ¡Que se jodan! son un montón de desconocidos con los que me encasquetaron, poco o nada me va a importar lo que les pase —Le aseguro Catra.
— Pues manos a la obra —Dijo Es'tra trayendo al resto ante ella—. ¡Regocijense, gusanos, sus vidas al fin serán útiles para algo!
— ¿Que está diciendo está, C'yra? —Quiso saber el Oso.
— Justo lo que oíste, ustedes finalmente me servirán, como combustible —Respondió Catra sonriéndole.
Unos minutos después se empezaron a oír los gritos de esos pobres bastardos mientras los Twiggets se tapaban los oídos.
— Ojalá esto termine pronto —Pedía la reina.
— Así será, mi amor, si tenemos suerte el sacrificio de esa gente finalmente hará que ella se vaya al fin —Le decía el rey.
Tras varios minutos de sentir el peor dolor de sus vidas, los Hordeanos cayeron al suelo tras llenar a tope los tanques de la máquina.
— Debo reconocerlo, no esperaba que sobrevivieran, es sorprendente los duros que fueron —Admitía Es'tra para su sorpresa.
— Supongo que mejor, así podrás utilizarlos para otros experimentos —Decía Catra acercándose para verlos mejor.
— ¡Pudrete en el infierno, maldita! —Le exclamó el Buitre a nada de desfallecer.
— Bueno, no perdamos más tiempo, activa esa cosa y larguemonos de aquí —Dijo Catra.
— Con gusto —Expreso Es'tra mientras jalaba la palanca de inicio.
Una intensa luz se emitió al instante, cegando a todos los Twiggets que tuvieron la mala suerte de verla, así como también emitió un ruido ensordecedor que opaco de todo lo demás en la aldea, y así estuvo durante nueve minutos hasta que cesó, momento en el que al ver los Twiggets una vez se disipó todo eso, vieron como ya no había ni rastro de los Hordeanos y de Es'tra. En ese mismo instante empezaron a celebrar, pues ya sea que logró su objetivo o se desintegraron los idiotas, los Twiggets al fin eran libres de Es'tra y planeaban disfrutarlo al máximo.
En cuanto a los Hordeanos, la máquina había tenido éxito en teletransportarlos fuera de los Bosques Susurrantes, pero al ser algo construido en condiciones y con materiales menos que idóneas, la misma los teletransporto al azar, terminando en puntos aleatorios por toda Etheria. En cuanto a Catra y Es'tra, estás terminaron en el mismo sitio, cerca de unas extrañas ruinas hechas de cristal con una arquitectura bastante elegante y sofisticada, incluso más que los más bellos palacios de Etheria.
— ¿En donde estamos? —Quería saber Catra.
— ¡Este día no para de mejorar, primero mi máquina funcionó, y no solo eso, sino que también me mandó a unas ruinas de los Primeros! —Exclamo Es'tra juntando sus manos en un puño frente a su rostro y con sus ojos brillando de la emoción.
— ¿Los Primeros? —Dijo Catra confundida.
— ¿Vuestra merced no sabe acerca de los Primeros? —Pregunto sorprendida.
— Tan solo las leyendas contadas sin cesar a la gente, ¿A poco son reales?
— Y mucho, fueron los primeros seres sapientes en habitar Etheria tras llegar de las estrellas, con grandes dotes para la magia y tecnología más avanzada que cualquier cosa que nosotros hayamos logrado crear, moldearon este planeta a su gusto, y aunque ahora ya no están presentes en este plano, su legado vive en la Alta Cultura de Etheria y en la gente que porta su sangre, siendo aquellos quienes poseen orejas puntiagudas —Explicaba Es'tra.
— Yo tengo orejas puntiagudas en mi forma Humana —Dijo Catra.
— Pues parece que haberos conocido mejora exponencialmente a cada momento —Dijo Es'tra sonriendo—. Si lo que vuestra merced dice es cierto entonces seríais imprescindible para desentrañar los secretos de este lugar, y con suerte hallar un modo de curaros.
— Me gusta como suena eso —Dijo Catra emocionada.
Y sin perder más tiempo se adentraron en las ruinas con la esperanza de encontrar algo útil en ellas.
Mientras tanto en Mystacor.
En lo que esas dos exploraban las ruinas, la batalla en Mystacor se había encrudecido en sobremanera, con los Hordeanos siendo rodeados por guardias que parecían nunca tener fin al tiempo que ya varias bombas había sido neutralizadas y sus rutas de escape empezando a ser bloqueadas.
— ¡Estos cabrones parecen ser infinitos! —Exclamaba Romeo viendo como cada vez que mataba a uno dos más aparecían y tomaban su lugar.
— ¿Como es que de repente hay tantos guardias? —Quería saber Lohni esquivando por poco un ataque mágico directo a su cabeza.
— ¿Alguien más ha notado que muchos de ellos se parecen demasiado entre sí? —Pregunto Actari.
— ¿¡Que mierda!? —Expreso Romeo al darse cuenta de que tenía razón.
— Parece que ya se están dando cuenta, si que se tardaron —Decía Castaspella viéndolo todo desde su sala.
— Me sorprende lo lentos que fueron para darse cuenta del hechizo de clonación —Expreso Peekablue.
— Son Hordeanos, tampoco hay que esperar mucho viniendo de sus mentes —Dijo Castaspella encogiéndose de hombros.
— Si, supongo que en eso tienes razón —Reconoció Peekablue—. Ahora solo falta que Nullifier termine de desactivar las bombas.
— Ya debe de estar a nada de terminar —Asumía Castaspella.
— Bien, cuidado con no hacerla explotar, ya casi —Decía Nullifier quien estaba colgando de un barandal mientras usaba su magia para suspender en el aire la bomba y anulando poco a poco su capacidad de funcionar—. Quien haya hecho estas mierdas debe de ser un maldito genio para crear algo tan complejo.
Nullifier era un hombre joven de piel oscura con rastas cortas y gruesas de color blanco, mismo color que el de su traje, el cual era una coraza de placas blanca con hombreras alargadas, unos pantalones grises y botas, brazaletes y cinturón grises, también llevaba unas gafas especiales polarizadas con marco de botella blanco y una correa que las mantenían firmes en su cabeza para proteger sus ojos grises de la luz cegadora que emite sus poderes.
Finalmente tras un buen rato tratando de anular la bomba fue capaz de conseguirlo, dejándola como un pedazo de metal inútil que arrojó al instante.
— ¡No puedo creer que logré esto sin incidentes! ¡Finalmente la suerte me sonríe! —Expreso Nullifier satisfecho de haber terminado sin provocar la muerte de alguien—. A ver qué los salva ahora que están todas inoperantes.
Una vez dicho esto el se fue de ahí feliz consigo mismo y tarareando una melodía triunfal.
Por si se lo preguntan, la biografía de MOTUC de Es'tra Vesselak (El nombre real de Entrapta) afirma que ella fue arrojada a los Bosques Susurrantes como castigo por sus crímenes, aquí eso tiene un giro más injusto para ella.
Nullifier es creación mía.
Sin nada más que decir, me despido deseándoles un buen día.
