Amargo recuerdo, dulce olvido.

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«Hace algún tiempo que naufragué
entre la playa de su juventud»

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Cd. De Tokio, Japón. 17 de Febrero. 2014 – 8:32 am.

Se removió lentamente sobre su cama, despertando perezosamente a la persona que tenía a su lado. Pasó cariñosamente su mano a la pequeña panza abultada que tenía aquella mujer a la que tanto quería y sus zafiros se posaron sobre aquellos hermosos ojos verdes que siempre lo habían cautivado. Ella acarició la mejilla canela de él y sin previo aviso el rubio le robó el primer beso del día.

− ¿Qué tal amor? − Preguntó aquella mujer plácidamente. − ¿Amaneciste bien? − Sonrió ante la pregunta de todos los días, sin embargo ese día era el más feliz de todos, pues un día antes les habían dado la mejor noticia de sus vidas.

− Muy bien cariño. Espero que tu y nuestro bebe hayan amanecido excelente. − Respondió el ojiazul amorosamente mientras acariciaba aquella pancita que tenía su esposa bajo su pijama.

− ¡Naruto! − Replicó ella sonrojada. − Aún no estoy acostumbrada a que me acaricies así. − Dijo tímidamente. A lo que el rubio solo pudo reír. − ¿Sabes? − Interrumpió ella muy feliz, acaparando toda la atención del ojiazul. − ¡¿Te imaginas?! ¡Toda la prensa nos estará asechando, ya me imagino como estarán las portadas de todas las revistas: "Naruto Uzumaki, el gran músico y canta-autor tendrá un hijo junto a su amada esposa"! − Exclamó muy feliz. − Ya me los imagino. – Continuó. − ¡Quiero verlos como estarán en unos meses, seguramente pagarán millones por saber si es niño o niña! − Sonrió ante sus pensamientos.

− Umm… ¡Solo espero que no nos estén asechando todo el tiempo! – Respondió el ojiazul mientras le acomodaba un pequeño mechón rojizo tras de su oreja.

− ¡Eso espero! − Respondió la de ojos verdes mientras depositaba sonriente un sutil beso sobre los labios del padre de su hijo.

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«A la deriva se me hundió un amor
y mi vida se encalló»

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Cd. De Tokio, Japón. 2 de Junio. 2017 – 6:30 pm.

− ¡DEJAME SASUKE! − Gruñó aquel rubio muy furioso y con aliento alcohólico mientras se zafaba del agarre de su mejor amigo y compañero de su grupo de Rock.

− ¡Estas borracho Naruto! − Exclamó el azabache. − ¡Debemos de regresar rápido al penthouse antes de que los reporteros se den cuenta del show que estas armando en estos momentos! − Decía muy enojado el pelinegro al presenciar nuevamente el escándalo que hacía su rubio amigo.

− ¡¿Es que no me entiendes?! − Dijo rabioso al momento en que tomaba del cuello al azabache. − ¡Quiero estar aquí! ¡Yo pertenezco aquí maldita sea!

− Por favor Naruto, no hagas esto más difícil. − Habló una segunda voz. − Si los reporteros se enteran inmediatamente vendrán para acá. Esto ya sería el colmo y la banda estaría envuelta en otro escándalo más. − Decía mientras se sacaba un cigarrillo del bolsillo para luego encenderlo y relajarse.

− ¿Y crees que eso me importa Shikamaru? − Retó el ojiazul. − ¡QUIERO ESTAR CON ELLA! ¡QUIERO…

− ¡BASTA YA MALDITA SEA! ¡ELLA ESTÁ MUERTA! − Fue entonces que el azabache perdió el control de sí mismo y le insertó de lleno un puño a la cara del rubio, haciendo que éste cayera al suelo y se pegara contra la lápida que tenía a un lado. − ¡ESTÁ MUERTA, ENTIÉNDELO! ¡ELLA YA NO VA A VOLVER!

− Tranquilízate Sasuke. − Decía el otro pelinegro mientras le tomaba del hombro para detenerlo.

Sasuke respiró muy hondo para no volverle a insertar otro golpe más a su testarudo amigo. El rubio quedó sentado sobre la tierra viendo hacia un punto indefinido mientras un hilo de sangre salía de sus labios.

− Solo quiero… solo quiero tenerla nuevamente conmigo… quisiera que mi hijo también estuviese aquí… − Decía casi inaudible y con la voz quebrada.

Aquella mujer a la que el rubio quería más que a su vida en esos momentos se encontraba tres metros bajo tierra, llevándose con ella anhelos incompletos y la ilusión de una vida nueva.

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(Poco menos de tres años atrás.)

Llegaba muy sonriente a casa, era tarde pero aún así no le importaba pues después de todo había pasado una excelente noche. Sigilosamente se adentró a su morada no pudiendo contener una pequeña risa traviesa que se le escapaba de sus labios.

Fuuka. ¿Dónde estabas?

La seriedad de esa voz le hizo dar un respingo del susto.

¿Eh? − Se hiso la desentendida pero sus zafiros acusadores se clavaron en ella. − Estaba con mis amigos. − Dijo sin más. De pronto sonrió, se acercó a él y se le abalanzó. − ¡Te extrañé amor! – Chilló emocionada.

¡Fuuka! ¡¿Estuviste bebiendo?! − Exclamó muy desconcertado el rubio por aquel motivo.

¿Enserio? Jajaja pero si solo fueron unas copitas, cosa de nada. − Sonrió ante su respuesta mientras se alejaba de él tambaleándose.

¡¿Cómo pudiste?! ¡¿Acaso no estás consciente de que estás embarazada y que es de alto riesgo?! − Exclamó encolerizado, no pudiendo entender qué diablos era lo que le pasaba a su mujer. − Si no te cuidas nuestro hijo…

¡Tu hijo, tu hijo, tu hijo! ¡¿Solo eso es lo que te preocupa verdad?! ¡Y yo qué! ¡Dónde diablos quedo!

Cálmate Fuuka, tú sabes que yo te…

¡Estoy harta Naruto! − Interrumpió furiosa la pelirroja. − ¡Estoy harta de que me digas si lo que hago está bien o está mal para tu hijo! ¡Estoy harta de que solo esta puta basura te importe! − Exclamó fuera de sí mientras lloraba y se empezaba a golpear su abultada panza − ¡Me tienes harta! ¡Me tienes harta! − Decía una y otra vez.

Por instinto el rubio se acercó rápidamente a ella tomándola de los brazos, antes de que se provocara un aborto.

Fuuka por favor… − Habló tranquilamente.

¡SUELTAME! ¡SUELTAME! – Gritaba enojada. − ¡NO SE COMO DIABLOS ME PUDE CONFORMAR CONTIGO! ¡SI SOLO FUERAS LA MITAD DE LO QUE ES SASUKE OTRA COSA SERÍA! ¡TE ODIO! ¡TE ODIO CON TODA MI ALMA Y ODIO A ESTE BASTARDO QUE LLEVO CONMIGO! ¡OJALÁ Y NO NAZCA!

¡Paf!

Por primera vez en su vida se había atrevido a golpear a la mujer que él tanto quería. Ambos se quedaron en silencio, ella lo miraba con rabia mientras se tocaba la mejilla y él estaba asombrado por todo lo que le estaba pasando esa noche.

¡Eres un maldito perdedor! – Gritó la pelirroja.

Fuuka… perdóname, hablemos más tranquilos por favor…

¡VETE AL INFIERNO! – Gritó con todas sus fuerzas, empujándolo fuertemente y saliendo de su casa a toda prisa mientras daba un gran portazo.

El rubio quiso seguirla pero todo lo que ella le había gritado de alguna forma lo había dejado noqueado. No quería creer todo lo que había salido de su dulce boca… no quería reconocer lo que esa noche estaba pasando.

Pesadamente se dejó caer sobre el sillón de su sala e inclinándose hacia delante, sus codos tocaron sus rodillas y sus manos su cabeza… era increíble, eso no podía estar pasándole.

El fuerte ruido de los frenos de unas llantas al rasparse sobre el concreto lo sacaron de su atmosfera miserable y corrió a ver lo que pasaba allá fuera.

Su esposa, Fuuka de Uzumaki se encontraba tirada a media calle sobre un charco de sangre en el asfalto mientras dos personas se encontraban de pie presenciando la trágica escena. Sus ojos se engrandecieron y su sangre se congeló…

¿F-Fu… F-Fuuka?

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− Debí detenerla… debí… − No pudo con su dolor y tomándose la cara con ambas manos se puso a llorar.

− Es tiempo de que lo admitas. − Llegaba una tercera voz hasta donde se encontraban sus compañeros de grupo. − Fuuka jamás te amo. – Dijo cruelmente, ganándose las miradas incrédulas de los dos azabaches. − No me miren así, ustedes bien lo sabían.

− ¡Sai! − Exclamó Shikamaru ante lo que decía el albino.

Se quedaron ahí, nadie dijo nada. Tocar aquel tema era como alentar al rubio a un suicidio.

− Es cierto… − Para asombro de sus tres compañeros, el rubio habló. − Ella nunca me amó.

− Naruto… debes reponerte, ya no puedes seguir así. − Dijo el azabache mientras le ofrecía una mano para levantarlo. − Nosotros te apoyaremos siempre, no estás solo.

Las palabras de su amigo hicieron que el rubio sonriera de lado… aquello sonaba muy cursi saliendo del témpano de Sasuke, su mejor amigo y hermano. Sin dudarlo aceptó la mano extendida del azabache y se levantó de su sitio.

− Será mejor que nos vayamos antes de que los reporteros lleguen. − Sentenció el ojiazul con una triste sonrisa.

Sus compañeros no dijeron más, solo optaron por hacer lo que el rubio les había dicho. Ellos comenzaron a caminar hacia el Mercedes Benz color negro que estaba aparcado en la entrada del cementerio.

− Sayonara… Fuuka.

El rubio caminó sin mirar atrás, metió sus manos en ambos bolsillos de su pantalón y suspiró pesadamente para ya nunca más volver a ver aquella lápida en la cual estaba escrita aquella mentira…

"Aquí yace la mejor esposa y madre, Fuuka de Uzumaki."

Continuará…

Los personajes son de mi amor platónico Masashi Kishimoto, la historia es mía, las faltas de ortografía son gratis wee~ Gracias por el apoyo!

-Esta historia fue creada hace años, pero nunca pude terminarla. Ahora la estoy reeditando con el propósito de terminarla. Gracias por haber leído hasta aquí. C: