La oscuridad de una casa

Pasaron siete años desde la última vez que te escuche llorar. Hubiera deseado que mi último recuerdo sea tu alegre sonrisa, tus cálidas manos, tu voz reconfortante y tu afán por siempre saber que decir. Pero la vida nos demostró que jamás esta de nuestro lado. Que irónico. Eras mi compañera. Mi equipo, yo era la fuerza física y tú la mente táctica, la calidez que te envuelve despues de las cruentas peleas bajo la lluvia. Pero, tu no tenías los hombres fuertes para soportar el tormento de lo antinatural. No me dejaste cargar con tu dolor.

¿En tu lenguaje humano existirá esa palabra? El primer año buscaba desesperadamente un nombre para lo que siento. Pero llegue a la conclusión que es tan doloroso que no posee nombre. ¿Cómo se les dice a los padres que perdieron a su hijo? Cuando pierdes a tus padres, eres huérfano; a tu pareja, viudez; pero es tan profundo el corte y tan dolorosa la cicatriz que no puedes describirlo ni nombrarlo. Solo es algo que jamás debe suceder, un padre jamás debe sobrevivir a sus hijos.

Pero aquí estoy. Solo yo, con el pecho atravesado por la espada de la soledad, sin lágrimas que soltar, sin la más mínima esperanza más que la paciencia de que la vida se me escape. Vivo por el recuerdo que te mantiene con vida, pero despues de los primeros cinco años… ¿Cuál es la razón? ¿El motivo?

¿Por qué me dejaste? Yo jamás te compartí mi sufrimiento, jamás te dejé cargar con mis pesares. Yo tambien vi morir a mi hijo, y a ti, ¿Cuál es tu excusa? ¿Cuál es la mía? No sé porque sigo aquí, quizás te espero, quizás me da miedo. En lo profundo de mi corazón, no te culpo. Pero no te entiendo, Bulma, ¿Por qué me dejaste cargar con todo solo? Porque no solo... me esperaste un poco más.

Ese día que te deje sola, hace siete años en invierno, yo no sabía que más hacer. Hui, a las montañas a gritar bajo la lluvia, donde mis lágrimas se camuflaban o se transforman en miles; Lloré junto a los cielos. Volví, pero cuanto te abracé tu alegre sonrisa, era una mueca arrugada e irreconocible; tus cálidas manos estaban secas e hinchadas; tu voz reconfortante se convirtió en el sonido de gotas en el baño húmedo; y tu afán por siempre saber que decir, se convirtió en un grito de ayuda que no supe escuchar ni interpretar.

Te abracé, grité… y yo, cuando volví abrir los ojos, tu cadáver humedecido se desintegro por mis poderes. Bulma, cada vez que cierro los ojos recuerdo esa imagen grotesca. Necesito dejar de dormir… necesito irme, pero tengo miedo que en la muerte tu rostro podrido sea lo único que vea.

Extraño tu sonrisa. Extraño la risa de Trunks.


Esperaron siete años, para subir la continuación desde el lado de Vegeta. ¿habrá valido la pena?

Besos.