"Ultimamente ando algo perdido

Me han vencido viejos fantasmas,

Nuevas rutinas.

De un tiempo a esta parte,

Llego siempre tarde

A todas mis citas

Y la vida me parece una fiesta

A la que nadie

Se ha molestado en invitarme."

• ── ◦ ◦ ── •

—Ya no pienso ir a las clases con Snape.

Tanto Ron como Hermione lo observaron sin saber qué decir. Harry, quien se ausentó durante toda la hora de la cena de forma repentina, apenas llegó a la sala común, les expresó eso sin tapujos.

—¿Cómo? No creo que sea correcto, Harry.

—No me interesa, Mione—respondió Harry convencido—, no puedo continuar con sus clases. ¡No he estado haciendo ningún avance!

Hermione miró a Ron en busca de apoyo, pero el chico se encogió de hombros. Harry, cuando demostraba estar tan seguro de sus palabras, llegaba a resultar atemorizante.

—¿Por qué no viniste a cenar? —cuestionó Ron.

—Eso no importa. Solo quería decirles que ya no voy a asistir a las clases de Oclumancia.

—Harry... Tal vez deberías pensarlo un poco ¿No crees? —dijo Hermione tratando de convencerlo, mientras terminaba de atar su cabello en una larga trenza.

El chico suspiró frustrado, se cruzó de hombros y reiteró en su decisión. En cierto punto, todo acabó siendo tan repetitivo, que Harry se fue a acostar más temprano que de costumbre.

Ron lo acompañó y ninguno de los dos entabló palabra mientras se cambiaban a pijama o, cuando apagaron la luz. Pasó al menos una hora, en la que Harry no dejaba de cambiar de posición, tratando de ignorar su estómago que rugía de hambre.

Su almuerzo consistió en un trozo de pollo con papas duquesas. Y esas exquisitas galletas de la mujer (lobo-muggle) muda, no lo llenaron ni un cuarto.

Escuchó como Ron se levantaba de la cama y se acercó a la suya. Corrió la cortina, descubriendo los ojos bien abiertos de Harry.

—¿Puedo entrar? —susurró Ron. Harry asintió, al mismo tiempo que agarraba su varita, e invocaba un hechizo ensordecedor alrededor de su cama—. Hazte a un lado.

Harry se movió tanto como pudo, y dobló las piernas para encontrar una postura que le fuera cómoda. Ron acabó por sentarse al frente de su amigo, extendiendo sus largas piernas con finos y lisos vellos pelirrojos, a cada lado de Harry.

Solían hacer eso cuando ninguno de los dos podía dormir. Recordaba noches enteras en sus primeros años, en especial durante el invierno, cuando la lluvia golpeaba tan fuerte, que les costaba conciliar el sueño. Harry lo lograba mejor, pero Ron, acostumbrado a la calidez de un hogar donde las noches lluviosas se pasaban en familia; no podía pegar ojo.

Algunas veces, en esos años, acompañado de la inocencia del acto, Ron se acostaba al lado de Harry, pero después de un par de noches de repetir la acción, Harry acabó por echarlo; porque odiaba ser abrazado como si tratara de un peluche por un amigo.

Ahora ya eran demasiado grandes para eso. Tal vez, Ron ni siquiera se acordaba de esas noches (Harry se encontraba seguro que sí, pero su amigo lo negaría hasta el final del mundo), pero Harry sí. Porque, aunque al día siguiente llegaran cansadísimos a las clases, al menos se quedaba con el recuerdo de que era parte importante en la vida de otra persona.

Y esa persona lo veía a él como un refugio al cual acudir cuando el miedo lo embriagaba por completo.

—Bien, ahora dime ¿Qué te está comiendo la cabeza?

—Nada.

—No te creo. Hermione y tú están en algo, pero ese algo parece estar afectándote más a ti ¿De qué trata? —preguntó Ron, arrugando su larga nariz—, sabes que no soy estúpido. Pensé que podía ignorarlo, pero...

—Ron, de verdad no es nada —repitió Harry, mirando a cualquier otro lado—. Tampoco creo que seas estúpido, solo es que... he estado un poco ansioso.

—Solías decirme todo antes ¿Por qué ya no? Hice algo que desafiara tu confianza. —Harry lo vio, en sus ojos azules y el centenar de pecas de su rostro. Esa amarga tristeza, la preocupación—. Mira, tú ayudaste a mi padre y, lo he pensado mucho, pero creo que yo ya no te considero un amigo; eres un hermano para mí, Harry. Y sabes que yo sé lo suficiente de hermanos para darme cuenta cuando alguno me oculta algo.

Harry apretó sus huesudas rodillas y se mordió el labio. Confiaba en Ron, para sus problemas personales, pero esto ya no era algo solo suyo. Era en torno a Draco y Harry consideraba, que en ese punto de la historia, Ron odiaba a Draco tanto como Harry lo hizo los años anteriores.

—¿Tienes algo para comer? Me estoy muriendo de hambre —dijo Harry. Ron asintió y salió un instante de la cama de Harry para buscar un paquete de galletas a la mitad y una caja de bombones de chocolate por abrir—. Gracias.

Se devoró las galletas restantes y Ron abrió el paquete de chocolates con una enorme sonrisa. (De seguro estuvo buscando la oportunidad para hacerlo, hasta que se le presentó) Ahora con algo de alimento en el estómago, sus pensamientos se aclararon y comprendió lo que le tocaba hacer.

—Mira, yo y Hermione no estamos en nada juntos —aclaró Harry, mientras su amigo se llevaba un chocolate a la boca—, creo que piensas que te excluimos de algo, solo porque tú ahora estás en el equipo de Quidditch y ya no pasas el mismo tiempo con nosotros.

—Harry. No estoy hablando de Mione en este momento. Hablo de cómo te muestras hacía mí, noto lo agotado que estás, ¡ya ni siquiera te ríes de mis chistes!

—Bueno, pensé que estabas celoso.

—¡¿Yo?! ¿Celoso? ¿Por qué debería estar celoso? —preguntó Ron, escondiendo su sonrojo, mirando a otro lado—. Solo te estoy comentando lo que he notado en ti. Mione sigue igual de ñoña que siempre.

Los dos guardaron silencio. Harry sacudió su colcha con la mano, en un intento para barrer las migajas de galletas que quedaron repartidas, y siempre resultaban incomodas a la hora de dormir.

—¿Sabes por qué me peleé el otro día con Nott? —Ron rompió el silencio—. Claro que no, porque no me preguntaste.

—Supuse que fue por alguna tontería.

—El imbécil de Nott me reclamó sobre que Malfoy está actuando extraño por tu culpa. —Harry, se quitó las gafas y dejó escapar un suspiro fastidiado. Rumores otra vez—. Que desde la pelea que tuvieron ustedes dos, él (Malfoy) ya no era igual. Que con ese trabajo que están haciendo juntos, tú lo volviste un blando.

» Te dijo arrogante, estúpido y demente. Yo, me enfurecí (porque el bastardo critica al resto, pero de él mismo nada) y, de no ser por la profesora Sinistra, casi le dejó un ojo morado.

—Eso fue bastante valiente de tu parte.

—Nah... soy prepotente. Pero te cuento eso para que veas que... que...—murmuró Ron, rascándose la nariz y levantando la mirada hacia Harry. Ahí estaba, esa fiera honestidad—te quiero y me duele ver que lo estás pasando mal.

Escuchar un "te quiero" salir de la boca de Ron, no era algo que se oía todos los días. Harry le sonrió y, sin esperarlo, Ron lo abrazó con una demandante fuerza.

Eso era sorprendente. Ron nunca era afectivo.

Toda la carga del día se descargó en ese contacto, tan humano y sincero. No quiso llorar, pero lo hizo, en silencio, con las lágrimas humedeciendo el hombro de Ron. Tantas preguntas y el odio hacia sí mismo, arremolinado en su estómago como una pesada piedra, eso era más de lo que podía soportar.

Aun así, tampoco lamentaba haber acompañado a Draco. Porque eso significaba algo inmenso. Que el chico, confiaba en él y, por eso mismo, Harry debía permanecer firme e imbatible. No como un estúpido.

No como un adolescente de quince años. Ellos ya no eran niños y, a un paso de ser adultos, Harry descubrió que tal vez era más importante aprender a guardar silencio.

—No puedo decirte nada. Y Hermione tampoco lo hará —dijo Harry, sincero—. Ella lo descubrió por su cuenta y por eso lo sabe, me pidió Dumbledore, Lupin, Sirius, hasta el profesor Snape, que no le diga a nadie, pero no puedo evitar que tú investigues. —Ron se separó y dio un largo bufido—. Lo siento tanto, Ron. Yo de verdad que confío en ti, pero esto, no es algo que me afecte a mí. Se trata de la vida de otra persona, y con eso no puedo jugar.

Agh...Comprendo —contestó frotándose los ojos—sé que debe ser duro lidiar con eso. Mis hermanos me han dicho tantos secretos que aún guardo en mí. No sé de qué trata Harry, pero soy tu amigo y Gryffindor— Ron se acomodó su pijama y peinó su cabello hacia atrás. Iba siendo hora de agendar cita a la peluquería—. No pienso continuar preguntándote, pero soy una cabeza dura. No creas que me he quedado de brazos cruzados; cuando termine la temporada de quidditch, me verás como un desquiciado, te lo aseguro.

—Tampoco te exijas demasiado

—Ya lo verás, Harry.

Ron abrió la cortina, pero se quedó un momento con la mano aferrada a la tela. Se volteó y con el reflejo de la luz de las estrellas golpeando sus pecosas mejillas, sentenció:

—Me parece bien que dejes las clases de Oclumancia. Nunca confié en ellas de cualquier modo —se despidió, saliendo de la cama de Harry—. Descansa.

Se dejó caer encima de las almohadas, con el rostro húmedo. No comprendió la razón de esas lágrimas. El mismo lo dijo: era la vida de Draco. ¿Por qué le importaba tanto el asunto? ¿En qué momento comenzó a preocuparse por el destino del otro chico?

Tal vez, tan solo tenía miedo de la conexión que poseía con Voldemort o, de verdad, que se encontraba ocasionado en sus relaciones un cambio.

En cierto momento se quedó durmiendo de puro agotamiento mental. Esa noche, luego de bastante tiempo, no soñó en nada y Harry agradeció que su cerebro, lo dejara un momento en paz.

• ── ◦ ◦ ── •

De la punta de la varita de Draco, una pequeña estela de luz se dejó ver. Se quedó viéndola antes de que esta se desvaneciera.

—¡Asombroso! ¿Cómo lo hiciste? —preguntó Jessica, con un brillo especial en sus ojos; ilusión.

—Mmm... Cambié el recuerdo —contestó Draco—. Tal parece, que aún no es demasiado fuerte.

—¿De qué trata? Yo ya lo he cambiado cinco veces pero todavía nada.

Se quedó mirando a la niña un instante, antes de revolverle el pelo y volver a intentarlo. Salió la misma cantidad de magia, como si fuera una brisa.

—No es nada especial.

—Pero si lo consideras como el más feliz debe serlo ¿no?

Las mejillas de Draco se encendieron y, sin demora, borró todo rastro de recuerdo de felicidad de su mente.

—Prueba con algo que no hiciste para ti.

Draco guardó su varita y, se metió las manos en los bolsillos, tratando de lucir despreocupado. Jessica se quedó pensando en las palabras de Draco, sin saber qué decir al respecto.

El chico comenzó a pasearse por las estanterías, curioso. Los libros que dejó la semana pasada encima de la mesa, continuaban en la misma posición. Puso su dedo en las repisas, hasta que este quedó manchado de polvo. Lo limpió con cautela, al mismo tiempo en que elevaba la cabeza y comenzaba a leer los títulos de la biblioteca.

Entonces una vaga idea se le cruzó por la cabeza. Sacó su varita y recordó el título que la profesora Sinistra le comentó. Si esa sala reservaba títulos novedosos, no perdía nada intentándolo.

Accio, "lobos y estrellas"—susurró, sin esperar nada. Para que, desde una de las estanterías ubicada en la esquina opuesta a donde Draco se encontraba; cubierto de una gruesa capa de tierra y polvo, un libro llegó a sus manos a toda velocidad.

No obstante, lo tuvo en su agarre un segundo antes de dejarlo caer al suelo, seguido de un sonoro ruido, y un grito adolorido; se vio las manos a rojo vivo, con pequeñas marcas en triángulos.

Instantes después, Harry se acercó con el semblante confundido. Vio a Draco en medio del pasillo, observándose las manos, y luego cayó en el texto, que era tan grueso como un ladrillo, tirado en el suelo.

—¿Qué ocurrió? —preguntó, dando dos pasos. Quiso recoger el libro, pero Draco se lo impidió, al tomar su hombro—. ¿Qué tiene de malo ese libro?

Draco le enseñó las manos, algo que terminó por robarse la total atención de Harry. Parecían haber sido quemaduras profundas.

—¡Mione! —gritó Harry. La chica llegó a su encuentro en un santiamén—. ¿Crees que...?

—¡Draco! Eso se ve terrible —exclamó la chica tomándolo de la túnica— ¡Vamos a la enfermería!

Sin dejarlo procesar todo lo que ocurría. Hermione se llevó a Draco, a la enfermería. Mientras Harry se quedaba solo con el texto y una decena de cabezas curiosas, que se preguntaban qué era lo que ocurría.

Harry se atrevió a tocar el texto; sin embargo, nada sucedió. Lo levantó del selo con dificultad, mientras le pedía a Ron que se llevara a los miembros lejos.

Fuera lo que hubiera ocurrido, únicamente, le afectaba a Draco. Se llevó el libro a la mesa y, al dejarlo caer, los papeles a su alrededor retumbaron. A Harry no se le ocurrió mejor idea que utilizar su propio suéter para limpiar el texto, así que sin pensarlo dos veces, se sacó la prenda y comenzó a desempolvar.

Al quitar la primera capa de suciedad, Harry se percató de la razón de las quemaduras de Draco y porque el libro era más pesado de lo que se notaba a simple vista.

Los bordes de las hojas poseían un acabado plateado, y todo el texto gozaba de cierto toque brillante. El cuero aún emanaba un olor animal y se preguntaba si, dentro del propio libro existían algunas incrustaciones, extras de plata.

Un tenue cosquilleo se extendió en sus manos, al cabo de unos minutos.

El libro, no era que tuviera plata. Sino que estaba encantando con alguna especie de barrera hecha del material, que lo mantenía cerrado con firmeza.

Esperó el resto de hora, con el título del libro rondando en su cabeza, sin suéter y pensando en distintos encantamientos que podrían servir para revelar el contenido.

Draco regresó con las manos vendadas, cara de pocos amigos y una permanente mueca de dolor. Tan pronto terminó de asegurarse que el resto de los estudiantes de la ED, se fueran; volvió a entrar, dispuesto a terminar con el asunto una vez por todas.

—Tiene una especie de encantamiento de plata —dijo Harry, tras de ser encarado por Draco—. Mira, tampoco puedo abrirlo.

—¿Por qué tanto escándalo por un misero libro? —preguntó Ron, acercándose—. Bonito grito Malfoy, casi pensé que quien gritaba era una niñita.

Draco quiso propinarle un mordaz insulto, pero se mordió la lengua y continuó con los brazos cruzados, un sutil sonrojo y los ojos puestos en el texto.

La mirada de Ron lucía algo confundida—. Oye Malfoy, ¿Cómo te hiciste esas heridas? —señaló.

—¿Qué te importa Weasley? Granger ¿alguna brillante idea de cómo para quitarle el encantamiento a este libro?

—¿Acaso no es obvio Ron? El libro fue encantado con un hechizo anti intrusos— mintió Hermione, lo mejor que pudo—. Se desactivó tan pronto Draco lo tomó.

Aquella excusa tan vaga, a Ron no lo convenció, pero no mencionó nada al respecto y se sentó en una silla con una gran mueca de aburrimiento.

Harry intentó desbloquear el texto con todos los hechizos que se le vinieron a la mente. Hermione hizo lo mismo, pero tampoco surgió cambio alguno.

Quien haya tenido el libro por última vez, debía haberse tratado de un mago poderoso, que sabía que ese libro no traería nada bueno si era abierto.

Draco quiso intentarlo, pero ni siquiera podía acercarse al libro. Era parecido a una reacción alérgica, tres veces más intensa y molesta. Tal vez esa era la razón, por la que siempre que pasaba por la sección del libro, cuando rondaba en las estanterías, se limitaba a ignorar esa estantería.

Acabó por suspirar frustrado y mirar a Hermione con pesadez. La chica se encogió de hombros sin saber qué decir.

—¿Tiene algo que ver...? —comenzó Harry a sus espaldas.

—Si, Potter, todo tiene que ver —interrumpió Draco, acomodándose su corbata, antes de tomar su bolso y darse media vuelta—. Nos vemos.

Salió de la sala de menesteres a grandes zancadas furiosas mientras daba un gran portazo a sus espaldas. Ron bufó aliviado en cuanto se fue y miró a sus amigos.

—¡Al fin! Ahora ¿De qué trata todo ese asunto del libro? —cuestionó Ron, tomando el texto entre sus manos. Trató de abrirlo, pero tampoco pudo—. Lobos y estrellas, ¿Es acaso un recopilatorio de cuentos?

—Ni idea —soltó Harry, arrebatando el texto y dándole la vuelta para buscar algún tipo de sinopsis en la parte trasera—. Quien encantó esto, no quiere que nadie vuelva a leer el libro.

—¿Y por qué mejor no lo quemó? —inquirió Hermione, mordiéndose el labio—, si no quieres que descubran algo mejor lo destruyes ¿no?

—Concuerdo con Mione —respondió Ron, buscando sus cosas que colgó en una silla—. Nadie se molestaría tanto en esconder algo, si es que no quisiera que fuera descubierto. Tal vez, solo quiere asegurarse de que ese alguien, fuera lo suficiente habilidoso para poder descubrir el secreto.

«O quería asegurarse que la persona que obtuviera el libro no fuera un hombre lobo» Pensó Harry, dándose cuenta de que Hermione se le ocurrió lo mismo.

—Mira, todo este asunto es una pérdida de tiempo. ¡Eso le pasa a Malfoy por metiche! —concluyó Ron—, sigo sin entender por qué lo dejaste entrar a la ED. ¡Es una molestia!

—Es mejor tenerlo dentro que en contra —dijo Harry, tomando también sus cosas, y doblando su suéter sucio—. Además, está haciendo avances.

—¡Fabuloso! Así tal vez aprenda nuevas formas de hacernos la vida imposible.

—Bueno, si lo hace, Ron, al menos ahora te sabes el contra hechizo —gruñó Hermione, metiendo el libro entre sus cosas—. Aún nos queda tiempo antes de la cena; si nos apuramos, quizás podamos estudiar un poco.

Los chicos siguieron a Hermione a regañadientes, con el sonido de la sala de menesteres desvaneciéndose a sus espaldas.

• ── ◦ ◦ ── •

—¡¿Qué te ocurrió?!

Pansy miraba atónita sus manos vendadas, mientras las tomaba con el mayor cuidado del mundo.

—Un accidente con magia —mintió Draco, soltando las manos de Pansy, para agarrar la cuchara de la ensalada—. Madame Pomfrey me dijo que mañana ya me podía quitar las vendas.

—¿No te duele? —preguntó Jessica, quitándole la fuente de ensalada a Draco, dispuesta a servirle.

—Ya no tanto como antes.

—Bien, pero te duele... entonces déjame servirte.

Se quedó vigilando los sutiles movimientos de Jessica con todos los platos que Draco le dijo que quería probar. Nott y Zabini no emitieron ningún comentario, aunque por la expresión de sus rostros, se notaba que querían decir algo malicioso.

—Puedo comer por mi cuenta —dijo Draco, cuando vio que la chica agarraba su tenedor—. Gracias por ayudarme, Jess. Me alegra saber que aún existe gente considerada, en este mundo tan egoísta.

Draco les guiñó un ojo a sus amigos, antes de llevarse un trozo de lechuga a la boca.

Aquella situación le recordó su tercer año, cuando fingió la lesión por el hipogrifo de Hagrid. Al menos, tras pasar la primera semana, ya que el golpe que le propinó el animal, si le dolió. En ese momento, Pansy también fue de las únicas preocupadas por él, aunque Zabini y Nott eran conscientes de su actuación.

Tampoco recriminaba en contra de sus amigos; Ya que ellos solos se percataron de, como Draco solía empujar a la gente que se cruzaba en su camino, de forma inconsciente, con su brazo "lastimado".

Cada uno se apoyaba en el libro de astronomía a su lado mientras comían. Draco, les preguntó la razón de esto.

—Es que el trabajo se entrega la próxima semana, y tenemos solo el título —dijo Zabini, manchando la cubierta del libro con un poco de mermelada. La limpió desinteresado—. "El efecto de la astrometría en el nivel del mar.

—¡Qué tontería! —exclamó Jessica, soltando su tenedor— La astrometría no tiene nada que ver con el mar.

—Su comprensión lectora es una mierda —comentó Draco, con sorna—. ¿De quién fue la estúpida idea?

Zabini se encogió de hombros, mientras recibía los regaños de Nott.

—¡Por eso no encontramos material, gran idiota!

—¡Demonios! Draco ¿De verdad no tiene nada que ver? —Draco volvió a negar con la cabeza, llevándose el tenedor con un poco de pescado a la boca. Ese día la comida estaba en extremo, deliciosa—. ¡Agh, Weasley nos lo dijo!

—¡Fabuloso, Zabini! Ahora vamos a tener que comenzar de cero...—suspiró Nott, girándose a Daphne mientras le acariciaba su muslo. La chica rió, dándose media vuelta—. Daph, ¿de qué es su trabajo?

—Algo sobre detectar estrellas binarias, amor —respondió Daphne, dándole un tierno beso a Nott—. Ni idea, la sabelotodo de Hermione fue quien propuso la idea. Yo me limité a recortar.

—Interesante —dijeron Draco y Jessica al mismo tiempo.

—Ustedes dos son unos raritos —señaló Zabini—. ¿Por qué mejor no hacen ustedes nuestro trabajo? De seguro sacaríamos la nota perfecta ¡Háganlo por el bienestar común!

—Mira Zabini, viendo cómo vas con astronomía. De nada te va a servir un diez, si para los TIMO, vas a conseguir una T —puntualizó Draco—, de Troglodita.

Escuchó como a su alrededor, lo acompañaron varias risas juiciosas. Draco sonrió encantado, mientras terminaba de comer su cena.

—Tal vez deberíamos escuchar lo que Weasley tiene que decir —determinó Nott, mirando a la mesa de Gryffindor, donde Ron le levantó el dedo del medio—. Quizás de verdad es más listo de lo que aparenta su cara de turrón.

• ── ◦ ◦ ── •

Madame Pomfrey comenzó a descubrir la mano de Draco, con una delicadeza maternal. Pudo ver que el ungüento curativo, surtió efecto, hasta el punto en que Draco no distinguió nada más que un par de cicatrices idénticas en ambas palmas.

—Sigo sin comprender como te hiciste este daño con un libro—murmuró Madame Pomfrey, buscando en un cajón cercano otra pomada.

—El libro tiene un encantamiento de plata —respondió Draco, sintiendo la fría crema en sus manos—. Parece que no querían que alguien como yo lo tomara.

—Qué extraño. ¿De qué trata el libro? —cuestionó Pomfrey.

Astronomía... —y luego se apresuró a agregar—: En la sección prohibida.

—Mmm, bueno, ya estás mejor —aseguró Pomfrey, tomando las manos de Draco para darle un suave beso en los nudillos—. Ay, Draco... me asusté tanto cuando llegaste con la señorita Granger.

—Lo lamento.

Draco posó sus manos encima de su regazo, con una sonrisa tenue en los labios.

—Yo estoy a cargo de un curso extra en el colegio ¿Sabes? Se imparte todos los sábados por la mañana —contó la mujer—, está enfocado a futuros aspirantes a sanadores. Pero, sería bueno que te pases por aquí.

—¿Por qué?

La mujer soltó un suspiro, y se llevó todo el material utilizado en una bandeja.

—Cuando tú salgas del colegio, no vas a tener a nadie que te cure las heridas, Draco —dijo la mujer—. Casi siento que debería existir una asignatura obligatoria de cuidado personal, pero como es un área tan compleja... Bueno, de cualquier modo, yo imparto esta asignatura extra. Espero verte el sábado; vas a ser mi alumno más joven.

Draco se puso de pie y luego se guardó las manos en los bolsillos de su túnica.

—Los sábados no tengo nada, así que cuente conmigo, Madame Pomfrey.

Draco abandonó la enfermería, con una sonrisa permanente. Llegó al cuarto y decidió jugar a las cartas con sus amigos.

Acabó ganando.

• ── ◦ ◦ ── •

—¡Buenos días, chicos! —exclamó Hagrid, llegando con una inmensa caja entre los brazos—. ¡Hoy repaso de los gnomos!

Un pesado suspiro salió de la boca de todos los estudiantes, incluido Hagrid, que tras el entusiasmo inicial no pudo continuar fingiendo. Les mostró la caja llena de esas criaturas feas y cabezonas, algo que logró aumentar la desmotivación de la clase.

Las clases de cuidado de las criaturas mágicas se terminaron por convertir, en una de las más tediosas y repetitivas. Cada semana los animales fantásticos, eran aburridos y todo consistía en repasos.

Hagrid, era el primero en mostrarse aburrido, pero acabó por decantarse en tratar de hacer su mayor esfuerzo, para mantener a las criaturas dentro del rango de lo aceptable.

—Bien, entonces ¿Quién me puede decir en donde se pueden encontrar los gnomos?

Hermione levantó la mano ansiosa, mientras Harry se dejaba caer a los pies de un árbol. Cruzó miradas con Hagrid que traía unos nuevos feroces cortes en el rostro y el ojo morado.

¿Cómo se hacía tanto daño si ni siquiera trataba con animales violentos?

Cada uno tuvo que dibujar a un gnomo y apuntar al lado del dibujo la mayor cantidad de características de las recordara. El dibujo de Harry terminó pareciéndose a una patata con ojos que a cualquier otra cosa. No se atrevió a fijarse en el dibujo de Dean, sabiendo que el chico aún continuaba detallando su gnomo.

Al término de la clase, tan pronto dejó su dibujo entre medio del resto, decidió acercarse a hablar con Hagrid.

—¡Hagrid! ¿Cómo has estado?

—Oh, Harry, bien... ya sabes tranquilo —respondió Hagrid, cubriendo la caja de gnomos—, sin ninguna novedad. Aunque aún estoy en periodo de prueba.

—¡Qué mal! —exclamó Hermione—. ¿Y cómo te hiciste esas heridas?

—Tienen un aspecto terrible—comentó Ron—, tal vez deberías ir a la enfermería para que Madame Pomfrey te las trate.

—¡Esto no es nada! Me las hice cocinando, ya mañana se pondrán bien.

Los chico se miraron entre ellos, sin saber si compartían el mismo concepto de; cocinar, que Hagrid.

—Hagrid... Sabes que puedes contar con nosotros para lo que sea ¿verdad? —dijo Harry, cerrando la cremallera de su bolso—. No importa que tan arriesgado sea.

—Si, chicos. Lo sé. Pero ahora deberían irse —contestó Hagrid—. Ya saben que no puedo mantener conversación con ustedes para algo que no sea la asignatura.

Vieron a Hagrid alejarse con la pesada caja de gnomos entre los brazos. Se miraron entre ellos, bastante contrariados.

—Mi teoría es, que Hagrid caza primero lo que se va a comer —comentó Ron, cuando ya iban de vuelta al colegio—. Eso explicaría las heridas ¿no?

—Ron, ¡Eso es una tontería!

—Pero considéralo, Mione. ¡Hagrid nos triplica el peso y la altura! ¡Yo creo que mínimo necesita una vaca entera como desayuno! ¿No?

Los dos se voltearon a Harry, que se encogió de hombros y dijo:

—Ni idea, pero será mejor que nos apuremos; Tenemos pociones y no quiero que Snape se enfade conmigo más de lo que ya está.

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1) últimamente: Ismael Serrano.

Hola!

Un capítulo más tranquilo, despues del bombardeo de información de la semana pasada, jaja. El siguiente se viene algo más intenso asi que ojito.

Mucha gente no lo cree, pero Ron es mi tercer personaje favorito de HP, despues del Drarry JAJA. No sé porque, pero tiene un encanto inexplicable, y creo que esa una de las razones por las cuales me cuesta tanto escribirlo. Necesitaba más desarrollo que el que le dio JK Rowling, y las películas (donde lo dejaron como un chiste y un toxico de primera :(

Por eso mismo, toda la charla que tiene con Harry me encantó como quedó. Me parece muy... humana... Se que está mal que lo diga yo misma, pero considerando que un capítulo completo me lleva tanto tiempo de edición, creo que lo merezco AJAJ.👻

Also, yendo a otro tema muy distinto, es el tema de las canciones. Me puse a analizar y, literalmente, mi gusto musical es demasiado disparatado. Me cuesta un montón escoger canciones, y en sí, cada una de las que pongo, tiene una explicación mental que he hecho, al respecto de porque pertenece a ese capítulo. (Por si se lo preguntaban, si, tengo varias playlist en Spotify, que una vez termine con todo el fic, voy a compartir)🎵🎶

Eso es todo, besos!.

THE_MACHINE.