Capítulo 4: Encuentro.
Al llegar a Londres, Harry esperó a que salieran todos sus compañeros antes de dejarse ver, ya que no quería tener encuentros ni con ellos ni con los adultos. Sin embargo, para su sorpresa, lo esperaba Molly Weasley con Ron y Ginny, a quienes tenía apegados a ella.
Los gemelos y Percy la miraban extrañados, hasta con algo de sospecha.
— Harry, querido, ¿cómo estás? — preguntó ella, quizás con demasiada alegría.
— Muy bien, señora Weasley. Si me permite, mis tíos me están esperando del otro lado — respondió Harry, cordialmente.
— Por supuesto, Harry, pero aquí Ginny quiere agradecerte por salvarla del problema de la Cámara de los Secretos… Y creo que Ron te debe una disculpa, ¿no? — dijo ella, con una sonrisa amplia.
— ¿Qué? Si me dijiste que estabas… — y pronto la madre de Ron le tapó la boca con la mano.
— Ya sabes, de adulto hay que darse el tiempo para pensar bien las cosas, y creo que fuiste demasiado precipitado al decidir algo así — insistió la señora Weasley, causando mayor sospecha en sus hijos mayores y esta vez en el mismo Harry. — Por otra parte, tenemos las vacaciones para reflexionar sobre todo lo ocurrido, ¿no? Ahora Ron, pide disculpas a Harry por el escándalo que hiciste.
— ¡No lo pienso hacer! ¡Que Potter salga de nuestro camino! — continuó el menor de los varones Weasley.
Como respuesta, Molly movió la cabeza negativamente y soltó un suspiro de cansancio.
— No te preocupes, Harry, durante el verano hablaremos bastante con Ron, ¿de acuerdo? Ahora te acompaño donde tus tíos para que sigas tu camino y llegues a salvo a casa. Percy, Fred, George, cuiden de sus hermanos mientras acompaño a Harry para luego irnos a casa, ¿está bien?
Los tres asintieron, agarrando firmemente a Ron y Ginny, para luego despedirse de Harry y desearle que, dentro de lo posible, tuviese un buen verano. Harry, un poco más animado al ver que los gemelos eran sinceros con sus palabras, soltó una leve sonrisa que hizo sonrojar a Ginny, haciendo enfadar más a Ron, y siguió a la señora Weasley en dirección a la estación muggle.
Mientras tanto, en King's Cross, los Dursley y Faewood esperaban con algo de impaciencia que finalmente Harry se dejara ver.
Podían notar cómo algunas familias de hijos nacidos de muggles ya aparecían entre la multitud, tratando de pasar desapercibidos entre los demás mientras abandonaban la estación. Faewood también se fijó en que algunos pertenecientes a familia de magos también salían por el área muggle, quizás en intento de ir comprendiendo más allá de lo que conocían.
Finalmente, se pudo distinguir el carro de Potter por la jaula que, en esa ocasión, iba sin lechuza.
Sin embargo, al notar que Harry iba acompañado, se puso la capucha y se dirigió rápidamente a Petunia y a Vernon:
— Los espero en su auto.
— ¿Qué? ¿Por qué? — preguntó Petunia.
— Si se comportan con Harry les explico. Por ahora, sólo acójanlo y compórtense como las personas civilizadas que dicen ser. Además, no digan aún que soy cercana a él. Nos vemos en el auto — y se marchó.
Harry, que iba con la señora Weasley, se acercó a sus tíos, mirando con extrañeza cómo una mujer encapuchada se alejaba rápidamente de su lado.
— Buenas tardes. Me imagino que ustedes son los tíos de Harry, ¿verdad? Soy Molly Weasley, madre de uno de los amigos de su sobrino — saludó la señora Weasley con una sonrisa que intentaba ser agradable.
Por lógica, ese saludo no resultó nada agradable.
— Sí, comprendo. Aleje a sus hijos de mi sobrino, que ya me basta con su anormalidad para que más encima esté con otros como él — bramó Vernon, con molestia.
Petunia, con aire altivo, asentía a las palabras de su esposo.
— Vamos. No entiendo por qué tratan de esa manera a su sobrino — insistió Molly: — Al menos, espero que durante las vacaciones dialoguen y ante cualquier problema encuentren una solución, ¿cierto, Harry? Y recuerda alimentarte bien; siempre que nos vemos al inicio del año escolar te ves en los huesos.
— Sí, señora Weasley — y, viendo la mirada insistente de sus tíos, se adelantó y se acercó a ellos: — Nos vemos.
— Adiós, Harry querido — y, tratando de pasar desapercibida, regresó al andén nueve y tres cuartos.
Mientras, los tíos de Harry suspiraron aliviados al no tener preguntas sobre quien los acompañaba de parte de la mujer.
— ¿Y quién estaba con ustedes? — preguntó Harry.
— Ah… Ya la vas a ver. Nos está esperando en el auto — respondió Petunia, haciendo que Harry se sorprendiera.
Y su sorpresa no era algo menor… al fin y al cabo, una de las reglas era no hacer preguntas, y además recibir una respuesta era cuando menos impresionante.
— Vamos, Harry. Tenemos que ir pronto a casa — dijo Vernon, haciendo que el menor ya sospechase de algo.
Su tío nunca lo había tratado por su nombre.
Pensando que sería mejor no seguir preguntando, el muchacho siguió a sus tíos hasta donde estaba estacionado el auto, viendo que, efectivamente, se encontraba la mujer con la que ellos hablaron.
Ante la vista del chico, la mujer sólo hizo un gesto de saludo con la cabeza. Luego, se dirigió a los Dursley.
— Tendré que abusar nuevamente de tu tiempo, Pet, pero sería bueno que nos dejasen a Harry y a mi pasado el Puente de la Torre, camino a su casa. No sería bueno ni para ustedes ni para nosotros que levantásemos sospechas en los aurores que se encuentran cerca de esta estación.
— ¿Aurores? — preguntó Harry.
— La policía mágica — explicó la desconocida, con algo de impaciencia. — Por ahora, Harry, te diré mi nombre, Alanna, y te prometo que te explicaré todo lo posible cuando estemos en un lugar seguro.
— Si quieres eso, movámonos rápidamente — ordenó Petunia, con menos paciencia: — Te aseguro que ya nos están mirando raro.
La mujer — Alanna, recordó Harry — asintió y ayudó al chico a guardar el baúl en el maletero del vehículo, mientras que ella y el chico se sentaron en los asientos traseros. Vernon ya estaba dentro del auto y Petunia, luego de mirar a su alrededor, también ingresó.
Para Potter, ésta era la situación más extraña que había vivido, y eso que vivió hace no poco la experiencia de la Cámara de los Secretos. Sin embargo, ver a Vernon y Petunia comportarse cordialmente con él, tratar con algo de normalidad a la extraña, la que parecía conocer algo del mundo mágico, y subir al auto sin reclamos ni remarques sarcásticos era algo que, por una parte, siempre esperó… Pero por otra, hacía que tuviera más sospechas de la encapuchada.
El auto avanzó por las calles de Londres, soportando el tráfico. Harry notaba que los tres adultos no se estaban comunicando, pero que Petunia miraba a la extraña con una mezcla de irritación y algo de… ¿esperanza?
— Cuando pasemos el Puente de la Torre, nos estacionaremos y sacaremos tus cosas, Harry, ya que Alanna se ofreció amablemente a acompañarte durante este verano — explicó Petunia, tratando de mantener el control de su voz: — Lo que te podemos decir por ahora es que ella fue amiga de tu madre en ese colegio — y no pudo evitar soltar veneno en su hablar cuando mencionó a Hogwarts. — Además, ella se encargará de educarte y de velar por tu salud… Algo que nosotros no siempre sabíamos cómo hacer.
Ante lo último, Harry tuvo que morderse los labios para no hacer un mal comentario en frente de la extraña, quien parecía atravesarlo con la mirada.
— Por supuesto, Pet. Sabes que Lily habría hecho lo mejor por tu hijo si el caso hubiese sido opuesto — recalcó la otra, con un tono de voz que hizo que Harry se diera cuenta que ella sabía algo. — Pero bueno, al fin me libré de mis dificultades y podré hacer lo que probablemente tú no supiste hacer.
Como respuesta, tanto Vernon como Petunia parecieron temblar, ante lo que Alanna pareció evitar soltar una carcajada.
— Bueno, ya sabes, ésa es la gran diferencia entre Lily y tú. No en lo que son sus capacidades sino en lo que realmente hace valioso a un ser humano — insistió.
Ante la declaración, Harry pudo notar por el espejo retrovisor que Vernon comenzaba a enojarse. Aun así, le seguía siendo anormal que alguien, sin siquiera conocerlo, tratara a sus tíos como realmente se merecían, sin temor a las represalias.
— Vamos, ya podrás contar tranquila tus historias de Lily, ya que compartiste más con ella en sus últimos años que yo — dijo Petunia, y el menor notó algo de resentimiento en la voz de su tía: — No tenemos que seguir discutiendo por el pasado.
La encapuchada pareció querer contestar, pero sólo apretó sus puños y asintió con su cabeza. Como estaba a su lado, Harry podía sentir algo de magia emanar de ella, claramente afectada por la situación.
El resto del trayecto se hizo en silencio, que por momentos se hacía incómodo, pero que se aliviaba algo escuchando la voz de las personas en la calle, la música y los gritos de los guías turísticos tratando de mantener ordenado sus respectivos grupos.
Finalmente, cuando cruzaron el río Támesis, Vernon dirigió el auto a una de las callejuelas cercanas, se detuvo y, luego de mirar por todas partes, invitó a que todos salieran del auto. Con ayuda de Alanna, sacó el baúl de Harry del maletero y los cuatro se pararon en la vereda.
— Bien, ahora estamos lejos de ellos — indicó Petunia, con algo de ira en la voz. — ¿Estás segura que no los buscarán de tu lado?
Alanna negó con la cabeza.
— Mientras ustedes cumplan su parte del trato, no deberíamos tener problemas en cómo o cuándo nos buscarán. Lo que venga a futuro dependerá de Harry y de mí, de acuerdo a lo que él debe escuchar de mi parte — dijo la otra con seriedad.
— ¿Estás segura de que nos alcanzará con lo que nos entregaste? — preguntó Vernon, sus ojos brillando con la avaricia.
— Bueno, ¿no que eres hombre de negocios? A donde vayas, invierte, convierte a la moneda del país que visites, pero siempre asegúrate de seguir invirtiendo, no importa donde estés, y no deberías tener problemas. Al menos eso fue lo que me enseño Lily cuando hablábamos de tener dinero igualmente entre ustedes — respondió la encapuchada, encogiéndose de hombros.
— Entonces, recuerda tu parte del trato — dijo Petunia.
— Y tú recuerda cumplir la tuya, y hablaré con mi jefe — replicó la otra. — Harry, ¿no quieres despedirte de tus tíos?
El de ojos verdes miró a sus tíos, sintiendo un nudo en el estómago. No importa cuán crueles eran sus tíos, nunca pensó que lo entregarían sin dudar a una desconocida. Además, por lo que parecía, ella les había entregado dinero por el intercambio. ¿Qué clase de mujer era esa, la que además ni siquiera mostraba su rostro?
Por un momento, pensó en que debía huir rápidamente de allí e intentar por sus medios ir al Caldero Chorreante para refugiarse, pero pronto se dio cuenta que había algo manteniéndolo en su sitio.
— ¿Harry? — insistió la encapuchada.
— ¿Por qué? — preguntó el menor: — ¿Por qué me entregan a ella? — y sintió que su voz quería quebrarse.
Los tres adultos se miraron mutuamente. Petunia suspiró y, continuando con su actitud totalmente contraria a lo habitual, respondió:
— Es porque ella puede protegerte… Y esa protección es tan válida como la que hay en nuestra casa, Harry. Además, ya te dije, ella era amiga de Lily, tu madre, y ella sabrá cuidarte mejor de lo que pudimos haber intentado nosotros. Ya sabes, intentando ser normales y todo eso.
Los ojos del chico brillaron de tristeza, mezclado con el dolor de la traición. Su magia parecía manifestarse a su alrededor, tratando de explotar. Sin embargo, el aura de su acompañante emergió como un tornado y obligó sólo con su control sobre su magia a que Harry se calmase, sorprendiéndolo, ya que la única persona que creía que tenía tal poder era Dumbledore.
— Sé que todo esto es confuso, Harry, pero estoy tratando de cumplir con la voluntad de tus padres y de la Madre de Todos. Cuando lleguemos a nuestro refugio te explicaré lo más posible, y te aseguro que todo esto tendrá sentido. Por favor, confía en mí y sabrás la verdad — y en el tono de voz de la mujer se podía escuchar claramente la angustia de verlo así.
Por unos momentos el chico se quedó mirando a la mujer, tratando de ver dentro de la capucha, notando por primera vez que debía tener algún encantamiento para poder ocultar por completo su identidad, como un rostro cuyos rasgos eran incapaces de permanecer en la memoria. Sin embargo, por muy oculta que estuviera, sus ojos parecían brillar, expectantes.
Miró de nuevo a su familia y notó que, pese a que la mujer era claramente una bruja, Petunia se comportaba con ella no sólo con familiaridad, sino con una respetuosa confianza, si se podía describir de esa forma, mientras que Vernon miraba con resignación a las dos mujeres, como si supiese que el instinto de su esposa era el correcto.
Y, tan sólo por una vez, tal como anhelaba cuando niño, quiso confiar en Petunia.
— Iré contigo, pero necesito muchas explicaciones — dijo, finalmente: — Confiaré en usted, tía Petunia. Espero que, a diferencia de mi primaria, no termine sufriendo.
— Eso es lo único que espero, Harry. No hay forma en que ninguno de los dos te pueda pedir perdón, pero, como sabes, esa noche no fuiste el único que perdió familia. Yo perdí a mi hermana, y el único memorial que tuve de su presencia fue mirarte a los ojos. Y, entre el remordimiento y la rabia por todo lo que ella tuvo que yo nunca pude alcanzar, mi resentimiento por ti fue enorme. Vernon sólo me apoyó — dijo Petunia, con algo de dolor en la voz. — Y ahora tienes la oportunidad de poder estar mejor que como has estado junto a nosotros, así que, por favor, ve con ella.
Harry sólo asintió, aún un poco dolido con la situación.
— Es mejor que nos vayamos, Petunia. Dudley nos está esperando — dijo Vernon, con preocupación.
— Sí, mientras antes nos encarguemos de todo, mejor — replicó su esposa y miró por última vez a Harry. — Nos veremos algún día — y después miró a Alanna. — Si realmente quisiste tanto a Lily, cuídalo.
— Con mi vida. Yo sí cumpliré mi juramento — dijo la encapuchada.
— Adiós, muchacho — dijo Vernon y se dirigió al auto.
Harry sólo los miró partir, con algo de dolor y, muy en el fondo, con alivio. Se giró hacia su acompañante y preguntó:
— ¿Y ahora qué?
— Ahora vamos a la que fue la casa de soltera de tu madre, en Lake District, y allí podremos hablar tranquilos. Lo que sí, para llegar allá, tendremos que usar un poco de magia, así que movámonos de aquí — respondió Alanna, y Harry creyó ver que sonreía.
Juntos caminaron cargando el baúl por las callejuelas al sur del Támesis y, aunque algunos parecían mirarlos con extrañeza, otros siguieron su camino como si no pasara nada.
Finalmente, en un callejón que parecía despejado, la encapuchada volvió a dirigirse a Harry.
— Bien, ahora usaré un método de viaje que puede ser algo molesto. Se llama Aparición y, no, no puedes aprenderlo aún hasta que estés en tu sexto año en Hogwarts, porque necesita mucha precisión y poder. Por eso, tendrás que aferrarte bien a mí, y juntos afirmaremos bien la jaula de tu lechuza, pues tu baúl lo podemos encoger ¿de acuerdo?
El muchacho asintió, con algo de nervios. La mujer se acercó y, luego de encoger el baúl de forma discreta para guardarlo en su bolso de viaje, lo abrazó fuerte mientras que con una mano sostenía la jaula de Hedwig. El chico, en acto reflejo, se aferró a ella y con su mano también aferró la jaula
— Sé que la primera vez no es agradable así que te recomiendo cerrar tus ojos, respirar profundamente hasta que cuente tres y mantener tu respiración hasta que lleguemos a nuestro destino, ¿vale? Mantén tu sensación en las piernas, porque cuando se detenga el movimiento, querrás tener tus piernas lo más aferradas al suelo posible… y sí, no es fácil.
Sintió como el chico asentía. Contó hasta tres y, tal como indicó, ambos desaparecieron de allí, sin dejar rastro.
Mientras se aparecían, Harry sintió cómo su cuerpo parecía alargarse y encogerse a la vez. Agradeció el consejo de la extraña de aguantar la respiración, junto con no haber comido todavía, porque creía firmemente que, de haber comido, habría terminado vomitando todo.
Finalmente, la sensación se acabó y, sintiendo que la mujer se alejaba de él, centró su esfuerzo en sostenerse sobre sus piernas, botar el aire acumulado y luego, lentamente, abrir sus ojos.
Para su sorpresa, se encontraba en un bosque cercano a un pueblo que se veía tradicional, con casas antiguas y pintorescas. Como nunca había salido de Privet Drive, salvo para viajar a Hogwarts o en el infortunado accidente en el zoológico, esto era absolutamente nuevo para él.
— Te doy la bienvenida a Keswick, en Lake District. Estamos relativamente cerca de Spinner's End, donde nació y se criaron tu madre y Petunia… Y un amigo de Lily, si es que lo podemos llamar así — explicó la mujer a su lado. — Si avanzamos por esta calle llegaremos a donde vivió tu mamá por un tiempo antes de casarse con tu padre, James. Sígueme, por favor.
Asintiendo levemente, los dos caminaron por una calle llamada Borrowdale, que se encontraba aún en medio del bosque.
— ¿Realmente conociste a mi madre? — preguntó Harry.
— ¿Crees que me daría el tiempo de investigar tanto a tu familia si fuese un espía o algo así? No, realmente conocí a Lily y fue la mejor amiga que pude tener y, finalmente, tengo la oportunidad de cumplir mi promesa — respondió Alanna, con calma.
Tomaron el lado opuesto a Castlehead Wood hasta quedar en lo que era un terreno baldío. Confundido, el muchacho preguntó.
— ¿Y dónde está la casa?
— Bien, los goblins lograron poner la casa a salvo y está en algo igual que utilizaron tus padres para protegerse, un encantamiento Fidelius — respondió la encapuchada y sacó un papel para entregárselo a Harry. — Necesito que te memorices esta dirección; luego destruiré el papel, para no permitir que nadie se acerque.
Harry tomó el papel y leyó: Lily's Cottage se encuentra en Cockshot Wood.
Y, en respuesta, la magia pareció deshacerse mostrando una pequeña casa en medio del bosque. Tenía muchas flores, especialmente lilas y lirios, y se sentía un ambiente agradable, casi hogareño.
Por un instante, pareció que la magia de la casa lo abrazara, como si le diera la bienvenida.
— Muy bien. Bienvenido a casa, Harry — y, finalmente, la mujer se sacó la capucha.
Por casi un minuto, Potter quedó enmudecido ante la belleza de la mujer con su cabellera pelirroja, sus ojos de color jade y su piel pálida. Sin embargo, por la cercanía del color de sus ojos a los suyos, no pudo evitar preguntar:
— ¿Mamá?
Notitas de autor
Ahm... Realmente me dio pena colocar esta última parte... Pero después no, no me dio pena en lo absoluto xD
Holis ^^
Ahm... Sí, esto recién se está armando... Tenemos por una parte a Molly y a Ron que no se comportan como siempre... O quizás sí, pero no queríamos darnos cuenta.
Por otra parte, tenemos a Vernon y a Petunia, que se portan como el cánon... Pero al menos son civilizados con Alanna, sin contar el hecho que Petunia si la conoce y que al parecer le tiene tanto o más resentimiento que a la propia Lily, quizás por qué.
Ya sabemos más cosas de Alanna también. Fue amiga de Lily, y si leyeron los capítulos anteriores, es una de sus madrinas con Alice Longbottom, conoce a Severus y también vimos más de la descripción física. Los motivos para el parecido con Lily lo sabrán en los siguientes capítulos.
Muchas gracias por darse el tiempo de leer esto y por el nuevo review que me anima a seguir adelante.
Saludos y nos vemos la próxima semana
