Red Velvet
Capítulo 68: Decisión
…
Era extraño.
Si, era extraño estar en un auto como el Red Velvet camino a su casa, y aún más extraño era ser llevada por la misma Ruby.
Esta le dijo que no estaba en condiciones de manejar, y se ofreció a ir a dejarla a su casa, y no pudo llevarle la contraria.
Realmente era extraño, casi como un sueño.
Con Ruby todo había sido alejado de su casa, siempre separando esos mundos, nunca uniéndolos, y aunque ya vio a su padre y a su novia convivir en un mismo espacio, seguía siendo algo que le daba cierto pánico, incluso ahora que las cosas no eran como las creyó.
No.
Cerró los ojos, disfrutando de esa sensación un poco más.
Ya había tenido un día demasiado agitado para que llegase su inseguridad del pasado a atacarla.
Debía mantener la mente alejada del caos.
Subieron por la montaña, por el asfalto, muy diferente al camino por el que pasaron para llegar a aquel maravilloso mirador. Aquí estaba todo prolijo, iluminado y ciertamente mejor cuidado. No tenía duda que los guardias que siempre tenían bajo la montaña debieron avisar a su padre que un auto estaba llegando, un auto que no había sido invitado previamente y un auto que evidentemente no era de la familia, ni propio de esta.
Notó sorpresa en Ruby, mientras esta manejaba, su rostro mirando cada rincón, memorizándoselo, e incluso notó como los plateados se iluminaron cuando la mansión se logró ver. Si, la zona era bonita, si, la construcción era bonita, y ciertamente todo estaba hecho con toda la pomposidad que la familia Schnee quería mostrar, en ojos ajenos, debía verse salido de un cuento.
Las fotos, o los reportajes, no le daban la gloria que tenía en persona.
Ruby avanzó por el camino, dirigiéndose a la entrada de la casa, hasta estacionarse frente a la entrada.
Dos guardias ya estaban en la puerta, atentos, dispuestos a enfrentar al conductor que osaba entrar en los terrenos Schnee sin permiso. Y era gracioso, porque la conductora ni siquiera les prestó atención, solo se bajó del auto, dándole la vuelta, para abrirle la puerta a ella.
Que caballerosidad, odiaba que hicieran eso con ella, pero si era Ruby…
Le perdonaba todo a Ruby, ¿Cierto?
Las puertas de la mansión se abrieron de golpe, el patriarca asomándose, sin vacilar, defendiendo su territorio, como la cabeza de la familia que era.
Los celestes, tan parecidos a los propios, de inmediato se vieron sorprendidos cuando la vieron a ella bajándose del deportivo rojizo.
"¿Weiss?"
Se sostuvo de Ruby, sintiendo sus piernas débiles, y lo estaban. No se había bajado del auto en todo ese rato, y se sentía agotada mentalmente, era obvio que su cuerpo también estaría afectado. Realmente no iba a poder subirse a su auto, mucho menos manejarlo, ni siquiera creía ser capaz de subir las escaleras hacia su cuarto.
Su padre se acercó de inmediato, dando zancadas muy poco propias de él, ¿Pero que sabía ella? Ni lo conocía.
Y verlo, se sentía extraño también.
Era la primera vez que lo veía sabiendo la verdad.
"¿Qué te pasó, Weiss?"
Los ojos de su padre la miraron, inspeccionándola rápidamente, y luego miraron a Ruby, y supo en ese segundo que este iba a culparla a ella, no tenía duda. Tenía las manos en la masa, de cierta forma.
"Lo siento, padre, cometí un error."
Su padre dejó de mirar a la mujer de rojo para mirarla de nuevo, y había cierta molestia en su rostro, molestia que creyó que ya no vería en él, y sintió cierto pánico.
¿Y si sus recuerdos, no eran nada más que otro engaño?
"¿Qué pasó?"
Su voz cambió, más seria, más formal, más profesional.
Él odiaba que ella cometiese errores, y si bien ya no había ataques por su parte, eso seguía siendo algo que afectaba a su apellido, y él no lo iba a pasar por alto, con enfermedad o sin ella.
La había criado para la perfección, y errores no deberían ser cometidos, mucho menos frente a una multitud.
Sintió la mano de Ruby aferrarse más a su cintura, y no supo si era para apoyarla, o se dio cuenta de la reacción de su padre, cualquiera podía ser la razón, o una mezcla de ellas, pero de inmediato se sintió más tranquila, el agarre haciéndola volver al presente, a la realidad.
"Debí haber mantenido la frente en alto, pero no pude. Lo siento."
No podía mirarlo a los ojos.
Se sentía de nuevo esa niña, esa niña pequeña, que erraba en unas notas, en el tono, que no llegaba a los agudos, y debía disculparse, esperando que la ira de su familia no fuese desatada.
La decepción de su familia.
Como si su perfección fuese a devolverle a su familia, pero no era así.
Su padre debía de estar confuso, pero honestamente, no quería hablar de lo que había ocurrido, aún estaba todo muy fresco en su memoria, y no quería tener que lidiar con eso. Miró a los plateados, los cuales también la miraban, preocupados.
Necesitaba a Ruby en ese instante, y se alegraba de que esta estuviese ahí.
"Él se va a enterar de todas formas, ¿Puedes…?"
Contarle.
No pudo decirlo.
Estaba cansada.
No quería decir nada más, o volvería a llorar.
No quería olvidar, estaba feliz de recuperar los trozos perdidos de su memoria, pero en ese instante, quería que al menos no estuviesen tan nítidos en su cabeza, así como sus sentimientos tan intensos en su pecho.
Ruby asintió, dándole una leve caricia en su espalda baja, donde su padre no podía ver, y aceptó el gesto. La escuchó carraspear, poniéndose tensa, y lamentaba tener que hacer que esta hablase con su padre por ella, pero si lo mencionaba, lloraría de nuevo.
No estaba lista.
"Nos juntamos para almorzar e ir de compras, y en la tarde, el ex prometido de Weiss apareció y comenzó a gritarle, armando un escándalo en medio del centro comercial."
Su padre se quedó en silencio, y se vio analizando la forma de hablar de Ruby, asegurándose que esta no hubiese hablado de una forma incorrecta o informal. Pero no. Todo había salido con normalidad.
Este ya sabía ahora que es lo que no pudo hacer, pero, aun así, los ojos de este se fueron a los suyos, inquisidores, esperando escuchar la verdad por su boca, no era suficiente tener un intérprete. Una Schnee debía pelear sus propias batallas, lo sabía.
Pero no quería.
"¿Y tú qué hiciste al respecto, Weiss?"
Su voz…
Se sentía en calma, porque no era como antes, pero también sabía que falló, así que el sentimiento abrumante que sintió durante toda su vida cuando cometía un error, volvía. No había miedo, pero no se libraría de la vergüenza de fallar frente a su familia, de nuevo.
Le enseñaron desde siempre cual debía ser su comportamiento entre las personas, como no debía mostrar debilidad, como debía mantener la compostura incluso en las más despreciables situaciones.
Al final, no era tan buena pretendiendo.
Ya no.
Abrió la boca, sus labios temblando. Debía decirle la razón de su actuar, debía decirle lo que recordó, lo que pasó por su mente, así tal vez el castigo, la culpa, el error, sería menor, sería respetable, de cierta forma, disculparía su error, sin embargo, no era capaz de decirlo, al menos no ahora.
"Lloré."
No quería mirar hacia el frente, no queriendo ver la mueca de enojo de Jacques, ni tampoco queriendo toparse con la mueca preocupada de Ruby, ambas la iban a romper.
"Empezó a gritarme, y se acercó, y sentí tanto miedo. No pude hacerlo, los recuerdos llegaron y me rompí."
Levantó la mirada, y ahí vio como el rostro de su padre se había suavizado, no se veía enojado, tal vez solo decepcionado, la costumbre en su ser, el ser la cabeza Schnee, el patriarca perfecto con sus hijos perfectos. Pero él sabía de su enfermedad, de su trauma, así que debía entenderla. Él, sobre todo, sabía en qué momento se volvió así, frágil, vulnerable, incapaz de lidiar con situaciones que involucrasen una agresión.
Él lo sabía antes de que ella lo supiera.
"Lo siento."
Escuchó algo sonar, y supo que era el puño de Ruby. Esta la sujetó, y se vio obligada a mirarla, temiendo una reacción desbocada de la mujer, pero no se podía evitar.
Los plateados se veían desesperados, dolidos.
Sus impulsos superando su fachada ante su padre.
"Deja de decir que lo sientes, no importa que vayan a decir los otros, no fue tu culpa, fue la de ese sujeto por venir y atacarte en público y a gritar tus secretos a los cuatro vientos. Tu reacción fue compresible, que nadie te diga lo contrario."
Su padre soltó un resoplido, y volteó a mirarlo, temiendo que hubiese un choque entre ambos, y no quería ver algo así, no ahora, y tal vez nunca. Había olvidado el pánico que le causaba que esas dos personas se encontraran, el miedo no era el mismo, pero tampoco quería ninguna disputa innecesaria.
"¿Incluso si lo digo yo?"
Este miraba a Ruby, y cuando se dio cuenta, Ruby también lo miraba a él. Esta le sonrió, una sonrisa capaz en su rostro, al parecer olvidando esa ira que parecía tener hace unos momentos.
"Con todo respeto, señor Schnee, incluso si lo dice usted. Fue un momento lleno de tensión, y créame, he visto muchas peleas, y supe en ese instante que ese sujeto iba a lastimar a Weiss, físicamente. Si alguien reaccionó de forma desmedida, esa debí ser yo, y voy a hacerme cargo de mis acciones. Sin embargo, Weiss solo fue una víctima, y no se debería juzgar nunca a la víctima, sin importar su raza, su sexo o su clase, señor."
Le sorprendió el escuchar a Ruby así, tan seria, sin ninguna pizca de miedo en su ser, simplemente hablando lo que pensaba sin tapujos. Como la admiraba en ese sentido. Y ahora que lo pensaba, también debía hablar por sí misma, por haber sido atacada sexualmente, el haber sido agredida, y a nadie le importó, porque en ese tiempo se trató de una trabajadora sexual, y nadie iba a levantar un dedo por alguien así, mucho menos en Atlas.
El solo pensarlo le trajo la ira que sintió en el pasado.
Odiaba ese lugar.
Su padre entrecerró los ojos, moviendo su bigote, y finalmente soltó un suspiro, no parecía dispuesto a discutir, y con eso parecía admitir que Ruby tenía un punto, y si, lo tenía, discutir eso sería irracional hasta para su rígido padre que aún tenía las ideas del padre de este aun en su cabeza.
"Aun no entiendo bien lo que ocurrió, pero si fue un escándalo como lo haces sonar, alguien debió grabarlo. Cuando tenga la evidencia veré que decisión legal tomar, porque no es la primera vez que ese…hombre hace alguna estupidez para dejarnos mal."
Su padre no iba a decir hombre, y le pareció gracioso como casi se le escapa una palabra mucho más grotesca y desagradable.
Le hubiese agradado que lo dijese, sin tapujos, ese sujeto se merecía un trato así.
Este la miró, ahora calmado, su expresión suave.
Siendo su padre, solo su padre, no el fruto de ese contaminado mundo.
"¿Qué le pasó a tu auto?"
Ruby carraspeó, llamando la atención de su padre, desviándolo de ella.
"Estaba muy descompuesta, así que le ofrecí tomar algo de aire fresco y llevarla a casa, no parecía en condiciones de manejar."
Su padre asintió, y le ofreció la mano, cosa que le llamó la atención, parecía agradecido y no recordaba haber visto una mueca como esa en él.
Bueno, ¿Qué sabía ella de él?
"Gracias, señorita Rose, por estar ahí para mi hija."
Ruby asintió, estrechándole la mano, cierta sorpresa en sus facciones, y entendía su sorpresa, rápidamente le sonrió.
"Considero a Weiss una gran amiga, no la abandonaría en una situación así, y, además, ayudarla era lo correcto."
Klein apareció por las puertas dobles y se acercó, parecía preocupado. Como lamentaba tener que ver a ese hombre preocuparse por ella a estas alturas de la vida. Este de inmediato la cogió de la cintura, dispuesto a ayudarla a caminar, debió notar su debilidad.
Sintió la mano de Ruby en su hombro, el último vestigio de tacto que le regalaba como despedida, y si bien no era un beso como más deseaba, era suficiente para mermar las ansias de tacto.
"Descansa, Weiss, y no mires noticias, por favor."
Notó cierta desesperación en la voz de Ruby, y también lamentaba tener que hacer preocupar a esa maravillosa mujer.
Asintió, despidiéndose. Ver noticias era lo que menos quería, lo que su sanidad mental le pedía a gritos que no hiciera, ni siquiera por curiosidad.
Comenzó a caminar en dirección a las puertas, mientras escuchaba los pasos de Ruby dándole vuelta a su auto, luego escuchó a su padre hablar.
"Tenga un buen viaje de regreso, señorita Rose."
"Gracias, señor Schnee, buenas noches."
Luego escuchó el motor del Red Velvet rugir, mientras se alejaba, y por su parte, se adentraba a la mansión.
Como desearía que esta estuviese a su lado por más tiempo.
Pero esta ya había hecho suficiente.
Ahora le tocaba a ella el ordenar sus pensamientos.
Debía hacer eso por su bien.
…
No hubo discusión, ni mayor conversación, nada, simplemente se fue a dormir, y nadie la cuestionó. Ya en la mañana sería otro día y tendrían tiempo para digerir lo que sería esa nueva realidad.
Pero…
¿Durmió?
Probablemente, sintiendo aun el calor de Ruby en ella, pero luego de unas horas, ya no pudo seguir ahí, pesadillas, o más bien el día que le deparaba el destino, martirizándola cuando ni siquiera llegaba.
Y así pasó una hora, luego la siguiente.
Se sentía horrible.
Se dio vuelta en la cama, una y otra vez, sin poder conciliar el sueño, la ansiedad consumiéndola, sabiendo lo que le iba a ocurrir, sabiendo lo que le esperaba a penas llegase a su trabajo.
Sus secretos rondaban en las redes sociales, el tema que mantuvo en secreto por años, junto con mil y un rumores. Tenía claro que era así. Antes incluso algo tonto que alguien se inventaba sobre ella, o sobre su familia, se hacía viral con una rapidez agobiante, y ahora no iba a ser diferente.
Estaba acostumbrada a los rumores, nunca fueron un problema, pero ahora era un poco más complicado, porque ahora hablaban de la realidad, ahora hablaban de un tema que la llevó de cirugía tras cirugía para poder devolverle la visión y las personas debían de hablar de eso con una tranquilidad que la hacía hervir de ira.
Le afectaba, por supuesto que le afectaba.
Era su vida, su dolor, su trauma.
Ni siquiera todo el dinero del mundo pudo recuperar su ojo por completo, ni tampoco lo haría.
Dio un salto cuando su teléfono comenzó a sonar.
Lo miró, temerosa, sabiendo la cantidad de mensajes que se habían acumulado, mensajes que no era capaz de mirar y que pensaba ignorar lo más posible, aún así, sabía que llegarían muchos más cuando ya todo Atlas terminase de enterarse de su pequeña situación, cuando todos despertaran de sus sueños reparadores, no como el propio.
Ni siquiera podía digerir en paz todo lo que ocurrió, sus recuerdos bloqueados ahora nítidos en su memoria, y el hecho de haber visto a su ex como una amenaza frente a ella, todo se veía nublado por la bomba mediática que acababa de caer.
Ni siquiera notó tanto caos cuando su futuro matrimonio se rompió en mil pedazos.
Creyó por un momento que el sonido era su alarma, avisándole que debía despertar, aunque era evidente que dormir era lo que menos había hecho. No tenía que mirarse al espejo para saber que tenía unas ojeras horrorosas, sobre todo luego de haber llorado. Si, el llanto y el insomnio le hacía fatal a su cutis.
Pero no era su alarma, era una llamada, una llamada de la única persona a la que le podría contestar a las cinco de la madrugada.
Si, le contestaría a Ruby, por supuesto, pero no de buen ánimo, porque a esa hora de la mañana le era imposible.
Contestó, pero ni siquiera fue capaz, motrizmente, de decir palabra alguna.
"Lo siento, tuve que llamarte, creí que estarías despierta."
La voz de Ruby sonó suave, casi como si esperase una negativa y estuviese lista para pedir disculpas por arruinar su sueño reparador, pero esta tenía razón, estaba despierta, desde incluso antes.
Ruby la conocía.
A todo esto, ¿Qué hacía Ruby despierta a esa hora? Era madrugadora, pero nunca tanto.
"Ni siquiera se con seguridad si he dormido."
Consiguió hablar, su voz rasposa, agotada, y no le sorprendía, se sentía fatal, por mil y una razones.
Escuchó a Ruby soltar un suspiro al otro lado de la línea, tal vez, esta esperaba equivocarse, que la estuviese despertando de un largo y calmo sueño.
"Weiss."
Se quedó inerte, sin siquiera respirar, la voz de Ruby entrando en su oído y rebotando en su cabeza, no de manera estruendosa, pero si se sintió llena de inmediato. Podía escuchar la suavidad en su tono, el cuidado, la preocupación, y sus ojos volvieron a sentirse húmedos, pero dudaba siquiera poder llorar más.
No, cuando terminó con Ruby, se dio cuenta que podía llorar incluso más.
"¿Qué quieres hacer, cariño?"
¿Hacer?
¿Hacer de qué?
Oh.
Había muchas cosas que iba a tener que hacer una vez que se levantase de la cama, y ni siquiera en el estado inerte en el que se encontró durante esas horas pudo calmar sus pensamientos, interiorizarlos, o simplemente digerirlos como correspondía. Su cabeza ardía, se sentía como una bomba a punto de estallar. Tenía tantas emociones, y tantos pensamientos en su mente que, si algo más entraba, simplemente iba a colapsar, y lo que menos necesitaba a esa altura era tener otro colapso más.
Por suerte se tomó la medicación antes de acostarse, la cual evitaba tomar, por miedo a que su mente se volviese a nublar, pero ahora prefería evitar el que su ojo dejase de funcionar.
Soltó un suspiro, cubriéndose con las mantas, ocultándose, tapando su rostro, ocultándose de todos, solamente teniendo la respiración de Ruby en su oído, y deseó tenerla cerca como nunca antes, y por suerte tenía el recuerdo de esta muy claro en su memoria, como estaban ambas en el Red Velvet, mirando el horizonte, sus cuerpos tan pegados que podía sentir sus extremidades fusionándose con las ajenas, y aquella sensación siempre la calmaba.
Eso quería hacer, estar con Ruby, nada más, encerrarse con ella en aquel mundo de ambas, solo de ambas.
¿Lo que ocurrió fue un castigo por salir al mundo real con ella?
Temía que lo fuese.
No podía pedirle a Ruby que dejara su trabajo por ella, que dejase de lado sus obligaciones, por muy egoísta que fuese, debía pensar en algo que no involucrase a nadie más que a ella misma, de todas formas, eran sus problemas, eran sus recuerdos, eran sus traumas, solo de ella, y debía superarlo de esa misma forma.
"Nada, Ruby, no quiero moverme, no quiero pensar, no quiero tener que escuchar a absolutamente nadie hablar de mí, no creo ser capaz de soportarlo, menos ahora."
Juró que pudo escuchar a Ruby asentir al otro lado de la línea, y poder saber su exacto gesto era algo que adoraba cada día más. Simplemente tenían una conexión que no quería perder por nada del mundo.
"Voy a llamar a Blake para que libere tu agenda por el día, deberías descansar por ahora. Fue un día muy agitado, necesitas un tiempo."
Se habría levantado, se habría sentado en la cama, indignada de que Ruby pensara que iba a faltar al trabajo, pero no pudo hacerlo. No era capaz ni siquiera de luchar por mantener su dignidad en alto. Ruby tenía razón, necesitaba un descanso, y no se había tomado ninguno en los años que llevaba trabajando ahí.
"La compañía no se va a caer a pedazos si faltas un día."
Ruby siguió hablando, tal vez dándole más ánimo para dejar todo de lado, y ni siquiera creía que fuese necesario.
Estaba cansada…
Ni siquiera se tomó tiempos cuando inició sus terapias, seguía cumpliendo sus labores, día tras día, aunque su salud empeorase, incluso cuando estuvo peor, cuando su cuerpo apenas era piel y huesos, siguió yendo al trabajo.
Pero ahora quería darse un tiempo para sí misma.
Quería ser vulnerable, al menos sabiendo que estaba segura, sabiendo que su padre no entraría por esa puerta y le destrozaría la vista una vez más.
Tal vez, si no hubiese recuperado esa pieza de su memoria, aun tendría algo de miedo de faltar a sus obligaciones, ya que siempre se acobardaba, siempre terminaba con la cola entre las patas porque su instinto de supervivencia le gritaba que se mantuviese a salvo al seguirle el juego a su padre.
Si hacía lo que él quería, iba a estar a salvo.
¿Pero ahora?
Eso no quitaba que fuese una decepción para él.
Eso no quitaba que él se enojase.
Pero no le importaba.
Podría lidiar con él, con su ira, con cualquier cosa, porque sabía que este no era el asesino que su mente le dijo durante tanto tiempo. Ahora solo era su estricto padre, nada más.
¿Qué más daño le podía hacer?
No quería tentar al destino, pero no iba a conseguir nada teniendo miedo de la imagen falsa aquella.
Debía ser fuerte, y así iba a ser capaz de superar todo lo que la consumía.
Superar una vida de mentiras, era tan difícil como superar su ruptura con Ruby.
Pero tenía a Ruby.
Iba a lograrlo, ya no estaba sola.
Tuvo un pensamiento, hace solo unos días, de llevarse a Ruby con ella en la maleta, y honestamente, estaba dispuesta a hacerlo si es que todo se iba a la mierda. Si ya Atlas era un campo minado, iba a vender su parte de la empresa, iba a buscar a Ruby y se la iba a llevar lejos de esa infecta ciudad.
Atlas no la merecía, mucho menos merecía a Ruby.
"Gracias, Ruby, no sé qué haría sin ti."
Se sentía algo maléfica al decirle eso luego de pensar en secuestrarla, pero a esta altura no le importaba, y creía que a Ruby tampoco. De hecho, si huía, estaba segura de que Ruby era capaz de meterse a su maleta a escondidas para seguirla.
Iba a comprar una maleta más grande, por si acaso.
"Si necesitas cualquier cosa o si quieres distraerte, solo llamame, ¿De acuerdo? Por mi parte voy a mermar un poco a estos Atlesianos chismosos, lo prometo."
Pudo sentir la sonrisa de Ruby plasmada en su rostro, y el simple pensamiento la hizo sonreír. Notó como le dijo lo de que la llamase, porque esta no la iba a llamar, porque sabía que necesitaba espacio para pensar y no iba a distraerla a menos que quisiese ser distraída, y le causó ternura el gesto considerado.
Ruby también estaba metida en el lío, y sabía que esto le iba a traer una fama que no necesitaba en su vida, de todas formas, no estaba acostumbrada a la atención, y aun así, ahí estaba, apoyándola aunque tuviese que meterse en una jaula con un montón de reporteros sedientos de sangre, listos para devorarla.
Pero le tenía fe.
Luego, cuando se sintiese lista, iba a mirar las noticias y ver si la mujer más linda del mundo aparecía ahí. Por ahora, solo iba a pensar en todo lo que ocurrió, una cosa a la vez, y así, poco a poco, esa maraña en su cabeza se iría mermando.
O tenía esperanzas de que así sería.
No supo que le dijo a Ruby luego de eso, probablemente que siguiese hablando o algo, y Ruby hizo exactamente eso, simplemente le contó un montón de cosas que apenas recordó, porque poco a poco se fue durmiendo, como si fuese magia. Podía recordar con claridad a la mujer moverse por el departamento, escuchó el agua hervir, así como la escuchó hacer un par de flexiones, todo esto mientras le contaba sobre una conversación que tuvo con su hermana el domingo en la mañana, tenía algo que ver con el entrenamiento o algo así, pero realmente los detalles desaparecieron por completo.
Al final, logró dormir.
Ruby siempre podía calmar su cabeza.
Ruby era su cura.
Capitulo siguiente: Llamada.
N/A: Capitulo tardío, si, disfruté de Halloween con mi esposa, así que aproveche de distraerme, y mal por mí, porque siendo el cumpleaños de Ruby debía subir capitulo, pero bueno, lo siento, Ruby, seguiré utilizándote sin recompensarte ni saludarte en tu día.
Espero disfrutaran el capítulo, algo tenso, lo sé, pero es un camino, que, aunque se vea duro y complicado, Weiss debe seguir adelante y superarlo, y aquí le tenemos fe.
Nos leemos pronto.
