Twisted Fate apareció en el porche del templo del nuevo culto de la sangre. La lluvia aún caía y se quedo un rato mirándo el agua caer. Un rayo cruzó el cielo y en su mente repasó lo que recién había sucedido. La imagen de Graves se hizo presente, su viejo amigo y amante; el tiempo no había sido benévolo con él, aunque podía decir lo mismo de sí mismo. Por supuesto, habían pasado 17 años desde eso pero pudo observar cuando arrancó sus ropas que su cuerpo estaba lleno de cicatrices al igual que el suyo ¿qué había hecho Malcolm en todo ese tiempo para terminar de esa forma?

Rio y se sorprendió de sentir curiosidad hacia el hombre que había arruinado su vida ¿cómo podía sentir preocupación por el autor de su desgracia? Palpó donde debía estar su corazón y lo sintió latiendo de manera muy lenta dentro de su pecho. Desde que había permitido a Twisted Fate mezclarse con su conciencia, su corazón había dejado de latir y su cuerpo se había vuelto frío.

—Ríndete, estos sentimientos ya no te pertenecen— masculló molesto y avanzó hacia la puerta cuando sintió una punzada en la sien que le hizo detenerse.

—Puedes resistirte, pero ambos sabemos que disfrutas demasiado mi poder— pronunció el demonio hincándose de dolor. — Ese hombre ha venido a matarte, no entiendes que intento salvarte…

La punzada fue en aumento y los oídos le zumbaron; todos sus sentidos se concentraron en el dolor que sentía. Perdió el control de su cuerpo y cayó al suelo mientras mantenía su vista fija en las gotas de lluvia que se estampaban contra el suelo. Entonces recordó algo que creyó haber olvidado durante todo ese tiempo, el día en que se convirtió en prisionero también estaba lloviendo.

Había usado "Destino" para entrar al templo, robar el cáliz y desaparecer mientras Sarah y Malcolm le compraban tiempo encargándose de los demonios que custodiaban la puerta. Sacó una de sus cartas, se concentró y sus ojos se iluminaron de color azul como cada vez que usaba su magia, en poco tiempo se teletransportó al interior del templo. Estaba completamente abandonado y en penumbra. Se le hizo raro que nadie lo estuviera custodiando pero pensó que era mejor de ese modo. Seguramente no esperaban que nadie fuera capaz de entrar al interior sin vencer a los guardias; mal por ellos, bien por él.

Exploró el lugar con detenimiento, la luz rojiza proveniente del enorme círculo mágico que protegía el altar donde reposaba el cáliz era la única fuente de luz, sin ella su visión hubiera sido nula. Preparó tres cartas en su mano y analizó algún punto donde pudiera romper la barrera y tomar el objeto. Estaba a punto de lanzar sus naipes cuando escuchó el piso abrirse hasta él, apenas tuvo tiempo de esquivar el ataque que le vino. Unas enormes púas hechas de sangre emergieron del piso y a continuación el sonido de una risa inundo el lugar.

Tobías adoptó una postura defensiva y sujeto con fuerza sus naipes entre sus dedos aguardando el siguiente ataque de su enemigo. Por más que lo busco entre la penumbra no era capaz de hallarlo hasta que éste cayó desde el techo sobre él para atacarlo, él la esquivó y le lanzó otra hilera de naipes para obligarle a retroceder. Descubrió entonces que su atacante se trataba de una mujer con un par de cuernos sobre su cabeza y ataviada con un kimono que apenas cubría parte de sus muslos.

—Tramposo— le echó en cara la mujer con recelo.

—Tramposo es una forma elegante de decir ganador— contestó él lanzando un naipe dorado que ella esquivo mientras se lanzó frente a él con sus garras de fuera.

Ella araño el aire mientras él retrocedía esquivando cada uno de sus mortales ataques, de pronto se quedo sin espacio para correr y su espalda dio contra la pared.

—Ya no tienes a donde huir chico guapo— dijo la mujer a medida que se aproximaba a él con pasos lentos.

Tobías preparó tres naipes detrás de él y espero a que ella se encontrará donde la quería para atacarla pero antes de que pudiera hacer algo se perdió en la mirada de esa mujer y se sintió hipnotizado. Su mano en contra de su voluntad soltó los naipes que escondía y estos cayeron desperdigados por el piso de madera. Su cuerpo comenzó a andar hacia ella con paso lento, no podía resistirse, quería acercarse a ella.

—Eso es, buen chico, ven aquí— dijo ella indicándole que se acercara con su dedo índice y él la obedeció sin poder resistirse.

Cuando estuvo frente a ella, la mujer pasó sus garras por sus hombros hasta sus brazos sintiendo sus músculos.

—Te ves delgado pero en realidad estás bastante fornido. Eres justo mi tipo. — le dijo y luego lo abrazó para susurrarle al oído. — Es una lástima que deba matarte.

Detrás de ella unas enormes falanges se alzaron, iba a perforarlo cuando Graves abrió la puerta de una patada y vio la escena.

El pelirrojo sin mediar le disparó alcanzándola herir en un costado, la diablesa se dolió y brinco hacia atrás para ocultarse en las sombras. Tobías se liberó del hechizo y cayó al suelo de rodillas sudando frío.

— ¡Maldita, no le pongas una mano encima a mi…! ¡A Tobías!— grito Graves molesto.

Tobías se sobó la cabeza y se puso de pie.

— ¿Estás bien?— le preguntó Graves aproximándose a él.

Tobías lo miro y rio bajito.

— ¿Qué clase de entrada es esa?—preguntó divertido porque creyó que seguramente Graves había querido decir "novio" pero lo cierto es que aún no estaban saliendo.

—La clase en la que te salvo el pellejo— contestó Graves regresándolo a la realidad.

—Estaba bien, casi la tenía— soltó él sacudiéndose la ropa.

—Te salve la vida…— replicó Graves.

—Claro, claro—

En lo que discutían, Evelynn volvió aparecer y se adentró al círculo mágico para tomar el cáliz cuando Tobías se lo impido lanzando otra hilera de naipes cargados con su magia.

— ¡Demonios!— exclamó la diablesa soltando el cáliz que rodo en el suelo vertiendo la sangre que contenía en el suelo. .

— ¡Detente!— gritó Sarah desde el marco de la entrada apuntándole con sus pistolas gemelas. Graves también alzó a Destino y le apuntó; mientras él cargaba una carta dorada en la punta de sus dedos.

Evelyn se encontraba rodeada miro frustrada el cáliz lejos de su alcance, lo necesitaba para entrar al mundo al otro lado del espejo. ¡El espejo! Evocó una sonrisa y pasó la vista entre los presentes, luego bajo la mirada al piso y vio toda la sangre regada dentro del círculo: "El espejo" ya estaba dispuesto.

—Una chica sabe cuando ya no le queda ningún truco, por ello… ¡Me voy en este momento!— clavo sus falanges en el piso y el círculo mágico se activo. Un remolino de sangre envolvió el altar donde se encontraba y el piso comenzó a hundirse. Tobías sostuvo a Malcolm entre sus brazos para evitar que perdiera el equilibrio.

— ¡Salgan de ahí, debemos huir!— gritó Sarah desde la puerta.

Tobías y Graves intercambiaron miradas y corrieron en dirección a la salida cuando Graves se giró y alcanzó a ver el cáliz flotando en el remolino. Si brincaba podría tomarlo, así que se regreso y lo hizo ante la mirada sorprendida de Tobías.

— ¡Lo tengo!— celebró Graves cuando el remolino lo succiono dentro del vórtice donde comenzaba a desaparecer el espacio donde antes hubiera estado preparado el altar.

— ¡Malcolm!— grito Tobías aterrorizado ante la escena e intercambio una mirada preocupada con Sarah.

—No vayas…— murmuró ella casi sin voz.

Él le sonrió, apretó sus puños y se lanzó al interior del remolino de viento.

— ¡Tobíaaaaaas!— Exclamó Sarah cuando una fuerte explosión la lanzó fuera del templo.

Cuando entró al remolino el sombrero que siempre usaba salió volando, intentó alcanzarlo pero apenas podía distinguir lo que había entre la corriente de viento. Pedazos del piso de madera del templo, tierra y otros objetos volaban sin control. Tuvo que usar sus naipes para destruir los objetos que por poco se estrellan contra él. Buscó a Graves con la vista sin mucho éxito hasta que lo vio volar inconsciente con el cáliz entre sus brazos. Él se apresuró a conjurar nuevamente a Destino para llegar a su lado, uso como catalizador la carta que le había dado con anterioridad a Graves por lo que fue más fácil llegar a su lado y atraparlo entre sus brazos. Lo sujetó con fuerza y lo cubrió con su cuerpo para evitar que se lastimara más.

Pasaron algunos minutos hasta que el viento fue decreciendo y Tobías cayó al piso junto con Graves. Estaban vapuleados pero definitivamente a salvo ¿En dónde? Aún no lo sabía pero pronto se lamentaría cuando vio en el cielo una luna de color rojo tan intensa como la sangre misma.

—Malcolm— le llamó a Graves. Palmeó su rostro y movió su hombro para despertarlo. —Reacciona, Malcolm, tenemos que salir de aquí.

—Pero por qué quieren irse si apenas llegaron, quédense un poco más—Tobías no tuvo que voltear para saber que la diablesa se encontraba a su espalda y antes de que pudiera reaccionar ella lo perforó su espalda con una de sus falanges.

Él aguantó el embate pero no se movió de ahí, si lo hacía, lastimaría a Graves. Escupió sangre por la boca cuando ella lo volvió a empalar y él emitió un quejido de dolor.

—Muévete— le ordenó Evelynn pero se mantuvo ahí.

—Nunca— susurró débilmente y una gota de su sangre llegó hasta el parpado de Graves, manchando parte de su rostro.

Él pelirrojo parpadeo desorientado y observó a Tobías arriba de él con sangre en la boca.

— ¡Tobías!— grito asustado sin saber qué hacer..

—Hola bello durmiente, listo para huir—dijo de manera lánguida.

— ¡¿Qué?!— Dijo Graves cuando los ojos de Tobías se iluminaron y posó su mano sobre su pecho, justo donde había guardado la carta que le había dado anteriormente.

— ¡Espera! ¡Nooo Tobías!— grito su amado pelirrojo antes de desaparecer.

— Hasta nunca— sonrió antes de que Graves desapareciera de ese plano.

Evelynnn que había presenciado todo quedo boquiabierta, aquel hombre había abierto y cerrado un halo de luz entre los dos reinos. Le molestaba demasiado que el otro hubiera escapado con el cáliz, su único objeto para trasladarse pero quizás no todo estaba perdido.

Evelynn salió del templo y vio a Twisted tirado inconsciente en el piso, ella se hincó junto a él y acomodo su cabeza sobre sus piernas.

—Tranquilo, cariño. Yo disiparé tus dudas, recuerda que tú, solo me tienes a mí— acarició su cabello con ternura al mismo tiempo que una larga sonrisa se dibujó en su rostro y sus ojos se iluminaron de rojo.

—Callaré aquellos recuerdos que se remueven en tu interior— dijo entrelazando su mano con la de él.