Después de éste, solamente faltarán 4. T_T Nop. No me hace feliz que aún queden tantos pendientes TT_TT


FADED

NADIE

Resultaba hilarante el poder entrar en vidas ajenas, hacerlas incluso propias. Resultaba aún más sobrecogedor el fusionarte con dichas almas. Enlazar no solo tu mente, sino también tu cuerpo y crear una conexión directa con tu alma.

Ése era el riesgo.

Si no tenía cuidado, bien podría terminar siendo absorbida y dominada por la identidad que había intentado suplantar. Mas antes de poder jugar con vidas ajenas, primero debía de deshacerse de la propia.

¿Pero cómo olvida alguien quién es?

...

Incluso cuando uno siente que se ha perdido a sí mismo, sigue teniendo conciencia de su identidad, incluso si le cuesta reconocerla. Nada realmente está perdido, los recuerdos siguen presentes y vivos...

Entonces, ¿cómo se borra la identidad de uno mismo?

...

Arya Stark había accedido a escribir una carta para despedirse de Jon. Sin embargo, tras la primeras sesiones para olvidarse de quién era ella, el recuerdo de Jon se había autoimpuesto a su conciencia y lejos estaba de ganar aquella pelea. Y mientras más se hacía presente, más le resentía y añoraba al tiempo la pobre joven.

"¿Dónde estás Jon?"

Se había preguntado incontables veces.

"¿Dónde estás?"

Nadie sabía lo difícil que podía resultar el partir lejos no sólo de una identidad, sino de la vida que ésta representaba. Por lo que podía sentir algo parecido a la empatía por la chica gris -como solía llamarle la bruja roja -, durante meses la observó y cuidó en la forma de una doncella; pacientemente esperando por el momento en el que aquél rostro se volviese difuso igual que el suyo propio.

...

No pasó mucho antes de que regresará la mujer roja. El rey Rob seguía aún en el castillo simulando una visita política, más la mente de la chica gris estaba decidida. Ella deseaba olvidar. No podía quitarse la vida, la ataba un juramento previo, por lo que se conformaría con el alivio que traería el olvido. Tendría que ser suficiente, se decía la misma una y otra vez.

Nadie sabía con certeza lo que motiva a un individuo a querer borrar su existencia, aunque la princesa Stark no buscaba exactamente eso. No sólo porque la bruja roja lo hubiese sugerido sino porque había una nube negra en los ojos grises de la joven princesa.

"Si en algún momento el arrepentimiento llegase a alcanzarla, sería mejor tener la evidencia de que pensó esto con calma." Fueron las palabras de Melissandre.

No estaba equivocada. Si Arya Stark llegaba a arrepentirse, a querer correr de vuelta al punto de partida, no sería la primera en mostrar tales arrepentimientos. Y en definitiva tampoco sería la última.

Sin embargo, había requerido escribir una segunda carta entonces; una mucho más tajante, una mucho más final e hiriente.

Después de todo Arya se revelaba. Era una identidad bastante fuerte por sí sola, con una gran presencia e influencia a donde iba; sin duda la lucha mental de la joven gris resultó ser tan difícil como la guerra misma.

"¿Cómo puedes ser tan débil?" Cuestionaría la loba de invernalia a la dueña de su nave.

Esta última, se defendería entre sollozos y excusas, incapaz de mirar su propio reflejo.

-No tengo poder, no tengo alcance. Mi voz no significa nada. No tengo nada sin Jon.

La Arya del espejo se enardecería al oír aquello, su gesto se volvería severo.

"Todavía tienes una familia." Aseveraría con genuina molestia.

-No podría soportar sus miradas, sus juicios. -Refutó la princesa. -La tristeza y la decepción. La pena... la lástima...

Entonces la Arya del espejo se quedaría muda. La miraría con pena, sabiendo que compartía el dolor de su dueña.

-No soy nadie. -Sollozaría la chica gris.

Mientras que Arya Stark buscaría aún recuperar el control de la nave de su mente.

"Si no eres alguien, ¿por qué te duele tanto? Todavía eres... alguien."

Aquello dolía mucho más de lo que estaba dispuesta a reconocer. Y, en consecuencia, la joven gris se escudaría tras su enojo.

-No por mucho tiempo. -Amenazaría.

Sus ojos al fin verían su propio reflejo, y la joven de la imagen - su yo que intentaba erradicar - lentamente se difuminaría hasta ser una imagen borrosa y confusa. Totalmente irreconocible.

...

Nadie observó con calma los días siguientes. Fue una sorpresa recibir a la reina de las Islas de Hierro. Sansa todavía conservaba el apellido Stark, Yara seguía al frente de momento. Supuso que Rob había deseado no ocultarle la verdad a Sansa, especialmente tras todo lo que ambos habían sufrido. Aunque Rob también era su hermano, Sansa era mujer igual que Arya, habría allí otro entendimiento que él no podría alcanzar.

Incluso entonces, cuando Sansa sentada a la cama con la joven gris a quien mimaba incansable, Nadie pudo sentir los bordes de ambas almas, el amor que había entre ambas, y lo profundo de aquella tristeza compartida.

Sansa había tomado el rostro de su hermana con ambas manos. La había mirado a los ojos con ternura y le había hablado en susurros.

-Si llegaras a arrepentirte... -Le dijo.

-No lo haré. -Le cortó la menor, tan herida todavía.

La pelirroja sonrío con algo de pena.

-Si algo... te obligase a regresar... -Corrigió. -Yo te ayudaría a volver. Entraría en esa oscuridad y te sacaría yo misma.

La voz se le perdió por un instante a la joven gris. Sus propias manos volaron a posarse sobre las de su hermana. De pronto se veía mucho más pequeña de lo que era. Una niña desamparada que extraña el calor de una madre.

-¿Y si no puedes? -Cuestionó.

Sansa sonrió con pesar antes de descansar su frente en la de la menor, sus ojos se cerraron.

-Te daría los medios para que puedas volver por ti misma. -Prometió.

Y durante los años que siguieron, cuando Nadie navegó entre toda la oscuridad del olvido, aquella promesa brilló con fuerza siempre por encima de su cabeza. Una constante que sin importar cuántos rostros tomase, no desaparecía.

"Solo deberás desearlo."

...

Lo había deseado.

En más de una ocasión lo había deseado.

Mas tenía miedo...

Mucho miedo.

Nadie sabía, después de todo, la facilidad con la que las promesas se rompen, y las dichas se convierten en tragedia.

...

Años atrás, cuando había sido más que una joven gris... cuando su alma estaba teñida de diferentes y vibrantes colores... había visualizado una salida similar.

Entonces las promesas del futuro también habían brillado sobre su cabeza, pintando murales vivos de sueños que -aunque imposibles- se desvelaban ante sus ojos.

-¿Crees que me gustará Valyria? -Le había preguntado a Jon, aquella mañana tras la boda de Sansa.

Jon había reído con ella, sus dedos dibujando garabatos en la piel de ella. Abrazados y con las piernas enredadas en las del otro, mirando sin mirar un punto distante del techo de la habitación de Margaery; habían sido mucho más libres entonces...

-Creo que te gustará conocer el mundo -había contestado él.

Confundida, Arya se había erguido lo suficiente para mirar el rostro de su amado.

-¿Como reina podré viajar? -Inquirió con cierta esperanza.

Jon la había mirado entonces, su sonrisa guardaba secretos y sus ojos brillaban con promesas.

-Hasta la coronación, e incluso después, serás libre de ir a donde quieras. -Contestó.

Ella arrugó el gesto.

-No creo que sea bien visto.

-No importa. -Le aseguró interrumpiéndole, obligándola a volver a recostarse con él. -Sólo me importa hacerte feliz. -Aseguró, besándole la coronilla. -Déjame ser el único encadenado. Déjame ser tu puerto seguro. Y te daré mis alas. Para que siempre vueles de regreso a mí.

Aunque había sido una petición, para Arya entonces había sido una promesa.

Durante el tiempo que siguió, y especialmente durante el tiempo que estuvieron lejos, a Nadie le gustaba pensar que aunque ya no era Arya, había podido seguir volando con aquellas alas prestadas sin haber perdido nunca de vista aquél puerto seguro.

Pero entonces... con la guerra todavía en la distancia, ocultos como estaban refugiados en el Norte, aquél futuro había sido una cálida esperanza que entibiaba el corazón de la princesa hasta provocarle ganas de llorar.

-Te has vuelto tan cursi como Sansa. -Le había dicho entonces, todavía insegura de aceptar lo que sentía.

Jon había reído a carcajada abierta.

-¿Y de quién es la culpa? -Le cuestionó, con la sonrisa creciéndole de medio lado.

-No te atrevas a decir que mía. -Le advirtió ella, aunque sonriendo igualmente.

-¿Y por qué no? -Jon se hubo levantado entonces, intercambiando sus posiciones, la recostó de espaldas sobre la cama mientras le sujetaba ambas manos por las muñecas. -¿No ves lo que significa? -Le cuestionó, sus ojos fijos en los de ella. -Soy tuyo Arya Stark de Winterfel.

El corazón le brincó en el pecho.

-Yo, Jon Jahaerys de la casa Targaryen, pertenezco a Arya de la casa Stark.

Luego la había besado, tan dulcemente como un juramento.

La había adorado a besos.

-Eres mío y yo soy tuya -había soltado ella en algún punto, reconociendo en el frenesí de sus emociones lo que realmente sentía.

Jon sonrió sobre su piel.

-¿Quién es el cursi ahora?

-Oh, cállate estúpido. -Le regañó. Luego le levantó el rostro. -Bésame.

-Como ordene mi dama.

Pequeños momentos.

Ésos son los que cuentan. Los que nos mantienen vivos al mismo tiempo en el que nos matan de a poco en el camino a superarlos.

Fueron los pequeños momentos, los que más trabajo le costó olvidar...

...

-Debe ser difícil. -Había dicho la reina madre de Bastión de tormentas. -Borrar toda una vida.

Entonces Nadie había descubierto a Arya Stark todavía en batalla con la chica gris. Pero su derrota era un hecho. Tan sólo un par de días más y la joven princesa viajaría a Bravos, a la Casa de Blanco y Negro a terminar con el proceso. Lo principal había pasado ya.

Ahora sólo quedaban las despedidas.

-¿Habrías hecho lo mismo? -Había preguntado entonces la joven gris.

La reina sentada frente a ella, Cersei Lannister, se quedó quieta un instante sopesando la pregunta. Ella también llevaba la marca del olvido en sus ojos, aunque en su caso los recuerdos eran los que huían de ella, y ésta se aferraba con uñas y dientes a éstos, negándose el que la abandonaran.

-Hubo un punto en mi vida en el que lo habría hecho sin duda. Mas hubo quien me lo impidió entonces. Y después, tenía a mis hijos dependientes de mí. -Contestó. -Mas si hubiese estado sola...

-Aún sufres. -Dedujo la joven.

La reina sonrío con amargura.

-Ciertas heridas jamás se cierran, no del todo al menos. Pero se aprende a vivir con ellas.

La joven gris había bajado la mirada entonces, la taza de té seguía llena aunque fría, y el líquido reflejaba la imagen de una chica incompleta.

-¿Estoy haciendo lo correcto?

-¿Piensas que huyes?

-En cierta forma. -Aceptó. -Una parte de mí me reprende mi decisión. Otra versión de mí misma que desea que siga peleando con uñas y dientes, que me aferre... pero no hay nada a lo que sostenerme. ¿Por qué pelear entonces?

Silencio.

Cersei, regia incluso sentada, la había mirado con severidad antes de preguntar.

-¿Preferirías morir?

La joven gris negó con la cabeza.

-Ya estoy muerta. -Declaró. -Y no es justo. Jon querría que viviera... Yo hubiese querido que él viviera. -Reconoció sonriendo con pena. -Tal vez, después de todo sí soy débil. Es una carga pesada, y no puedo con ella.

La reina frente a ella respiró hondo y cerró los ojos un breve instante, como si los recuerdos volviesen a querer escapársele y al tiempo le obligasen a revivirlos.

-Hay algo que debes entender Arya Stark -Le habló al fin-. No existe tal cosa como lo correcto. Únicamente puedes moverte eligiendo lo que es mejor para ti. No es malo el alejarte cuando todo lo que sientes es dolor. Si no puedes sanar aquí, tienes derecho a alejarte. -Le sonrió. -Ve y descúbrete a ti misma. Sana. Y cuando ya no duela -y si es tu deseo-, regresa.

Durante años, Nadie había visto a la joven gris mirar hacia aquella salida en su mente, aquél camino todavía iluminado, la salida de aquella oscuridad. La había visto temblar hasta estremecerse y llorar al instante después. La había visto caminar hasta la línea que dividía la oscuridad de la luz, y echar un vistazo a los recuerdos olvidados. Voces e imágenes distorsionadas.

Y el recuerdo de una promesa.

"Regresa con una armadura de acero como piel. Hasta que tu existencia no dependa de nadie más que de ti misma."

Nadie había visto a Arya Stark entonces, brillar con fuerza en los ojos de la joven gris.

...

Cualquiera diría que estaba haciendo trampa. Pero Nadie no lo veía así. Después de todo no tenía un rostro. Y, al no tener uno, no había nada de malo con poseer a momentos el que ya poseía. Aquella identidad arrumbada.

Especialmente si había una guerra que librar contra dicha identidad, mejor sería recordar todos sus puntos débiles. Imágenes en la distancia que cobraban vida frente a sus ojos.

Había sido un día de estudio en la biblioteca del castillo negro. Una sesión que se había extendido hasta entrada la tarde. Ya no quedaban horas para estar con Jon, y con la boda de Sansa a la vuelta de la esquina, Arya tenía otras obligaciones por atender.

Mas entonces, todavía celosa de que su hermana cumpliese su sueño antes que ella, había pensado en lo que ocurriría una vez se uniese a Jon. Todos y cada uno de los deberes que ambos debían de cumplir. Aunque había estado siempre en una línea sucesora, había sido algo tan lejano, que Arya nunca había creído terminar como soberana de ningún reino.

La muerte del tío Brando y de su madre, así como su relación con Jon había cambiado aquello. Mas era la primera vez que realmente pensaba en lo que significaba tomar tal cargo.

Entonces había estado con Margaery. La de cabellos fresa, se veía concentrada aunque aburrida, mientras leía un libro de economía global.

-¿Por qué quieres ser reina? -Le había preguntado entonces, casi de la nada.

Su amiga había reído de medio lado, pero no le había dedicado una mirada, seguía prendida de las páginas del libro entre sus manos.

-Ésa es una pregunta un tanto complicada de contestar.

-¿En serio?

Margaery había suspirado entonces, decidiéndose a cerrar el libro y descansar los ojos.

-Por el poder, supongo. -Dijo, dejándose caer sobre el respaldo de la silla. -Quiero ser reconocida por encima de todos, incluido mi futuro esposo.

Arya la miró confundida.

-¿No sería mejor reinar como iguales? -Sus padres después de todo siempre se habían tratado como tal.

La Tyrell se deshizo en carcajadas.

-Sí, seguro. -Respondió Margaery, luego notó la seriedad de su amiga al percibir su silencio. -¡Oh! Lo dices enserio.

Arya desvió la mirada avergonzada. Odiaba las veces que se sentía como niña, y una ignorante además.

Margaery por su parte le sonrió con comprensión y algo de ternura.

-No todos los hombres son como Jon. -Le dijo a modo de explicación. Y en cierto modo lo era. -Tienes la suerte, no, la bendición de haber encontrado un hombre que sabe ver y apreciar tu valía. A su lado, nunca tendrás que luchar por ser reconocida. Aunque otros no te darán la misma benevolencia.

Arya había escuchado con atención entonces. Taladrando cada una de las palabras de su amiga en su mente.

"Por eso, dulce niña, aprovecha la libertad que él te da y crea tu propia presencia ante el mundo."

Arya siempre había sido su propia persona, pero sobra decir que no dejaba de ser una flor en la pared. Aunque fuese a coronarse reina, ¿qué la haría resaltar ante la imagen de un rey y soberano?

Jon, por otro lado y tal como Margaery le había dicho, siempre le permitió ser dueña de su destino.

"Una que nadie sea capaz de aplastar."

Había, después de todo, recreado su propia existencia. Aún en la piel de Nadie, todavía seguía tallando su armadura.

"Después de todo, ni siquiera Jon podrá defenderte por siempre."

Había tenido razón incluso en eso...

...

Nadie observó entonces a Arya Stark llegar a la Casa de Blanco y Negro. La vio dirigirse hasta el hombre sabio y dudar una última vez antes de decidir desprenderse de aquél cuerpo, dejar que la chica gris se la llevase lejos hasta hacer desaparecer su propio rostro.

-¿Dolerá? -Había preguntado.

-No, dulce niña. -Le respondió el hombre sabio. -Será como despertar de un sueño.

Y el sueño, largo y confuso, se desvanecía cada que volvía a despertar... Hasta que la pregunta fue otra.

"¿Quién era Jon Snow?"

Ahora sólo quedaba la chica gris.

-Alguien a quien Arya Stark solía amar.

"¿Quién es Arya Stark?"

-La última princesa del Norte.

"¿Qué pasó con ella?"

Hubo una duda entonces, aunque pequeña. Un breve desliz apenas perceptible en aquellos ojos de tormenta. Luego se difuminó.

-Desapareció tras el ataque al Muro. Aunque no hay confirmación de cuerpo alguno, se cree que murió durante el ataque.

"¿Y el bebé en su vientre?"

Silencio.

Aunque sus ojos estaban vacíos al igual que su mente... el cuerpo aún recordaba.

-No había bebé. -Respondió.

Las lágrimas le recorrieron el rostro ante su vacía respuesta.

-Había sido una mentira.

...

Las puertas en su mente se habían cerrado.

La oscuridad dominaba por fin aquella nave.

Arya Stark dormía al fin bajo aquél olvido.

...

"¿Quién eres?" Preguntó el hombre sabio, la había reconocido en medio del mercado del puerto, cuando había defendido a un par de niños de unos matones.

Quizá la joven gris estaría al fin lista.

-Soy Cat de los Canales. -Contestó la joven cortesana. -He vivido toda mi vida en Braavos.

El hombre sabio sonrió.

Nadie sintió escalofríos.

-¿Os gustaría hacer algo por el bien del mundo?

-Soy sólo una cortesana -respondió confusa.

La sonrisa del hombre creció de medio lado.

-¿Os gustaría ser más?

...

Tenía menos del año desde que había adoptado aquella nueva identidad. Las noticias del mundo a su alrededor la tenían sin cuidado. En sus días sólo había la constante música de las olas al chocar con las rocas, los botes y los arrecifes del puerto de Bravos; murmullo de voces de su gente y la suave canción del viento.

Había sido feliz, incluso si a ratos sentía que le faltaba algo.

Así había sido como el dios de muchos rostros la había vuelto a encontrar.

Por qué había aceptado, era algo que aún ahora desconocía. Entonces sólo sabía que si se comprometía a tal cambio, a seguir tal aventura, quizá descubriría aquello que le había falta.

-Incluso tras haber derrotado a Viserys aún quedan facciones dispuestas a seguir luchando, en su mayoría con grande influencia política y militar. -Había explicado el general de aquella guardia Targaryen; la bruja roja a su lado, quien había vuelto y materializado casi de la nada, aunque Cat sabía que no era así, era la primera vez que la veía después de todo.

-Si queremos conseguir que el país no sea reducido a tributo de guerra, debemos fortalecerlo.

-¿Eso implica? -Cuestionó Cat, no entendiendo aún cuál sería su papel en aquella treta.

-De momento el apoyo a Daenerys Targaryen junto con todo lo que conlleva.

"Daenerys Targaryen"

Aquel nombre había hecho eco en su mente, la había sacudido con fuerza y dejado heladas las venas.

-No sé cómo pelear. -Fue lo único que supo decir.

-No lo necesitas. No de momento al menos. Y te irás entrenando de a poco. -Le aseguró el comandante.

-Aprenderás a ser Nadie. -Le aseguró el hombre sabio.

Habían sido días de constantes ir y venir. De dudas y miedos. Miedos arraigados en algún punto de su corazón. Cat sentía que de seguir aquél juego, acabaría por volver a perderse.

-Entonces, Daenerys reinará. -Concluyó semanas después, cuando ya era imposible negar que estaba interesada en correr aquél riesgo.

-Por el momento. -Asintió -El trono pertenece al príncipe que fue prometido.

-Jon Jahaerys Targaryen.

Si el nombre de Daenerys la había sacudido, el nombre de Jon la había atravesado como un rayo.

La mujer roja sonrió, al igual que lo había hecho el hombre sabio.

Y Nadie supo entonces que la chica gris seguía despierta aunque temblando...

...

Una vida atrás, había vivido aquello.

Recostada en una habitación calentada por el calor del hogar, en medio del invierno, un día después de una boda.

"Yo, Jon Jahaerys de la casa Targaryen, pertenezco a Arya de la casa Stark."

Ojos grises tan parecidos a los de ella, brillando con la intensidad de nubes de tormenta. Una promesa en ellos.

"Eres mi corazón Arya."

...

-¿Todo bien?

Cat se desprendió de aquella ilusión tras escuchar a la mujer roja llegar hasta el balcón en el que se encontraba. La sacerdotisa la miraba con una paz en su rostro que más que calmarla la asustaba.

-...Sí. -Contestó insegura.

La sacerdotisa avanzó hasta ella.

-Necesitas un entrenamiento apropiado. Necesitas un entrenamiento como asesina. -Declaró.

La joven gris, no, Cat le miraba con genuina curiosidad, montones de voces se volvían a hacer presentes en su confusa mente.

"Crea tu propia presencia ante el mundo. Una que nadie vuelva a aplastar."

"Regresa con una armadura de acero como piel. Hasta que tu existencia no dependa de nadie más que de ti misma."

"Te daría los medios para que puedas volver por ti misma. Sólo deberás desearlo."

¿De dónde venían estas voces?

Nadie lo sabía. Pero aunque no podía decirlo aún, pronto se descubriría.

Las puertas se habían abierto de nuevo y la oscuridad había redescubierto sus límites dentro de su mente.

-¿Podrás hacerlo? -Preguntó la mujer de rojo.

La chica gris no tuvo dudas entonces, incluso si seguía temblando.

-Lo haré.

...

Ser Nadie había resultado mucho más sencillo de lo que Cat había previsto. No estaba segura del por qué pero había decidido no cuestionarlo. Una alarma se activaba en su mente cada que lo intentaba de cualquier modo, así que era mejor fingir que lo entendía todo.

Excepto que no siempre era así.

Al final de aquél año, había recibido la misión de advertir a la reina regente Daenerys de la Casa Targaryen sobre la visita del escuadrón de inteligencia del Norte. Aquello bien podría haber tensado aún más el intercambio político entre ambas naciones, mas la mujer de ojos violetas entendía el por qué debía guardar silencio y hacer ojos ciegos ante tal infiltración. Su sobrino estaba involucrado después de todo y su nación todavía tenía pendiente un juicio.

De vuelta en aquél balcón, en Lys, Melissandre la encontró con la mente turbada y perdida en recuerdos inexistentes. Cat había sentido desde el principio cierta adversión a la joven Targaryen, mas el encuentro había sido aún más perturbador.

-Conocí a Daenerys. -Soltó Cat, tan pronto la bruja roja la alcanzó. Excepto que no era Cat, ya no. Esa existencia se había vuelto extraña de nuevo. La joven gris se removió incómoda en su sitio.

-¿Eso os molestó? -Preguntó Melissandre a su lado, mirando hacia la misma dirección que ella, hacia las olas incansables del mar bravosí.

-No. Pero es extraño.

-¿Qué lo es?

El viento sopló un breve instante con fuerza y luego volvió a su ritmo apacible. La joven gris cerró los ojos un segundo recordando... La mujer había sido imponente al igual que hermosa. Sus ojos denotaban vida y gentileza, pero también rabia.

-Sentí, que debía estar molesta. Algo dentro de mi cabeza, pedía con fuerza el que le tuviese aberración. -Contestó. -Pero, no pude.

Silencio.

El viento hacia crecer las olas, el sol moría sobre el mar.

-¿Os agradó?

La joven gris negó con la cabeza.

-No es eso. -Dijo. -Simplemente no pude encontrar razones para repudiarla. Jamás la había visto antes de hoy.

Mutismo.

-El barco de espías arrivó hoy. -Le dijo la bruja roja, zanjando el tema anterior. -Has lo que tienes que hacer Cat de los canales.

La joven gris asintió, incluso si Cat se había desvanecido.

...

Entonces la persecución ocurrió.

Ramsay había ido a buscarla y la había encontrado. La doncella no había podido mantenerla escondida.

La bala la alcanzó.

Justo en el mismo lugar en donde había sido herida en el Castillo Negro.

Cuando había soltado la mano de Jon.

Jon.

¿Quién era Jon?

La oscuridad reclamó a la chica gris.

-¡Arya!

...

"Jon."

El cuerpo le dolía, no podía moverse, de otro modo, sus manos ya habrían ido a su vientre.

"¿Dónde estás, Jon?"

Apenas y podía respirar. Sentía a alguien acercándose.

"¡Jon!"

Gritó con todas sus fuerzas.

"¡Arya!"

Pero aunque podía escucharlo, cuando Jaquen la tomó en brazos supo que Jon no la salvaría.

"Eres mi corazón."

Debía salvarse a sí misma.

...

La siguiente vez que la joven gris le permitió a Arya Stark el salir a la superficie, había sido a media noche. Dos días después de haber regresado a Westeros, aunque todavía lejos de Winterfel ya se encontraba en el Norte.

Y la joven gris sentía una sensación parecida al encontrarse en su hogar. Un sentimiento de pertenecía.

Lo que la había despertado entonces habían sido voces.

-No podemos decírselo a Rob. No aún al menos.

-¿Por qué estás tan decidida a ocultárselo?

Voces de Sandra y Gendry, si su fragmentada mente recordaba bien. Ambos discutían afuera de su habitación, ignorantes del hecho de que ella estaba despierta.

-La cumbre de Naciones no ha sido aprobada aún por el consejo de Winterfel. -Dijo Sansa, sonaba cansada. -Si Arya fuese a regresar ahora, así de rota como está, sería un golpe duro para la Casa Stark, y Rob perdería credibilidad. Necesita el apoyo de la gente del Norte si quiere pujar por un perdón a Valyria.

Rob. Valeria. Nombres conocidos en su deshecha mente.

-Entiendo lo que dices. -Contestó Gendry. -Pero no estaríamos regresándola aún, sino tan solo dejando saber a su hermano el que su hermana está de vuelta.

¿De vuelta? Se cuestionó la joven, ¿de vuelta a dónde?

-No lo entiendes, Gendry. De todos nosotros, Rob es el más puro e ingenuo. No está en sus venas el manipular ni el engañar; en ese aspecto es igual que padre y ya sabes cómo terminó. Ver a Arya así, sería volver a culparse. No. Si mi hermano vuelve a ver a Arya será cuando ella haya decidido regresar entera y por sí misma.

"Te daré los medios para que vuelvas por ti misma."

Ah, se dijo la joven, Sansa había cumplido su promesa. Agradeció aquello, consciente de que no tenía las fuerzas para volver aún.

-¿Insinuas que ella no desea regresar?

Silencio.

Incluso la joven gris tenía aquella respuesta.

-¿Qué hay de Jon entonces? -Presionó Gendry.

"Jon" El corazón de la joven se saltó un latido.

¡Deseaba verlo!

Pero no. Aún no...

-Es lo mismo que con Rob. Pero incluso peor... -Suspiró Sansa. -Hasta que no esté en marcha el plan de la Cumbre de Naciones, hasta que Jon no se decida a volver a Valyria... no puede saberlo.

...

Nadie observó una vez más a las dos identidades hacerse frente.

"¿Quién soy?"

La loba de invernalia había despertado de su letargo, y el filo de sus ojos era capaz de desatar el invierno. Se plantó de frente a la joven gris, clavando su mirada en la de ésta.

"Eres Arya de la casa Stark. Arya del Norte, del castillo de Winterfel. La loba que trae los vientos de invierno."

Sus palabras eran fuertes, duras y vibrantes. Pero también lo eran las del dios sin rostro.

"Eres nadie."

Aplastaron sin misericordia la imagen de su antigua yo, mas luego...

"Eres mi corazón, Arya."

Su verdadero dueño volvía a reclamarla.

-¡Aah!

...

Fueron noches enteras de pesadillas.

Recuerdos amontonados que juntos no tenían ningún sentido. Se sobreponían entre ellos y la joven no sabía hacia dónde debía de mirar. Incapaz de decidir qué o cuál era más importante por sobre los demás.

Había tanto dolor, tanta desdicha, tantas ausencia y pérdidas.

¿De verdad quería regresar?

¿Por qué regresar ahora?

¿Por qué el ver a Ramsay le había removido incluso más que cuando había visto a Rob meses atrás?

Se había despedido de Rob mas no de Ramsay, ¿tal vez era eso?

¿Sería igual cada que viera a alguien de su pasado?

Pasado...

Aquella palabra le sonaba tan pesada...

Por noches, se desvivió entre llantos y gritos, entre crisis de ansiedad y ataques de pánico.

"¡Jon!"

¿Dónde estaba Jon?

¿Por qué la había hecho volver?

"Eres mi corazón Arya."

¿De qué sirve un corazón que ha perdido su dueño?

Excepto...

"Eres mi corazón Arya."

Excepto que ella sabía...

Ella sabía...

Jon estaba vivo.

"El príncipe que fue prometido. Jon Jahaerys Targaryen."

-Jon -susurró.

...

Lo sabía. Lo había sabido incluso desde antes de volver a Westeros.

Y ahí radicaba el problema.

Todavía quedaban cabos sueltos en su regreso a su lado.

Incluso si deseaba verlo con vehemencia.

Incluso si sabía dónde estaba.

...

Quizá había sido por eso que había hecho tal pregunta...

...

-¿Crees que el marido de Ygritte realmente exista?

Gilly casi suelta el cepillo con el que peinaba el cabello de Arry.

"¿Qué ha provocado tal duda?" Se había cuestionado la rubia. -¿Por qué no habría de existir? -Dijo en su lugar, con algo de risa adornando sus palabras.

Arry la miró a través del reflejo del espejo, parecía estar analizándola.

-No lo he visto, a pesar de todo el tiempo que llevamos de conocernos. -Señaló. -Incluso cuando fuimos al castillo, el marido de Ygritte no estuvo presente.

Gilly la miró un instante antes de seguir tejiendo la trenza en los cabellos de su doncella.

-¿Cómo lo sabes? -preguntó.

Arry suspiró con fastidio, no ocultaba el cariño que le había tomado a la pelirroja. Atrapada como estaba, encerrada en los límites de aquella masión, Ygritte se había convertido en un listón de luz que partía aquella vida abúlica y la reconectaba con el mundo exterior. Deseaba por tanto la felicidad de ésta además de complacerla.

-Por la forma en la que habla Ygritte de él, no debería de abandonar a su esposa a su suerte. -Declaró.

Gilly sonrió comprensiva.

-Tal vez a la señora Ygritte le guste estar por su cuenta. Algunas mujeres disfrutan de su libertad.

-Tal vez. -Asintió Arry, sintiendo dentro de sí como esa otra presencia se estiraba en su mente, como queriendo decirle algo, presionándola... -Pero no encaja con la descripción que hace de él. Sinceramente, me resulta un hombre de lo más frío.

-Si tanto desea conocerlo quizá debería invitarlo en nuestra siguiente salida. -Dijo la rubia, tras terminar de peinarla, luego cayó en cuenta de su error al notar la mirada de su doncella. -A él y a la señora Ygritte por supuesto.

-Por supuesto. Nada menos propio y aceptable. -Se burló Arry. -Aunque no sé si éste quiera ir a una casa de locos.

Gilly se escandalizó.

-Señorita Arry, usted no está loca.

-Sólo desquiciada.

-¡Señorita!

-No importa. -Le cortó, levantándose del banquillo. -En realidad no tengo interés en ningún hombre. -Declaró e inmediatamente al cerrar sus ojos se encontró con otros iguales a los suyos.

"Eres mi corazón, Arya."

Arry volvió a abrirlos.

-En ninguno -volvió a declarar, deseando poder convencerse a sí misma.

...

No tuvo suerte.

...

Semanas después, cuando Ygritte fue a presentar su renuncia, Arry fue atacada por la misma mujer a la que consideraba su amiga. Ésta le había entregado un regalo con la indicación de abrirlo hasta que se encontrase sola. Tan pronto la pelirroja se hubo desaparecido tras la puerta de la entrada, Arry no había perdido más tiempo y había desenvuelto el regalo.

Entonces, Arya Stark dentro de sí, consiguió la llave para salir de su jaula.

Una llave en forma de un pequeño dragón blanco.

-Ah, ah, ah...

Las manos de Arry temblaban con la figura entre ellas. Todo su ser temblaba.

Nadie supo en ese momento que la dueña de aquella nave estaba resurgiendo. Corría con prisa por los pasajes de su mente en una carrera acelerada. Debía llegar antes de que su nuevo rostro se recuperase y volviese a encerrarla en aquella oscuridad.

-Ah, ah, ah...

"¡Es un dragón!" Gritó la niña en su mente.

En sus recuerdos.

"Arya." Le llamaba otra voz. Una mujer de cabellos rojos y ojos azules, de sonrisa amable y manos bondadosas.

Las lágrimas corrieron a sus ojos, dispuestas a soltar carrera por su rostro. Su cuerpo retrocedió como intentando alejarse de aquella figura.

"Uno de hielo, por eso es blanco." Contestó aquella voz tan adorada.

"Arya." Resonaba una voz varonil, un hombre que reía con el invierno en sus ojos grises, uno que la hacía sentir segura.

Resultaba inútil su huida, sus manos eran incapaces de soltar aquel totem. Su cuerpo revelándose ante el engaño que su mente había creado.

Arry quería escapar pero estaba acorralada.

Voces y voces, se crecían hasta formar imágenes que se sobreponían a su realidad.

"Ya te he compartido lo suficiente. Si fuera ha compartirte aún más... no sabría cómo cerrarte esa puerta, Arya; no habría vuelta atrás.."

"Arya." Rob...

Había comenzado a respirar con prisa, hiperventilándose. Mas sin importar cuánto le ordenara a sus manos soltar aquella figura de madera, éstas respondían aferrándose con mayor fuerza a la pieza.

"¿Vas a pegarme?"

"Bastante duro."

"Arya." Sansa.

Las lágrimas resbalaron furiosas. Ahogada en llanto, comenzó a sollozar.

"¿Qué es?"

"Es una fotografía... si no la quieres..."

"Es perfecta, Arya. Es perfecta."

"Arya." Bran...

"No tiene que ver con lo que yo quiera. Quiero que ambos estemos listos."

No podía. No podía seguir viendo... Era demasiado...

"Arya." Rickon...

"Necesito darle mi apoyo, ella es mi familia."

"¡Yo soy tu familia!"

"Arya." Theon.

Ella recordaba.

¡Ella recordaba!

"No te vayas. No te vayas..."

De pie sobre aquella plataforma. El sol apenas comenzaba su ascenso hacia el cielo... Las olas susurraban sobre la arena, el viento soplaba apaciblemente... Hacía frío, aunque el frío que Arya había sentido entonces tenía un origen diferente.

"Por favor no te vayas..." Había rogado entonces entre lágrimas.

No había importado el que Rob estuviese presente al igual que el resto de su consejo. Aunque hubiese estado el mundo entero mirando, no habría importado.

Arya había sabido que tal día llegaría, incluso desde mucho antes de que Jon tomase la decisión de partir a Valyria para apoyar a Daenerys. La princesa Stark había tenido la certeza de su separación del príncipe dragón.

Se había mantenido fuerte, incluso si todas las noches previas a tal despedida había rogado en la intimidad de su habitación el que no se fuera. La respuesta siempre había sido la misma.

"No te vayas..." Sollozó.

Jon la había abrazado entonces.

"Arya"

"No necesitas irte, podemos pelear desde aquí, juntos. Jon."

Rob había desviado la mirada al igual que hicieron los demás presentes, por respeto a su privacidad. Jon lo había agradecido entonces, a sabiendas de que en el futuro Arya también lo agradecería; incluso si ahora poco podía importarle.

Jon se separó lo justo para tomar el rostro de ella en sus manos.

"Volveré Arya." Le dijo, rompiendo con cada palabra su propio corazón y el de ella. "Lo juro."

En respuesta, ella había vuelto a llorar... Nuevas lágrimas resbalaron por su rostro.

Rob la había abrazado entonces, tras de que Jon la besase una última vez y subiera al barco que lo llevaría al otro lado del Narrow Sea, y lejos de ella.

"Te amo Arya." Le había oído decir, ya en el barco.

"Te amo Jon."

El barco levó las anclas, los motores se activaron. Con cada sonido resquebrajaban los bordes de su corazón... Teniendo noción de todas éstas cosas, la loba del Norte sólo podía mirar a Jon... Cuando el barco comenzó a alejarse, Arya no pudo contenerse más; se soltó de Rob y corrió hasta el borde de la plataforma.

"¡Jon!"

El barco se alejó sin detenerse. Inconscientemente, la princesa se llevó una mano al vientre; la única esperanza a la que podía aferrarse.

E incluso cuando ya no podía distinguirlo, Arya sabía que Jon seguía mirando en su dirección.

No se movió de ahí sino hasta después de que el barco se perdiese completamente de vista.

"Arya."

-Jon.

"Eres mi corazón, Arya."

-Jon...

La calidez de su cuerpo... la mirada gris, llena de amor con la que solía beberla... lo fuertes de sus manos... el timbre grueso de su voz...

"Arya"

-¡Jon...! -Sollozó.

-¡Jon!

Arya, salió al fin a la superficie.

-¡Aah!

Y cayó inconsciente justo después.

...

Aquella noche, la chica gris deambuló por los pasajes de su memoria. Por aquellos que habían brillado por encima de otros.

-Jon Snow. -Dijo, saboreando el nombre.

Mientras veía a la distancia los recuerdos desenvolverse como una película conocida.

"Es un bastardo, Arya. No te prohibo el que hagas tus amistades, pero sé cuidadosa." El había dicho Rob, tras haberla alejado del bosque de pinos.

-Jon Snow. -Repitió, porque había algo erróneo en ese nombre.

"Es una paria que viene de Valyria." Había dicho Jeanne, tras haber estado hablando con la nobleza del Norte, la cual había llegado mucho antes que ellos.

-Jon Snow. -Dijo con más fuerza.

"No me importa quién seas. Eres Jon. Sólo Jon." Se escuchó a sí misma, antes de verse en aquél recuerdo. Ambos -ella y Jon- de pie afuera del comedor del castillo negro, tras su segundo encuentro. Cuando él había intentado disuadirla de estar con él.

-Jon... -susurró cuando despertó.

Y al instante siguiente, su mente ató los cabos que seguían sueltos.

Ygritte.

El esposo de Ygritte.

Arya sintió de nuevo el rostro mojado.

-Estúpido... -Dijo con la voz cortada. -Seguiste con tu vida... Estúpido...

...

Necesitaba escapar de aquella mansión.

Había llegado con el vientre vacío.

Y se iría de la misma forma, decidió.

Sólo dos cortes, ninguno de muerte; tan sólo lo suficiente para sacarla de ahí a una prisión diferente.

...

Durante los días siguientes, todos los fantasmas que había intentado dejar atrás corrieron libres a visitarla. Todos llevaban recuerdos perdidos y la guiaban por estos.

"¿Eres feliz?"

Incluso algunos de su vida en Bravoss. En especial cuando tuvo la visita de Rob. Un evento que él había hecho más que para comprobar el que de verdad estuviese bien, tan sólo porque la extrañaba.

"Lo suficiente. ¿No lo es usted?" Había respondido Cat.

Rob le había sonreído con pena. Con infinita tristeza.

"En cierta forma. Pero es agridulce."

Jon conocía a este fantasma.

-Tú tampoco has olvidado. -Le dijo, al tiempo en que éste se materializaba.

La última vez que Arya había visto a su hermano Bran, era sólo un niño. Y aunque en sus sueños seguía presentándose en esta forma, la manera en la que se desenvolvía revelaba a un adulto.

-Hemos estado viviendo mentiras -se dijo, lamentando cada palabra.

-Arya...

Bran la miraba todavía como el hermano que había sido. Con sus ojos oscuros y el atisbo de su sonrisa en las comisuras de sus labios. Con ese aire de complicidad que habían compartido antaño.

"Jon me querrá. Incluso si nadie más lo hace. Jon lo hará." Recitó su hermano por ella.

Arya apenas y rió.

-Eres cruel, Bran. -Le dijo. -Sabes que todavía no puedo regresar a él...

No todavía. No aún. No estaba lista. Debía hacer su propia identidad primero, una que no fuese opacada por su compañero.

Bran afiló la mirada.

-Arya...

-Mi nombre es Arry. -Le interrumpió ella.

Bran suspiró, suavizando su mirada. Su hermana, todavía no se recuperaba por completo. Pero quizá, quizá...

Nadie se estremeció...

Aquella identidad había empezado a consumirla.

...

El cuervo de tres ojos tenía mucho más poder en el Norte. Por lo que no debería haber sido sorpresa el que la misma noche que ella entrara al hospital fuera la misma que Jon entró también.

Las heridas en su vientre, aunque superficiales, le habían imposibilitado el salir de la cama durante tres días completos. E incluso al cuarto día todavía le costaba andar erguida.

Más Bran la había vuelto a visitar, está vez en la forma de un cuervo justo afuera de su habitación. Y Arya lo había seguido.

Porque llevaba tanto tiempo deseando, no, necesitando verlo. Deseaba volver a ser egoísta y mandar el mundo entero por la borda. Huiria con él esa misma noche si se lo pedía. Así de intensos eran sus sentimientos. Más una parte de sí misma sabía que mentía ...

No estaba lista, pero...

¡Pero...!

-Jon...!

Apenas dos pasillos los separaban. Dos habitaciones a pasos de distancia.

Jon -su Jon- estaba ahí, descansando, dormido sobre la cama. Inconsciente sería más correcto quizá. Arya avanzó a paso lento hasta su cama. El corazón le martilla a en el pecho, su cuerpo temblaba de frío y su respiración se había vuelto agitada.

Cuando alcanzó la cama, se quedó de pie, quieta, e incapaz de moverse.

Se deshizo en lágrimas.

-Estupido... -murmuró en un susurro, después su voz se hizo intesa. -Tienes barba... -Sollozó.

Arya lloró con abandono aquella noche. De pie a un lado de la cama de Jon, incapaz de moverse de ese punto fijo en el suelo, con las manos cubriéndose el rostro, tallándose los ojos para deshacerse en vano de las lágrimas. Lloró y lloró hasta que el abismo que sentía en su pecho se fue llenando de sentimientos, de todas aquellas emociones que habían quedado atrapadas por casi tres años. Lloró hasta que sólo le quedaron pequeños sollozos, hipando a ratos ya con los ojos rotos y el pecho vacío, desahogado de tanta pena.

Sus ojos volvieron a ver a su amigo y compañero, aquél al que ella había elegido desde años atrás como su amante, sólo entonces se dio cuenta de la postura de éste. Sólo entonces revisó a detalle su estado, notando por fin las correas que sujetaban sus brazos, las venas en sus muñecas.

Arya se estremeció.

Por un instante sintió el deseo de correr y volver a ser Nadie.

Casi como en trance, Arya por fin se liberó del hechizo que la inmovilizaba, y se acercó lo suficiente para mirar de cerca las muñecas vendadas de su compañero.

-Trataste de quitarte la vida -concluyó con desconcierto.

Su mente recordó que Jon había estado casado con Ygritte. Mas Ygritte no estaba allí. La misma le había dicho que se iría del Winterfel, entonces...

-Arya...

La aludida se sobresaltó, cayendo en cuenta al fin de que sin querer sus manos habían tocado a Jon; éste al sentirla había comenzado a recobrar la conciencia, casi como su roce le hubiese despertado de un encantamiento.

La joven tembló en anticipación y miedo. No estaba realmente lista, pero al mismo tiempo deseaba aquél encuentro. Su corazón estaba dividido. Su mente sabía que no era el momento, y mucho menos aún al descubrir el estado de Jon.

¿Habría sido por Ygritte?

-Arya... -volvió a murmurar él. Por su rostro resbalaron lágrimas.

Y sólo entonces, la Stark comprendió que él seguía dormido.

-Fue por mí entonces -concluyó, y algo cálido se plantó en su pecho.

Se acercó hasta su rostro, y le acarició con los dedos de su mano dibujando la silueta de éste, mientras la otra mano se aferraba a la derecha de él.

-Jon -le dijo. -Encuéntrame Jon. -Le pidió. -Encuéntrame.

Jon inspiró con fuerza, como si le respondiera con ese gesto que la escuchaba, que haría lo que le pedía.

-Arya... -volvió a sollozar.

-Jon.

Arya le besó los labios aquella noche, justo antes de partir.

...

Durante las dos semanas que Jon estuvo internado, Arya le buscaba por las noches fingiendo ser Arry, negándole el placer de ver su rostro de lleno. Consciente de que si lo hacía, drogado o no, Jon la reconocería.

Y todavía tenía tareas pendientes antes de volver.

...

La bruja roja, Melissandre, la encontró justo entonces. Con la lista y la llave para dejarla salir nuevamente al mundo.

Arya. Nadie. La siguió entonces.

Tal vez, si concluía lo que había quedado pendiente cuando Ramsay la encontró... podría al fin reencontrarse a sí misma.

Y volver a Jon.

...

Pero incluso Nadie tenía un rostro ahora. Además de emociones y sentimientos encontrados. Y recuerdos.

Montones de recuerdos.

Aquél beso no había sido suficiente...

Y lo había ido a buscar antes de ir por Gilly. La casa de ésta última estaba por la zona donde el edificio de pensiones en el que vivía Jon se encontraba, y no había podido contenerse.

Había esperado a que el mismo saliera. Le había mirado a la distancia, caminar sin destino alguno, y sintió deseos de consolarlo... Se deshizo de aquella idea y se adentró en el edificio. Se coló como si fuera dueña de uno de los departamentos y subió hasta donde Jon residía.

Se había quedado un largo instante fuera del departamento, frente a la puerta, con el corazón temblando y la respiración entrecortada. Luego, cuando finalmente había recuperado algo de autocontrol había entrado en el recinto.

Y fue como volver siete años en el tiempo...

Todo el lugar gritaba "Jon". Tan similar a la que había sido su habitación en el castillo negro... Arya paseó la mirada por cada espacio antes de decidir adentrarse de lleno. Caminó a paso lento por el departamento, imaginando la vida de Jon en tan reducido espacio -si se comparaba claro, con lo que había tenido en Castle Black-. Había abierto el clóset y navegado entre las ropas del príncipe Targaryen, dejándose envolver por el aroma y los recuerdos que éste traían.

"Bésame." Había sido siempre su orden favorita.

Y Jon, siempre había saltado gustoso a satisfacerla.

Arya acarició las sábanas de la cama, hasta llegar a la cabecera. Incapaz de resistir el impulso, se había recostado sobre el colchón, quedando boca arriba, se encontró con las figurillas de madera. La joven sonrió al descubrir que Jon conservaba tales tesoros, y más aún que los había dispuesto en un lugar donde los vería siempre al despertar y al irse a dormir.

Cerró los ojos. El pecho le subía y bajaba con prisa. Un par de lágrimas resbalaron por sus mejillas.

"Pronto" Se dijo.

Le tomó media hora más el poder desprenderse de aquél lugar.

Aquel descuido casi le cuesta toda su misión.

Para cuando volvía a salir a la calle, Jon estaba a menos de dos casas de distancia y el taxi que ella había pedido apenas llegaba por el otro lado... El corazón le aleteó en el pecho porque, ¡qué fácil sería dejarse descubrir justo ahí! Obviar al mundo entero y decidir mañana cómo arreglarían el desastre político que se les vendría encima al descubrirse sin un plan...

Jon llegó casi al mismo tiempo que lo hizo el taxi, así que Arya no pudo más que correr.

-Perdón, llevo prisa.

Había sido apenas un roce...

Mas había sido suficiente para atacarla con miles de sensaciones nerviosas, casi como electricidad misma... que Arya, en contra de todo lo que se había dispuesto, había levantado el rostro, no para dejarse ver... sino para poder verlo a él... Con sus ojos grises tan parecidos a los suyos, con los rizos negros adornándole el rostro, rizos que incontables veces le había pedido dejarse crecer cuando eran aún niños, con esa barba incipiente que le resultaba tanto atractiva como extraña.

Bebió la imagen entera.

Y él la bebió a ella.

En ese corto instante, Arya supo que Jon la había reconocido.

...

La noche antes a su separación de la bruja roja, Melissandre se acercó a ella con dos hojas en mano. Arry estaba por irse a dormir cuando los papeles se depositaron en su regazo.

-¿Esto es? -Cuestionó tomando los papeles.

-Vuestras cartas. -Respondió la mujer.

A Arya el corazón se le fue hasta los pies.

-¿Por qué? -Cuestionó con algo de pánico en la voz.

-Para que nunca olvides quién eres. -Respondió la bruja. -Ahora eres nadie. Pero habrá un momento en el que incluso ese fantasma acabará por tener un rostro. Mas es vuestra elección.

Arya se mordió los labios.

-Hay demasiado dolor. -Sollozó.

-Sí, lo hay. -Asintió su compañera con una pequeña sonrisa. -Pero eso es sólo porque las dichas fueron demasiado grandes, de otro modo no sentirías nada. Ésa es la prueba de que estais viva, y de que Arya Stark realmente existe dentro de ti.

La joven Stark lo entendía, incluso con la opción de ocultarse de nuevo en un ser sin rostro.

-Creo que ya ha estado lejos suficiente tiempo.

-No sé cómo regresar. -Se quejó.

El recuerdo del rostro de Jon la invadió entonces, el desconcierto en sus ojos grises, y el dolor tan marcado en éstos junto con la profunda soledad que ella misma había sentido...

-Por el contrario, lo sabe. Pero no quieres reconocerlo.

Quizá.

Porque una parte de ella se sentía culpable. Se había sentido cobarde y débil. No deseaba ser juzgada, pero entendía que igualmente ocurría sin importar el que lo quisiera o no. Sería fácil seguir moviéndose en las sombras. No ser nadie en específico y poder ser quien sea. No tener el peso de tener que ser.

-Sin embargo, incluso si se queda donde está, sabe muy bien que él será capaz de alcanzarla. Como dije, es vuestra decisión.

Y Arya supo que Melissandre tenía razón.

"Encuéntrame Jon." Le había dicho. "Encuéntrame."

Y sabía muy bien que Jon justo eso haría. Sin importar lo mucho que hubiese cambiado... la sangre que hubiese en sus manos...

"Jon me querrá. Incluso si nadie más lo hace. Jon lo hará."

El recuerdo de las figurillas sobre la repisa de la cama le aseguró que así sería.

Sin embargo...

...

¿Cómo dejaba uno de ser Nadie?

...

Porque a pesar de que lo había intentado... ¡todo se sentía tan incierto!

Aún tras terminar su lista. Aún tras terminar de sellar sus propias alianzas.

A ratos, había cosas que se sentían falsas. Meras fantasías, sueños de los que terminaría por despertar gritando.

-Arya. -Le llamó Jon.

Había comenzado a hiperventilarse dentro del abrazo de Jon. En el castillo en Lys, se recordó. Había ido a buscar a Jon bajo otro seudónimo, porque no había estado lista para revelarse como era. Mas al verlo.

-Arya -volvió a presionar él, evidentemente preocupado por lo que era un ataque de pánico y ansiedad lo que dominaba a su compañera.

-No puedo... -dijo Arya con dificultad. -No puedo, Jon. Lo siento... -Sollozó entre lágrimas, sentía que el aire le era insuficiente.

Jon negó con la cabeza, en sus ojos también había lágrimas.

-Es mi castigo por abandonarte. -Dijo él.

-Yo te dejé también. -Refutó ella. -Pero no puedo... no puedo... no puedo...

Jon tomó una decisión ahí entonces. Sosteniéndola aún en sus brazos, besó sus sienes y la besó castamente en los labios para luego mirarla directo a los ojos.

-Ve y conoce el mundo entonces. -Le dijo.

Arya dejó de moverse entonces, sorprendida por las palabras de su compañero. Sus ojos se abrieron como platos y su corazón comenzó a latir más lento.

"Jon me querrá, incluso si nadie más lo hace."

...

"Te daré mis alas para vueles alto; para que vayas lejos y descubras el mundo."

Tras dos encuentros que siguieron a aquella noche en el baile en Lys, Arya había accedido a hablar con Tyrion. Los dos habían sopesado los pormenores de su reapación y su futuro enlace con quien ahora era el rey de Valyria. Las ventajas de dicho enlace, pero principalmente -según Tyrion- el por qué era de tal importancia el que ella regresara, y como reina de Jon no menos.

Convencida hasta cierto punto, pero todavía insegura, había aceptado el consejo del rey de Casterly Rock. Debía volver al origen, debía reencontrarse a ella misma primero; y debía aceptar ayuda de ser necesario.

"Pero principalmente, para que puedas volar de regreso a mí."

Había ido a ver a Cersei primero. Y lo que había compartido con ella le había hecho entender el por qué de su viaje de descubrimiento. Le había hecho descubrir que de verdad deseaba regresar. Y que era el miedo a perder todo otra vez lo que la había hecho correr en dirección opuesta. Le había hecho entender que también tenía derecho a estar herida y resentida, que podía dar prioridad a lo que sentía.

Que aquello sería el primer paso para perdonarse a ella misma.

"Soy tu puerto seguro, Arya."

Y si bien había conseguido hacerse de su identidad propia, aquella que sería el igual de Jon frente al pueblo Valyrio, todavía debía abrazar a la niña pequeña; la que había quedado atrapada en medio de un caos de metralletas y avionetas de guerra, sepultada bajo los escombros tras el ataque al Muro.

Si Jon era la meta de su camino, primero debía entonces reconocer sus propias raíces. Volver a donde se había abandonado a sí misma, para recuperarse y volver a estar completa.

"Y tú siempre serás mi corazón."

Esta vez no volvía como Nadie, ni como Arry, ni como ninguna otra identidad falsa. Volvía como Arya Stark, la princesa perdida que al fin había sido rescatada, y por ella misma nada menos. Entre vitores y aclamaciones, el Norte recibió de vuelta a su princesa norteña, la loba de la casa Stark.

En medio de todos los rostros conocidos, los rostros de sus hermanos resaltaron hasta robarse su entera atención. Principalmente el de uno...

-Rob. -Sollozó.

El aludido se abalanzó hacia ella hasta envolverla en sus brazos, ignorando por completo el protocolo, la abrazó con fuerza mientras ambos lloraban.

-Lo siento. -Lamentó Arya entre llantos -Lo siento tanto.

Rob le besó el rostro sin dejar de abrazarla.

-Bienvenida a casa Arya. -Le dijo.

Rickon fue el siguiente en envolverla. Después fue Val, ahora esposa de Rob, se había convertido en su hermana política.

Arya Stark por fin estaba de vuelta en casa.


A/N: Siguiente capítulo... ¿Quién queda todavía? xD ¡Ayuuuda!

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